
MEMORIAS INAUDITAS:
Que esta versión del Salón Nacional de Artistas sea un pulso descentrado e intenso que atraviesa gran parte del país sugiere una serie de retos particulares para los procesos que buscan difundir y comunicar lo que está pasando, pasará y pasó en su interior. Uno de esos retos parte de que la evidente multiplicidad de coordenadas del Salón –sus muchos espacios y tiempos– revela inevitablemente una segunda multiplicidad, una de voces y relatos que se han encontrado, se han enfrentado y han coexistido. Una polifonía singular que nos habló y nos sigue hablando del encuentro entre las ciudadanías diversas, las prácticas creativas y el Río Magdalena.
El componente de memoria social del 46 SNA responde al reto particular de recoger esa polifonía a través de la producción de objetos de memoria que la materialicen y le permitan circular. Objetos como este fanzine.
Federico Reyes Mesa
Coordinador de memoria social
Equipo de mediación
Neiva
Jessica María Cabrera Lara
Elías Álvarez Olaya
Nicole Daniela Vargas
Laura Daniela Pérez Suárez
Barrancabermeja
Leidy Yoana Niño Muñoz
Dhirty – Jhon Jaime González Granados
Paola Andrea Muñoz León
Coordinadora del equipo de mediación
Mariela Romina Silva
Formadora del equipo de mediación
Ana Garzón Sabogal
Coordinador de memoria social
Fanzine de memoria social —
Federico Reyes Mesa
Componente de mediación 46SNA
Diseño
Taller Agosto
Impresión
Torrebeta
Impreso en Bogotá en agosto del 2022
iMagen en Carátula Resultados de la actividad Apología al río, realizada por el equipo de mediación de Barrancabermeja.
iMagen en Contra Carátula Resultado de Olla Indio: ¿cómo hacer un buen paseo de olla?, una actividad de mediación en Neiva que buscaba conversar alrededor de la olla con el público, y a partir de esa conversación generar un manual de buenas prácticas para un paseo de olla.
INTRODUCCIÓN
Entendiendo la diversidad de prácticas sociales y vinculaciones que construyen las distintas poblaciones que se ubican a la orilla o cerca del río Magdalena, y considerando una de las premisas del enfoque curatorial de este Salón que concibe al río como un flujo de capas de sentido social, cultural y económico, para el programa de mediación decidimos que era fundamental poder trabajar con personas locales de cada municipio donde se montaría una exposición, y desarrollar junto a ellos una serie de estrategias pedagógicas que permitieran contextualizar algunas de las reflexiones que surgen alrededor del Magdalena.
Asimismo, nos pareció importante poder ampliar en dirección de otras prácticas y conocimientos el perfil tradicional del mediador. Por eso, además de contar con estudiantes o recién egresados de carreras de artes visuales, hemos conformado los equipos con profesionales de otras áreas como la psicología, la educación, la comunicación social y la sociología. Además, se contó con la participación de artistas escénicos y callejeros.
Para el desarrollo de un taller de formación en mediación se convocó a Ana Milena Garzón, gestora cultural con amplia trayectoria en el desarrollo de procesos pedagógicos y de activismo social en la región del Chocó a través de la fundación Más Arte Más Acción. Ana fue la encargada de establecer una metodología donde se pudiera propiciar un acercamiento al tema central del Salón desde las vivencias personales y, además, se pudiera generar un espacio de reflexión y diálogo con las prácticas artísticas contemporáneas. No desde lo académico sino desde la intuición, desde aquello que nos da curiosidad sobre una pintura, un

dibujo, un video, una fotografía. Así se construyó un piso común a partir de la oralidad, la escucha, la activación de la capacidad de hacer preguntas y de documentar o cosechar la palabra del otro como un dispositivo de contención de la memoria social de las conversaciones.

A través de diferentes ejercicios los mediadores fueron acercándose a –e incluso ampliando– muchas de las ideas postuladas desde las mismas curadurías. Esos indicios sobre lo que representa el Magdalena, cómo nos relacionamos con ese río, cuál es la identidad de los ribereños –subiendo o bajando por la cuenca–, la explotación del recurso natural en detrimento de los ecosistemas y las prácticas sociales que se construyen alrededor del río, las historias de violencia, entre muchos otros temas que surgieron en estos talleres, fueron moldeando una serie de actividades y propuestas de mediación. Cada equipo propuso una programación específica que abordó estas reflexiones y amplificó otras que suscitaban las obras que hacían parte de las exposiciones.
Las actividades propuestas por cada equipo de mediación tienen su propia identidad y autonomía de ejecución, tensionan los proyectos presentes tanto en sala como en espacio público y crean un puente de nuevos escenarios entre lo popular y los relatos emergentes de las curadurías. Este fanzine recopila algunos de los resultados de la programación de mediación de Neiva y Barrancabermeja.
Mariela Romina Silva Coordinadora del equipo de mediaciónAna Milena Garzón
Formadora del equipo de mediación
Pregunta hecha al río por miembros del equipo de mediación de Barrancabermeja en el desarrollo de los talleres de memoria material y fanzine.
Empezaré por decir que quien lo vive es quien lo goza. Es incuestionable que ser mediadora en la ciudad de Barrancabermeja en el marco del Salón Nacional de Artistas me permitió gozar de lo que antes era desagradable para mí con relación a dos palabras: río y patrimonio.
En una perspectiva pasada las canoas a la orilla del río y sus tripulantes ofreciendo los pescados que se tiran sobre el piso de madera sin ninguna cubierta o manto; los pescados sobre las mesas de madera siendo arreglados por vendedores; la imagen de las gaviotas, los gavilanes y los goleros que esperan las tripas de los peces que un vendedor pueda arrojar para obtener un bocado entre tanta competencia; y el olor penetrante de la sanguaza, la humedad, el barro y otros olores más que por la falta de práctica aún no identifico pero que se van adhiriendo entre los comensales del muelle a pocos metros del Magdalena; eran todos componentes de una experiencia que me rehusaba de manera frecuente a vivir.
Sin embargo, desde que inició la exposición en la bella hija del sol, como se le llama a esta ciudad por las altas temperaturas, el concepto que tenía de las prácticas alrededor del río se distorsionó por efecto de los visitantes del Salón Nacional de Artistas. En su mayoría eran forasteros que venían exclusivamente a pasar una noche en el Hotel Pipatón, lugar físico de la exposición, y considerado uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Asombrados por el hotel, por el pescado, por el muelle, por los hombres y mujeres de la vida cotidiana marcados por el río de manera indeleble, por los colores de las pieles, por la simplicidad en el caminar, por los sombreros y las sombrillas en cada puerto, los visitantes me pedían, antes de iniciar el recorrido de la
sala, que les hablara de la historia de la ciudad y del Pipatón, que desde hace cuatro años dejó de funcionar como hotel para convertirse en un espacio de alquiler para eventos. Con las insistentes preguntas de los visitantes me sentía incómoda. Pensaba que estaba preparada para hablar de las obras de la exposición y no para contar, casi por fuera de este escenario, la historia de la ciudad. No obstante, en el fondo me sentía avergonzada por desconocer mi ciudad natal, y los sucesos que la hicieron crecer y ser. Gracias a tantos visitantes oriundos de la ciudad que llegaban a la sala fui construyendo una narrativa del hotel, del río y de Barrancabermeja. Cada vivencia contada por ellos se iba acumulando en mi memoria. Ahora la inquietud abunda en mí, y de alguna manera me reconcilié con mis raíces. Se hizo simbiótico el arte, la cultura y la naturaleza.
Cuando finalizó la exposición sentí que se daba apertura a una nueva oportunidad, la de apreciar lo que estaba alrededor mío. Fue así que me despedí de la sala, haciendo un recorrido a pie por el sector comercial y alrededor del río Magdalena, con una sonrisa exagerada pensando que el Salón Nacional de Artistas me había regalado algo inaudito: una mirada de amor hacia mi cultura.
en esta página y arriba en la siguiente Resultado de Guardián del río, un espacio para la creación de nuevos mitos y leyendas asociados al cuidado y protección del río a partir de las obras de la exposición Caudal Adentro, en Neiva.



abajo Resultados de la actividad Apología al río, realizada por el equipo de mediación de Barrancabermeja.

COSECHAS DE LA LÍNEA NEGRA – 46SNA
Equipo de mediación – Barrancabermeja
Las historias paralelas a las obras expuestas en la sala fueron muchas. A continuación unas cuantas que, en medio de las conversaciones entre y con los visitantes, pudimos recolectar:
Cosechas de Naturaleza y resistencia, de las Tejedoras de Mampuján:
La profesora Arelis rompió en llanto al ver uno de los telares. Recordó la tragedia que vivió en su natal Santa Helena del Opón, Santander, de dónde fue desplazada. No le quedó ni una gallinita. Nos dijo que siempre fueron más malos los paramilitares que la guerrilla.
Cosechas de Esparcir, de Dayro Carrasquilla: “Las materas de esa exposición vienen de un árbol que teníamos cuando estaba chiquita en la finca. Se llama palma picha porque huele feo. Pero como mi mamá no nos prestaba las ollas para jugar, mis hermanas y yo jugábamos con esos coquitos a echarles comida… nunca se nos ocurrió poner plantas ahí”, dijo una mujer adulta.
Cosechas de Sueños de la Outsü, de Eusebio Siosi:
Un hombre mayor relacionó la carne de chivo cocinada con el instante en que a su hermano le cortaron el cuello. Dijo, con los ojos llorosos, que ambos tienen el mismo aspecto.
Cosechas de El pez, de Jonathas de Andrade:
Delio Céspedes nos dijo: “se abraza la muerte en esta obra”.
Una mujer mayor dijo que los hombres del video hacían como ella, que cuando va a hacer té le pide permiso a las plantas para arrancarles unas hojas.
Cosechas de Transelemental, de Fito Segrera:

Una mujer de Ciénega, Magdalena, nos dijo: “cuando los sonajeros suenan es porque hay buenas energías. Por eso se colocan en
la entrada de las casas. Porque no dejan entrar ninguna mala intención al hogar.”
Cosechas de Pisoteados, de Eduardo Butrón:
– Una mujer soñó una vez que su barrio estaba inundado de zapatos tirados por todas partes. Cuando vio la instalación dijo:
“el enemigo trabaja de muchas maneras”.
– Una mujer expresó: “encontrarse zapatos de niño es de buena suerte”.
– Una mujer se rehusó a entrar a la instalación. Nos contó que solo ver los zapatos le daba terror.
Resultado de Gestos inauditos, una actividad desarrollada por el equipo de mediación de Barrancabermeja en la que, con diferentes detonantes, buscaban explorar la relación entre el cuerpo, el movimiento y el río Magdalena.
Resultado de Fanzine del Yuma, un espacio creativo diseñado para que las comunidades de Neiva le hicieran preguntas al río Magdalena.

LOS ZAPATOS DE LUKAS
¡Un día más sin pecueca! gritaron mientras bostezaban los zapatos de Juan, Venus rojos, de suela blanca y cordones negros, con un pequeño desgaste en el lado derecho de tanto pegarle al balón. Son de tiro perfecto, razón por la cual su dueño les atribuye su buena suerte, lo que hace que los utilice noche y día, una y otra vez.
Juan, que en el mes anterior cumplió sus doce años, vive con su madre y su hermano Lukas. Es un pilo para las matemáticas y le gusta leer, también es un ducho con la bola en los pies y sueña con ser futbolista y escritor. Por ello se esfuerza en sus estudios y es bastante disciplinado, todo lo contrario a Lukas, que pese a tener habilidades con el balón y las letras prefiere cantar, bailar, saltar por los patios de las casas o simplemente caminar a la orilla del río.
A pesar de los esfuerzos de mamá y de los correctivos de los profesores Lukas no muestra interés por estudiar. Él dice que eso no le despierta curiosidad, y por eso no presta atención, pero cuando algo le trama se apasiona y le invierte muchas horas a la semana. Tanto, tanto, que a pesar de que les compraron los dos pares de zapatos a los dos hermanos el mismo día y en la misma tienda, los de Lukas están más desgastados y, por cierto, son mucho más olorosos. Son de color negro, ya un casi grises por el límpido, y de suelas blanca desgastadas de tanto correr.
El profesor de educación física inscribió a Lukas en una competencia intercolegiada de atletismo, ahora no para de correr, en el barrio le dicen Forrest Gump. A él le divierte y a mamá le tranquiliza, pues con eso de andar corriendo se le quitaron las ganas de caminar por las orillas del río Magdalena, actividad que lo había absorbido desde hacía
algunos meses, cuando la vecina dijo que a papá se lo había llevado el río. Por esto los zapatos se le mojaban todo el tiempo, lo que hacía que el olor en su interior se fermentara. Hay señoras pecuecas y la tuya decía mamá antes de mandarlo a sacar los zapatos al patio y lavarse bien los pies, pues cundía la habitación con esa fragancia muy suya y que a doña Fernanda no le gustaba. Ella trabajaba catorce horas al día y los ingresos que ganaba le permitían sostener a sus hijos, aunque en ocasiones fueran muchas las necesidades sin resolver. No había para comprar más zapatos pero en la mesa siempre había un plato de arroz, y habiendo arroz que falte lo que sea. Dónde hay arroz está Dios repetía siempre con una sonrisa.
Mantener la casa se había convertido en una tarea muy dura después de la ausencia de don Antonio, quien hacía algunos años salió y no volvió. Fue a una cita con unos fulanos que le estaban cobrando cuota de soborno por el derecho de trabajar en el puerto de la arena. Toño, como lo conocían en la comuna 1, es pescador de profesión y arenero. A punta de los oficios y labores del río logró comprar una canoa y una casa digna, producto del esfuerzo de sus manos. Labraba el río en horas del día y de la noche, semana tras semana, año tras año. Así desde hace más de tres décadas y hasta el momento de su desaparición.
Hace dos noches, en casa, la señora Fernanda les dio una sorpresa a sus hijos: la cena era pollo asado, de ese que venden en el asadero del parque infantil, pues había que celebrar la clasificación a las finales de la competencia en la que el miembro menor de la familia, Lukas, se la jugaba como nuevo atleta. Era un plato diferente para una fecha especial. Hay ocasiones en que las circunstancias vividas empañan los sentimientos, pero esa noche era feliz porque así lo habían
en estas páginas Resultado del Chismógrafo, una actividad de mediación que buscaba recoger diferentes experiencias que las comunidades de Neiva han tenido al rededor o en contacto con el río Magdalena.


decidido, porque era la mejor opción. Si bien hay procesos de sanación pendientes, mamá siempre afirma que todos los días son diferentes, que cada mañana trae consigo sus propias bendiciones y que hay que vivir un día a la vez.
Un día a la vez.
El de hoy bastante incierto. Las fuertes lluvias de la últimas noches provocaron el crecimiento repentino del caudal, e hicieron que el río se desbordara y arrasara consigo a su paso enseres, cultivos, bienes materiales, algunos animales de granja, sueños, esperanzas y hasta los zapatos de Lukas, que por tener pecueca durmieron en el patio y no en la alcoba como los de Juan. ¡Qué desdicha, qué tragedia, qué susto! Solo bastaron unas horas para que el agua desbordada dejara a muchos de los habitantes con más necesidades de las que ya tenían. El río se lleva todo a su paso dijo
don Onofre, el señor de la tienda.
Lukas corre mañana la definitiva por la medalla. El profe y mamá lo van a acompañar. Yo lo siento por mis zapatos, que desde ahora deberán compartir ese olor que a doña Fernanda no le gusta.
Dicen los mayores que uno no se baña dos veces en el mismo río, y que el agua corre más que el tiempo.
¿El río que se llevó a papá será el mismo que se llevó los zapatos de Lukas?
Jhon Dhirty González, mediador en Barrancabermeja
Inspirado en Pisoteados, una instalación del artista magangueleño Eduardo Butrón, hecha a partir de zapatos reciclados sacados del río Magdalena, y expuesta en La línea negra, una curaduría de Jaider Orsini.
El Magdalena Medio es un territorio en el que convergen múltiples elementos estéticos y místicos profundos.
Recorrerlo es divisar la poesía implícita en la memoria de sus calles, sus gentes, el dolor, la resistencia y la resiliencia, el empuje de las mujeres protagonistas de un territorio en disputa, de las pérdidas, las luchas, los sueños coartados, aplazados, tercos. El Magdalena Medio es en sí mismo una obra de arte, y existe la necesidad de abrazar esa obra de arte, de dibujarla, de cantarla, de tocarla con un buen son, de danzarla hasta quedarse sin aire, de narrarla, de llorarla, de denunciarla y de transmutarla.
Tal vez eso dio vida al Inaudito Magdalena, esa impostergable tarea de darle un lugar a lo increíble, a la belleza del horror, al sonido del grito mudo que emergió cuando la crueldad devastó cuanto pudo a su paso.
El Magdalena, cuyas aguas han de haber llegado a los lugares más insospechados, nos conecta con el mundo y nos recuerda que aquí, y en muchos lares de este vasto mundo, hemos sobrevivido a la guerra, y que el arte ha arropado con su manto cálido lo que resta de humanidad.
Paola Muñoz
mediadora en Barrancabermeja.
página 20 Gestos inauditos, una actividad desarrollada por el equipo de mediación de Barrancabermeja en la que, con diferentes detonantes, buscaban explorar la relación entre el cuerpo, el movimiento y el río Magdalena.
páginas 22–23 Registro de Ríos vivos – haciendo máquina, una actividad de mediación que buscaba invitar a los transeúntes y a las personas que se detuvieron en las obras ubicadas a la entrada del edificio José Eustacio Rivera, en Neiva, a hacer una ejercicio lúdico con el cuerpo para que conocieran la exposición Caudal Adentro.
Para lograr entender algo hay que tomarse su tiempo. Una vez a mi suegro, hombre culto y apasionado del teatro, lo escuché decir vísteme despacio que voy deprisa. Es una frase de Napoleón Bonaparte, su tocayo, que se había convertido para él en una expresión memorable que aplicaba todos los días. Al principio pensé que se trataba de un juego de palabras con poco sentido. Sin embargo, con el tiempo, el de ahora, luego de haber transcurrido quince días desde la inauguración del Salón Nacional de Artistas, le he encontrado sentido.
Muchos que han llegado al salón, en un principio, al igual que yo, han sentido el choque de una propuesta artística lejana del contexto barranqueño. Arte conceptual, en su mayoría expuesto en medios audiovisuales. Recibe un impacto inesperado quien entra por primera vez a este espacio. Surgen muchas dudas, peticiones y quejas de toda índole.

Los espectadores son recibidos por tres personas vestidas de blanco que se presentan como mediadores del Salón, y por un espacio frío y tenue que se asemeja a las
circunstancias del lugar: el Hotel Pipatón. Entre sonrisas y amabilidad los mediadores acompañan a los visitantes a través de un recorrido lleno de charlas, anécdotas y experiencias compartidas que se relacionan con la propuesta de los artistas que, de alguna manera, buscaron transformar diferentes conceptos en un espacio lleno de muchos significados. Por experiencia sé que hay dos tipos de visitantes: primero los que se dejan acompañar por los mediadores y terminan con un recorrido menos agotador por la interacción; y segundo, un grupo conformado, en su gran mayoría, por artistas y críticos de la cultura, quienes no acceden a interactuar con nadie más que con las piezas, y que terminan el recorrido en un tiempo corto o, como se dice coloquialmente, a vuelo de pájaro, pero salen del lugar con un extenso discurso.
Al finalizar el recorrido las expresiones de los rostros cambian. Unas muestran agrado y otras podrían provocar un malestar general en el cuerpo solo con mirarlas. Lo cierto es que los visitantes no salen de la exposición en el mismo estado en el que ingresaron. Ahora hay muchas cosas por organizar en la cabeza, y el ejercicio de tratar de entender por qué unos zapatos o unas telas bordadas, por ejemplo, dejan de ser un elemento cotidiano para ser una pieza de arte.
Desde esa perspectiva habrá valido la pena pasar por La línea negra para encontrarse con preguntas y, por qué no, con posibles respuestas. Pero para eso es necesario no solo pasar, sino pasar y tomarse el tiempo.
Leidy Yoana Niño Muñoz mediadora en Barrancabermeja
MEMORIAS INAUDITAS:
Que esta versión del Salón Nacional de Artistas sea un pulso descentrado e intenso que atraviesa gran parte del país sugiere una serie de retos particulares para los procesos que buscan difundir y comunicar lo que está pasando, pasará y pasó en su interior. Uno de esos retos parte de que la evidente multiplicidad de coordenadas del Salón –sus muchos espacios y tiempos– revela inevitablemente una segunda multiplicidad, una de voces y relatos que se han encontrado, se han enfrentado y han coexistido. Una polifonía singular que nos habló y nos sigue hablando del encuentro entre las ciudadanías diversas, las prácticas creativas y el Río Magdalena.
Este fanzine se construyó a partir de insumos y contenidos generados en las experiencias de mediación de Caudal
El componente de memoria social del 46 SNA responde al reto particular de recoger esa polifonía a través de la producción de objetos de memoria que la materialicen y le permitan circular. Objetos como este fanzine.
Adentro, en Neiva, y La línea negra, en Barrancabermeja, exposiciones desarrolladas entre junio y julio del 2022 en el marco del 46 Salón Nacional de Artistas.
Federico Reyes Mesa
Coordinador de memoria social
Equipo de mediación
Neiva
Jessica María Cabrera Lara
Elías Álvarez Olaya
Nicole Daniela Vargas
Laura Daniela Pérez Suárez Barrancabermeja
Leidy Yoana Niño Muñoz
Dhirty – Jhon Jaime González Granados
Paola Andrea Muñoz León
Coordinadora del equipo de mediación
Mariela Romina Silva
Formadora del equipo de mediación
Ana Garzón Sabogal
Coordinador de memoria social
Federico Reyes Mesa
Diseño
Taller Agosto
Impresión
Torrebeta
Impreso en Bogotá en agosto del 2022
iMagen en Carátula Resultados de la actividad Apología al río, realizada por el equipo de mediación de Barrancabermeja.
iMagen en Contra Carátula Resultado de Olla Indio: ¿cómo hacer un buen paseo de olla?, una actividad de mediación en Neiva que buscaba conversar alrededor de la olla con el público, y a partir de esa conversación generar un manual de buenas prácticas para un paseo de olla.
