ZIRKÓLIKA #26 otoño 2010

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Conversando con

cionados socialmente: los niños, los animales… De acuerdo. Y volviendo al clown: para mí, el clown debería llegar a ser como Virgilio, el personaje que acompaña al Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso: acompañar, conducir, guiar al espectador por los diversos estadios emocionales. Tú has trabajado con diferentes augustos: Monti, Oriolo, Jango Edwards, ahora en Roncalli con David Larible… ¿Cambiar de augusto cambia en algo a tu clown? La comedia clownesca es un juego de contrastes, y es lógico que si cambia uno de los dos protagonistas, el otro deba adaptarse. Diría que es casi un proceso automático, porque un augusto te saca cosas que quizá otro augusto no te ha sabido explorar. El mismo David Larible da matices diferentes cuando trabaja solo o cuando trabaja conmigo, con Pipo Sosman u otro clown. Cuando va solo, Larible usa al público como oponente dramático, y es él quien sujeta las riendas. Pero cuando trabaja con un clown, las riendas las sujeta el clown. Sí, pero las sujeta en calidad de faire-valoir, de potenciador de las genialidades del augusto… Como te decía antes, eso sucede en el juego clásico, en que el carablanca no tiene más profundidad que su faceta autoritaria. Pero el clown no tiene por qué ser unidireccional. El autoritarismo no tiene sentido, en el siglo XXI. Y, por ende, tampoco en una pista de circo. Sostengo que el carablanca debe poder despertar una sonrisa. Porque la sonrisa conduce a la reflexión, y en la reflexión interviene el conocimiento adulto. En cambio, la risa (que, cuidado, está muy bien) es inmediata, es acción-reacción, como decíamos antes. El payaso blanco debe ser un vendedor de utopías (en eso estoy completamente de acuerdo con Leo Bassi). El clown debe accionar resortes, debe incitar a un sueño de libertad. Debe transformar el “pasen y vean” en “pasen y sientan”.

Gensi, Monti y Oriolo en 2001 en el Circo Roncalli. Foto: Juan Antonio Vergel.

Sé que personajes muy solventes, como Gustav Bernstein, el gran experto en el circo Sarrasani, o el gran augusto Totó Chabri te han felicitado por la creación de tu clown… Esos reconocimientos me dan seguridad y me indican que no voy muy equivocado en mis planteamientos. El circo tiene una parte energética muy potente, pero también debe

tener una dimensión poética y espiritual. El circo (y el espectáculo en general) como simple entretenimiento no me interesa. Si yo he llegado al corazón de esas personas que me nombras, me siento en el camino. Escuché lo que Totó Chabri le decía a David Larible: “He descubierto que el carablanca puede también ser ridículo, por la humanidad que exhala, porque puede pasar en un momento de la inocencia y la ternura a una malicia total”. ¿Has aprendido mucho, con David Larible? David es un profesional como la copa de un pino. Nació en el circo y conoce todos los secretos de la pista. Y practica una disciplina extraordinaria. Además, como compañero, jamás te deja colgado. Si trabajas con un oponente poco estable te sientes inseguro, intranquilo. Y eso el público lo nota. Con David voy supertranquilo, tanto en pista como en escenario. Piensa que, además de trabajar juntos en el espectáculo de Roncalli, también presentamos variedades en el Tempodron de Berlín y vamos de gira con un espectáculo clownaugusto. Y siempre es todo muy enriquecedor. Sebastià Gasch, Tristan Rémy, Charlie Chaplin y Charlie Rivel sostenian que el oficio de payaso se compone de muchos otros oficios. ¿Estás de acuerdo con ellos? Cuantas más cosas conozca un payaso, cuantas más cosas sepa hacer, tanto mejor será. Música, canto, acrobacia, malabares, equilibrio, expresión corporal, dicción perfecta en cualquier idioma, control del ritmo… tantas cosas como pueda. Y un nivel cultural cuanto más amplio mejor. ¿Crees en el rol social del payaso? ¿Estarías de acuerdo con el antropólogo Manuel Delgado cuando afirma que el payaso es el nuevo chamán de la sociedad global? Si tienes en cuenta figuras como Dimitri, Leo Bassi, Jango Edwards y tantos otros, claro que sí. El payaso blanco es un oficiante, es un poco sacerdote, de alguna manera. La risa y las emociones son una especie de depuración sicológica. El chamán efectúa un ritual para conjurar las fuerzas de la Naturaleza a favor de la comunidad. ¿Y no es esa una dedicación paralela al trabajo de los payasos, que, a la postre, son los higienistas mentales de la Humanidad?


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