Lo importante no es hacer, sino sentir haciendo

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Número 197 - Julio 2012

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SU M A R I O Editorial

Hablamos de fútbol con… Mikel Etxarri. Asesoramiento táctico al futbolista.

Ejercicios específicos de preparación general en fútbol. Jorge Castelo.

Lo importante no es hacer, sino sentir haciendo. Adolfo Baines.

Trabajo para la mejora de la línea defensiva. Luis Alberto Llanos González.

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Firma invitada.

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Tarea de entrenamiento: “Pases con superioridad numérica”

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Contenido de nuestro próximo número.

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Número 197 Julio 2012


E N T R E N A M I E N T O

D E

P O R T E R O S

Lo importante no es hacer, sino sentir haciendo Por

Adolfo Baines

Entrenador de porteros del Nástic de Tarragona.

Con referencia al trabajo del portero, incluimos a continuación un artículo que nos invita con perspicacia a la reflexión, principalmente sobre aspectos motivacionales de los que debe partirse para aplicar la metodología. Como el propio autor indica, antes de hablar de una estrategia de entrenamiento debe hablarse de una estrategia del convencimiento. Para hacernos partícipes de ello, Adolfo Baines desarrolla un texto claro basado en reflexiones de las que parte para plasmar conceptos interesantes. Este técnico, especializado en el entrenamiento del portero, que demuestra sus buenas actitudes y aptitudes sobre el terreno de entrenamiento, nos ofrece un trabajo conciso y muy expresivo que aporta importantes detalles previos a la planificación metodológica. (Jesús Cuadrado Pino, director de TRAINING FÚTBOL)

ace algún tiempo, concretamente el día 7 de julio de 2010, en una entrevista que publicaba el diario El País con motivo del Mundial de Sudáfrica, Pepe Reina, a la sazón portero del Liverpool y de la Selección Española, manifestaba que Otxotorena era el mejor entrenador que había tenido porque “te da lo que no sabes que le estás pidiendo”. Por las mismas fechas, Iker Casillas también se pronunciaba en parecidos términos: “sabe en todo momento lo que necesita el portero”, al referirse también al actual preparador de porteros del Valencia Club de Fútbol y de la Selección Española.

H

Más allá de la envergadura de los personajes y de su relevancia dentro del panorama futbolístico internacional, tales afirmaciones me parecen de una significación enorme y me sugieren (además de una profunda reflexión acerca de la profesión, el proceso de entrenamiento, sus finalidades y la medición Julio-2012 nº 197

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del éxito) el convencimiento y la certeza acerca de lo que yo considero condiciones “sine qua non” para poder desarrollar con éxito mi propio método como entrenador de porteros. A continuación, trataré de explicar algunas de ellas. Tal y como yo concibo el entrenamiento en general, y el del portero en particular, éste guarda muchas semejanzas con el hecho de emprender un viaje. En mi caso, trato de que éste sea un viaje de superación y aprendizaje permanentes, tanto para mí como para el portero, ya que a fin de cuentas somos los dos sujetos que fundamentalmente intervenimos: el portero ostentando la condición de viajero, y el entrenador haciendo gala de la de chófer o conductor. Validando como buena la metáfora, conviene señalar la importancia de los respectivos equipajes, así como la del vehículo utilizado (método), pues es ahí donde residen en buena medida los principios ideológicos sobre los que sustentaremos la posterior acción del entrenamiento. En lo concerniente al equipaje del portero, hay tres maletas que se me antojan fundamentales: la del hambre insaciable, la del feedback y la del entusiasmo. Cada una de estas maletas resultan de vital importancia para el éxito de nuestro viaje (entrenamiento) y la ausencia o extravío de cualquiera de ellas, daría al traste con cualquier intento exitoso de propuesta. Mostrarse pro activo, tener iniciativa, ejercitar la empatía, sentir, querer, compartir, visualizar… tienen que ser cuestiones con carácter permanente en la mente del portero. Con respecto al equipaje del entrenador, conviene volver al primer párrafo: ¿Cómo se llega a lo que nuestros protagonistas sintetizan como premisas fundamentales de un buen entrenador de porteros? Por un lado, y por obvio que parezca, a través de la virtud del conocimiento (“sabe en todo momento lo que necesita el portero”), siempre y cuando entendamos éste como algo exhaustivo, fruto de la propia experiencia, la investigación, el inconformismo y la experimentación; por otro lado, gracias a la necesidad de una visión que actúe como motor del entrenamiento y nos permita abordar el presente con la mirada puesta no tanto en lo que eres sino en lo que te puedes llegar a convertir (“te da lo que no sabes que le estás pidiendo”). Particularmente, esto último me resulta especialmente interesante porque prestigia la figura del entrenador de porteros como catalizador de un proceso de entrenamiento, con una didáctica vocacional propia, cuya meta coincide precisamente con la última fase del aprendizaje: la competencia inconsciente, que no es otra cosa que el “saber estar” que tanto reclamamos de nuestros porteros. Es decir, ese estado de forma en el que todo fluye y el portero es capaz de actuar con absoluta solvencia, naturalidad y sin apenas esfuerzo. Llegado a este punto, me resulta irresistible seguir transitando por el sendero de la conciencia y los recursos emocionales. Tenemos las maletas preparadas y estamos listos para emprender el viaje. Es hora, por tanto, de poner en marcha el vehículo, es decir, el método. El método no responde en su totalidad únicamente a una cuestión práctica de aplicación de tareas, sino que contiene un apartado ideológico donde reside el pensamiento, la filosofía y las creencias (limitadoras o potenciadoras), que son las que nos van a guiar por los diferentes trayectos y rutas de nuestro viaje. A nivel personal, las creencias resultan esenciales en el desarrollo de mi profesión. Uno las construye en base a su propia experiencia, y en mi caso representan una fuente de luz inagotable y el mejor guión posible para moverme con soltura y seguridad a través del proceso de entrenamiento. Vendrían a ser Julio-2012 nº 197

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“Más que de una estrategia de entrenamiento, deberíamos estar hablando en primer lugar de una estrategia del convencimiento

algo así como el combustible de nuestro vehículo, de tal manera que en la medida en que el entrenador sea capaz de poner en sintonía sus propias creencias con las del equipo y las del portero, mayor será el grado de complicidad entre ambos y mayor será el éxito del proceso de entrenamiento. Entrenar por convicción favorece el rendimiento, lo optimiza y expande; mientras que hacerlo por obligación lo limita y restringe. Si no somos capaces de atraer y compartir con el portero nuestro sistema de creencias, difícilmente lograremos un alto grado de relación emocional (entusiasmo, alma, coraje) del mismo en la ejecución de las tareas y, en consecuencia, el rendimiento se verá resentido. Así pues, para aspirar a la excelencia, más que de una estrategia de entrenamiento, deberíamos estar hablando en primer lugar de una estrategia del convencimiento. Si lo logramos, ya habremos cumplido con lo más importante. La satisfacción crecerá por contagio desde una raíz profundamente arraigada en valores (contenido) y no simplemente por el diseño de tareas atractivas, cómodas, divertidas y efectistas (forma) que a menudo lo único que persiguen en unos casos es la complicidad artificial, corporativista y hueca con el portero y en otros casos simplemente el estrellato de lo banal. Al hilo de esto, observo, no sin cierta preocupación, la vertiginosa espiral evolutiva por la que atraviesa el entrenamiento de porteros (en muchos casos superflua y con escasa capacidad analítica y reflexiva), que se queda en las formas, resulta intrascendente y alimenta falsas expectativas. La falta de una vocación clara como expresión del intrusismo y la estética de lo light nos hace pensar que todo vale, olvidando en muchos casos lo fundamental, es decir, el rigor de una profesión cuya esencia pasa por entrenar y no por entretener. El vehículo que yo defiendo es aquel capaz de trasladarnos largas distancias, pero en ningún caso es para ir de paseo. A continuación voy a exponer algunos ejemplos de creencias limitadoras con las que a menudo topo en el desarrollo de mi profesión y que, a su vez, me ayudan a explicar buena parte de las características ideológicas de mi método. Julio-2012 nº 197

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“Yo no entreno para lo que pasa en un partido sino para lo que puede pasar, que es muy diferente ” 1. - “Eso no pasa en un partido” Yo no entreno para lo que pasa en un partido sino para lo que puede pasar, que es muy diferente. Si recogemos una estadística de las intervenciones directas que realiza un portero a lo largo de un partido, veríamos que no son tantas. En muchas ocasiones apenas unos cuantos saques de portería, algún centro y tres o cuatro disparos. ¿Significa eso entonces que apenas tengo que entrenar por una simple cuestión de estadística? No estoy de acuerdo. Mi propósito es que el portero sea capaz de trascender a su propio contexto, a su liga, a su partido de cada fin de semana y desarrolle todo su potencial y rendimiento. Seguramente en el partido que vaya a disputar no ocurran tantas cosas, pero si echamos un vistazo global a todo lo que acontece en la infinidad de partidos que se juegan por jornada, observaremos las diferentes cosas que pueden llegar a pasar. Así pues, ¡estate preparado y transfórmate en el portero en que te quieres convertir! 2.- “En el fútbol ya está todo inventado” No podría estar más en desacuerdo. Semejante afirmación me resulta una expresión absolutamente reduccionista y limitadora que impide seguir creciendo ya que niega la exploración, la investigación y la experimentación como fuentes del conocimiento. 3.- “El entrenamiento analítico está obsoleto y ya no se lleva” Existe una enorme confusión a este respecto. El hecho de haber jugado al fútbol desde bien pequeño y haber alcanzado un cierto nivel profesional me otorga la autoridad moral suficiente para afirmar todo lo contrario en base a mi propia experiencia. Naturalmente que hay un momento para cada cosa pero, ¿cómo no va a dar frutos el hecho de golpear una pelota contra una pared durante horas? Es un ejemplo, naturalmente, pero si un jugador lo necesita, ¿por qué no? Negarlo sería de una insensatez tremenda. Sería tanto como decirle a Michael Jordan que las horas que invirtió en lanzar a canasta de “motu propio” después de cada entrenamiento no le sirvieron para nada. Las modas nunca fueron buenas consejeras y vivir exclusivamente de la tendencia te incapacita para gobernar tu propio rumbo. 4.- “Lo importante es el domingo” Me resulta peligroso sostener una afirmación como ésta dado que puede llegar a reducir la intensidad de los entrenamientos. Lo importante es el domingo, claro, sí, pero si un estudiante estudia para el 10 es muy posible que como mínimo acabe obteniendo un notable, mientras que si estudia para el 5, la consecuencia puede ser un suspenso. Si el domingo es el examen, ¡cuidado con la manera en que nos “reservamos” durante las horas de estudio! porque a la larga puede significar una tendencia absolutamente desastrosa. Acomodarse en el sillón impide defender la portería. Julio-2012 nº 197

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5.- “El portero sólo tiene que parar” ¡Naturalmente! ¡Faltaría más! ¡Cómo no va a tener que parar! Ahora bien, mi propósito como entrenador de porteros va mucho más allá. Yo pretendo que mis porteros sean capaces de prevenir esos disparos, neutralizando el riesgo (fase defensiva) o asumiéndolo (fase ofensiva) y la mejor manera que conozco es implicándose, inspirando a los demás, transmitiendo y contagiando energía positiva. Parar sólo es una pequeña parte del trabajo. El resto también se entrena. 6.- “Es imposible que en un partido te rematen desde tan cerca” Bastaría tirar de hemeroteca para desmontar semejante aseveración, pero en cualquier caso nadie piensa que le van a robar hasta que los ladrones se presentan en su dormitorio después de haber saltado la valla, atravesar el jardín y colarse por la ventana del baño. ¿No es acaso también responsabilidad del portero intervenir en las distancias cortas, cuándo ya han saltado todas las demás alarmas? Estos son sólo algunos ejemplos, pero suficientes para hacerse una idea de su gran capacidad erosiva. Como en la inmensa mayoría de las ocasiones, el deterioro siempre empieza de manera imperceptible, así que más vale tener a mano potentes antivíricos (creencias potenciadoras) si no queremos enfermar de mediocridad antes de tiempo. En este sentido, algunos de mis remedios caseros vienen con su propio prospecto en forma de citas: 1.- “La disciplina consiste en no perder de vista los objetivos que se quieren alcanzar” Resulta obvio. Me veo en la obligación de insistir en un valor como el de la disciplina como herramienta básica para alcanzar nuestros objetivos. ¡Nada se consigue sin esfuerzo! 2.- “No llegarás muy lejos con quien desdeñe los detalles” Tal y como yo entiendo el progreso, este no es sino la suma de una cantidad ingente de pequeños detalles. Si yo quiero competir y caminar por el sendero de la excelencia, tendré que prestar atención al más mínimo detalle con tal de mejorar y destacar entre tanta igualdad. 3.- “Entrenar para jugar el domingo no es lo mismo que entrenar para ser el mejor” En otras palabras, entrenar para jugar el domingo depende de un rotulador. O escribe tu nombre en la pizarra o no lo hace. Sin embargo, entrenar para ser el mejor depende de uno mismo y con seguridad que eso te lleva a figurar en cualquier pizarra. 4.- “Lo que eres se ve, mientras que lo que puedes llegar a ser se siente, se intuye, se desea, se imagina, se persigue… ¡se entrena! La premisa fundamental de cualquier proceso de entrenamiento pasa por el deseo de crecer. Si éste no existe, no hay nada que hacer. 5.- “Más importante que la parada, es la sensación que deja esa parada” Hacer las cosas fáciles, de manera sobria y mostrar un alto grado de solvencia, rigor y eficacia desbarata en grado máximo la moral del adversario y multiplica la del compañero. ¡Qué seguridad! Julio-2012 nº 197

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“Entrenar porteros es algo más que “chutar balones” y proponer una sucesión de flamantes tareas ” ¡Cualquiera le hace un gol a este tío! La exclamación, sin duda, pone de relieve que la parada ha sido importante pero, ¿qué decir de la sensación de inexpugnable que flota en el ambiente? 6.- “Hacer por hacer, no sirve. Lo importante es sentir además de ejecutar” Resulta fundamental “poner el alma” en todo lo que se hace. Para cumplir el expediente, mejor quedarse en casa. 7.- “El portero tiene unas capacidades y el preparador ve unas potencialidades” La importancia de la visión. Las luces pueden ser de corto o de largo alcance. Lo importante es saber cómo y cuándo utilizarlas. 8.- “Blocar es algo más que coger el balón con las manos” Blocar un balón es un ejercicio de predisposición mental y postural cuya culminación es la sujeción rotunda y eficaz de la pelota. No admite dudas. Coger un balón es otra cosa bien distinta, está al alcance de mucha más gente, pero no goza de espacio en el catálogo del portero. 9.- “No compites contra el compañero, compites contra ti mismo” Eso es lo que verdaderamente eleva el nivel. El rendimiento del compañero puede ser una referencia, pero es uno mismo quien se pone los límites. 10.- “No hay mejor tarea de entrenamiento que la de levantarse por la mañana con ganas de entrenar, de mejorar y de competir contra uno mismo” Es obvio. Nada de lo que hagamos tendrá sentido si no somos capaces de desear que llegue la hora del entrenamiento. Nuevamente, son sólo algunos ejemplos. Básicos y simples por otra parte, pero también lo suficientemente esclarecedores para ilustrar la base doctrinal sobre la que yo asiento mi propio método. Desde mi punto de vista, entrenar porteros es algo más que “chutar balones” y proponer una sucesión de flamantes tareas. Tiene que existir un fin, un objetivo, una meta, una idea y para ello el terreno tiene que estar suficientemente abonado. Y no conozco mejor abono que el de los valores. Sólo así se puede construir y edificar algo firme y sólido. Sólo así podemos empezar a hablar de lo que en el fondo todos queremos hablar: de la puesta en práctica, de la escenificación de tanto conocimiento, de las tareas… ¡de fútbol! Para ello tiempo habrá en sucesivos artículos. Julio-2012 nº 197

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