Imagen: Tanya Munroe | Creative Commons
Justicia de Bajo Mundo
H
arriet alzó lentamente ambos brazos en el aire, viendo en el reflejo de la ventana
panorámica de la suite presidencial del Encore Boston Harbor la silueta de aquel familiar detective parado en medio de la habitación, su revólver apuntado firmemente a la cabeza de cabellos cobrizos de la Madame de los Red Bats. Sus carnosos labios carmesí se dibujaron en una burlona sonrisa. —¡Vaya, detective! Se tomó su tiempo para llegar… —el leve acento francés en la voz de la joven líder criminal servía para acentuar el sarcasmo de sus palabras— ¿Se perdió dentro de la fiesta o encontró algo con lo que distraerse? Mis chicos y chicas suelen tener ese efecto. El detective frunció su ceño. —¡Callate, de la Porte! Tu lengua viperina no puede ayudarte esta vez. Estamos solos, me aseguré de ello. Date la vuelta y ven conmigo, tu reinado acabó. La pelirroja simplemente acentuó su sonrisa burlona —¡Oh! Pero si fue mi lengua precisamente lo que erigió mi reinado… entre otras cosas — puntuó antes de darse lentamente la vuelta hacia el detective. Su figura rigurosamente trabajada parecía brillar bajo las luces del candelabro eléctrico; sus músculos y abdomen tonificados a la perfección, el contraste perfecto contra sus amplias caderas y
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