CAMINO A LA BIBLIOTECA

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CAMINO A LA BIBLIOTECA

Luz Marina Rincón Colegio INEM Santiago Pérez Localidad de Tunjuelito Bogotá

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Este texto fue construido en el “Taller de escritura Voces y Saberes: una oportunidad para comprender, fortalecer y hacer visibles experiencias innovadoras” llevado a cabo entre el 3 de julio y el 18 de octubre de 2018. El programa formativo fue seleccionado por la Secretaría de Educación de Bogotá para ser parte del banco de propuestas de formación permanente de docentes.

Si desea conocer más de la propuesta formativa escriba a: vocesysaberes@gmail.com

Si desea contactar a quien escribió el texto escriba a: luzdoncella@yahoo.com

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No es solo una biblioteca. Es una nave espacial que te llevará a los puntos más lejanos del universo, una máquina del tiempo que te llevará al pasado lejano y al lejano futuro, un maestro que sabe más que ningún ser humano, un amigo que te divertirá y te consolará y sobre todo una salida a una vida mejor, más feliz y más útil. Isaac Asimov Todo inició un día de agosto de 2016. El sol brillaba con intensidad en las calles bogotanas, como de costumbre. Llegué muy contenta al colegio con la ilusión de encontrarme con mis estudiantes de tercero para iniciar una jornada escolar que nos permitiera soñar con personajes, lugares y diversas situaciones, y qué mejor para esto que la lectura de esparcimiento. Los saludé y aprovechando los libros que estaban encima de un mesón, recopilados a lo largo de mi carrera como docente, los motivé a tomar uno, y así lo hicieron, pero… Por un momento me detuve a observarlos, la escena que vi era la de siempre: algunos pocos leían, otros se hacían los que leían y otros miraban por la ventana. La verdad muy poquitos leyeron su libro; inclusive una niña llamada Mariana tomó el libro, lo abrió encima de la silla y se puso a jugar con sus colores. Cuando la volteaba a mirar simulaba estar leyendo, pero no fue la única; otros niños se ponían a hablar y luego miraban los libros como si leyeran, sin embargo estaban hablando de lo que había ocurrido a la entrada del colegio. Esta escena me hizo pensar que algunos de nosotros estamos acostumbrados a que esto pase en nuestra aula y lo que hacemos es quejarnos año tras año de que los estudiantes no saben leer. En mi colegio, por ejemplo, se oyen frases como estas: “Los estudiantes no saben leer por eso es que les va mal en todo”; “Los niños de ahora son muy perezosos, no les gusta hacer nada y no saben ni siquiera leer”; “No, pero ¿cómo van a aprender si ni siquiera leen bien?”. Da la impresión de que leer se ha convertido en algo tortuoso para los niños, se ha olvidado la magia que se encuentra en los textos, se ha dejado a un lado la lectura como un espacio placentero para la promoción de mundos lejanos, desconocidos y fantásticos.

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Pensé entonces en la escuela como ámbito del saber, y reflexioné sobre el hecho de que la mayoría de nosotros hemos caído en la resignación de la no lectura, la hemos visto más para asignar una nota, para “alcanzar un objetivo” y nos hemos olvidado de que los maestros somos mediadores entre los estudiantes y los libros, que somos nosotros quienes tenemos el honor de adentrar a los niños que pasan por nuestras manos en un mundo mágico, en un mundo de información y de interpretaciones. Así que me pregunté cómo hacer algo para solucionar la falta de interés por la lectura en los estudiantes. Ese día continúe mis actividades propias de clase y cuando llegué a mi casa seguí dándole vueltas al asunto; ya era la hora de dormir, pero en algunas ocasiones las mejores ideas brotan en la oscuridad, en el silencio de la media noche. Pensando en volver la lectura grata para mis estudiantes y en la manera como la abordaba en mis clases, decidí dar un giro y así superar la idea conformista de que los estudiantes no leen. Mientras analizaba la mejor forma de hacerlo vi por mi ventana un rayo de luz muy fuerte que venía de la casa contigua, que cual faro iluminó mi habitación de la misma manera que otro podría iluminar la lectura en mis estudiantes. Miré la casa vecina de donde venía el rayo de luz e inmediatamente me acordé de que a unas pocas cuadras de nuestro colegio se encuentra la Biblioteca Pública El Tunal Gabriel García Márquez. Antes el Colegio INEM Santiago Pérez tenía biblioteca interna, la cual desapareció por estar cerca de la biblioteca local y este lugar pertenece a la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá.

Colegio

Biblioteca 4


Muchas veces nos pasa que tenemos frente a nosotros los recursos para hacer uso de ellos y no los aprovechamos. En mi caso tenemos esta maravillosa biblioteca a tan solo unas cuadras del colegio. Este era el lugar indicado para cumplir el objetivo de despertar el apetito por la lectura. Para el siguiente día solo quedaba comenzar a trabajar en ello. Llegué al colegio y después de mi jornada laboral me fui a la biblioteca con la idea de tener diferentes espacios para la lectura; la persona encargada se encontraba en una reunión de manera que me propusieron venir otro día o esperar a que ella pudiera atenderme. Pasaron muchos minutos, quizás una o dos horas, hasta cuando apareció la coordinadora de la sala infantil, la señora Ángela, una mujer muy amable a quien le comenté la idea de aprovechar este espacio para despertar en los estudiantes el placer de leer. Ella me explicó sobre los documentos administrativos que solicitaban a la institución para hacer visitas dirigidas, por lo tanto ese mismo día llegue a mi casa a planear la visita a la biblioteca con los estudiantes. Mi idea no era que solo se beneficiara mi curso, sino que por los comentarios de mis compañeros docentes sobre la lectura, esto se expandiera a toda la primaria sede A. Le presenté el proyecto a la rectora; este tenía como título Explorando el mundo de la lectura me divierto y aprendo. El objetivo era que el Colegio INEM Santiago Pérez se uniera con la Biblioteca Gabriel García Márquez en una experiencia única para despertar el apetito y mejorar las competencias de lectura de los estudiantes de los grados tercero, cuarto y quinto de primaria de la jornada de la mañana: aproximadamente unos 580 niños y 18 maestros. Con el aval de la rectora, el paso siguiente era informarles a mis compañeros docentes y a la coordinadora, de manera que me dirigí a la oficina de ella, le comenté la idea, le expuse el proyecto y se mostró entusiasmada. Propuso una reunión con los maestros para informarles y me pidió que le explicara los horarios establecidos para tenerlos en cuenta, me solicitó que enviara con tiempo las circulares para la autorización de los padres de familia ya que era una actividad fuera del colegio.

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Al siguiente día se hizo la reunión con los docentes, comencé saludando a mis compañeros, haciendo una pequeña reflexión sobre las falencias que presentan nuestros estudiantes frente a la lectura, y les mostré las salidas a la biblioteca como una estrategia para mejorar este proceso. Los maestros se mostraron de acuerdo en su gran mayoría, algunos se animaron pronunciando expresiones como: “Muy chévere, gracias”; “Interesante, y sacamos a estos chinos”, pero no a todos les gusta dejar su salón y movilizarse a otro lugar pues ello implica mayor responsabilidad. Después de la reunión abordé a los poquitos maestros que no les gustan las actividades fuera de su aula, los animé para que cambiáramos de ambientes de aprendizaje, dialogamos unos pocos minutos, y gracias a la buena relación que tengo con ellos logré persuadirlos para que asistieran a las salidas. Otra labor importante fue motivar a los estudiantes para que convencieran a los padres de dejarlos ir, primero empecé con mi salón diciéndoles que les tenía una sorpresa, que íbamos a ir a la biblioteca. Cuando uno nombra biblioteca los estudiantes la asocian como algo aburrido, con solo tareas y total silencio, así que les cambie la idea diciéndoles que era un lugar maravilloso el cual íbamos a conocer, que nos divertiríamos, que leeríamos libros distintos, grandes y bonitos, y mis niños se mostraron animados. Cuando una niña preguntó, ¿quién va a ir?, todos levantaron la mano contentos. Después continúe pasando por los otros salones, la dinámica fue la misma: promover este lugar como un espacio agradable de aprendizaje. Ya terminando la parte de docentes y estudiantes llegué a mi casa a programar los cronogramas y diseñar los talleres para después de la ida a la biblioteca y que van de la mano del trabajo en clase, orientados a un aprendizaje significativo. Estos talleres incluían preguntas, por ejemplo: ¿Cómo se llama el lugar que visitaste? ¿Qué lugares conociste? ¿Leíste algún libro? ¿Qué libro te gustó más? ¿De qué trataba el libro? ¿Qué te pareció la salida a la biblioteca? ¿Te gustaría volver? ¿Por qué? Por último pedía que dibujaran lo que hicieron en ese lugar. Para esta salida tuve en cuenta a los niños con necesidades educativas especiales (NEE), ya que el colegio es de inclusión, es decir, permite el ingreso de estudiantes con dificultades cognitivas al aula e interactuar con sus compañeros. 6


Para mí es importante que ellos estén presentes en todas las actividades escolares y en algunos casos, como el de una niña con síndrome de Down, se sugirió la compañía de los padres de familia a quienes cité para informarles sobre la propuesta de integrarlos a las salidas. Su reacción fue positiva, querían ver a sus hijos disfrutando de otros espacios, además la actividad se prestó para un acercamiento entre padres y estudiantes. Al principio solo fueron los padres citados, después se unieron unos pocos más que llegaban con la inquietud de saber qué se hacía en ese lugar que les gustaba tanto a sus hijos. Haber vinculado desde el inicio a la comunidad educativa fue un acierto, porque la cultura de leer también se forma en la casa, es más, los padres que asistieron leyeron algunos libros y ese fue un momento propicio para hacerles caer en cuenta de lo importante que es inculcar en sus hijos la lectura, ellos referían que nunca leen porque no tienen el hábito. Reflexionando al respecto decidí invitarlos a nuestros encuentros con la biblioteca y me quedé con la inquietud de cómo vincularlos más activamente a la lectura. Las bibliotecas públicas ofrecen programas como Leer en familia que vale la pena conocer y recomendar para que las familias puedan crecer como lectoras. ¡Finalmente llegó el momento esperado! Los grados tercero, cuarto y quinto estaban preparados para ir de forma rotativa a la biblioteca con sus respectivos docentes, organicé como primera instancia la salida de dos cursos iniciando de manera ascendente, ya que por las actividades programadas solo podían ir dos grupos por día y en total somos dieciséis. La primera respuesta a la salida se dio a conocer cuando llegaron los estudiantes, pues la algarabía y sus rostros alegres hablaron por ellos. Al día siguiente nos correspondió a nosotros, entré al salón y taratarán: ¡Sorpresa, niños, hoy es la salida a la biblioteca! ¿Recuerdan? La cara de mis estudiantes emocionados y presurosos por ir me llenó de emoción. Antes de salir recordamos las normas de la biblioteca las cuales ya habíamos visto en clase. Después nos dirigimos al comedor escolar para que pudieran desayunar, cosa que hicieron rápido por las ansias de ir a la visita, volvimos al salón, nos organizamos en fila para contarlos uno a uno y a las siete y cuarenta y cinco de la mañana nos dirigimos a la portería para salir rumbo a nuestra aventura. 7


Los niños se veían contentos y hablaban sobre lo divertido de salir del colegio. Cuando llegamos me acerqué para hacer el registro respectivo y preguntar por la coordinadora Ángela de la sala infantil, la llamaron y en unos pocos minutos salió y nos acompañó parte del recorrido. Primero conocimos los espacios más grandes como la sala general de lectura, después fuimos al segundo piso donde está la sala de cómputo y otra con sistema Braille, el cual utiliza una serie de puntos en relieve que se interpretan como letras del alfabeto y es utilizado por las personas invidentes. Allí pude reforzar que personas que no ven sienten la necesidad de aprender a leer y es porque la lectura se encuentra en el mundo y la usamos durante toda nuestra vida. También en ese piso se encuentra la sala de audiolibros. Luego llegó el gran momento de entrar a la sala infantil. Encontramos un ambiente muy agradable y acogedor, la coordinadora Ángela se despidió porque tenía más ocupaciones y me indicó que podíamos tomar el libro que quisiéramos, sentarnos en unos sillones, en los pufs o en los tapetes y leer a gusto. Así lo hicimos, los estudiantes se apresuraron a coger el libro que les llamó la atención por el color, tamaño, dibujo, título, y cuando miraban uno que no era lo que esperaban me preguntaban si podían cambiarlo a lo que respondía que sí, por supuesto, que buscaran el que les gustara y que lo leyeran. Los vi correr de un lado para otro, diciendo emocionados, “¡miren este!”, otro decía, “este tiene muchos dibujos” y los compañeros volteaban a mirar, así uno a uno fueron tomando libros y acomodándose. En un momento quedó todo en silencio, los niños leían concentrados. Fue maravilloso ver que lo que no se logró en el aula sucedía en la biblioteca. Para mis adentros pensé, “que maravilloso”, y muy internamente exclame un ¡bravo!

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Continuamos nuestro recorrido por la sala lúdica en la cual les hablaron sobre la historia de la biblioteca. Al terminar la explicación se acercó un promotor y comentó sobre la carnetización y nos dio a conocer sus beneficios, mis estudiantes escucharon atentos; les llamó mucho la atención cuando les dijeron que se podían llevar los libros para la casa por tres días y luego regresarlos. Este servicio de la biblioteca es clave para formar futuros lectores ya que el hecho de llevarse libros al hogar puede generar el hábito de leer por iniciativa propia en diferentes espacios y en diferentes momentos. Logramos carnetizar a los estudiantes, lo cual creó más expectativas para ir a la biblioteca ya que de una u otra manera se sentían parte de ella. Regresamos a las diez y media; los estudiantes tomaron sus onces y luego desarrollaron el taller que había preparado. En él manifestaron el placer de ir a la biblioteca y comentaban que les gustó leer. Carlitos dijo: “Yo no había leído a Rin Rin Renacuajo, y eso que mi hermano tiene el libro, pero lo leí y miré en las páginas todo lo que le pasó al renacuajo”. Buen apunte, pensé, ¡vamos por buen camino! Después comenzamos un diálogo libre para que ellos pudieran contar sobre los libros leídos. Viendo el efecto tan positivo de estas visitas guiadas volví a reunirme con la coordinadora Ángela para continuar con el trabajo, indagué acerca de otros lugares de la biblioteca y llegamos al auditorio, ella me comentó que existía la posibilidad de un cine-foro. Consideré la propuesta como una idea muy interesante ya que con mis estudiantes estaba trabajando en clase el tema de los diferentes tipos de lenguaje, y también porque en las bibliotecas los niños pueden aprender a formarse como lectores no solo de libros, sino de otro tipo de textos. La película que seleccioné fue Día de paga, cine mudo con el comediante Charles Chaplin. La escogí porque permite ver una comunicación no verbal, aprender a leer imágenes, el lenguaje corporal, la expresión facial, entre otras cosas, que llevan a crear hipótesis. Esa es una forma de leer al protagonista y de entender la temática con sus imágenes insonoras. Además transmite diversos sentimientos y reflexiones frente a las situaciones allí planteadas. ¡Toda una nueva experiencia de lectura! 9


Para un acercamiento al cine-foro y a esta película que es diferente a lo que los estudiantes estaban acostumbrados a ver, hice una serie de actividades previas que facilitaran la comprensión del filme. Como veníamos viendo diferentes tipos de lenguaje, expliqué el lenguaje mímico, que se destaca por los movimientos y gestos al comunicarse, después jugamos a “adivine la película”, pero a través de la pantomima. Organice todo lo referente a la salida. Ese día se dio el encuentro entre los grados tercero, cuarto y quinto. Cuando los estudiantes vieron el auditorio de la biblioteca, se oyeron expresiones de admiración, de repente se apagó la luz, los niños gritaron un poco, cuando se iluminó la pantalla y apareció la imagen de Charles Chaplin quedaron asombrados. Me imagino que esperaban El rey león, La era de hielo, El libro de la selva, Kung Fu Panda 3, esa clase de películas, pero fue cuestión de un momento para que todos quedaran en silencio. Poco a poco se fue dando la trama; los estudiantes iban entendiendo lo que sucedía, anticipaban la siguiente escena, unos acertaban, otros no, y se escuchaban risas. Al finalizar la película se escucharon los aplausos y nos dispusimos a salir en medio de sonrisas.

Llegamos al salón de clase hacia las once de la mañana y allí tuvimos un conversatorio alrededor de preguntas como: ¿Qué les pareció ver una película de cine mudo? ¿Qué pensaron cuando vieron al protagonista? ¿Cómo les pareció esa forma de comunicación? ¿Pudieron leer las escenas mudas de la película? ¿Qué les gustó más? ¿Les gustó ir a la biblioteca para esta actividad? Las respuestas fueron sorprendentes pues apuntaban a que la lectura se da de diferentes maneras, en diferentes escenarios y no se necesita siempre hablar. 10


Reflexionando sobre la manera en que estaba haciendo un nuevo acercamiento a la lectura, noté avances pues algunos niños utilizaron el carné de la biblioteca y sacaron libros que llevaban al colegio como si fueran un trofeo. Algunos estudiantes se volvieron “comelones de libros” ya que leían y leían entusiasmados, e inclusive llevaban los libros a la hora del descanso para mostrarlos y leer con compañeros de otros cursos. Poco a poco algunos niños se fueron sumando a la iniciativa del libro domiciliario. De esta manera tan grata en mi labor docente, y sabiendo que mis estudiantes tenían otra visión frente a la lectura y al uso de la biblioteca, terminó el año escolar 2016. Para el siguiente año se acrecentó más el anhelo de formar lectores por lo cual me comuniqué con Ángela, la coordinadora de la sala infantil de la biblioteca, para organizar el trabajo de 2017, y me contó que ese año estaban programados unos talleres focalizados especialmente a la comprensión de lectura. ¡Vaya!, exclamé. Eso sonó perfecto pues justo a eso le estaba apuntando en mi trabajo de aula, también me dijo que había pensado en mi colegio en el grado tercero por considerar que había continuidad entre lo que se hacía en el aula y en la biblioteca y que se veían los resultados en las consultas y préstamos que los estudiantes hacían a la biblioteca. Me sentí agradecida pues pensé por un instante que nosotros también habíamos impactado la biblioteca de manera positiva. Así que, a continuar con más ánimo el trabajo emprendido. Nuevamente formulé el proyecto para pasarlo a Rectoría, volví a gestionar circulares y a hablar con mis compañeros de grado para darles a conocer la propuesta; ellos se mostraron agradecidos y aceptaron ir a estos talleres con sus estudiantes. Por razones de espacio no voy a contar el trabajo que desarrollé durante el 2017. Solo voy a compartir una actividad muy especial que involucró a las familias, ya que soy consciente de que mi trabajo como mediadora de lectura se enriquece si cuento con el apoyo de los padres y ya que ellos estaban motivados se me ocurrió la idea de hacer una pijamada literaria para promover lectores activos tanto en estudiantes como en padres. 11


Comenté esta idea con mis compañeras de grado tercero a quienes les llamó la atención la propuesta y decidimos hacer ambientes de aprendizaje literarios; en cada estación se presentaría algo distinto apuntando a la lectura. Decidimos que una profesora representaría la historia de Simón el Bobito, otra una lectura con preguntas de comprensión en un crucigrama, un profesor se pidió traer rompecabezas de cuentos, y yo tenía en mente hacer una obra teatral con los padres de familia sobre un cuento leído en clase. Una compañera no tenía mucha idea de qué hacer, le comenté que iba a traer un muñeco de dormir y ella dijo: “¡Eso es!, que cada estudiante traiga su muñeco y lo describa en un texto para luego leerlo”. De esta manera quedó todo organizado. En nuestro colegio es costumbre que los niños de primaria sean entregados a los padres o acudientes a la hora de la salida, aproveché ese momento para abordar a los padres de mis estudiantes y motivarlos para la pijamada. Recibí algunas respuestas negativas porque tenían que trabajar, otros se inquietaron y preguntaron que tenían que hacer, pero la pregunta principal fue: ¿debo ir en pijama? Les sonreí y dije, es pijamada, pero como se sientan cómodos. Las mamás de Karen, Juan Esteban, Brainer, Sara y Laura se miraron; una animaba a la otra, sin dejarlas pensar mucho las concreté y les dije: —Muy bien mamitas, las espero ese día, no me falten, la vamos a pasar bien. Ah, y me gustaría que me colaboraran presentado una obra de teatro. —¿Nosotras? —dijo la mamá de Sara. —Sí, señora —le respondí—, es simple, yo voy a estar con ustedes todo el tiempo y la vamos a hacer entre todas. Entre sonrisas y mejillas sonrojadas aceptaron y quedamos de ensayar unos días previos a la presentación. Fue una experiencia agradable ver a mis niños llegar al gimnasio con sus pijamas multicolor, unas térmicas, otras de tela sencilla, unos con pantuflas de animales, hasta trajeron cobijas, mostraban sus muñecos de dormir con orgullo, los apretaban y abrazaban ¡Qué bonita escena! Mis compañeras organizaron sus espacios y comenzó el gran evento, cuando todo estuvo listo los estudiantes iban pasando por cada estación, se veían alegres, participaban activamente, compartían que también habían leído libros y disfrutaron la obra de teatro de las mamás, 12


quienes al principio se mostraron tímidas, pero después sacaron a relucir sus dotes de artistas. Esta actividad fue sobresaliente pues es un deleite ver a las mamás, que fueron las que asistieron en su mayoría, con ropa de dormir, apoyando a sus hijos y realizando actividades escolares que hacía mucho tiempo no hacían, se escucharon comentarios donde decían que se devolvieron a la infancia. Para los niños fue indescriptible ver a sus mamás vestidas igual que ellos en el colegio, compartiendo con otras mamás y participando activamente cual niñas pequeñas. Esta pijamada literaria de cierre de año fue un derroche de creatividad, dinamismo y unión familiar, de esa manera culminó 2017.

La experiencia vivida a lo largo de estos tres años, ya que he seguido trabajando el proyecto, me ha demostrado que sí se puede hacer algo para despertar en los niños el gusto por la lectura, que en lugar de acostumbrarnos a la idea de la no lectura podemos aprovechar los recursos que tenemos. He empezado a recorrer un camino que me ha permitido descubrir las posibilidades de las bibliotecas públicas, pero aún me falta ahondar en este maravilloso mundo, necesito aprender, proponer y mejorar, lo que se convierte en un reto para mí. El camino es largo, pero para lograrlo puedo apoyarme en los recursos de la ciudad, en los programas de la SED, y estar dispuesta a los cambios y aprendizajes necesarios.

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