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PRÓLOGO

charles m. pigott

Conla magia de sus palabras bilingües en maya y español, Wildernain Villegas invoca, en esta nueva obra, a los entes sagrados de la lluvia y el viento —Yuum Cháak y Yuum Iik’— y conjura un remolino poético que nos transporta a las tierras fecundas del Mayab. Leer la poesía de Wildernain da la misma sensación que salir, después de una tormenta estival, a recorrer los caminos de la selva húmeda y respirar su frescura. Sus palabras-gotas despiertan aromas-pensamientos que, mezclándose, imbuyen al lector de una nueva vitalidad y abren horizontes inesperados en su imaginación. Las visiones invocadas por sus versos-relámpago centellan como el plumaje dorado de la calandria cuando brilla, por un instante, en un rayo naciente mientras revolotea entre las sombras de los árboles. Luz y oscuridad, revelación y misterio, vida y muerte se combinan en estas páginas que, como las hojas de la selva recién desprendidas, se juntan en una «danza circular que nutre el aliento», en donde «el fin es el principio».

Al alzar su vuelo con estos versos, el lector-viajero aprenderá de los yuumtsilo’ob (guardianes), la ceiba, el maíz y el báalam (jaguar), que nos recuerdan, con voz polifónica, el verdadero propósito del ser humano: «fecundar semilla de paz en latidos del odio». La obra de Wildernain da testimonio de un nuevo albor maya, en el que renace el canto del quetzal de las cenizas de antaño y vierte su melodía sobre las planicies primaverales, sanándolas con «arpegio de aves». Es por eso que «huelen a dolor los vocablos, pero saben a sinfonía». Invito al lector a dejarse llevar por la música de los versos alados de Wildernain, quien, con la sencillez que yace en el fondo de todo gran artista, nos deja una pregunta cuya respuesta trasciende barreras políticas y culturales: «¿Qué somos sino un poco de viento que no deja de latir?».

U ts’íibilo’ob cháak yéetel iik’ / Los escritos de la lluvia y el viento