Revista Número 2 de Vuelo de Cuervos

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unos resoplidos inimaginables. Finalmente, en un recoveco vio un seto, no dudando en esconderse tras él, cubriendo su cuerpo con las ramas que tenia. Respiraba agitadamente, tapándose la boca con las manos, para paliar el ruido de su boca. Los pasos de persecución fueron sustituidos por rítmicos pasitos, oyéndose cada vez más cerca de su escondite. Por un hueco entre las hojas conseguía ver el suelo del sendero, en el cual apareció aquello de forma súbita, agrietando el pavimento. Sofocó un grito de terror, a medida que la extraña figura se acercaba al seto, parándose a escasos centímetros oyendo como olisqueaba el aire, coronando la acción con un rugido que le hizo estremecerse. Cuando el ruido cesó, vio que las piernas se alejaban, torciendo por el siguiente pasillo a la izquierda. Estaba a salvo, de momento. Se quedó allí quieta, aunque entendía que debía moverse para encontrar la salida .El miedo invadía todo su cuerpo no sabiendo que le depararía el siguiente camino, sintiéndose desorientada .El laberinto tenía una finalidad, de eso estaba convencida y que había alguien más, lo acababa de comprobar. No llegó a intuir su forma, pero aquella manera de olfatear el aire buscándola, le pareció similar a cuando un animal huele su comida, pero aquello no era ningún animal, caminaba sobre dos piernas. Abandonó su refugio mirando un cielo negro como si la madre de todas las tormentas se concentrara en ese preciso lugar, eso la animó, era el primer indicio de que su mundo podría hallarse al otro lado. Más pasillos de diferentes direcciones se entrecruzaban entre ellos, comenzando de nuevo a recorrer el laberinto atrayéndola como si de un abismo se tratara, con la firme decisión de encontrar el final le llegó otra vez el olor a sándalo. Las paredes crecían en altura, sintiéndose más atrapada de lo que ya estaba, no teniendo la sensación de estar adentrándose en un laberinto, ahora se sentía como dentro de una trampa cuyo perfume la había atraído hacia allí. No quería dejarse vencer por el miedo, aquello que la perseguía seguía sin dar señales, igual sólo buscaba un escape , debió de introducirse buscando ambos la salida, el hecho de no volverlo a sentir le hizo pensar que tal vez lo había conseguido . Según se adentraba todo le parecía más antiguo, más muerto. Las paredes le recordaban la forma en que antiguamente se construían con barro húmedo, las enredaderas se agarraban ya muertas dejando ver solo su esqueleto de palos secos, Todos los recorridos le parecían iguales, incluso creyó repetir el mismo lugar. Derecha, izquierda, otra vez derecha, le asustaba no saber cuán grande podría ser aquello, le regresó el hambre, de no salir, sería su tumba. Unas gotas heladas mojaron su cabeza .Completamente desorientada se detuvo un instante, de nuevo le regreso la sensación de estar siendo vigilada, fue cuando escuchó del pasillo de la derecha, unos resoplidos .No le dio tiempo a reaccionar, todo se derrumbo dentro de ella, toda esperanza se esfumó, al ver al ser que la contemplaba. Mitad hombre, mitad bestia. Una enorme figura, de altura inhumana de espaldas anchas. De cuello para abajo, un torso humano de músculos marcados, del que salían dos robustos brazos que culminaban en manos descomunales. A partir de la cintura , un par de patas marrones, grandes más allá de cualquier medida existente en el reino animal,


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