CONFESIÓN DE KAMPASPE (desde la agonía del lienzo) Por Giselle Lucía Navarro, poeta cubana He sangrado, la estocada de una sombra me atraviesa –se derrama la vileza de la boca más sagrada–. Compartimos la velada con sus óleos. No hay banquete. Desde Apeles nace el trueque, y Alejandro, dios en mí, me promueve, sólo fui otra mujer. No se seque mi sangre en el viejo lienzo. Presiento la desnudez de mis piernas. Sigo al pez con la silueta en supenso. Sobrevivo en el comienzo apresurado del trato. El riesgo no es pugilato para quien conoce el mal. Hoy renazco virginal con mi cuerpo en el retrato.
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