Revista Viernes 14102016

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Contando el tiempo

Guatemala, viernes 14 de octubre de 2016

El mito de los pleit Fernando Pajares*

ras 10 años de trabajo, los historiadores de América Anunciada Colón de Carvajal, descendiente del Almirante, y José Manuel Pérez-Prendes ponen luz sobre la herencia de Colón. Aquellos a los que siempre se llamó “pleitos colombinos”, no fueron tales; esto es: ni fueron pleitos ni fueron varios, sino un solo conflicto que, eso sí, habría de poner en un brete primero al rey Fernando el Católico y luego al emperador Carlos V. Esta es la firme conclusión a la que han llegado estos historiadores quienes presentaron, en la Real Academia de la Historia de la capital de España, 4 impresionantes tomos bajo el título La herencia de Colón. Estudio y colección documental de los mal llamados pleitos colombinos (1492-1541). “Los Reyes Católicos”, explica el profesor Pérez-Prendes especialista en Derecho indiano, “habían concedido a Colón un régimen de Derecho privilegiado, personal y transmisible a sus sucesores por vía de mayorazgo (iba directamente al primogénito varón), así que cuando el Almirante muere, en 1506, su hijo mayor, Diego, reclama los derechos que correspondían a su padre”. Este catedrático de Historia del Derecho por la Universidad Complutense de Madrid quiere dejar claro de qué está hablando: “En Derecho estricto, no hay tal pleito y, muchos menos, pleitos, en plural. En todo caso, hay un solo conflicto”. Doctora en Historia de América, también por la Complutense, Anunciada Colón de Carvajal, comentó que su motivación para bucear en el “conflicto” de la familia fue “dar la versión completa de un proceso muy citado pero poco conocido”. Más de 3 mil 700 páginas han necesitado para aclarar la controversia que Cristóbal Colón presintió y que, efectivamente, enfrentó a la Corona española con sus dos inmediatos herederos, su hijo Diego y su nieto Luis. La obra, publicada gracias al patrocinio de la Fundación Mapfre y la colaboración inicial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), aporta datos fascinantes sobre una disputa cuyo antecedente cierto está en las históricas Capitulaciones de Santa Fe (1492), por las que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón otorgan a Colón una serie de concesiones.

Fernando el Católico: “¡yo por vos bien lo faría!”

Diego Colón, que está en la Corte, insiste una y otra vez, en que a él corresponden los títulos de Virrey de las Indias, Almirante de la Mar Océana y Gobernador General desde el momento mismo en que falleció su padre, 2 años después de que muriera la reina Isabel (1504). Fernando el Católico le escucha, le llama “almirante”, pero ve que cumplir lo acordado con su padre (recordemos, antes de su viaje)

Litografía de mediados del siglo XIX que nos muestra el recibimiento de los Reyes Católicos a Cris 1493, tras el regreso del almirante de su primer viaje a las Américas.

supone para la Corona poner América en manos de un hombre y, ay, en las de todos los varones que le sigan generación tras generación. Y así, cita de memoria Pérez-Prendes, le dice a Diego: “¡Yo por vos bien lo faría! (sic), más non lo fago por vuestros hijos y sucesores”. A lo que el aludido responde: “Señor, es justo que sufra y pene yo por unos hijos que ni siquiera sé si llegaré a tener?”. Para complicar la disputa, en 1508 interviene el II Duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo, quien ha casado a su sobrina María con Diego por sugerencia del propio monarca, así que le dice: “Me habíais dicho, majestad, que este casamiento era una gran honra para mi casa, ¿y ahora le negáis los títulos de su padre?”. El Rey, hábil y astuto, como siempre fue Fernando II, se quita de encima a Diego Colón mandándolo de gobernador a la isla de La Española, por entonces base nodriza para la conquista de lo que entonces dio en llamarse “Tierra Firme”. Pero con el hijo del gran almirante va un grupo de gentes que le hacen la vida imposible. Luego de 5 años de broncas es destituido.

Diego vuelve a la Corte y continúa presentando memoriales para reclamar sus derechos. Muere Fernando el Católico en 1516 y le toca a Carlos I de España lidiar con el problema.

La desdichada virreina

En 1520, el emperador reenvía a Diego a La Española, donde vuelve a ser mal recibido, se queda otros 3 años y regresa por última vez a España, donde muere en febrero de 1526. Su viuda, María Álvarez de Toledo, continúa la lucha (se llamaba a sí misma “la desdichada Virreina”) en nombre de su hijo Luis. La historia acaba en 1541, una vez que, en nombre de Carlos V, el cardenal Juan García de Loaysa ha “fabricado” dos laudos para resolver el contencioso. Luis, de acuerdo con su madre y sus 6 hermanos, acepta los siguientes títulos: Duque de Veragua (hoy territorio de Panamá), Marqués de Jamaica, Almirante de la Mar Océana y, años más tarde, Duque de la Vega. Colón de Carvajal resume en 5 las novedades de la colección documental. Primero, más de 200 documentos añadidos; segundo, el resu-


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