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Inocuo The Sign No son fast food Es posible que dentro de unos años haya quién, con osado atrevimiento, se pregunte qué sucedía en el diseño gráfico nacional en la década que abrió el segundo milenio. La cuestión, la verdad, no sé si será sencilla de resolver, pero lo que es seguro es que, entre los nombres que le podremos dar como reflejo del espíritu de estos tiempos, no faltará el de este estudio barcelonés. José Luis Lizano

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Abrazar las tendencias estéticas de cada tiempo es moneda común, pero no lo es tanto inventarlas; dar con una nueva combinación de notas que hace surgir una partitura renovada con la que, de repente y sin previo aviso, todo gira en una nueva dirección. Inocuo The Sign son de éstos. De esa clase de diseñadores que, partiendo de un firme bagaje, están eternamente incorporando giros que refrescan su esencia. Anida en ellos el virus de la investigación, esa virtud que permite al mundo seguir girando y que cada día parezca diferente al anterior. La configuración de Inocuo The Sign como estudio data de 2004 aunque, como bien sabrá más de un lector, Inocuo es el alias de Javier Gutiérrez, su fundador junto a David Fernández y Txema Alguacil, con Miriam Romero al mando de la producción.


La renovada Barcelona de comienzos de los noventa fue el escenario que propició un notable cambio cultural que trajo aires refrescantes a muchos ámbitos de acción, a la vez que incentivó carreras como las de los protagonistas de esta historia. “Barcelona empezó a despertar del letargo de la década anterior y se convirtió en una ciudad desacomplejada. Fue en ese momento cuando la ciudad, y una nueva generación de jóvenes, empezamos a ver que toda aquella nueva historia del movimiento clubbing y del graffiti no sólo servía para tu tiempo de ocio sino que estaba abriendo una nueva plataforma donde expresarse, así como un mercado nuevo donde introducir diseño gráfico. Creo que los que vivimos esa generación tenemos un espíritu buscavidas o estamos un poco chalados. La realidad es que somos unos apasionados de lo que hacemos

e intentamos superarnos en cada proyecto, sea personal o profesional”.

Espacio propio Antes de concretar sus inquietudes gracias al formato estudio, este trío de audaces grafistas alimentaron su hambre de aprendizaje en diferentes agencias y, previamente, en las aulas de instituciones emblemáticas de la capital catalana. Tanto Javier (Inocuo propiamente) como Txema Alguacil se formaron académicamente en la Massana, de la que éste guarda provechosos recuerdos. “En aquel entonces era una escuela en la que aún se respiraba el espíritu de las artes decorativas de principios de siglo XX. Allí me di cuenta de que la frontera entre pintura, ilustración, cualquiera de las especialidades de diseño,

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escultura o vídeo provenían de una misma raíz. Podría asegurar que aquella forma de empezar en el mundo de la creatividad, en su sentido más amplio, fue una de las mejores experiencias de mi vida”. Tras diversos trabajos alimenticios, ambos pusieron su ratón al servicio de El Sindicato. De la noche a la mañana, Javier entró a formar parte de un proyecto para el que no tienen más que buenas palabras. “En medio de un concierto de rock me lo propusieron y en menos de 24 horas tuve una entrevista con Julio Wallovits y José María Piera. Era un sueño como agencia, nos contagió el gamberrismo y el saber cómo vender una idea. Un equipo de publicistas con el que tenías ganas de sacarlo todo de contexto y hacer cosas nuevas en un mundillo muy hostil. Fue una experiencia muy positiva”. “Fue genial porque


aprendimos a ser libres y a enfocar esa libertad al mercado. Julio y José María fueron básicos en nuestros inicios”, apuntilla Txema. No obstante, el enriquecedor trabajo en la agencia resta tiempo a este practicante del Kendo para su proyectos personales que, por aquel entonces, pasaban por la videocreación –aunque le resulte odiosa la etiqueta–. “Siempre había tenido pequeños proyectos de animación, dibujo y collages que, por culpa del poco tiempo que la agencia me dejaba, fueron difíciles de sacar adelante. En el último año dedicado a la publicidad notaba que estaba más dentro que fuera. Tuve la suerte de exponer a nivel internacional estas piezas de vídeo, y ver tu trabajo en sitios tan rocambolescos como el Hall del Tate Modern, te hace ver que posiblemente puedes alzar el vuelo y dejar ese mundo de la publicidad en el que me sentía

cada vez más incomodo”. Como no podía ser de otra forma, Javier coincidía en la idea de seguir su propio camino. “Durante todas estas intentonas en estructuras grandes, lo único que tenía claro, y por lo que nunca dejé de ser ‘Inocuo’, era que cada vez recibía más y más trabajos interesantes como freelance, así que llegó el momento de dar el paso. Inocuo, como semilla original, surge de una actitud, una necesidad imperiosa de explorar nuevos formatos”. La tercera figura de este idealista estudio es David Fernández. Un diseñador gráfico accidental que entró en la escuela Bau con la intención de “buscar una salida a la ilustración que no fuera dibujar cómics” y terminó enamorándose perdidamente del diseño gráfico “aunque, por extraño que parezca, esto me acarreó algún que otro conflicto con-

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migo mismo y con mis profesores, ya que la mayoría insistían en que lo mejor que podía hacer era largarme a Estados Unidos y probar suerte como ilustrador. Nunca olvidaré este comentario: ‘elige entre ser un diseñador más o un gran ilustrador’… y elegí ser un diseñador más… qué le vamos a hacer, uno apuesta por lo que cree. O eso, o soy gilipollas perdido”. El caso, en realidad, es que no dejó de ilustrar. De hecho, sus primeros trabajos como ilustrador, antes incluso de finalizar sus estudios, aparecieron en medios como “el dominical de El Periódico de Catalunya, La Vanguardia, Tiempo, Ab… En ese momento decidí que era mejor mover el culo y buscarme alguna agencia o estudio”. Luego del paso por una pequeña agencia de marketing promocional, funda con dos compañeros Stereotype


Comunicación Gráfica. “aunque yo siempre he dicho que hubiera quedado mejor Stereotype Studiofiesta. Currábamos mucho pero vivíamos como Dios; sin un duro pero como Dios. Todo el día de fiesta en fiesta…”. En este estudio conoce a Mireia con la que se lanza a una nueva aventura, de nombre WipeoutGraphix. “Wipeout funcionó bastante bien, se notaba la mano femenina, pero pronto apareció Inocuo que me convenció para que hiciéramos algo grande juntos, de forma que mi novia se cagó en mis muertos y en los de Javi pero aceptó mi marcha, y así hasta hoy”. De forma que “llegó el salto –recuerda Txema–. Nos asociamos los tres y aquí seguimos. Llenos de ganas y de ilusión por el trabajo, por la publicidad que de verdad nos apetece hacer y por los proyectos personales que forman parte del día a día como equipo. Ahora

ya no hay trabas más allá de las que nosotros nos pongamos. Sigue existiendo el trato agridulce con el cliente, pero creo que el buen rollo que hay en el estudio también se transmite en la ejecución y el proceso de los proyectos. Ahora mismo, el panorama no es muy bueno porque los clientes cada vez tienen menos dinero para gastarse, y eso afecta, pero no es un tema que nos quite el sueño, creemos que hay que mantener una línea cueste lo que cueste y, por encima de eso, no existe ni dinero, ni fama, ni nada, sólo la sensación de cumplir con un compromiso que nos hemos marcado y eso para nosotros es lo más”.

Trato igualitario Clientes que impresionan por su nombre y su diversidad se acercan al estudio en el que

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sólo reina la paz musical cuando suena el gran Tego Calderón. Importantes marcas multinacionales como Nike, Budweiser, Volkswagen o Ikea reciben idéntica pasión en el tratamiento de su producto que discográficas independientes como Ghostly Internacional, Ninja Tunes y Satélite K. Igual sucede con festivales musicales –Urban Funke o Cultura Urbana serían buen ejemplo–, o revistas como Go-mag o Serie B, por citar algunos representativos. “No hacemos diferencias por el presupuesto. Si aceptamos un encargo es por un tema de objetivos del estudio, qué es lo que nos aporta y qué tenemos que darle al proyecto”. Lo que garantizan a esta variada clientela es una estética contundentemente contemporánea con querencia por lo barroco y por el trazo manual, que bebe por igual del


Historia de un celebrado spot

arte urbano, del influjo tecnológico y del hip hop –o mejor, de la música negra–, así como de cientos de referencias culturales escondidas en cualquier esquina de la vida cotidiana. Partiendo de unos principios, de un background, van estirando el estilo, deformando su huella y pervirtiendo sus propias normas, para fortalecer un carácter siempre cambiante aunque con una imborrable marca personal. “Es difícil huir de un gesto que nos define, como si fuera una cuestión grafológica. Nuestro lema del estudio es ese, ‘Estudio firma’. El Arte Urbano no es otra cosa que utilizar la calle como formato, donde la acción es la que prevalece y la capacidad de llegar a la gente está mucho más presente. El background es saber aplicar toda la experiencia en técnicas, formatos, producción, etc. En el arte urbano, en la calle, no puedes permitirte

controlar la producción, todo es mucho mas ágil y has de acertar a la primera. Esto te hace adquirir una habilidad que está muy por encima de saber manejar una herramienta digital. Esa forma de trabajar es mucho más parecida a la de un pintor o un escultor, donde los márgenes de error se acortan con el paso del tiempo y todas las técnicas acaban siendo una. El formato en el que te permite trabajar la calle, normalmente grandes superficies, nos hace ser capaces de hacer composiciones de gran tamaño y con medidas muy complejas que luego aplicamos a pequeños trabajos del día a día. En cuanto a la música negra, partimos de la premisa de que la estética hip hop también bebe de unas influencias tremendamente enriquecedoras: el jazz, el funk, el soul, Blue Note, Reid Miles, el break dance, la calle, el graffiti, el compro-

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Entre los trabajos más aplaudidos de Inocuo The Sign en esta temporada está el spot de animación del Volkswagen iGolf, que realizaron para DDB Barcelona. Conozcamos el proyecto de primera mano. La libertad que nos concedió la agencia en este proyecto lo dotaba del atractivo suficiente como para que nos lazáramos desde el acantilado más alto al mar, a pesar del fondo de coral y de la renqueante marea: cuatro semanas con gráfica incluida. En ese tiempo teníamos que generar todo el spot desde el story board hasta la copia máster final. El proyecto nos fue presentado como un spot en un mundo de ilustración americana tipo Evan Hecox con una dinámica vertiginosa. Queríamos representar la armonía musical en movimientos de cámara. Uno de los inputs que nos facilitó el cliente era que la música tenía que ser protagonista. De echo se intentó asociar el spot a la canción ‘Take Five’ de Dave Brubeck, como estructura cuadraba en un principio y los compases daban paso a los escenarios… Realizamos una pieza para poderles explicar en qué consistía todo esto. Una panorámica del barrio de Nueva York Lower East Side. Nos interesaba una urbe bulliciosa, en constante crecimiento, con mucha contaminación visual, carteles en todo tipo de idiomas… Un híbrido entre barrios de Japón, Shinjuku; Soho o East Ham de Londres, y zonas como Dumbo o Williamsburg de Brooklyn… Nos presentamos con esta pieza de seducción de diez segundos y la misma pieza impresa en un metro y medio de largo para poder intuir el paso a gráfica sin perder la esencia. A parte, una meticulosa planificación de producción que definía todos los pasos que íbamos a tomar con los tiempos especificados. Tuvimos que hacer también un story muy riguroso de la mano de Alexis Fibla. En cuanto a la parte técnica, y después de muchas reuniones internas, dimos con la clave a la hora de trabajar. Había que generar edificios a modo de recortable, es decir, generar los tres lados en algunos de los edificios así como en casi todos elementos que aparecían en el spot. Combinábamos 2D con 3D. Todas las ilustraciones se elaboraban en 2D pensando en que acabarían formando parte de un cubo de 3D a modo de manzana


de una calle. Se compartirían las cámaras del 3D a la composición en After Effects; se inventó una fórmula matemática para trasladar las medidas de milímetros del 3D a pixels del After Effects. Se rodaron por separado los personajes en un plató, gente duchándose, corriendo, Inocuo saltando con el patinete del demonio, Miriam paseando... y el propio Alberto Blanco, que fue el encargado de la grabación, haciendo todo tipo de actings. Es una forma simpática de aparecer en el Spot. Estas películas se rotoscopiaron por separado en Flash y fueron compuestas en el escenario 2D en un entorno 3D. Los efectos de animación le dieron el punto tradicional. La música fue una odisea proponerla, encontrarla y conseguirla. Como hemos dicho, partíamos de Dave Brubeck –un pequeño homenaje a nuestro gran Dave–, así que chutamos este tema a varios productores, como Chávez o Roty 340 o Blasco Etchegaray. Queríamos obtener propuestas que sonaran más ‘nuevas’ basándose en el original. Pero el cliente no quería oír jazz, nos pedía un intermedio entre lo nuevo y lo viejo. Para evitar posterior postpo de audio, dimos con los músicos de Brass Band, gracias a Dj 2D2. Una banda callejera interpretando temas de ayer y de hoy a modo “pupurri” o mixtape de una forma muy fresca, como el estilo propio de este spot. Dimos con un tema de la Hot 8 Brass Band de Nueva

Orleans, “Rock with the hot” concretamente, que incluye pinceladas de George Clinton. Una melodía muy pegadiza que te revolotea en la cabeza constantemente. Un hit en definitiva. Así, teníamos una canción que mostraba la evolución de la música negra en la historia que hace tiritar la playlist de tu iPod. Las tubas le daban un toque especial pero lo mejor eran los constantes “yeahs!” y “come on!”, que le daban mucho rollo al montaje y ritmo a pieza. Una orquesta de luz y de color que animaba la maratón que supuso un proyecto minado de anécdotas y que, entre otras cosas, ha servido para que todo el equipo 3D de este proyecto cuente ya como plantilla en el actual Inocuo The Sign Studio. Juntos nos estamos embarcando en una nueva aventura que pronto verá la luz. De momento, iGolf es bronce en Cannes, pero nuestra meta no son los premios, aunque son muy gratificantes ya que está bien que la “profesión” aprecie el esfuerzo de un equipo. Los galardones son más importantes para la agencia, y seguro que ellos sí que les saben sacar más beneficio. El mayor premio para nosotros sería, hoy por hoy, poder vivir de esto toda la vida pero con un nivel de estrés mínimo. Eso sería genial, que nos dieran el tiempo que pedimos para hacer las cosas bien, sin que se piensen que hacemos cheesburguers con queso. No somos fast food.

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miso, la actitud y mil cosas más que nos sirven de inspiración. Nosotros lo que procuramos es alimentar al estudio de todo eso, tratar de entenderlo para que la actitud del mensaje que lleva toda esta estética se pueda convertir en nuestra firma”. Todo esto se aplica a la actividad diaria de la forma más natural, estableciendo un ámbito de confianza entre cliente y estudio. “Tenemos todo tipo de clientes, a los que sabemos tratar, así como ofrecer lo que cada uno necesita, sin precipitarnos a ofrecer una vez más lo que ellos esperan. La clave está siempre en ofrecer algo nuevo, no en ofrecer lo que se imaginan o lo que esperan. Hemos vivido muchas situaciones positivas y negativas con este tema. Lo único que prevalece es el respeto, y el respeto te lo vas ganando con el tiempo”. l


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