1 minute read

La mirada impenetrable

Next Article
Consejos

Consejos

Cuando vemos aterrorizados que alguien nos está mirando suponemos lo que tememos, esto es, un desprecio, un rechazo, un considerarnos indignos de nuestras aspiraciones.

Es difícil adivinar por la mirada del otro cual es exactamente su postura frente a nosotros. Su mirara se nos asemeja algo pétreo, impenetrable y por ello un angustioso secreto que no despeja nuestras dudas ni tranquiliza nuestras inseguridades.

Advertisement

Si pudiéramos entrever una mueca clara de asco o repudio, aun siendo algo profundamente desagradable, no sería por lo menos incierto. Sin más datos con rmatorios nos gustaría gustar pero se nos hiela la expectativa en una parálisis que no se sabe si es caída o esperanza de salvación.

La mirada de los adultos que no sonríen tienen este misterio, este pasmo conmovedor, para un niño pequeño que necesita imperiosamente el acogimiento benévolo que se hace de rogar, que no aparece aún, que amenaza con un giro sorprendente de la situación en la que además de nuestra notable decepción se siguiera un castigo por haber esperado amor de una forma incorrecta y fuera de lugar por alguna misteriosa razón.

¡Son tan misteriosos los adultos que tan pronto te ríen las gracias como te repudian por pesado o te riñen por inadecuado, aparentemente por las mismas razones!.

Los criterios a lo que obedecen los mayores se escapan al niño, que los observa elevados a una cima que, cuando nosotros la alcanzamos años después, no por ello deja atrapar el misterio, nos desliza de sorpresa en sorpresa, abriendo un nuevo laberinto en el último momento en el que nos creíamos ya llegados.

Nosotros mismos podemos encontrarnos tan desapegados de nuestro cuerpo y desencantados de nuestros propósitos que circulamos por los acontecimiento de forma inerte, pasiva, reducidos al mero pasaje. sin llamar a nadie ni ser interpelados tampoco.

This article is from: