Suplemento Al Faro #26

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Al faro

Editores: Daniela Alfaro y Enrique Alfaro F. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas Martes 20 de agosto de 2024

Para Arcadio, desde su arcadia

De:AlejandroMolinari

Querida Mariana: Arcadio Acevedo está malito, el Doctor Besares dijo que está hospitalizado en su tierra natal. ¡Ah, qué pena! El entorno natural del gran artista Arcadio es la mesa de la cantina, la del café, el espacio que le permitía compartir la vida con los cercanos, que tiene muchos en Chiapas, donde se brindaba con generosidad, con plática sabrosa e inteligente.

Arcadio llegó a Chiapas un día y acá se quedó, acá compartió su talento con todos nosotros. Los cercanos siempre hemos reconocido su profunda capacidad renacentista, porque es un artista que dibuja, pinta, hace caricatura, escribe novela (tengo en el librero su novela “El postigo”), publica colaboraciones periodísticas y ensayo (he dicho que su libro “Romeo Anaya, guerrero auténtiKo” es una obra magnífica, retrata con precisión y galanura la vida de este campeón del boxeo chiapaneco).

Un día, Arcadio sintió la necesidad de regresar (como un auténtico Odiseo) a su tierra de origen. ¿Alguna Penélope lo esperaba allá? No lo sé, lo que sí sé es que en Chia-

Arenilla Carta a Mariana, con un abrazo

pas dejó a algunas chicas que lo han amado, porque Arcadio siempre se ha dado a querer. Ahora, dice Marco Antonio Besares, está hospitalizado. ¡Qué pena! Él ha sido un espíritu alegre, desmadrosón, un alma dispuesta a volar en el aire (porque también fue director, en una época, del Canal 10 de la televisión chiapaneca y todas las mañanas salía “al aire”). Siempre ha bebido el aire puro, la copa de licor, el vaso de la creación, la taza de la amistad.

Comparto contigo una foto que, durante mucho tiempo, tuvo como fotografía de perfil en su muro de Facebook. Es la fotografía del recuerdo de la vez que estuvo con no-

AlejAndro MolinAri

sotros, impartiendo un taller en el Centro Comiteco de Creación Literaria, que fundamos gracias al apoyo de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar y de quien era el presidente municipal de Comitán en ese entonces, el Contador José Antonio Aguilar Meza, un hombre de gran sensibilidad política; y que continuó el apoyo en el periodo de mi querido licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez.

Acá está Arcadio (él se debe acordar muy bien de esa tarde), está sentado en el centro, con lentes oscuros, al lado del gran Nuka. Por ahí identificarás a caritas conocidas. Sí, tenés razón, ahí está Paty, la de Ca-

jcam; la poeta Mirtha Luz Pérez; el cronista Álex Hiram; el gran maestro Temo Alcázar; Carlos Augusto Gómez Aguilar; Samy, Pedrito, Sofía, Fabio, Don Porfi; Pablo Tapia. Este es el espacio natural de Arcadio, acá se ve pleno, es fotografía de hace diez años, de 2014. Llegó a Comitán e impartió el taller con la sencillez que le caracteriza y con el talento que le es propio, llegó a dar a manos abiertas. Nosotros sólo le entregamos nuestro cariño y agradecimiento, claro, con la paguita que el Ayuntamiento les destinaba a los creadores y creadoras que llegaron a Comitán a dar a manos llenas. Cuando hay autoridades sensibles se puede hacer patria de buena manera.

Como siempre sucede, gracias a este encuentro, Arcadio se llevó paguita en la bolsa y amigos en el corazón.

Una de las palabras más queridas de Arcadio es “postigo”. Hasta que me topé con la palabreja en su novela supe de qué se trataba. Consulté el diccionario y hallé que es “una puerta pequeña que se abre en otra mayor”, imaginé una ventana y pensé en las puertitas que se abren

Para Arcadio, desde su ArcAdiA

en ella (en Comitán hay varios ejemplos). ¿Por qué le gusta tanto la palabreja a Arcadio? No lo sé. Nunca le pregunté y ahora sería una imprudencia hacerlo. ¡Vida mierda! Arcadio debería estar sentado ante una mesa de café o de cantina, compartiendo la hermosa vida con sus cuates. Arcadio es una ventana y ahora Besares dice que el postigo de su espacio está cerrándose. La vida es cabrona. Lo que importa es decir que Arcadio siempre ha dado de más, ha sido generoso, no podía ser de otra manera, por eso se prodigó en tantas ramas del árbol de la creación: dibujó toneladas de cartones con monitos, pintó fanegas de cuadros, escribió kilómetros de textos irónicos y jodones. Ahora, ya no puede hacer algo de esto, lo que le daba vida, con los que nos otorgó vida, mucha vida.

Sus amigos lamentan la noticia, le mandan muchos abrazos hasta donde está, mi abrazo se agrega al de sus afectos, lo hago con emoción, viendo esta fotografía que te comparto. Antes que se enfermara, Arcadio subió una foto en su muro de Facebook como constancia de la celebración de su cumpleaños más reciente, escribió esto: “Con Pedro y ocho amigos más, todos cascaritas, en la flor de la decrepitud, celebré mi cumple con café y agua (¡argh!). La conversación debió ser muy interesante, supongo, pero mi memoria a saltos andaba en Chiapas, más concretamente en el regazo de una damita de bellos ojazos y voz canora. Ah, si tuviera 89 años menos, otro cenzontle nos cantaría. Pero no”. Su cuerpo andaba en Michoacán, pero su mente en Chiapas, su Chiapas, desde donde le envío un abrazo.

Posdata: ahora que escribí la palabra “posdata” pensé que inicia igual que “postigo”, acá está el pos que precede el final de la carta. ¡Tzatz Comitán!

Los juegos de Arcadio Acevedo

Arcadio toma en serio los juegos y se burla de las cosas serias. Nadie que yo conozca se enoja tanto si su compañero en el dominó tira mal. Desde el reparto de las fichas y el primer gesto del amigo o los contrarios sabe quién va a ganar, todo es cuestión de que nadie se equivoque, de que el orden del azar y la exactitud de la aritmética se acomoden, y sonríe ante el triunfo o espera el error del rival para cerrar la partida y ahogarle la mula de seis. Lo he visto tirar las fichas de un golpe y levantarse de la mesa farfullando, si no es por pendejo, te vendiste, cuando su cunca sale sin contar y pierde ventaja si su contrincante inmediato es avezado. En cambio de los gobiernos se pitorrea con unos dibujos sencillos y ácidos que ha puesto en sus publicaciones físicas y virtuales sin miedo a la censura, con un lenguaje mero chiapaneco “va por vó, flor del sospó / va for you, flor de nacapitú”, pues entre sus virtudes esenciales está la pureza de su habla y su escritura, salpicada de latinajos de seminario y de agudeza lingüística.

Burlón, cala a los interlocutores con la mirada un poco alzada y habla más fuerte y con más razones que la mayoría de sus amigos periodistas políticos, del deporte y de toda laya y ralea. También se eno-

ja cuando supone o acierta en que le hacen trampa en el Maratón, en cuyos torneos cantinescos es casi siempre finalista o ganador. Hay grandes aventuras que Arcadio cuenta como testimonio de una vida errante, donde le ha sido destinado ser michoacano en Chiapas y chiapaneco en Michoacán. Cerca de las regiones del misterio Arcadio estará lúcido y gruñón, medio bolo e impecable en la presentación, desde la indumentaria hasta el bigote, elegante al decir tras la jugada de un desprolijo en la ubicación de las piezas rectangulares, acomodo, como advertencia para meter la mano y restablecer sus líneas. Estará en el cuatro sentado en mesa reglamentaria, mascando su trago y definiendo a los gemelos Ruiseñor y a quien esto escribe como el Pequeño Larousse y la Enciclopedia Británica; celebrando el relato a dos voces de Adolfo y de mi de un combate de boxeo imaginario. Buscando en el Libro del año, antes de Google, el dato que suelto en mi discurso; bromeando sobre las cosas pomposas de la vida: la enfermedad, la muerte, pero tambien las cosas que sanan, como dar de beber al sediento.

Lucio de los Santos, 17 de agosto de 2024

Abrazo gigante para Arcadio Acevedo

En estos días castigados por la incertidumbre y el desasosiego sobre el estado de salud de ese singular amigo –hasta el tuétano del alma--, que responde al nombre de Arcadio Acevedo Martínez; impulsado además por el resorte anímico que activó en mí el texto evocador y cordial compartido el sábado pasado por Carlos Román García, titulado, “Los juegos de Arcadio”, se me arrugó el corazón y me brotaron urgentes estas líneas breves, donde se encubre mi preocupación, pero a cambio se revela un abrazo fraterno y mi gratitud hacia su persona por todo lo vivido y compartido en inolvidables cuanto alegres y delectables episodios. Para empezar, quiero dejar asentado que me queda claro que ya sea

aquí, allá o en la otra orilla del lago de la noche eterna, porque no está dicha la última frase, proseguiremos ese coloquio que paso a paso nos fue revelando saberes y enlazando en las complicidades que erigen a las grandes amistades. El juego de pensar, sumar, contar fichas, historias y grillas sobre el tapiz de los sueños.

Reconozco en Arcadio –Arcady--, a un hombre educado, propietario del buen decir y escribir; riguroso y encelado cuando del empleo correcto de la lengua española se trata, como bien refiere Carlos Román. A su vez, aprecio en él a un hombre generoso, hospitalario y consecuentemente estupendo anfitrión.

Tengo para mí el gusto de haber gozado de sus letras al inicio mismo de nuestra amistad, hace la friolera de 37 años. Así conocí “El postigo”, la novela breve que lo bautizó en la república de las letras, publicada primero en Michoacán y años más tarde reeditada en Chiapas con prólogo de Héctor Cortés Mandujano, la tierra donde Arcadio se curtió en afectos, querencias, trabajo literario, periodístico y se consolidó como artista plástico.

Un enorme capital espiritual, respecto del cual la mayoría de quienes seguimos siendo distinguidos por su trato y afecto, desde tierras chiapanecas le mandamos un abrazo gigante.

Querido Arcadio: Además del saludo reiterado, teacher, como te llamamos con cariño, quiero decirte que tenemos pendiente una charla sobre tus proyectos, amores, libros; la política, el boxeo o el futbol. Tienes mi promesa de que en la partida de dominó --aún por jugar--, no habrá cachirul. A todo lo cual, como es debido, sigue el compartir aquel elixir ámbar o perla que noche tras noche solíamos beber y cuyo efecto está impreso en los hilos de plata que hoy son mayoría calificada en nuestra cabeza. Así sea.

Arcadio con René Delio. Fotografía: Fabián Ontiveros.

Editores: Daniela Alfaro y Enrique Alfaro F.

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