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Guatemala, viernes 31 de agosto de 2018
o Arias
Semblanza
asturianos
Johann Wolfgang von Goethe
otro llegara a ocupar un espacio semejante en el futuro. Este hecho insólito —un escritor marcando fantasiosamente los idearios de sus país—es evidencia de la enorme influencia de Asturias tiene todavía, a medio siglo de su premio Nobel y a más de 4 décadas de su muerte. Su prestigio, en todo caso, ha ido en aumento, conforme más lo han vapuleado con epítetos provenientes de todas las direcciones posibles. Algunas, incluso inesperadas. Forma parte de la transición de la desaparición física del ser humano a la constitución del mito. Los disparos cruzados han agrandado su figura. Al igual que el dinosaurio imaginado por Augusto Monterroso, cuando los guatemaltecos se despiertan, Asturias todavía está allí…
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Este escritor alemán nació el 28 de agosto de 1749 en el seno de una familia de clase media de Frankfurt de Main. Johann Caspar Goethe, su padre, abogado y hombre ilustrado, se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo. Su madre, Catharina Elizabeth Textor, fue hija de un antiguo alcalde de Francfort, lo cual le relacionaba con la burguesía patricia de su ciudad. Todos los hijos del matrimonio, a excepción de Goethe y su hermana, Cornelia Friederike Christiana, que nació en 1750, murieron en edades tempranas. Goethe fue casi de todo: empresario teatral, crítico, periodista, político, diplomático, pintor, pedagogo, filósofo, historiador, libretista de ópera, hizo algo más que pinitos en las ciencias y finalmente fue novelista, memorialista, dramaturgo y poeta. Dotado de una fabulosa inteligencia y de un ejemplar equilibrio espiritual —conseguido mediante una rigurosa disciplina—, se convirtió en vida en el paradigma de un cierto ideal europeo basado en la cultura y en la curiosidad universal. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Leipzig, donde se interesó por la literatura y la pintura. Entre sus obras iniciales se encuentran una comedia en verso de un acto, El capricho del enamorado (1767), y una tragedia en verso, Los cómplices (1768). Estudió ocultismo, astrología y alquimia. Katharina von Klettenberg, una amiga de su madre, le introdujo en el misticismo religioso. Tras graduarse en Derecho y regresar a Francfurt, escribió la tragedia Götz von Berlichingen (1773). Junto al manifiesto Sobre el estilo y el arte alemán (1773), al que contribuyeron Goethe, Herder (con dos ensayos en los que elogiaba a Ossián y a Shakespeare) y otros, aquel drama inauguró el importante movimiento literario alemán conocido como Sturm und Drang (tormenta e impulso), precursor del romanticismo alemán. En 1774, y en pocos meses, Goethe escribió Las penas del joven Werther. La trágica historia se convirtió en la obra emblemática del Romanticismo. Aunque fue censurado por los sectores religiosos por justificar el suicidio, la novela tuvo una acogida sin precedentes; incluso Napoleón confesó haberla leído más de ocho veces. Estudió mineralogía, geología y osteología. Escribió poco durante los primeros diez años de su estancia en Weimar, si se exceptúan algunos magníficos poemas inspirados por Charlotte von Stein, entre los que se encuentran la lírica Canción nocturna del caminante y la balada El rey de los elfos. Comenzó la composición de algunas de sus obras más famosas, como el drama en prosa Ifigenia en Tauris (1787) y los dramas de carácter Egmont y Fausto, que luego sometería a cambios como resultado de su estancia en Italia desde 1786 hasta 1788. Goethe mismo esperó ser renombrado como un científico. La Biología ha reconocido su larga deuda hacia él, especialmente por el concepto de morfología, el cual es fundamental para la teoría de la evolución. Él pensó que su trabajo mas importante era Zur Farbenlehre, 1810, (La teoría de los colores), con la cual intentó desacreditar la ciencia newtoniana. Se ha dicho de él que fue el último hombre del Renacimiento porque la amplitud de sus conocimientos y la variedad de sus intereses lo emparentaron con figuras como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel, por citar a dos genios absolutos y polifacéticos. El legado manuscrito del escritor y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe forma parte desde 2002 del Patrimonio de la Memoria del Mundo de la UNESCO e incluye, entre otros manuscritos, una versión pasada a limpio de la segunda parte de Fausto y del Diván de oriente y occidente. Ingresó a la masonería el 11 de febrero de 1783, aunque para el escritor masónico Lorenzo Frau Abrines (en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, I, p.508), fue iniciado el 23 de junio de 1780, a los 31 años de edad en la logia “Amalia”, que abatió columnas dos años después. El 2 de marzo de 1782 Goethe fue elegido maestro al mismo tiempo que el duque Carlos Augusto y un tal Loder. Siguiendo a Frau, se sabe que el 23 de marzo de 1830 la logia «Amalia» celebró el aniversario masónico número 50 de Goethe, con cuyo motivo este compuso los versos titulados Para la Fiesta de San Juan de 1830. Fallecido Goethe el 22 de marzo de 1832 de un infarto agudo de miocardio, en Weimar, Alemania, la logia ofició la ceremonia de duelo el 9 de noviembre del mismo año.
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