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Armagedón: El Fin de una Era
Para 1998, el largo periplo de PDVSA había resultado, según la mayoría de las cuentas, en un éxito. Sin embargo, a pesar de su indudable evolución técnica y comercial, no todos fueron elogios en un país que consideraba que la industria seguía siendo un enclave. La política de cuotas de la OPEP, por ejemplo, siempre fue un tema polémico entre el ministerio de energía y minas de Venezuela y los tecnócratas de la compañía. Otras fuentes de irritación también contribuyeron al roce: los salarios y beneficios de los trabajadores petroleros; el aislamiento de la industria de la sociedad general, en particular de las comunidades en áreas operativas; la discusión en torno a las inversiones en el extranjero; y, lo que es más importante, la controversia creada por el creciente papel del capital extranjero en las actividades de exploración y producción. Sin duda, esta irritación no se limitó a los políticos, sino que se extendió a los académicos, a los empresarios y al público en general.
Los gerentes de PDVSA se formaron en una cultura que perseguía ante todo la excelencia técnica y, en general, estaban mal equipados para ser sensibles a los posibles matices políticos de sus actividades y decisiones. En el argot de la gerencia moderna, PDVSA no era muy hábil en la gestión de su entorno social y político. A su vez, paradójicamente, a la sociedad en general le importaba nada o muy poco entender el negocio de la industria petrolera, siempre y cuando éste produjera suficientes ingresos para que el país los disfrutará.
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Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, en un entorno de bajos precios del petróleo, no llegó solo. El nuevo presidente trajo consigo una opinión prejuiciada sobre la industria petrolera y sus trabajadores, derivada de años de tensiones y malentendidos, así como también se rodeó de un grupo de asesores compuesto de adversarios históricos de PDVSA; no en vano, la clase dirigente de PDVSA sentía desconfianza de sus nuevos amos políticos.
Hoy se entiende que las dos fuerzas estaban destinadas a enfrentarse tarde o temprano. En el 2002, después de algunas escaramuzas, las tensiones explotaron de manera destructiva en el contexto de una crisis social y política generalizada. PDVSA ya no se recuperaría.

