Boletín ACN agosto 2020

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© Ismael Martínez Sánchez / ACN

N° 6 · Agosto de 2020 Comunión con Dios: Un futuro sacerdote indio leyendo la Biblia.

“El enemigo nos dirá: ‘Enciérrate en ti mismo,… ¡no te fíes!’. El bien, contrariamente, nos invita a abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás”. Papa Francisco, Oración del Regina Caeli, 3 de mayo de 2020

Dios es amor y el amor vive en relación. La Trinidad divina es una “relación pura” del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Como imagen de Dios, también nosotros somos creados como “seres de relación” y desde el principio nacemos en un mundo de relaciones que nos marca. La familia forma el primer marco de relación del amor. Ninguna otra institución es tan decisiva para las relaciones, los vínculos y el desarrollo de la personalidad como la familia. Este fundamento de las relaciones en la familia ha sido puesto a prueba por la crisis del coronavirus, pues, de repente, las familias han tenido que pasar mucho tiempo juntas en casa, lo que ha ofrecido, al mismo tiempo, la oportunidad y el desafío de convertir el tiempo prolongado que pasamos juntos en un tiempo precioso. El estado de alarma también ha sido una prueba decisiva para nuestras relaciones sociales, pues aunque este tiempo se ha caracterizado por una gran solidaridad, el virus también nos ha distanciado los unos de los otros. Y es que facilmente nos induce a ver en el prójimo no una “imagen de Dios”, sino un peligro, un potencial portador

del virus. Por un lado, las enormes posibilidades que ofrecen los medios de comunicación nos han ayudado durante la crisis a mantener un intenso contacto con nuestros familiares, amigos e incluso con la Iglesia. Por otro lado, en el mundo virtual de Internet, corremos el riesgo de que nuestras relaciones se vuelvan más impersonales y superficiales.

relaciones interpersonales genuinas. El consumo excesivo de los medios de comunicación cambia la percepción de la realidad, nos convierte en narcisistas, erosiona la empatía y el pensamiento independiente, crea dependencias, anula la voluntad y destruye la perspectiva de la eternidad. ¡Cuánto depende de hacer un uso moderado de los medios de comunicación y, sobre todo, de cultivar las relaciones personales!

“La fe no puede ser vivida en línea, sino que necesita una presencia y comunión reales”. También la fe, nuestra relación con Dios, no puede ser vivida en línea, sino que necesita una presencia y comunión reales. Quien aprende a mantenerse en una relación genuina de amor a Dios, al prójimo y al mundo llega a ser santo. Preguntémonos: ¿Cuál es nuestra actitud hacia Dios, que nunca rompe Su relación con nosotros, aunque a menudo vivamos como si no existiera? ¿Qué hay de nuestra relación con nuestros semejantes, con nuestra familia, con el mundo y con nosotros mismos? A través de la tecnología moderna estamos más conectados que nunca, y, sin embargo, la gente sufre como nunca antes una carencia de

Queridos amigos, aprovechemos estos tiempos de crisis como una oportunidad para trabajar en la cultura de las relaciones. Aprendamos de nuevo a escuchar a Dios, a escucharnos los unos a los otros y, en especial, a prestar atención a los niños. Reservemos tiempo para rezar, reflexionar y leer. Creamos lazos y afecto en los niños jugando con ellos y leyéndoles en voz alta. Así, nuestras vidas coincidirán con la realidad del amor divino, y sentiremos verdadera empatía por todos aquellos que necesitan nuestra ayuda. Os bendice vuestro agradecido

P. Martin Maria Barta Asistente Eclesiástico 1


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