





Las hojas de otoño caen como pequeños plumones en el jardín.
Aquí vive el Sr. Espinoso.
En este momento está rastrillando las hojas.
Las rojas. Las anaranjadas y moradas. Las amarillas.
Hay mucho que hacer antes de poder irse a hibernar.
Toda una lista.



“¿Te estás preparando para el largo sueño invernal?”, pregunta Lauchita, la vecina del Sr. Espinoso.
Está recogiendo la ropa, que ondea con el viento.
”Ya casi termino”, responde el Sr. Espinoso, apuntando hacia las hojas.
”Maravilloso. Nos vemos en primavera entonces”.
El Sr. Espinoso asiente con la cabeza al ritmo de los movimientos del rastrillo.


“Dime, ¿no estás terminando ya?”, le grita Ardilla desde el árbol. Es la tercera vez que Ardilla sacude su plumón.
Antes de que Sr. Espinoso alcanzara a responder, Ardilla ya volvió a cerrar la puerta.
El Sr. Espinoso acelera el ritmo.





El cielo cubre el jardín como un gran plumón, pero el Sr. Espinoso ni se da cuenta.
”Nos vemos en primavera”, murmura para sí mismo mientras junta las últimas hojas con el rastrillo tan rápido como puede.




Finalmente, el Sr. Espinoso tachó el primer punto de la lista:
Rastrillar las hojas

Ahora solo le queda:
Ordenar el living
Lavar la loza
Pasar la aspiradora
Cambiar la ropa de cama
Reparar la silla coja
Airear el plumón
Ordenar más
Escribirle a mamá
Pulir el espejo
Encontrar la llave
Pulir los cubiertos de plata
Parchar el calcetín
Ordenar el resto
El Sr. Espinoso suspira. Son muchas cosas para un erizo. Se siente como si una ardilla estuviera intentando romper una nuez en su cabeza.




El Sr. Espinoso comienza con el siguiente punto de la lista. Es difícil.
Todo el tiempo hay cosas que se interponen en sus planes.
Tantas cosas.
Demasiadas cosas.

Quizás sea más fácil empezar en la cocina. Al menos puede vaciar el tarro de las galletas.
Cuando ya se comió todas las galletas, no puede recordar por qué había ido a la cocina.



Al Sr. Espinoso se le ocurre una idea. Quiere hacer varias cosas a la vez.
Se pincha con la aguja cuando suena el teléfono y se chupa el dedo mientras corre por todos lados buscándolo.



Es Lauchita.
“Olvidé preguntarte si quieres que te despierte en primavera”, pregunta.
”¡No!”, responde el Sr. Espinoso molesto y corta el teléfono rápidamente.



Entonces lo ve.
Su montón de hojas está arruinado.
Abre la ventana para ver dónde están. Están esparcidas en todas direcciones.
Se las llevó el viento.



El Sr. Espinoso intenta cerrar la ventana, pero el viento es más fuerte.
Hace girar todo a su alrededor, incluidas las palabras de la lista.
Finalmente consigue cerrarla.
Intenta leer la lista, pero no tiene sentido.
Pulir la ropa de cama
Ordenar las hojas
Lavar más el resto
Escribirle a la llave
Aspirar airear junto
Pulir el plumón
Encontrar el espejo
Parchar los cubiertos de plata
Cambiar el living
Silla calcetín
Ordenar rastrillar ordenar
Reparar la mamá coja
Todo le da vueltas.




El Sr. Espinoso se tambalea hacia la cama.
Es un largo camino.



Por fin consigue acostarse.
Al principio sólo puede oír el viento soplando en el jardín.
Entonces escucha un golpeteo.
Un pequeñito golpeteo.




Lo que escucha es su corazón.
Está fuera de ritmo y late demasiado rápido.
Se tapa los oídos, pero no ayuda.
El corazón late cada vez más fuerte.
El Sr. Espinoso no puede seguir el ritmo en absoluto.

Intenta cerrar los ojos, pero se le abren a cada rato.

Como botones para dos ojales demasiado grandes.
El tiempo pasa.


El Sr. Espinoso mira por la ventana.
Su mundo ha cambiado. Completamente gris y triste.
No puede imaginarse que la primavera algún día vaya a querer volver a él.
Apoya la cabeza sobre la almohada mientras suspira profundamente.
Luego se enrolla formando una bola y por fin se queda dormido.




Cuando brillan los primeros rayos del sol, él no está listo.
Se tapa la cabeza con el plumón y continúa durmiendo.


Duerme hasta que su corazón dormilón está completamente lleno.
Cuando se despierta, mueve los pies hasta que se acuerda de la lista.
El Sr. Espinoso suspira y se queda acostado completamente quieto.
Entonces escucha un golpeteo. Un pequeño golpeteo.
Realmente tiene que escuchar con mucha atención para oírlo.
Pero sí hay alguien golpeando.



Golpean en la ventana.
El Sr. Espinoso abre las cortinas y la ventana. Es Lauchita.
“Sólo quiero saber si dormiste bien”, pregunta.
El Sr. Espinoso asiente y el aroma de la primavera le hace oler con satisfacción.
Entonces lo ve. Todas las hojas que fueron arrastradas por el viento, se han transformado en una sinfonía de flores.
Rojas, anaranjadas, moradas, amarillas.
Al Sr. Espinoso le gusta mucho el color amarillo y las flores.




“¿Sabías que les encanta la música?” pregunta el Sr. Espinoso y le da un abrazo a Lauchita.
Uno despacito; es un erizo después de todo.
”¿Te refieres a las flores?”, responde Lauchita.
”¡Exacto! Las flores. Así crecen mejor. No más rápido, pero mejor”.
Lauchita sonríe.
”Voy a buscar algo”, dice el Sr. Espinoso y entra corriendo a la casa.


-Vamos -dice Lauchita. El Sr. Espinoso ahora huele el sol, las flores y siente olor a pastel. No cualquier pastel, sino su pastel favorito.
El Sr. Espinoso comienza a silbar. Fuerte.



Satisfecho, el Sr. Espinoso se lleva el violín al mentón y toca, y tanto Lauchita como Ardilla tararean.
Se le había olvidado por completo todas las melodías que sabía tocar.
Una lista invisible pero absolutamente maravillosa.





Colección: Confines del mundo
Texto: Betina Birkjær
Ilustraciones: Anna Margrethe Kjærgaard
Traducción: Camila Bunster Danklefsen, 2025
© de esta edición en español: Editorial Muñeca de Trapo E.I.R.L., 2025
Primera edición: Abril 2025
Edición general: Macarena Morales Findel Diseño y diagramación: Josefa Ruz-Ginouves
ISBN: 978-956-9829-75-8
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización, por escrito, de la editorial.
Impreso en Chile
Título original: HR.PINDSE
Text © Betina Birkjær, 2021
Illustrations (c) Anna Margrethe Kjærgaard, 2021 Jensen & Dalgaard jensenogdalgaard.dk


