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Colombia hacia la OCDE: ni buenas prácticas, ni generación de riqueza
Notas Económicas
Caricatura enviada a la Revista por un anónimo.
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Desde que llegó a la presidencia Juan Manuel Santos asumió como objetivo de su gobierno el ingreso de Colombia a la OCDE, tanto fue el beneplácito que esa organización calificó al país como “de la más alta voluntad”. Desde su primer periodo de gobierno, incluyó la adhesión a esa organización como objetivo del PND 2010- 2014, designó un equipo de trabajo enfocado en esto, con millones de pesos de presupuesto, y desde entonces, el país ha estado alineándose – sin que se haya promovido debate público - bajo una serie de “estándares” que la OCDE denomina como “las mejores prácticas”. De conseguir la aprobación por parte de los comités de Empleo y Asuntos Sociales, y Comercio, Colombia habrá culminado los requisitos para su ingreso, proceso que, además, contará con ayuda económica de Estados Unidos, tras lo anunciado por Mike Pence en su pasada visita al país, de otorgar 2 millones de dólares destinados al ingreso de Colombia a esa organización.
Las publicitadas “buenas prácticas” de la OCDE, son modificaciones de políticas públicas, más no estándares que impliquen un seguimiento a indicadores específicos y tienden a profundizar el libre comercio y la libertad total de flujos de capitales que no han servido a Colombia para tener altos niveles de desarrollo, y mucho menos, para fortalecer el aparato productivo nacional.
La OCDE se promueve a sí misma como una organización de colaboración global que está dedicada al análisis y producción investigativa sobre economía y asuntos sociales, y que busca contribuir al “crecimiento económico mundial”, pero sus 35 países miembro no parecen tener necesariamente las economías más prosperas o con un crecimiento estable y sostenido, más bien parece ser el club de países relativamente ricos y extraordinariamente desiguales como por ejemplo México que tiene el índice de Gini más alto de los países OCDE 0.459, seguido por Chile 0,454, Turquía 0,398, Estados Unidos 0,39 y Lituania 0,381, países que, además, coinciden en ser los de mayor porcentaje de pobreza relativa de dicha organización. Contrario a eso, no son miembros de la OCDE países como India o China que en los últimos diez años han mostrado crecimiento significativo de sus economías, tres veces por encima del promedio de crecimiento del PIB de los países de la OCDE.
Colombia no se parece a la OCDE, no se acerca en ningún sentido a los indicadores sociales y de desarrollo de quienes la conforman; mientras en la OCDE la media de gasto público social como porcentaje del PIB es del 21%, en Colombia apenas es de 8,7%, mientras en la OCDE la tasa de desempleo promedio es de 6,3%, la de Colombia se ubica en 9,7%, mientras en la OCDE los ingresos fiscales representan en promedio 34,3% del PIB, en Colombia es de 14%, mientras en la OCDE las contribuciones a seguridad social representan en promedio el 9,1% del PIB, en Colombia son el 1,5%.
La verdad es que para la OCDE lo principal no es que Colombia alcance mejores estándares sino que adhiera a modificaciones de políticas públicas específicas, así lo demuestra el contenido de lo sugerido por los comités OCDE que estudian a Colombia, donde exigen, por ejemplo: hacer un mayor énfasis para desarrollar esquemas de Alianzas Público Privadas en casi la totalidad de los sectores, permitir la inversión privada en nuevas áreas como la televisión y la industria de licores, eliminar la participación del gobierno nacional en las juntas directivas de empresas estatales, fortalecer una política de internacionalización de los sectores productivos y de servicios, racionalizar las regulaciones para incentivar la inversión extranjera, realizar reformas al sistema pensional, ampliar la base tributaria, deducir el IVA en la compra nacional de bienes de capital, e incluso, modificar la estructura tributaria donde esta organización considera existen bienes de consumo básico exentos de IVA que deben gravarse, reformar el sistema de transferencias del gobierno central a las entidades territoriales, entre otros. Modificaciones que el gobierno nacional ha ido implementando mediante nuevos documentos CONPES, reformas como la tributaria, cambios institucionales, etc.
Por otro lado, no es cierto que la OCDE haga una revisión rigurosa de la implementación de las recomendaciones o de la homologación de estándares, ni que sus recomendaciones pretendan contribuir a acabar con la desigualdad ni con el fortalecimiento del aparato productivo nacional, de ser así Colombia seguiría estando lejos del ingreso, en realidad, se ha tratado de la homologación de políticas públicas que desde los países poderosos se imponen a los más atrasados de la OCDE a quienes les basta con una altísima voluntad de sometimiento para ser aceptados en la organización, con el agravante de que, son pésimos consejos con altísimos costos, ya que, la membresía implica aportes anuales para el funcionamiento de la organización, sumado a los gastos en los que incurre cada país para pagar a los “expertos” que formulan las recomendaciones.
Sin embargo, en noviembre de este año se retomará la revisión de avances por parte de los comités de Empleo y Asuntos Sociales, y de comercio, paso final que decidirá el ingreso de Colombia a la organización. Así, de concretarse la ambición del gobierno colombiano por entrar a la OCDE, será no solamente el país con el rendimiento más rezagado, sino que profundizará todas las prácticas que no han permitido a Colombia aprovechar sus fuentes de ahorro, fortalecer la producción nacional y lograr apalancar su desarrollo.