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Nuevo Libro “Un Hombre. Un Rabino. Un Legado.” Página
from Iamim Noraim 5782
TENEMOS EL AGRADO Y ORGULLO COMUNITARIO DE VER PLASMADO EN UN NUEVO LIBRO LA VIDA Y OBRA DE QUIEN FUERA NUESTRO RAB Y GUÍA ESPIRITUAL POR MÁS DE 30 AÑOS
UNA MANO, UNA PLUMA, MUCHOS LIBROS
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Rab Shimon Axel Wahnish
Aún conservo mi primera lista borrador de proyectos comunitarios a realizar. Fue allá por el otoño de 2012, mediados de 5772, cuando al iniciar mi labor en ACILBA, comunidad de mi infancia, me dispuse a desplegar las alas de la imaginación y soñar libremente todos los proyectos y acciones que con el tiempo se podrían llegar a realizar. Me fui sumergiendo como niño en sus golosinas en diferentes proyectos y transité así múltiples ideas y aspiraciones. Existía dentro de esa larga lista un proyecto en particular que aceleraba mi corazón y llenaba de entusiasmo mi nuevo desafío comunitario: “Libro biografía de Rabbí Saadiá Benzaquén Z’L. Pero no podía evitar preguntarme qué podría yo aportar a ese proyecto, teniendo en cuenta que solo fuimos compañeros de viaje por este mundo unos fugaces cinco años. Lamentablemente no tuve el zejut (mérito) de encontrarme entre los afortunados que compartieron parte de su vida con él. Entonces me dispuse a coleccionar historias del Rab. En cada oportunidad que se me presentaba, intentaba, informalmente, extraer alguna historia o anécdota sobre su vida. Desafiaba a mis mayores pidiéndoles: “Contame algo del Rab: alguna vivencia personal, familiar, comunitaria... ¡Lo que sea!”. Recién a partir de entonces comencé a tomar conciencia de la magnitud y el calibre de este magnífico ser. En base a esta preciada y exquisita colección, quiero compartir algunas de las enseñanzas que su vida nos legó.
UN COLECCIONISTA DE SONRISAS
Lo que más me sorprendió fue que casi sistemática y deliberadamente, lo primero que obtenía de quien estaba entrevistando era una gran sonrisa que se dibujaba en su rostro apenas invocaba al Rab. ¿Cómo puede una persona generar tantas sonrisas con solo el recuerdo de su nombre? Y me pregunto: si este fenómeno ocurre inclusive treinta años después de haber abandonado este mundo... ¿Cuántas sonrisas más habrá generado estando en vida? El Rab perteneció a una especie en extinción, una extraña clase de personas que van por la vida coleccionando sonrisas de sus semejantes. Se esmeraba en conseguirlas como si de trofeos de vida se trataran. Aún hoy, tres décadas después, el Rab continúa logrando exactamente lo mismo que en vida: una amplia y dulce sonrisa en quien lo recuerda. Su colección de sonrisas continúa incrementándose.
“MI MEJOR AMIGO”
Recuerdo la pasión con que mi abuelo Chelo (Moisés Wahnish Z’L) me relataba sus charlas en el café con el Rab: afirmaba con orgullo haber sido su confidente y consejero económico y aseguraba que el Rab lo había elegido para compartir sus proyectos y que solo a él lo quería como “socio”. Algo similar ocurrió con mi tío Manuel. Me decía que él era como un hijo para el Rab, su mano derecha, su compañero elegido de viajes durante más de diez años y que se sentía su predilecto. Mientras tanto, yo alegremente pensaba: “¡Qué honor el mío de pertenecer a esta familia tan especial! Tanto mi abuelo como mi tío eran de los más cercanos, queridos y preferidos por el Rab”. Conforme aumentaba mi lista de encuestados, se incrementaban con ella mi emoción y sorpresa ante esta extraña coincidencia y siatá dishmaia (ayuda providencial) la mía de poder encontrarme, sin siquiera proponérmelo, siempre “justo” con los mejores y más queridos amigos del Rab. Mi ingenuidad duró poco. Era una dulce fantasía, pero fantasía al fin. No pasó mucho tiempo hasta descubrir que esta extraña coincidencia resultó ser una ilusión. Me percaté de que en realidad no se trataba de “buena suerte” la mía de “justo” cruzarme “siempre” con sus preferidos, sino que resultó ser que todos los que entraban en contacto con el Rab se sentían, de alguna u otra manera, sus preferidos. Muchos de cuantos me narran su experiencia transmiten exactamente el mismo mensaje, la misma emoción. Por detrás de cada relato, más allá del contenido, brilla un sentimiento inconfundible que impactaba en cada uno de quienes lo conocieron: “¿Yo? ¡Ah! Era uno de sus pocos favoritos”. “Conmigo tomaba el café en su grupo selecto de los cuatro”. “Yo era su amigo preferido”. “Sólo a mí me contaba sus sueños y proyectos. Era su confidente y consejero”. “Te voy a contar algo que solo yo sé porque eran cosas que solo las hablaba conmigo...”. Sin ánimos de frustrar ni desilusionar a nadie, no pude dejar de cuestionarme cómo podía suceder esto. Por definición, “preferido” es un concepto que existe solo en función del contraste con el resto: alguien a quien se lo diferencia y destaca por sobre los demás. Como cuando queremos darle relevancia a una frase en un libro y la resaltamos con un color, siempre dejando al resto sin marcar. Imagínense si hiciéramos lo mismo con todo el texto y este quedase todo resaltado. No tendría ningún valor, se perdería la intención original. Si todos son preferidos, entonces nadie lo es. Pero Rab Saadiá era poseedor de un arte único: hacer sentir a cada uno su preferido. Y lo más notable: sin que nadie tan solo sospechara que su corazón era lo suficientemente grande como para que entrasen en él muchos, si no todos, preferidos.
Para adquirirlo escribir a: secretaria.acilba@gmail.com
UNA FÁBRICA DE ESTÍMULO VITAL
Al contemplar y reflexionar sobre sus fotos, pareciera estar siempre en una situación de dador, transmitiendo aliento y ánimo de vida a quien tenía enfrente. Otorgando una berajá, casando a los novios en una jupá, al lado de algún bar mitzvá o sujetando fuertemente a alguien por sus hombros y clavando su dulce mirada sobre él,siempre transmitía aquel convencimiento del amor a D’s y a sus semejantes que su inolvidable rostro parecía emanar.
UNA MANO, UNA PLUMA, MUCHOS LIBROS
Y así fui acumulando historias, hasta que poco a poco descubrí que en realidad mi proyecto de hacer un libro de la biografía del Rab ya existía. Pero no se trataba solo de un libro. Eran múltiples libros escritos de forma exquisita y artesanal en el corazón y en la memoria de cada persona que lo había conocido. De modo muy recatado, casi desapercibido, el Rab se había dedicado a escribir muchos libros con diferentes estilos. Había dejado en todas esas personas una huella inconfundible, un impacto eterno. Era imposible que alguien saliera intacto luego de haber compartido tiempo con él. De modo ininterrumpido su mano danzaba escribiendo poesías en los corazones de la gente. Cercanos y lejanos, familiares y “ajenos”, vecinos, comerciantes, compañeros, feligreses... no importaba mucho a quién tenía enfrente, lo único que parecía importarle era llenar al prójimo hasta rebalsar de luz y alegría de vivir. Como un artista cuya pasión no cesa, tallaba esculturas de dignidad humana en la memoria colectiva de sus semejantes. En un café, caminando en la calle, visitando algún negocio, en una reunión social, en la esnoga (sinagoga), en alguna quinta, impartiendo una clase, compartiendo un viaje en auto... en cualquier momento y lugar, del modo más sutil y desapercibido, el Rab continuaba su incansable labor de inyectar y transmitir pasión por la vida y sus maravillas a toda la humanidad. Como suele ocurrir con muchos sueños, aquel “antiguo” proyecto de escribir la vida y obra de nuestro querido Rab Saadiá quedó archivado, en espera, junto a tantos otros. Hasta que un día recibí la alegre y desafiante noticia de un querido amigo comunitario, el señor Jorge Daián, quien me dijo simple y convincentemente: “Vamos a plasmar en realidad el libro de Rab Saadiá, es nuestro deber y nuestra responsabilidad. Su comunidad y todos nosotros se lo debemos”. Entonces pensé: “¡Pero si este libro ya está escrito! Solo es cuestión de extraer y recopilar los extractos y capítulos que se encuentran repartidos en los corazones de quienes lo conocieron, ordenarlos, y volcarlos en papel”.
CONVIRTIENDO SUEÑOS EN REALIDAD
No faltó quien osó instarme a que escribiera acerca de mi experiencia y sentimiento al estar ocupando el rol comunitario del Rab Saadiá. Lo único que puedo escribir al respecto es que estoy seguro de que su lugar es irremplazable: su rol fue y será algo que se encuentra completamente más allá de la capacidad normal de cualquiera de nosotros. Fue una estrella fugaz con la que D’s iluminó a Su Pueblo, un regalo muy preciado que obsequió a la comunidad judía en general y a la marroquí en particular. Y lo que ahora como continuadores, ineludiblemente nos resta hacer, es continuar con su legado, escuchar los ecos de su dulce voz, develar los destellos de su visionaria y amplia perspectiva comunitaria, reavivar la huella de sus infinitos niveles de tolerancia y bondad y cosechar los primeros pimpollos de aquella siembra que alguna vez el Rab con tanto esfuerzo, entrega y dedicación realizó. Tal como lo soñó desde el día en que abandonó su tan preciada Tetuán: una comunidad plena y unida, consciente y orgullosa de su preciado legado Divino y, por sobre todas las cosas, presente y activa en el día a día. Se brindó, se esforzó e invirtió en nosotros. Es nuestro turno ahora hacer que sus sueños sean cada vez menos sueños y más realidad. Quiera D’s, en mérito de aquel santo Rabbí que alguna vez entre nosotros vivió, otorgar éxito y bendición a nuestra comunidad tal como él con tanto fervor alguna vez suplicó.