Revista bienestar

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cuidado de otra persona. En lo que respecta al adulto mayor, se habla de dos tipos de cuidadores, el informal y el formal”, precisó la experta. “El cuidador informal es la persona que se dedica a ofrecer servicios voluntarios al adulto mayor en su residencia sin una instrucción o educación en cuidados. Es por lo general, un miembro de la familia, amigo o vecino, al que le nace de corazón servir a otro. El cuidador formal, por su parte, es aquel que cuenta con formación

en cuidados de salud, como enfermería, y trabaja en centros de salud de cuidado prolongado”, amplió. La gerontóloga también aclaró que toda persona que reciba pago por el cuidado de una persona mayor, sobre todo aquellos en instituciones licenciadas por el Departamento de la Familia, tienen que cumplir con un curso de 30 horas de cuidado gerontológico, conforme a la Ley 117 en Puerto Rico. Sin embargo, los cuidadores informales que deseen educarse en cuanto al cuidado del adulto mayor, pueden solicitar información en agencias correspondientes para tomar los cursos, para su beneficio personal. “El conocimiento da poder y ayuda a no cometer errores por desconocimiento. Además ayuda a ofrecer mejores servicios a nuestros viejos y viejas”, acotó Rodríguez Luciano. Entre las principales consideraciones al elegir un cuidador, sea formal o informal, Rodríguez mencionó que la ley exige que toda persona que brinde servicio en carácter de contrato, debe cumplir con los siguientes requisitos: Ley 300 (Registro de Ofensores Sexuales), certificado de Antecedentes Penales, certificación de Resucitación Cardiopulmonar (CPR), certificados de Salud y vacunas. “Respecto a las vacunas es importante recalcar la de la influenza. Las personas mayores son la población más afectada por esta condición porque su sistema inmune está más comprometido que el de un joven”, enfatizó. No obstante, destacó que “es importante evaluar el conocimiento en cuanto al cuidado del adulto mayor. Además, se debe observar si la persona cuenta con esa empatía que se debe tener con las personas de edad dorada. Evaluar su nivel de tolerancia es muy importante porque existe una necesidad de trabajo y cualquiera puede decir, ‘yo lo cuido’; pero esto no garantiza su nivel de tolerancia, ni un cuido adecuado. También, deben contar con un programa de trabajo que se adapte a las necesidades del adulto mayor”. Otra de las dudas frecuentes de familiares de adultos mayores es la conveniencia de que estos reciban los cuidados en su hogar o en una institución de cuidado prolongado para personas de la

tercera edad. La experta mencionó que la elección dependerá de la realidad de cada familia. “Culturalmente no se nos ha enseñado a pensar que el cuidado institucional es bueno sino todo lo contrario. Pensamos que es mejor que estén en su hogar. También, se nos ha enseñado que los hijos que institucionalizan a sus padres, lo van a dejar y se van a olvidar de él. Pero en mi experiencia ha sido todo lo contrario. Hay muchos familiares comprometidos con el cuidado de sus viejos”, aclaró. Es importante no perder de perspectiva que todo proceso requiere un periodo de ajuste independientemente de que se queden en su hogar o sean llevados a una institución. “La realidad es que el ser humano está creado para vivir en sociedad. Tal vez las primeras semanas experimenten depresión, pero las semanas subsiguientes se podría notar una mejoría que incluso se reflejará en su estado de salud”, sostuvo. Ciertamente, el rol de cuidador no es tarea fácil, sea formal o informal, por el esfuerzo requerido, el estrés que se acumula y en el caso de los cuidadores informales (principalmente cuando son familiares), lo que implica un cambio en el estilo de vida. “Muchos no tienen quién cuide de sus familiares y lo primero que hacen es dejar de trabajar. Ahí comienza el empobrecimiento porque la persona deja de devengar un sueldo, a esto se suma el deterioro de la salud porque deja de ir a sus citas médicas, estudios preventivos y se olvida incluso de tomar sus alimentos. Y cuando vienes a ver, su vida es un caos. La persona se descontrola y sin darse cuenta comienza la quemazón. Comienza a maltratar a ese adulto a causa del mismo estrés”, ejemplificó Rodríguez y contrastó con la posición del cuidador formal que usualmente cumple con un horario que permite dividir el trabajo de su vida personal. En ese sentido, la trabajadora social recomendó consultar con agencias pertinentes como la Procuraduría de Personas de Edad Avanzada, el Departamento de la Familia, el Colegio de Trabajadores Sociales u otras que puedan proveer orientación y asistencia para el manejo de crisis. 57


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