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MAY 2016
Renacerá el Paraguay La voz de Néstor Romero Valdovinos, cuyo centenario de nacimiento se recuerda este año, es un alegato contra la intolerancia y expresión del deseo de concordia. Hay escritores de valía casi olvidados. Por el país, por las instituciones públicas -sobre todo, la Secretaría Nacional de Cultura- que tendrían que velar por la memoria colectiva y, en muchos casos, por los propios familiares. A veces, estos -como en el caso de Demetri Ortiz y el de Emilio Vaesken, cuyos centenario de nacimiento se recuerdan este año-, sin embargo, son los que salvan del olvido y la ingratitud a quienes deberían ser recordados con todos los honores. La patria mucho les debe por haber expresado los sentimientos más profundos de sus habitantes a través de sus obras o sus interpretaciones. Un gran olvidado es el poeta, dramaturgo y periodista Néstor Romero Valdovinos. Él nació el 26 de marzo de 1916 en Asunción.
Si no hubiera sido por el celo y la responsabilidad social de mantener vivas las memorias de nuestros músicos, poetas y compositores, de la profesora Aída Lara, el que nos dejó las exquisitas y emotivas letras de Tardes asuncenas -con música de Teófilo Noguera- y Renacerá el Paraguay, entre otras, los 100 años de su llegada al mundo hubieran pasado desapercibidos, sin pena ni gloria. Arrojado por la intolerancia política de los que no podían convivir pacíficamente con
hombres de actitud crítica y maneras diferentes de concebir la vida de un pueblo, su puerto seguro -como para tantos otros artistas y políticos- fue la acogedora y generosa Buenos Aires. Allí, a la sombra constante del techaga’u, reconstruyeron parcialmente sus vidas los desterrados hijos del Paraguay. Parcialmente, porque ninguna felicidad es plena fuera de los aires de la tierra que uno ama y sueña sin tregua. Para el ejercicio del periodismo en La Razón le sobraban herramientas de trabajo: buen manejo de la lengua de Cervantes y Cela, sagacidad y ganas de ir más allá del engañoso rostro de las apariencias informativas, rapidez para acumular datos y contactos eficaces. El himno Si su conexión vital con el pan digno era el matutino al que prestaba su talento, la entrañable y esencial era con sus compatriotas, sobre todo los músicos. Como los poetas no eran numerosos en la capital argentina -Antonio Ortiz Mayans, Carlos Miguel Jiménez, Carlos Federico Abente y los que, además de músicos y compositores se autoabastecían de letras como Mauricio Cardozo Ocampo y Aparicio de los Ríos-, dados sus dotes de escritor fue requerido por los compositores para escribirles la poesía de su inspiración musical. Si Tardes asuncenas fue su