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RECOMENDACIÓN LITERARIA DE MAYO
Autora: Andrea Cavazos
El mejor libro que leí este mes ha sido Teología Cuántica de Shahen Hacyan. Como bien lo describe su portada, este libro trata los misterios de la fe cristiana explicados por la mecánica cuántica. Comencemos por hablar de su autor.
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Shehen Hacyan nació en 1947 en Estambul Siendo aún menor de edad, su familia se trasladó a México por el trabajo de su padre Estudió la licenciatura en física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y posteriormente se trasladó a Inglaterra para doctorarse en teoría cuántica de campos en la Universidad de Sussex A su regreso a la UNAM en 1973 , volcó su atención sobre la astrofísica relativista, y paralelamente se convirtió en investigador, primero en el Instituto de Astronomía y después en el Instituto de Física. Con esta vasta trayectoria, Hacyan se ha convertido en un divulgador científico galardonado con varias obras en su haber que se han encargado de llevar la ciencia hasta nosotros, mortales, que no tenemos una preparación para la ciencia pero que estamos ávidos de ella.
Además de la física, le apasionan el arte y la filosofía. En cuanto a la teología, no diría yo que le apasiona, pero sí que tiene un conocimiento amplio en el campo, como veremos a lo largo de su obra. Para describir su relación con la teología, me gustaría citar la frase de Borges que el mismo Hacyan utiliza al principio de su libro: “Creo en la teología como literatura fantástica. Es la perfección del género.”
Si bien no puedo decir a ciencia cierta si Hacyan es creyente o no, al menos puedo describir de buena fuente cuál es su postura sobre la teología En una entrevista, el mismo Hacyan declara, en sus propias palabras, que le gusta la teología como una ficción; y dando mi propia interpretación a sus palabras a la luz de su obra, pienso que la teología cristiana es la manera alegórica en que este autor comprende los fenómenos de nuestro mundo, lo que no me hace descartar que quiźa sea creyente, pues debemos recordar que las Escrituras poseen, en una parte y en cierta medida, un rico sentido alegórico que encontramos expresado en un lenguaje metafórico. Dicho esto, pasemos a hablar de la obra como tal.
Teología Cuántica nos habla de lo que hemos venido tratando hasta ahora: los fenómenos de la teología cristiana explicados a partir de los preceptos de la mecánica cuántica. Como hemos dicho antes, Hacyan es un notable divulgador científico, por lo que el libro presenta un lenguaje claro y fácil de entender. Está escrito a manera de diálogo, y sus personajes ficticios, hasta donde mi breve investigación alcanza a ver son Teodicio e Hylasfos, teólogo uno y físico el otro. Ellos irán desarrollando el diálogo por medio de preguntas generalmente iniciadas por Teodicio. La obra está dividida en días que fungen como capítulos, y suma un total de nueve días a lo largo de los cuáles, a reserva del noveno día, se irá dando tratamiento a un tema diferente. Aunque más correcto sería hablar de dos temas diferentes, pues Hacyan, de manera muy inteligente para dar orden a las ideas y no perderlas en un intento de abarcar demasiados temas, escribió los días de manera que se dé tratamiento a un misterio de fe y a un tema de mecánica cuántica, que será el encargado de explicar tal misterio Así, logra Hacyan la siguiente organización:
Primer día. La creación ex nihilo y las fluctuaciones cuánticas del vacío.
Segundo día. El tiempo de Dios y el tiempo del fotón.
– Tercer día. Los milagros divinos y la entropía.
Cuarto día. La doble naturaleza de Cristo y la dualidad onda-partícula.
Quinto día. La Santísima Trinidad y los tres estados del neutrino.
Sexto día La ubicuidad de Dios y las correlaciones cuánticas
Séptimo día La transubstanciación y la teleportación cuántica
Octavo día La predestinación y el colapso de la función de onda
Noveno día
El noveno día abarca el cierre del libro, que no se da a manera de diálogo. Es un cierre corto pero brillante, del que no daré detalle para que, si no he convencido hasta ahora a mis lectores de leer tan interesante libro, logre mover su curiosidad valiéndome del misterio de este cierre magistral al que el lector deberá llegar avanzando con paciencia en la lectura de cada uno de los ocho días anteriores.
Vale la pena decir que éste no es un libro esotérico. Bien dice Hacyan en el prólogo que hoy en día, la palabra cuántico es un símbolo que remite el pensamiento a los grandes misterios del mundo, y que hay una tendencia a tildar de cuántico a una multitud de ideas, objetos y hasta productos que buscan posicionarse como panaceas o milagrosos. Éste no es el caso. Como vimos antes, podemos decir muchas cosas de Hacyan, excepto que sea un charlatán o que no esté bien preparado en el campo del que habla de manera central: la mecánica cuántica. Entonces, ¿qué hay que esperar de este libro? Una auténtica divulgación científica, elaborada en base a preceptos verdaderos
Personalmente, no tengo más que buenos comentarios sobre este libro, que fue un placer haber leído de inicio a fin. Su escritura sencilla, amena y a manera de diálogo es rica, llena de ejemplos, alegorías y metáforas que dan claridad al texto, y que como estudiante de filosofía, valoro grandemente al recordar los diálogos de Platón. Ambos textos, los platónicos y éste en particular, tienen un estilo similar, que resulta altamente pedagógico para el lector. Además, no pude evitar pensar en la encíclica Fides et Ratio, donde Karol Wojtyla Juan Pablo II, que además de Pontífice fue un notable pensador nos habla del diálogo constante que deben sostener la fe y la razón, donde la fe eleva a la razón por encima del plano puramente material, y ésta, a su vez, libera a la fe de supersticiones y mitos, y sobretodo, nos impulsa al conocimiento de la verdad. Recordamos así que la fe y la razón no exponen dos verdades distintas, sino que son dos caras de una verdad común y absoluta.
“Ten fe y calcula”, dice Hacyan en el prólogo, y con esto nos recuerda el carácter especulativo que la ciencia adquiere cuando choca con los límites del entendimiento humano y debe acudir a la fe no hablamos aquí de Dios necesariamente para explicarse qué es esta realidad tan bellamente misteriosa que habitamos Este libro me invita a recordar que como humanidad somos tan minúsculos en este vasto mundo, tan limitados en nuestro entendimiento, que no alcanzaremos nunca a agotar la realidad con éste entendimiento que se ve reflejado en la ciencia. Nunca. Ni aunque viviéramos mil años dedicándonos al estudio más riguroso del universo. A científicos y creyentes, en este hambre por conocer qué hay más allá de lo que nuestra materia alcanza a percibir en el horizonte, no nos queda más que dar un salto al vacío con los ojos vendados para encontrar una respuesta, sea Dios o sea la ciencia lo que hay del otro lado para sostener nuestra caída.