Un hermoso y refulgente diamante del tamaño de un limón

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UN HERMOSO Y REFULGENTE DIAMANTE DEL TAMAÑO DE UN LIMÓN



UN HERMOSO Y REFULGENTE DIAMANTE DEL TAMAÑO DE UN LIMÓN ZANDY BENET


Diseño y arte de cubierta: R a f a e l H e r n á n d e z I l u s t r a c i o n e s : V e r ó n i c a C a n i n o ESFERA DE PAPEL www.esferadepapel.blogspot.mx EDICIONES BAJO DEMANDA

Primera edición: julio de 2016

esfera de papel es una esfera suspendida en el espacio que también es de papel

UN HERMOSO Y REFULGENTE D IAMA N T E D E L TAMA Ñ O D E UN LIMÓN © Derechos Reservados 2016 Z a n d y B e n e t

IMPRESO EN MÉXICO Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, mecánico o electrónico, actual o futuro, sin la autorización por escrito de la autora.


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l escritorio era lúgubre y se encontraba cubierto de polvo en un rincón al fondo del sótano. Con detenimiento quitó las cajas y papeles encima de él, hasta llegar a uno de los cajones en la parte frontal. En su interior encontró antiguos discos de acetato que parecían acoplarse a un fonógrafo, pero, ¿dónde estaría aquel aparato para reproducir el sonido? Lo buscó con detenimiento en aquel desordenado lugar hasta verlo aparecer debajo de unas grandes y rasgadas mantas. Tomó uno de los discos, lo colocó con esmero en la parte superior y giro la manivela. Una voz de ultratumba resonó por el lugar; una voz de mujer que profería un extraño dialecto, palabras sin sentido que, más que transmitir paz, producían todo lo contrario. El pelo se le erizó mientras continuaba escuchando aquel hipnótico palabrerío…





1 Casandra era una joven hermosa, de cabellos rojizos y grandes ojos verdes. Hija única de dos renombrados arqueólogos que desentrañaban tesoros ocultos en tierras lejanas. Había llegado la hora en que tenía que emprender la vida por su cuenta por lo que, tras buscar durante meses una casa en los anuncios del periódico matutino, encontró aquella magnifica propiedad en un pueblo cercano al que creció cuando era niña. Una hacienda henequenera con una hermosa casa señorial estilo colonial mexicano. Ésta había sido una de las muchas que dieron impulso económico determinante al estado de Yucatán y a la región peninsular desde la segunda parte del siglo XIX, hasta casi finales del siglo XX.


Contaba con bellas y espaciosas recámaras y paisajes que quitaban el aliento, todo alrededor era vegetación, y grandes árboles la circundaban, haciendo de ella un lugar majestuoso. Muy cerca de ahí se encontraba el pueblo con su bullicio y sus tendejones antiguos, aunque también había establecimientos comerciales que no hacía mucho habían sido construidos, por lo que no tendría problema alguno si buscase surtirse. Aunque siempre estaba acompañada por su inseparable gatita Chiquita, una siamesa blanca de profundos ojos azules a la que adoraba, no quería vivir excluida, por lo que le propuso a su entrañable amiga Tere que la acompañara a vivir en aquel caserón. Las dos habían sido como hermanas, ya que habían crecido en el mismo pueblo desde que eran unas niñas. Por supuesto, Tere aceptó gustosa, ya que a su vez necesitaba una nueva oportunidad para desarrollarse en su profesión de chef. Al llegar su nuevo hogar, Casandra y Tere estaban emocionadas, mientras Chiquita maullaba y frotaba su diminuto cuerpecillo por todo el espacio, descubriendo nuevos lugares para esconderse o jugar. Todo parecía perfecto, era justo lo que las dos habían soñado: un anhelo hecho realidad. Una vez en la casona, las dos corrieron a escoger la que sería su recámara; eran como dos infantes tratando de atrapar el juguete nuevo en la base del árbol de Navidad. ─Yo quiero esta habitación, la ventana da hacia el jardín y la vista es inmejorable. Me encanta el balcón 12


con su enredadera de bugambilia; espero que me regale muchas flores y su aroma inunde mi recámara ─exclamó ilusionada Casandra─. ¿Qué tal si tu tomas la que está al otro lado? Aunque da a la parte de atrás, la vista hacia la alta selva es soberbia ─le dice a su amiga. ─Está bien. ¡Esa habitación es perfecta para mí! ─sonríe Tere entusiasmada, tomando sus pertenencias para trasladarlas a su nueva recámara. Las dos amigas se toman varios días para acomodar la nueva vivienda sabiendo que tendrán una gran oportunidad de desarrollo en aquel lugar. Casandra era escritora y deseaba tomarse el tiempo necesario para terminar su última novela, mientras que Tere había conseguido un estupendo empleo en el poblado como la diestra chef que era. Cuando Casandra no estaba escribiendo algún párrafo de su nuevo libro, salía a tocar el instrumento que más adoraba: su flauta, la cual apreciaba enormemente, más aun conociendo el antecedente de que el instrumento musical más antiguo descubierto hasta hoy en día era una flauta de hueso de aproximadamente 43 mil años de antigüedad encontrada en una cueva en Alemania. Casandra la tocaba maravillosamente. Desde que era un crio, sus padres le habían inculcado el apreciar los exquisitos sonidos que emanaban de ella. Poco a poco fue perfeccionando el don que la vida le había otorgado y ahora era diestra con el instrumento. Todas las tardes salía a la parte delantera de la hacienda y se adentraba en la selva, en donde tras sentarse en algún pacífico lugar, entonaba primoro13


sas melodías que se dispersaban a través del entorno, abriéndose paso entre la maleza. Aquella tarde había terminado temprano sus actividades, por lo que tomó su amada flauta y, seguida por su juguetón minino, se encaminó hacia lo profundo de la selva hasta encontrar el lugar perfecto para desmenuzar su alma a través de tenues melodías. Las notas empezaron a salir como diminutas luciérnagas suspendidas en el aire tocando todo a su paso; vibraciones que llenaban el espacio de mensajes surrealistas. Todo aquel que escuchaba esas notas subyugantes, quedaba embelesado; tal era el poder que ejercía. Lo que nunca imaginó, es que miles de miradas estaban ocultas en aquel paraje, pequeños ojitos que brillaban como destellos sonrientes a través de la maleza. Chiquita brincaba de un lugar a otro; pareciera jugar con algo en el entorno mientras el lugar se llenaba de encanto. Los árboles de chicozapote, chechén o las ceibas, se inclinaban, y las flores se giraban hacia ella mientras las mariposas revoloteaban alrededor, y flotaban prendidas de alguna nota al viento. El mimetismo y la magia duraban hasta ya entrada la tarde, en que Casandra volvía a depositar su flauta cuidadosamente en el estuche y regresaba a casa seguida de su «bolita de pelo». Los días pasan con extrema prisa, todo está listo en la hacienda mientras la vida sigue su eterno peregrinaje. Cierta tarde en que Casandra estaba sola, decidió bajar 14


al sótano de la casona, ese era el último lugar que a ella le faltaba por visitar y le había prometido a Tere revisar su interior. Bajó tranquilamente la escalera, pero al tocar sus pies el último peldaño, la puerta se abrió de golpe para dar paso a una helada ráfaga de viento que la hizo estremecer. Despacio, asomó la cabeza y penetró con parsimonia, clavando la mirada en aquella extraña y sombría estancia. Se encontró con infinidad de recuerdos olvidados: un baúl, cajas de todo tipo y tamaño, una pequeña cama que seguramente perteneció alguna vez a un infante, cacharros de cocina, polvo y más polvo. Pero en una esquina de aquel confuso espacio, vio algo que llamó poderosamente su atención. Era un sentimiento inexplicable, como si manos invisibles tiraran de ella llamándola desde lejos haciendo señales intermitentes, indicándole el lugar preciso al que habría de acudir. El escritorio era lúgubre y se encontraba cubierto de polvo en un rincón del fondo del sótano. Con detenimiento quitó las cajas y papeles encima de él, hasta llegar a uno de los cajones en la parte frontal. En su interior encontró antiguos discos de acetato que parecían acoplarse a un fonógrafo, pero, ¿dónde estaría aquel aparato para reproducir el sonido? Lo buscó con detenimiento en aquel desordenado lugar hasta verlo aparecer debajo de unas grandes y rasgadas mantas. Tomó uno de los discos, lo colocó con esmero en la parte superior y giro la manivela. Una voz de ultratumba resonó por el lugar; una voz de mujer que profería un extraño dialecto, palabras sin sentido que, más que 15


transmitir paz, producían todo lo contrario. El pelo se le erizó mientras continuaba escuchando aquel hipnótico palabrerío… «Le ka wiiko’ ma’ jaaji’, e jaajo’ tiich’ u ta’akmuba», rezaba aquella voz sin cesar, repitiendo una y otra vez la misma cantaleta. Los ojos de Casandra estaban fijos en aquellos acetatos, como si con la mirada pudiera escudriñar el significado de aquel lenguaje. ¿Qué querrán decir esas palabras? ¿Por qué siento que mi cuerpo se tensa al escucharlas? Sin embargo, hay algo en ellas que me entristece a la vez que me aterra. Un dolor oprime mi pecho y sentimientos inexplicables me invaden pero, ¿por qué? ─pensó, mientras continuaba escuchando y rumiando mentalmente las palabras, hasta que la razón la hizo volver en sí para hacerla salir del lugar a toda prisa.

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2 El sol se eleva implacable en el horizonte creando difusas figuras en las nubes. Cuando Casandra se levanta, toma su chalina y se dirige en busca de su amiga. Al salir a la parte frontal de la casa, se encuentra con Chiquita, que brinca juguetona tratando de alcanzar las pequeñas mariposas que vuelan cerca de ella, mientras Tere ríe a carcajadas viendo los vanos esfuerzos del acróbata minino. Casandra, al ver a su amiga, también sonríe. Admira su largo pelo, sedoso y negro, con aquellos eternos ojitos sonrientes que hacen de su cara una visión angelical. Corta de estatura pero bien proporcionada y de carácter afable, alegre y positivo que hace que a ella los problemas difícilmente le agobien. Es ávida lectora, por lo


que tiene siempre una pronta respuesta. Cuando Casandra necesita de un sabio consejo, Tere se lo proporciona, dándole con él su incondicional apoyo. En el pueblo se le considera una refinada chef, porque todos sus platillos llevan impreso su corazón, antes que la sal y pimienta. Todas estas cualidades englobadas en una sola persona, hacen de ella una mujer fascinante. Es una alma gemela a la suya y, a pesar de no ser hermanas de sangre, la unión entre ellas es significativa. Las dos se sientan plácidamente antes de empezar la rutina del día a deleitarse con una aromática taza de té de hierbas frescas y unos deliciosos biscochos preparados con gran maestría. Casi ha olvidado por completo el suceso de los dichosos discos, hasta que Tere trae a su memoria aquel lugar sombrío. ─Casandra, ¿limpiaste el sótano como me dijiste que lo harías? Y dime, ¿qué encontraste? ¿Crees que podamos utilizar algo de lo hallado o será mejor desecharlo? Porque supongo que descubriste muebles antiguos e interesantes, ¿no es así? Aquello trajo a su memoria los desconcertantes discos que su mente había bloqueado. Tenía que investigar a quién habían pertenecido y el significado de aquel palabrerío. De momento no quiso decirle nada a su amiga hasta descubrir por qué aquellos acetatos le producían sentimientos encontrados. ─Bajé a inspeccionar un poco, nada más, pero tendré que regresar para limpiarlo todo con más detalle ─dijo sin más. 20


Después de una interminable charla con su amiga, entró a la casa pensativa y se encaminó al antiquísimo teléfono que estaba en la sala. Llamaría a la corredora de bienes raíces para preguntarle a quién pertenecían los artículos del sótano y trataría de explicarle lo sucedido al intentar escuchar uno de los discos. Algo en el fondo de su alma mordisqueaba el hecho tratando de desmenuzar lo acontecido. ─Hola, Caty, siento mucho molestarte, pero tengo muchas dudas y eres tú la única que puede sacarme del enredo. Hace unos días fui a revisar el sótano de la hacienda y me encontré con unos antiguos discos de acetato que yacían al fondo de un viejo escritorio. También hallé un arcaico fonógrafo debajo de unas mantas, en donde coloqué uno de ellos e intenté escucharlo. Fue grande mi sorpresa al oír una voz de la que emanaban extraños sonidos que me turbaron grandemente. La voz entonaba unas palabras sin sentido una y otra vez; era una especie de rezo o sortilegio, no logré entenderlo. ¿Sabes lo que dicen o a quien pertenecían? »¿Caty? ¿Caty? ¿Me escuchas? ¿Por qué no me contestas? ─Mira ─dijo ésta después de un rato de espera─, trata de tomar las cosas con calma y déjame relatarte lo que sé al respecto, ¿quieres? Pero antes que nada, quiero advertirte que en estos lugares suceden muchas cosas inexplicables. La península de Yucatán es un lugar místico en donde aún se encuentran vivas muchas creencias ancestrales tales como los chamanes llamados mem, los aluxes, las damas del lago, etc. De hecho 21


mi abuela me cuenta que mi abuelo desapareció misteriosamente bajo las aguas de una laguna cercana que se cree está embrujada. Se dice que lo vieron sumergirse lentamente, como si alguien lo jalara; y desde entonces, nada sabemos de él. Por supuesto llegaron a investigar las autoridades pero nada sino silencio encontraron. »En cuanto a los discos, empezaré por decirte que pertenecieron a la anterior dueña, misma que en pueblo aseguran fue una X´tabay. Algunas personas dicen que era buena, otras aseguran que fue lo opuesto. Se ha hecho una leyenda, pero como tal, no hay forma de asegurar lo que cuentan. »Por mi parte traté de deshacerme de ellos en varias ocasiones pero no bien los arrojaba a la basura, aparecían en el mismo lugar. Creo que es mejor dejarlos ahí que pasar un mal momento. Discúlpame si hasta hoy te lo hago saber pero el tiempo pasó sin sentir y además, ¡nunca imaginé que fuera imposible tirar unos viejos acetatos! ─¿Una X’tabay? ¿Qué quieres decir con esa palabra? ─preguntó Casandra frunciendo el entrecejo. ─Una X’tabay es una mujer que embruja a los hombres y se los lleva para perderlos o matarlos. Es una mestiza bellísima de largos cabellos que los atrae con sus encantos y es oriunda de estos parajes yucatecos. Cuentan los lugareños de estos pueblos mayas, que ronda en la selva, y al hombre que pasa cerca de ella lo llama haciéndole señas. El que se atreve a ir en busca de su amor, sucumbiendo ante tal belleza, jamás regresa. Es parte de las leyendas del folklore maya y se transmite de boca en boca. 22


Aún continuaba la voz de la mujer turbando su mente. ¿Así que los discos le habían pertenecido a un extraño personaje? ¿Realmente había habitado la finca una X´tabay? Seguramente Caty está bromeando ─pensó al colgar─. Lo mejor será no darle crédito a tanta tontería ─se dijo, aunque en el fondo de sí misma intuía que algo raro acontecía. El Sol pasa intermitentemente por el firmamento, mientras las manecillas del reloj giran una y otra vez sin una piedra en el camino. Casandra y Tere están felices, la casa ya está acondicionada y luce fabulosa. Entre las dos la han convertido en un lugar cómodo y hermoso; ahora, finalmente, pueden disfrutar de la tranquilidad tan ansiada al terminar sus labores del día. Es una tarde preciosa y las dos amigas, sentadas en la terraza afuera de la casa, gozan de su habitual té de hierbas frescas y unas galletitas, mientras Chiquita juega sin parar con las hojas que flotan en el viento. Ellas disfrutan de grandes ratos de interacción en los que exponen sus ideas y logros, como también sus futuras metas. Todo alrededor es tranquilidad mientras la conversación deriva hacia un hecho peculiar. ─Casandra, quería comentarte algo que me aconteció anoche y que me tiene perturbada y muy nerviosa. ─¿Algo malo? ¡No me asustes!, cuéntame por favor, ¿qué fue lo que te sucedió? 23


─Anoche vi la figura de lo que creo era un joven. ─¿La figura de un joven? ─repite Casandra levantando una ceja─. ¿Lo viste por la ventana? Seguramente era algún chico del pueblo, ¿no? ─No, Casandra, no estaba afuera de la casa, ¡estaba en mi habitación! ─continúa Tere angustiada─. Era una figura extraña, traslúcida, y parecía flotar. Me encontraba dormida, pero un sentimiento inexplicable me hizo despertar. Cuando entorné los ojos y alcé la mirada, vi a un joven; este se encontraba justo a los pies de mi cama. No se movía y su expresión era sombría, parecía estar estudiando mi rostro porque me observaba detenidamente. Pensé que aún estaba dormitando, pero al percatarme de que no era así y abrir por completo los ojos, ¡el hombre flotó hacia atrás y desapareció en la oscuridad! Al instante prendí la luz de la lámpara a mi costado y no había nada. Gran susto me llevé; quise correr a avisarte pero eran altas horas de la noche por lo que decidí esperar a la primera oportunidad para contártelo. ¿Acaso tú no has sentido, ni visto algo extraño desde que estamos aquí? ─No ─contesta meditabunda─. Aunque ahora que lo mencionas, sí me sucedió algo que me asustó: Fui a tratar de desocupar el sótano, como habíamos quedado, y en el intento me encontré con un antiguo y extravagante escritorio. Es de madera de nogal y las patas tienen labradas unas insólitas figuras mitológicas que aún no logro descifrar. Revisando el interior de sus cajones encontré postales y papeles, y unos raros ace24


tatos. Por supuesto, busqué el fonógrafo que le hiciera compañía a tan singulares discos, y al poner uno de ellos, se dejó escuchar una voz rarísima. Aquella repetía las mismas palabras sin cesar, pero era difícil saber lo que decían, ya que el dialecto era inusual. »El cántico sonaba subyugante, era como un rezo o hechizo y me causó mucho sobresalto. Como comprenderás, le hablé a Caty, la mujer que me vendió la propiedad, para preguntarle sobre ellos, ¿y qué crees? Me contestó que tanto el escritorio como los acetatos le habían pertenecido a la anterior dueña, la cual se comentaba en el pueblo que había sido una X´tabay. Mencionó que ella trató de tirar los discos pero cada vez que lo intentaba volvían a aparecer en el mismo lugar. No te lo dije antes porque no le creí nada a Caty, ella suele ser muy bromista, así que supuse que sólo era una guasa. La verdad me resulta difícil creer lo que dijo, ya que no creo en tanta tontería, pero de momento no regresé a terminar de revisar. ─Y, en cuanto a ti, seguramente lo que viste fue sólo un mal sueño. Creo, querida Tere, que tanto trabajo ha entorpecido nuestros sentidos y lo mejor será no seguir pensando en ello. Es mejor sólo ver lo bueno y disfrutar de todo lo que ahora tenemos; no debemos perder la cabeza en conjeturas, ¿no crees? ─Tal vez tengas razón, Casandra, disfrutemos este momento en vez de poner una sombra de angustia sobre él. Además, ¡yo tampoco creo en tanta bobada! ─y las dos rieron animadamente. 25


El día llega a su fin mientras la noche se convierte en furia y la lluvia cae copiosamente. El viento aúlla lastimeramente quejándose por quedarse fuera, y los relámpagos zigzaguean entre las gotas que caen a cántaros en la azotea. Casandra duerme arropada en mantas rosadas, y su larga y rojiza cabellera cae como hilos a lo largo de la almohada. Sus dulces labios balbucean en silencio palabras sin rumbo mientras la pequeña pelotita de blanco pelo ronronea enroscada en total indiferencia. El desconcierto flota en la estancia mientras una mano fantasmal se acerca a su mejilla. Los dedos se deslizan sin contemplación hasta un mechón de su cabello y se enredan sin control en las ondas de sus rizos. Aquel ser susurra con voz tenue al impávido oído. ─Ven, Casandra ─murmura, mientras aspira con deleite el perfume del grácil cuerpo. Aquella, sin chistar, hace a un lado las frazadas mientras se encamina hipnótica hacia el fondo de una esquina. Una imagen negruzca la espera; pareciera acechar ahí eternamente. Aquel ser sobrenatural se aferra a su cintura llevándola consigo hacia el enorme espejo. El marco se inunda con niebla de grises tonos mientras los dos se pierden entre brumas y temblores. El viento continúa su sepulcral rugido alimentando la sugestión y agigantando la imaginación entre amorfas, difusas y grisáceas sombras. Una tenue niebla se esparce por el cuarto de Casandra, mientras un indefinido rostro se asoma vigilante en el cristal de la ventana. 26


3 Las horas devoran rápidamente la noche, y los pájaros cantan alegremente en el alféizar anunciando un nuevo día. Casandra se levanta y sale al balcón a admirar aquel vivificante espectáculo que le da los buenos días. Observa aquel entorno que difícilmente puede ser descrito con palabras, mientras examina minuciosamente la enredadera de bugambilia que está marchita. Se siente extraña, algo sucedió en la noche de lo cual no hay registro en su memoria, y sin embargo presente está en su alma. ¿Por qué me sentiré tan peculiar esta mañana? ─piensa al ir bajando junto con su mascota, para ir a desayunar con su querida amiga─. Creo que tanto hablar de extraños sucesos hizo mella en mi inconsciente ─continua meditando.


Una vez sentadas en la terraza, con su té de hierbas frescas en la mano y saboreando unos ricos biscochos elaborados en casa, las dos entablan su habitual charla matutina. ─Quería platicarte algo que me sucedió anoche ─le dice a Tere─. No sé qué pensar, pero algo me inquieta de tal forma que sólo pude dormitar. Recuerdo vagamente haber visto un rostro pero, tal vez sólo fue un sueño. Es algo confuso que no logro comprender ─continua Casandra, tratando de aclarar mentalmente aquel embrollo. ─¿No será el joven que vi el otro día? ─responde Tere─. ¿Recuerdas que te platiqué que vi a un hombre a los pies de mi cama y me observaba minuciosamente? ¡Tal vez es el mismo, y ahora también visitó tu recámara! ─No lo sé, pero estoy trastornada y muy nerviosa. Hoy iré al pueblo a indagar más sobre las personas que vivieron en esta casa. Tal vez eso me dé la pauta para saber qué es todo este enredo en el que estoy inmersa ─concluye alterada. Sin esperar más, esa misma tarde se dirige al pueblo en donde visita el Registro Público de la Propiedad para ahondar más en el pasado de la hacienda. Descubre que la que hoy es su hogar, era la casa grande de una hacienda de finales del 1800. Esta había vivido el gran auge del henequén hasta que se inventaron los hilos sintéticos y la industria cayó abruptamente, y con ella, el esplendor de las haciendas. También hizo pregun28


tas entre los diversos empleados hasta sacar conclusiones. Según estos, los anteriores dueños habían sido Don Juan de Escobar, un hombre acaudalado e importante, y su hijo, el pequeño Zackary Escobar. Le dijeron entre susurros que Don Juan se había juntado con una hermosísima mujer llamada Deborah y que ella había acogido al niño como suyo. Esto no tendría nada en particular si no fuera porque el joven Zackary, ya de veintisiete años, había desaparecido sin que nadie supiera hasta hoy su paradero. Vaya, ¿así que había un joven en la que hoy es mi hacienda? Y, ¿qué habrá pasado con él? ¿Acaso murió y nadie en el pueblo se percató del suceso? Y si así fue, ¿no será su espíritu el que ronda mi propiedad? ─pensaba Casandra hecha un manojo de nervios. También se dirigió al asilo de ancianos, pasaría por ahí a ver si era posible que alguien le diera más detalles sobre el tema. Pero se encontró con que muchas de las personas mayores que ahí vivían no deseaban hablar o les daba temor hacerlo. Sólo uno de ellos le platicó la leyenda de lo que muchos callaban: Deborah, se decía, había sido una bellísima y poderosa X’tabay. Todas las noches en aquella hacienda se escuchaban extrañas voces en un dialecto desconocido, tétricos sonidos y luces extrañas salían disparadas por los huecos de puertas y ventanas, pero, ante el temor, nadie se atrevía a indagar. Los lugareños se replegaban temprano a sus viviendas, silenciosos y asustados por miedo a lo desconocido. Lo que nadie se explicaba, era la súbita desaparición de Zackary: aquel seguía siendo un misterio inexpugnable. 29


Se afirmaba que desde entonces, la bugambilia que trepaba por las paredes no daba flores y estaba marchita, y, para los pobladores, aquel era un símbolo inequívoco de la maldición que sobre el terruño se cernía. Estaba anocheciendo cuando el auto de Casandra se estacionó afuera del que ahora era su hogar. Al bajarse, corrió hasta encontrar a su amiga para platicarle detenidamente lo que había descubierto sobre la plantación y los antiguos propietarios. La madrugada las alcanzó aún despiertas, hasta que el cansancio hizo presa de ellas haciéndolas perderse en conjeturas y nebulosos sueños. Al día siguiente Casandra se levantó tarde, eran demasiadas emociones acontecidas en los últimos días. Se sentó al borde de su cama, pensativa, para hablar un momento con su gatita, Chiquita. Siempre había sentido una conexión especial con su mascota, lo cual aún no comprendía; era un vínculo que había entre ellas desde el momento que la encontró afuera de su puerta, llena de lodo, después de una lluvia torrencial, y la adoptó como suya. Ella parecía entender su sentir y sus palabras moviendo su melena y alzando aquellas puntiagudas orejitas. ¿Sabes? ─le dice mientras la acaricia─, en los momentos en que platico contigo siento que me respondes. Es como si quisieras darme la respuesta a todas mis dudas con esos pequeños ojitos azules como pedazos de cielo. Como si en realidad estuviéramos teniendo una conversación y tú tuvieras la respuesta a todas mis inquietudes ─le sonríe amorosa. 30


»Si tan sólo comprendieras lo intrigada que estoy con todo lo que investigué sobre esta hacienda y sus antiguos dueños ─prosigue con la mirada extraviada. Un hombre apuesto y acaudalado, una hermosísima mujer y un joven del que nadie sabe nada sobre su paradero… »La verdad, he notado muchas cosas extrañas en este lugar, pero yo no creo en fantasmas o apariciones ─esboza una mueca inquieta, mientras Chiquita se rasca la pelambrera─. Además, me dijeron que la enredadera de bugambilia que crece en mi ventana, no da flores desde entonces, y que eso es un símbolo inequívoco de que pesa una maldición en la hacienda ─agrega pensativa. El Sol termina su pausado recorrido, mientras se oculta en la selva haciendo una llamada a los seres noctámbulos que flotan con sus lucecillas y sus cantares nocturnos. Aquella selva, con una vegetación densa e imponente, es un eterno renovar de la existencia. Los sonidos intermitentes de las ramas; los seres vivos de distintas especies que conviven en ella, mientras su musgo se extiende como tentáculos al ras del suelo; tan amplia como el mar o tan pequeña como un arrecife de coral blanquecino. Se aspira toda la biodiversidad reinante, que bien sabe aprovechar eficientemente la energía solar, el agua y la tierra misma. Es un pulmón verde del mundo, llena de seres divinos. 31


Un silencio absoluto reina en la noche, cuando inusuales sueños enredan la mente de Casandra, aquellos van y vienen entre realidades y quimeras. Se mezclan tejiendo escenarios ficticios y difusos que la llenan de ansiedad, mientras el sobresalto se filtra en sus tendones haciéndola estremecer. Una voz, ahora conocida, susurra en el espacio. ─Casandra… Ven Casandra, sal de tu arropo y ven conmigo ─clama la voz. La obediencia de Casandra es inmediata y el autómata cuerpo lanza las mantas al suelo para dirigirse al joven que la espera atento. Toma su viril mano sin temor alguno, y juntos flotan hasta el final de una esquina, donde las siluetas, ahora difusas, se pierden en el espejo inmersas en la bruma.

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4 El Sol se mece en el horizonte como esfera de cristal, cuando Casandra se levanta con la incertidumbre de haber estado en otro lugar. Al paso de los días empieza a percatarse de que las suelas de sus zapatos a veces contienen lodo o pasto… ¿Dejó ahí su chalina?, ¿o durante la noche cambió de lugar? Se siente observada, extraña… fuera de tiempo. Esa tarde toma su flauta y junto con Chiquita sube al espacio que hace tiempo ha hecho suyo, desea un poco de meditación y lo logra perfectamente entonando aquellas diáfanas melodías. Y sacando del estuche su instrumento de viento, se dedica a dejarse llevar por las sublimes notas que se abrazaban, tejiendo hilos musicales mientras suben al cielo. Aquellas


hacen diariamente la delicia de los seres elementales ocultos entre el follaje. ─Aún no es tiempo de mostrarnos, aún no─ se dicen a sí mismos, aunque para la pequeña mascotita, ya son cosa de todos los días. Dicen que la música inunda el alma y enriquece el corazón de quien la escucha, enamorando cada latido con sus pacificadoras notas. La selva entra con cada acorde en un sopor de paz y sosiego. Las sílfides se sienten fascinadas por la música; tienen voces melodiosas y un enorme talento musical para cantar y para bailar, y disfrutan de la música de la flauta de Casandra entretejiéndose entre gasas etéreas, mientras dan piruetas juguetonas flotando al compás del vientecillo. Casandra no tiene idea de que existen y de que le dan inspiración para escribir sus obras; no sabe que toda la naturaleza está llena de seres invisibles que transitan junto al ser humano cuando se va a lugares esplendidos y en calma; que hay seres tan pequeños que pueden perderse en una brizna de hierba. En el mundo de los humanos se les llama seres elementales, porque este nombre proviene de su estrecha relación con los cuatro elementos de la naturaleza: agua, aire, tierra y fuego; ellos son prudentes, pobres o ricos, sabios o un poco locos a veces. Al poco rato, y tomándose un descanso entre una melodía y otra, le platica a su noble animalito. ─No sé qué me pasa Chiquita, algo no está bien y no comprendo lo que es, veo cosas que no están ahí, pierdo otras y me siento extraña y observada; tendré que ver al psicólogo para que me ayude a entender por 34




qué estoy tan distraída. Seguramente es el nerviosismo de la mudanza o el haber indagado sobre los anteriores habitantes de la hacienda. Creo que me está afectando todo este revuelo que se ha armado desde que encontré esos dichosos discos. Al atardecer, regresa de la selva más tranquila y se dirige a la biblioteca en el otro extremo de la casa; necesita leer un poco antes de subir a su aposento. Al entrar ve extrañada un gran libro que yace en el piso, se agazapa para levantarlo, pero al sujetarlo siente una leve descarga eléctrica subiendo desde sus dedos hasta lo alto del cuello. No le da importancia, son tantas las sorpresas que últimamente han surgido, que una más no le afecta. Se sienta en su butaca plácidamente para empezar la lectura, no sin antes observar con detenimiento lo complejo de aquel tomo. ─Qué extravagante ejemplar, parece, más que un libro, un trozo de madera; la encuadernación es sumamente original y, seguramente, muy costosa. ¿De quién habrá sido? ─y continúa con el escrutinio─. Qué curioso, juraría que tiene los ojos cerrados y una boquita pequeña. ¡Vaya!, ni siquiera tiene título, realmente es un libro raro ─esboza una leve sonrisa mientras sus dedos separan sus pastas. Al iniciar el primer párrafo, las cejas de Casandra se alzan con extrañeza. Pareciera que las letras se mueven, acomodándose para crear nuevos párrafos, haciendo que su vista se torne borrosa. 37


─Seguramente es debido a la poca luz que hay aquí ─piensa. Y, sin dar marcha atrás ni pensar en nada más, prosigue su lectura. ─Hola, ¿cómo estás? Sí, tú, la chica que está leyendo. Sé que te has estado haciendo muchas preguntas, ¿te gustaría que te las contestara? ¿Quieres saber lo que sucede en la hacienda? Tienes razón al suponer que algo extraño está pasando, lo intuyes pero no quieres aceptarlo. ¡Hazme caso!... ¡Sí, tú!, la que me sostiene. Casandra parpadea asombrada, pareciera que el libro le está hablando, pero eso únicamente es posible en los cuentos para niños. ─Qué gracioso libro, juraría que es conmigo con la que dialoga ─se burla de sí misma retomando la lectura. ─Tú, la del pelo rojo, ¿por qué no me contestas? ¿Qué no ves que es a ti a la que le estoy hablando? Ábrete a las posibilidades, a veces lo que parece imposible no lo es ─continúan moviéndose las palabras a través de la página─ . Tú eres muy especial, ¿lo sabías? Me dijeron que algún día vendrías, y no sabes cómo he esperado este momento. No tengas miedo, ahora soy libro pero en tiempos pasados fui un ser humano como tú lo eres ahora. Si, tú, ¡es a ti a la que le estoy hablando! La mirada de Casandra está enterrada en el texto sin poder mover músculo alguno, por lo que el gran libro se desliza de entre sus manos, yendo a rebotar estrepitosamente en el piso. ¿Es a ella a la que el libro 38


le habla? Pero, ¿cómo es posible? No, seguramente esto también es producto de la inmensa imaginación que la ha invadido desde que llegó a este lugar. Trata de tranquilizarse convenciéndose a sí misma que todo aquello son sólo patrañas, mientras brota una risita temblorosa de sus labios. Acto seguido y con cautela, recoge el extraño libro y abre nuevamente sus páginas. ─¿Por qué me tiraste? ¿Acaso hice algo malo para ser tratado con tanta dureza? Por favor, sé delicada en tu trato con mis hojas y dime, ¿te gustaría saber más sobre la familia que habitaba este lugar antes de tu llegada? ¿Quieres que te hable del joven que vivía en esta hacienda? Mi deseo es ayudarte y mira como me tratas ─y continúa el movimiento de sus letras. La mirada pasmada de Casandra sigue fielmente la lectura; en este momento no puede detenerse aunque deseara hacerlo. ─Hum, menos mal que ahora no se te ha ocurrido tirarme, así que seguiré con mi relato. Sólo prométeme que me tratarás con dignidad y con respeto, ¡no quisiera romperme antes de poder platicarte! ─Entonces, ¿es a mí a quien le hablas? ─responde Casandra con los ojos abiertos como platos y sin creer que ella misma está contestándole a un libro. ─Sí. Y si me lo permites y no me interrumpes, empezaré mi relato. Comenzaré por decirte que todo en este espacio está hechizado. Yo, por ejemplo, no soy un libro aunque lo parezco; yo era el mejor amigo de Zackary, el joven que vivía en esta hacienda, y mi nombre es Chac. 39


─¿Cómo? ─pregunta Casandra en voz alta─. Si realmente me estás hablando y es verdad que estás hechizado, dime, ¿cómo es que del mejor amigo de Zackary ha pasado a ser un libro? ─¡Todo esto es gracias a Deborah!, la malvada madrastra de Zackary. Pero déjame continuar con la narración, ¿quieres? ─responde el libro haciéndola guardar silencio. ─Hace mucho tiempo, esta hacienda estaba habitada por Don Juan de Escobar y su pequeño hijo, Zackary. Don Juan era viudo, pero se juntó con una mujer subyugante llamada Deborah y, por lo tanto, la madrastra influyó en la educación de su hijastro. Se dice que Deborah era una X´tabay, así que inculcó al pequeño todos sus conocimientos. »Con el paso del tiempo, Zackary se volvió un joven culto, refinado y bien parecido, haciendo que toda dama que lo mirase cayese rendida de amor. Pero el joven Zackary ya tenía una persona a quien amaba, una chica que vivía en las cercanías, llamada Rhonda. »Era tanto el encanto de Zackary, que la madrastra también cayó en sus redes. Como no podía verlos juntos, ésta puso remedio separándolos; si no era para ella, ¡no sería de nadie! Se dice que a Don Juan de Escobar lo encerró en una pintura; a Rhonda se la llevó consigo haciéndola desaparecer; y a Zackary lo encerró en un diamante, de donde únicamente por las noches lograría salir de su prisión. Cada noche, a las doce en punto, el hechizo se rompe y Zackary vuelve convertido en un ser fantasmal; deambulando y bus40


cando a aquella que vendrá a romper la maldición y a darle por fin la paz. »Por mi parte, al tratar de ayudarlos a escapar, Deborah me convirtió en libro. Pero con lo que no contaba la víbora astuta, era que los libros «hablan», y de esa forma es que puedo hacerte saber la historia. ─Que terrible situación, en realidad lo lamento mucho pero, ¿yo qué tengo que ver con este relato? ¿Cómo es que me lo dices si yo nada puedo hacer? ─Hum, muy equivocada estás, porque tú precisamente eres la indicada para terminar con todo este embrollo. ¿Y sabes por qué? Porque Rhonda era tu antepasado, y de no romper este hechizo, tú jamás encontrarás el amor, tal y como le sucedió a ella. »Tú has estado con mi amigo Zackary en las noches, cuando el hechizo se suspende por unas horas, él ha venido a pedir tu ayuda. No lo recuerdas, pero le has dicho que harás todo lo que esté en tu poder para romper el encantamiento. Así que piénsalo, porque tú eres la única en el mundo que puede ayudarlo. ─Y… ¿qué tendría que hacer si decido auxiliarlo? ─Iniciar una travesía para romper la maldición. ─¿De qué hablas? ¿Iniciar una travesía? ¿A dónde? ¿A hacer qué? Yo sólo soy una joven que decidió comprar esta hacienda, eso es todo. No entiendo absolutamente nada de lo que me dices y no tengo ni la más remota idea de cómo apoyarlo. ─En el fondo de tu ser sabes muy bien que lo que digo es verídico. ¿No has notado que la bugambi41


lia que crece afuera de tu balcón nunca da flores y está marchita? Esto es porque solamente cuando llegue el amor a la hacienda, aquella florecerá. »Por el momento no diré más, veo que estás angustiada. Piensa bien lo que te he dicho y, si decides socorrer a Zackary y a ti misma, regresa y continúa leyendo mis páginas ─concluye Chac cerrándose de golpe. Casandra está aturdida mientras su mente revolotea de un lugar a otro con aquella revelación. ─¿Así que el joven que vemos Tere y yo por las noches es Zackary, el joven del que jamás se volvió a saber en el pueblo? Y toda esa historia de que está encerrado en un diamante, ¿será verdad? Todo esto es asombroso, casi no puedo creerlo, si no fuera porque es a mí a la que le está sucediendo─ pensaba confundida. Antes de irse a dormir, corre al cuarto de su querida Tere para contarle todo lo ocurrido, no puede quedarse sola con tanta información contenida. Larga noche para tanto que conversar y tratar de entender. Pero el entendimiento, en este caso, está de más.

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5 El nuevo día comienza mientras las ideas revolotean en su mente como el camino zigzagueante de un remolino. No puede seguir adelante con su vida hasta desentrañar todo aquel lío, así que decide dejar el manejo de su hacienda en manos de Tere, mientras desmenuza aquel misterio. Tiene que hablar nuevamente con el libro, y aunque no comprende aún la aventura a la que piensa exponerse, lo que sí alcanza a entender, aunque sea de manera inconsciente, es que el amor es algo indispensable para cualquier ser humano, y no puede dejarlo escapar de su vida. Esa misma tarde, después de tratar de poner en claro sus ideas, dirige sus pasos a la biblioteca y toma nuevamente entre sus manos el colosal volumen. Al


abrirlo, los párrafos brotan como un manantial inundando sus páginas; moviéndose vertiginosamente de arriba abajo. ─Buenas tardes, Casandra, me da gusto que hayas decidido regresar a verme. Pero dime, ¿has pensado en lo que te dije? ¿Estás lista para lo que sigue en esta historia? ─pregunta Chac, mientras Casandra asiente─. Si así es, te diré que esta noche será puesta a prueba tu inteligencia y valor. Pero antes, hay algo que debes hacer ─continua─. ¿Recuerdas el escritorio que está en el sótano? ─Sí ─ contesta Casandra recordando el mal trago que la hiciera pasar aquella voz grabada en los discos. ─Ve hacia él y abre el cajón central. Deslízalo hasta sacarlo de su lugar y déjalo un momento en el suelo. Después asómate dentro del escritorio y busca en el trasfondo. Ahí encontrarás otro pequeño cajón escondido. Extráelo, y dentro hallarás un hermoso y refulgente diamante del tamaño de un limón. »Tómalo con cautela porque en su interior vive encerrado Zackary. Justo a las doce de la noche el hechizo se rompe y él puede salir del diamante. Ése es el momento en que Zackary y tú deben emprender su camino a través del inmenso espejo que se encuentra en la esquina de tu habitación, no olvides llevar contigo la gema, porque tendrás que usarla al final del camino. ─¿Puede acompañarme Chiquita? Ella siempre ha sido mi compañera y desearía llevarla conmigo ─pregunta tímidamente Casandra, mientras Chac 44


contesta con evasivas, para finalmente aceptar y continuar su explicación. ─Tienen que dirigir sus pasos hacia una cueva ─continúa diciendo Chac─, sabrás cuál es porque lianas doradas se mecen alrededor, mientras se escucha el trino de las aves y pequeños seres elementales flotan en el viento. No perderás el sendero porque Zackary te guiará constantemente, no importa qué apariencia tenga el lugar en que se encuentren, él sabe el camino. Al entrar a la cueva sigan con mucha cautela hasta llegar a un pedestal cristalino, ahí solamente tú podrás acercarte para colocar el diamante en la cima del mismo y hacer que el hechizo termine. ─¿Eso es todo? ¡Parece muy fácil! Las instrucciones son sencillas así que no creo tener problema alguno. ─No, Casandra, el recorrido no es tan fácil como tú crees. Deben tener cuidado porque habrán de encontrar muchos obstáculos que no facilitarán su tarea. ¡Ah!, y no te fíes de nada o de nadie, ¿comprendes? ─Sí, así lo haré. Supongo que no debo retrasar la salida, o simplemente retrasaré los acontecimientos, ¿verdad? Así que en este instante salgo en busca de la joya que está en el escritorio y estaré lista a media noche cuando Zackary venga a mi encuentro ─contesta Casandra mientras el libro se cierra. En el aposento de ésta, reina un silencio sepulcral; son casi las doce de la noche y, mientras Chiquita se pasea ronroneando por la recámara, ella muere de inquie45


tud. El diamante está encima de una pequeña bolsa de tul, arriba de su cama, justo a la vista; no desea perder un solo momento de aquel encuentro, pero tiembla de impaciencia y de temor. ¿Qué será de ella a las doce de la noche? Esto no puede ser real, ¿será una quimera? La negra sombra se filtra por la ventana trayendo rayos de luna y traza largas luces sobre las lianas mientras los pensamientos vuelan. Una noche llena de perfumes y luciérnagas fantásticas deslizándose en el exterior, mientras la bruma en el fondo de la selva se eleva creando figuras espectrales. El silencio sobrenatural se esfuma mientras repiquetean las campanadas del inmenso reloj al fondo de la sala: una, dos, tres, cuatro… nueve badajadas… El corazón de Casandra está fuera de sí y el temblor de sus piernas hace que apenas puedan sostenerla… diez, once, ¡doce! Un intenso relámpago emerge de la joya iluminando la habitación hasta cegarla por completo. Las manos de Casandra alcanzan a tapar su mirada para ocultar con sus dedos la luz cegadora, y un intenso miedo recorre su columna vertebral hasta la base. ¿Qué es aquello que empieza a formarse? Una blancuzca y amorfa silueta comienza a manifestarse en medio del lugar; poco a poco «aquello» empieza a perfilarse de abajo hacia arriba, como un lienzo en el que el dibujante hace un bosquejo. Primero aparecen los pies, unas torneadas pantorrillas y sus muslos; la cadera; el musculoso torso con un abdomen de mármol; grandes manos y fuertes brazos; un hercúleo cuello; y así sucesivamente hasta llegar al rostro y a la negra cabellera. 46


Una vez integrado el perfil, éste se solidifica, se desembaraza; toma una profunda inhalación y empieza a moverse pausadamente. Casandra, en cambio, es incapaz de desplazarse: ha quedado inmóvil como escultura pétrea. Su mente gira enredando pensamientos, mientras su mirada continúa clavada en el inconcebible personaje. Qué ser tan perfecto, ¡parece un dios! ─piensa para sí. Aquel es, sin duda, el más agraciado varón que ha visto en su vida. Alto y musculoso; de largas y bien perfiladas piernas; amplia frente ─símbolo de inteligencia─; grandes ojos negros; nariz recta y perfil perfecto; boca pequeña y mandíbula poderosa; abundante y negra cabellera con una leve reverencia en la frente. Esta rara combinación de factores produce una apariencia impresionante de sublime masculinidad. Al verla, sonríe, y aquellos dientes perfectos y aperlados la dejan boquiabierta. Se acerca más que caminando, deslizándose por el suelo, mientras Casandra continúa aferrada al pavimento, inmóvil; escuchando el vertiginoso golpeteo de su corazón y admirando cada parte de aquel divino ser, que sólo en su imaginación podría existir. Y, aunque la belleza humana se rige normalmente por la belleza exterior, también está basada en la belleza interior; en atributos tales como bondad, compasión y respeto. Una persona se puede considerar atractiva por fuera, pero por dentro puede ser irreflexiva y cruel. La belleza se ha asociado con el bien, pero hay ocasiones en que el espíritu es, por demás, 47


desagradable. Y el interior de aquel hombre, ¿también sería bello? ─Casandra, Casandra, ¿me recuerdas? ─le dice Zackary mientras ella mantiene entornada la mirada─. He venido todas las noches a solicitar tu ayuda. Casandra, ¿me escuchas? ─le susurra mientras ella permanece absorta en aquel vuelo mental. ─¿Eh? Sí, claro ─contesta, despertando del letargo que se da con el embeleso. ─Mi nombre es Zackary de Escobar ─dice─. Y aunque sólo tienes un vago recuerdo de mi presencia, tú y yo ya nos conocemos. Noche a noche he venido hasta ti y te he llevado de la mano a través del espejo para que conozcas un poco mi esencia. Tú no lo recuerdas pero en cada ocasión te he preguntado si estarías dispuesta a ayudarme a terminar con este maleficio, a lo cual tú siempre has contestado afirmativamente. Como bien sabes el tiempo apremia, por lo que no me detendré a platicarte toda mi vida. Creo que mi amigo Chac se encargó de hablarte ampliamente sobre mí y mi historia. »No sabes cuánto hemos añorado tu venida; sabíamos que algún día aparecerías, más no sabíamos cómo o cuándo ─continua─. ¿Puedo contar con tu ayuda? ─agrega con una sonrisa que quita el aliento─. Si es así, ¿estarías dispuesta a marcharte ahora mismo? ─le pregunta. Casandra asiente mientras toma el diamante y abraza a Chiquita, preparándose para partir. No hubo más preámbulo ni tiempo perdido, los tres se acercan al enorme espejo situado en la es48


quina, al fondo de la habitación, mientras éste se opaca llenándose de espesa bruma, que se evade y corre como río desbocado hacia fuera del marco, inundando el cuarto con su efímero paso. Sonidos desconocidos, cuerpos que se electrifican, miradas perdidas; la piel se retrae haciéndose rugosa al tacto, mientras el sudor la empapa. ─Toma mi mano, Casandra, no temas y sigamos al destino─ le dice Zackary, mientras los contornos se desvanecen lentamente tras la intensa niebla del cristal.

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6

PRIMERA TRAVESÍA. LA CAVERNA DE LA EXISTENCIA Del otro lado del espejo todo queda en penumbra, mientras la mirada se ajusta y miles de sonidos emergen por doquier. Un destello de luz inunda el lugar dando inicio a la aventura, creando expectativas en la mente de Casandra. Un largo túnel surge de la nada, en donde cientos de bocas hacen las veces de paredes, mientras se abren y cierran divulgando advertencias susurrantes: «Nada es lo que parece…» «Tú eres el creador de tu propia vida…» «Nada es bueno ni malo, tú eres quien lo decide…» Murmuran una y otra vez aquellos ilusorios labios entreabriéndose y cerrándose sin respiro alguno.


Los tres aventureros caminan con parsimonia entre aquellos cuchicheos, volteando a cada instante sólo para contemplar aquellas bocas en su abrir y cerrar eternos. En el camino vuelan pequeñas luciérnagas que iluminan el sendero, mientras sonidos de flautas y campanillas lejanas arriban al oído. Al fondo se ve una tenue luz, así que apuran su andar hasta alcanzar el otro extremo del pasillo. ─Pero, ¿Qué es esto? ¿En dónde estamos? ─pregunta Casandra estupefacta al salir, mientras aquel miedo infundado pero irreprimible la inunda. Aquel es un bosque lúgubre y sombrío, lleno de enormes árboles con lianas que lanzan latigazos a la nada tratando desesperadamente de ahorcar al viento. El aire se torna asfixiante mientras la humedad se adhiere hasta los huesos. Fango y más fango, géiseres vomitando aparatosamente enormes columnas de agua hirviente, vapores hediondos, alimañas rastreadoras y sonidos espectrales. Su caminar se vuelve agobiante, las piernas, anegadas de cieno hasta los muslos, se sumen constantemente haciendo su andar inseguro y lento. ─Miauuu, Casandra, escúchame ─se oye una vocecita en medio del lodazal. ─¿Quién maulló y habló? ─dice desconcertada Casandra, buscando la fuente de aquel sonido─. ¿Acaso eres tú, mi gatita? ─sonríe mofándose de sí misma ante tal idea─. Seguramente fue el cantar del viento. ─Miauuuuu… Soy yo, Casandra ─dice nuevamente la diminuta voz. 52


─¿Chiquita? ¡Chiquita!, ¿Puedes hablar? Pero, ¿cómo es posible, mi adorada gatita? ¿Acaso estoy soñando? ¿Acaso de este lado del espejo tienes la facultad de poder platicar? ¡Qué felicidad! ─dice abrazando a su adorado minino. ─Así es, Casandra, y estoy feliz porque aquí podré conversar contigo y decirte lo que antes callaba. ¿Sabes? ─contesta nerviosa con sus orejitas alzadas─. Este lugar me turba y, sin embargo, no me detendré para ayudarte en cualquier necesidad. Así que, si me lo permites, yo seré tu conciencia y guía. Usaré mi sexto sentido para descubrir cosas que no podrían ser vistas por ojos humanos, ya que poseo el don de ver entidades invisibles; además tengo la capacidad de explicarte el porqué de las cosas, ya que mi sabiduría es extensa; eso nos ahorrará muchos sinsabores en nuestro andar, ¿te parece? ─concluye, restregándose en los suaves brazos de su ama. ─¡Hey!, ¡ustedes! Ya está bueno de abrazos y caricias, apuremos el viaje o no podremos llegar muy lejos ─grita a lo lejos Zackary, haciéndolas reaccionar. Caminan largo rato mientras el entorno se va trasmutando por completo y aquel bosque lúgubre va adquiriendo la belleza de uno más seguro, en donde maravillosos arbustos emergen por doquier. El Sol cuelga justo en medio del cenit y el calor arrecia mientras un viento sutil pasa su mano enjugando las gotas de sudor que cuelgan de sus frentes. Un majestuoso árbol aparece en la lejanía; resplandeceW tanto, que sobresale de todos los demás. 53


─Démonos prisa, allá se ve nuestra primera parada ─grita entusiasta Zackary mientras apura el paso. El grupo corre hasta acercarse al inmenso tronco en donde encuentran una gigantesca puerta finamente labrada que contiene un original e inverosímil picaporte. Éste representa una cara gesticulando intermitentemente muecas que van desde la sonrisa hasta el llanto; era curioso ver como algo supuestamente inanimado presentaba las expresiones clásicas de un ser humano. Toda la gama de semblantes pasan por ella en unos cuantos segundos, mismos que parecen desvanecerse a pasos agigantados. El tacto gira la perilla para abrir la puerta sigilosa, mientras el aliento se pierde entre el asombro. La inmensa caverna es oscura, pero millones de gusanos incandescentes cuelgan de su techo haciendo de éste, un lugar paradisíaco. Estos producen el efecto de bellísimos arreglos ornamentales, creando en la bóveda de la cueva una araña gigantesca. Se mueven al unísono proyectando en su cúpula imponentes reflejos de luces resplandecientes, mientras que al frotarse unos con otros, crean un tejido de música divina. Era tal la maravilla, que se hizo el silencio: nada había que decir ante semejante esbozo. Los tres descienden por el camino serpenteante, admirando aquel lugar que los lleva hasta las entrañas de la caverna y, mientras lo hacen, ante ellos desfilan miles de pantallas flotantes proyectando escenas fantasmales. Las imágenes exhiben personajes en diferentes secuencias: unos se ven de niños, otros ya jóvenes y algunos más, en la senectud. 54




─¿Pero, qué es todo esto? ¿Qué son esas películas? ¿Quiénes son esas personas? ─pregunta en voz alta Casandra, girando la cabeza de un lado a otro, tratando de no perder ninguna escena─. Esta música celeste y todas esas pantallas flotando en el aire… ¿qué significan? ─Esta es la «Caverna de la Existencia», y lo que ves es la vida─contesta Chiquita─. Momentos efímeros de personas que alguna vez fueron como tú. La vida es un holograma en donde tú eres el escritor, director y actor; una película en donde tú decides qué papel le darás a cada persona a tu alrededor. Escribes el guión e interpretas el rol que deseas porque, a fin de cuentas, nuestra existencia es como nosotros deseamos que sea. La vida puede tomar distintos cauces, pero somos nosotros quienes elegimos como encararlos. ¿Y sabes por qué? ─continúa Chiquita con los ojos entornados, abrumada con tanta belleza─, porque la vida es el mejor regalo que pudimos haber recibido, y nosotros tenemos el don de escoger lo que deseamos soñar. ─Casandra, démonos prisa, no tenemos mucho tiempo antes de que oscurezca en este lado del espejo. Pronto será de noche y eso no podemos permitirlo, reanudemos nuestro andar ─grita nuevamente Zackary, sacándolas del encanto. ─¡Ay, Zackary! Relájate y toma unos segundos de tu vida para disfrutar estos efímeros momentos. Recuerda que lo único existente es el ahora, y ése, ya nunca volverá a estar presente ─contesta molesta Casandra─. El hoy y el aquí es lo único verdadero de nuestra exis57


tencia, y no podemos zurcirlo ni enderezarlo una vez concluido. Además, ¿qué importancia tendría el hecho de que se haga de noche? ─Ya lo sabrás ─dice aquel con lo que parece ser una irónica mueca. Casandra va tan absorta disfrutando del escenario, que no presta atención y tropieza con un surco pero, antes de desbarrancarse hacia el abismo, la mano de Zackary sale en su ayuda y aquellos fornidos brazos la atraen hacia sí estrechándola con fuerza. La mente embota los sentidos mientras lejanos recuerdos regresan a su encuentro. ¿Quién es realmente Zackary? ¿Por qué lo sabe conocido? ¿Por qué siente ese temblor en el fondo de su ser? ¿Qué le está pasando? ¿Qué es este sentimiento que nunca antes ha experimentado? El sudar de las manos, la fuerza en el corazón, miles de emociones la invaden mientras la lucidez se enreda en la profundidad de aquellos delirantes ojos negros. Los labios de Casandra están sellados, pero su mente es una maraña confusa de preguntas e inquietudes. ─Zackary, no me mires de esa forma, no me pongas a prueba porque no sé qué sería de mí; por favor, ten clemencia. No me provoques y roces mi piel como si nada, que me ahogo en desesperación y mansedumbre. ¿Cómo apago este fuego si lo avivas con tu presencia? Si sé que esto no puede ser, no te acerques. Yo no creo en el amor, pero tú haces que toda convicción desaparezca. Ahora muy lejos están mi sabiduría y clarividencia porque las ocultas entre tinieblas. Te estás robando mi paz relegando así mi entereza. ¿Quién 58


me regresa a la que antes fui? Ahora el silencio me apaga la alegría si tú no estás aquí. Entre sus brazos los segundos se deslizan sin apuro, suspendidos en el tiempo imposibilitados de moción. Los labios de Zackary se inclinan y rozan suavemente los suyos electrificando las fibras más profundas de su ser. Sus cuerpos se estremecen al tocarse mientras fuegos artificiales brotan de sus vientres. Y, mientras buscan en lo profundo de sus bocas, sus lenguas se hacen una, provocando éxtasis y embriaguez. Labios dulces, delicia de dioses, luciérnagas luminosas en una noche glacial. El mundo gira, pero sus pies muy lejos están de tocarlo. Parecen flotar en el espacio, teniendo como vehículo una estrella fugaz. Todo pensamiento cesa para inundarse de aquel sentimiento tan tierno, sensual y extraño para ella. Zackary le provoca una voluptuosidad deliciosa, sintiendo el golpeteo de su respiración y el calor de su sangre; es la llama ardiente de una hoguera y al final es su ceniza. Entre todas, es la boca elegida para perderse entre el ramo divino de sus flores… Las sombras de la noche asfixian el día, mientras la luna, a lo lejos, naufraga; noche de devastación, vorágine de sentimientos que flotan en el aire enredando la cordura de Casandra. La magia empieza su encanto haciendo que se pierda en el vacío, y mientras todo esto sucedía… aquel mundo desaparecía.

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─¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ─grita Casandra al despertar en su habitación, con el cabello hirsuto─. ¿Por qué estoy aquí y no en el otro lado del espejo? Se levanta de golpe asustando a Chiquita, que yace en sus pies, mientras el diamante rueda vertiginosamente por la estancia. ─Todo está como si fuera ayer, ¿acaso no estábamos en la Caverna de la Existencia? ¿Por qué es de día y estoy arropada entre mis mantas? ¿Acaso todo fue un sueño? No comprendo nada de lo que está sucediendo y eso me llena de angustia. ¿Qué pasa, Chiquita? ¿Lo sabes? ─grita, mientras el pequeño minino baja la mirada. ─Tengo que ir inmediatamente a ver al único que puede explicármelo, y ese es Chac. ¿Por qué no me 61


ha dicho a qué me estoy enfrentando? Bien sabe todo lo que está en riesgo, entonces, ¿por qué guarda secretos para sí? Segundos después desciende la escalera presurosa para tomar entre sus manos el enigmático tomo y se apresura a abrirlo. ─¡Chac, Chac, Chac!─ le habla agobiada. ─¿Dime qué está sucediendo? ¿Por qué me encuentro aquí en mi casa y no al otro lado del espejo? ¿Qué pasa, Chac? ¡Contéstame!─ grita Casandra, mientras las páginas se atiborran de tinta. ─Lo que sucede es que la noche ha empezado del otro lado del espejo. ─¿Y eso que tiene que ver? ¿Por qué no sigo en la Caverna de la Existencia? Tú no mencionaste nada de esto, ¡explícame! ─exige Casandra. ─Lo que ocurre es que si no te apresuras cuando es de día del otro lado del espejo, tendrás que empezar el recorrido nuevamente. Cuando es día aquí, es noche allá; cuando es noche allá, es día aquí. Tú tienes que llegar a tu destino en el transcurso del día, de otra forma regresarás a tu habitación una y otra vez hasta que cumplas con tu misión. ─¿Y por qué no me lo explicaste antes? ¿Te parece justo? Gran susto me he llevado al no saber qué acontecía. ¿Imaginas mi estupor al estar un segundo viviendo una experiencia de vida y de momento levantarme entre frazadas? ─Lo siento, Casandra. No quería asustarte dándote tantos pormenores. No deseaba que desistieras antes de empezar. Sé que no es fácil pero también sé 62


que tú eres la indicada para hacerlo. Por favor, no cejes en tu empeño, la recompensa será la satisfacción de haber ayudado a Zackary, y recuerda que tu mayor trofeo será obtener el amor ─concluye el libro cerrándose, mientras los ojitos de la pasta se cierran también. Casandra se prepara meticulosamente para esa noche, ahora tiene que ser más cauta para medir su tiempo y no fallar. Todo está listo de este lado del espejo pero, ¿y del otro? ¿Qué bienvenida le dará el reverso del cristal? El tiempo pasa sin prisa, alargando más la angustia de Casandra. La noche, creadora de fantasías y sombras difusas, a la cual se le atribuye el mal ─cuando el amor también vuela en ella─, hace su entrada. Campanas suenan en el salón principal, trayendo solícito a aquel extraño que ahora se ha vuelto tan cercano. Un vuelco en el corazón y sensaciones extrañas abruman el espíritu de Casandra mientras murmura frente a Chiquita sus verdaderos sentimientos. ─¿Qué es esto que siento y que no puedo detener?, Zackary. ¿Por qué ese nombre es un deliro para mí? Me siento tan extraña al escucharlo. Mi mente vuela tratando de seguir su imagen: alas de viento y corazón de fuego. Su dulce voz hace eco en mi mente mientras mis manos tiemblan sin poderlas contener. Quisiera deslizar mis palmas en su rostro, enjugar sus lágrimas cuando sufre, besar sus labios cuando me habla. Meterme en su pensamiento y no dejar un solo hueco en él, para que otra que no sea yo, exista. Vaciaría su corazón dejando sólo mi recuerdo vivo. Sua63


ve imagen, dulce como las rosas e intensa como una hoguera. Pensamientos fugaces como las estrellas, ardientes como un relámpago o el retumbar de un trueno; soledad, risas, aliento de vida, rocío de la mañana. Chispas de pasión, cómo quisiera enredarme en sus besos. Aquello que fui, ya no será si no estoy a su lado. Sentimientos desconocidos se desbordan cada vez que él está conmigo. Mi alma se enreda en la suya con cordones de oro y plata. Y, cuando su mirar se posa en mí, es lluvia explosiva de estrellas. Desearía embriagarme con su veneno porque ahora sin él, no existo. El amor que dejé en el olvido ahora presente está y lo deseo. Después de esos momentos juntos, no puedo volver atrás. Cuando lo veo mi mundo no existe más, me desvanezco en la intrincada senda de su aliento. ¡Ay!, Zackary, no imaginas todo lo que siento. Chiquita la escucha balbucear y la observa con ternura; aquella mujer está sumida entre sábanas de sueños y no sabe cuánto tiempo durará esa ilusión. Como desearía ser una luz en su camino pero, ¿qué puede hacerse cuando el reloj ha comenzado su caminar por la senda del amor; aun a sabiendas que aquel es tan efímero y frágil? No hay tiempo de más reflexión, los doce repiqueteos dan su último suspiro mientras la voz de Zackary inunda el ambiente haciendo que huya el monólogo incipiente. ─Aquí estoy, Casandra, acércate y toma mi mano, vayamos nuevamente al otro lado del espejo ─resuena la voz mientras el corazón da piruetas. 64


El espejo se llena de bruma y ésta se esparce sigilosamente por el piso; a su paso inunda el aire cargado de aromas mientras los tres traspasan el marco blanquecino. Se escuchan las bocas susurrantes y su eterna letanía, mientras el túnel se aclara con las delicadas luces de las noctilucas. Pero para Casandra ya no hay tinieblas, ni temor, porque a su lado está aquel que le proporciona fuerza y valor.

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SEGUNDA TRAVESÍA. LA MANSIÓN DE LAS MIL PUERTAS Lentamente alcanzan el extremo opuesto del largo y susurrante túnel para salir a su nuevo destino. La incertidumbre reina mientras caminan hacia la luz al fondo del pasillo. ¿Cómo será su nuevo destino? ¿Será hermoso o desafiante? ¿Saldrán triunfantes? La incógnita se eleva flotando en el aire, enredándose en las corrientes que surcan el viento. Durante el trayecto, Casandra está llena de inquietudes, por lo que le pregunta a Chiquita: ─¿Así que tendremos que empezar cada vez un recorrido distinto si no concluimos durante el día? ─Sí ─contesta Chiquita─. Aunque siempre será diferente tu andar. Tal como la vida es, así será tu nueva experiencia saliendo del pasadizo. Habrá algunas


jornadas felices y con fortuna, así como en otras tendrás sinsabores. Y como lo hace cualquier ser humano, tu decisión y positivismo mental te llevarán a alcanzar la ansiada meta y a atrapar tus sueños. Porque a pesar de todo lo que yo o cualquiera te diga, tú tendrás que razonar y encontrar la certeza en tu ser. No importa lo que te hayan enseñado, ni lo que te hayan dicho; lo que tú creas, ésa es la verdad. Y recuerda, que el espejo es un mundo de apariencias, ahí nada es lo que parece pero si tú crees que esa es la realidad, así será ─concluye su comentario Chiquita al salir del largo túnel. ─¡Ay!, ¿qué sucede? Corran, antes de que acabemos de empaparnos… ¡busquen un lugar para que nos resguardemos antes de que un rayo nos alcance! ─grita angustiada Casandra, ante la monstruosa tormenta que se precipita sobre ellos al salir del pasadizo. ─No me gusta el agua y me estoy mojando, ¡miau! ¡miaaauuu! Las nubes están cargadas de electricidad por lo que los truenos y relámpagos hacen del cielo su intrincada diversión. Fuertes vientos y precipitaciones nublan el ambiente mientras el suelo se inunda de charcos y lodazales. El lugar está fuera de sí; aquella fuerza descomunal de la naturaleza hace su deleite creando extenuantes malabares. El choque térmico entre movimientos ascendentes y descendentes ha derivado en intensas descargas eléctricas que atemorizan todo a su paso. Mientras, la lluvia escurre por los ojos y los labios de Casandra, haciendo su visión confusa. Intenta tapar la tromba con manos y brazos pero es inútil, el 68


agua desciende profusamente por su cuerpo mientras corre al encuentro de un refugio. ─Allá vislumbro nuestro siguiente objetivo, ¿lo ven? A lo lejos puede verse un destello, corran y no paren hasta llegar a él ─grita Zackary entre lodosas pisadas y al temor que aquella tempestad le provoca. A lo lejos se distingue una puerta vidriada meciéndose en el aire. Aquella flota como una esfera de cristal mientras emite chispazos, creando un faro de multicolor belleza. ─Miren, ¡allá está el portón por el que tenemos que atravesar para seguir nuestro camino! ¡Corran, corran!… Aunque sus piernas se mueven sin parar y el cansancio les abruma, los tres sacan fuerza de la flaqueza y se desplazan rápidamente hasta alcanzar la meta. Chorreando de sudor y empapados por la lluvia, suben a grandes zancadas la escalera transparente que les recibe gustosa. La puerta es soberbia y cristalina aunque sus bisagras parecen oxidadas. Un rechinido temible surge al empujarla, hasta abrirse paso al interior. El viento pasa por sombrías hendiduras, creando ecos y susurros turbadores que hielan hasta la médula, entre tanto, telas desgarradas cuelgan de enormes ventanales dando azotes en la nada. El aliento se contiene mientras observan miles de ánimas zigzagueando en el espacio; se desplazan flotando como tules inquietos haciendo surcos y piruetas para colarse, yendo y viniendo, entre una puerta y otra. 69


─¿Qué lugar es éste? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué hay tantos portones? ─pregunta Casandra sin poder contener el temor que se da con la ignorancia. ─Esta es la Mansión de las Mil Puertas ─contesta Chiquita─, y, como bien dijo Zackary, tenemos que pasar por aquí para llegar a nuestra meta. Pero lo que ves, no es la realidad que tú crees, porque aquí reina la sabiduría. La mente divina existe en todo este recinto, reinando en cada resquicio, en cada rincón, en cada estrato; aquí se baña en la eternidad. Aquella es la perpetua creadora de todo lo existente en el universo. Aquí vienen todas las almas para dejar sus impurezas y volver a encontrar la paz y el conocimiento que nos da la tranquilidad eterna. Cada espíritu tiene que pasar por las mil puertas: la de la alegría, la de melancolía, la de la falsedad o la de la verdad. Hay muchas puertas, y cada una los llevará a un momento en el que deberá quedar atrás la confusión y tendrán que razonar. Eso los hará libres para seguir el camino inmortal. ¿Ves aquella puerta dorada? Esa es la puerta de la iluminación y la última parada en este recinto. Al cruzarla todo habrá quedado entendido, la niebla habrá quedado atrás y la luz celestial los guiará en el camino. Aquí es donde se nutren, o se imponen cadenas ellos mismos ─les explica Chiquita, mientras observa extasiada los caminos zigzagueantes de las ánimas en su eterno peregrinar. Aquello que antes era sombrío e inexplicable para Casandra, ha tomado un nuevo giro ante sus ojos, 70


y eso provoca que el lugar adquiera una excelsa perfección. Ahora todo significado cambia haciendo de la Mansión de las Mil Puertas un lugar sublime. ─Y dime, ¿Cómo es que sabes tanto sobre la vida, mi adorada gatita? ─Nada está oculto, todo está en tu interior, búscalo ahí, nada hay fuera. El cosmos supo, sabe y sabrá, porque es principio y fin y todos somos parte de él. Razona, porque desde ese punto llegarás al entendimiento, y de ahí, al verdadero conocimiento. Este lugar es la nada y el todo, porque la muerte no existe, el cuerpo sólo es el vestido que se ha usado en esta vida; no hay final, sólo transmutación. Es el regreso a nuestro estado original: mental y perfecto ─concluye el minino, mientras los tres observan el ir y venir de aquellos fluidos desvaneciéndose en el viento en su afán por lograr la iluminación eterna. ─Allá se ve el portón trasero, habrá que darnos prisa porque falta poco para que anochezca; ya hemos perdido un valioso tiempo viendo el significado de este lugar y para nosotros no existe tregua ─les dice Zackary, empujando la gigantesca puerta de salida que rechina al abrirse. Casandra da un paso adelante, pero, al pasar por el enorme marco de salida, cae al vacío. Tras la Mansión de las Mil Puertas todo es un manchón blanco, como un lienzo sin pintura. Nada existe ahí, por lo que cae sin sostén alguno. La gigantesca puerta flota cada vez más lejana mientras Casandra se precipita sin control hacia el fondo del abismo. 71


─¡Zackary!, ¿dónde estás? ¿Acaso he de perderte de nuevo? Y aquellos pensamientos se esparcen en el vacío mientras ella se sumerge en lo profundo…

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TERCERA TRAVESÍA. EL VALLE DE LOS SUSURROS ─¡No!, ¡otra vez no! ─dice Casandra al ver su cuarto iluminado con la luz solar─. No puedo creer que nuevamente esté en mi recámara. ¿Por qué no puedo terminar este suplicio? ¿Acaso tengo que pasar toda la eternidad para lograr la promesa que hice? Zackary, ¿cómo puedo ayudarte si no puedo hacerlo conmigo? Chiquita, no sabes la falta que me hacen tus sabios consejos, si tan solo pudieras hablarme en estos cruciales momentos ─lloraba compungida mientras el minino de ojitos azules la observaba con ternura. Las horas se deslizan sin contemplaciones mientras Casandra desespera. Nada hay que hacer para acelerar aquel martirio. La vida tiene su propio tiempo y no nos


queda sino aceptar el vivirla a su conveniencia. Las manecillas del reloj marcan las horas con fastidio hasta el crepúsculo, y al sonar las siete campanadas todo es silencio; sólo la acompaña el suave roce de las lianas que se columpian afuera. La tensión vence el frágil cuerpo de Casandra mientras el ensueño la abraza, aguardando la llegada de su amado. Entre sueños de tul y suaves fragancias, un ser etéreo de nobles gestos se asoma a su nebulosa quimera. Es una dama de azul mirada y larga cabellera al viento; en su frente asoma una brillante llama mientras un halo luminoso la rodea. Al mirar a Casandra, sonríe, y aquellos dulces labios se abren emitiendo palabras sin sentido. Algo murmura mientras la observa afanosa, pero las misteriosas palabras se esfuman en el viento. Sus blancas manos se deslizan en su rostro mientras los ojos celestiales la acarician con ternura. ¿Quién es aquella extraña? ¿Qué balbucea? Un dulce beso deposita en su mejilla mientras se desvanece lentamente tras el vaivén de la cortina. El ensueño se evapora de golpe mientras el repiqueteo de las ocho se presenta. El corazón se acelera en tanto busca la tenue figura. ¿Qué ha sido todo aquello? ¿Quién era la señora? Largo rato pasa ensimismada tratando de entender lo sucedido, aquel tormento que nunca termina. ¿Acaso está fuera de sí? ¿Sería sólo un sueño? Casandra busca a Tere para contarle el suceso, sabe que en ella encuentra siempre las palabras adecuadas y le aconseja sabiamente. Largas horas de charla, llanto y sonrisas; pensó que habría de ser fácil la 74


encomienda pero las cosas fáciles son de cualquiera; mientras que las difíciles sólo con insistencia y persistencia se concretan. La noche llega con su tumulto de estrellas y decora el inmenso firmamento con luces multicolores que parecen flotar como traslúcidos faroles. La espera llega a su fin mientras el paso de las horas continúa su eterno sendero; la luz se disuelve en el horizonte y el silencio penetra el oído. Las doce campanadas regurgitan su cantar en tanto las sombras atrapan con largos tentáculos el techo de la hacienda. El eco de la viril voz resuena en la habitación, a lo que extraños sentimientos atrapan el corazón. ─Casandra, ven. Casandra, dame tu mano… Ya no hay miedo ni estupor mientras el túnel hace su aparición. Larga y silenciosa caminata entre los consejos de aquellas bocas amistosas que se difuminan mientras la luz se agranda al final del pasadizo. ─¿Qué ocurrirá al salir? ¿Con qué me encontraré? ─se pregunta Casandra, mientras sus pasos se dirigen al otro extremo. ─No puedo creerlo, ¡qué lugar tan majestuoso! dice asombrada al salir y ver aquellos árboles erguidos, inmensos y fuertes. El impetuoso aroma a frescura hace de este bosque un deleite. No puede más que aspirar una bocanada de aquel aire que invita a la vida. La vertiente del agua descendiendo en la cercana cascada; el trino de los pájaros en la enramada; aquel tenue batir del viento al pasar sus dedos entre 75


los mechones de pelo. Sonidos de vida y amor que llenan lo más profundo del ser humano en su efímera existencia. Los ojos de Casandra se cierran para inundar su espíritu de aquel lugar inexplicable e inenarrable. ─Hay lugares que sólo pueden apreciarse con los ojos cerrados y el corazón abierto…─ piensa la joven mientras deja volar sin freno su espíritu encarcelado. Se toma algunos minutos de recogimiento para sí misma, para impregnarse del paisaje y aspirar el aroma a hierba fresca. Y en esos momentos de sublime belleza, da gracias por haber tenido la oportunidad de gozar tantas experiencias; por el suave o pedregoso camino de su vida; por sus seres amados, los de hoy y los que fueron; por el regalo de la vida misma y todo lo que aquella le ofrecía; por tanta bendición recibida. Al finalizar, un sentimiento de paz la inunda. ─Todo es como debe de ser y tiene un porqué ─se dice a sí misma─. A veces aquello que no se justifica o creemos un error de la vida resulta ser lo mejor que pudo suceder─ continúa cavilando, inmersa en la magia del entorno. ¿Vivirá alguien en este paraje? ─medita después de un rato, mientras Chiquita y Zackary deambulan observando atentos los enormes árboles que los rodean. ─Hola, hooolaaa, ¿hay alguien aquí? ─grita, tratando de escuchar si alguien responde─. Hola, ¿alguien me escucha? 76




─¡Shhh! No hables fuerte por favor. ─¿Quién dijo eso? ¿Quién habló? ─dice Casandra, girando la cabeza de un lado a otro buscando la procedencia de aquella voz. ─Por favor, no vociferes que puedo escuchar perfectamente bien ─contesta el inmenso árbol a su lado. ─Vaya, un árbol parlante pero, ¿por qué no pudo hablar en voz alta? Nada malo hay en ello, ¿no crees? ─Nada malo habría en otro sitio, pero aquí no es correcto gritar, ya que este es el Valle de los Susurros. ─¿El Valle de los Susurros? ─repite Casandra extrañada, esta vez en voz baja. ─¡Sí! ─explica Chiquita acercándosele─. Acuérdate, Casandra, que la quietud y la introspección son la madre de la sabiduría. Muchas personas en el tren agitado de la vida buscan un lugar para contactar consigo mismas a través del silencio. Este lugar es para aquellos que desean caminar por entre sus árboles y senderos mientras razonan y encuentran la respuesta a sus incógnitas. No importa cuánto tarde en encontrarlas, el ser humano tiene toda la eternidad para hacer lo correcto. El lugar es paradisiaco y está repleto de miles de árboles, todos diferentes pero cada uno insuperablemente diseñado. Árboles altos y bajos; anchos o delgados y de múltiples colores y follaje. Algunos tienen hermosas flores que aromatizan el ambiente mientras que de otros cuelgan hilos trenzados de plata. Frutas 79


deliciosas invitan al paladar, en tanto racimos de brillantes y gemas preciosas destellan en otros sin cesar, pero uno entre todos ellos destaca por su hermosura; su transparencia es inmaculada mientras de sus ramas cuelgan gruesas gotas cristalinas. Al verlo, Casandra se acerca sigilosa; nada podría ser más divino que aquel enjambre de belleza. ─¿Por qué ese árbol es tan diferente y sobresale de todos los demás? ─pregunta asombrada Casandra. ─Porque ese es el Árbol de la Verdad ─responde Chiquita─. Una sola de sus gotas hace que veas la realidad de la vida tal y como es. En el mundo, las personas llevan miles de máscaras y ese árbol logra arrancárselas. ─¿Máscaras? ¿Qué quieres decir con «máscaras»? ─Desgraciadamente, desde que aún son infantes, los seres humanos tienden a mentir y, a veces, no saben la enorme carga que eso implica. Muchos individuos usan ciertas caretas o máscaras para ocultar sus verdaderas intenciones o sentimientos. Proyectan una falsa apariencia de ser felices o de amistad, cuando en su interior no existe tal sensación; usan esas máscaras como mecanismo de protección, para disminuir su inseguridad o quedar bien ante los demás. Hay muchos tipos de máscaras: Máscaras de frialdad e indiferencia; la del gracioso; la de la actitud hostil; la del hombre trabajador; la del financiero; la de la mamá o el papá responsable; la de la persona culta; la de las fiestas; la del enojo; la del amor y muchas, muchas más. Y todas ellas ocultan la verdadera esencia de ese ser. 80


»Pero, entre más alejada de quien realmente es resulta ser la careta que utiliza esa persona, menos libre será. Y el mayor peligro de usar una de ellas, es que se llegue a mimetizar de tal forma, que no sepa ya si es él mismo o el personaje de la máscara, llegando así a perder su verdadera identidad. ─Vaya, no lo sabía─dice meditando Casandra─. Y, ¿cómo puede deshacerse un individuo de su máscara personal? ─Conociéndose, aceptándose y amando su verdadero «yo». Amándose tal y como es, porque el yo verdadero es un ser mental, inmortal, inmaculado y perfecto. »El Árbol de la Verdad está diseñado con los más altos estándares de la naturaleza; en él no hay odio ni mentira; ningún mal lo precede; él es la esencia del bien ─continúa aclarando Chiquita─. Él logra arrancarle a cualquier persona la máscara que lleva puesta ─agrega contundente─. Así que toma unas gotas del árbol en este frasco y llévalo contigo siempre, por si alguna vez lo necesitas ─le indica a Casandra, entregándole un pequeño frasco de cristal multicolor. »Y, en cuanto al resto de los árboles, a veces las personas creen que los de gemas preciosas son los más valiosos ─continúa─; no pueden ver la realidad porque buscan lo banal; la savia del árbol es su esencia y es ahí donde radica su verdadera riqueza. El exterior no es nada comparado con su auténtica naturaleza, porque en ella se encuentra la verdad de quien realmente es. 81


Al llenar el pequeño frasco, Casandra busca a Zackary con la mirada. Aquel está observando fijamente el ramaje, parece dialogar con aquel inmenso Árbol de Fuego; tal vez recordando su vida ancestral. Casandra se acerca pausadamente a Zackary, mientras admira cada centímetro de aquel hombre que se ha convertido en poco tiempo en el núcleo de su vida. Pero aquel inmenso árbol atento está a sus pasos, y cuando están suficientemente cerca, los atrapa tomándolos por sorpresa. Largos tentáculos brotan de sus raíces enredándolos entre redes subyugantes e hilos de ensueños. Zackary y Casandra flotan enmarañados en tules de ilusiones, arañazos de ecos ancestrales y sintonías de dioses. Ella se debate tratando de esquivar las traicioneras llamas, pero nada es posible hacer. Fuego es sin serlo, ardiente como hoguera pero suave cual delirio. El fulgor los somete con cordones de anhelos; fogata de frenesí y brasas de pasión. Los dos flamean envueltos en ráfagas de viento y rojos telares; flotan dando piruetas entre melodiosas cadencias. La mirada de Zackary se aferra a la suya como anclas hirvientes; dulce despertar de la inconsciencia. La mano se desliza amorosa y suavemente hasta su cintura acercándola a su pecho; el hálito se mezcla, las almas se entrelazan y esa sensación de cosquilleo se derrama por el cuerpo mientras la boca de Zackary se pierde en el fondo de la suya. Besos, que más que besar los labios, roban el alma. Besos que detienen la respiración quemando todo a su paso, dejando una honda huella en el cuerpo que besan. Besos que suspiran, acarician, 82


muerden, rozan y se apropian del albedrío del otro. Incitadores de pasión y desenfreno. Dos bocas y un solo sabor a fruta apetitosa, sintiéndose temblar junto a aquel ladrón de voluntades. Nada hay que hacer ahora, sino sucumbir ante el hechizo. El mundo conocido se evapora, mientras las estrellas hacen fuego en sus entrañas; el golpeteo de su corazón se intensifica en tanto el alma sonríe jubilosa. Y aquellos dos amantes enardecen, navegando avasallados en pasiones.

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10 ─¡Maldito árbol! ¡Cómo fue a atraparme entre su fuego! El amor no es para mí y mucho menos lo es Zackary. Él es de otro tiempo y de otra dimensión. ¿Cómo podría ser lo nuestro? ¿Por qué no pude evitarlo? ─dice enfadada Casandra, caminando de un lado al otro de la habitación─. ¡Mal rayo me parta!, ¿cómo pude pararme a la sombra del Árbol de Fuego? ¿Por qué no me avisaste? ─le recrimina a Chiquita, que la mira con carita angustiada. »Pero te juro que esta vez no voy a parar hasta terminar con este asunto. Es una experiencia tortuosa y desdichada. ¡Diantres! ¡Cómo fue a pasarme esto! ─continúa maldiciendo─. Comprendo que el amor se da simplemente, no se roba ni se hereda. Sólo flota en


el aire y se derrama en nuestro ser cuando menos lo esperamos, pero resulta muy difícil para mí tenerlo entre mis manos y dejarlo escurrir para perderlo. Sin embargo, nada puedo hacer más que dejar que la vida siga su curso, ¡pero te prometo que en esta ocasión no pararé hasta lograr mi objetivo! ─agrega dando un puñetazo en la mesa y con el ceño fruncido. »¿Sabes, mi gatita linda? ─continúa Casandra, cambiando el semblante─. La razón me indica que no debo amar a Zackary, pero mi corazón me empuja al infierno. De nada valen los consejos cuando te embarga un amor. Algo me indica peligro: «Te traerá decepción» pero no se ponen de acuerdo mi corazón y mi razón. »Sin embargo, no pararé en ningún otro lugar que no sea la cueva indicada. Procuraré caminar lo más rápido posible sin que nada me detenga. No quiero pasarme toda la eternidad yendo y viniendo a diferentes dimensiones. Por favor dirígeme sabiamente, Chiquita, para que todo salga bien esta vez ─le ruega a chiquita. Una vez más, la noche hace su entrada llenando los huecos con sueños y quimeras. Las doce campanadas repiquetean con su escandaloso andar, mientras se arregla presurosa. La voz varonil de Zackary se escucha en la habitación llenando de júbilo y nerviosismo a Casandra. ─¿Estás lista? ─pregunta Zackary al materializarse─. Ven y terminemos de una vez. En esta oca86


sión tenemos que ser más precavidos y actuar con rapidez ya que espero que ésta sea la última vez que atravesemos el portal ─agrega sonriendo afable al tomar delicadamente la mano de Casandra. El túnel con sus bocas susurrantes, las luciérnagas, los murmullos, el eterno recorrido. Sin embargo, Casandra está inquieta: desde el fondo de su alma brotan miles de preguntas. ¿Qué pasará al poner en la cima del pedestal el diamante? ¿Perderé a Zackary para siempre? ¿Se me permitirá amarlo en esta vida? ¿O se irá para siempre con su novia desaparecida? ¿Por qué no puedo poner en orden mis pensamientos y estoy sumida en tantos cuestionamientos? ─piensa Casandra, pero aquellas interrogantes quedan inconclusas mientras los pasos expiran al salir al otro extremo del pasadizo. ─¡Por fin! A lo lejos puedo ver la entrada de la cueva en donde las lianas doradas se mecen mientras los seres elementales flotan en el viento. Como recuerdan, esas fueron las indicaciones que nos dio Chac, así que, ¡si apresuramos el paso, llegaremos justo antes del anochecer! ─grita Zackary, eufórico de felicidad─. Ya falta tan poco para el desenlace y poder romper el hechizo, que Casandra quisiera tener alas para volar y terminar de una vez con esta zozobra. Caminan rápidamente hasta subir por el sendero zigzagueante de la escarpada montaña; éste es infranqueable y azaroso pero saben que la recompensa se encuentra en la cúspide. Caminan arduamente 87


hasta llegar a la cima, en la cual se abre ante sus ojos un panorama quimérico. ─¿Cómo podría describir un lugar como éste? ─exclama Casandra extasiada─. ¡Creo que para hacerlo, tendría que haber nacido poeta! ─suspira. Aquel es un lugar para dejar estupefacto a cualquiera. Largas lianas se columpian como doradas cabelleras a la luz del atardecer mientras diminutos seres elementales danzan alegremente en la entrada, agitando sus traslucidas alitas. Aquellos son seres del mundo espiritual, conectados con los cuatro elementos que rigen al planeta: agua, tierra, aire y fuego. Espíritus bulliciosos, traviesos, inconscientes e inocentes; arduos trabajadores de la madre naturaleza. Al ver al trío, sonríen juguetones, mientras con sus blancas y diminutas manecitas abren las lianas, dejándoles ver el espectacular acceso. Los tres penetran sigilosamente, mientras lucecitas saltarinas guían sus pasos hasta la escalerilla que asciende a donde se encuentra el podio. Mientras caminan, enredaderas crecen a sus pies envolviéndoles el calzado con pequeñas hojitas que continúan trepando por los muros para desplegarse en los techos haciendo del lugar un paraíso. Flores fantásticas y maravillosas brotan a su paso llenando todo el recinto de aromas eternos, fruta de los dioses, atiborrando el espacio de perfumes inspiradores que embotan deliciosamente la cordura. Al llegar a la base de la escalinata, se detienen un momento para llenar su alma de aquel espacio, místico y soberbio; sintonía de acordes perfectamen88


te estructurados. La escalera está tejida con filamentos del más diáfano cristal, y armoniosos arcos centellantes, hechos de gemas preciosas, continúan señalando el camino. Suben sin prisa, alimentando los cinco sentidos con tan celestial espacio, mientras vislumbran en lo alto el pedestal prometido. Mide un metro de alto y su base redonda está labrada con un sinfín de extraños e intrincados símbolos. Aquel parece un fino brocado elaborado por manos virtuosas, más que una pieza forjada en translúcido cristal. El aliento se contiene mientras recorren afanosamente cada rincón; nada en el planeta puede compararse a tan imponente y asombroso espacio. Casandra se acerca lentamente, con el temblor que se da cuando se conmueve el alma y los sentidos se agudizan; todo parece un sueño y aquella fantasía pronta está a extinguirse. Sustrae de su ropaje la pequeña bolsa en la que guarda el diamante donde Zackary va a resguardarse cada noche, lo saca y extiende la mano para depositar la preciosa gema en el remate de la torrecilla. ─¡No! No lo hagas, Casandra. No vuelvas la luz, oscuridad ─resuena en el ambiente una voz divina. Un rayo de luz surge del firmamento, soberbia joya arrancada de los cielos, para dar paso a una impensable beldad. Etérea aparición que tintinea haciendo resplandecer el recinto, mientras notas celestiales se dejan escuchar. Desciende como luz tenue de rayos noctámbulos, esparciendo toda su grandeza en las entrañas del espacio. La luz se esparce lentamente para emanar de ella aquella mujer, que tan solo de 89


verla deja sin resuello. Largos cabellos azabache que se mecen como ráfagas al compás del viento; y aquellos inmensos luceros azules, senderos de ríos impetuosos que inundan todo a su paso. Es ella, aquella mujer indescriptible que la visitó en días anteriores. ─No lleves a cabo tu empeño ─suplica─. Sé que mucho trecho has recorrido para completar aquello que crees correcto pero, por favor, escucha tu interior; al niño interno que es tu alma. Deja que se revele ante ti aquello que no crees, pero que es lo verdadero. ─¿De qué hablas? ¿Quién eres tú? Por qué me estás diciendo que no deposite el diamante en el pedestal, si tanto he recorrido para llevar a cabo esta tarea. Dime, ¿por qué no habría de hacerlo? ─Recuerda, Casandra. Evoca tu pasado y acuérdate. Has un esfuerzo, te lo imploro. ¡Recuerda! ─dice suplicante con voz melodiosa. Una nebulosa se cierne en la testa de Casandra, los recuerdos caen como estrellas fulminantes haciendo mella en su mente, mientras un torbellino de escenas y voces se unen, tejiendo en el firmamento escenarios displicentes. Algunos destellos atraviesan su memoria hasta hacerla explotar hacia el espacio, para diseminarse a través del universo. Ahí, frente a ella se encuentra la que ahora es su hacienda. Al fondo del jardín, bordeado de flores, observa a una pareja deambulando entre el follaje; aquellos ríen juguetones mientras disfrutan los senderos florecientes. Intenta reconocerlos pero una gruesa capa de niebla los oculta. La insistencia va aclarando la imagen y el telón se 90


levanta tenazmente hasta dejar entrever unos rostros aún borrosos; risas espontaneas e irreverentes inundan la imagen mientras la pareja juguetea a través del jardín fantasmagórico. ¿Quiénes son la joven y el hombre? ¿Por qué tiemblo sin parar al observarlos? ¿Por qué estos sentimientos de llanto llegan hasta mí? Tengo mucho miedo pero, sé que nada hay que temer cuando el alma es limpia y nada guarda negativo para sí ─se dice a sí misma entre aquel mar de confusión. ─No tengas miedo, Casandra. Yo te ayudaré. ¡Trata de recordar, por favor! ─continua atizando la voz de la mujer. Un intento más y la niebla levanta el vuelo disipando la mente confusa, mientras Casandra observa aquella escena ilusoria y lejana. ─Ahora lo reconozco, ahora sé quién es él ─exclama entre murmullos y sofocos─. Ese hombre es aquel que ha recorrido todo este trecho a mi lado, aquel del cual me enamoré a cada paso del camino. ¡No puede ser!, ¡no puede ser! Aquella noche la pareja brinda por su amor eterno riendo y festejando, mientras el hombre conduce a su amada hacia un cuarto al otro lado de la finca. Al entrar la invita a sentarse en aquel mullido sillón mientras le abre el estuche con la cinta rosada y el brillante colguije. Ella está radiante y sonríe, aquel es el regalo de bodas más excelso; digno de quien se lo ofrece. El hombre lo coloca con esmero en el refinado cuello, sujetándolo mientras ella ríe dichosa. Pero aquel lazo de 91


amor continúa aferrándose como garra a su exquisito escote, apretándose cada vez más, mientras los delicados dedos luchan incansablemente por librarse de la asfixia que se da con la opresión. Los segundos se disipan a grandes zancadas, ahogando aquel resuello entre los muros del siniestro recinto. Las gráciles y blancas manos se deslizan ya sin vida mientras una sonrisa se perfila en la boca del hombre. ─¿Recuerdas, Casandra? ¿Recuerdas quién eres y quién soy yo? ─dice la misteriosa dama. Las vivencias, aunque el mundo gire eternamente, están ahí, recordándonos nuestras verdaderas raíces. Déjate llevar a ese mundo, en donde existen millones de estrellas y lunas girando y engalanando a quien realmente eres. Chispas de energía en un mundo interminable de recuerdos y pasiones. Todo lo que fuiste y eres está contenido ahí, en el mundo interior de tu verdadero yo. Y mientras la sublime dama murmura, Casandra al fin comprende. ─¿Recuerdas aquella noche? ¿Cuándo pensabas que el amor lo era todo? ¿Cuándo el mundo estaba a tus pies? ─continúa hostigando la mujer. Casandra está a punto de perder la razón, es un vórtice energético en el que se producen comunicaciones entre los mundos, las vidas, sin tiempo o espacio; al borde del punto de quiebre de cualquier ser humano. Mantiene los ojos abiertos, pero cerrados ante el mundo exterior. ─Casandra, déjame ayudarte, no deseo que sufras más. Escúchame bien y permíteme ser tu fortaleza 92


y guía ─le dice Chiquita angustiada, mientras la mirada hipnótica de Casandra se pierde entre temblores y confusas visiones. »Tiempo atrás, Don Juan de Escobar vivía en la hacienda que ahora habitas. Cierto día, mucho después de haber perdido a su esposa, Don Juan vio a una bella mujer mientras paseaba tristemente por la selva. Ella era una famosa hechicera de estos parajes, su nombre era Ixcach, del pueblo de Chuburná, en las cercanías de Mérida. Ella era muy importante en la sociedad yucateca, se desenvolvía tanto en el ámbito de los encumbrados grupos sociales como entre aquellos con menos recursos. Se le requería frecuentemente para solicitarle favores, ya que sus hechizos eran asombrosos. Ella podía transportarse de un lugar a otro en un santiamén, cambiar de forma a placer y hacer miles de sortilegios que dejaban boquiabiertos a más de uno. »En las soledades de los bosques y en los oscuros sótanos de las casas de los pueblos y ciudades, las personalidades de los brujos, hechiceros y curanderos burlaban los principios prescritos en la religión que en aquellos días reinaba, lo que para Ixcach fue punto clave para lograr el perfeccionamiento en sus hechizos. »Cierto día las vidas de Don Juan de Escobar e Ixcach se cruzaron y el amor entre ellos fue fulminante. Así pues, ella aceptó la propuesta de Don Juan de vivir en la hacienda con él y Zackary, el pequeño hijo de éste. »Cabe aclararte que los pobladores confundieron a Ixcach con la X’tabay, pero nada tiene una que 93


ver con la otra. La X´tabay es un ser que embruja y mata a los hombres, mientras que Ixcach es una hechicera eterna y de noble corazón. »Para que nadie volviera a saber de ella, Ixcach cambió su nombre a Deborah y continuó su vida al lado de Don Juan. Deborah, adoraba a Zackary y se empeñó en enseñarle todo cuanto sabía de magia a su «nuevo hijo». Le mostró el manejo de la más noble hechicería, haciéndolo partícipe de innumerable sabiduría. Cada año su hijastro se hacía más diestro, causando el estupor y la felicidad de su madrastra, pero nadie se percataba de la verdadera intención del joven por instruirse. Él estaba utilizando toda la enseñanza para seguir el camino equivocado, el camino opuesto al bien que su madrastra le enseñaba. »El último escalón para obtener la máxima y oscura jerarquía, y convertirse en el Wáay supremo de estas tierras, era tomar la vida de otra poderosa hechicera, la amiga íntima de Deborah. »Aquella otra hechicera se llamaba Rhonda y era dulce y benevolente; amada y respetada por todos seres elementales y los seres de la naturaleza. Así pues, todo un plan fue puesto en juego para enamorarla y quitarle la vida. Todo transcurrió como Zackary lo planeó, sólo que en el momento en que expiró la bella jovencita, Deborah apareció. Al ver a Rhonda sin vida, y antes de que Zackary pudiera culminar sus malas artes, congeló el tiempo y lo encerró en un diamante para luego esconderlo en un escritorio, mientras desaparecía para siempre con su esposo, Don Juan. 94


»Lágrimas derramadas, llanto sin control, noches en vela arrepentida de no haber podido ayudar a su amada amiga. Tiempo de mucho dolor; pero el consuelo era que Deborah sabía que algún día regresaría aquella dulce amiga para recuperar su vida anterior. Sin embargo, Zackary también lo sabía, por lo cual creó a Chac y todo cuanto éste escribía. De esa forma trataría de embaucar a la jovencita Rhonda a su regreso a esta vida, para que lo ayudara a romper el hechizo que lo mantenía preso en el diamante y retomar lo que antes no pudo lograr: ser el Wáay; el ser más poderoso y oscuro de esta región. »Ahora que sabes la historia, ¿recuerdas quién eres? ¿Recuerdas la noche en que Zackary te regaló el collar y acabó con tu vida? ¿Lo recuerdas, Rhonda? ─¿Rhonda? Casandra continúa viva por inercia, todo gira revoloteando en su mente, tratando de disipar la neblina. ─¿Cómo? ¿Yo soy Rhonda? Entonces, ¿no me ama Zackary como yo lo amo a él? ¿Así que todo esto lo planeó él siglos atrás? ¿Y si están equivocadas Deborah y Chiquita? Pero, ¿por qué habrían de mentirme? ─giran las preguntas en un mar de tormento en la mente de Casandra. »Pero entonces todo lo que me dijo Chac, ¿es un engaño? ─cuestiona, reaccionando, Casandra. ─Sí, a Chac lo creo Zackary y lo utilizó como un ardid para que creyeras su historia. Pero cuando Zackary desaparezca, todo lo oscuro desaparecerá junto con él. 95


─¡No! ¡Esto no puede ser! Esto es simplemente un enredo, todo es una confusión ─se lamenta Casandra en voz alta y con lágrimas en los ojos. ─Pero Chiquita, ¿por qué si tú lo sabías no me lo dijiste y me permitiste sufrir todo este tiempo? ─Lo siento, pero así tenía que ser. La vida es eterna y siempre hay numerosas enseñanzas que aprender. La vida es esperanzadora y nos consuela ante la aterradora perspectiva de desaparecer definitivamente después de la muerte. Al renacer, tenemos la posibilidad de ir puliendo y perfeccionando todos nuestros errores y defectos paulatinamente a través de diferentes existencias. Y esa oportunidad, se les dio nuevamente a Zackary y a ti: La esperanza de borrar errores pasados y hacer de esta vida, una llena de felicidad y armonía. ─¡No les creas, amor mío! ─irrumpe irreverente Zackary, furioso y con el ceño fruncido─. Todo cuanto dicen es mentira. Yo siempre te amé y te he amado hasta el día de hoy. Tienes que creerme, no dudes de mi cariño y deposita el diamante en la cúspide, por favor. Con creces te demostraré que ellas están en un error y te amaré limpiamente toda la vida. Cree en mí, ¡te juro que nuestro amor brillará tan intenso como el Sol! ─grita Zackary, manoteando y tratando de convencerla. El amor de Casandra es infinito, eso nadie puede dudarlo pero, ¿qué hacer? No quiere perder a Zackary pero algo dentro de ella duda. Si deposita el diamante en el pedestal y él es un mago oscuro como 96


aseguran, perderá la oportunidad de amarlo porque la matará nuevamente en esta vida. Y si lo estrella en el piso, también lo perderá pero con la satisfacción de que aquel no podrá ya hacer mal alguno, aunque el amor para ella se esfumaría. ─¡Casandra!, saca las gotas del Árbol de la Verdad y arrójaselas a Zackary. Si nada hay que temer, no lo evitará, si no, tratará de alejarse inmediatamente. ¡Hazlo ya! ─le grita Chiquita. Los minutos se tornan en segundos; la huida de Zackary; la mirada acusadora de Deborah; las lágrimas de Casandra; la admiración de Chiquita… El líquido cae como rayo sobre su presa, transformando a un hombre apuesto y agraciado, en otro sin escrúpulos y horrendo, hasta esfumarse por completo entre llamas y chillidos, mientras el diamante va a estrellarse en el piso transformándose en miles de fragmentos que estallan dispersos. Nada más hay que hacer, la magia ha terminado creando estupor y tristeza en la despedazada alma de Casandra. Ya no habrá de ver el hermoso rostro de Zackary, ni podrá besar tan exquisitos labios. Jamás verá nuevamente su varonil figura ni podrá escuchar su dulce voz; ahora ya no podrá volver a amar, ya que el amor se ha esfumado junto con su afán de vivir. Los corazones rotos no se recuperan, y el de ella es un guiñapo hecho girones. No quiso darse cuenta de que su atractivo exterior era sólo un parapeto, dejando escapar el hecho de que la belleza interior es la que debe imperar. Hay muchos tipos de hermosura 97


pero la única y verdadera es la del alma, porque ésta jamás se deteriora. ─El hechizo ha sido roto, dulce amiga ─la reconforta Deborah, acariciando tristemente el pelo de Casandra, mientras le dice─: ¿No te gustaría regresar a ser quien antes fuiste, en vez de quedarte en este mundo? ¿Acaso no disfrutarías el volver a emprender tus hechizos en ayuda de la sociedad? ¿No desearías ser bella, admirada y tener todo lo que deseas por toda la eternidad? Entonces, ¿por qué seguir sufriendo por aquel que nada vale? ─No, querida Deborah. En este momento creo que mi lugar está aquí, con mis pros y contras, pero es aquí donde siento que debo estar. Sólo deseo que no te alejes de mi vida, que vengas de vez en cuando a ver qué es de mí y de mis anhelos. La amistad entre tú y yo siempre fue y será eterna y le doy gracias al universo por tenerte. ─Lo comprendo, Casandra, pero antes de dejarte, te daré un consejo: Recuerda que la vida es un regalo envuelto que diariamente se nos ofrece. No sabemos que hay dentro, pero hay que recibirlo siempre con esperanza y alegría. Tal vez algún día regrese el amor a ti, nunca se sabe, y si así fuera, recuerda mis palabras: El amor hace florecer hasta la enredadera más estéril; ahí estará presente cuando florezca la flor de bugambilia... La noche llega a su fin y todo el escenario se disipa, dejando un leve aroma a rosas frescas y, en el espacio, 98


el exquisito sabor del bien. Todo se diluye en el manto del mundo divino, aunque el espĂ­ritu de Casandra se queda roto, seco y vacĂ­o.

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11 Nunca entendió el significado de «estar muerta en vida», tal vez porque siempre trataba de ver lo bueno en todo lo existente; sin embargo, algo aconteció en su corazón y ahora sólo era un pedazo de papel apergaminado y marchito. Sentía que su mundo había llegado a su fin y ese dolor era punzante y lacerante. Noches interminables de llanto e insomnio llegaron sin poder controlar sus sentimientos y escuchándose a sí misma decir una y otra vez: ─Quiero dormir, dormir… y que las sábanas de la inconsciencia me abracen suavemente hasta perderme en el tren del olvido. Y si en ese instante llegase hasta mí la muerte, la dejaré envolverme con dulzura y llevarme con ella…


Se dice que el amor es como la lotería: Juegas una y otra vez hasta ganar o perder. O como el dinero: Si ganas, en algún momento puede que éste se acabe, pero si eres inteligente y lo inviertes, durará hasta la muerte. Pero para ella ya no hay más juegos en esta vida porque se siente exhausta y perdida. Los días se deslizan como páginas en blanco, los minutos se tornan en horas y éstas en días y semanas. La vida de Casandra está ahora en paz, pero en el fondo de su alma hay una profunda melancolía. Tiene que entender lo que ha vivido como un ardid; como una encrucijada de la existencia de la que ha salido triunfante. Necesita de toda su fortaleza interior para seguir adelante, entregándole todo a la vida, aunque ésta, la ha dejado vacía. En las tardes continúa saliendo a tocar su flauta, llenando de encanto y magia aquel maravilloso bosque que rodea su hacienda. Las fascinantes notas brotan a borbotones de su instrumento de viento para tomarse de la mano de las nubes, que sonríen amistosas. Los pequeños seres elementales la visitan diariamente y con sus risas hacen menos difícil el pasar de la existencia, mientras juguetean tomados de algún rizo de su pelo. Mientras tanto, Chiquita ronronea buscando el suave cobijo de su regazo, o corretea por la selva a los seres encantados. Y, ahora que todo ha quedado atrás, el don de la palabra le ha sido otorgado. Tere sigue a su lado, con su eterna sonrisa y sus primorosos ojos negros; ella es para Casandra, su confidente, su 102




paño de lágrimas, la dulce hermana que nunca tuvo en vida. Jamás podrá agradecerle lo suficiente su apoyo incondicional durante toda esta agonía. Da gracias por tenerlas a su lado, ya que sin el apoyo de cada una de ellas en la vida, ningún sendero habría. Pero la voz de Zackary y el calor de su cuerpo continúan clavados en su pecho como un sello del que nunca podrá desprenderse. Éste la ha quemado hasta ahogarla en un torrente de desesperación y congoja. Se dice que la muerte es tan fuerte como el amor, y ella, con este amor imposible, está muerta en vida. A veces deja volar la imaginación y parece verlo ahí, junto a ella, acariciándola y sintiendo la hoguera de sus besos. Y piensa: Zackary, he llorado tantas veces, que siento que se me ha vaciado el alma. ¿Por qué no me fue posible amarte? Paso por el sendero de la vida inadvertida. Como un fantasma deambulo por la casa con la mirada perdida. Sin ti, soy la estrofa inconclusa de una sinfonía. ¿Cómo puedo amarte y odiarte con todas mis fuerzas? Tu presencia ya no forma parte de mi cotidiana vida y reemplazo las palabras por miradas, mientras conjugo el verbo amar a cada instante. ¿Por qué será que nuestros tiempos, pensamientos y universos nunca coincidieron? Tal vez en un futuro pueda beber de tu boca todas estas inquietudes y nos embriagaremos entusiastas en cofradía de abrazos, mimos y besos. Tal vez en otra vida se nos dé la libertad para caminar triunfantes y seguir juntos el sendero errante, entre el murmullo del tiempo. Tal vez se me permita amarte. Tal vez, en una próxima vida… Y las lágrimas asoman a sus verdes 105


ojos, nublando su dulce mirada, mientras recorren sus mejillas escarchadas, volviendo sus pesares, tatuajes de dolor. ¿Cómo destierro este sufrimiento? Se pregunta a cada instante. Cada vez que pasa por la puerta del sótano, manos invisibles parecen jalarla, quizá es el momento propicio de terminar con los recuerdos deshaciéndose del antiguo escritorio y los malditos acetatos. En un último intento por olvidar lo pasado, decide ponerlos a la venta, por lo que baja hasta el sótano en donde se encuentran. Los recuerdos vienen a su mente; recuerdos ahora lejanos que habrá que sepultar. Al entrar, observa aquel escritorio, ahora vacío, pero lleno de recuerdos dolorosos y efímeros momentos de alegría. Al mirarlo, en sus labios asoma una tenue sonrisa mientras el alma se llena de nostalgia, recordando lo que pudo ser, pero ya no sería. La mirada se turba y las lágrimas escurren sin conciencia mientras pasa sus dedos por encima del mueble; aquel escritorio con cajones llenos de recuerdos; con suspiros anhelantes; con gotas de angustia y papel de esperanza. Sonríe, aunque en el fondo de su corazón, llorando está el alma. En un último intento de descifrar aquella voz de ultratumba, coloca uno de los discos en el fonógrafo y gira la manivela mientras escucha aquel hipnótico palabrerío. Sin embargo, lo que antes le creaba confusión, ahora claro está en su mente. Las palabras que antes la aterraban, hoy tristeza le provocan. Y aunque la melancolía la inunda, bien sabe que todo aquello que 106


amamos intensamente, nunca se pierde, solo se plasma en el alma convirtiéndose en parte de uno mismo. «Le ka wiiko’ ma’ jaaji’, e jaajo’ tiich’ u ta’akmuba» ─Lo que se ve no es la verdad, la verdad siempre está oculta─. Reza una y otra vez la voz. Si tan sólo hubiera comprendido esas palabras antes de empezar aquella historia. Era como si por fin hubiera descubierto el hilo inicial de la madeja y ahora el enredo quedara al descubierto. La belleza de Zackary era su escudo, cuando su verdadero yo era perverso. Pero era tanto su atractivo, que dejaba fuera de contexto la maldad que lo invadía. Casandra abre el cajón central del escritorio y lo desliza hasta sacarlo de su lugar. Se asoma dentro y busca en el trasfondo el otro pequeño cajón en donde antaño se encontraba el diamante. Los recuerdos vienen a su mente mientras su corazón con frenesí repiquetea; ecos del pasado; susurros etéreos perdidos en la línea eterna de la existencia. ─Zackary, Zackary, no puedo olvidarte. Por qué tuvo que ser así. Si mi amor te hubiera hecho enderezar tus pasos, mil veces te hubiera dado mi vida. Tú tenías el poder de cambiar la historia con tus actos. Si tan solo hubieras comprendido que el amor es nuestro más valioso tesoro. Jamás volverás, pero nunca dejarás de estar ahí, en el fondo de mi ser. Te fuiste para no volver pero eso no significa que no estés presente. Gracias por haber sido parte de mi vida, porque lo que me enseñaste vale más que todo lo que me heriste... ─murmura cabizbaja. No puedo seguir así ─se dice a 107


sí misma─. Lo mejor será buscar un anticuario rápidamente para conocer la antigüedad del escritorio y ponerlo a la venta de inmediato. No puedo continuar viviendo en el pasado cuando tengo tanto por vivir en el futuro ─gime lastimeramente mientras aquel cosquilleo en la nariz brota. La marcha fúnebre continua en el corazón de Casandra, en tanto la sonrisa de la infelicidad asoma, aquella que hace creer a los demás que todo está bien cuando en realidad, internamente se llora. Las gotas se deslizan por sus mejillas con sofocos y temblores y, mientras solloza, los seres feéricos acarician su pelo mientras lloran con ella.

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12 Un nuevo día y una nueva esperanza; a fin de cuentas la vida es una página en blanco y uno tiene la pluma dorada para escribir en ella lo que se desea. Encontraré un anticuario que me ayude a deshacerme de los muebles encerrados en el sótano ─piensa─. Hoy mismo encontraré uno y le pediré que venga lo antes posible. Con tranquilidad se dirige al salón de lectura, toma el libro telefónico de la sección amarilla y se dispone a elegir entre varios anuncios. Hay muchos de ellos, pero sólo uno llama su atención:

HIGHLANDER MUEBLES USADOS. TODOS LOS ESTILOS. COMPRO Y VENDO.


Somos una empresa dedicada a la comercialización de arte y antigüedades con más de 30 años de trayectoria. Le ofrecemos máxima seriedad, confidencialidad y profesionalismo. Compra inmediata, consignaciones y corretajes internacionales. Resolvemos a la mayor brevedad.

Sin más preámbulo toma el antiguo auricular hasta escuchar la voz al otro extremo de la línea. ─Buenas tardes, ¿estoy llamando a Antigüedades Highlander? ─Así es, señorita, ¿en qué podemos servirle? ─contesta una mujer. ─Tengo en mi poder varios enseres antiguos, entre ellos un escritorio, un fonógrafo y unos acetatos que deseo vender. ¿Puede alguna persona venir a examinarlos? Me interesa llegar a un arreglo lo antes posible. ─Por supuesto, si me da su dirección y teléfono, mañana temprano pasará una persona a visitarla. Al colgar respira profundamente; sabe que esta historia concluirá en unas cuantas horas y comprende que el ayer ya pasó y nada puede hacerse mientras el futuro es toda una expectativa por vivirse. Gracias doy por haber vivido toda esta experiencia, nada es malo sólo son experimentos de vida, 110


y ella es la madre de la sabiduría. Solo deseo llevarme un buen recuerdo de aquel que fue y ya no será más. Seguiré mi vida con valor porque el temor es solo una impresión errónea de la vida y aún tengo mucho que aportar y que vivir ─piensa Casandra, decidida a enfrentar con conciencia lo que le depare el destino.

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FINAL

¡Es un día maravilloso! ─piensa Casandra, mientras que las aves, con sus trinos, parecen hacer nido en su pelo al verla salir al balcón de su ventana. El viento de la mañana juega con las copas de los árboles y el olor a hierba fresca se anida en su nariz. Allá abajo está sentada Tere, disfrutando su té mañanero, mientras Chiquita se distrae jugando con los pequeños guijarros sacudiéndolos con sus patitas, para hacerlos saltar como pelotitas. ─¡Hola Tere! ¡Hola Chiquita! ─les grita desde arriba sonriendo─. ¡Espérenme a desayunar! Unos cuantos segundos para tomar una bata de cama y salir al encuentro de sus dos amores. Ya no quiere pensar en el ayer cuando tiene todo un


porvenir delante. Con alegría se sienta en la pequeña mesa que la aguarda diariamente mientras se sirve su infaltable té de hierbas frescas y unos panecillos de jengibre hechos en casa. ─Tere, quiero que sepas que ayer le hablé a un anticuario para que viniera hoy a ver los enseres que tengo en el sótano. Me dijo una señorita que vendría una persona a primera hora, así que me alistaré para esperarlo. No deseo que te preocupes más por mí, ni por todo lo sucedido. Sólo quiero que sigamos siendo felices, ya que el tiempo no es para perderse, sino para llenarse con bellos y gratos momentos. Gracias por todo, mi querida amiga. Y tú, Chiquita, más que agradecida estoy de tenerte; no sé qué sería de mí sin tus sabios consejos y tu dulce alegría ─termina con una sonrisa abierta y honesta. La mañana se desliza con sus afanes y ocurrencias mientras Casandra escribe su nueva novela: «Un hermoso y refulgente diamante del tamaño de un limón». Las palabras fluyen en su mente creando un enjambre de ideas con cuentos e historias fantásticas, mientras escucha música de fondo y el recinto se llena de algarabía. Sabe que el compartir sus conocimientos es la mejor forma de trascender; las palabras se las lleva el viento pero con la ayuda del papel y la tinta, se dejan huellas eternas. ─Buenos días, ¿hay alguien en casa? ─se escucha la campana de la puerta y Casandra baja presurosa la escalera. 114




─Buenos días, bienvenido sea a esta casa. ─Gracias, señorita. Mi nombre es Rolando Roca y soy el anticuario que usted solicitó el día de ayer. Me informaron que viniera a ver unos muebles; soy el dueño de Antigüedades Higlander. Le aseguro que venderemos rápidamente su mobiliario si usted deposita su confianza en nosotros. ¿Le parece bien que vayamos a verlos? ─Por supuesto, pase por aquí y le llevare a donde se encuentran ─contesta mirando de reojo. Al bajar al sótano y tras un momento ajustando la mirada, el hombre empieza su escrutinio. Se dirige prontamente al escritorio que se encuentra arrinconado y, con mirada penetrante, gira en torno a él mientras pasa sus dedos suavemente en sus costados y le toma medidas. ─Éste es un escritorio del siglo XIX; estilo gótico; hecho de madera de nogal. Mide 81 centímetros de alto; 1.75 metros de largo y uno de fondo. Tiene tres cajones frontales, y las cuatro patas están talladas con imágenes de gárgolas; está adornado con motivos florales y herrajes finamente labrados. Es una mesa preciosa y firme; sin rupturas, ni enmendaduras ─continua─. Si no hay problema de su parte, me tomaré un rato revisando a fondo el mueble y haciendo una lista de todos los enseres que guarda este lugar. Ah, y déjeme anticiparle, señorita, que me parecen excepcionales y muy valiosos ─termina con una sonrisa turbadora. Mientras el hombre le habla, Casandra lo observa. Sin duda alguna es atractivo: alto, moreno, bar117


bado, de labios suculentos y fuerte mirada. ¿Cómo es que tan joven es el dueño de la más importante empresa de la región? ─No hay problema alguno ─contesta Casandra─. Tómese el tiempo que requiera para hacer el inventario. Quiero vender el escritorio, el fonógrafo y los acetatos; además de todo lo que aquí se encuentra. Deseo despejar este sótano y empezar de cero. Ya no importa el tiempo, porque el tiempo es indefinido y se debe vivir consciente de que cada momento es único e irrepetible. A fin de cuentas la vida es mucho más que la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. Es energía eterna porque ella es el Universo mismo y uno de sus mayores misterios, y, finalmente, el objetivo fundamental de la vida, es vivirla con felicidad plena y armonía. Al salir del sótano, Casandra observa un mundo de posibilidades que se abre ante ella. Admira la belleza de las flores, la majestuosidad de los animales y el eterno adquirir conocimiento del hombre, llamado evolución, mediante el cual el ser cambia a través del tiempo para dar origen a nuevos pensamientos y manifestaciones. Y mientras su bella figura se pierde entre la selva llevando consigo su diáfana flauta, en la enredadera de bugambilia, antes vacía, se asoma, tímidamente, una rama florida... 118






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