XsumArte 18 mayo 2013

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Revista mensual. Distribución gratuita. Año 2. Número 18. Lincoln. B. A. Mayo 2013

ESTADO DE DE AHOGO AHOGO ESTADO


Editorial L

LA MEMORIA, UTOPÍA Por casa, arroyos, árboles, se arrastra, y arrastra su incógnita, nadie juraría que superó la incógnita de dónde está lo lejos, lo próximo, dónde lo dentro, dónde lo que subsiste, y el mínimo intento de restablecer casas, arroyos, árboles, es extravío, inubicable, utopía, lo inubicable, árboles y arroyos y casas que diseñaron un sitio y no se los ve, no coinciden en ninguno, y nadie se atrevería a jurar que éste fue el árbol, éste el arroyo entre el cañaveral, ésta la casa donde pernoctamos al reparo. Ninguna memoria, ni siquiera la de nuestra naturaleza ordinaria, dirigida a la afirmación de que los recuerdos si son moderados es como abrazar maderas que engendran cenizas, y si son intensos es como quemar alcanfor, no quedan residuos.

ALBERTO GIRRI

a tragedia de La Plata ha sido un hecho impactante. Hubo mu chas muertes e infinidad de pérdidas materiales. Todas estas circunstancias han provocado un estado de azoramiento, perplejidad y tristeza que son difíciles de describir y, por supuesto, de explicar. En este contexto, desde XsumArte decidimos contarte este hecho -que ocupa la centralidad de esta edición- a través de historias personales que le sucedieron a algunos linqueños que residen en la cuidad de las diagonales. Son tres, y cada una de ellas esta abordada desde una mirada muy particular, que indefectiblemente se unen en un punto: el desasosiego y la desesperación. Acompañando esta nota hacemos una reflexión y recordamos a Maximiliano Bonetti, un joven linqueño que apareció muerto hace 6 años en una laguna y todavía no se ha podido develar en qué circunstancias y en manos de quién. Haroldo Conti también es parte central a la vez de esta edición, y de manera muy especial. Es que este gran autor argentino es abordado y retratado por una amiga muy personal, estamos hablando de la docente y poeta Cristina Pannunzio, quien, afortunadamente, hace rato que nos acompaña a través de distintas columnas, en donde desarrolla de manera magistral distintos escritores nacionales e internacionales que de alguna manera han dejado su huella. La Biblioteca Municipal «Domingo Faustino Sarmiento» se lleva otras dos páginas de este número. Allí nos dirigimos buscando propagar lo especial y completo que es este espacio y, a la vez, lo importante que es dentro del marco de nuestra construcción cultural e intelectual. Luciano Millares es otro de los protagonistas de XsumArte 18. A este histórico jugador del Club El Linqueño le debíamos un elogio y una gran dedicatoria por su talento y por su compromiso con uno de los clubes más prestigiosos de nuestra ciudad, y fuimos por él. De la mano de uno de nuestros nuevos columnistas, intentamos retratar al «Terrible» Millares, que ya lleva más de 100 goles con la camiseta albiazul y se perfila como el deportista más reconocido de esta increíble institución deportiva. Gracias y a través de la generosidad de Fernando Signorini, pudimos concretar otra columna especial, es que él nos contactó con Cálica Ferrer, amigo de Hugo Chávez, quien a través de una emocionante reflexión nos acercó su punto de vista sobre este complejo Comandante venezolano, que dejó una marca indeleble en la historia de su país. Queda por mencionar la columna habitual de Pablo Gago, que, como todos los números desde que arrancamos, nos cuenta sobre las distintas bandas que han hecho historia y han marcado un punto de inflexión a través de su musa; también el libro que Fernando Signorini junto a un grupo de periodistas linqueños proyectará sobre los 8 desaparecidos que tuvo nuestra cuidad en la última dictadura cívico-militar argentina; y el disco que presentará el 11 de mayo la agrupación local Tengo Pa´l Truco: «Son buenas», así se llama el nuevo material que esta banda dará a conocer en el Cine Teatro Porta Pía de la calle Mitre. Bienvenidos a XsumArte 18, esperamos que la disfruten.

Staff Editores propietarios: Santiago Zambianchi y Paula García / Diseño y diagramación: Paula García y Santiago Zambianchi / Redacción: Caseros 52 dpto. 7, Lincoln, Bs. As. / Columnistas: J. C. García, Pablo Gago y Cristina Pannunzio/ Colaboradores: Cálica Ferrer, Virginia Fernández, Agustín Lódola, Julián Ardesi, Oktubriano y Juan Gregorio Hauciartz/ Arte de tapa: Agustín Luisi/ Agradecimientos: J. G. Paoletti, Fernando Signorini/ Impresión: La Posta del Noroeste, Andrade 746, Lincoln, Bs. As. / Contacto: xsumarte@hotmail.com (e-mail), Xsum Arte (facebook), tel: 02355-15536795 / 15696907 * Número de propiedad intelectual en trámite.

TEATRO PORTA PIA

Sala climatizada 2


Actualidad A ARTES RTES PLÁSTICAS PLÁSTICAS

Gran exposición en el Mubal Mariano Crego y Carmelo Stola fueron artífices de una gran muestra en el Museo de Bellas Artes «Manuel Ballarino». Estos artistas plásticos expusieron parte de sus originales trabajos, que pudieron ser disfrutados por el púbico en general y por varias escuelas de nuestra ciudad.

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l arte joven en Lincoln tiene muchas aristas y siempre está mostrando su estilo de diferentes formas. Música, muestras, poesía, teatro, danza, diseño, entre otras manifestaciones, son el condimento que denota que nuestra ciudad tiene mucho potencial a nivel invención. Y una clara muestra de ésta se vislumbró el 5 de abril en El Museo de Bellas Artes de Lincoln «Manuel Balarino», en donde -a través de una rica exposiciónel artista plástico Mariano Crego mostró varios trabajos de su autoría, que debemos decir nos dejo a quienes hacemos XsumArte muy sorprendidos con su gran propuesta. Junto con Mariano también expuso sus trabajos en condición de invitado especial- Carmelo Stola, otro artista linqueño que se lució en esta mues-

tra denominada «Dimensiones», que estuvo abierta al público en general hasta el 28 de abril. Vale destacar que en la inauguración de este evento hubo mucho púbico y que recibió la visita de varias escuelas de nuestra ciudad, entre ellas, la Agropecuaria, la Escuela del Alba y también la número 18. Además debemos mencionar que este espacio ubicado en la Terminal de Ómnibus en solo unos días funcionará como soporte para la exposición que realizará el multifacético y reconocido artista plástico Rocambole, pero ése será tema de difusión en el próximo número de la revista. La exposición de Mariano Crego contó con la dirección artística de Cecilia Tángaro, que cumple el rol de coordinadora dentro de este gran lugar.

L ITERATURA

LOCAL

Vaccarini presentó su nuevo libro

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l escritor linqueño que reside en Capital Federal, Franco Vaccarini, presentó el viernes 12 de abril en la Escuela del Alba de nuestra ciudad su nuevo trabajo literario llamado «El cuaderno blanco de papá». En relación al material, Vaccarini expresó: «El libro salió a fines del 2011 y, como todos mis trabajos, no tenía ningún apuro en ser presentado. ‘A cada chancho le llega su San Martín’, dicen todavía las comadres. Lo presentamos en Rosario, en la librería Ross y en la Feria Del Libro de Bragado, en el invierno pasado». «Es un ejemplar lleno de cuentos. Es el libro que quiero que lean mis amigos, es por eso que ya he regalado unos cuantos», agregó. Para quienes siguen de cerca su obra, el escritor dio pistas del contenido del libro, mencionando algunos nombre de sus cuentos, como por ejemplo: «Los padres misteriosos», «El regreso de la abuela feroz», «Una vida más», «Amílcar y los sapos», «A mí Ramona me daba miedo», «La juntacuerpos», «La casa sin tesoro», «Y no me acuerdo de más nada», «Pastor de caballos», «El día que elegí mi nombre» y «El camino al cementerio». Entre otros detalles de su persona, el escritor nació el 4 de octubre de 1963 en nuestra ciudad y, a fines de 1983, se radicó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde reside hasta el presente. Asistió a los talleres literarios del escritor José Murillo y de la escritora Hebe Uhart, entre otros. Cursó periodismo en el Círculo de la Prensa y trabajó esporádicamente en diferentes medios gráficos. Desde el año 2001 se dedica exclusivamente a escribir narrativa, casi en su totalidad dirigida al público infantil y juvenil. Su primer libro para chicos «Ganas de tener miedo», se editó en el año 2001 y desde entonces ha publicado más de cuarenta títulos. En el año 2006 ganó el premio El Barco de Vapor de Ediciones SM, por su novela «La noche del meteorito».

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Todo se volvió líquido * Por Juan C. García

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i volar los pedazos de madera de un placard hacia una calle que está repleta de más pedazos de «lo que una vez fuimos», me hice insistentemente el idiota, seguí por una vereda angosta de 8 y 522, en Tolosa (La Plata), y pensé frente al Registro Civil adonde miles de amores dejaron su marca indeleble, que finalmente «vivimos en un mundo de ilusión», como una vez me contó el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Dos pasos más adelante ya no pude escapar al infortunio general: es que uno se hace el idiota con las cosas que ya vio y que difícilmente puedan ser borradas de la cabeza, por más que se le quiten los ojos de encima. Una ilusión, como ese amor que flotaba entre un putrefacto río de papeles que salían de esa repartición. Ayer, los amores eran certificados; hoy, tintas corridas en registros alterados. En las casas de los inundados tampoco ya nada tenía validez y lo único certificado era tener la certeza de una gran incertidumbre. En un mundo en el que se pensaba que el crecimiento era ilimitado, un cachetazo natural desplomó todos los castillos de cartas. Una noche cayó una gota de lluvia y las lágrimas compusieron una sinfonía de desazón que acompañó el desborde, la cerrazón, lo inimaginable. Dormir en el techo pareció ser el resumen de esta configuración del nuevo mundo del revés. Dormir en el techo como señal de la salvación. Tener «los pies sobre la tierra» fue exactamente lo contrario al criterio. Ya nada era lo mismo. Porque la nada misma era todo lo que quedaba.

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Del otro lado de la vía, más allá de 1 y 528, la tristeza fue la misma que la de los desposeídos, pese a que el agua sólo había sido la de una intensa, incesante y traumática tormenta. Del otro lado de la vía las historias también se contaron, pero fueron el eco de lo que llegaba de la Tolosa inundada. ¿Cómo empezar de nuevo cuando en los bolsillos sólo hay humedad? En 529 y 2, un tradicional supermercado enlazó en las colas de las cajas las palabras del asombro. Un muerto, dos muertos, tres muertos. Todo se cuenta con la misma velocidad con la que el agua trepó «hasta acá», como indicó una señora mientras contaba que su nieto debió caminar varias cuadras en un prematuro río que alcanzaba a las rodillas. Todo a oscuras. A mano. Las cosas perdieron cierto valor. Lo rudimentario de hacer cuentas con los dedos volvió a ser moneda corriente, después de la inundación, para los cajeros. Contar muertes, contar pérdidas, tomó un valor mucho más supuesto. Las historias fueron y aún son terribles. Desde un perro que salvó a un nene, hasta dos abuelos que se sentaron arriba de la mesa, de la mano, a esperar la muerte o el rescate. Bauman sostiene que vivimos en un mundo «como de alquiler», en el que todo se mueve rápidamente, con «cambios radicales que no se esperan», mundo que también ha definido como un «interregno, en el que se ve que las cosas que se han hecho hasta ahora no han funcionado, pero no se

ha encontrado aún la manera de hacerlo diferente». La culpa es de los políticos. Pero éstos dicen que la culpa debe de ser de la propia naturaleza o de algún otro político que estuvo antes. Esto también se escuchó en las calles. Hubo saqueos. La gente estaba desesperada. Por un momento el vacío estuvo lleno y nadie quedó afuera. Tolosa, al menos la zona del Registro, va a mejorar porque es gente de relativa clase media, con una red de contención. Pero hay barrios «re pobres», había mencionado una mujer que aún vive pegada al «Arroyo del gato». Allí la correntada le arrebató parte de la casilla de chapa y madera. «A esos va a llevarles mucho tiempo recuperar todo», contó una investigadora del Conicet mientras clasificaba ropa en un centro de evacuados,


donde la solidaridad comenzó a llover como esas tormentas que alivian. «Ahí la pobreza es estructural, no se soluciona con un colchón». La pobreza, como los amores que aún no se perdieron en el agua, también está certificada. Y todo se volvió líquido. *** La devastadora inundación que azotó a la capital bonaerense, a principios de abril, despertó muchas sensaciones que trascendieron los límites de la llamada ciudad de las diagonales. El dolor, la espera, las pérdidas, la muerte y la oscuridad en los hechos propusieron un marco de debate entre lo natural y lo político que tardará en irse, como tarda en cerrar la herida que dejó el haberlo perdido demasiado o todo. Linqueños, como platenses, convivieron con estas trágicas correntadas de amargura y sin sabor. En esta edición, justamente ellos, los protagonistas del dolor, prestan sus intimidades en un trozo de papel y las comparten con nuestros lectores. ***

La culpa no es del agua Por Agustín Lódola

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l correspondiente ar tículo gramatical masculino no oculta su feminidad. Principal e imprescindible componente del cuerpo humano. Derecho básico, aunque negado a muchos. Bien público, que se cobra por metro lineal de frente, y así derrochamos. Bien privado, que se vende envasado y se recomienda tomar dos litros diarios. Forma parte de todos los productos y hace funcionar la mayoría de las máquinas y motores. Vamos en su búsqueda en nuestros recreos de verano para contemplarla o directamente sumergirnos en ella. Es bendita cuando nos purifica de todo mal. Su existencia motivó en la tierra -y sigue motivando en el planeta- la ubicación geográfica de los pueblos, ya que no hay vida sin ella. ¿Cómo entonces ella puede hacer algo malo?

El martes 2 de abril último, después de pasar unos días en Lincoln, estábamos en nuestra casa en La Plata organizando una salida familiar al cine, aunque la persistente y copiosa lluvia nos hizo modificar el plan y quedarnos. En ese entonces, ella había superado el cordón de la calle, lo que me impulsó a sacar unas fotos creyendo que iban a ser imágenes impresionantes. En pocos minutos comenzó a entrar por la puerta del frente, lo que nos hizo levantar algunos electrodomésticos. A la hora estábamos, sin luz, instalados en la planta alta, viendo por la ventana subir su nivel sin pausa y democráticamente. El inaudito silencio dejó exclusivo protagonismo a la correntada, que, a pesar de que era fuerte, no impidió que una persona en un cayac saliera a rescatar a otros. ¿Sos de la Municipalidad?, pregunté en for-

ma ingenua cuando me ofreció ayuda. A la medianoche los autos que habían quedado estacionados en la calle ya habían sido totalmente tapados, aunque se localizaban fácilmente por sus luces prendidas. Eso haría empeorar la posible recuperación, me dirá tres días después un mecánico. Ver la heladera flotando en el living es un espectáculo único (¿e irrepetible?) Aunque sin comunicación, la noche terminó rápido. A la madrugada, cuando bajamos, ya no quedaba agua, ni muebles, ni auto, ni libros, ni fotos, ni nada en su forma y lugar. ¿Hoy no voy al jardín preguntó el más chiquito? Comenzamos a sacar el barro rápidamente, porque no hay peor cosa que una tristeza duradera, mientras separábamos lo que servía de lo que no, en una angus-

tiante clasificación donde se mezclaron renacimientos y despedidas. Observar en la vereda cómo la basura de unos es valiosa para otros nos visibilizó la desigualdad existente que ni la mentira estadística ni el agua pueden tapar. Nos sorprendió el mediodía, y la búsqueda por el barrio de algo para almorzar, nos permitió crudamente tomar dimensión del problema. Tuve que caminar bastante para encontrar algún comercio que haya quedado en pie. Experimentar sólo pérdidas materiales es un consuelo tonto y egoísta, pero realista y respetuoso. Luego la solidaridad; que emociona, conmueve, reconforta, energiza, seca, deshumedece, abriga; pero cuya efímera presencia requiere otras formas reparadoras que estén más allá de los siempre incompletos seguros. El agua transitó por los lugares reservados diariamente para los automóviles, aunque los expertos nos dirán que antes que Dardo Rocha fundara la ciudad, ése era su territorio. Modificar los causes naturales suele tener un éxito temporario, si no hay atención permanente. Me queda la duda si el trazado de las grandes diagonales fue un símbolo de ciudad moderna y un criterio innovador respecto a los tradicionales diseños urbanísticos en cuadrículas, o fue un homenaje a los arroyos, algunos de cuales (el del Regimiento) corre exactamente como una de las diagonales (Diag. 74) En los 129 años de vida de la capital provincial, nunca había pasado algo así. Una amiga estudiante de meteorología me dice que fue un evento raro con nubes de gran tamaño y con un frente de tormenta estacionario. Aunque no hay que ignorar que, como en muchos lugares, se agregaron en forma miope y durante décadas millones de metros cuadrados de construcción de edificios, pavimentos y veredas sin obras complementarias. Ahora bien, no miremos el ombligo ajeno ni dudemos de la acción conjunta. No podemos exigir dirigentes estratégicos si no actuamos como habitantes y ciudadanos estratégicamente. Claramente, la culpa no es del agua.

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Relatos de una tormenta implacable: «Me pudo haber pasado cualquier cosa» Juan Gregorio Hauciartz

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uan Gregorio Hauciartz, «Juangre» -como lo llaman los amigos-, es uno de los tantos linqueños que vivió de cerca el tremendo temporal que dejó en jaque a La Plata. Tiene 21 años y, como muchos, apuesta a la ciudad de las diagonales para su formación profesional. «Gracias a Dios no me pasó nada en el camino», le dijo a XsumArte cuando comenzó a contar su peripecia. La tormenta lo sorprendió en medio de la calle, a unas quince cuadras de su casa. Se arriesgó a ir caminando con el agua encima de las rodillas. «Fue terrible», sintetizó el joven estudiante linqueño de Artes Plásticas (orientación Dibujo). «Yo fui caminando desde la Vieja Estación (17 y 71) hasta la Facultad de Bellas Artes (Diagonal 78, aproximadamente, en cercanías a plaza Rocha), que es por donde vivo, con el agua que me pasaba las rodillas», relató. Su historia no es contada por la pérdida de bienes materiales, sino por la odisea que debió cruzar para llegar a su casa, un departamento que sólo sufrió algunas

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exto escrito sábado 6 de abril de 2013, en pleno ejercicio de «drenar la experiencia», con las imágenes irrumpiéndome en la mente. Solo pude escribir esto. Hay más. Y no me olvido de los que hoy sufren la muerte de un familiar, de un vecino o de un compañero de trabajo. El drama permanece por estas horas. Corro tras la gente, ellos no están, se diluyen. Empiezo a sentir dolor. Creo estar soñando por estas horas. La ciudad de La Plata, conocida por ser la ciudad de las diagonales, ha sido cubierta por el agua de lluvia. Imágenes, son personas. Calles, barrios, hogares. Escuelas. El hospital. Trato de entender lo que sucede. Voy camino hacia la casa de mi prima Lara. Media ciudad bajo el agua. En plena noche del miércoles 3 de abril. Al llegar, afectados. Objetos personales, el amor que nos tenemos, fotos de padres, documentos con números, el intento de alguna carta, flotan en el lodo. Al llegar, afectados.

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goteras y el corte de servicios, como la gran parte de la capital provincial. «Era casi imposible caminar por las veredas; por la calle, menos. La corriente del agua era muy rápida y había muchos autos varados en parque Saavedra», reseñó mientras hacía el esfuerzo por encontrar un detalle que no tuviera una cuota de desasosiego. «Algunos resignaron sus coches directamente y los dejaron abandonados», confesó. Y agregó: «Pudo haber sido peor si hubiese habido vientos fuertes». En su barrio, el agua llegaba hasta la mitad de las puertas y rápidamente veía, mientras se esmeraba en llegar a destino, cómo en muchos lugares ese prematuro río comenzaba a inundar las casas. «Cuando se largó la tormenta, los negocios comenzaron a cerrar y los que estaban abiertos salvaban todo lo que podían», sostuvo. «A mitad de camino, medio que me arrepentí, pero ya no podía retroceder. Cuando llegué y vi que sólo tenía un par de goteras, me quedé tranquilo. Pero no me podía comunicar con nadie porque andaban mal los teléfonos», prosiguió. El contexto que marcó «Juangre» es hoy una imagen saturada por la televisión y los diarios, pero las sensaciones de su experiencia denotan aún más de cerca la tragedia de muchos platenses. «Estaba indignado porque

Pedido Relato de Julián Ardesi

Sólo somos eso, una pulsión que nos lleva al abrazo. Y a la posibilidad de juntarnos para recuperarnos. La imagen oscura de Camilo y Santino, mi ahijado (hijos de Lara y Enzo) durmiendo en el bote que se hamaca lento en el interior del garaje. Es de noche y el agua crece. Lara bajo el agua caminando hacia el baño. No se permite la indecencia de orinar en cualquier parte: al regresar tratará de salvarle las mochilas, los cuadernos a sus hijos. ¿Qué significa, en pleno caos y con las patas en el agua, recordar la frase de su madre?: «El único capital que les puedo dejar es el estudio». A plena luz del día. Con el viento soplando tras los rostros del miedo. Le pido que me deje sacarle una foto (viernes 5 de abril). Acepta: Mi prima Lara sentada en la vereda de su casa, entre veintena de zapatos mojados (siempre supe de

veía gente desesperada, que poco podía hacer por sus cosas», dijo. «Gracias a Dios no me pasó nada en el camino», contó Juan Gregorio. Y no escapó de su propia realidad: «Después reflexioné y pudo haber pasado cualquier cosa. Menos mal que no hubo vientos fuertes. Por las ramas y cables… Hubiese sido mucho más devastador». Cuando la lluvia frenó y la cotidianeidad perdió su curso, el joven linqueño salió a la calle y vio el desastre. «Las veredas hoy están llenas de todo lo que la gente perdió: colchones, papeles, muebles, electrodomésticos... Todo. Además de basura hay hojas», expresó. Pero fue tremendamente contundente al poner la palabra justa: «Las veredas están llenas de tristezas». Hoy, ya reestablecido en su casa, sufre los mismos problemas que el resto. Resulta complicado conseguir ciertos alimentos, el agua envasada es casi imposible de obtener y la que provee ABSA «tiene un color marrón turbio que la hace imposible tomar o usar. Ya ni con lavandina ni hirviéndola se puede consumir». «Después de observar todo, sacarme las bolsas de plástico que me había puesto encima y ver que mi casa estaba bien, recién ahí caí. Realmente la saqué baratísima en todo esto», finalizó.

su fortaleza, pero hoy me supera). Frazadas que cuelgan de árbol a árbol, documentos, títulos, carnet, libros, cartucheras, aceite en las paredes. Sentada en la vereda, en cuclillas, como los viejos sabios, me regala una sonrisa que rápidamente se diluye. Todo es barro. Es la vida hoy. Nada se puede entender en estas horas. Los libros flotan como tablitas débiles en el agua sucia. Tres de la madrugada. La lluvia no habrá de detenerse. (Con el día sabremos que son muchos los muertos, la ciudad en duelo). Me lo cuentan, mientras salvajemente, intentamos recuperarnos. Un helicóptero de la policía cruza los cielos de La plata. Y todo se pone más triste. Nosotros afectados trabajamos para volver a la dignidad. Amigos de Enzo, viejos murgueros platenses, psicólogas amigas de Lara, mis primas, sus hermanas. Jorge de corazón y plan. Mi padre y yo, y muchos son los que se dan a la cita.


Tengo Pa´l Truco con nuevo disco

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on Buenas, así se llama el nuevo disco que la banda de música Tengo Pa´l Truco presentó el 3 de mayo a través de conferencia de prensa en el hotel Impala, y que dará a conocer -a través de la instrumentación y la puesta en escena- en el Cine Teatro Porta Pía el sábado 11 de mayo a las 21 horas. Este nuevo y pretencioso trabajo está conformado por 15 canciones del repertorio de música argentina, que te las acercamos con nombres y autores para que vayas palpitando lo que se escuchará en las tablas del mítico teatro de la calle Mitre. Aquí van: Michelángelo 70, de Astor Piazzolla; Soland, de Aldo Saralegui; Tonada de otoño, de Mecedes Sosa y Sánchez; Chasky, de Luis Hopua; Corralera/Llorón, de Aieta, Maglio y Cadícamo; Así, de Damián Balarino y Carlos Passeggi; El mareadito, de Luis Hopua; De Pérdidas y reencuentros, de Carlos Passeggi; poesía: El Tango, de José Luis Borges; Fuego a fondo, de Damián Balarino; Vidalita, de Aldo Quadraccia y Manuel Balarino; Al viejo tristón, de Gonzalo Villalba; Espinel de la luna, de Luis Hopua; Balada para un loco, de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer; Chacarera del 21, de Carlos Passeggi; y, como bonus track, Lincoln capital del Carnaval, de Héctor Serazzi. Estos 15 temas, como ya es costumbre dentro del acervo de esta banda, están conformados por un variado abanico de melodía argentina: tango, milonga, nuevo tango, tonada, carnavalito, zamba, gato, vidalita, chamamé y chacarera, son alguno de los ritmos que conforman el nuevo trabajo. Como parte de este nuevo CD, los músicos de Lincoln se dieron el gusto de invitar a varios artistas para que sean parte de él: Amelita Baltar, Cecilia Todd, Guillermo Rubino, Guillermo Catena, Ruth Hillar, Adolfo Falcón, Luis Balarino, Gustavo Diderle, Concepción Rillo, Virginia Abadía, Mercedes Miravalle, Juan Martínez, Carlos Cifaldi y Serena Balarino, son los músicos que acompañan al cuarteto en este nuevo y distintivo disco,

El cuarteto musical linqueño presentó su nuevo CD a través de una rica conferencia de prensa en el hotel Impala y luego, el sábado 11 de mayo, desandará todo su arsenal melódico en el Cine Teatro Porta Pía. 15 canciones y varios invitados de lujo son el núcleo esencial de este nuevo material, que lleva como título «Son Buenas». que seguramente dará mucho qué hablar entre aquellos degustadores de buena música. «La presentación en Lincoln será en el Teatro Porta Pía el día sábado 11 de mayo a las 21 horas, y contaremos con la presencia de artistas invitados para hacer del recital una verdadera Fiesta, manifestó Damián Ballarino, uno de los integrantes de esta agrupación. Vale destacar que, previo al concierto de Lincoln, Tengo Pa´l Truco viajó el fin de semana del 27 y 28 de abril a la ciudad de Bariloche, para realizar un concierto en el escenario de «La Araucanía» donde el programa «Fly Cast America» de Fox Sports- filmó esta puesta en escena para hacer una emisión especial con el cuarteto linqueño, que está conformado por Gonzalo Villalba, Luis Hopua, Damián Balarino y Carlos Passeggi.

ha sido participado en 2012 como grupo organizador del importante Festival «Sonamos Latinoamérica», en la sede argentina de Lincoln. Para 2013 hay muchos proyectos, entre los más importantes una gira europea y una nueva presentación en Venezuela.

RODAJE Tengo Pa´l Truco ha llevado su música por diversos escenarios del país: Capital Federal, Santa Rosa, Junín, La Plata y diferentes localidades de la provincia de Buenos Aires, y en diciembre de 2011 se presentó en distintos auditorios de Caracas, Venezuela. También

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Maximiliano Bonetti desapareció el 23 de abril de 2007, tenía 22 años.

Aurelia, madre madre de de Maxi, Maxi, quien quien cree cree que que Aurelia, se hará hará justicia justicia por por la la muerte muerte de de su su hijo. hijo. se

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os resultados del censo 2010 publicados por el INDEC indican que el distrito de Lincoln tiene una población total de 41.808 habitantes. En esa masa poblacional había 526 jóvenes de 25 años -251 varones y 275 mujeres-. Las estadísticas intentan hacer un análisis de la realidad, pero los números no cuentan historias. Los números no dicen, por ejemplo, que en el censo de 2000 Maxi era un número más dentro de los jóvenes de 15 años; sin embargo, no figura entre los 251 varones de 25 años en 2010. El 23 de abril de 2007, Maximiliano Bonetti, de 22 años, salió de su casa alrededor de las cuatro de la tarde en su bicicleta y no volvió nunca más. «Cuando desapareció llevaba un pantalón de jeans color negro con manchas de lavandina tanto en la parte delantera como trasera; arriba, un buzo color azul con las inscripciones de la Escuela Normal «Abraham Lincoln». Además, tenía puesto un par de zapatillas color turquesa», rezaba el comunicado policial que pedía la colaboración en su búsqueda. Pasaron 107 días hasta que el cuerpo de Maxi fue encontrado por un cazador de nutrias en un espejo de agua ubicado a la vera de la Ruta Nacional Nº 188, a la altura del kilómetro 230, en el partido de Lincoln. A pocos metros de una muerte asegurada, su bicicleta acompañaba el principio de un viaje que aún no tiene descanso. SOLIDARIOS En Lincoln hay más de cuarenta mil habitantes, pero «nos conocemos todos», dicen en las esquinas. También mencionan que es un pueblo «solidario», donde -cada vez que pasa algo- la gente está dispuesta a ayudar. Cuando la famosa «Resolución 125» afectó a los productores rurales, las rutas estaban colmadas de vecinos, las movilizaciones eran acompañadas por cientos de personas. Cuando buscaban a Tomás Dameno Santillán, la gente también dijo presente y la mamá de Maxi acompañó las marchas. Durante los 107 días que duró la odisea de la familia, se hicieron varias marchas para pedir por la aparición de

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Prohibido olvidar El 23 de abril se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición del joven linqueño Maximiliano Bonetti, quien fue encontrado sin vida el 7 de agosto de 2007. Más allá de la falta de respuestas, el recuerdo sigue vigente.

Maxi; después del 7 agosto, las movilizaciones fueron para reclamar justicia. «Es importante no olvidarse de Maxi. Al principio me sentí muy acompañada por la gente, pero, cuando realizamos algunas marchas, fue disminuyendo la cantidad que participaba. Tenía ganas de hacer una nueva movilización, pero no sé si la gente me va a acompañar. Igual, mi lema es ‘Prohibido olvidar’». De esta forma, Aurelia, la mamá de Maxi, intentó dar una explicación de por qué ya no se hacen más marchas. Sin dudas los linqueños pueden ser solidarios, pero muchas veces el concepto de solidaridad se vuelve relativo. La solidaridad implica preocuparse por el otro, aunque algunos se sientan movilizados sólo cuando el problema afecta al conjunto al que pertenecen. Pocos se acuerdan hoy de Maxi y, aunque todavía el o los asesinos siguen siendo parte del conjunto de toda la comunidad, ya no es una cau-

sa que los movilice. Sólo queda la esperanza de que el lema de su mamá haga eco en la sociedad. RECUERDOS Hace aproximadamente un año, en una fría tarde de junio, Aurelia -la mamá de Maxi- me abrió las puertas de su casa para otorgarme una entrevista. Eran las seis de la tarde, el mate estaba listo. Rodeada de fotos de su hijo, el recuerdo de Maxi brotó de su boca. «El 23 de abril del 2007 a las 16 horas yo estaba por ponerme a mirar la novela, me dio un beso, se tomó un vaso de Coca y me dijo: ‘Ahora vuelvo’. Nunca pensé que ése sería el último día que lo iba a ver a mi hijo», contó. Mientras sostenía un portarretratos en sus manos, con los ojos llenos de lágrimas, Aurelia describió a su hijo sólo

como sabe hacerlo una madre. «Maximiliano era un chico inteligente dentro de su discapacidad, y no tenía picardías. Creía que los chicos eran todos amigos, aunque yo le expliqué que hay gente mala y gente buena. Siendo yo una persona humilde, no creo que lo que pasó haya sido por un ajuste de cuentas, porque enemigos no tengo». Hoy ya no está, sin embargo, para ella siempre estará presente. «A Maxi lo recuerdo siempre con una sonrisa. Lo extraño muchísimo y daría mi vida por tenerlo conmigo. Él volvía a eso de las seis de la tarde y me decía: ‘mamá, se hizo de noche’, y empezaba a cerrar todas las ventanas. Extraño los abrazos porque era muy compañero mío, era una persona mimosa, muy cariñosa». La charla comenzó con un nudo en la garganta que de a poco se fue transformando en lágrimas. Lágrimas de dolor. De un dolor tan profundo que aún no encuentra consuelo. El dolor de una madre a la que le arrancaron a su hijo.

VERDAD Lincoln es un pueblo grande, donde nos conocemos todos. Conocemos a los papás de Maxi, también lo conocíamos a él (aunque pocos lo recuerden) y seguramente también conocemos a el o los asesinos de Maximiliano, que hoy, seis años después, siguen caminando entre nosotros. En algún rincón se escucha que alguien susurra: «no se si algún día se sabrá la verdad». En su casa del barrio Plan Cien, la familia de Maxi se aferra a la esperanza de que esa «verdad» algún día salga a la luz. «Nunca pensé en abandonar la lucha por saber la verdad. Ojalá Dios me dé los años de vida necesarios para poder saber quiénes son los asesinos de mi hijo. A lo mejor ellos me ven a mí y piensan que yo nunca voy a saber la verdad, pero yo voy a llegar hasta las últimas consecuencias», aseguró Aurelia, una madre que día a día intenta seguir adelante. «Mi vida sigue pasando con la ausencia de Maximiliano. Muchas veces siento que soy como el Ave Fénix, que se deshace, pero vuelve a renacer. A veces me agarran bajones, pero me vuelvo a levantar. Es como una mochila muy pesada, pero con el tiempo te acostumbrás a llevarla». Seguramente este peso se aliviará el día que se conozca la verdad sobre lo que le pasó a Maximiliano, Maxi Bonetti mientras tanto, con el recuerdo siempre presente y la esperanza in*Por Virginia Fernández tacta, Aurelia cree «que se va a hacer justicia».


Se escribirá un libro sobre los ocho desaparecidos de Lincoln El proyecto lo lleva adelante el preparador físico linqueño Fernando Signorini con un equipo de periodistas y escritores de nuestra ciudad. Esto se enmarca en las tareas que viene realizando el grupo «Linqueños por los Derechos Humanos».

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l profe linqueño Fernando Signorini anunció que se escribirá una obra en memoria de todos los detenidos-desaparecidos de nuestra ciudad durante la última dictadura cívico militar argentina. «Se formó una Comisión para investigar y hacer conocer la vida de las ocho personas desaparecidas que vivían en la ciudad. Fui invitado a participar y me sumé porque tengo la idea de escribir un libro con la historia de cada uno de ellos», contó Signorini. La idea del ex preparador del seleccionado albiceleste, nacido el 7 de diciembre de 1950, es que la obra conmemorativa sea realizada completamente por linqueños en el tiempo estimativo de un año. Dentro de los puntos que detalló Signorini, que tienen que ver con la producción del libro, se destacan: «Vamos a hacer un concurso de poemas en Lincoln y luego

seleccionaremos algunos para incluirlos en el libro. La tapa también la van a realizar artistas locales». Además de la tarea que pretende consignar en los jóvenes estudiantes, otro de los puntos fuertes que tendrá esta producción linqueña de alcance nacional será que «también va a incluir ocho alegorías escritas por personas muy vinculadas a la defensa de los derechos humanos, entre ellos, Horacio González, Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel, quienes ya afirmaron que serán parte del libro». Entre otras personalidades de las letras que realizarán su aporte a la obra, Signorini adelantó su intención de que el prólogo quede a cargo del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Desde el punto de vista de Signorini, el libro va a servir para dar a conocer la vida de «ocho personas comprometidas que entregaron su vida

en defensa de sus ideales. Sus sacrificios y su esfuerzo no deben pasar desapercibidos y deben ser conocidos por todos». Esta obra estará enmarcada en las tareas de visibilización y compromiso socio-histórico del naciente grupo «Linqueños por los Derechos Humanos», del cual es parte el preparador físico Fernando Signorini. Cabe recordar que el

último 24 de marzo este grupo hizo la primera visibilización de los desaparecidos de Lincoln a través del acto por el Día de la Memoria, donde se expusieron sus rostros en fotografías gigantes que fueron acompañadas por lecturas de familiares de las víctimas del último proceso cívico militar que dejó 30.000 desaparecidos.

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Chávez por Cálica Ferrer M

ás allá de su muerte, Hugo Chávez sigue siendo y será un personaje emblemático de nuestra Latinoamérica, su ascendencia popular y sus ideales de libertad e igualdad lo han estigmatizado y colocado en un lugar insoslayable dentro de los próceres que han dejado todo por nuestra América Latina. Chávez se fue de esta tierra el 5 de marzo pasado, pero dejó un legado muy claro respecto a cómo debe trazarse una política basada en el servicio social y en el compromiso moral. Son éstas las cualidades que nos llaman la atención dentro de un mundo devastado por el apetito de trascendencia desmesurada y poder, es por eso que, para ahondar más en este rico personaje venezolano, para conocer más sobre su personalidad y sobre su forma de ser, le pedimos a Cálica Ferrer -amigo de infancia del Comandante Ernesto Guevara, compañero del último viaje del «Che» por Latinoamérica y conocido de Hugo Chávez y de Fidel Castro, que nos cuente sus sensaciones respecto a esta pérdida tan importante que hemos sufrido quienes creemos en la utopía de la igualdad social. Así, a horas de la muerte del presidente venezolano, Cálica nos envió el siguiente escrito: Tranquilo, con la certeza más absoluta, sé que estas líneas escritas con más corazón que maestría periodística estarán en manos de mi amigo Fernando Signorini. Tendrán un buen destino. Todavía hoy 7 de marzo me cuesta aceptar la noticia de la muerte del comandante Hugo Chávez. ¿Dónde estaba Dios? ¿Cuidando a Kissinger, a la familia Bush, a Videla, a Galtieri o a otros personajes de esta calaña? Debo aplacarme porque tengo algunas cosas que quiero contar que viví con Hugo Chávez. Fue un privilegio conocerlo en persona cuando, junto a otro grande, el Comandante Fidel Castro, visitaba el museo del «Che» en Alta Gracia, provincia de Córdoba. En un ambiente grato y sin solemnidades conversé con ellos. Se hicieron bromas típicas de grandes amigos que todavía creo estar oyendo pese al tiempo transcurrido. La noche anterior habían encabezado un acto en la Universidad de Córdoba y Chávez, cuando tomó el micrófono -después de que hablara Fidel- dijo: «Yo no sé si ustedes saben que Fidel fue un playboy». Silencio absoluto. Y Fidel, que estaba sentado junto a Hebe de Bonafini, se paró y le contestó: «¡Soy un playboy!». Todas estás manifestaciones distendidas y cordiales dieron curso a una hermosa charla posterior en el museo y puedo citar como testigos al entonces diputado Miguel Bonasso, amigo personal de Fidel, a la entonces directora del museo «Ada Ventre» y a los embajadores de Cuba y Venezuela. Cuando ya se volvían a la ciudad de Córdoba, en medio de aplausos, abrazos y demostraciones de afecto y admiración, palmeé la ancha espalda de ese luchador incansable, a quien le dije con atrevimiento: «No afloje, Comandante». Se dio vuelta y en voz baja me dijo algo que ha cumplido y que me conmociona aún más con su muerte: «¡Voy a dejar hasta la última gota de mi sangre por mis ideales!». ¡Fuerte, ¿no?! Lo dijo ensanchando el pecho. Años después, en marzo del 2011, cuando Hugo fue a La Plata a recibir merecidamente el premio «Rodolfo Walsh» y tomó «la manija», el micrófono, se lo veía entero, feliz, animado, e inició su discurso como siempre, con alegría y profundidad.

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Cálica Ferrer, amigo de infancia del comandante Ernesto Guevara y conocido de Hugo Chávez, nos regaló una semblanza para que entendamos un poco más quién fue este gran presidente venezolano, que dejó todo por su patria y por sus convicciones de libertad e igualdad social. Un lujo que te regalamos desde XsumArte.

En donde se desarrollaba el acto no cabía un alfiler; había mucha gente joven que se paladeaba con sus palabras. Cuando se refería con admiración al «Che», manifestó: «Por ahí debe estar Cálica». Me pareció un malentendido y tardé unos segundos en reaccionar, hasta que alguien me empujó y me dijo: «Saludá, pelotudo», y así lo hice desde un palco al que había sido invitado. Entre otros, se encontraba el gran periodista Hernán Brienza, a quien llamó a la tribuna para ponderarle ese gran libro «El loco Dorrego». Cuando terminaba el acto pude llegar a Hugo y mostrarle una de las fotos de Alta Gracia con él,

Fidel y, modestamente, ¡yo! Inmediatamente, muy contento por ese recuerdo, me firmó la foto. ¿Y ahora, qué? Ya sin su presencia indispensable, estoy seguro que desde algún lejano planeta (puede ser el cielo), estará con Néstor (Kirchner), con el «Che» y con Allende, todos satisfechos porque dieron su vida, su sangre; porque esta América Latina felizmente ya es otra que aquella desangrada por las garras del Plan Cóndor. Lo cierto es que sus figuras son el ejemplo a imitar si queremos seguir creciendo para que ese drama no vuelva a ocurrir. Un vigoroso gracias, muchas y eternas gracias, a estos queridos próceres inmortales.


GRACIAS LUCHO

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n el fútbol del ascenso –castigado por las arbitrariedades y desidias de la AFA- es muy difícil apreciar jugadores realmente extraordinarios. Esa palabra denota una habilidad que escapa del común de la gente, pero pocas veces en la pragmática puede verse dentro de una cancha. Sin embargo, claro, existen excepciones. Y Lincoln, desde hace varios años, cuenta con una figura digna de disfrutar. Porque analizar detenidamente el caso, con el cómo, los porqués y demás, es inútil cuando para la persona en cuestión es más valiosa su felicidad que la falsa realización que el dinero le puede brindar. Dinero de verdad, del caudaloso. ¿Pero qué importa la plata cuando la verdadera e intrínseca felicidad humana anida en otras cuestiones, mucho más subjetivas y personales que la comodidad, el lujo y el poder? En mi opinión, absolutamente nada.

Muchos han podido gozar gracias a él, más allá de que también han sufrido juntos. Los hinchas de El Linqueño, que abundan, tienen un jugador de carne y hueso a quien idolatran. Y ese es Luciano Millares. Un hombre cuya historia futbolística se asemeja a los casos más curiosos de este épico deporte. Sí, suena exagerado. Pero para mí no lo es, porque “Lucho” ha tenido muchas posibilidades para recalar en clubes de Primera División e inclusive del exterior. Y porque, contrariamente a lo que el mandato del desarrollo profesional actual exige, ha optado por quedarse en el CAEL. Y eso, a la postre, le otorga una dimensión aún más indescifrable. Elecciones personales aparte, sin dudas su capacidad y su intrepidez lo convierten en una emblemática figura dentro de la cancha. Quienes lo han visto gambetear jugadores rivales, recibir arteras patadas a cambio y anotar goles auténticos desde cualquier lugar del terreno pueden testificar mi afirmación. Porque, cuando él juega, todos estamos expectantes respecto de lo que puede hacer. Todos esperamos que irrumpa con alguna genialidad para justificar el costoso e irracional precio de una entrada. Más de un centenar de goles convertidos en los Argentinos B conforman una parte de su currículum. Cifra difícil de igualar en un pibe de menos de treinta años que desde chico ha sabido integrar planteles profesionales en la institución albiazul y en los cuales muy pocas veces ha fallado. Como jugador y como persona. Porque quienes más cerca están de él – su círculo social y sus familiaresaseveran que es un muchacho humilde, de bajo perfil y muy ameno. Quizá alguno le achaque por qué no ha querido trascender en su carrera. ¿Quién sabe? Tal vez su íntimo sentido de la libertad sea mucho más fuerte que cualquier otro interés. Y esa clase de personas me parece muy interesante. Por lo pronto, la barriada seguirá esperando que él la deslumbre. Afuera ellos lo alentarán. Adentro, él intentará devolverles el cariño con goles y fútbol. Y seguramente lo logre. Por eso, por las alegrías brindadas y por mucho más, ¡gracias, “Lucho”! *Por Oktubriano

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Pequeña radiografía de una biblioteca superior Traer una larga lista de títulos extraída de los anaqueles de nuestra Biblioteca Municipal «Domingo Faustino Sarmiento», ése fue el objetivo que nos trazamos en esta columna, abocada esencialmente a difundir los grandes títulos que posee este gran espacio de nuestra ciudad.

*Por Santiago Zambianchi

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Qué pasó en La Plata? Muerte, tragedia, agua hasta por los codos, pérdidas irrecuperables y políticos peleando por no perder una pisca de poder, echándose la culpa unos a otros, omitiendo patéticamente los problemas básicos que tenemos respecto a infraestructura, a servicio social, a compromiso moral. Definitivamente digo esto porque no puedo evitar mencionar que, con estas actitudes, terminamos siendo un país tercermundista, poco desarrollado; nuestros guías fallan en puntos primordiales, en intensión; erran con la gente, les importa muy poco dónde terminemos. ¿O me van a decir que estos personajes no sabían que con la cantidad de milímetros caídos en la ciudad de las diagonales iba a pasar lo que finalmente sucedió? No hay planes, muy poca inversión en estos temas, improvisación de la grande, y todo esto -por obvia decantación- arroja un dato clave para todos: el pueblo está muy mal acompañado por los políticos, debe arreglárselas casi en soledad entre el estado de azarocidad y el semi-abandono de quienes nos gobiernan. A tal punto, que, sumado a estas pueriles y vergonzosas rencillas, en este caso la gente tuvo que organizar y distribuir su propia abnegación para solucionar en parte los puntos más esenciales de este conflicto. ¡Escandaloso! Pero me fui por las ramas, en esta edición no es éste el tema que me compete, tampoco el que me asignaron. Si quieren entender un poco más lo que pasó en La Plata diríjanse a las páginas 4, 5 y 6 , allí encontrarán algunos testimonios que son dignos de ser revisados. A mí me sugirieron otra tarea, me encomendaron que me acerque pacientemente a los anaqueles de la Biblioteca Popular «Domingo Faustino Sarmiento» y que traiga para esta edición algunos títulos -entre la interminable y rica lista

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que posee este lugar- dignos de ser, para mí, hojeados. La tarea que me asignaron desde esta redacción se basa simplemente en que desde ese reducto gráfico al que pertenezco me tienen simbolizado como un enajenado consumidor de literatura errante y como un bravucón que se la pasa hablando de autores que ya casi nadie lee, de ejemplares que quedaron empolvados penosamente en el hoyo turbio y espectral del ostracismo. El trabajito que me apuntalaron tiene como fin hacerme cerrar la boca un rato, aunque -percibo- saben que les traeré algo, al menos, llamativo. «Andá a la biblioteca y traé una lista de algunos de los autores que leíste y de los libros que te parezcan fructíferos, a ver si podés convencer a alguien de que hoy la literatura es productiva, haber si podés hacer que los más jóvenes salgan del DIOS Facebook y entren un poquito en ese mundo que tanto te inspira. Te damos ese trabajo así de paso dejás de hablarnos cíclicamente a nosotros y les recomendás algo a aquellos que creen que la literatura no vale nada, que no inspira, que quedó menguada entre la franja que va desde el Twitter hasta la ola inverosímil del capitalismo y el Facebook», sonó al unísono desde los intersticios de la escéptica -pero confiable- redacción, emplazada en calle Espada, entre Pared y la Nada, donde tal vez no se lea a Hegel, pero sí creen que la literatura es un gran salvavidas del ser, de las ideas, un soporte para desarrollar los

niveles de percepción dentro del complejo mundo en el que vivimos. En ese mismo momento pensé: a estos les cierro el… Se me cruzó la magia de Girondo, de Pizarnik, de Vilariño; se me vinieron a la cabeza los viajes por los que pasé de la mano de los cuentos de Di Benedetto y del hermético y misterioso Saer. Se me vinieron a la mente Trejo y Juan L., Paz, Pessoa, Kerouac, el chileno Bolaño. Me dije: ahora voy a nombrar a Ludo Fonda, a Bertha Carou, al pibe Pastore que hizo un libro de poesía genial, ahora voy a aprovechar y a citar a aquellos autores linqueños que me han conmovido y a los que, desde hace años, forman parte de mi gusto literario, aunque, como dicen mis pares, un tanto errante. Fue allí nomás, refunfuñando, que salí con un cuadernito número 5 y un portaminas que me regaló mi querida hija Juana, fue en ese momento que salí convencido de que iba a traer una lista de escritores que pueda mínimamente persuadir a algunos de los que creen que la literatura todavía está viva –y a los que no-, y que muchos de los literatos que así la mantienen están en nuestra querida biblioteca, ubicada a sólo dos cuadras de la plaza, en donde la atención de su afable personal es maravillosa, en donde uno se puede encontrar con grandes ideas, con magistrales autores y con revelaciones súbitas que en un segundo te pueden cambiar la vida. Debo decir que estando en el lugar muchas cosas se removieron en mí, me encontré con libros que me trasladaron a viejas épocas, aquellas empapeladas por la ambición de conocimiento, por el ansia de crecimiento intelectual; hallé ejemplares pasados por mis manos que me catapultaron nuevamente hacia viejas amistades,


hacia aquellos que me guiaban al momento de elegir un libro. PazLudo, Walsh-Juan Cruz, Perlongher-Ardesi, Neruda-Larroca, Houellebecq-Sago, Zaffaroni-Iván, estos autores y amigos se aparecían asociados en mi mente por decantación, naturalmente. Fue allí donde recordé nítidamente todo lo que nos fue dejando la literatura, todo lo que hemos construido con el correr del tiempo. Todo lo que puede hacer en un joven si es que decide entrar en este complejo mundo de las letras. Salí de allí con una gran sensación de alegría y de nostalgia. Pensando en que este modo de interacción, de unión, de formación y de crecimiento de la amistad por medio de la literatura, está demasiado gastado, pues es raro ver a un chico con un libro, a un pibe hablar de Heidegger o de Sartre; son escasos los jóvenes que hoy escriban una poesía o un cuento o que simplemente escriban bien. Todo eso quedó detrás de la velocidad del «Face», de la cosificación del sujeto en manos de la vorágine y la velocidad irrefrenable y nimia del capitalismo, en la construcción del ser apuntalada solo a la funcionalidad de éste con el sistema. ¿Se habla de literatura hoy? ¿Se sabe quién es Miguel Hernández? ¿Y José? ¿Se le da el valor real que tiene el Martín Fierro o el Facundo de Sarmiento? ¿Existen aquellos encargados de rememorar el trabajo intelectual y paradigmático de Borges o Walsh? ¿Y de Macedonio Fernández? ¿Y Moby Dick? ¿Los padres saben qué efectos provoca El Principito y qué valor tiene esta obra para los niños? ¿Les compran libros a los chicos? ¿Es generalizado el deseo de conformar una biblioteca en casa? ¿Hay dinero destinado a invertir en eso? ¿Cómo se ve a un chico que invierte su tiempo en la literatura? ¿Es discriminado por raro dentro de su círculo? ¿Alguien sabe o puede decirme por qué hoy las teorías de autoayuda con sus mágicas recetas de rápido encuentro de la felicidad son más consumidas que las complejas teorías filosóficas como la del superhombre nietzscheano? ¿De qué nos autoayudamos, de nosotros mismos, del otro, de nuestra biología, de nuestra construcción cultural, de la azarocidad caótica de nuestro mundo? ¿Por

qué queremos la felicidad ya? ¿Existe? ¿Por qué la mayoría de los adultos no ve a la literatura como un medio de construcción intelectual y emocional? ¿Por qué no se habla de la magistral teoría de «Patria - Tierra» del filósofo Edgard Morin? ¿Se sabe que ésta puede cambiar muchas cosas de nuestro futuro si la aplicamos? ¿Cómo llegamos a subestimar de alguna manera los años y años acumulados de cultura a través del concepto de la palabra con lo poco que se lee hoy en términos generales? Con todas estas preguntas y con una larga lista de libros salí de la biblioteca, buscando no sólo propagar la literatura como indispensable para el desarrollo productivo del ser en toda su dimensión, sino también viendo a ésta como punto clave para romper con la voracidad y velocidad absurda que hoy tiene la sociedad en su condición, como decía Houellebecq, de «hipermercado», donde el sentido ya no es analizarse y encontrarse reflexivamente en interioridad, sino en una especie de vértigo irrefrenable, azotado por la pretensión desmesurada que hoy dicta el deseo, estimulado por una realidad completamente publicitaria, donde todo tiende a la posesión, al logro individual, en una realidad de evolución rauda e inverosímil, donde nada toma estado de permanencia, todo fluctúa: las reglas, las cosas, los soportes donde nos construimos. No podemos hacer memoria de los sucesos, no hay análisis de lo que se acentúa, solo entremos allí cándidos, sin entender qué es y dónde nos lleva. La aceleración de las percepciones y de las sensaciones van en detrimento de la lentitud y el tiempo que exige la literatura; su interacción con ella demanda tiempo y predisposición para convivir con la profundidad, perdida hoy, como decía anteriormente, en los anaqueles de la imagen, de la publicidad, que nos dicen: tienes que desear, tienes que ser deseable, tienes que competir, si te detienes dejas de existir; con esto la publicidad hace que el sujeto se volatilice, que quede difuminado y se inmole en la dimensión indeterminada de su propio deseo, agudo desorden que aleja, indefectiblemente, de lo que exige la literatura: equilibrio, reflexión, detenimiento, búsqueda del ser a través de la complejidad de la palabra, hoy bastante descuidada. Es por eso que intentamos reivindicarla a través de esta imperceptible, pero bien intencionada columna. Aquí les dejo la listita : N o r a h Lange, Obras completas; Ernest Hemin-

gway, Narrativa completa; Juan Rulfo, Obra completa; Felisberto Hernández, Cuentos reunidos; Antonio Di Benedetto, Cuentos completos; Roberto Bolaño, Llamadas telefónicas; Theodor W. Adorno, Teoría estética; Bertrand Rusell, El conocimiento humano; Hugo Mujica, Bajo toda la lluvia del mundo; Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación; Tomás Abraham, La máquina de Deleuze; Soren Kierkegaard, El concepto de la angustia; William James, Pragmatismo; Lin Yutang, La importancia de vivir; Heidegger, El ser y el tiempo; Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto; José P. Feinmann, La filosofía y el barro de la historia; Ricardo Zelarayán, Lata peinada; Enrique Molina, Obras completas; Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra; Julio Cortázar, Papeles inesperados; Abelardo Castillo, Cuentos completos; Charles Bukowski, Hijo de Satanás; Haroldo Conti, Cuentos completos; Camilo J. Cela, Pabellón de reposo; Héctor Tizón, Cuentos completos; David Viñas, Literatura argentina y política; Héctor Viel Temperley, Obra completa; Aldo Pellegrini, Antología de la poesía surrealista; Francisco Urondo, Obra poética; Alejandra Pizarnik, Poesía completa; Fernando Pessoa, Drama en gente; Juan L. Ortiz, Antología; Rodolfo Braceli, El último padre; Alberto Girri, Poemas selectos; Manual de corrección y estilo, El arte de escribir bien es español; Arturo Jauretche, Pantalones cortos; Cecilia Rodríguez, Ceremonias nocturnas; Ludovico Fonda, Paisaje, Las cruces que abrazas; Bertha Carou, Del exilio y otros mundos; Eduardo Sacheri, Papeles en el viento; Mempo Giardinelli, Santo oficio de la memoria; Horacio González, Retórica y locura; César Aira, Un sueño realizado; Martín Caparrós, A quien cor re s p o n d a ; J. M. Coetzee, Ve r a n o ; William Faulkner, Las palabras salvajes; Gonzalo Garcés, Diciembre; Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Carlos Ruiz Zafón, El juego del ángel; Guillermo Saccomanno, El oficinista; Andrés Rivera, Guardia blanca; Leopoldo Lugones, La guerra gaucha; Roberto Arlt, Los siete locos; Rodolfo Walsh, Operación masacre; José Gorostiza, Poesía y poética; Juan J. Saer, El entenado y Cicatrices; Manuel Puig, El beso de la mujer araña; Víctor Hugo, Los miserables; Irvin D. Yalom, El día que Nietzsche lloró; Milan Kundera, La inmortalidad.

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HAROLDO CONTI ¿Por qué Haroldo en mayo?

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aroldo Conti nació en Chacabuco el 25 de mayo de 1925 y fue secuestrado en la madrugada del 5 de mayo de 1976 por una patota del Batallón 601 de inteligencia del Ejército argentino. Fue novelista, cuentista, maestro de escuela primaria, asistente de dirección, profesor de latín, empleado de banco, piloto civil, nadador y navegante. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Adoraba el río Paraná, por eso pasaba mucho tiempo en su casa del Delta. En algunas de sus obras (por ejemplo en Sudeste) fueron fundamentales la descripción del gran río y las islas de la región. En sus cuentos hacía mención frecuentemente de lugares de su ciudad natal y, a su vez, describía con mucha exactitud personajes reales reconocidos en la ciudad, como Bimbo Marsiletti y su tío Agustín Conti, a quien le dedicó Las doce a Bragado, cuento que aún hoy

*Por Cristina Pannunzio tiene mucha repercusión en Chacabuco. En 1956 publicó la pieza de teatro Examinado. Cuatro años más tarde recibió un premio de la revista Life por su relato La causa. En 1962 ganó el premio Fabril con su primera novela, Sudeste, y se convirtió en una de las figuras de la llamada «Generación de Contorno». Luego publicó las novelas Alrededor de la jaula (Premio Universidad de Veracruz, México, llevada al cine después por Sergio Renán con el título «Crecer de golpe») y En vida (Premio Barral, España, cuyo jurado estuvo integrado por Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez). También los libros de cuentos Todos los veranos (Premio Municipal de Buenos Aires), Con otra gente y La balada del álamo carolina. A su vez, colaboró con la revista Crisis. En 1975 publicó la novela Mascaró, que ganó el Premio Casa de las Américas (Cuba).

*** ¿Por qué Haroldo?

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omo (creo) todos saben, nací en Chacabuco, la tierra de Haroldo. Durante el año 1974, mi primer marido Roberto Cuervo (mi novio por entonces) leyó un cuento llamado Otra gente y quedó tan maravillado por esa lectura que me pidió que consiguiera su teléfono o dirección para ponerse en contacto con él. Roberto estaba terminando la carrera en la Facultad de Cinematografía de Bellas Artes de La Plata y debía realizar un film como trabajo final. Como mi papá tenía de secretaria a la prima de Haroldo, pude conseguirle la dirección en Buenos Aires. Así, Roberto le mandó una carta. No puedo olvidar la alegría que le agarró cuando recibió su respuesta. Esa carta es la que aparece (con el nombre del destinatario cambiado por el de mi hijo Andrés) en el documental El retrato postergado. En ella, Haroldo lo citaba en un barcito de la esquina de su casa, sobre la calle Córdoba, llamado «El milagro». Imposible no recordar su nombre, ya que, haciendo uso de su humor, el escritor dijo que le habían puesto así porque era un milagro que estuviera abierto con lo sucio que era. De ahí en adelante, ellos establecieron una gran amistad, de esta manera, Roberto decide filmar «Retrato humano de un escritor», ya que descubre, no sin asombro, que alguien de muchísimo prestigio a nivel nacional e internacional era una persona absolutamente sencilla, humilde, cariñosa y solidaria. Escribió el guión y empezamos a filmar en distintos lados: el Tigre, Chacabuco, Lincoln, etc. Pero una mañana nos despertó el horror: Haroldo había «desaparecido». Con él, Roberto había hecho varios trabajos para la revista Crisis y nos habíamos acercado a todos los escritores amigos que participarían del documental dando su testimonio: Eduar-

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do Galeano, Mario Benedetti, Martha Lynch, David Viñas, Borda Leaños, Guillermo Boido, entre otros. Empezamos a buscarlo con desesperación y, ante la sospecha de lo siniestro, procuramos que alguien fuera a pedir por él en una reunión que tendrían con el dictador Videla. Entre los visitados, recuerdo a Syria Poletti, Marco Denevi y otros que se negaron. Solamente nos escuchó (increíblemente) el sacerdote y escritor Leonardo Castellani, quien -pese a ser de derecha- era una persona muy honesta. Y fue el único que asistió y pidió por él. Todo fue inútil. Como el aire era irrespirable, decidimos casarnos y volver a Lincoln. El 25 de abril de 1979, Roberto pierde la vida en un accidente a los dos años de casados. Corrían tiempos terribles. Todos enterraban sus libros o los quemaban. La sola posibilidad de estar en una agenda constituía una amenaza de muerte. Martha Lynch se suicidó; otros fueron al exilio. Y quedaron en mis manos tesoros para la historia de la literatura argentina: todo el archivo fotográfico privado de Haroldo que lo había dado para usar en el documental, casetes con las voces de los testimonios y del propio Haroldo, películas sin editar que compondrían el trabajo final de Roberto. Entonces, recuerdo las palabras de mi marido: «Vos sabés, Cristina, que esto es un material importantísimo para la historia de la literatura». De esta manera decido mentir y decir que había quemado todo, pero escondo este material durante años. Cuando llegó la democracia, se les realizaron varios homenajes a los escritores desaparecidos, fue en ese momento que aproveché para mandar a un alumno a hablar con los hijos de Haroldo, para que les dijera que en Lincoln había una mujer que tenía a su padre vivo. Unos días después aparecieron en casa los hijos de Conti con dos periodistas (hoy grandes amigos míos) Néstor Restivo y Camilo Sánchez, que escribía para Página 12. Éstos últimos estaban terminando un libro llamado «Haroldo Conti con vida» (remedando el título de una novela de Haroldo llamada En vida). Les entregué lo que había escondido y, en agradecimiento, me lo regalaron. Nos despedimos con la promesa de intentar darle fin al documental, si encontrábamos quién lo hiciera. Pasaron los años. Mi hijo creció y comenzó a estudiar Cine. Entonces decidí darle todo el trabajo de su padre. Solamente nosotros sabemos lo que pasamos para terminar ese documental, por lo económico, por lo duro que significaba para Andrés escuchar la voz de su padre que no conocía (tenía solamente 10 meses cuando su papá murió). Pero, luego de años de lucha, Andrés dio fin a la peli, a la que llamó El retrato postergado. En ella puso a su padre como co-director, a quien también le dedicó este arduo trabajo. A solas, antes que el resto de la gente, vi el film en mi computadora. Y no pude parar de llorar. Por Roberto, por Haroldo, por Andrés, por el esfuerzo, por cerrar un círculo del modo tan perfecto como la vida nos permitió.

*** ¡Queríamos tanto a Haroldo!… texto escrito Por David Viñas

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onfuso privilegio ser sobreviviente. En especial cuando a uno -en este caso, a mí- le piden que tome la palabra para saludar a alguien que ya no está. Nada menos que «hacer uso de la palabra» en relación a una persona ausente de manera definitiva, tratando de convocar una presencia que participe de lo episódico y la congoja. Un conjuro, en realidad, frente a los agravios del olvido. Trato de ser muy claro: el elogio de sus libros (Sudeste o El álamo carolina) resultaría tan intenso que, eventualmente, pudiera ser recibido como una apología. Y las apologías no son mucho más que una colección de ripios, enfáticos a simple enunciado. O como un epitafio con signos de admiración. Exorcismo, entonces, de encomios o alabanzas. Al fin de cuentas, si algo resuena como lo más opuesto a las cortesías, es la apelación al luto. Un duelo que nada tiene de rezongo y mucho menos de victimismo. Y en eso estamos aquí. Aludí al dilema de un sobreviviente como yo. Desde el otro extremo del panegírico me hacen señas varias discordancias. Y aclaro aún más: disconformidad en relación a la piadosa –crédula, incauta– confianza de Haroldo hacia compatriotas que él creía personas y no eran más que traficantes. De donde se sigue, ni elogios legítimos ni reproches fraternales. Pero del dilema inicial (eso sí, y para trascenderlo) pasar a la diatriba frente a quienes merodearon a Haroldo abusando de su religiosa –tal cual- credulidad que renegaba de virtudes oficiales: infidentes, obscenos amenos bastardos, impostores diestros y veloces, yesmen para lo que les mandaran; y en plano inclinado, espías delatores y verdugos. Las diatribas, menos mal, son un género muy transitado por las indignaciones tan clásicas

como genuinas; extensas, en absoluto monótonas, con una inventiva ultrajantemente equitativa, certeza mediante irrebatibles juicios fidedignos. Y que suelen especializarse en figurones impávidos y serviciales. La memoria de Haroldo Conti se transforma así en querella de vestales canonizadas. Pero, dos cosas para destacar brevemente- como jubiloso desagravio ante todas esas miserias: primero el viaje que hicimos juntos con Haroldo y, después, uno de sus libros fundamentales. Salimos de La Habana en uno de aquellos aviones vetustos, obstinados a los que llamaban –creo recordar– Britanias con cuatro hélices aún y con la mitad de la cabina de pasajeros «despejada» para hacerles lugar a cajas, bultos y demás correos. Haroldo y yo íbamos sentados con las rodillas recogidas a la altura del pecho. Bien. Abajo y de un tajo. Él portaba una especie de cañón de aluminio relleno con afiches del nuevo cine cubano; yo, apenas si un cenicero con el emblema de

cierto hotel y destinado a una amiga del barrio de Boedo. Haroldo me lo reprochó. Aeropuerto de Terranova: Haroldo descifraba un monumento a la Queen of England mientras yo me resbalé en la pista helada tratando de no resultar demasiado sentimental. En Irlanda los dos nos descubrimos más corroborados al verificar el mítico verde calumniado por Oscar Wilde, Shaw y el Ulises. En Praga abundamos sobre Kafka y en torno al socialismo centroeuropeo. Y nos desquitamos en Madrid encarnizándonos con el Generalísimo. Haroldo hablaba con fervor de Buenos Aires eludiendo, reposadamente, toda pasión argentina. Por eso, de Sudeste quisiera sugerir: se equivocan quienes lo emparentaron con El viejo y el mar; no se trata en Haroldo del Caribe transparente, sino del Paraná embarrado que finge mansedumbre alterada por bruscos arrebatos a lo Horacio Quiroga. El río es tiempo que fluye y cuerpo (herida, pejerrey y agobio) del protagonista, que suele empecinarse en trabajos robinsonianos o en fantasmas en un delta grotescamente alucinado, a lo Fermín Eguía. Sudeste «elemental» con agua, desde ya, fuego, zanjas y ventarrones. Comarca primordial marcada por faenas y sabidurías que siempre aluden o preanuncian la presencia de la muerte. La muerte, muertes, en Sudeste y en los otros libros de Haroldo Conti (baladas, jaulas y cazadores), casi siempre aparecen como ecos, ráfagas, amagos o inscripciones en la corteza de los árboles. Es que los epitafios de Haroldo fundamentalmente son vegetales. Las piedras entre nosotros resultan mojones o se llaman Walsh, Ortega Peña, Paco Urondo. Invictos. Como Haroldo Conti, más sosegado pero también invicto.

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Pinta tu aldea…

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esare Pavese, el gran escritor italiano, dice: «Pinta tu aldea y pintarás el mundo». Eso hace la obra de Haroldo. Por eso es universal. Utilizando de personajes para sus obras a gente típica y conocida de Chacabuco, nos describe. Aquí una muestra, un cuento con el que me siento totalmente identificada:

Perdido El tren salía a las ocho o tal vez a las ocho y media. Recién diez minutos antes enganchaban la locomotora, pero de cualquier forma el tío se ponía nervioso una hora antes. Todos los del pueblo eran así. Apenas llegaban y ya estaban pensando en la vuelta. Su padre había hecho lo mismo. La mitad del tiempo pensaba en las gallinas, que comían a su hora, o en el perro, que había dejado en lo del vecino. Para él Buenos Aires era la Torre de los Ingleses, Alem, la avenida de Mayo y, por excepción, el monumento a Garibaldi, en plaza Italia, porque la primera vez que vino, con la vieja, se extraviaron y fueron a parar allí. Se sacaron una foto y el tipo de la máquina los puso en un tranvía que los llevó a Retiro. De cualquier forma llegaron una hora antes y con todo estaban tan excitados que casi se meten en otro tren. Mientras cruzaba la plaza Británica con aquella torre que de alguna manera presidia su vida, vista o entrevista a cualquier hora del día en que pisó Buenos Aires, y luego los años y toda la perra vida, y ahora esa vieja tristeza que le nacía de adentro, bueno, y la torre siempre allí como el primer día. Mientras cruzaba la plaza, pues, vio al tío por anticipado en un rincón del hall del Pacífico (ellos todavía decían Pacífico) encogido dentro del sobretodo que olía a tabaco, con la valija de cartón imitación cuero a un lado y un montón de paquetes sobre las rodillas, manoseando el boleto de segunda dentro del bolsillo para asegurarse de que todavía seguía allí. Lo había llamado dos o tres veces desde el hotel Universo pero él estaba fuera y la muchacha entendió las cosas a medias. Después trató de llegar hasta la casa, a pie, por supuesto, pues los troles y los colectivos lo espantaban. Se había extraviado en algún punto de Leandro Alem y antes de perder de vista la Plaza Británica, prefirió volver a Retiro y esperar el tren. Hacía un par de años que Oreste no veía al tío, pero estaba seguro de encontrarlo igual. La misma cara blanca y esponjosa salpicada de barritos y de pelos con aquellos ojos deslumbrados que se empequeñecían cuando miraba algo fijo, el moñito a lunares marchito y grasiento, el mismo sobretodo negro con el cuello de terciopelo, el chambergo alto y aludo que se calzaba con las dos manos y el par de botines con elásticos. La estación Pacífico se había empequeñecido con los años. Eso parecía, al menos. En realidad era un mísero galpón con un par de andenes mal iluminados. En otro tiempo, sin embargo, veía todo aquello coloreado por una luz misteriosa. La propia gente estaba impregnada de esa luz. Era espléndida, leve y gentil, como si no fuera a cambiar ni a morir nunca y la estación lucía como un circo. Pero la gente había cambiado de cualquier forma y la vieja estación Pacífico lucía ahora como lo que era, un mísero galpón de chapas lleno de ruidos y olor a frito. Vio al tío en un banco, debajo del horario de trenes. Parecía muy pequeño e insignificante. Tenía las manos metidas en los bolsillos, las piernas bien juntas, un paraguas sobre las rodillas y la mirada perdida en el aire. Miraba en su dirección pero no lo veía. No veía nada. Reaccionó cuando lo tuvo delante. -¡Oreste! Se abrazaron y se besaron, de acuerdo a la vieja costumbre. Oreste dejó que el tío lo palmeara un buen rato. Tenía ese olor familiar, un olor masculino que evocaba a aquellos hombres reservados de su infancia que le sonreían, con breve indulgencia, como el tío Ernesto, grande como un ropero y delante del cual tragaba saliva invariablemente, o el gran tío Agustín, la única vez que lo vio el día que vino de Bragado en aquel Ford A con cadenas que echaba una nube de vapor por el gollete del radiador, o al propio tío Bautista cuando era el mismo por entero y no apenas esta sombra. Se apartaron y el tío preguntó sin soltarle los brazos: -¿Cómo va? -Bien, bien. Se miraron y sonrieron un rato y después se volvieron a abrazar. -¿Y usted, que tal? -Bien, bien. -¿La tía? -Y, bien..... Le puso una mano sobre un hombro y lo miró largamente. Oreste sonrió despacio. Estaba acostumbrado a aquel estilo. -¿A qué hora sale el tren? -A las ocho y media. l poema que sigue lo -Son las siete y cuarto. Vamos a tomar algo. escribí cuando se -No..., mejor nos quedamos aquí. ¿A dónde vamos produce el secuestro de a ir? Entre que arriman el tren y enganchan la Haroldo. Lo tenía en mi locomotora, se va el tiempo. cartera y nos lleva la Sí, pero nosotros no tenemos nada que ver en todo policía. A mí me interroga eso. Vamos. el Inspector. Infamemente, -¿Y a dónde? No hagas cumplidos conmigo, hijo. escarba en mi cartera y saca Estuvieron forcejeando un rato hasta que por fin lo el poema. En ese mismo convenció y se metieron en el bar de la estación. instante sentí que era mujer Consiguieron un lugar desde el cual, a través de muerta, a pesar de no una perspectiva complicada, veían un pedazo del militar en nada ni ser andén número 4. afiliada a nada. Me salvó Oreste pidió hesperidina y el tío, a fuerza de insistir, su ignorancia. Mi hijo me un Cinzano con bíter. pidió que lo leyera en su -¿Cómo se largó hasta aquí? peli. Ensayamos mil veces -¡Eh!... hacía tiempo que lo tenía pensado. pero siempre, siempre me El tío miró el reloj del bar y puso cara de espanto. quebraba. Al final lo -Está parado, dijo Oreste sujetándolo por un tuvieron que dejar así, con brazo. mi llanto.

Dedicatoria

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No parecía convencido. Sacó y examinó el viejo Tissot con agujas orientales. -¿Qué te decía?... ¡Ah, sí! Vine a ver a mi primo, Vicente. Hacía seis años que no lo veía. Somos del mismo pueblo, Baigorrita. Le estaba prometiendo siempre. Que hoy, que mañana. Sorbió un traguito de Cinzano. -Está viejo. Casi no lo conozco. Permaneció un rato en silencio con el mismo gesto abstraído que tenía cuando esperaba en el hall. -¿Qué tal? ¿Cómo va eso?, volvió a preguntar con desgano. -Bien, bien. -¿Se progresa? -Se progresa. Se miraron con afecto, sonrieron y callaron. El tío había sido siempre así. El tío y todos ellos. -Traje una punta de encargues. La tía me pidió unas latas de «Sal de Hunt». Hace más de un año que anda detrás de eso. Fui a buscarlas a Junín hace dos meses. No, en noviembre. Hace cuatro meses. -¿Para qué sirve? -Para el estómago. Es una gran cosa. La gente toma ahora toda clase de porquerías, pero ésto es realmente bueno. Silbó una locomotora y el tío se alarmó. -Falta todavía. Volvió a mirar el reloj y sorbió otro poco de Cinzano. -Bueno, fui a la Franco - Inglesa y conseguí todo lo que quise. Le mostré el tarrito al tipo y me dijo: «¿Cuántos quiere?». Apenas lo miró. ¿Te das cuenta? Dentro de un rato iba a desaparecer en la ventanilla de un vagón de segunda y no lo vería hasta dentro de cuatro o cinco años. Había otros cinco antes de ahora. Su viejo desapareció así un día y no lo vio más. -¿Qué tal todo aquello?, preguntó Oreste después de un rato. Todo aquello. Era un roce lastimero, un crepitar de años envejecidos, una pregunta hecha a sí mismo, a un negro hoyo de sombras. -Igual. -¿Los muchachos? -Siempre igual. Callaron otra vez. El tío hizo girar la copa y sorbió el último trago. -¿Qué hora es? -Las ocho menos cuarto. El tío sacó el reloj y lo observó inquieto. -Casi menos diez. ¿Vamos? Oreste dudó un rato. -Vamos. Estaban enganchando la locomotora. El tío recogió los paquetes y las valijas y comenzó a caminar apresuradamente hacia el andén número 4. Parecía haberlo olvidado. Oreste trató de tomarle la valija y el tío lo miró con extrañeza. -Está bien, muchacho. No te molestés. -Déle saludos a la tía. A todos. -Gracias, querido. Gracias. Corrieron a lo largo del tren tropezando con los tipos de segunda que corrían a su vez como si la estación se les fuera a caer encima y metían por las ventanillas los chicos o las valijas para conseguir asiento. El tío trepó a uno de los vagones cerca de la locomotora y al rato sacó la cabeza por una ventanilla. -¿Cuándo vas a ir por allá?, preguntó mirando más bien a la gente que se apiñaba sobre el andén. -Apenas pueda. -Tenés que ir, eso es. ¿Cuándo dijiste? -Cuando pueda. El tío se apartó un momento para acomodar la valija. Después se sentó en la punta del banco y permaneció en silencio. PALABRAS POR HAROLDO Se miraron una vez y el tío sonrió y dijo: -¡Oreste!... Quiero que escuches estas pocas cosas Él sonrió también, desde muy lejos, al Bajo el amparo de cualquier instancia: borde del andén. Hay urgencia fatal de tu sonrisa. Sonó la campana y el tío asomó En las sombras rapaces de la noche apresuradamente medio cuerpo por la Se destejen tus pasos trajinados. ventanilla. Tu voz se obstina en la región del miedo -¡Chau, querido, chau! -dijo y lo besó en Y nos empuja a desafiar la calle. la mejilla como pudo. ¿Dónde estarás? ¿Quién se llevó tus Trató de besarlo a su vez, pero ya se manos? había sentado. Milo y Silvestre, Mascaró y el boga El tren se sacudió de punta a punta. El Arrasarán el tiempo hasta encontrarte. tío agitó una mano y sonrió seguro. En tu pueblo los álamos reclaman Oreste corrió un trecho a la par del tren. La vuelta del viajero sempiterno. Corría y miraba al tío que sonreía Y nosotros vivimos prisioneros satisfecho, como aquellos hombres de la De la fiera homicida y de la infamia. infancia. Sobreponiéndonos a cada aurora Luego el tren se embaló y Oreste levantó Dibujamos tu nombre en las paredes. una mano que no encontró respuesta. ¡Vamos, Haroldo! Niño malherido, no te rindas jamás que, en tu recuerdo [Del libro «Con otra gente», ©Centro hay un río de gritos y silencios. Editor de América Latina, 1972]


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¿Qué sabe sabe usted usted de de Masonería? Masonería? ¿Qué

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l gran poeta francés La Martine conceptuó así a la Masonería: «A mi juicio, vosotros no sois sino los grandes eclécticos del mundo moderno, tomáis de todos los tiempos, de todos los países, de todos los sistemas, de todas las filosofías, los principios evidentes, eternos e inmutables de la Moral Universal, y hacéis de ellos la maravilla infalible y unánime de la Fraternidad. Apartáis todo lo que divide a los espíritus, profesáis todo lo que une a los corazones, sois artífices de la concordia. Con vuestras paletas echáis el cemento de la virtud en los fundamentos de la sociedad». Precisando más lo que es la Masonería, diremos que se trata de una institución que tiene por objeto la perfección de los hombres, el estudio filosófico de las ciencias, de las artes y de la moral universal, la práctica de todas las virtudes y la fraternidad humana. De esta definición se deduce que es una sociedad filosófica, filantrópica y progresista. La Masonería es una institución filosófica porque orienta al hombre hacia la investigación racional de las leyes de la naturaleza; se esfuerza en pos de que el pensamiento humano elabore abstracciones metafísicas en la búsqueda de los primeros principios de las cosas, sus esencias, sus valores y sus fines; busca en la reflexión filosófica el discernimiento del sentido espiritual en el desarrollo de la histo-

ria; en fin, asimila de cada sistema filosófico lo que puede significar el aporte al patrimonio de la verdad abstracta, más allá del tiempo y del espacio. La Masonería es una institución filantrópica porque practica el altruismo, desea el bienestar de todos los seres humanos y no está inspirada en la búsqueda de lucros personales de ninguna clase. Sus esfuerzos están dedicados al progreso y felicidad de la especie humana sin distinción de nacionalidades, razas, ideologías políticas, sexo ni religión. Es progresista porque enseña y practica la solidaridad humana y la absoluta libertad de conciencia. La Masonería tiene por objeto la búsqueda de la Verdad, desechando el fanatismo, cultivando en los espíritus la tolerancia como uno de sus principales deberes, y abordando sin prejuicios todas las nuevas aportaciones de la investigación humana. Estudia la moral universal y cultiva las ciencias y las artes, sin oponer obstáculo alguno a la investigación de la Verdad. La Masonería es escuela de purificación y sacrificio. En su seno se aprenden grandes virtudes y se destruyen pésimos vicios. Por ello su ritual la define como «un sistema de moral velado por alegorías y representado por símbolos». La Masonería no es una secta porque sus enseñanzas no constituyen una doctrina particular profesada o establecida por un maes-

tro y seguida por discípulos fanáticos e intransigentes. La defensa de la absoluta libertad de conciencia, el examen crítico de las ideas y doctrinas, la búsqueda de la Verdad más allá de los tiempos y de las circunstancias, y la tolerancia que exige a sus adeptos, son barreras infranqueables y definitivas que combaten inclaudicablemente la aparición de cualquier sectarismo. Tampoco es una Religión, puesto que ella es el vehículo o medio que une a los hombres con la Deidad, con lo Divino. La Masonería es una institución que busca, como fin, el unir a los hombres entre sí. Por tal razón, no existen incompatibilidades entre ellas, a punto tal que la Orden Masónica deja en manos de sus adeptos la absoluta libertad de creencias. Y esta particularidad la diferencia de los credos religiosos. No es un partido político porque no tiene apetencias de poder temporal, no pretende gobernar a los hombres. Pretende para ellos la mayor libertad de conciencia. No aspira a establecer entre los seres humanos vínculos materiales sino lazos de orden ético, aspirando a desarrollar con el mutuo trato todas sus cualidades espirituales y morales. Además, la Masonería practica la tolerancia como virtud, y ello hace que se distinga a la institución de cual-

quier agrupación política. No es apóstol de ninguna forma particular de pensamiento político. A modo de síntesis, se puede decir que la Masonería es una asociación privada y universal para el mutuo trato, el perfeccionamiento espiritual, la educación científica y artística y la investigación de la verdad. Tiene carácter privado por cuanto ella posee su propia constitución, estatutos y reglamentos; sus propias autoridades y patrimonio; sus propios integrantes que son única y exclusivamente los iniciados en las Logias o Talleres; y sus propias enseñanzas. Tiene carácter universal puesto que estimula la fraternidad y la fomenta entre los hombres y los pueblos. Por último, en orden a los fines que persigue, la Masonería tiene la noble misión de formar las futuras sociedades humanas sobre las bases de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Proclama la paz entre los hombres como el más alto y más permanente de sus fines. Defiende el orden y respeta las leyes del país en que vive. Instruye al ciudadano de sus derechos y deberes. Combate la guerra y toda forma de violencia y coacción, porque aspira a que el mundo sea regido y gobernado por la Razón, esto es, por la rectitud, la justicia y la equidad.

Triángulo Masónico Luz de Lincoln Nª 1032 Contacto: luzlincoln@yahoo.com.ar

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THE WHO Con su particular estilo,esta banda inglesa marcó un punto de inflexión en la epoca de los 70. My generation, Tommy y Who´s next son las tres piezas seleccionadas para intentar representar a través de esta columna el talento de una de las agrpuaciones más conocidas que tuvo Liverpool.

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in nada que envidiarles a los Beatles y/o a los Rolling Stones, los Who eran conscientes del corto tiempo que necesitaban para demostrarle a su «generación» todo el potencial musical del que eran capaces de crear en la nueva escena Mod. ¡Qué locos y desaliñados fueron los The Who! Jóvenes repletos de energía, basta ver cualquier recital en vivo para percatarse de ello, arrojando guitarras por el aire con un frenético Pete Townshend que iba corriendo de punta a punta en un escenario que parecía ser el único límite frente al caos dionisíaco que representaban en cada show. ¡Y qué decir de keith Moon! El baterista más payasesco y descontrolado que yo haya visto: con cierto estilo parecido a Ringo Star, pero con dos botellas de vodka encima (y algo más seguramente), un auténtico rockstar que fue dilatando su vida hasta los excesos -como Jim Morrison-, sumergiéndose en la oscura idea, sentida y anhelada, de «rock is dead» para

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llegar a su autodestrucción definitiva cuando tenía tan sólo 32 años. Pobre keith, murió muy joven como Hendrix, Janis Joplin y tantos otros artistas de los sesenta. Sin embargo, y a diferencia de la mayoría de las bandas, cuyo líder suele ser el cantante (Roger Daltrey para esta ocasión), en los Who su alma mater era el guitarrista Pete Townshend, el más completo, el más alucinado y el más creador del grupo. Keith era el que lo seguía detrás. My Generation (1965) Este disco contiene un puñado de excelentes canciones, escritas la mayoría de ellas por Pete Townshend, más tres covers buenísimos: I Don´t Mind (Brow), Please, Please, Please (Brow) y I´m a Man (McDaniel). Sólo con esto, los Who logran rendirle un justo homenaje al blues. My Generation fue sin duda el single que condujo a los Who al estrellato. De la mano del tema The Kids Are

Alright, se convirtieron en el himno de la banda, infaltables en cualquier presentación en vivo que hiciera el cuarteto. La primera, un canto confundido y desesperado de juventud en busca de una nueva identidad; algo sucia, cruda y raspante que seguramente influyó en las posteriores legiones de bandas de corte punk. En esta pieza, el prominente bajo de John Entwistle enviste con una fuerza brutal y los movimientos del brazo de Townshend giran y giran en un aleteo de sonido de feedback, «pegándole» a la viola como si de una fuerte descarga de tensión sexual se tratara; el tartamudeo del chico adicto al speed que imita Daltrey y el deseo de la eterna juventud de Hope I Die Before I Get Old (espero morir antes de envejecer) la rematan fantásticamente. La segunda, mucho más rock-pop, estilo Beatles (realmente suenan igual de bien que sus hermanos de Liverpool), resulta un apasionado exhorto a la juventud. Out In The Street abre el álbum y constituye la primera muestra de aliento


Tengo Pa´l Truco, con nuevo disco

del disco, ya sea en su música como en el «mensaje» de sus letras. Luego de este álbum, los Who continuarían superándose a sí mismos disco tras disco, pero la esencia rockera que contiene My Generation lo distingue como un trabajo único. Tommy Unos años más tarde -y luego de su enorme obra de pop-art The Who Sell Out, cuya portada resalta la burla hacia la industria de la publicidad (tan frecuente en los grupos de antaño); y después de romper guitarras en vivo, explotar el bombo de la batería al final de la canción My Generation en el programa americano The Smothers Brothers Comedy Hour-, llegaría Tommy, una ópera-rock de puro conceptualismo ingenuo, donde nunca llega a entenderse por completo el significado de la idea (inspirada en el Sgt. Pepper‘s... de los Beatles), que trata sobre un niño sordomudo, ciego y autista, la cual acaba por convertirse en un ícono mesiánico, causando el estupor de todo los ciudadanos. El disco fue muy influyente en la cultura de la época. Constituye un extenso álbum doble, con un re-

pertorio de 24 temas de más de una hora de duración, en el que confluyen inolvidables composiciones como I´m Free, The Acid Queen, Do You Think It´s Alright?, Pinball Wizard. Una auténtica y colosal obra de rock, seguramente entre las mejores que hayan podido realizarse. Who´s Next Y, por si fuera poco, unos años más tarde vería la luz uno de los discos que a mí más me gustan de los Who (aclaro que tampoco los he escuchado todos), el sublime trabajo Who´s Next, el más vendido de todos. De entrada nos sorprende el sintetizador en Baba O´Riley, una hermosa canción de apertura, con sonidos de guitarra cortantes, que incluye hasta un violín que refresca el ambiente de corte escosés. Un mínimo de aparición de algún que otro instrumento de viento es lo único que está de más en el disco, precisamente en la canción My Wife. Piezas de rock duro como Bargain, Gettin´In Tune y Behind Blue Eyes merecen ser recordadas como los mejores momentos este-

lares de los Who. Won´t Get Fooled Again le da un cierre de puro rock a su edición. Como complemento de estos álbumes, sugiero agregar sus discos en vivo: Live At Of Wight Festival 1970 y Live At Leeds, pues, al escucharlos, no cesarán de alegrarse por todo el poder apasionado de sus cuatro electrizantes miembros, y su despliegue de rock a todo volumen. Si no te interesa comprar los CDs, puedes escucharlos en youtube con sólo clickear en «The Who Full Álbum». ¡A disfrutarlo!

* Por Pablo Gago

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