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Culpables

Laley y la justicia no siempre van de la mano, lo legal no siempre es justo y peor aún cuando la legalidad, aunque sea injusta, se disfraza de justicia. Por ejemplo, durante siglos el esclavismo fue legal, así como lo fueron también el colonialismo, el racismo, el fascismo, y las dictaduras, porque la legalidad siempre ha sido una cuestión de poder y no siempre de justicia.

En México supuestamente el aparato judicial está para hacer cumplir las leyes en pro de la justicia pero es un secreto a voces que la autoridad suele estar disponible al mejor postor por cuestión de dinero. Es común escuchar que “nada sobre la Ley”, sin embargo, el veredicto popular -el sentir generalizado de la población- suele estar por encima de la Ley surgiendo como una respuesta condenatoria ante la injusticia y la impunidad.

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El veredicto popular siempre busca culpables, a quienes echarle la culpa y responsabilizar de las situaciones que aquejan a la población, a veces con razón y otras no. Actualmente el linchamiento mediático en las redes sociales tiene gran peso y el bombardeo de mentiras y de verdades a medias son determinantes en el veredicto popular para inclinar la balanza no siempre hacia el lado de la justicia.

Culpable o no, el veredicto popular ya condenó a Felipe Calderón igual que tiempo atrás lo había hecho con su testaferro García Luna. Condenados de igual manera los son Lozoya, los Moreira, los Salinas de Gortari y un largo etcétera. De la misma forma funcionarios actuales ya empiezan a ser juzgados y condenados por el veredicto popular. De hecho, la historia patria está llena de villanos condenados por el veredicto popular a veces injustamente.

Y aunque nuestros villanos contemporáneos pretendan aparentar inocencia y apego a la legalidad, el veredicto popular ya los condenó porque ante la impotencia que ocasionan la injusticia y la impunidad, el veredicto popular aparece como la única opción para obtener justicia –aunque sea de manera ilusoria- para condenar como culpables a quienes bajo el amparo de una aparente legalidad se burlan de la justicia.

De tiempo atrás el veredicto popular también ha dictado sentencia condenatoria al cinismo y prepotencia de los senadores y diputados –locales y federales- que van y vienen, sin hacer nada, mintiendo y beneficiándose a costa del erario público sin representar beneficio alguno y cuyas prioridades son individuales, partidistas y electoreras en vez de legislar en beneficio de sus representados. De la misma manera condenados también por el veredicto popular están las distintas po-

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