

Hay hechos que nunca pierden actualidad, que a medida que corre el tiempo cobran mayor trascendencia, que se incrustan profundamente en el corazón mismo de la humanidad. El breve tiempo que pasó en esta tierra, el HIJO DE DIOS que se encarnó entre nosotros, es un hecho que la humanidad no podrá olvidar jamás. Cada uno de los episodios de Su vida tienen una importancia única. El día de hoy se puede revivir cada paso de Su historia en los mismos lugares en donde sucedieron los hechos.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Derechos Reservados


¡Siempre el silencio! ¡Siempre la soledad! ¡Siempre el aislamiento!
¡Siempre la comunión a través del silencio con el Dios del Silencio!
Al declinar el sol, avanzada la noche, al atardecer, en la madrugada, a cualquier hora, el ANACORETA DEL DESIERTO busca siempre, siempre el refugio del silencio de eternidad…
Sólo a través del silencio de las soledades divinas busca el contacto con Su PADRE.
JESÚS, el Cristo, no solamente vino a dar testimonio de la verdad, de la vida, de los misterios del Padre; vino también a dar testimonio del SILENCIO, de ese silencio que es paz absoluta, armonía absoluta, orden absoluto, felicidad absoluta, que están en DIOS.
Caifás el sumo sacerdote israelita en severa actitud de autoridad ante el Sanedrín en pleno, se pone de pie y le pregunta:
“¿Notienesnadaqueresponder?¿Quésignificaestoscargosencontratuya?(Mt 26, 63).
Su respuesta es el SILENCIO.
El gobernador romano, Poncio Pilato reanuda el interrogatorio ante las acusaciones del sumo sacerdote, senadores y letrados y le interroga:
“¿Notienesnadaqueresponder?Miradecuántascosasteacusan”(Mc 15, 3-5).
Jesús no contesta palabra. Herodes, en otra de las escenas de la pasión, le hace numerosas preguntas. Jesús, nada responde.
“Hayuntiempodecallaryuntiempodehablar”(Eclesiástico 3,7), dice la escritura.
¡Cuán fácilmente olvidamos los hombres, este principio!
En el silencio, Jesús encontró su punto de apoyo indestructible para la prueba. También nosotros podemos encontrar igual cosa, pues en el silencio está Dios y Él es quien nos comunica la fuerza.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.

Mis queridos hermanos, año tras año se viene celebrando todos los principales hechos de la vida de Nuestro Bendito Señor: desde Su Nacimiento hasta el día de Su Ascensión. Esto es realmente para nosotros un motivo muy grande de gratitud para quienes, en el trascurso de los siglos, en este lapso de tiempo -que ya va acercándose a los dos mil años-se preocuparon por no dejar perder esta tradición jalonada con los distintos acontecimientos de la vida de Nuestro Bendito Señor. Por eso celebramos ahora, este día, la Entrada Triunfal de Nuestro Bendito Señor a Jerusalén.

El Señor me ha bendecido a mí con muchas bendiciones que yo tengo la obligación de compartir con ustedes, entre éstas: las tres veces que he visitado hasta hoy, Tierra Santa. Y en este momento que leía esta parte del Evangelio relacionado con ese Domingo de Ramos que celebró Nuestro Bendito Señor, me ha venido a la memoria y tengo presente con toda claridad, ese camino –hoy carretera- que va desde el lugar donde vivía Martha, María, Lázaro, esos tres hermanos a quienes quería tanto Jesús. La población de ahora es una poblacioncita muy pequeña, una aldea cualquiera con unas pocas casas. La Iglesia se ha preocupado de levantar cerca del lugar en donde todavía hoy se recuerda la sepultura y la resurrección de Lázaro… una Iglesia… Todavía se muestra el lugar en donde era la casa de estos tres hermanos más queridos del Señor. Desde allí hasta Jerusalén hay unos
pocos kilómetros, entonces no había ninguna carretera. Hoy se recorren en pocos minutos esa distancia, se puede hacerla a pie perfectamente, desde este lugar que la Biblia llama Betfagé hasta Jerusalén; hay pues apenas unos 6 u 8 kilómetros. Y al paso la carretera lleva también al peregrino por cerca, es decir, pasa la carretera hoy junto al Huerto de los Olivos donde hizo Su oración Nuestro Bendito Señor. Y en ese lugar hay también una Iglesia muy bella, y dentro está la Roca en donde la tradición dice que oró el Señor; y también se conserva un jardín con árboles de olivos que son ya árboles muy viejos, quizá y con toda seguridad esos árboles de hoy son retoños de esos árboles que presenciaron la Agonía de Nuestro Bendito Señor. Y de allí se atraviesa lo que se conoce en las narraciones evangélicas como el Torrente de Cedrón, y es apenas un pequeño manantial de agua que atraviesa –así mismo- por otro lugar tan bello en donde se conmemora la Asunción de la Virgen María. Y más allá, casi al frente, está también otra Iglesia –pequeña desde luego- que levantó la fe de esos cristianos en el lugar donde la tradición dice que le apedrearon al primer Diácono Esteban. Y luego, se sigue más adelante, comienza una pequeña cuesta y se entra ya en la ciudad de Jerusalén, se entra en esa ciudad por una puerta; portones grandes hay en las murallas de Jerusalén, 7 puertas enormes… y luego ya se entra en la ciudad propiamente dicha en donde están los demás recuerdos de la vida de Nuestro Bendito Señor.
Pero estamos celebrando hoy, el día Domingo de Ramos, el día de la Entrada Triunfal en Jerusalén. Él quiso manifestar en ESTA ÚNICA OCASIÓN que realmente era un hombre, –desde el punto de vista humano, digo- era un hombre superior, un hombre que podía dominar a las multitudes, y desde luego un Dios, el Dios verdadero que tomó el aspecto humano, y luego vivió entre los hombres. Es ese día de Domingo de Ramos, el día de Triunfo para Él, porque las multitudes le aclaman llenas de alegría.
Con toda seguridad estaban presenciando esa Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, ellos, los enemigos del Señor. Se quedarían con toda seguridad, una vez más, intrigados. Y desde allí todavía, creció más el odio y se confabularon los sacerdotes y los que tenían el encargo de interpretar la Ley: los doctores de la Ley, para pronto acabar con Él. Porque decían ellos, que con Jesús se acabaría el pueblo porque irían tras Él, y Jesús entrarían en convivencia con los romanos y sería destruido el Templo y sería destruida la ciudad y sería acabado el pueblo. Esa era la idea que ellos propalaron entre el pueblo para excitar contra Nuestro Bendito Señor el odio.
Hermanos, nosotros debemos tener la mente puesta en estos acontecimientos, y es preciso que nosotros pues, leamos las partes relativas a estos acontecimientos en los Santos Evangelios, particularmente en San Mateo en el capítulo 24 y siguientes, para de esta manera también nosotros estar dispuestos a acompañarle al Señor, y para que ese acompañamiento sea provechoso. Pero este acontecimiento no debe ser un acontecimiento que le miremos solamente desde el punto de vista externo, histórico. La Presencia de Nuestro Bendito Señor tiene un alto significado esotérico, y es que Esa Presencia la hemos de sentir, la hemos de vivir, la hemos de tener adentro, en las profundidades de nuestro espíritu. Si en realidad Ese Bendito Señor pues, se apodera de ese espíritu, y si él mediante nuestra consagración a Él, sí él le tiene presente en todo momento, tengamos la absoluto seguridad de que esto nos servirá para que seamos siempre felices hoy y por toda la eternidad.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.

Mis queridos hermanos estamos celebrando una vez más, este día en que conmemoramos los cristianos de todo el mundo, el día de la INSTITUCIÓN DE LA DIVINA EUCARISTÍA. Este, hermanos, es un día que nos invita a una profunda reflexión acerca de este gran misterio que conmemoramos.

El evangelista Juan en el capítulo 13 que acabamos de escuchar, dice que: elSeñorhabiendoamadoalossuyosqueestabanenelmundo,losamóhastaelextremo.Por otra parte, el apóstol san Pablo en la Primera Carta a los Corintios en el capítulo X, versículo 26, dice esto –después de narrar aquello que había recibido él por una tradición-: lohabíarecibidoportradiciónqueelSeñorenlanocheenqueibanaentregarle,tomópan,pronunció elaccióndegraciasyluegoalpartirelpandijo:estoesMicuerpo.Lomismohizoconelcáliz,despuésdelacena,ydijotambién: estecálizeslanuevaalianzaselladaconMisangre.Y luego añadió: hacedestocadavezquebebáis,enmemoriaMía.
Hemos escuchado también la Primera lectura que se narra el gran acontecimiento del pueblo judío: la celebración de la Pascua.
Hermanos, estos hechos que recordamos se conjugan para que resalte estas palabras de Nuestro Bendito Señor, que nos trae San Juan: habiendoamadoalossuyosqueestabanenelmundo,losamóhastaelextremo.
Hermanos, el amor del Padre a la humanidad y concretamente a cada uno de nosotros es un Amor Infinito. Es que hermanos, el Infinito siempre tiene que producir lo infinito: el infinito en sabiduría, el infinito en donación, infinito en poder, infinito en amor. El amor que Él nos manifiesta tiene esta misma característica, hermanos.
Pero, ahondemos un poco en este gran misterio. Este Bendito Señor había prometido que se quedaría con nosotros todos los días hasta la consumación de los siglos. Nuestro Padre Bendito, hermanos, se prolonga a través de Su Único Hijo, y esa prolongación es más allá del tiempo y del espacio. Esa prolongación es pues, de carácter infinito. Este Dios Bendito, mis queridos hermanos, cuando instituye la Sagrada Eucaristía cumple Su promesa de quedarse con nosotros para siempre.
Y, ¿cuál es el medio que Él escoge para esto? Es sencillamente el tomar una forma visible, una forma de la naturaleza, una forma material; así como nosotros hermanos, al encarnar tomamos una forma material para ponernos en contacto con este mundo, así ese Bendito Señor, después de tomar también la forma material y encarnarse, y como Su encarnación no podía durar aquí en la tierra para siempre porque había Él de dejar esta tierra porque Él había de cumplir una sola misión: la misión de demostrar el Amor que el Padre nos tiene con Su presencia, y todavía más, ofreciendo lo que podía ofrecer, hermanos, de visible para nosotros: Su sangre, Su cruz, Sus llagas, Su muerte; ofreciendo todo lo que podía ofrecer por nosotros, retorna al Padre. ¡Esa fue la misión que el Padre le encomienda!

Pero hermanos, este Bendito Señor no quiere desprenderse de la humanidad, no quiere dejar en abandono el ser humano, sino quiere permanecer con el hombre hasta siempre. Y lo cumple hermanos, cuando instituye el sacramento de la Divina Eucaristía.
Y el modo como se hace presente es muy sencillo, hermanos. Él toma un poco de pan, de ese pan que se servía en la Pascua, de ese pan que tenía en la mesa. Y toma también un poco de vino, de ese vino que estaba servido y lo pone en una copa; y cuando tiene ya ese pan en Sus manos benditas, pronuncia las palabras consagratorias, palabras muy sencillas: EstoesMicuerpo,estaesMi sangre.EstepanquetengoenMismanos,estoyanoesunpancualquiera,puesesMipropiocuerpo; estevinoquetengoaquíen estacopa,yanoeseljugodelavid,esMipropiasangre.
Él, hermanos, había prometido y nos lo narra el evangelista Juan, había prometido que daría a comer Su sangre y a beber Su sangre en el Sermón del Pan de Vida, del cual nos da cuenta el evangelista Juan. Recuerden ustedes, que allí en un rincón de las ruinas de la Sinagoga de Cafarnaún, allí tuvimos el privilegio de recordar la Promesa del Pan de Vida. Esta promesa que fue allí ampliamente comentada, la cumple cuando Él toma el pan y el vino y pronuncia las palabras consagratorias.
Hermanos, ¿esto es posible? ¡Desde luego! Puede un incrédulo, puede aquel que no ahondado todavía en el poder divino, dudar de esto. Pero, ¿no es una manifestación del poder divino esta naturaleza que nos rodea? ¿No es una manifestación divina ese sol que nos alumbra? ¿No es una manifestación divina esta tierra que nos da lo que necesita el cuerpo para alimentarse? ¿No es una manifestación divina toda esta naturaleza que canta Su grandeza? Hermanos, si Él puede hacer todo eso; si Él puede transformar la energía en vida, en movimiento, en luz, en materia, ¿qué dificultad encontramos entonces, que Él tome posesión de ese pan y de
ese vino en virtud del poder que Él tiene, y del poder que comunica también a los suyos? Porque les dice a Sus apóstoles: esto mismo que Yo acabo de hacer, hacedlo tambiénvosotros.Tomadesepan,tomadunpocodevinoy pronunciad estas mismas palabras que Yo acabo de pronunciar y se verificará también este Milagro de Mi presencia,porquevosotrosnoseréisquientransforme,quien transmuteesepanyestevinoenloquehedicho:enMicuerpo yenMisangre,sinoseréYomismo,porqueYo tengoese poder,peromesirvodevosotrosparareviváisestehechocon estosmismossignosdelpanydelvino.
Hermanos entonces, por qué el apóstol Pablo al final de su narración, dice: cadavezquecoméisdeestepanybebéisdel cáliz,proclamáislamuertedelSeñorhastaquevenga.Él no dice solamente que quien come de este pan y de este cáliz rememora la Presencia de ese Cristo, sino que en verdad participa del cuerpo y de la sangre de Ese Bendito Señor.

Hermanos entonces, es preciso que nosotros recordando este Misterio de la Institución de la Divina Eucaristía, cada día reavivemos nuestra convicción de esta realidad: de Su presencia en este signo del Pan y del Vino.
Hermanos queridos, este Bendito Señor nos ha hecho la merced de congregarnos; nos ha hecho la merced de unirnos en oración, aquí en esta Capilla; y Él nos hace también la merced de descubrirnos, de quitarnos por lo menos un poquito, de ese velo del gran misterio de Su presencia.
Hermanos, nosotros cuando nos acercamos a la Divina Eucaristía, pues participamos de verdad de Ese cuerpo, Esa sangre, pero no solamente de eso sino de lo que en Este cuerpo y en Esta sangre divina están ¡LA PERSONA MISMA DE CRISTO! He aquí porque mis queridos hermanos, vosotros lo recordáis cuando en la Filocalia se dice: que después de la oración de Jesús y luego de la participacióndelaDivinaEucaristía,selesveíaaloscristianos,verdaderosteóforos,portadoresdeDios,yhabíaunaluzquese proyectabadesuscuerposylescausabaadmiraciónaquieneslesmiraban.¡Después de su meditación y después de la celebración eucarística, eran realmente portadores de Dios!
Hermanos queridos, el mundo en estos momentos necesita que haya personas y muchas personas, muchos espíritus que comprendan esto: que sean anunciadores de la Buena Nueva de Cristo.
Hermanos, nosotros tenemos esa gran bendición de contarle a Cristo como nuestro Maestro. No, nosotros hermanos, no solamente tenemos un maestro querido, un hombre, un ser que cuide de nosotros y nos guie por el sendero hacia la realización personal, ¡TENEMOS UN DIOS MISMO QUE HACE ESTE OFICIO! Y por eso debemos sentirnos todavía, más obligados para con este Maestro, y para vivir unidos a Él siempre y para que de esta manera: por nosotros Él continúe Su obra.
Hermanos entonces, esta tarde de Jueves Santo que estamos recordando este Misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, de la Presencia Suya en medio de nosotros, pidámosle a este Señor Bendito: que cada día vaya abriendo nuestras conciencias, que cada día vaya aclarándose mejor Su figura en nuestros corazones…
GETSEMANÍ
Jesús el Cristo, después de la unción de Betania por parte de una mujer pecadora en casa de Simón el leproso, venía de Jerusalén. Entre Betania y Jerusalén hay una distancia de cinco kilómetros. Para llegar a Jerusalén hay que atravesar el Valle de Cedrón. Se llega primero al Valle de Josafat en el cual según la tradición bíblica se realizará el juicio final. Por este motivo, todo el valle está convertido en un cementerio judío hacia la izquierda y musulmán hacia la derecha.

su largo viaje desde los confines de la tierra. Cuando se viene del norte, es decir de la ciudad de Jericó, a escasos tres kilómetros del centro de Jerusalén y al pie del Monte de los Olivos, se levanta severa la Basílica de la Agonía en medio del Jardín de los Olivos. En este Jardín hay ocho olivos milenarios que, según algunos botánicos podría tener unos tres mil años. El olivo parece que tiene carácter inmortal. Alguno de ellos o al menos uno de sus retoños presenció la agonía del Nazareno, la noche trágica del
Todos desean esperar en el mismo valle el juicio final, como si quisieran indicar que no tendrán trabajo de hacer

Jueves Santo. En este olivar llamado Getsemaní que quiere decir prensa de aceite, se levanta la Basílica mencionada cuyo origen se remonta a los tiempos de Teodosio (años 379-393 después de Cristo), destruida por los persas y reconstruida por los cruzados en el siglo XII.
LA BASÍLICA DE LA AGONÍA

La actual fue terminada en 1924. Seis columnas sostienen las doce cúpulas de la Basílica. Sus ventanas de alabastro translúcidas, dejan paso a una luz muy tenue que derrama una paz misteriosa sobre el sagrado recinto, dentro del cual está una roca recortada que la tradición asegura ser aquella en la que el Bendito Señor hizo su última oración de despedida en compañía de sus apóstoles. Es aquí donde bajo el peso infinito de su angustia mortal, sudó gotas de sangre que bañó las duras piedras, tan duras como las conciencias de los hombres que vino a salvar. En esta Basílica están los escudos nacionales de Argentina, Brasil, Chile y México entre otras naciones que ayudaron en la construcción de la Basílica actual. Es desde este lugar, en que fue aprehendido Jesús por una turba armada de machetes y palos, comandada por los sumos sacerdotes, letrados y senadores del pueblo, desde donde fue conducido a la casa de Caifás. Sobre esta casa se levanta la Iglesia de San Pedro in Gallicantu (Cantodelgallo), erigida para recordar que en este sitio, Pedro negó a su Maestro.

Las excavaciones hechas últimamente descubrieron una calle o más bien un graderío de piedra por el que se bajaba desde el Cenáculo a la piscina de Siloé. Por estas gradas siguió Cristo la noche del Jueves Santo al palacio del Sumo Sacerdote.



En la iglesia actual hay una gruta objeto de veneración desde tiempos inmemorables por peregrinos de los primeros siglos. Es en esta gruta donde permaneció Cristo preso parte de la noche del Jueves Santo y la madrugada del Viernes. Desde este lugar los sumos sacerdotes, senadores y letrados, la mañana del Viernes Santo condujeron al Señor a la residencia del gobernador romano Poncio Pilato.

EL PRETORIO

En este lugar se levantaba una fortaleza denominada Hananeel que fue reconstruida por los macabeos y que la llamaron Baris. Herodes el Grande la amplió y como homenaje a su amigo Marco Antonio, la llamó Antonia. Es aquí donde Pilatos después del interrogatorio y de la flagelación, entregó a la turba azuzada por el sanedrín, al Divino Ajusticiado para que le crucifiquen. En tiempo de los cruzados se levantaron aquí tres capillas: De la Flagelación, de la Coronación de Espinas y de la Condena. En 1857 el judío convertido padre Ratisbonne adquirió este lugar en el cual actualmente se levanta el Convento de las Hermanas de Sion. Aquí se encuentra el LITOSTROTOS o “pavimentode piedra” ; en arameo Gabbatha o “lugar elevado” , en el cual se verificó el proceso público de Jesús en presencia de sus acusadores, sacerdotes, senadores y populacho. Las últimas excavaciones y los profundos estudios arqueológicos han llevado a la conclusión según la cual el LITOSTROTOS es el mismo sitio en que tuvo lugar el proceso de Jesús. En el suelo he visto grabados unos extraños signos del juego del Basilikos (Rey) con la espada y la corona que avivan la escena de los soldados que se divirtieron con la persona de Cristo, hincando la rodilla y exclamando:“Salve,ReydelosJudíos”, aquí despojándole de sus vestiduras le echaron encima una clámide de púrpura, y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza y en la mano una caña. Y escupiéndole, tomaban la caña y le herían con ella en la cabeza. Desde aquí le llevaron a crucificar.
VÍA DOLOROSA
La Vía Dolorosa, es decir, el camino que hizo el Salvador del Mundo desde el Pretorio al Calvario, fue por las calles de la ciudad. En aquel entonces, el Calvario era un pequeño montículo que se levantaba fuera de los muros de la ciudad. La Vía Dolorosa actualmente está jalonada por los catorce pasos de la Pasión del Señor que corresponden a las Catorce Estaciones del Vía Crucis. Entre el palacio de Poncio Pilatos y el Calvario hay una calle irregular que atraviesa la ciudad de oriente a occidente, de un marcado desnivel que se asemeja a una de nuestras calles quiteñas que se llamaba entonces el Valle de Tyropeón (de los queseros). Desde


aquí se comienza a subir al Calvario, siempre por escalinatas irregulares construidas en las mismas calles de la ciudad. A cierta distancia se encuentra una señal de la Quinta Estación que recuerda a Simón el Cirineo que fue obligado por los legionarios a llevar la Cruz de Cristo por temor de que no llegara vivo al lugar de su ejecución. Más allá en la Sexta Estación, una columna insertada en el muro de una callejuela recuerda a la Verónica, aquella valerosa mujer que se acercó con un lienzo para limpiar el rostro del Divino Ajusticiado, realizándose el milagro de quedar impreso ese rostro en el lienzo usado por ella. Más adelante hay un tronco de columna que señala la Novena Estación. El ábside de la Basílica del Santo Sepulcro indica que esta estación está muy cerca del Calvario. Las últimas cinco estaciones se encuentran en la Iglesia del Santo Sepulcro.
BASÍLICA DEL SANTO SEPULCRO, MONTE CALVARIO
Cargado con la Cruz llegó Jesús al lugar de su crucifixión, una pequeña roca de la colina de Gared. El lugar de la crucifixión estaba fuera de los muros de la ciudad junto a un camino público. En el año 135 después de Cristo el emperador Adriano hizo levantar en este sitio un templo dedicado a Júpiter y Venus. En el año 326 Santa Elena, madre del Emperador Constantino, ordenó demoler el templo erigido a los dioses paganos. Los arquitectos de Constantino levantaron en aquel lugar tres edificios orgánicamente unidos: El primero contenía la Tumba vacía en la cual fue depositado el cuerpo muerto de Jesús, el segundo ocupaba el área llamada del Santo Jardín, el tercero era el edificio de la Basílica o Martyrion. De estos tres se conserva casi intacto el primero llamado Anástasis (Resurrección).
En el interior de la gran Basílica está el Calvario o Gólgota. Se encuentra a cinco metros sobre el nivel de la iglesia que descansa casi una tercera parte sobre la roca. Aquí hay una pequeña capilla griega en que arden muchas lámparas. El altar se levanta sobre la misma roca que soportó la Cruz, bajo el altar hay un disco de plata que señala el lugar donde se fijó la Cruz. Los peregrinos tocan los objetos sagrados en la misma roca que soportó el madero. Al lado derecho del altar hay una plancha de metal que cubre

la hendidura de la roca ocasionada por el terremoto en la muerte de Cristo. A la derecha se levanta el altar latino del Stabat Mater (la Madre estaba de pie). Junto a éste hay un mosaico monumental que representa: La Crucifixión, las tres Marías que están de pie y el Sacrificio de Isaac.

SANTO SEPULCRO
A pocos pasos del Calvario, a la derecha está el Santo Sepulcro. En el vestíbulo, llamado Capilla del Angel, la tradición cree que estaba sentado el ángel que el día de Pascua dirigiéndose a las mujeres dijo: “No temáis, sé que buscáis a JesúselCrucificado.Noestáaquíha resucitado”, según lo había dicho. (Mateo 28, 5-6).

El pedestal que está al centro contiene un pedazo de la piedra redonda que cerraba el Sepulcro. Una pequeña puerta conduce a la Tumba. La Tumba propiamente dicha está cubierta por una gran lápida de mármol. La roca original en que estaba el Santo Sepulcro se puede ver detrás del cuadro colocado frente a la entrada. Detrás de la Edícula hay una capilla copta; frente a ella se encuentra la Capilla Armenia que contiene las tumbas de Nicodemo y José de Arimatea, propietario del Jardín en donde se levantaba el Santo Sepulcro.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.





Los cristianos de todas las latitudes de la tierra recuerdan cada año la inmensa tragedia del Calvario; tragedia única, tragedia que vino a revolucionar todo el curso de la historia de la humanidad. El nacimiento y la muerte de Jesús marcan un derrotero completamente diverso del tradicional. El nacimiento y la muerte de Cristo dividen a los pueblos de la tierra en dos bandos completamente diversos. La muerte de la mayoría de los hombres, nada significa: desaparecen del escenario de la vida como las estrellas fugaces que brillan en el horizonte por un instante y se pierden para no volver más. Muy pocos son los que sobreviven a su época, muy pocos son los que la humanidad recuerda a través del tiempo que todo lo borra. Hay filósofos que murieron hace algunos millares de años, que todavía viven en su doctrina. Cuando una doctrina está fundada sobre la verdad subsiste eternamente porque la verdad que se identifica con Dios es eterna. Cuando una doctrina se desvía de la verdad desaparece según la ley de que todo lo efímero se desploma.
Hay conquistadores que han sembrado el mundo de hazañas. Cuando sus hechos se identifican con la conciencia de los pueblos sobreviven a través de la historia. Hay héroes que escribieron páginas de inmortalidad. Hay santos que alcanzaron la mayor de las victorias: La victoria sobre sí mismo. Hay también tiranos que se ensañaron en la barbarie.
Los buenos sobreviven por derecho, los malos para evitarlos. Los enemigos de Cristo cuando le condenaron a muerte se imaginaron que con la desaparición de ese obscuro predicador –


según ellos- desaparecería también todo vestigio de sus enseñanzas. Se imaginaron que un impostor no podía fundar una sociedad que desafiara el tiempo. O pensaron que un revolucionario, que un amigo de publicanos y pecadores, que un blasfemo, que un criminal más criminal que Barrabás según ellos, iba a hacer temblar en sus cimientos todas las doctrinas. Jamás pensaron que un ajusticiado que moría en el peor de los suplicios, habría podido levantar sobre los cimientos de su doctrina, con la vitalidad d su sangre, un edificio que desafiara todas las tempestades del error; no pensaron jamás que iba a fundar una sociedad que se llama Iglesia que, según la profecía de Daniel y la del mismo ajusticiado durará hasta la consumación de los siglos.

El Domingo de Ramos cuando entró Jesús al templo dijo: “Enverdad,en verdadosdigo,que, sielgranodetrigocaeenlatierraynomuere, quedarásolo;perosimuere,llevarámuchofruto”(Jn 12, 24). Cuando se cubren de esmeralda los campos, cuando se mecen las espigas doradas al soplo del viento de verano, cuando el labrador recoge esas espigas y guarda en los graneros dice: Estos campos se cubrieron de esmeralda y más tarde de dorado trigo, porque antes murieron muchos granos en el campo y de su cuerpo menudo brotaron los renuevos. Para que viva la planta ha de morir la semilla. La muerte de la una es la vida de la otra. Jesús era la semilla que sembró el labrador, el Padre Celestial. Esta semilla fue echada en un pueblecito muy pequeño de la antigua Palestina, hoy Israel. Esta semilla germina por treinta años y muere en el Calvario y de ella nace un árbol que cubre la redondez del planeta: La Iglesia.
Al anunciar su próxima muerte dijo también: “Yyo,sifuerelevantadodelatierra,atraerétodohaciaamí”(Jn 12, 32). San Juan explica esta frase y dice: Esto lo decía indicando de qué muerte había de morir. Esas palabras eran una profecía: Cristo iba a convertirse en el imán poderoso que atraería las miradas de todos los mortales. Así como los polos magnéticos de la tierra por ley atraen; Así la Cruz, sería el imán de toda la humanidad. Todos miran esa Cruz. Los malos para insultarla, los blasfemos para maldecirla. Los indiferentes miran ese signo con una sonrisa de despecho. Los buenos son atraídos también por ese signo y desde esta tierra comienzan a saborear los frutos de la bienaventuranza que da ese Árbol.
El Divino Crucificado no prometió un reino ilusorio, un reino vano y efímero como los reinos de la tierra: Prometió un reino verdadero y real que no tiene fin. No prometió este reino para un futuro incierto sino para el momento presente. Este reino está dentro de cada uno de nosotros: Es el reino de Dios que Él enseño a descubrirlo.
Con su muerte atrajo a todos los hombres. Atrajo igualmente a los demás seres de la creación. El Bautismo de Su sangre purificó todas las cosas.
La muerte de Cristo nos ha atraído también a nosotros; por eso es tema de nuestra meditación la inmensa tragedia del Calvario. P. CÉSAR A. DÁVILA G.

Él prometió muchas veces y en distintas circunstancias dar la prueba más grande de Su misión. Y esa prueba sería: RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS. Y Él cumple la promesa que hizo.
Esto que Él lo promete, lo cumple mis queridos hermanos, lo cumple en el primer día de la semana como dice el apóstol Juan. Lo cumple el día DOMINGO DE RESURRECCIÓN.
Y Él se levanta por propio poder y toma Su cuerpo. Y ese cuerpo llagado, ese


cuerpo que fue condenado al suplicio de la cruz, ese cuerpo que asomó tan desfigurado, ese cuerpo que le ungieron las santas mujeres con perfumes. Ese cuerpo que sepultaron en ese sepulcro nuevo de piedra que había cerca del lugar en donde le crucificaron. Ese CUERPO fue animado nuevamente por el Espíritu de Dios, por ese Espíritu de Cristo. Por ese Espíritu que es, no otra cosa que la misma persona del HIJO DE DIOS. Y ese cuerpo recibió también, todos los privilegios de ese Espíritu. Y ese cuerpo se transformó sustancialmente.
Y luego ese cuerpo TOMÓ VIDA. Esas células que estaban muertas y todo ese conjunto recibió el
impacto de ese Espíritu. Y luego, ese cuerpo se animó y se transfiguró, se transformó en un cuerpo glorioso, en un cuerpo semejante a aquel que contemplaron los apóstoles en el Tabor, en Su Transfiguración.
Y así, con ese cuerpo está el Señor. Y lo exhibió –ese cuerpo- a sus apóstoles a quienes le vieron después de resucitado.
Mis queridos hermanos, el hecho de la Resurrección del Señor es un hecho tan trascendental. Y es por otra parte, un hecho tan claro, que solamente los ciegos, los ciegos del espíritu han tratado de negar –pero en vano-.
Y ese hecho de la Resurrección mis queridos hermanos, fue también el fundamento de la predicación de todos los apóstoles, desde cuando comenzaron a dispersarse para llevar el mensaje de Cristo a los hombres.
Ellos, después de hacer un recuento de las Sagradas Escrituras y del cumplimiento de las Sagradas Escrituras en la persona de Cristo, y después


de hablar de Su predicación, de Sus milagros y de Su muerte, hablaban siempre acerca del hecho de la Resurrección del Señor.


El milagro del 20 de abril de 1906 ha sido confirmado por no pocos milagros, entre ellos la conversión de muchos… Según la doctrina de la Iglesia: La conversión de un solo pecador representa el mayor milagro; es el milagro de primer orden…


Del Cuadro de LA DOLOROSA DEL COLEGIO se han hecho muchísimos facsímiles. Hay facsímiles y oleografías en todo el globo. Pero existe una diferencia astronómica entre el Cuadro en que se produjo el milagro y entre todas sus copias. El Cuadro del Milagro tiene señales inequívocas de vida, el paso de la mano de Dios ha producido en ese Cuadro una huella indeleble. El Cuadro verdadero tiene algo que no tiene ningún otro; ese algo que no se puede describir, se lo siente. Hay en ese Cuadro con el cual nos ha tocado la dicha inmensa de bendecir al pueblo y de tenerle muy cerca de nosotros, algo indefinible: Es el paso de la mano de Dios: En él está el dedo divino.
Se dirá que es esta una apreciación subjetiva y que tal apreciación no prueba nada.
Tal apreciación no puede menos de corresponder a una vivencia que tiene su fundamento en la realidad. Para sentir lo divino, para apreciar lo divino, para captar lo divino hay que estar preparado…
Lo propio acontece con los cuadros, las imágenes, las cosas, los objetos, las personas, los lugares por donde ha pasado la mano de Dios. Todas estas cosas reciben una especie de carácter indestructible: Se sintonizan con este carácter divino las almas que han despertado, las que tienen paladar para paladear las cosas del Espíritu de Dios…
No estamos de acuerdo que sobre el prodigio del 20 de abril esté cayendo el polvo del olvido. Por el contrario, cada día es más vigoroso. Si cayera, nada probaría en contra del milagro: El Evangelio de Cristo va siendo ignorado allí donde en otrora era floreciente. ¿Se dirá entonces que fue una mentira el evangelio? Las cosas desaparecen o se pierden por la culpa de los mismos encargados de fomentarlas.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
MADRE DOLOROSA, que Tu mirada permanezca siempre sobre el ECUADOR. Es tu pueblo.
Somos Tus hijos…
Vela especialmente por la niñez, por la juventud, por el gobierno de esta Patria terrena, para que aquí aprendamos todos el arte de prepararnos debidamente a vivir la vida verdadera.

Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Guía Espiritual y Fundador de AEA