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Ensayo- Dedicatorias en el mausoleo

Anna María Velasco

Mi primera vez fue en Argonautas, que se encuentra sobre Taxqueña, unas calles antes del metro, quedaba muy cerca de mi prepa, así que un día me animé y entré. Parecía niña chiquita en juguetería, de por sí las librerías son mi debilidad, pero esta era mágica. Hay algo diferente en ellas, y es que son el destino final de muchos libros, es una especie de orfanato en donde los libros abandonados esperan ser adoptados. El olor es maravilloso, el olor a libro viejo es de los aromas más exquisitos en la tierra. Mientras me paseo por los pasillos buscando a mi nueva víctima, los ojeo y pienso en qué fue lo que los hizo terminar ahí; una

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muerte, falta de dinero, estorbaban o simplemente ya no servían para su antiguo dueño. Cada uno encierra una historia diferente, que nada tiene que ver con la del autor. Muchos en sus portadas tienen dedicatorias tan bellas que rompe mi corazón que se hayan desprendido de ellos con tal faci- lidad. Esos son mis favoritos, colecciono los libros con dedicatorias, pues tengo dos historias por el precio de una. Y es que ese es otro punto a favor de estas maravillosas cuevas de tesoros, el precio generalmente es muy bajo, los libros pueden no estar en las mejores condiciones, o no hay muchos ejemplares, o tal vez llevan mil

años sentados en el aparador sin que nadie los mire; y es por eso que cuando un pobre diablo toma, le sale casi regalado, y cuántas veces estas tiendas no me ahorraron unos cuantos pesitos al tener que comprar libros para la escuela. Juro que en estas tiendas encuentras de todo, hasta libros que no sabías que debías tener. Miguel Ángel de Quevedo está llena de ellas, y cada una con más curiosidades que las otras. Paseándote por ahí, puedes oír a los autores llamarte y seducirte para que tomes sus libros. Te cuentan sus historias y se aferran a ti para que los lleves. Es eso, o de otra manera no me explico cómo termino comprando libros cada vez que entro a una solo a “ver”. Yo creo firmemente en que los libros llegan a ti cuando los necesitas, ellos te buscan, muy parecido a como la varita escoge al mago, y no al revés. Si hay algo que he aprendido en mis 15 años como lectora es eso, los libros te cambian y te marcan, y ese libro que tomaste por curiosidad y llevaste a casa, no fue casualidad. El espíritu del libro te llamó y eligió. Y los libros, entre más viejos, más sabios. Es por eso que cuando me pierdo un poco en la vida, voy a buscarme en los cementerios de libros, pues sé que alguno me dirá las palabras exactas para regresar.

“Hay muertos que no hacen ruido, llorona y es mas grande su penar”

Canción Popular Mexicana