Anuario JMBA 2014

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Ir a misionar es ir a compartir la vida y el Evangelio con otros. También es un momento en el que por fin podemos bajar a tierra y darnos cuenta que la vida es mucho más que el colegio, la familia y las 10 cuadras que rodean nuestras casas. Es un momento en el que compartimos con gente con una realidad diferente en muchos sentidos lo que uno está acostumbrado a ver. Como misionera, me sirvió mucho liberarme plenamente de mi misma y pensar en los demás y sus necesidades. Hay gente que piensa que es un lugar triste, difiero con esto completamente. La gente en Chaco puede que no tenga un celular, una computadora, una tele, incluso puede que no tengan para comer y sin embargo doy fe de que son más felices que muchas personas que sí tienen los bienes materiales anteriores. Ellos necesitan alguien con quién hablar y nosotros necesitamos escuchar sus historias para crecer. Es, sin duda, mucho más lo que uno recibe que lo que uno da. En mi opinión, ir a Chaco es uno de los mejores regalos que el colegio me supo dar. Es un viaje que me enseñó a ver las cosas desde otro punto de vista y que me hizo crecer enormemente. El amor que recibí en sólo una semana de gente que no me conocía me ayudó mucho a comprender que somos muy valiosos y que verdaderamente uno puede ayudar. Sólo hace falta animarse a dejar lo que nos conforta para llegar a algo mejor. “Tengan el coraje de ir contra la corriente”. Norma López, 6to BLM B

Cande Domínguez - 5to BLM

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nivel medio

Desde siempre fuimos partícipes de la misión a Chaco, juntando útiles, ropa o lo que se necesitara. Este año me tocó vivirla en carne propia, ser una de las tantas misioneras que dijeron que sí a meterse mar adentro. No fue fácil decir que sí; era la primera vez que iba a misionar, y los miedos e inseguridades me hacían dudar, pero yo sabía que era algo de lo que no me iba a arrepentir. Ya desde el minuto que pisé Tres Naciones se respiraba un aire distinto, la gente nos recibió con los brazos abiertos, dispuestos a invitarnos a su casa a ver la final del mundial. Cada caminata significaba kilómetros bajo el sol, pero cuanto mayor era el esfuerzo, mayor era la recompensa. Cada caminata significaba conocer una nueva historia, conocer un nuevo corazón. Es increíble cómo nos recibían en sus casas, y con qué amor y adoración recibían a la Virgen. Nunca me voy a olvidar lo que dijo el Sacerdote en la misa de envío “Misionar es ir a mostrar que la gente de Chaco es amada por Dios”. Pero ellos también nos “misionaron” a nosotros, mostrándonos a Jesús en cada uno de sus gestos, a través de cada chiquito, cada abrazo, cada momento compartido. Jesús se hacía presente en cada uno de ellos y nos hacía sentir amadas. Chaco me enseñó que no hace falta hacer cosas grandes, sino cosas chiquitas con gran amor.


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