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Meditación

LA GRANDEZA DE LAS BUENAS PERSONAS ESTÁ EN SU CORAZÓN

Hay personas que ponen el corazón en todo lo que hacen, ya que siempre aparecen para arroparte cuando los problemas te agobian, las que te proponen un trueque de risas por tristezas y las que siempre están dispuestas a ayudarte a cambiar de color los días nublados. Esas que te abrazan para recompensar tus partes rotas, pero también para recordarte que estás ahí y que se alegran de todo lo bueno que te pase en esta vida. Esas que recorren contigo el camino de la vida, te descubren matices preciosos en emociones ya conocidas y te muestran que aún hay muchos lugares por visitar y otras tantas formas de mirar. Personas con las que la conexión es algo más que compartir tiempo: es descubrirse amigos, cómplices y por qué no, también compañeros de vida en la fe… Expertas en acariciar el alma sin tocarla y de dar desde el corazón. La grandeza de las personas está dibujada en sus corazones, en su capacidad para darse a los demás a través de actos de bondad con la única intención de hacerles más felices. Porque no hay nada más grande ni que reconforte tanto que ayudar. Así son las personas buenas. No presionan, no gritan ni fuerzan, no critican o hablan mal, y ni mucho menos, se ponen en el rol de jueces, todo lo contrario. Saben interpretar silencios, respetar modos y formas de ser y ejercen como sostén cuando alguien lo necesita. Charles Darwin ya nos habló en su momento de la importancia de este valor. De hecho, lo consideraba como nuestro instinto más fuerte y valioso, ese que posibilita la supervivencia no solo de la humanidad sino de todos los seres vivos. El problema es que no se practica con demasiada frecuencia ni se valora lo suficiente. Y eso que la bondad es la única inversión que siempre nos enriquece y nunca falla. Y con la bondad la compasión es otro signo delator de las personas de gran corazón. Ser capaces de ponerse en el lugar de los demás, desear que estén libres de sufrimiento y sentir la responsabilidad de hacer algo por ellos en algunos de los actos que los identifican. Son personas que se nutren del amor, pero entendido este desde un concepto más amplio, ese que se otorga de manera desinteresada. Como decía Leon Tolstoi «a un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa». Las buenas personas están repletas de compasión, bondad y amor. Son aquellas que combinan a la perfección la empatía con el arte de comprender nuestros dolores, de ahí que descifren cada una de nuestras roturas y heridas, capaces de volcar todos sus sentidos y sentimientos hacia los demás para transformar un día común en algo extraordinario. Las buenas personas son artífices del amor más genuino y sincero que podamos llegar a encontrar. Tesoros que apreciar y cuidar desde lo más profundo de cada uno de nosotros.

Don Marcelo

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