Gavetas
Guatemala, viernes 19 de agosto de 2016
Hemeroteca del Diario de Centro América
La tierra de las nahuyacas
DCA, 5 de agosto de 1933.Nítidamente impresa y mejor presentada, Carlos Wyld Ospina ha ofrecido a la literatura americana, el valioso aporte de una nueva obra. Esta pieza es algo que define al autor y le presenta como el prosista castizo y el poeta consciente de los
ocultos resortes de su espíritu. En más de 200 páginas, nos ofrece el maravilloso conjunto de narraciones reales, extrayendo de los veneros de esta tierra fecunda en tradición, algo que será una revelación ante los ojos del mundo. El personaje central de la obra, Sebastián Ax, constituye la más
feliz interpretación del indio astuto, religioso y amante de dar crédito a los fenómenos que se escapan al conocimiento de su razón. Cree en la sobrenatural fuerza del dios de la montaña y por eso unta el arma con la sangre del animal cazado. Una de las imágenes más
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felices de la obra es, sin duda, cuando describe a Sebastián frente a los cafetos alineados de las fincas de los hijos del sol, blandiendo en el azul de la mañana su machete que se estremece en el aire y da la sensación de llevar consigo la rabia del brazo que lo impulsa.