Mírate, eres preciosa.

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MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Mírate, eres preciosa Cristina Ocaña

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Introducción: Sobre la belleza

La belleza está asociada a la hermosura. Se trata de una apreciación subjetiva: lo que es bello para una persona, puede no serlo para otra. Sin embargo, se conoce como canon de belleza a ciertas características que la sociedad en general considera como atractivas, deseables y bonitas. Belleza La concepción de belleza puede variar entre distintas culturas y cambiar con los años. La belleza produce un placer que proviene de las manifestaciones sensoriales y que puede sentirse por la vista (por ejemplo, con una persona que es considerada atractiva desde el punto de vista físico) o el oído (al escuchar una voz o una música agradable). El olfato, el gusto y el tacto, en cambio, no están relacionados con la belleza. Más allá de la manifestación sensorial, es posible considerar algunas cosas abstractas y conceptuales como bellas. Una reflexión moral puede ser destacada como un texto bello: lo que importa en este caso es qué se dice y no cómo se dice (es decir, la belleza no está en el papel o en la pantalla de la computadora). Uno de los cánones de belleza más extendido es la armonía. Los seres humanos tienden a considerar que la armonía y las proporciones adecuadas son deseables. Lo opuesto a la belleza es la fealdad, que no causa placer sino descontento y genera una percepción negativa del objeto en cuestión.

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El concepto en la filosofía Desde los orígenes de esta rama de la ciencia, se ha intentado establecer una definición estable de lo que significa la belleza y se han obtenido dos líneas firmemente marcadas: una que afirma que se trata de un concepto subjetivo, sujeto a las experiencias e ideas de cada individuo en particular, y la otra que la reconoce como algo estandarizado y firme, que responde a una serie de principios establecidos como “normales”. Belleza. Para poder definir este concepto es necesario realizarse previamente una serie de preguntas, tales como: ¿A qué objetos se les puede aplicar la categoría de belleza?¿Cuáles son los códigos que trasciendan las normas culturales y temporales? La rama de la filosofía que se ha encargado del estudio de la belleza se denomina estética. Esta disciplina analiza la percepción de la belleza y busca su esencia. Dentro de la filosofía determinar qué es bello y que no consiste en uno de los problemas centrales de la estética y diversos pensadores a lo largo de los siglos han abordado esta problemática. Una de las primeras discusiones de este tema data del siglo V a.C. en Jenofonte, donde se establecieron tres conceptos de belleza que diferían entre sí: la belleza ideal (que se basaba en la composición de las partes), la belleza espiritual (el reflejo del alma y que puede verse a través de la mirada) y la belleza funcional (de acuerdo a su funcionalidad las cosas pueden ser o no bellas). Platón fue el primero en elaborar un tratado sobre el concepto de belleza que tendría un gran impacto en occidente, tomando ciertas ideas plasmadas por Pitágoras sobre el sentido de la belleza como armonía y

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña proporción y fusionándolo con la idea de esplendor. Para él la belleza proviene de una realidad ajena al mundo que el ser humano no es capaz de percibir completamente. Dijo: “De la justicia, pues, y de la sensatez y de cuanto hay valioso en las almas no queda resplandor alguno en las imitación de aquí abajo, y solo con esfuerzo y a través de órganos poco claros, les es dado a unos pocos, apoyándose en las imágenes, intuir el género de lo representado.” Posiblemente al día de hoy una de las teorías más aceptadas respecto a este tema es la propuesta por el relativismo, que dice que las cosas son bellas o feas según el fin que persigan.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña LA REINA DEL DRAMA Proyecto de auto prólogo

Alguien me dijo una vez que empezara a creer en mí misma, que así crearía. Desde entonces he tenido esto metido en mi cabeza, pero no es una de las razones por las que escribo. Llevo un gen que me hace estar todo el día pensando en situaciones de la vida, en historias, que incluso no me deja dormir depende de qué temporadas y me hace seguir soñando. Sueño despierta, sueño dormida, sueño en los trenes que voy cogiendo y que me ayudaron a pasar mi melancolía en los peores momentos de mi vida. La música me ha inspirado mucho, he odiado las putas canciones románticas, pero, al final, he acabado por reír, porque todo pasa, la vida se mueve en círculos, en montañas rusas, en cielos llenos de nubes que me apasionan, en golondrinas que retornan una y otra vez.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Soy la reina del drama y me encanta reconocer que sin ese drama no podría vivir. Soy una humana muy sensible que no le importa escucharte si con ello el favor es de vuelta. Soy una romántica imperfecta, y es por eso que escribo cuando rompen mis partes, cuando me miran y siguen rompiéndome, una y otra vez. Pero tranquilos, vuelvo a recomponerme en el momento que lo plasmo todo en un papel, cuando sé que algún día tú leerás esto y empezarás a escribir cómo si fuese una pequeña terapia para despojarme de los errores y aciertos que nos suceden mientras elegimos el tren adecuado. O no…

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Prometo

Prometo olvidarte en mis noches hipnóticas, ya no estás en mi cama y mis sábanas son ásperas y frías. Mis manos buscan tu sexo erecto para llevárselo a la boca y mojarlo suavemente con mi lengua traviesa. Y seguir tus contornos en la penumbra hasta llegar a tu boca y compartir algo más que saliva untuosa. Aún tengo en mis manos el olor de tu cuerpo sudoroso y en cada poro de mi piel. Me gustabas tanto que sigo buscando tus ojos entre la multitud de las calles, en cada mirada que cruzo con algún desconocido que se atreve a desafiarme. Pero nadie posee tu mirada magistral, aquella con la que conecté en aquella tarde de sábado y ya nunca más volví a encontrarla. Llegarán días efímeros de vientos suaves y cálidos y con ellos el perdón de no tenernos, porque no eras más que una enseñanza pasajera.

Prometo olvidarte poco a poco, nada me es más grato que dejarte en el olvido. Prometo olvidar tus caricias insanas y lascivas, esas que me provocan convulsiones aún en el presente. Prometo olvidar tu saliva caliente, derramada en mi sexo como lubricante ardiente. Prometo olvidar tus embestidas acompasadas con tus gemidos desbordados. Prometo olvidar tus besos retorcidos, esos que me dejaban sin aliento.

Prometo olvidar el contorno de tu cuerpo,

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MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa tu cara, tu pelo y tus manos depravadas. Prometo olvidar tu olor, tu olor, tu olor. Prometo olvidar los gemidos que me dabas. Prometo olvidarte, pero es imposible no llevar un pedacito de ti en mi recuerdo.

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Tu profundidad

Es delicioso mirarte a los ojos mientras te masturbas lentamente. He decidido no tocarte en una especie de castigo hacia tu persona. Me pides que te bese pero lo hago con frialdad, apenas te rozo los labios y te acaricio por encima de la ropa. Contemplo el vaivén de tu mano, como llegas al éxtasis sin apenas mi ayuda. Me imploras que te toque y no lo hago; me divierte el espectáculo que se desarrolla ante mis ojos. Busco en los tuyos tu profundidad y no la hallo, estas seco por dentro y seco te quedas después de tu solitario cinco contra uno. Me usas para descargar tu deseo y después me sueltas como un animalillo en celo, sedienta de una buena corrida. Me buscas a todas horas porque sabes que puedes contar conmigo para tus fantasías más eróticas. Eres un lujurioso empedernido, pero adoro esas ganas insanas de tocarme y morderme la boca. Y aquí estoy, otra vez en tu coche despreciada, relegada a un polvo rápido sin sentimiento. Me susurras al oído que te follas a tu mujer pensando en mí, en mi cara, en mis pechos, en mi sexo. Que la recorres buscando mi olor y no lo hallas, no hallas en ella mi profundidad. Abro mi bolso y cojo la pistola para rápidamente con un movimiento certero introducirla en tu boca y disparar. Dos tiros a bocajarro en el momento de tu orgasmo más letal, el último orgasmo que te iba a regalar. Te aparto de mi lado, ya no eres más que un muñeco inerte. Me visto y salgo del coche y respiro el aire fresco de la noche. Bien.

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Barcos pasajeros

Estoy enredada, hecha un lío, en una maraña de piernas, cubierta de besos. Dos bocas me lamen y cuatro manos me acarician y siento ganas de derretirme, y sube la temperatura y los poros se abren y las pupilas se dilatan. Sois dos contra una, no tengo escapatoria, no la quiero tampoco porqué tomé la decisión correcta de sumergirme en el mar con vosotros, sin oxígeno, a pleno pulmón. Me habéis hecho bonita, preciosa, linda, convertida en mariposa después de un largo letargo dormida, volé libre por fin y entendí el sentido de la existencia. Cada noche dormía con miles de sonrisas en mi cabeza y despertaba con olores que van más allá del sexo. Entregada a dos mástiles que me llevan sin rumbo fijo en una tormenta atronadora. Y me observáis, cada jadeo es insospechado y cada vez más profundo que me sumerge en esas aguas tormentosas de las que no puedo escapar. Os tengo, os poseo a ambos, soy yo la que lleva la voz cantante en esta danza estúpida, no creáis que sois vosotros los dueños de mi destino, ni los poseedores de mi cuerpo, incrédulos. La que lanzó la red fui yo y aquí estáis dando coletazos en el suelo de mi barco, casi sin respiración deseando volver al mar una vez más, pero no, no os dejaré escapar. ¿Es posible una cama para tres y poder escapar ilesa de esa situación?

Después de mucho divagar y de meses pasados ahora sé que no, que mi alma de sirena en realidad no os necesitaba y es mejor seguir pescando en

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña el mar y buscar tesoros ocultos en cuevas oscuras y en las dunas del lecho marino. Demasiados pececitos de colores acaban enredados en mi red devastadora y yo sigo buscando a mi alma gemela para dejarla escapar una vez más, para que me despierte después de una sucesión de sueños locos y al fin comprenda que seguiré navegando en mi barco envuelto por una bruma espesa y fría.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cerveceando

-¿Quieres dejar de comer quicos?- le espetó él impaciente por besarla. Ella inocente niña sin malicia ninguna, no sabía cómo se sucedería aquel encuentro improvisado en una tarde dispar, no se percató del apremiante deseo de D de introducirle la lengua hasta lo más profundo de su garganta. Lo miró con ojos de diablilla traviesa sin saber a qué venía esa interrogación. -¿Por qué? – le respondió ella. - Pues porque quiero darte un beso con lengua – Ella volvió a meterse otro quico en la boca, como desafiándolo a no besarla. Estaban solos en la parte de arriba de una cervecería del centro. La música era desafortunada y no acompañaba para nada el ambiente, y el revuelto de quicos menos, porque impedía en cada bocado un beso codiciado. Llegó la tentación, llegó ese segundo antes de que dos personas se busquen y se encuentren, colisionando sus labios, esas miradas que invitan a cerrar los ojos para gozar más de ese beso suntuoso y suave, deseado momentos antes, una suerte de fiesta de besos hilvanados por caricias metamórficas. Él le acarició los pechos por encima de la ropa, y ella notó como su cuerpo entero se erizaba, como su cuerpo entero ardía. - El pantalón me va a reventar- le dijo Daniel cogiéndole la mano a Carolina y llevándosela a su sexo erecto. Carolina le desabrochó el pantalón y toco su miembro erguido, dispuesto, y sutilmente cálido. Se agachó tímidamente y empezó a trabajar con su lengua aquel miembro incandescente. El bar estaba decorado con láminas dibujadas a lápiz, con posturas obscenas. Daniel y Carolina seguían con sus tocamientos imposibles, los dos se dejaban llevar, en una tarde envuelta en masturbaciones líricas y

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña melancólicas de algo que fue hace tiempo, porque ya se conocían y tan solo se recordaban. No pudieron llegar hasta el final, porque el bar tímidamente se fue llenando de gente. Acabaron sus cervezas y salieron a tomar el aire fresco de la noche. Cuando cayó la noche Carolina acompañó a Daniel a la estación. Aún quedaba un rato para que saliera el tren, y Daniel le susurró al oído a Carolina, que quería masturbarla en un lugar oscuro y apartado, y seguir besándola hasta que alcanzara el orgasmo. Se metieron en un parking aledaño a la estación, y allí los dedos de él buscaron el sexo húmedo de ella que tumbada en un muro se deshacía en gemidos frente a la estación de trenes. El tiempo apremiaba pues en un espacio corto de tiempo saldría el último tren hacia Barcelona. No pudieron acabar, aunque en otra ocasión sí tuvieron la oportunidad de desnudarse y encontrarse de nuevo. Se despidieron con un beso y Carolina vio como Daniel se esfumaba en la estación de tren.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña La chica de los martes

Ahora lo sé, después de investigar y de meses de estar contigo, lo sé ciertamente,

no me quieres. Y nunca lo harás pues nuestras

conversaciones se basan en una hora y un lugar en concreto y jamás las cuestiones personales salen a relucir. Soy una nada para ti, me siento ninguneada cada día que pasa, esperando una buena conversación que simplemente se diluye es desaciertos transitorios. Nuestros encuentros solo transcienden en lo físico, en la penetración pura y dura sin sentimientos, casi sin besarnos y en diferentes posturas para alcanzar el orgasmo más brutal. Ahora lo sé, soy la chica de los martes, la de las 17:30. Primero un café, cuatro palabritas y nos dirigimos al hotel más cercano. Cojo tu sexo y lo degusto como el primer café con leche que hice contigo, lentamente, deseando que nunca se acabe y quedándome con ganas de más pues siempre me sabe a poco. Por mucho que diga que sé de tu juego sucio, en realidad no sé nada de tus tretas con las otras que te tiras. Eres un cazador que busca sus presas allá donde otros no llegan, en cafeterías y mejor de día. Les brindas tu mejor sonrisa y ellas caen rendidas a tus pies, como me pasó a mí – que incrédula que fui – ahora lo sé.

Ahora lo sé. Simplemente he cambiado mucho y no estoy desatado como piensan muchos de mis amigos. Tengo una chica para cada día de la semana excepto los lunes que descanso como cual dios en domingo. La chica de los martes es la que más tiempo te ha durado. Es fría, lasciva y te la come como nadie y por eso no la sueltas. Alguna vez la has obsequiado con un intento de amor más sincero pero ella te ha rechazado con su

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña mirada más glacial y se ha despedido de ti esperando tu mensaje de todos los martes. La deseas como a ninguna y estás dispuesto a darle un poquito más de cariño pero todo luego queda en agua de borrajas. Aparece otra chica en otra cafetería y ya deseas desnudarla y meterte entre sus piernas y darle mucho placer con tu lengua inquieta y nerviosa. Necesitas variedad, ahora lo entiendes. Es muy difícil para ti tener a una sola mujer en tu cama, eres infiel por naturaleza, ahora lo sabes. Soy frío y calculador – ahora lo sé –.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Una iguana en el congelador

Congelada, muerta por circunstancias que no viene al caso allí estaba la iguana metida en tu congelador pues querías hacer un molde para crear una escultura igual que la tortuga, eso no se ya si querías hacer sopa de tortuga o tan solo te fascinaba la idea de tener restos animales en forma de cubito. No me sacaste de la cocina, allí mismo me desnudaste con apremio casi sin bajarme las bragas y contra el mármol de la cocina empezó nuestra guerra particular. - Quiero compartir espacio con tu vibrador, tráelo jugaremos con él Me vienen flash-backs de aquel día y me da la sensación de que pierdo el oremus constantemente. Tú y yo en el suelo de la cocina, tú y yo en la ducha, tú y yo en el sofá, tú y yo en la cama… Me muerdes y casi no me dejas marcas o al menos es lo que yo creo porque mis heridas de guerra van más allá de una cicatriz en mi piel. Siento como se eriza todo mi cuerpo con tus atormentadas embestidas, has encontrado a tu loba lejos de la ciudad en la que te mueves; a ratos aúlla a la luna y te llama, pero no siempre la escuchas. -Quiero utilizarte otra vez no he tenido suficiente…Recuerdo la cocina y tu mirada, casi ni guardaste la compra porque te dirigiste inmediatamente a mi boca y a manosear mis pechos y mi sexo con ansias, con auténtica provocación buscando el contacto de tu boca y tus dientes en mi cuello, creo sinceramente que en otra vida fuiste un vampiro atormentado y tremendamente sexual y yo seguramente una señorita decente a la que hipnotizabas y desnudabas sin piedad. Te alimentas de mí,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña de mis ganas insanas y desmesuradas y no entiendo como no puedes aprovecharme más pues una y otra vez vengo hipnotizada por el hambre voraz que poseo y que no se calma. Y nuestro siguiente paso es lavar nuestros pecados en la ducha. El agua cae en mi cabeza como si estuviese en una cascada de una exótica región mientras tú sigues acechándome por detrás y ya no sé qué es lo más placentero que me está ocurriendo. Luces que se apagan, parpadeos sublimes y otra vez tu y yo en pie de guerra. -Dime que quieres… Pero no me salen las palabras, tan sólo quiero gemir a tu lado y vibrar al compás de tu cuerpo. Necesito que gastes toda tu testosterona en mí, eso me hace estremecer cada vez que lo pienso. Necesito volver al suelo de tu cocina y con la luz encendida mirarte a los ojos y ver el terrible deseo que sientes hacia mí. No importa donde estemos, importa ese preciso instante en el que me veo tumbada en ese suelo blanco y frío, resbaladizo por nuestro sudor y respirar entrecortadamente junto a ti. Me río de tu locura atropellada y de la frialdad de tus gestos y de cómo me utilizas cada vez que nos vemos. No estamos en el cielo, tampoco en el infierno quizás tal vez es un oscuro limbo del cual podemos escapar siempre que nos separamos. Cae el telón de la tarde en la oscuridad de tus ojos congelados, esos que son parecidos a los ojos de la iguana que mantienes en el frío perpetuo de tu nevera. Y ríes maliciosamente cuando ves mi cara de póquer cuando me la enseñas mientras tomamos café. A veces creo que nadie entiende tu locura, sólo yo. “Se burla de las cicatrices aquel que nunca ha sido herido” Romeo y Julieta, William Shakespeare.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cinco palabras

La besó interminablemente. La penetró con su lengua húmeda y lasciva hasta la campanilla. Ella ni se inmutaba. Se dejaba hacer, como la muñeca perfecta que era, porque él siempre se lo recordaba con esas cinco palabras que resonaban en su conciencia: “Nena, eres mi muñeca preferida”. Alta, rubia, de ojos azules y pechos turgentes, una Barbie en toda regla. Él se enamoró de ella nada más verla aquella tarde que paseaba por el centro. Decidió entrar en la tienda y contemplarla, perfecta para su vida insomne y desangelada. Lo que él no sabía, es que ella jamás acudiría a sus reclamos, todo sería forzado, banal, triste, algo esperpéntico y desastroso. Ella era, una estrella de mar que siempre se dejaría hacer y nunca rechistaría. Jamás lo acariciaría ni le lamería su sexo, más bien permanecería inerte como una muñeca de trapo, con la mirada vacía y la boca abierta dispuesta a recibir una verga erguida y dispuesta al gozo. Decidió que vivirían juntos y ella no saldría de su cama jamás, ni de su casa, ni de su vida. La penetraba cada mañana y cada noche como una bestia salvaje y la dejaba encima de la cama sin tan siquiera un beso de despedida. Algunas veces la bañaba y le sacaba toda la mugre acumulada de días; entonces volvía a relucir como la muñeca perfecta que era.

Esa muñeca perfecta lo esperaba cada día tumbada en la cama. Jamás cocinaba o limpiaba la casa, tampoco iba a comprar ni cogía el teléfono cuando sonaba. Él llegaba por las noches a casa, la sentaba en la mesa del

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña comedor y le contaba su día y empezaba a manosearla furtivamente por debajo de la ropa hasta dejarla a horcajadas, penetrada y sucia.

Aguantó un año, luego se rompió y sus trozos se esparcieron en diversos contenedores. Desmembrada como estaba, ya no podía ser la muñeca perfecta y él se despidió de ella con estas cinco palabras “Nena, fuiste mi muñeca preferida”.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Contigo

Tengo ganas de besarte a todas horas. Y sonrío y lames mis párpados que están deshechos de placer. Las miradas no mienten, ni tampoco tu pantalón abultado. Buscas sexo a todas horas, deslizas tus dedos y me atas a ti. Quiero más, quiero más. Entre las sábanas revueltas mojas mi entrepierna y te hundes dentro de mí, cual caballero sacrificando con la espada a su más temeroso rival. Las horas se hacen cortas y yo deseo que muerdas mis pechos, que me arañes, y quedar exhausta después de la batalla. Te desmoronas cuando mi boca y mi lengua van más allá de tu vientre y agarran tu polla. Y escucho tus gemidos. Y quieres más, quieres más. Y te corres. Te quiero ahí, justo ahí: yo tomando posesión de lo que creo que es mío con derecho propio. Sientes el deseo, lo sé y me buscas hace tiempo, sin saber que ya me has encontrado. Quiero sexo, oh sí quiero sexo. Y mordiscos en la yugular y que lamas mis pies,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña mientras tus embestidas me sacuden y que ahogues mis gritos de placer con tus manos. Quiero que pruebes mi sabor sin yo pedírtelo. Abriré mis piernas para ti para que mojes tus dedos traviesos. Y desnudarnos, sin un porqué, en cualquier sitio, a todas horas... Jugando a no querernos, como antaño.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Laberintos A veces puede elegir entre un sí o un no y olvidarte de todo y entregarte al placer sin condiciones. Es muy probable que tengas que esperar y que se pierda tu mirada en el infinito una y otra vez, y así tal vez algún día te lleve a ese infinito y entonces entiendas de todos mis desvelos. Tal vez se nos desgasten los besos un día y otro pero siempre encontraremos formas nuevas de sentir la pasión rozando nuestros dedos. Entras en mi universo y no sabes dónde te metes, es muy posible que acabes desnudo debajo mío agarrándome las nalgas y guiando mis movimientos, suaves, rítmicos y jadees al mismo tiempo que yo... Estoy ansiosa por verte, me fascina tu anatomía que se me antoja obscena y cuando busco tu olor mientras nuestras bocas se van mordiendo se entremezcla el perfume sutil del sexo en tu ropa, en tu pelo, en tu piel, incluso en la punta de tus dedos. Me pierde tu sexo, quiero sentirme saciada de ti, llena, plena, satisfecha como la hembra que soy. En mi delirio ronroneo al pensarte y me estremezco en cada orgasmo que me prodigo a solas en la penumbra de mi habitación. Entro en combustión en cero coma pero tú me quieres frenar para que sufra por un rato el deseo ardiente que nace en mi interior y te pida más.

Sabes que voy a perder la sensación del tiempo, del lugar, del espacio y que sólo va a permanecer el gozo más intenso, ese que he andado buscando en noches descontroladas. Me siento como Ariadna cuando entregó el hilo rojo a Teseo para guiarlo por el laberinto del Minotauro, es así como poco

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña a poco entras en mi propio laberinto del placer del que tan sólo yo puedo mostrarte la salida.

Llegas, me hueles como un lobo en celo y te demuestro que tengo ganas de ti despojándome de mi ropa en un santiamén; te desvisto a ti también, siento la necesidad imperiosa de notar el calor de tu cuerpo y ahogarte con mis pechos y que me frenes, que me frenes, porque ya no hay dios del Olimpo que me pare porqué.... Sé que te pongo la mente y la polla dura...

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Mente fría.

Me mordiste la pierna en un arrebato de pasión. Estabas sobre mí a punto para la invasión. Las propiedades de la suma te las dejo para ti, yo soy más de letras y de humanismo pacifista. Tienes la mente fría. Úsame, pero con moderación, sin destrozarme el corazón, sin ataduras estúpidas, sin rencores. Búscame en el polo norte, yo te daré calor en tus noches disipadas de burbujas inútiles. Bésame, pues no lo haces lo suficiente, mente fría. Parece ser que eso significa para ti algo más trascendental, algo que va más allá de lo íntimo. No quiero nada de ti, sólo encuentros dispares en ocasiones contadas. Ahora sigo con la invasión, estás encima de mí y me muerdes la boca, pero sigues sin besarme, me rehúyes constantemente, y yo tampoco te busco. Me dejo llevar como la corriente electrizante que recorre nuestros cuerpos semidesnudos. No hay apenas pasión, no hay sabores ni olores peculiares, todo es aséptico, frío, inconsciente.

Madura mente fría, madura. Soy toda una mujer, pero tú no te has dado cuenta.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Tiovivo.

Cinco de la tarde y allí estaba yo esperándote en la puerta de la biblioteca pública. Nos íbamos a conocer aquella misma tarde pues llevábamos semanas hablando por teléfono y no nos conocíamos en persona. Tu vida ajetreada no te daba tregua, pero aquel lunes decidiste parar y tomarte un respiro, y conocerme, conocernos por fin en persona. Cuando nos vimos nos dimos dos besos castos. Lo primero que hicimos fue charlar sin parar y tomar dos granizados bien helados. Fuiste el único que sostuvo mi mirada, que estudió mi rostro, que puso atención a mis gestos y que me invitó a un granizado de sandía una tarde bochornosa de junio. Te deseé, pero jugué contigo durante un buen rato porque me encantaba tu sonrisa, tu biblioteca polvorienta, tus gatos asustadizos, tus juguetes antiguos y quería saber más de ti, quería que me contaras historias sobre tu vida, y tus aficiones. No aguanté más y tomé una determinación o más bien dos, o me largaba de allí pitando o caía rendida a tus pies. Te atraje hacía mí, te bese y te empujé al dormitorio en donde minutos antes me habías enseñado un tiovivo de juguete de 1920 algo cochambroso dispuesto a una restauración. Tu curiosidad no lo pudo soportar y me preguntaste en qué momento había decidido acostarme contigo. Te sonreí, porque verdaderamente había pensado en largarme pero tu mirada me convenció y me lancé de cabeza sin planearlo esperando que surtiera efecto mi falda corta y rabiosa y mis sandalias descubiertas de verano. Sudamos, sudamos mucho aquella tarde y es por eso que acabamos en tu ducha, volviendo a lamernos, volviendo a sentir el deseo. En aquella bañera, el agua lamía nuestros cuerpos desnudos, que sudorosos bañábamos en jabón deslizante que nos unía y nos desunía constantemente. Te bañe, froté todo tu cuerpo, te enjuagué del jabón pegajoso y llegué hasta tu sexo para introducirlo dentro de mí y te atraje bajo aquella lluvia tibia de nuestra ducha placentera y volvimos al vaivén

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Que un rato antes habíamos dejado en la cama de tu dormitorio para buscarnos otra vez con avidez.

Fuiste el único que me envió un sms a la mañana siguiente. Un sms cargado de intenciones sexuales, a volver a repetir un encuentro bajo la ducha.

Repetimos varias duchas jabonosas en un corto espacio de tiempo, luego te perdí la pista. Aún sin saber de ti aún das juego a mi vida para mis escritos, para mi imaginación, para construir a un personaje que prefiere quedarse quieto y no tomar acción en su vida. Adiós tiovivo de 1920; espero que te hayan restaurado y estés como nuevo. Yo sigo girando sin parar, sin detenerme, no como tú que te faltaban engranajes varios.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña I’m a cam Girl.

I'm a cam Girl, chica inquieta y coqueta a la vez. Siempre estoy dispuesta, abierta 24 horas, sin descanso, cobro por horas, por fracciones de minuto, por fracciones de segundo. Pagada por horas, horas aburridas repitiendo un patrón. Te anhelo, sé que solo quieres una cosa de mí, que me muestre sexy, picarona, desnuda ante ti. Pero mi trabajo me apasiona y te espero, te espero impaciente.

I'm a cam Girl y pinto mis labios con un rouge salvaje y desaforado, que no pega nada con mi cara de niña buena transformada con maquillaje de teatro. Soy tu prostíbulo de las 19.30, hora inamovible por tu mirada escrutadora de voyeur. Pagas la conexión y aparezco como una rosa en primavera, fresca, mojada por el rocío de la mañana. Soy tu musa perfecta, tu ninfa, la única mujer que no te falla. Mientras dure la conexión degustaré una piruleta en forma de corazón, con fruición, con lascivia, dejando que mi lengua, implacable, distraída, juguetee con ella para que tú sueñes e imagines que recorro tu sexo caliente.

I'm a cam Girl y me pides un tributo por esa conexión. Debo llevar picardías que se entremezclen con tus estados de ánimo y con la belleza de los días que pasan. Los lunes son negros, porque negra es tu alma. Los martes son verdes como esas manzanas ácidas, verdes, porque aún hay esperanza de que quieras algo más de mí. Los miércoles son naranjas y pasionales, los jueves azules y algo fríos como tus labios que no puedo besar. Los viernes rojos y sexys en los cuales me fumo un cigarrillo largo, cual prostituta esperando un gemido. Los sábados son rosas con cierto encanto infantil, con lazos del mismo color en mis trenzas. Y por último los domingos toca desnudarse de blanco, porque llevo un camisón romántico con flores rojas enredadas en mi pelo, tristes peonías que se marchitan en mi cabello.

I'm a cam Girl, y visto perlas del pacífico bellas y abrumadoras. Diamantes de Tiffany's tan brillantes como la luna. Esmeraldas dispares como los

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña mares del sur y rubíes tan rojos como la manzana de la bella durmiente. Nunca fui engañada pues jamás un hombre de verdad se enamoró de mí. Yo juego con tu destino, voy tejiendo finos hilos de colores y como Penélope a la mañana siguiente deshago el entuerto. Intento descifrar lo que esconden tus ojos infinitos, pero no puedo, no puedo descubrir el abismo insondable que hay en ellos.

I’m a cam Girl, I’m a cam Girl, I’m a cam Girl.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Deslenguada.

¡Ja! Qué risa que me da. Me dijo que tenía la lengua muy larga y que quería escarbar en mis profundidades con ella. Cada noche quería follarme por escrito, pero yo no le dejaba porque me encantaba jugar a ser una princesa destronada. También me dijo que la tenía grande, muy grande, pero eso a mí me traía sin cuidado. Mucho blablabla, pero poca acción; demasiados desastres en mi vida ya. Los charlatanes transcurrían por mi vida como las lágrimas vertidas por culpa de ellos. Altos, bajos, feos, guapos, despistados, bipolares, locos de atar... Pocos eran los que dejaban una huella indeleble en mí. Pocos eran los que me hacían palpitar el corazón.

¡Ja! Qué risa que me da. Yo llevaba la falda muy corta y una camiseta de tirantes. Me pasé un verano entero con esa falda minúscula que a ratos se resbalaba ella solita junto con mis bragas. Necesitaba amor. Mucho amor, y ¿qué queréis que os diga? Sexo también. Aprendí a beber cerveza y a caminar con paso firme y seguro, como una diosa poderosa dadora de vida. Pasé de rubia tonta a pelirroja divertida y cuando me cansé de tanto deambular vestida de fuego me calmé un poco y me convertí en una morena inteligente.

¡Ja! Qué risa que me da. Morena inteligente… El follador que me follaba por escrito cada día se superaba a sí mismo. Me encantaba su lengua larga, larga, que intentaba lamerme a través de las palabras. Y su sexo que apuntaba al cielo cada vez que yo abría la boca para recibirlo. Poco a poco construíamos una historia sexual que no se correspondía con la realidad. Aunque éramos tiernos como magdalenas recién hechas ya no hubo remedio para nosotros, por mucha masturbación conjunta y orgasmos al unísono.

¡Ja! Qué risa que me da. Se nos acabaron las palabras, ya no sabíamos cuál utilizar para seguir follándonos por escrito. Una pena según tú, y dejamos de gustarnos. Me propusiste quedar, pero yo prefería seguir leyendo

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña literatura erótica que quedar con un tipo al que se le habían acabado los recursos para follarme por escrito. Seguí buscando en el diccionario palabras rocambolescas y así volver a cazar a un desvergonzado como yo.

¡Ja! Qué risa que me da. Muy pocos saben ambientarse en un entorno verdadero y buscan el entorno virtual para ladrar igual que los perros. Aúllan a la luna en busca de una hembra en celo que apacigüe sus instintos animales. Beben los vientos por ninfas desesperadas en busca de un poquito de amor. Pasé por estados alterados disfrutando cada paso que daba y compadeciéndome después por lo acontecido. Llegué al extremo de no entenderme a mí misma porque mis etapas de vida no se correspondían con mi edad verdadera.

¡Ja! Qué risa que me da. Pinté mis uñas con tonalidades oscuras y me propuse soltar mis quejas al viento para que este se las llevara lejos, lejos a los hielos infinitos. Busqué otras manos que acariciaran mis pechos y que me dieran treguas descosidas. Me compré otra falda más corta y otra camiseta de tirantes, pero esta vez todo con un ligero toque de arco iris. Busqué palabras deslenguadas en bocas promiscuas que me alegraran la existencia cotidiana. Los corazoncitos de colores se acabaron para mí. Volví a mis risas sardónicas de siempre, y finalmente encontré a otro follador lascivo que volvió a follarme por escrito.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Dibujarte.

No me conocías pero una mañana fría de abril esbozaste mi silueta con trazos furiosos y desbocados sobre tu lienzo gastado. Breves imágenes se aparecían ante ti pero solo cuando llegaba el ocaso y ya destrozado sucumbías a Morfeo, en ese preciso instante intuías ese cuerpo femenino que tanto te provocaba. Soñabas conmigo noche tras noche y en tu eterna obsesión –ya que tan solo se te revelaba una fracción de mi anatomía– día a día dibujabas una parte de mi cuerpo, como a pedacitos; ahora una mano que recorría tu espalda, ahora unas piernas sinuosas abiertas al abismo, un pecho voluptuoso encajado en tu boca.

Fragmentos de imágenes se clavaban en tu retina, olores, sabores truculentos, sonidos de risas cadenciosas. Como en un collage, ibas colgando los dibujos en la pared de tu estudio y enfrascado en tu enajenación decidiste buscarme en los rostros de la gente que transitaban junto a ti, de camino al trabajo, de vuelta a tu casa, en el bar donde cada mañana hacías el café.

Pasaron los meses y ya me tenías completamente dibujada, pero no podías darle vida a ese garabato insensible y carente de vida que representaba mi cuerpo, querías poseer mi alma y todos mis sentidos, pero era improbable porque los rostros mudaban una y otra vez.

Como una Sibila, yo también te soñaba entre mis sábanas juguetonas. Anticipaba tus sueños vinculados a los míos. Mis labios se entumecían con solo pensarte, mi pecho se erguía, mi piel se erizaba con solo pensar en el roce de tus dedos, como una onda eléctrica, la explosión transitaba por todos los rincones de mi cuerpo y se centraba en mi sexo engreído que anhelaba ese engranaje perfecto, con tu miembro presto a sucumbir en una vorágine arrolladora que nos condujera a la locura. Yo sabía a ciencia cierta el día exacto de nuestra tentación más sublime, de nuestro encuentro más arrollador, de la sed, la eterna sed que sentían nuestros cuerpos por apagarse el uno en el otro. Y llegó la roja seducción

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña entremezclada con el fuego incandescente del delirio abrumador. Llegó la hora tenue, la vida desvelada, los besos azul eléctrico que desencadenaban chispas de estrella. Llegó el encuentro que se posaba en nuestra mirada profunda, ansiosa, destructora de nuestros envoltorios desechables como mi vestido, tu camisa y pantalón, la ropa interior, que denostados iban cayendo como pétalos de flores en el suelo.

Ausencias y presencias estallaron en el olvido. Mas tú, sí tú, dibujante ingrato, te obsesionaste con otro retrato y yo Sibila caída en la desdicha, olvidé mis predicciones y sucumbí al encanto de tus besos nefastos.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Contornos.

En la tarde adormecida sigo tus contornos y no me importa que sean imperfectos. Resigo tu rostro cansado, tu mueca torcida, tus arrugas desprovistas de toda delicadeza, tus manos que se confunden con las mías. Resigo un sinfín de líneas que me llevan a tu cuerpo desgarbado y voluptuoso. Amo tu imperfección que al igual que la mía, son desordenes de nuestra propia naturaleza. Aun así tengo la convicción de que somos seres perfectos pero que pasamos desapercibidos por este mundo inconstante y desordenado. La tarde languidece junto a nuestros cuerpos imperfectos y tus dedos resiguen mis curvas deshonrosas y pasadas de moda. Con todo, sigo amando el sentimiento mutuo que nos profesamos, los gestos dulces, los besos que me recuerdan los años vividos, las caricias sedosas que son tuyas y mías.

Has quebrantado toda mi voluntad, has penetrado en mí una y mil veces en un juego infinito de delirios placenteros. No hay rincón de mi cuerpo que no se excite con cada acometida que me prodigas. Nuestras lenguas desbocadas se unen en una especie de rito transmitido por los ancestros. Nuestros contornos se confunden en esa tarde errática y melancólica.

En la tarde denostada se unen nuestros contornos para fundirse en uno solo. Solo los buenos amantes entienden ese momento acaecido en esa fragua ardiente, que llega a forjar un solo cuerpo majestuoso, apolíneo, incandescente, envuelto en pura eternidad. Navego en tu cintura y en ese deleite nos dejamos llevar hasta alcanzar un orgasmo cósmico, mezcla de un Big Bang descontrolado henchido de un éxtasis lujurioso. Es entonces que exploto en miles de pedazos, y los voy dejando en cada esquina recordada por ti; exploto en miles de fragmentos que deposito en esta alcoba para que sueñen contigo. Exploto junto a ti en un torrente de lágrimas que se derraman incontroladas; y en esa explosión arrolladora te llevo conmigo en cada átomo de mi ser. Y te seduzco para que vengas conmigo –más allá al infinito– porque sé que mis contornos ahora se desdibujan con los tuyos invariablemente.

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MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Asesinada.

Salvajemente asesinada por tu miembro he quedado muerta. Yazco entre las sábanas de seda de mi oscura habitación; estoy muerta, sin pulso, con las pupilas dilatadas y los brazos extendidos en cruz. El perfume de tu sexo impregna todo mi cuerpo, toda la habitación y me ha embriagado por completo. Salvajemente asesinada por tus besos, por tu lengua afilada y obscena que no ha dejado rincón de mi cuerpo sin estocar. En mis oídos aún puedo escuchar tus jadeos, tu dulce voz, tus palabras ingratas y estremecedoras: voy a asesinarte de placer y te abandonaré ya muerta en tu cama. Entre una confusión de cuerpos, manos y pies me asesinaste salvajemente. Yazco muerta por tus continuas penetraciones. Ya nunca más volveré a recobrar el aliento; te lo llevaste contigo y me avisaste pero yo no lo creí.

Llegaste como un vendaval a mi vida y te fuiste destrozándolo todo como un tornado furioso y dejaste mi vida desordenada y confusa. Y para acabar de rematar tu violencia innata, yazco ahora muerta entre mis sábanas de seda. Lo preparaste todo a conciencia, tu coqueteo estúpido, el aleteo de tus pestañas como inútil mariposa, tu sonrisa torcida y anacrónica, tus ojos oscuros y profundos, tu aliento ácido y tu saliva caliente…

Pensé estar contigo en el paraíso, pero lo que no sabía es que acababa de abrir la puerta a los infiernos, intenté escapar, pero no me dejaste, me abrazaste fuerte y me hiciste sentir como una niña miedosa. Pasamos tardes calientes y bochornosas en el infierno con las manos entrelazadas, yo cabalgándote desaforadamente y tú con las manos en mi cintura pidiéndome más.

Cuando por fin escapé, y volví a retomar mi vida, no lo aceptaste y te llevaste mi alma, porque mi cuerpo ya no te pertenecía, ya no me pertenecía. Es por eso que yazco muerta entre mis sábanas de seda. No supe ver tus ojos de diablillo travieso… 38


MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Caja de Bombones.

Me regalaron una caja de bombones y no pude resistir la tentación de mordisquearlos todos, de probarlos todos y esperar a la alquimia de la pasión, tú me gustas, tú no; como una niña maligna y aburrida que juega con todos ellos. Busco algo apetecible, nuevo, diferente, qué sé yo. Por fin doy con el bombón deseado, ése que me ha dejado un regusto amargo pero que no puedo dejar de paladear. Te elegí a ti, bombón de chocolate negro, el menos apetecible pero el que me dio más sabrosura que otros, más placer, más locura. Encontré ese éxtasis frenético, esa pulsión química, mágica, de dos cuerpos calientes masturbándose. Estoy desnuda, me miras y ya no me puedo esconder debajo de la ropa porque me muestro tal y como soy, sin envoltorios sintéticos, y me muestro en todo mi esplendor con mis pechos reclamando tu boca y mi sexo reclamando tu verga.

Te saboreé hasta el infinito, lamí cada rincón de tu cuerpo, olí tus cabellos, tu sexo, tu sudor. Bebí de tu saliva, caliente, suntuosa. Te mordisqueé todo lo que me dejaste, hasta acabar contigo, con tu pulso, con tu último aliento de vida. Lo siento, lo que no te dije es que soy una mantis religiosa, no dejo títere con cabeza, me puede la gula. Adiós bombón de chocolate negro, ¡Hola bombón de praliné!

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Instantes de placer

De pequeña cazaba mariquitas para verlas volar; las cogía y dejaba que recorrieran mis manos hasta llegar a la punta de mis dedos y era en ese instante que abrían sus alas y me abandonaban emprendiendo el vuelo hacia la libertad. Nunca llegué a capturarlas para verlas morir, o torturarlas, sólo lo hacía para verlas volar. Me gustaba seguir el recorrido que hacían en mi piel y sentir el pequeño cosquilleo que me producía aquel insecto tan minúsculo.

A veces creo que por instantes de placer he sido engañada y mi alma arrancada y vendida al diablo. He sido la única para ti el tiempo suficiente para que me utilizaras a tu antojo y me hicieras volar como esa pequeña mariquita. Yo posada en tus manos, recorriendo tu piel, ansiando la libertad de tu cuerpo.

A veces creo que he muerto por instantes de placer, anidada en tu pecho, enredada en tus brazos, perdida en tu boca. Enraizada en tu cama sin salir de ella cada noche, acudiendo a la llamada señorial de tu figura imponente.

A veces creo que un instante de placer es verme mojada por la lluvia, porqué así nadie sabe que lloro y las lágrimas se confunden con el agua regada por las nubes y aflora el diluvio que existe en mi interior.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña A veces creo que no existen los instantes de placer, que son sólo puro espejismo, como tus ojos, tus manos, tus necesidades ingratas hacia mí, tus mentiras compasivas, tu huida hacia ninguna parte y sin vuelta atrás.

A veces creo que muchos amantes, por instantes de placer, ponen su vida en refugios llenos de falsedades; ponen su vida en entredicho y se diluyen en el tiempo para ser solamente corderitos huyendo del lobo.

A veces creo que ya no creo ni en instantes de placer, ni en la verdad de tus historias, ni en estrellas pérdidas ni en puñetas varias.

A veces creo, no en eso no creo sólo a veces, creo en mi misma y en los instantes de placer que aún me quedan por vivir, aunque crea que todavía están por llegar, los verdaderos, los que se quedan eternamente aquí, conmigo.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Sin alas

Sé de un sitio donde dejan entrar a ángeles (Marwan)

Nunca me sentí el centro de tu universo. Más bien era un satélite orbitando alrededor tuyo, esperando que te decidieras a venir por mí y así ambos poder orbitar en el mismo sentido. La esperanza me sirvió para afrontar los días que no pasaba junto a ti y de ella me serví para atraerte contándote el mito de Pandora y llegar a albergar cierta esperanza de estar contigo, esa esperanza que se quedó en el fondo de la caja cuando Pandora la abrió y se expandieron todos los males, quizá el peor de todos ellos. Corté mis alas por ti o eso intenté tan solo por seguirte y caer en una espiral de desamor, intentando una y otra vez llegar a tu corazón, tarea ardua e imposible. Cada vez que yo abría mi corazón venías con tus estúpidos argumentos y el candado se cerraba de nuevo. Volvía a ti una y otra vez como un ángel desprovisto de alas y la boca cerrada con cuatro puntos de sutura. Eras especialista en enamorarme en camas que no nos pertenecían y en darme caricias que me quemaban la piel. Me deshacía en tu boca cada vez que te besaba y me perdía en tu mirada de diablo travieso y no me daba cuenta del los tres seises que albergabas en tus ojos oscuros, esos que me llevaban de cabeza a la montaña rusa más tortuosa jamás construida. Para ti era la chica tremenda que no entendía de tus desajustes cerebrales y emocionales y la que no te daba tiempo, ni lugar, ni espacio. Estando desprovista de mi coraza protectora decidí volver a vestirme con ella, está es nueva, más ligera por si un día decido caminar más liviana y volver a despojarme de ella.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Una mañana fría de enero mis alas volvieron a crecer y la sonrisa volvió a mi rostro. Entré en el antro de los ángeles caídos, aquellos que aún deben expiar sus pecados dando gracias al universo por continuar en la tierra. Me instaron a pedir mis deseos al universo y a dejar de proyectar mi realidad más abrumadora. Si escribo esto es porque te dedico un último adiós. Renacida vuelvo a volar ya sin trozos que juntar en este puzle,por fin acabado.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Eres Preciosa

Existen canciones que se repiten en bucle en tu cabeza y no por ello buscas una pistola e intentas matarte. Las palabras, las conversaciones también se pueden repetir infinitamente y es entonces cuando te das cuenta de que tuviste un déjà vu y te ves en otro agujero negro dando vueltas como una peonza. Nunca es el momento adecuado para nada, pero lo intentas aunque te sientas como un burro que sigue un camino sin mirar a su alrededor por culpa de que tiene los ojos medio tapados. Si no pudimos estar juntos antes por ciertas circunstancias, ahora son otras y para mi todo son excusas.

Nunca estuviste preparado para la tormenta perfecta ya que sin el equipo adecuado lo más probable es que salieras empapado de pies a cabeza. No supiste refugiarte a tiempo y te pilló el vendaval, nos pilló el vendaval, pero en este caso yo sí que estaba preparada y lista para la tormenta perfecta.

Buscamos reparar nuestras partes rotas, nuestros agujeros más profundos, nuestros labios desgastados de tanto equivocarse y besar paredes frías como el hielo. Buscamos en la otra mirada la salvación de ese abismo por el que caemos una y otra vez. Nos encariñamos con la piedra, es tan preciosa que exigimos que sea real. Ahora me he convertido en esa de la que hablarás con otras amigas y les contarás que no estás preparado para el amor, que no estás bien. ¿Sabes? Preparado para follarme, si que estás, y para venir a las dos de la mañana a mi puerta y hacernos el amor como dos posesos condenados a muerte. Y hablarme de futuros próximos y decirme "Te quiero" entre susurros, para eso si que estás preparado.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Y es luego que huyes cuando me declaro y te digo que quiero estar contigo, porque me miras a los ojos y me reprochas que antes nunca te lo dije, sólo al final de nuestro intento de relación fallida. Te regalé un último orgasmo; no volverás a tener algo tan precioso cómo eso, ni se volverá a repetir contigo. ¿Sabes? Creo que cuando digo "Te quiero", el universo entero conspira para que los hombres salgan corriendo. Y es con razón que rompes mis partes en dos cuando me llevas a mirarme desnuda frente al espejo y me dices: Mírate, eres preciosa. Vi fuego en tu mirada, pero al igual fue sólo un reflejo del fuego de la mía...

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Giros teatrales

Caí en la cárcel de tu cuerpo en el pasado y ahora voy rumbo a estrellarme de nuevo en otros cuerpos más enredados que el tuyo. Como una escapista voy y deshago las cadenas que me aprietan y vuelo libre entre nubes de tormenta sin protección. El tiempo me arrastrará hasta playas olvidadas más allá del tiempo, sin ruido, sin gente que me abrume, sola con mis pensamientos.

Olvidé el camino hasta tu casa, en cierto sentido nunca me lo mostraste pero yo sigo subiendo la cuesta hacia ella y contemplo la fachada de nuestro antiguo hogar. Nadie entendió nuestros errores y es por eso que hoy las persianas siguen bajadas y ya nadie habita la casa, ni tan siquiera las moscas.

Suelo cometer los mismos errores una y otra vez y me auto convenzo de que soy así, que no tengo remedio y en realidad soy una vampira emocional que necesita un poco de atención. Sigo el camino de las baldosas amarillas para volver a casa junto al ocaso de la tarde, he de encontrar refugio pero no me preocupa pues llevo conmigo energía suficiente para caminar un rato más.

Me sobran los te quiero dichos a destiempo, creo que en el fondo no hacen más que abrumarme. Después están los giros teatrales, esos son tu especialidad ficcionados a gran escala, cambiando de tercio a cada momento, en cada suspiro, en cada beso.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Guardo cosas sin sentido y amontonadas como recuerdos oscuros de vidas pasadas. ¿Y si voy a por ti como un caballo desbocado? Esta vez no hay diosa que te salve como Venus o Afrodita, ni tan siquiera Marte, el dios de la guerra. Estoy preparada, créeme. Y como la misma Pandora te llevaré un presente en forma de caja; tú decides si abrirla y al igual te sorprendes, porque la esperanza que quede en el fondo después de abrir la caja, será el peor de tus males. ¿Sabes? Viviría a tu sombra si hiciera falta desnuda cada noche en tu cama convertida en instante que se cruza en tu vida por segunda vez. No estoy hecha de luz, de pan ni de sombra como decía Neruda sino más bien de una clara oscuridad que siempre te iluminará

Y hago nudos en lazos desatados que duran un pensamiento. Y aunque llueva ya sabes que llevo paraguas pero aún así a veces me mojo y disfruto de la lluvia.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Tengo un plan

“No solo tus intentos dirigidos hacia el amor te causan sufrimiento. Todos tus intentos siempre acaban en sufrimiento, sin exclusión finalizan en el sufrimiento; porque todos los intentos surgen del ego. No hay esfuerzo que pueda triunfar porque el ejecutor es la causa de todo sufrimiento”. Osho

-Hola dragoncito, ¿qué tal todo?-

-Hola preciosa, muy bien, haciendo un poco de sopa para cenar. Y tú, ¿cómo estás?

-Pues otra vez un poco deprimida. Quise acabar una historia inconclusa de la mejor de las maneras posibles, creí que no me iba a afectar pero aquí estoy llamándote porque necesito hablar contigo…

-Es muy típico de las chicas querer dejar las cosas inconclusas, las que no acabaron bien, con un final feliz. No hace falta volver al pasado una y otra vez, ¿no os dais cuenta de que es una forma de torturaros?

-Cierto -le contesté a mi amigo el dragón- pero yo necesito cerrar esa puerta para poder estar en paz conmigo misma y deshacerme de la losa que llevo en mi pecho cada vez que me asaltan los recuerdos que he vivido

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña intensamente. Me reafirmo en la necesidad vital de seguir mi camino, soltar las piedras de mi mochila y mirar al cielo, como cuando por primera vez montas a caballo y te obligan a bajar un pequeño montículo. No debes de mirar al suelo, porque lo más seguro es que te caigas o te entre el pánico; lo más importante es mirar al cielo y encontrarte con las nubes.

-Entonces, ¿por qué vuelves una y otra vez a ese continuo error de dejar que el lobo asome la patita? –me preguntó mi amigo el dragón con sorna.

-Creo que el pasado forma parte de nosotros, de lo que estamos hechos. Y es inevitable equivocarse de sendero una y otra vez. Por eso hablo contigo hoy, porque lo necesito.

-Mira preciosa, estas llena de pasión y amor, y tienes muchas ganas de entregarte. En tu interior sabes lo que debes hacer. No quiero verte con la sonrisa rota, sabes que eres la chica con la sonrisa rizada más bonita que he visto nunca. Y en serio, no pasa nada por decepcionar a alguien o caerle mal a algunas personas, no podemos caerle bien a todo el mundo. Y sabes que los amigos que se van no son amigos, solo los buenos permanecen. Con todo esto quiero decir que si tienes que mandar al carajo a alguien, hazlo y ni lo dudes. Continua tu vida y se feliz.

-Lo intentaré.

-Y otra cosa más -agregó- Nunca, nunca dejes que nadie decida por ti…

-Bueno creo que tomo decisiones a diario, estoy más que segura de que nadie decide por mí…

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña -¡Ni hablar señorita! –Espetó mi amigo el dragón- tú sabes que es lo que quieres y no lo dices. Dejas que algunas personas –y estamos hablando de tus rolletes sentimentales- decidan dónde, cuándo y cuánto dura esa relación. Aprende a decir que no ¡Say no!

-Pero...-balbucee

-Hoy has ido a montar a caballo, ¿verdad?

-Si –respondí.

-Verdad que si dejas comer al caballo una sola vez la hierba del campo mientras tú estás arriba montada, ¿lo hará más veces? - Si es cierto.

-No debes dejar que lo haga, porqué si el caballo se da cuenta de esto lo hará más veces y te tomará el pelo una y otra vez. Debes de tirar de las riendas hacía el lado contrario para que suba la cabeza y sigáis vuestro camino, correcto, ¿verdad?

-Sí, hoy pude experimentarlo por primera vez.

-¿Lo ves? ¿Y qué tal la experiencia?

-Pues sentía que era yo quién llevaba las riendas, sé que esto es muy obvio pero tú debes mandar por encima de todo. También es cierto que tenía un poco de miedo ya que el caballo se puede desbocar y galopar como un loco. A ratos sacaba mi genio, sólo un poco, suficiente para tomar el control.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña -Amiga, déjate llevar en esta vida llena de curvas sinuosas. Ríe, ama a quién se lo merezca y diviértete todo lo que puedas. Medita con el corazón y con la cabeza. Encuentra tu justo medio, tu equilibrio interior. Deja que surja la magia en cada rincón de tu ser. Recuerda, eres grande, profunda, emocional, intensa y magnífica. Y vuelvo a repetir, decide bien y sigue tu camino.

-Gracias dragoncito por hacerme entenderlo todo un poco mejor.

Acabamos la conversación porque ya era muy tarde y el dragoncito debía cenar. Yo me fui a dormir con mi cabeza aún revuelta de tanto que pensaba últimamente. Debía de tomar una decisión. El dragoncito me abrió los ojos y por fin tenía un plan.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Recuerdos

Me topé con un vampiro una noche fresca de octubre. Le pedí que con su poder mental borrara mis malos recuerdos y así empezar de cero con mi vida nefasta. No lo hizo por supuesto, me arrancó mis vestiduras y me jodió allí mismo en el bosque bañado por la luna. Me llamó niña ingrata y sucia y yo me dejé llevar por la inocencia de la oscuridad y por su cuerpo esculpido por decenios de sabiduría. No me deshice de mis problemas mentales, pero me dio una noche de pasión irrefrenable y me instó a repetir al día siguiente, y yo como una zombi iba y venía al bosque bañado por la luna. El vampiro me contó que yo era su fresquita, no penséis mal, no soy una fresca en el mal sentido, yo era una humana de la que alimentarse sin llegar a convertirla y así de paso solucionaba sus instintos irracionales con el sexo. El vampiro me hipnotizaba y yo acudía a su llamada cada noche. Quería contarle mis problemas con los hombres y hablaba y hablaba pero el vampiro tenía otras pretensiones, me despojaba de mis ropas y me besaba con pasión a ver si de una vez me callaba y me concentraba en pegar un buen revolcón en la tierra mojada del bosque bañado por la luna. Le pedí que me convirtiera en uno de ellos, pues estaba cansada de ser una mortal, y deseaba convertirme en una mujer poderosa, en una vampiresa errante que recorriera el mundo sola sin nadie a mi lado. El vampiro se negó por la sencilla razón de que caminar errante por la vida solos, es una auténtica maldición. Vas perdiendo a la gente que te importa a lo largo de los años, de los decenios, de los lustros, de los siglos. Me confesó que se había enamorado tantas veces y tantas otras había perdido a la persona amada que se hizo una promesa a sí mismo, la de no volver a enamorarse y si lo hacía, en el momento de perder a la persona amada, clavarse una estaca en el corazón y convertirse en cenizas.

Poco a poco los malos recuerdos se iban borrando de mi mente. Ya no podía recordar el pasado ni mis malas experiencias con la vida, con los hombres, esos auténticos Peter Pans con un miedo atroz al compromiso,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña faltos de valores, de amor propio, de dignidad. Llegué a desarrollar una memoria selectiva llena de pequeños detalles que debía anotar en un pequeño diario. El diario lo olvidé también en el cajón de los calcetines, porque allí no rebuscaba nadie, ni tan siquiera yo, ya que los calcetines vivían en la pura anarquía, desordenados, como mis pensamientos. Olvidé enamorarme de la persona indicada en el momento propicio; mi capacidad de amar se vio truncada. Me olvidé de besar con pasión, sólo lo hacía con el vampiro aunque al día siguiente lo olvidada. Ya no regalaba sonrisas como antes pues no recordaba ni cómo hacerlo. Había perdido la capacidad de guiñar un ojo de forma pícara y no sabía cómo montar en bicicleta, ni conducir, ni leer un libro. Olvidé el abecedario, a mi madre, a los gatos hasta me olvidé de comer y de escribir en mi blog. Todo, todo lo olvidaba irremediablemente. Y una noche me olvidé de ir al bosque bañado por la luna y el vampiro vino a buscarme. -Llegó tu hora preciosa mía, es hora de que vuelvas a recordar y cargues con el peso de tu pasado, de tu presente y de tu futuro. Me acompañarás en esta vida infinita y llegaras a poseer los secretos de la oscuridad, de la vida y del amor. Te convertirás en vampiro y vagarás junto a mi, errante, poderosa y para siempre. Tu único infortunio será poseer una memoria prodigiosa y recordarlo todo aunque duela. ¿Estás dispuesta a pagar ese precio?

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Dulce tortura

Atada, maniatada, desde mi postura puedo ver las mariposas que tienes pintadas en la pared. Estoy en una silla semidesnuda porque tú lo has querido de esta manera, para darme el placer más indescriptible según me has relatado en nuestras conversaciones telefónicas más tórridas, siempre de noche y entre susurros y jadeos a horas intempestivas y nada permisibles. Y me parece que las mariposas vuelan como yo y se van entre las flores del valle bajo el tibio sol en dónde mi piel se broncea desnuda y gotitas de sudor recorren mi ombligo. Y espero recibir tu lengua voraz en mi sexo, es lo que más anhelo por el momento pero antes me acaricias lentamente, desde las puntas de mis dedos, hasta mi cabello rizado y revuelto, recorriendo mi piel milímetro a milímetro con tu lengua, con tus manos suavemente perfumadas con aceite de argán. Y tientas mi sexo con tus dedos inquietos y te pido que me desates y me lleves a la cama, no puedo disfrutar desde está posición, no puedo darte todo lo que quiero y necesito que continuemos de otra forma, pues esto para mí es un dulce infierno sinuoso. Me complaces, pero antes vendas mis ojos, y lo último que veo son esas tiernas mariposas de colores que vuelan libres a su antojo en la pared del comedor. Y susurras palabras cargadas de intenciones deshonestas mientras me diriges hacia tu habitación y me llega el dulce perfume de sándalo que se desprende de un rico incienso que poco a poco se consume. Y te desprendes de tu ropa, siento como caen al suelo tus vestiduras, cuál pétalos de flores y vuelves a mí, como un adán pero sin la hoja de parra en tu sexo y acabas de desnudarme por completo, me despojas de la falda, de las braguitas, aunque lo único que me dejas son esas medias de red a medio muslo que te gustan tanto y me pides que me quede muy quieta o si no volverás a atarme. En esta posición privada de la vista, recuerdo nuestras llamadas calientes, las fotos eróticas de whatssap nuestra incipiente complicidad, como poco a poco íbamos creando una historia para luego recrearla en persona. 55


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Nos besamos descontrolados y no puedo evitar acariciarte y lanzarme de cabeza al infierno de tu cuerpo. Soy una suicida inevitable porque quiero morirme en el infierno que es tu cuerpo y recordar las alegres mariposas que un día dibujaste en mi piel sentada en una silla mientras me susurrabas palabras inocentes al oído para luego transformarlas en una realidad inevitable.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Soy experta

Como flores hermosas, con color pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas. Siddharta Gautama

Soy experta en levantamiento de almas hacia el cielo. La vida no es tan gris como la pintan, el gris también es un color, no nos olvidemos de él. Sé cuando una persona se aleja de mí y no quiere ni oír hablar de corazones indomables, ni de besos lánguidos al atardecer. El amor no sonríe, sólo se burla de nosotros a veces, en horas inciertas y expectantes. Me paso horas hablando contigo, no las he contado, no me importa, tampoco a nadie le importa. Ahora ya mi móvil no suena, será porque decidí alejarme de ti y dejar que mi corazón vuelva a recomponerse, otra vez, de nuevo, se acabó el irme a otros mundos en una paranoia indescriptible, en un suceso inacabado, complicado, revoltoso, que sacude mis sentidos y los hace volar. Soy experta en dejarme llevar, en dejar que todo fluya, pero con matices, matices que dan que pensar. Al igual soy experta en unir nuestras manos y no soltarte en toda una noche y verme recubierta de besos. Las palabras son armas disparadas a bocajarro y un silencio, un silencio duele más que una flecha disparada al corazón con mucho acierto. No puedo pretender ser quien no soy, crearme un personaje y utilizar una máscara, y deambular por la vida actuando como una mala actriz de teatro. En esta encrucijada de caminos tortuosos y polvorientos, yo decidí caminar sola por el momento. La vida continua, a pasitos a sorbitos, no cortes mis alas para volar. Soy experta en fingir que nada duele, tal vez solo a ratos desesperados e intranquilos. La magia ha caído por fin y sin nuestras vestiduras creadas para la ocasión, nos encontramos desnudos cara a cara y puedo ver tu verdadero yo inquieto, trashumante, derrotado un buscador nato de 57


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña tesoros preciados, de diamantes en bruto que conviertes en preciosos, que se convierten en mariposas y emprenden el vuelo sin ti. No nos merecemos seguir viajando con la mochila cargada de piedras es simplemente agotador. Te di mi mano para acompañarte pero decidí soltarme a tiempo. Quizás ya soy un precioso diamante que no sabes cómo lucir y que eclipsa tu verdadero yo, no estoy domesticada y jamás lo estaré.

Soy experta en adioses primerizos, en lunas menguantes, en corazoncitos rojos. Soy experta en un te quiero temprano, en miradas insondables, en abrazos de oso. Soy experta en olvidar, en olvidar lo que duele, en vivir la vida a mi manera. aunque te pese.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Una vuelta de tuerca

En el fragor de la batalla, cuándo los cuerpos se entrelazan, se dicen muchas estupideces. Duelen las mordidas en la piel, y los desgarros del corazón, y las embestidas que te matan lentamente. Duele desvestirse por última vez, duelen las caricias ambivalentes, duele, duele el corazón, cuándo existe un adiós predeterminado por el destino. A destiempo, duelen las miradas que traspasan tu coraza protectora, y estalla la tormenta interior y tu mundo gira de nuevo, sólo una vuelta de tuerca, suficiente para descolocarte de nuevo. Sin razón, irracionalmente, te arrastra la corriente, y sin causa justificada te dejas llevar por el caudal del río hacía ninguna parte, porqué no existe un punto y final. Todos son finales abiertos, quién sabe si existe un mañana para esas dos personas que soñaban con la luna, y con experiencias trascendentales. Tú allí, yo aquí, siempre tan diferentes y cada uno a su manera hemos visto esta historia. Estoy hecha de pasado olvidado, de presente realizable y de futuro probable. Déjame que contemple las estrellas de nuevo y siga sonriendo eternamente. El mundo está hecho para los locos y desequilibrados mentales, y yo formo parte de esta locura anecdótica. Todo se verá, algún día el cielo me dará la razón.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Jugando a (no) querernos.

Viento: el aleteo de tus pestañas que derriba mi sonrisa, tu boca cínica, tus manos inquietas, existen un cúmulo de sensaciones que se escapan en el cielo encapotado. Sentir, dejarte sin sentido, sentimientos, sinsabores, símbolos, te sonsaco tus silencios abrumadores que me dejan soñolienta. Tormenta: la que estalla en mi cabeza, mis pensamientos me martillean una y otra vez. Quiero salir sin cabeza, sólo por un día y abandonarla en mi armario junto a mi ropa semidesordenada. Esperar, escuchar, escalofríos que invaden mi cuerpo cada vez que me tocas, elocuencia, escapismo el de tu persona, a ratos, por pasos. Fuego: Más allá del abismo de nuestros cuerpos, de la quemazón de las caricias, de la vida inerte, de las brasas que aún sobreviven y calientan mis entrañas. Te quiero ahí, justo ahí, pidiéndome a gritos un poco más. Miedos estúpidos, montañas, las que nunca moverás, miradas, maestría, la de tu boca, movimientos de ajedrez y un jaque mate mortal. Agua: sedienta me encuentro en el desierto con la última gota de este preciado tesoro en mis labios resecos y agrietados. Puede que me haya cansado de buscar el oasis perfecto y sólo encuentro espejismos. Tiempo, tortura, temperatura elevada, taladradora, tifón que lo arrasa todo, tal vez sin querer o inevitablemente queriendo.

Tierra: doy pasos firmes en la tierra húmeda que tiembla bajo mis pies. No huyo de vos, sino de mi propia conciencia, me percibo como ente pensante, en este mundo algo incrédulo.

Contigo, conocerte, compartir, caminar sin rumbo, cama revuelta, contacto físico, me tocas levemente y sonríes sin un porqué. 60


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Y ahora no me toca desnudarte, me toca no pensarte, no me toca mover ficha, me toca no tocarte, me toca no llamarte, me toca olvidarte cada día, y jugar, jugar a (no) querernos como antaño.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Plan Maestro

Y si, jugamos al Cíclope, como en Rayuela, pero para que nuestros labios se rocen, sólo rozarse, sin más intención que permanecer en contacto perpetuo. Siento que tu respiración se torna pausada, te quedas sin aliento. Me pides que te bese una y otra vez, y me acaricias tanto que pierdo el sentido de la realidad, y aparecen mis jadeos de inmediato, mis quejidos de placer, ya que tú me empapas de caricias. Siento que estoy en un gran plan maestro, dando pasos, acercándome a mi destino. Me hago fotos de mis pies siempre que puedo. Estoy ligada a mis pasos, a la realidad. Sé por dónde piso, no es un camino de rosas, tampoco de espinas, que te voy a contar. Escribo poco y a deshoras, cuando no toca, ¿qué quieres que te cuente? Hablo sin parar y a veces no se me entiende, será porque mezclo dos lenguas. Sigo pensando en ti, no me he olvidado. ¿Qué miras? Te pregunto. Nada en particular, o todo en conjunto. Las sombras que se posan en tu cara, tus ojos, tu nariz, tu boca, tus rizos que caen en bucle. Me gusta acariciarte, quiero estar haciéndolo a cada rato. Y me pides otra vez que te roce los labios, y me acostumbro a tu aliento y a que me desgarres sin querer el corazón. Nos movemos entre sombras, entre dos mundos paralelos. He viajado hasta ti, siguiendo mi plan maestro, mi destino, llámalo como quieras. Yo sólo creo en el universo y en los toques de atención que me manda: El picotazo de un pájaro maldito, un bocadito de mi gata, un tropezón, la picadura de un insecto no llegar a tiempo para diversas situaciones de la vida... "Todo pasa por algo" ¿Qué coño de filosofía es esa? Quiero ser mala, malísima, tan mala que me tengan que recoger con palas.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Charlas trascendentales de la existencia cotidiana

- Y dime, ¿cómo estás?- le preguntó ella -Pues el otro día no hablamos mucho porque estaba agobiado, cansado y un poco rayado- Vaya, ¿otra vez rallado? Al final no va a quedar nada de ti con tanto rallamiento, como cuando rallas queso- Me encanta eso como concepto, te lo voy a robar, jeje- Hoy es que estoy un poco poética filosófica, me pasé la tarde leyendo poemas de Mario Benedetti para inspirarme en mis relatos-Pues vaya tarde necrófila, ¿sabes que está muerto, no?- No, pero más o menos lo intuía-

- Bueno ¿y tú cómo estás?- le preguntó él - Pues un poco depre – -¿Y eso? ¿Qué te pasó?- Siempre pienso que cuando estoy bien me suceden cosas que me llevan al pozo de vuelta- ¿Porque en verdad crees que te sacan a pasear, ver el sol y luego se termina la vuelta y de nuevo a encerrarte como cual Dragón? – - Que bonita metáfora de mi situación personal, me vas a hacer llorar y todo- ¡Que heavy que estás!-

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña -Me ha gustado que no utilizaras a un perro en esa frase, Dragón ha quedado más sublime-Sí, es que yo soy sublime de por sí, normal que lo que me rodea brille-

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Todo está bien

No puedo dejar de ser como soy, si no lo aceptas, aléjate, aléjate lentamente y por favor, no hagas ruido. Soy un poco sensible al ruido ambiental, a los lamentos y a los sollozos. Hace tiempo que se que es mejor permanecer en el olvido, y dejar que las cosas vengan a ti, aunque sea con cuenta gotas. Es más bonito no pensar, es más racional. Es mejor ir descalza sobre la hierba en un día de primavera, sobre las diez de la mañana y sentir que estás viva. Es mejor soñar con un paseo por la playa una noche cálida de agosto y dejar que las olas acaricien tus pies. Es saludable ir a toda prisa porque llegas tarde, siempre llegas tarde, pero aún así eres encantadora o simplemente lo pareces.

Está bien leer sola en un bar, y parecer interesante mientras te has refugiado porque te quedan horas muertas y te tomas un café y parece que esperas a alguien. Y de pronto aparece un chico muy simpático y te vende un poema impreso en una hoja en blanco. Está bien sentarte en un banco y que te hagan una encuesta estúpida sobre alfombras y que el encuestador encima te tire los trastos; está bien que te hagan sonreír, porque tu sonríes así también. Todo está bien, todo está bien.

Es divertido reír aunque sea por una conversación mantenida con tus amigas que están más locas que tú, que poseen mucho ingenio y saber hacer y no pueden dormir un sábado por la noche. Por fin cae el silencio y llega Morfeo y me entrego en sus brazos, nos entregamos a él, porque está bien dormir, está bien. Es mejor volver al seno materno cuando te encuentras perdida y dejarte cuidar. Nunca te sentirás desarraigada, porque tienes un lugar donde volver aunque no sea la opción escogida por ti.

Es mejor tener algo que nada. Es mejor no esperar nada. Todo viene solo, despacito y sin hacer ruido, que es como más me gusta. Es mejor vomitar palabras sin sentido en un cuaderno de notas que guardarlas dentro de ti y 65


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña que te hagan daño. Es mejor escribir irracionalmente sobre sucesos cotidianos que sobre sucesos extraordinarios. Lo cotidiano es más picante y divertido. Lo extraordinario me hace pensar y me aburre pero también me gusta imaginar y soñar con el paraíso.

Busco polos opuestos, que se atraigan con solo rozarse la piel. Busco girar el universo y dejarlo cabeza abajo sólo por un ratito y contrariar al mundo y reírme por un momento del desbarajuste ocasionado. Busco voltear la luna y mostrar su cara oculta y darte un beso en el momento propicio y pillarte por sorpresa. Busco rozarte lento y no dejarte escapar. Busco desentrañar el oscuro abismo de tu mirada y que me cuentes tus secretos más turbios. Busco el sol, la luna y las estrellas y paranoias varias. Busco, por buscar que no quede, un silencio eterno, huir de mis pensamientos absurdos, una noche de placer entre tus piernas, un sabor amargo para despertar de mi inconsciencia y busco esa boca perfecta que se una con la mía, aunque de momento solo tenga intentos suicidas desesperados.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Metempsicosis

Quiero escribir como un cirujano, diseccionando, abriendo y cortando la piel, usar instrumentos quirúrgicos para sajar la carne y extirparme el corazón. Quiero salir del sopor de los días y de las horas, de la quietud de mi cuerpo, de la pérdida de mi norte, de mi vida congelada, de tus acciones contradictorias. Nada importante acontece, solo vidas efímeras, horas muertas que voy perdiendo, tristes lamentos hipnóticos.

Los días de invierno se fueron, llegó la primavera y un poco de sol iluminó mi sonrisa. Te perdí, pensé que eras alguien especial, pero no intentes buscarme, ya no soy la que era, ya no sé quién soy. Me convertí en un retrovirus letal que deshizo a mi antiguo yo y me desprendió de él. Ahora soy más observadora, silenciosa, o tal vez más estúpida. Llena de historias me dispuse a escribir sobre aciertos y errores alternativos, utópicos, condescendientes, metamórficos, independientes.

Duermo como si nunca llegará a despertar; tomó café, la noche y el día se confunden y sueño con símbolos que tienen un significado para mí y con amores ya olvidados por supuesto. Estoy esperando mi metempsicosis, mi transmigración a otro cuerpo más perfecto porque este se llenó de defectos y ya no me sirve, se paró, ya no le saco provecho. O tal vez es mejor quedarse quieta y esperar y esperar.

Escribo, escribo, no paro de escribir. Miro las nubes incomunicadas, algunas son únicas: cirrus, iguales que mi pelo rizado y enredado, Nimbus, llenas de lluvia, cumulus o nubes “baratas”, stratus llenas de capas.

Jugamos con el destino nos reímos de él, nos encanta burlarnos de él. Pero es tarde, es tarde para complicarse la vida, la vida es demasiado compleja. Los recuerdos pueden doler o no, ya es hora de dar un paso adelante y

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña reírse de ese pasado que es pasado, ya no existe, se alejó de nuestra existencia. Voy en un coche por una carretera bacheada, y por equipaje llevó una maleta llena de sinsabores. En la próxima gasolinera me desharé de ella, es demasiado decrépita, ajada, pesada y en realidad está vacía, ya no me pertenecen esos objetos que contiene. Debo reinventarme, empecé a hacerlo, pero me rendí. A veces es mejor parar, tomarse un respiro y salir de nuevo al gran teatro que es la vida.

Somos instantes puros, desconsolados, magnéticos algo arrolladores que nos atrapan y de los cuales no podemos escapar. Cajas de Pandora que se desatan de pura pasión, llenas de extraños males para la humanidad, pero ahí está el cielo azul, ese cielo azul que queremos tocar con las manos, que nos libera, y tus ojos que mienten a cada paso que das y me dicen lo contrario que con tus actos me quieres mostrar. Puede ser que me vuelva indiferente y que no me crea nada, ya no me creo nada.

Giro como la rueda de la vida, como un molino de viento, como el girar incesante del mundo. Es mejor esperar un suspiro que nada, un mensaje, una palabra, una conversación a altas horas de la mañana, un mail olvidado, un “¿cómo estás?” que nunca llega. He perdido muchas cosas en la vida, he dejado pedacitos de mí en cada esquina, gestos, caricias, risas. La vida se diluye, como agua entre mis manos, como agua entre tus manos. Cambiaré ese “no” por un si, por un “si puedo”, empezaré a sumar y a dejar de restar. Basta de fatalismos estúpidos. Basta de princesas de purpurina, basta de cosas que siempre suenan a triste. Mi metempsicosis llegó, abrí los ojos, hay oportunidades que no se pueden dejar escapar. Voy a escribir en un papel, voy a hacer una línea divisoria, lo bueno y lo malo. Puede que no esté tan bien, pero mi destino es que reluzca la verdad y si mis pasos me vuelven a llevar hacia ti, haré como los cangrejos y te perderé entre la niebla. Y aunque siga pensando que estamos conectados por un fino hilo rojo, tejido por las Parcas que conectan nuestros destinos, cortaré ese hilo con un bisturí, como cuando un cirujano corta la carne para una operación. Y mandaré a las Parcas al Averno.

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MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cuentos Descosidos I

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas… Walt Whitman

Epicteto nos aconseja interpretar nuestra vida como un papel de teatro. Pero no somos nosotros quienes elegimos este papel, debemos consagrarnos al que nos ha sido dado. Según la moral estoica, el hombre debe quererse a sí mismo, pero quererse tal como el Destino o Dios le quieren. (Hay que estar a la altura hay que ser un buen actor en una comedia del arte en la que no se puede cambiar ni las peripecias ni el desenlace). Decir las cosas sin querer decir nada en particular, sin mojarse, sobrevolando la superficie, en un vuelo raso, casi sin tocar, como en un suspiro. Todo está sujeto a diversas interpretaciones: la literatura, el arte, las preguntas como, "¿Qué es un amigo?", la vida, los sueños... Todo siempre sin dar explicaciones, fluctuando como el magma de un volcán en erupción, como la temperatura, como las emociones. Interpreto mi vida sin interpretar porque en realidad todo transcurre en una concatenación de sucesos que yo no elijo. La vida ya es suficientemente compleja como para liarse en historias inventadas, en personajes falsos que quieren impresionarnos en un sinsentido de palabras vanas. Todo desaparece, y el hecho de que personas que no tienen transcendencia ninguna desaparezcan, no nos hace daño, no nos importa, es más, es mejor ir soltando ese lastre y esperar, y quedarse quieto. He robado palabras, pensamientos, inquietudes, pero no me importa, las he usado en mi propio beneficio, las he mejorado, he construido algo a mi antojo, a mi manera, mucho mejor. Los escritos, las palabras, lo que sueñas, deben dejarse reposar, para así luego hallar que nos hemos equivocado en la interpretación y asumir que no es tan importante.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Los refritos nunca salen bien, las conversaciones inacabadas son como los puntos suspensivos, siempre se deja algo pendiente, abierto, resuelto en varias interpretaciones. Inventiva, pura inventiva son mis sueños, mis palabras y mis actos. Palabras clave: Teatro, Interpretación, Fluctuar, Transcendencia.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cuentos Descosidos II

"Empieza por no ser. Por ser no. El caos es negro. Como es negra la nada". (J. Cortázar)

Buscando un lugar en el mundo, me encontré contigo un lunes por la tarde. Charlamos y charlamos sin parar, y la conversación acabó por otros derroteros; te acerque hacía mi y la pasión se desató. Te encontré desvistiéndome tumbada en la cama y preguntándome mis preferencias sexuales. Allí había puro instinto, animalidad insana, salvaje, desquiciada, puro vicio, lujuria manifiesta en nuestros actos. Me liaste entre tus piernas con la fuerza de mil ejércitos. Tacto, olfato, gusto, sentido, se entremezclaron en una suerte de batido para degustar una tarde bochornosa, caliente, desproporcionada... Qué pasó? Nunca se supo. Puede ser que se juntarán dos huracanes en acción, puede ser que nos pudieran las ganas. Se hizo de noche y volvimos a casa. Yo cogí el tren, tu el coche. Nos alejamos unos cuantos kilómetros siempre en dirección opuesta. Esa sería la tónica de nuestra extraña amistad. Me espere al día siguiente, sin pensar que nos volveríamos a ver, pero el teléfono sonó con su leve bip! Un mensaje con una invitación retórica, con respuesta abierta, con puntos suspensivos a volver a repetir entre tus piernas... Me hiciste escribir estupideces varias sobre la existencia humana, sobre las relaciones, sobre la vida, sobre los juegos de máscaras. Pero me hiciste escribir, incluso refritos absurdos. Empecé por no ser, empecé a crear, y confundí la realidad con lo que escribía. Pero los refritos nunca salen bien, las conversaciones inacabadas son como los puntos suspensivos. Se quedan de par en par, aunque llegabas tu y las

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña cerrabas. Inventiva, pura inventiva son mis escritos, porque jamás coincidirán con los tuyos. Tú fuiste el no, siempre el maldito no. Ahora quiero jugar a lo que tú quieras. Pongamos primero que te seguiré escribiendo. Pongamos segundo, que te seguiré escribiendo. Pongamos tercero, que algún día me contestas. Pongamos cuarto, que por cortesía retomamos las relaciones cordiales. Pongamos por último que nunca más volvemos a vernos. ¿O si? De ti depende... Caos y nada se entremezclan a estas alturas. Luego está mi visión fatalista del mundo, mis impulsos descontrolados, mis emociones a flor de piel. Mi vida se ha convertido en un puzle y las piezas se han perdido entre los libros que he dejado colgados, entre la ropa revuelta de mi armario, entre mi estantería desordenada. Las recojo, las voy armando. Pero aún necesito encontrar las que me faltan.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Dos instantes: El tuyo y el mío

El mío: Desnudarte y acariciarte sin resuello. Volar como dos gorriones en primavera y revolcarnos en la tierra. Beber de las fuentes y los riachuelos, comer del fruto de los árboles y del campo. Vivir en armonía. Follar como locos sin detenimiento y contemplar las nubes. Fundirnos en el tiempo eternamente y olvidarnos del reloj. Sentir tu pasión y cómo te derramas en mí, sin contemplaciones. Ver estaciones de tren pasar y que se nos desgaste la ropa. Beber de tu boca cada amanecer y que mi olor te siga allá donde vayas. Sentir tu aliento en mi cuello cuando dormimos, y soñar con otros dioses ya olvidados. El tuyo: Ver tu sonrisa cada amanecer y acariciarte los pechos. Morderte la boca en instantes salvajes y sentir tus contracciones de placer y como te retuerces debajo mío. Tomar un café dulce a tu lado y mojar tu dedo en mi boca y dejar que recorras mis labios y que me mires a los ojos y me hagas tuyo. Compartir un domingo en bicicleta y contemplar atardeceres dorados. Bañarnos desnudos en la playa y acariciar tu sexo en el agua. Reírnos como dos descosidos y dar gracias por haber encontrado nuestro roto.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Si vives desde el corazón vives el presente

Después de mi búsqueda inconstante del amor, de intentar encontrar la pasión en cada encuentro, en cada beso, en cada boca que besaba, creo que me planto. Este año ha estado lleno de enseñanzas sobre la vida, sobre el amor, sobre mi propia existencia y la de los demás. Quien me quiere, ha intentado aportar algo a mi vida, intentando que escogiera el buen camino. Yo, como soy una inconstante de la vida siempre elegía el mas tortuoso, para divertimento de mis más allegados, que se lo pasaban "pipa" a costa mía. No es un reproche, yo también me río de mi misma, pero esto ya pasa de castaño oscuro.

Descentrada, equivocándome a cada paso que daba, he dejado escapar oportunidades valiosas que me brindaba la vida. Otras las he cogido al vuelo, levitando, dejándome llevar. Pero en "ese dejarse llevar" también me he equivocado, así que vuelta a empezar, de cero, en el abismo, saliendo del pozo otra vez, aunque menos mal que siempre tengo una mano salvadora que me tiende la cuerda para que yo escale hacía el exterior, hacía la luz, en un nuevo renacer.

He hablado con muchas personas este año pasado y últimamente he conectado con pocas, en especial dos que me han recordado quien soy y me han dado algo de energía. No son personas conocidas, no son amores olvidados, son personas que me han transmitido una enseñanza. Somos seres perfectos, pero debemos creérnoslo y primero de todo debemos sanar las cuestiones que nos atormentan, pedir perdón y continuar con nuestras vidas. Estar abiertos a cualquier posibilidad, dejar que todo fluya, poquito a poco. Y sobre todo hacer lo que queramos con nuestras vidas y no dejar que nos digan lo que tenemos que hacer. A su vez, somos seres completos, no necesitamos de nadie para completarnos.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Además existe la ley de la atracción. Atraemos a personas afines a nosotros que han pasado por situaciones similares a las nuestras. El universo nos manda toques de atención para que reaccionemos, mediante personas, situaciones y hechos que nos trastocan. Azar lo llaman algunos pero es una verdad inabarcable. Debemos aprender a cambiar la vibración del corazón, y esto ya me lo han recomendado dos personas fantásticas que han entrado en mi vida cuando más lo necesitaba, en mis momentos de bajón absoluto. Cree y crearás. Creer en uno mismo, en tus posibilidades, en todo lo que puedas abarcar con tus manos, tu vida, tu destino, tus sueños e ilusiones. No hay nada establecido, tú decides tu camino. Si vives desde el corazón vives el presente. Aprende a sanarlo, no es fácil lo sé. Yo justamente estoy empezando a hacerlo.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Tertulias con un Bipolar

El ser humano estando con otros se esconde en las habladurías. Intenta escuchar su propia voz, la voz que lo interpela para que el sujeto se encuentre a sí mismo. Es una voz circunstancial, una voz que nos dice: "Se tu mismo". Heidegger nos habla del ser-en. El ser humano necesita del ser-en, estar ubicado; el hombre necesita un espacio, un entorno. El ser-en es en el mundo: lo que hay alrededor. Mis circunstancias. Pero yo no soy en el mundo como abrigo dentro de un armario, como zapato nuevo dentro de su caja: ser en el mundo es estar preocupado y cuidando, es ser solicitado, el mundo da que hacer, no es algo externo a mí. La vida humana no es algo acabado, el ser humano es inteligente: debe orientarse, ubicarse, entenderse. El ser-ahí (hombre con demasiadas cualidades) nunca es un ser solamente, siempre es un ser-con; el ser en relación con el mundo y con otros seres. Si el hombre estuviera solo, el hombre sentiría la soledad como una herida incurable; la soledad es una amputación.

No quiero ofender a nadie pero el hombre es Bipolar. Cree saber lo que quiere pero en el fondo no tiene ni la más mínima idea. Se encuentra solo en el mundo y solo se quiere quedar. Vive anclado en un pasado mítico que no lo deja avanzar, y ni tan siquiera se preocupa del futuro y pierde su tiempo en llevar una vida de pérdidas, en un goce sensorial, desprendido, sin sentido, sin querer conocer más allá de su propio ego. Sólo me conozco a mi mismo: que estupidez!!!

Conocer no implica amar hasta el límite. Esto es un reproche que me hago a mi misma y a todos los hombres en general. Si, la premisa de "El roce hace el cariño" es ciertamente cierta, pero no sé si llegaré al punto de

ponerme una máscara para que nadie me conozca en realidad, y así no dejar aflorar mis sentimientos más contradictorios. Yo también soy

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Bipolar, todos lo somos, todos necesitamos no sentirnos solos, compartir, sentirte vivo... Cae la máscara, el hombre queda Y el héroe se desvanece En su Oda a la Fortuna, Rousseau escribió esto en particular. Sólo queda el hombre sin la máscara, porque con la máscara solo provocamos falsas apariencias, vil engaño, una ruptura entre el ser y el parecer, entre el hombre y los dioses, entre el hombre y él mismo. ¿Entendemos que hay una imposibilidad en la comunicación humana? No yo creo que no, más bien son las falsas apariencias, la bipolaridad del hombre, la verdad que pervierte nuestras vidas... Jugaremos a encontrarnos, a que yo maneje mi propia historia, mi propio destino, y usaré una máscara. Ya no seré yo misma, seré alguien diferente, autoritaria, crítica, despellejando a diestro y siniestro a todo el que se me cruce por el camino. Pero acuérdate de que esto es un mero juego de niños, no es la realidad, solamente son falsas apariencias, Recuérdalo! Ya nadie se atreve a parecer lo que es, y bajo esta perpetua coacción, los hombres que forman este rebaño al que se da el nombre de sociedad, puestos en las mismas circunstancias, harán todos las mismas cosas, a no ser que motivos más poderosos les disuadan de ello. Nunca se sabrá, por tanto, con quién nos la tenemos que ver: para conocer al amigo, habrá pues, que esperar a las grandes ocasiones, es decir, esperar a que ya no sea el momento, puesto que es precisamente para esas ocasiones para cuando habría sido esencial conocerle. (Rousseau, Discurso sobre las ciencias y las Artes) Entonces mi pregunta será la siguiente: ¿Cómo puedo llegar a conocer a alguien? Que he de esperar a las grandes ocasiones, pero, ¿qué grandes ocasiones? ¿Qué cortejo de vicios no habrá de acompañar a esta incertidumbre? Ya no habrá ni amistades sinceras, ni verdadera estima, ni confianza bien fundada. Las sospechas, la desconfianza, los temores, la frialdad, la reserva, el odio y la traición se esconderán sin cesar bajo ese velo uniforme y pérfido de las buenas maneras, bajo esta urbanidad tan celebrada que debemos a las luces de nuestro siglo. (Rousseau, Discurso sobre las ciencias y las Artes)

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cenizas de caramelo

Una vasija extravagante, de talle alto, misteriosa, que me observa impertérrita desde su posición mayestática. Llego a mi casa prestada y no me doy cuenta, está ahí acechándome desde su opulento altar y durante unos días no le hago ni caso porque pienso que es un jarrón cualquiera, despreciable, sin gusto estético, sin arbitrariedad. De pronto un día y no sé por qué extraña razón mis ojos se posan en ella. Mi razón se desconcentra y empiezo a divagar; siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, creo a veces en fantasmas, espectros que vienen a relatarte y a poner en entredicho tus errores del pasado: ¿Quién eres tú para juzgarme? ¿Con que derecho vienes aquí y ocupas un lugar que no te corresponde? Yo estaba antes que tu, cuidado! te estoy vigilando, mira bien lo que haces porque seré tu juez y dictaminaré tu sentencia...He pensado, en difuntos, en fantasmas, en seres queridos que ya no están pero que de algún modo nos honran con su presencia en forma de cenizas.

Los siguientes días me comporto con normalidad, intento evitar la dichosa presencia de la vasija caprichosa de tonos ocres con círculos plateados y desdeño su existencia y me introduzco en tribulaciones alteradas de mi propia existencia. No sólo la mía, sino la de toda la humanidad incluso la de la creación del cosmos. Como bien me han explicado, "nuestro tiempo actual, es un segundo del año cósmico". Si jugamos con las escalas nuestra historia "ocurrió en los últimos diez segundos del calendario cósmico" ¡Qué barbaridad!, ¡No somos nadie! !Que pequeña me siento en este preciso instante… En la cocina aun queda una bolsa llena de gominolas deliciosas: Unos ositos "tuttifruti", fresitas recubiertas de azúcar, moras de pulpa jugosa, "cocacolas" etc. Imagino que la vasija antojadiza es un bote de caramelos, nada más que eso. Y difícilmente me llegará a poner más nerviosa de lo que estoy; difícilmente la vasija evolucionará en un bote de caramelos. Sólo yo lo puedo hacer, sólo yo puedo pensar en mi tiempo, en mi propia evolución y en como lo malgasto día a día. ¡Qué lenta fue la evolución! Un 80


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña buen día miramos al cielo y contemplamos las estrellas, de donde habíamos venido: "Estamos hechos de materias de estrellas que ha tomado las riendas de su destino"... No aguanto más, dicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso no es así. Me reprimo, me espero, pero finalmente llego a preguntar para aclarar la situación. La vasija maldita, no es más que eso, una vasija indiferente, veleidosa, mudable, superficial, estúpida. Y ahora me río, ahora me río, porque inexorablemente se destapó la verdad, como se destapa un bote suculento de caramelos. Y ya no son cenizas, y ya no son caramelos, tan solo son cenizas de caramelo.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña El Universo Desbocado

Hace mucho tiempo, cuando yo corría por los campos colindantes vecinos a mi lugar de nacimiento, salve del fuego a unos lindos gatitos. El campo se quemaba, no sé si por alguna cuestión imprudente, o porque el mismo payés estaba quemando los rastrojos y malas hierbas que le estorbaban. Estos lindos gatitos eran de raza común europea, vamos, el gato romano de toda la vida. Varios niños de la calle adoptamos a estos gatitos, yo la primera por supuesto, y me quede con una hembra que bauticé con el nombre tan original de My Lady. El hecho significativo es que cuando vi que el campo ardía en llamas no dudé en salir pitando al escondrijo de los lindos mininos y cogerlos de dos en dos y volver a salir pitando campo abajo por si yo también salía quemada. Aún no se cómo pude tener tanto arrojo y valentía y de verdad que no recuerdo ni la edad que tenía, pero no me lo pensé dos veces en cuanto vi el peligro amenazador. He de decir que ya sabía donde se encontraban porque los niños de la calle y yo estábamos al cargo de ellos, era algo que siempre hacíamos, adoptábamos a algún animalito en cuestión entre todos nosotros, entre ellos algún perro que otro, y así transcurría nuestra infancia, corriendo por los campos de trigo del payés al que no parábamos de fastidiar porque nos hacíamos casitas en el trigo y le arrancábamos los nabos que plantaba para las vacas, o sea, muchas veces hacíamos guerra de nabos, es decir, los hacíamos servir de arma arrojadiza y literalmente corríamos entre nabos, por el campo... Vamos que el payés estaba de nosotros hasta la coronilla, pero claro, éramos "tropecientos niños" en la calle y no nos pillaba nunca. My Lady se instaló en casa. Resulto ser una gata mala, mala de las malvadas de verdad. Tampoco tengo muy buena memoria, pero creo que un día me intento sacar un ojo. Creo que no hice mal en salvarla pero al menos me lo podría haber agradecido de otra manera. Toda mi vida ha estado ligada a esos pequeños felinos a los que adoro y no sé por qué.

Supongo que porque son tan independientes como yo, están algo locos, van a su bola, les encanta dormir, y ojo, "no me toques mucho las pelotas

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña que te pego un zarpazo o un bocadito y me quedo más ancho que pancho y luego vuelvo a hacerte la pelotilla y aquí no ha pasado nada, paz y gloria my friend". Otro gato auténtico que pasó por mi vida de color blanco y un ojo de cada color, he preferido olvidarlo y no me preguntéis que no respondo. En mi casa de la infancia pasaron animalitos varios, todos llevaron buena vida, algunos no duraron ni un suspiro, como los peces que preferían suicidarse a llevar una vida en un cacharro de plástico, por mucho ambiente marinero que les pusiéramos mis hermanas y yo, decorando el fondo con conchas de la playa expresamente cogidas para tal fin. Creo que tendría que haber estudiado veterinaria, así podría entender mejor a estos animalejos que pasaron por mi infancia y también por mi vida de adulta. Entre ellos varias decenas de periquitos, una colonia de hámsters (Cansters para una de mis mejores amigas), etc. Y no nos olvidemos de los bichos varios que también forman parte de mi vida.

Ahora tengo a mi gata Lola, "Loli" para mí… En un principio quise llamarla "Peluso" porque creía que era un macho, pero resulto ser una "gatita adorable". Es una gata peculiar, muy suya, entrañable a su vez, que me sigue allá donde vaya. Ha sido rebautizada como "pinchita" porque ahora vive junto al Pinchi, otro gato algo peculiar. Creo que para mi hermana pequeña y para mí todos los gatos ahora son llamados pinchitos. Y ahora está Atreyu, un príncipe de la oscuridad que se encuentra bastante solito negro como la noche más oscura. Sólo cuido de él por unas semanitas y el animalito algunas noches tiene ganas de juerga y no me deja dormir. Supongo que se cree en el derecho de hacerlo porque está en su casa y yo soy la extraña. Y tiene razón, está en su reino. Juego con él como hago con mi gata Lola. Por las mañanas cuando me levanto viene a saludarme y me regala carantoñas varias. Jugar; es algo esencial aunque tengas ya una cierta edad. Nunca hay que perder la emoción del juego e intentar disfrutar un poco y dejarse llevar. Pablo Neruda decía: El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta": Seguiré jugando y cultivaré a la niña que llevo dentro, aunque sea en un Universo desbocado. 83


MĂ­rate, eres preciosa. Cristina OcaĂąa

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Batacazo ontológico

Lo sé, no debería de haberlo hecho, ya sabía cuál sería la respuesta, pero tenía que arriesgar porque nada tengo, entonces, nada pierdo... (Cristi Cristi en un whatsapp)¿Cómo empezar? Pues por el principio, dirían unos, por el final que es más divertido, dirían otros. En realidad no existe ningún principio, ni ningún final, porque todo se basa en un constante cambio y principio y fin van ligados, como el pez que se muerde la cola. Esta mañana me levanté decidida, bueno, más bien estaba en la camita tan ricamente y me decidí a escribir. Ya sabía cuál era la respuesta, pero ni corta ni perezosa di el primer paso porque no podía parar de pensar y eso hace que no esté bien conmigo misma, y si no hablo exploto por dentro. Ahora puede ser que esté más tranquila pero creo que no me lo creo ni yo. ¿Por qué me decidí? Pues porque no tenía nada que perder, así de claro, y ya no estoy para estar perdiendo el tiempo y porque esto es un continuo estar y no estar, un ser y no ser, un yo y un tu, que inexorablemente se entrecruzan en mi vida. Batacazo ontológico, eso es lo que ha sido. No creo que me haya equivocado, pero no tocaba, no era el día, ni el mejor momento para hacerlo, aunque uno no sabe cuándo será el mejor momento ya que no existen los momentos oportunos. Siempre hay un pero, ese maldito "pero" que se me clava como una astilla y que es difícil de sustraer, a causa de que necesitas una segunda opinión o una tercera, o una cuarta. Mira que he preguntado, - ¿qué hago?, ¿lo suelto o no lo suelto?, ¿me animo o no me animo? - Mejor me hubiera callado... He dejado caer la sutil metáfora del destino. Existen dos caminos, uno es angosto, tenebroso, sin luz, reflejo de tu pasado, con un largo trecho que

recorrer; el segundo es recto, luminoso, bañado por el sol, cálido y breve, muy breve. Pero como siempre está el "pero": las apariencias son engañosas, pues el camino tenebroso te lleva a un renacer, es como un nuevo parto del que sales renovado y purgado de todos tus errores del 85


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña pasado, y el pasado queda atrás, duele pero ya es pasado y aprendes de tus faltas. No es el camino fácil y brillante de la segunda opción, pero es el que te llevará a encontrarte al final del camino todo lo que por derecho te pertenece. Opción escogida: el camino angosto - estaba claro -. "Todo me dice que estoy a punto de tomar una decisión equivocada, pero los errores son una manera de reaccionar. ¿Qué es lo que el mundo quiere de mí? ¿Que no corra riesgos? ¿Que vuelva al lugar del que vengo, sin valor para decirle "sí" a la vida?" (Once minutos, Paulo Cohelo)

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña El Rey del conocimiento

"Este conocimiento es el rey de la educación, el más secreto de todos los secretos. Es el conocimiento más puro, y como brinda una percepción directa del ser mediante la iluminación, es la perfección de la religión. Es eterno, y se practica con alegría." (Bhagavad-gita 9.2) Cuando por la noche, vamos a dormir, es como si muriésemos, nos olvidamos de quienes somos. Pero morir es solo el olvido, es tan solo esa premisa. Por eso cuando despertamos, recordamos quienes somos, y decimos: "Oh, yo soy fulanito de tal y tengo que hacer esto y lo otro, soy hijo de tal, y tengo mis obligaciones diarias..." Según El Rey del conocimiento de Raja-Vidya, "recibimos nuestro cuerpo según nuestro Karma, es decir, nuestras actividades". No recordamos vidas anteriores porque las olvidamos, y caemos en este mundo material, ligados a nuestros quehaceres cotidianos, nuestras obligaciones, nuestros sentimientos y nuestro estado de culpa. Olvidar. No se pueden chasquear los dedos y pedir un deseo para olvidar tan fácilmente. Tu vida da un giro de 360 grados y en un momento determinado estás cabeza abajo y no hay forma de darte la vuelta. Una gran amiga me dio un buen consejo, o más bien me explicó que no poseemos un botón on-off para desconectar y borrar todo de un plumazo. Tengo que llorar, patalear, estar triste, dolida, rabiosa y por fin llegar al perdón y olvidar. Perdonar para poder llegar a ser feliz y extraer toda la rabia contenida que porto dentro de mí y que se enquista dentro de mi corazón. Además, hace unos días llegó a mis manos el libro del Ho'oponopono, un libro mezcla de sabiduría hawaiana y filosófica en general que comprende incluso distintas religiones. En él, he aprendido que lo primero de todo es quererse a uno mismo y a su vez perdonarse a uno mismo. Las cuatro frases mágicas para llegar a esto son: Lo siento, Perdóname por favor, Te amo, Gracias. Es difícil, lo sé, pero todo tiene un sentido. Con esto podemos llegar a curarnos de todo problema existente. Porque en esta vida hay situaciones,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña problemas, conflictos que nos enferman, que nos llevan a una profunda depresión y si primero de todo, no nos queremos a nosotros mismos, no llegaremos a nada. Parece que sea algo egoísta, pero esto no es así, no es que solo pensemos en nosotros mismos y dejemos de lado a los demás; no, esta técnica se puede aplicar incluso visualizando una situación dolorosa que nos afecta, o una persona que nos ha hecho daño y de esta manera la perdonamos y nos perdonamos a nosotros mismos. Nuestro Karma también nos condiciona, porque vamos cambiando de cuerpo y olvidamos vidas anteriores. Y dependiendo de cómo actuemos en la vida así seremos premiados, con vidas superiores con una mejor existencia o simple y llanamente como Indra, el rey del cielo, castigado por su maestro espiritual y condenado a vivir en la tierra convertido en cerdo. Y como Indra olvidó su anterior vida, cuando Brahama vino a rescatarlo y le ofreció volver a ser el rey del cielo este le contestó: "¡Oh! no puedo ir contigo, tengo tantas responsabilidades: mis hijos, mi esposa, y esta agradable sociedad de cerdos" Raja- Vidya el autor del libro El rey del conocimiento me ha transmitido, que el verdadero conocimiento, el más perfecto, llega a través de grandes maestros, de personas autorizadas que nos enseñan lo que saben. Debemos aprender de ellos. Yo así lo he hecho de él, para mí es un gran maestro. Por eso, y como yo creo en el karma y no quiero convertirme en cerdo y olvidar que soy una buena persona, actuaré bien conmigo misma, con los demás y para con los demás. Aunque me cueste la vida; tengo a Indra, Rey de los cielos, muy presente.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña El Efecto Mariposa

Según la teoría del Caos, el batir de las alas de una mariposa, puede desencadenar un huracán al otro lado del mundo. También el poeta John Keats escribió acerca de las mariposas, de su corta vida, tan sólo tres días, y deseo vivir esos tres días al igual que las mariposas, pero llenándolos de más placer que el que cupiera en 50 años; placer que ofrecería a su amada... aisss la época romántica que preciosa que es.

Mariposas, esos seres alados tan relacionados con la psique humana, si sueñas con ellas simbolizan alegría y libertad y están relacionadas con el alma liberada y la inmortalidad. Yo aún no he soñado con ellas, pero he sentido su efecto, la teoría del caos. Alguna mariposa de color oscuro batió sus alas y extendió su sombra sobre mi vida, y pasé unos meses de negrura psicológica, que me dejó tocada por un largo espacio de tiempo. Todavía sigo tocada, por mi inconstante anhelo de saber acerca del futuro, pero intento sentir el presente y quedarme quieta, a esperar los acontecimientos venideros. Es en este preciso instante, que mi relación con las mariposas se desarrolla en paralelo con sentirlas dentro de mí, a este hecho se le denomina "Mariposas en el estómago". Siempre están ahí, revolotean a su antojo dentro de mí, con cada paso que doy, y ya están ligadas a mi vida como un todo dentro de mi ser. Cada una es de un color diferente, y dependiendo de mi estado de ánimo sale a relucir una más que otra. Mi vida es eso, colores que van y vienen, se fue uno oscuro y ahora llega uno claro, y así alternativamente. "Casi desearía que fuésemos Mariposas, y vivir tres días de verano. Tres días así, los llenaría de más placer, que el que caben en cincuenta años." (John Keats)

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Chan Chan

De Alto Cedro voy para Marcané Llego a Cueto voy para Mayarí. El cariño que te tengo Yo no lo puedo negar Se me sale la babita Yo no lo puedo evitar. Cuando Juanica y Chan Chan En el mar cernían arena Como sacudía el "jibe" A Chan Chan le daba pena. Limpia el camino de paja Que yo me quiero sentar En aquel tronco que veo Y así no puedo llegar. De Alto Cedro voy para Marcané Llego a Cueto voy para Mayarí. (Letra de la canción, Chan Chan de Buena Vista Club Social)

Y me contaste esta historia envuelta en vapor de humo de velas aromáticas. Sucedió en repetidas ocasiones en una habitación iluminada por la tenue luz de veinte velas blancas perfumadas con olor a sándalo. La canción de Buena Vista Club Social sonaba en bucle una y otra vez durante toda la tarde mientras lentamente te enamorabas de aquella chica a la que acariciabas con deleite. La Habana se metió en vuestros huesos, era vuestro paraíso utópico aunque tú, nunca la llevarías a ella a ese país y no cumplirías nunca tu promesa, pues la querías solo para ti y no ibas a soportar las miradas lascivas de otros hombres.

Tú lo sabías, sabías que ella era una chica compartida; tú eras el chico malo con oficio pero sin beneficio. En cambio, el otro era un chico adinerado, de

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña buena familia pero algo insulso en temas de sexo. Lo sabías, lo sabías muy bien que eras solo un mero juguete en manos de ella, que justamente lo elegiría a él y tú marcharías con el rabo entre las piernas - nunca mejor dicho - . Pero vuestros encuentros olían a sexo y pólvora disparada de vuestros cuerpos. Ella sabía poner la magia velada de la noche, la pasión descontrolada de vuestros besos, se te caía la babita, no podías negar el cariño que sentías por ella. Poco a poco ella se alejó de ti; se acabaron las llamadas intempestivas a medianoche para propiciar un encuentro altamente erótico lleno de locura. Ella lo eligió a él, eligió el dinero, la buena vida, la vida cómoda que tú no le podías facilitar. Años después me regalarías esta historia, para que yo la escribiera. Me contaste que la viste una tarde desde tu coche tiempo después de haberlo dejado, años tal vez. Tu sorpresa fue aún mayor cuando comprobaste que estaba embarazada y que se la veía feliz. Tú fuiste el chico malo que le dio más placer que ninguno y el que acabó siendo abandonado como un perro en la cuneta. Viajaste a la Habana en tu madurez, y en cada rincón de la isla, sonaba la canción, pues tú la demandabas por doquier en un tributo hacia ella: "El cariño que te tengo, yo no lo puedo negar. Se me sale la babita, yo no lo puedo evitar..."

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña El entierro de la sardina

He asistido a un entierro esta tarde, y todo el mundo lloraba tu pérdida. He de decir que tuve que presentar mis condolencias a la familia y explicarles por encima cómo nos conocimos. Las lágrimas caían a borbotones por mis mejillas e iba llenando pañuelos de papel de mares enteros salados. No me vestí de negro porque tu no me habrías dejado, lo encuentro lógico, el negro me desvestía el alma. Siempre preferías colores neutros, así casaban mejor con mi personalidad. Pero aquél día que te esperé sentada en la estación, me vestí de negro, como anunciando tu propia muerte y también la mía. A partir de entonces, toda la ropa que guardaba en mis armarios de ese color nefasto, la mandé a hacer puñetas. Jamás me volví a vestir de negro, en señal de duelo por ti. En el velatorio las caras tristes se desenvolvían con total naturalidad. Yo no aguanté ni media hora allí, demasiado para mí, nadie me conocía y el calor me estaba agobiando, estaba a punto de sufrir un ataque de ansiedad. Salí corriendo a la calle a por un poquito de aire fresco, y en mi delirio creí verte bajo la sombra de un árbol sonriéndome. Creí morir por un instante y casi me desmayo. Pero me sentí reconfortada por unos brazos enormes que sostuvieron mi caída. Cuándo revisé aquel rostro hallé tu misma sonrisa, y esos ojos grandes que se perdían en el infinito. Me encontré con tu hermano, un chico algo triste por tu pérdida, que mostraba entereza porqué si él se derrumbaba, la familia caería como fichas de dominó. Cuando me repuse y recuperé el aliento, no me presenté como tu novia, pues hacía poquitos meses que salíamos juntos y lo manteníamos en secreto por tu reciente separación. Tu hermano me ofreció un café para que me subiera la tensión y lo acepté algo reticente pues quería huir de toda esa parafernalia y caminar un poco por las calles atestadas de la ciudad. Me lo tomé y apenas crucé cuatro o cinco palabras con tu hermano y me fui porque necesitaba mi soledad, sentirme sola, tomar conciencia de mis pensamientos, aprender a estar sola de nuevo, sin ti.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Ficciones

Estoy subida en una montaña, oteo el horizonte; no sé qué busco, solo sé que me quedaré quieta, muy quieta. Algún día tendré que bajar, pero me gustan las vistas, la suave brisa que acaricia mi pelo, el tibio sol que me calienta los huesos. Contemplo el mundo desde mi posición, y te contemplo a ti por primera vez, tus gestos, la posición de tu cuerpo, tu sonrisa, tu mirada inquieta que a ratos evita la mía. El café me sabe bien, he bajado de la montaña para tomar un café contigo y la tarde se alarga en interminables palabras. Por un momento deseo tocarte; solo un ligero roce, una palmadita, nada serio pero sigo quieta y escucho tu voz que a veces resulta inaudible porque es calmosa y pausada y estoy acostumbrada a mis caballos desbocados internos y a hablar con rapidez. Te contemplo y me gusta lo que veo, y la tarde se funde con el paseo que damos porque en ese momento toca ser racional y esconder en nuestro fuero interno la pasión irracional que pugna por salir. Y la terapia, oh si, la terapia, son los últimos diez minutos de la tarde otoñal. La cuenta atrás ha empezado; el tren sin frenos está a punto de chocar.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña El pensar puro

Hoy te vi. Ibas de azul vestida por la calle. Tu sonrisa iluminaba el día. No te podía decir nada pues no nos conocíamos personalmente. Nos cruzamos y me miraste de soslayo, tenías prisa, ahora lo sé. Pasaron los días en aquella mi vida gris, pero tú con tu sonrisa ponías la luz que yo necesitaba. Al fin, una mañana fría de enero me saludaste, y yo me sentí aliviado. Era imposible no caer rendido a tus pies y tu eso lo sabías. No sé por qué extraña razón entablamos una conversación que nos llevó a aquel café del centro de la ciudad, y, allí empecé a imaginar una vida contigo. Me contaste que trabajabas entre libros polvorientos y olvidados por el mundo, en una lúgubre calle próxima al ayuntamiento. El trabajo te gustaba ya que en los libros habías encontrado el saber del mundo. Me propusiste enseñarme aquella biblioteca tan peculiar y yo acepté encantado. Ahora sé que lo deseabas. Habías leído tu destino en uno de esos libros antiguos y en ese destino estaba yo. Llegó el día tan esperado pero tú no apareciste y me quedé plantado en la puerta del edificio en donde habíamos quedado. Alguien me llamó y me hizo pasar a la biblioteca: era tu secretaria. Me dio una nota de tu parte. En ella me decías que el trabajo que tú realizabas era mío. No entendí nada de nada. Continuabas diciendo que no sería fácil compaginar mi vida con el saber del mundo. Me senté delante de una mesa llena de papeles amarillentos. Me tocaba a mí continuar con tu labor. Al final te despedías: algún día volveremos a vernos. Yo iré vestida de azul, tendré prisa y te miraré de soslayo. No me reconocerás, aunque en una mañana fría de enero iniciaremos una conversación. Yo te hablaré del saber del mundo y tú imaginarás una vida conmigo.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Vivir estoicamente

Como todos los días hoy parecía un día normal, rutinario como todos. Si no es por culpa del viento que nos trae nuevos cambios, hubiese sido igual que siempre. Hoy los árboles se mecen ferozmente, y van llorando sus hojas por las calles de la ciudad. Aunque resplandece un sol maravilloso, hoy es un día triste y desaforado. Alguien nos dejó irremediablemente por siempre, aunque su memoria perdurará en nuestro recuerdo. ¿Tenemos un fin (destino) en esta vida? ¿Estamos aquí por algo en concreto? Hace tiempo que me quedó claro que no somos más que otra especie que habita en la tierra y que lucha por sobrevivir. Nuestro único fin es perpetuar la especie como lo hacen todas las demás, pero hemos montado un tinglado monumental en esta tierra que creemos nuestra por derecho propio ya que nos autoproclamamos seres racionales, y claro está, destruimos todo lo que consideramos inferior. Incluso entre nosotros nos aniquilamos por motivos diversos que todos sabemos. La naturaleza tiene un propósito, y el ciclo de la vida no se puede cambiar. Nacer, crecer y morir es un principio básico del cual nadie se escapa por mucho que se busquen elixires de la eterna juventud. El tema es que no nos enseñan a afrontar la muerte. Todo es dolor y llanto, y muchas veces escondemos nuestros sentimientos en lo más profundo de nuestro ser, y allí se quedan para siempre. Los estoicos lo tenían muy claro, tienes que aceptar tu destino, eso es, permanecer estoicamente ante los hechos que ocurran en tu vida, su supremo bien es vivir conforme a la naturaleza, nada se puede evitar ni nada debe deplorarse. La muerte no nos pertenece, por lo tanto sé feliz en esta vida y cumple con tus sueños.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Cansada Cansada de tardes que se me escapan. Cansada de orgasmos en solitario. Cansada de jadeos color de rosa. Cansada d trenes vacíos y fríos. Cansada de soles que no me calientan. Cansada de la niebla que o se corta ni con cuchillo. Cansada de esta soledad color naranja. Cansada de caer en el amor y darme de bruces con la realidad. Cansada del tic tac del reloj. Cansada de oscuros abismos. Cansada de un querer y no poder. Cansada de estaciones pasajeras. Cansada de que esas estaciones no me elijan a mí. Cansada de besos desangelados. Cansada de besos que nos separan. Cansada de corazones que no bombean. Cansada de partirme el alma. Cansada de la poesía que me encoge el alma. Cansada de un no constante. Cansada de provocarte, Y no tenerte junto a mí…

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Aún te amo.

Aún amo el cadáver que dejaste el que yace inerte aquí junto a mí. Te sigo amando a pesar de que no estés tus ojos oscuros como caballo despiadado, aún puedo oler el polvo que dejaste a tu paso

Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí una y otra vez sin tregua, sin compasión.

Y ya no puedo seguir buscándote, pues no puedo, no puedo abandonar este bonito cadáver que es mi persona yo yazco junto a él y siento el frío de los besos que no poseo de las sábanas revueltas de aquel maldito y soñoliento hotel de tu eterna posesión de mi persona, ya no era yo era tan sólo un bonito cadáver que contemplar. Mi cabello ensortijado se enredaba en tus manos mientras me susurrabas dulces mentiras al oído, me sentí la diosa de tus silencios y desventuras bebí el dulce néctar de tus labios que lentamente

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña me envenenaba.

Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí una y otra vez sin tregua, sin compasión. Aún amo el irreverente cadáver putrefacto poco a poco se consume reduciéndose a la nada. Pero sobrevivo y encuentro otras bocas que me dan placeres descosidos. Un alma rota se descompone a pedazos, y esos pedazos solo se curan con miradas que te traspasan de placer. Mi sensualidad conectó con tus manos y me electricé con los latidos de tu corazón fue tan difícil no ser mala contigo en la cama y dejarme llevar por miradas desaprobadas.

Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí una y otra vez sin tregua, sin compasión. Tal vez te amé ciegamente Pero sólo fue un instante…En tus pensamientos.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Triste Jodienda.

Mierda, nunca sé cómo empezar un poema. Y no entiendo de métrica ni de esta jodienda. Entiendo de jodienda. Cansada de polvos absurdos, decidí emigrar como las golondrinas a un país más cálido. Atravesé ciudades, países y continentes, deseando encontrar unos ojos rasgados y una piel color aceituna, que me jodiera mejor que tú. No entiendo de poemas, entiendo de pollas hostiles; de desplantes, de inútiles expertos en joderme.

Cuando decidí despegar del hastío de nuestros encuentros,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña la tierra por fin giró. Me reí de tu despedida para siempre. Adiós amor, espero que encuentres a otra que te la coma con descaro y pleitesía. Yo estaré revolcándome con mi moreno de ojos rasgados, fundiéndome en el trópico.

OK. NO PROBLEM. CUÍDATE.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Mis horas

Solo la echas de menos en cuanto se escapa de tus manos. Pasos que das y te equivocas. Día sí, día no. La vida es eso, levantarse con una sonrisa. Siempre, aunque tú no estés. Elegir caminos, perder trenes, deshacer entuertos, perdonar, y volver a empezar. Relojes que no marcan las horas, y bostezar. Aprender a caminar con otros zapatos. Aprender a sentirte desnudo y vestirte de mendigo. Eternidades que no llegan. Enamorarte en tres segundos de una caricia. Bienvenido a la era de los desastres.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Sonrisas rotas. Recuerdos que duelen. Corazones descuartizados. Desapegos inciertos. Estoy cansada de esos pasos que nos separan. Pienso etiquetarte en cada pensamiento que recorra mi mente, Pienso etiquetarte en cada foto que no me hago junto a ti, Pienso etiquetarte en cada poesía que no comparto en tu muro.

¿No es mejor seguir contemplando las estrellas y ver el mundo girar? <--------------------->

-Te quiero-me dijiste. Y mi coraza se rompió. Tuve que recogerla del suelo y tirarla a la basura. Ahora me siento desnuda sin ella y ando mendigando tu amor. Suerte que guardaba otra de repuesto en el armario por si acaso la vieja coraza no lo resistía. Presta atención. Cualquier día me visto con la nueva. <------------------->

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña ¿Qué color le daría a un amor ideal? La espera. Y nos quedamos sin respuesta. La espera sin longitud de tiempo. Incontable. Inconmensurable. Tic Tac. Y pasan los días. Y yo sigo aquí, esperando a que derrames el café. <------------------->

No te miro, es demasiado difícil decirte la verdad. Guardaré mi dolor en una caja, tiraré la llave y seré feliz. <--------------------->

Mi vida está ligada a los trenes. Trenes que pierdo o dejo pasar porque no me interesan; otras veces me equivoco irremediablemente. Cuando pasa el tiempo empiezas a entenderlo todo, de porqué no pudo ser.

Y los momentos se van y llegan otros mejores. Voy y vengo como esas hojas muertas que vuelan en otoño.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Algún día te voy a llevar a donde nacen las mariposas de luz. Entonces comprenderás que la magia existe. No más cielos tormentosos ni arcoíris devastados se presentarán en tu vida. Tan sólo sonreirás una y otra vez. Y así las mariposas vendrán a ti; porqué con tu sonrisa les darás la vida.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Nudo infinito Nos caemos desgarrados por un sueño, nos observamos desde fuera y comprendemos que no hicimos bien, No hicimos nada bien. Las luces se apagan y queda la penumbra de nuestros cuerpos, quedan nuestros contornos que se van desdibujando en la oscuridad. Has caído tantas veces que ya sabes cómo levantarte, no es problema para ti. Quizás solo busques una pequeña luz que te guíe en tu camino, una luna de febrero, una estrella de marzo, un sol de verano. Llega el día y la sonrisa que has estado buscando toda tu vida, duerme a tu lado plácidamente. No puedes ver su rostro, porque es tan solo un sueño, es algo que está vetado para ti. Sientes tanto amor que es probable que estalles como una supernova. Sientes tanto amor que saldrías disparada de un revólver sin apretar el gatillo. Sientes tanto amor que es mejor seguir tejiendo un nudo infinito sin principio ni fin. Nos levantamos vestidos con el tiempo a nuestros pies, aferrados a una eternidad que no es la nuestra, simplemente respirando. Y el tiempo se convertirá en polvo, que el viento barrerá. Mi corazón permanecerá al lado de miradas que me traspasen el alma. Miradas que no pidan un sacrificio a cambio. Todo cae por su propio peso, y las mentiras también. Cuando algo no te pertenece no lo pierdes, simplemente se va, se aleja de ti. Y la llama se apagó en el templo de los dioses, y los mortales corrieron a prender de nuevo el fuego una vez más. Como la magia que va y viene y si no crees en ella un hada muere al otro lado del mundo, y tienes que dar palmas como si de un juego de niños se tratase. Soñé contigo una tarde fría de invierno, y vi tu rostro en la claridad de una habitación de hotel. Y comprendí que estabas ahí, pero que aún faltabas por llegar.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña Sientes tanto amor que es probable que estalles como una supernova. Sientes tanto amor que saldrías disparada de un revólver sin apretar el gatillo. Sientes tanto amor que es mejor seguir tejiendo un nudo infinito sin principio ni fin.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Galería de corazones rotos Dice una canción: devuélveme los pedazos rotos Y yo digo: para que pueda pegarlos y recomponerlos ni que sea lentamente. Quiero hacerte el amor, por la mañana, al mediodía y por la noche Y yo suspiro y exhalo un pensamiento Y soy el camino que he recorrido, con los pedazos rotos que he ido recomponiendo Love, love love is the only way... Y un beso y una luna me reconfortan en la noche, de madrugada a horas intempestivas desde Tokio. Tokio blues. Y duermo sin sentido y no escribo lo que toca. Los días de viento son algo raros y despiadados, se llevan alegrías desbordadas. ¿Has visto lo bonita que eres? Fall, Fall in love... La vida es un lento caminar, walk, walk walk, sin un lugar al que llegar, ya se verá, sólo cuentan los pasos. Feel today, Feel today, Feel today. Esto más bien no es una galería de corazones rotos, es un collage con alegrías que nos quedan por vivir. Las palabras salen de mi boca en una vorágine que debería haber sido tiempo atrás, no vomites todo lo que piensas, suéltalo por partes a pedazos rotos. January baby, ¿Dónde te escondiste durante todo este tiempo? ¿Sabes? En ocasiones me recuerdas a una historia que leí hace años. En ella dos soldados que habían participado en la guerra, siendo prisioneros durante años y sufriendo torturas y demás ya ancianos se volvieron a encontrar, y tras su alegría inicial, uno le dice al otro: ¿Te acuerdas cuando estábamos en la cárcel cómo nos torturaban? Lo que sufríamos, la

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña comida que nos daban, etc. El amigo le responde: tú aún sigues preso pese al paso de los años... ¿Captas la idea?

Far away, far away, I want to go far away, to a new life on a new shore line. Where the water is blue and the people are new. To another island, in another life. (Ingrid Michaelson)

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

De mi puño y letra

De mi puño y letra te escribo estos versos. De un alma doliente que muere en la noche. Mi vida se convirtió en una isla sin dueño. Puño, que se retorcía con tu recuerdo helado de frío. Y guardaba con delicadeza en mis bolsillos gastados. Letra a letra sangraba este poema. Te olvidé en mis noches oscuras y sonámbulas. Escribo hoy porque es mejor desechar lo malo. Estos recuerdos no son sanos para una mente brillante. Versos que se diluyen como agua entre tus manos.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

Llueve sobre mí

Llevo descosidos los botones de mi chaqueta vieja y gastada. En los bolsillos, rouge a levre de diferentes colores, para mis diferentes estados del alma. Voy y vengo de la estación de tren. Llueve, llueve sobre mi; y sobre ti, nada de nada. El día se ha presentado neblinoso, incluso en mi corazón. Una tela lo envuelve, y yo no puedo soportarla. Mis manos frías se esconden en los bolsillos de mi chaqueta vieja y gastada. Sigo sin coser los botones, en los bolsillos ya no hay nada de nada. Voy y vengo de la estación de tren. Llueve, llueve sobre mi; y sobre ti nada de nada. Voy y vengo, y entremedias, me dejo llevar como las hojas muertas un día de invierno.

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

La vida es efímera como la tela de una araña

1. Romeos embaucadores. Aquel fin de semana me lo pasé en la cama, dolida, llorosa, porque el Romeo embaucador me había engañado. No me duró mucho la depresión, volví al chat y conocí a R. Era la primera vez que tenía una conversación interesante y debo decir que me mostré algo vulnerable. Me dijo que mi perfil estaba lleno de “espinas”, y era la verdad, tan solo quería pasármelo bien, conocer gente y disfrutar de la vida que bastante había llorado ya. Quise quedar con él porque me pareció un tío interesante, inteligente, culto, o al igual era su manera de tirar la caña y sólo tenía ganas de echar un polvo, y yo por supuesto, era presa fácil. Nada más lejos de la realidad, yo iba a conocer a alguien que me había caído genial porque no me había hablado de sexo a las primeras de cambio. ¿Cuándo nos vamos a conocer?, le pregunté. No lo sé, me respondió: los momentos de Internet se pierden como lágrimas en la lluvia… 2. Lunes a las cinco de la tarde. Y allí estaba yo, en la puerta de la universidad esperando a R. Me puse una falda corta, y una camiseta de tirantes, y llevaba unos zapatos de tacón. Escuchaba música mientras tanto, y en esas, le envié un sms conforme había llegado. Cuando apareció nos dimos dos besos y me llevó a tomar algo a una heladería. Me invitó por supuesto (no se qué manía tienen con

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña invitar los tíos pero yo me dejo). En un momento determinado de la conversación me encontré con sus ojos que me escudriñaban y me sentí incómoda o cohibida. Me dijo que normalmente no miraba a la cara de la persona con la que hablaba, que era un defecto que tenía, que no significaba que no estuviera escuchando; pero a mí me miró. Repetidas veces me tiró la caña, pero yo ni me daba cuenta. Me lo estaba pasando genial y decidimos ir a su casa, pero sólo para que me enseñara su biblioteca, sus gatas y poco más, ah y sus niditos de hormigas debidamente encerradas en un cubículo y sus columnas de Winogradsky ( bacterias, si bacterias). 3. La biblioteca polvorienta. Al igual tenía que haber salido corriendo. Yo una chica curiosa en cuanto a temas de limpieza y orden aquella casa me pareció algo indescriptible. Pero desde que pululo por Barcelona, la verdad que estoy curada de espanto. Aunque también era una casa con personalidad propia, que dice mucho de la persona que la habita, algo desordenada

y caótica. Lo

primero que me llamó la atención fueron los libros, sus gatas, los juguetes antiguos que coleccionaba, sus esculturas etc., etc. creo que todo, menos él. Era un chico normalito, de 36 años, delgadito, ni guapo ni feo. Ahora sé que me engañó con la edad, más que nada porque si no no accedía a chicas de mi perfil en el Chat. Era mucho mayor, pero para mí resultaba mucho más interesante este hecho. E interesante sus conocimientos sobre la ciencia, la historia, etc.

Creo que pensé en irme, conocerlo y ya está, no era mi intención enrollarme con él. En un momento determinado me espetó: Joder y yo que pensaba enrollarme contigo! – me dijo. Yo reí y continué con los libros antiguos que me fascinaban pero de repente me encontré con sus ojos que

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña volvían a mirarme, como los ojos de los orangutanes, monos y chimpancés del último libro de fotografías que me dejó. 3. Cuando se juntan dos ríos. Ahora sé que si me hubiese ido, que arrepentimiento eterno hubiese sufrido... Atraje a R. hacía mi, nos besamos y le pedí que me llevara a la cama. No sé cómo explicarlo, pero fue pura lujuria, al menos para mí. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto del sexo, sabía lo que se hacía R., un madurito interesante y potente. Yo no paraba de gemir, era algo desproporcionado, bochornoso, caliente, sudoroso; un éxtasis cósmico o más bien un Big Bang en potencia. Debo elevar el polvo a la categoría de puro instinto animal. No faltaron los mordiscos musculares placenteros, algo que desconocía hasta el momento. No sé, todo en mí se erizó, aún lo pienso y me estremezco. Y el sexo oral, Oh my God! lo esperaba como agua de mayo, pues sinceramente, pocos chicos saben hacerlo bien. Cuando acabamos me llevó a la ducha. Él no estaba convencido de que yo hubiese disfrutado a lo grande porque tenía la certeza de que así no repetiríamos otra vez. Yo pensaba que no volvería a saber de él. Se hizo de noche y me acompañó a la calle. Nos despedimos con un beso. Yo me dirigí al metro de vuelta a casa.

4. La mañana siguiente. Me desperté y me dirigí a la cocina a desayunar. Mi teléfono repiqueteó, con ese sonido metálico de los sms. Era R. con una pregunta abierta: ¿Quizás quieras repetir otra jornada filosófica-sexual otro día? – me decía en el mensaje. Yo sonreí y le contesté: o tal vez una jornada sexualfilosófica mejor… 5. Nuestro tiempo actual es un segundo del año cósmico

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña A partir de aquí, R, me descubrió la ciencia. Quedamos más veces, la segunda, casi me tiene que hacer callar porque yo no paraba de gemir, y el compartía piso con un diseñador gráfico un poco pedante: Escandalizarás a mi compañero de piso! – me soltó. Creo que más que la ciencia me descubrió el sexo animal aunque debo decir que todo lo que me enseñaba a través de videos y libros sobre esta materia me parecía muy interesante. Soy una chica abierta al saber del mundo y más desde mi visión humanista y aquí no hay ironía ninguna. Pero me fastidiaba un poco que despreciara en cierto sentido la literatura y el arte, o todo lo relevante de las humanidades en contraposición con las ciencias, tan necesarias con su teoría de la evolución y blablabla.

La verdad en la fe no puede cambiar... La verdad en el arte puede cambiar o no...

La verdad en la ciencia, cambia necesariamente. (Jorge Warensger)

Lo asumo, todo tiene una conexión necesaria, incluso las personas. Estamos hechos de materia de estrellas, polvo, simples moléculas, que ha tomado las riendas de su destino. No paramos de mirar a las estrellas, porque de ellas hemos venido y en un futuro, mis moléculas servirán para que se cree nueva vida en otros planetas si este desaparece. Siempre me debatías las propuestas estéticas de la literatura y el arte porque tienen múltiples interpretaciones, sobre todo en la literatura. Y siempre me decías que las cosas, los debates, mejor en directo…

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

6. De Moiras y Parcas.

El destino, ese cruel destino que hace que personas tan distintas se conozcan un buen día de Julio y que tomen un granizado juntas, uno de limón, y otro de sandía. Personas tan dispares que lo único que necesitan es un poco de atención. Personas que se intercambian libros, que a fin de cuenta son cosas materiales, y que es fácil desprenderse de ellas porque están en época de bajada. Poco a poco iba conociendo a R. algunas de sus pequeñas manías, como lo de decirme que la coca cola o los refrescos tienen 33 gramos de azúcar, o de que no le gustaban los cumplidos porque se sentía incómodo. De broma me decía que tendría que matarme si seguía con los cumplidos, pero yo hacía lo que me daba la gana, y él en cierta manera lo entendía. Le pregunté que como que con 42 años no había tenido hijos. Sé que eran preguntas muy personales, pero yo soy una curiosa innata. No se había dado el caso, supongo que como yo el destino no quiso que tuviéramos hijos. No tocaba, no era nuestra hora ni nuestro tiempo. Gracias a él escribí en mi blog unas cuantas entradas, o más bien retomé el hábito de escribir, algo que me apasiona. Cada cosa que aprendo la interiorizo, la desgrano, la someto a la duda, y me arriesgo, me lanzó sin paracaídas aunque me pegue un batacazo ontológico.

7. Última tarde con R.

La última vez que quedé con R. fue antes de sus vacaciones. He de decir que no era una persona muy cariñosa, había una barrera física y en ningún momento me dio un beso o me hizo alguna caricia mientras lo acompañaba 117


Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña a hacer recados varios. Aquel día disfruté mucho, también del sexo de la tarde y cuando nos despedimos, lo abracé cariñosamente, pienso que él se sintió incómodo, pero el beso que nos dimos hizo que su sexo se excitara de nuevo, cosa que me alegró verdaderamente. Le pregunté si me llamaría cuando regresara y él me contestó que si podía me escribiría en el chat durante sus vacaciones. Me apremió a que estudiara, ya que pronto tendría los exámenes de Septiembre y soltó una carcajada cuando le dije que me gustaba vivir al límite. Un último beso en la calle y cuando quise girarme, su silueta se había desvanecido entre la multitud. Un arte El arte de perder se domina fácilmente; tantas cosas parecen decididas a extraviarse que su pérdida no es ningún desastre. Pierde algo cada día. Acepta la angustia de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano. El arte de perder se domina fácilmente. Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido: lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar. Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre. Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue la última o la penúltima de mis tres casas amadas. El arte de perder se domina fácilmente. Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más: algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente. Los extraño, pero no fue un desastre. Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto que amo) no habré mentido. Es indudable que el arte de perder se domina fácilmente, así parezca (¡escríbelo!) un desastre. (Elizabeth Bishop)

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña 8. Purgatorio

Por mí se va hasta la ciudad doliente, Por mí se va al eterno sufrimiento,

Por mi se va a la gente condenada. La justicia movió a mi alto arquitecto. Hízome la divina potestad, El saber sumo, y el amor primero. Antes de mí no fue cosa creada Sino lo eterno y duro eternamente. Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza. (Divina comedia, Canto III, Infierno)

Los sucesos se desarrollaron de una manera un poco inverosímil. R. Volvió de sus vacaciones y ni siquiera me lo dijo, dio por hecho que yo lo sabía, y del cierto no lo sabía. Me sentí un poco frustrada, y más aún cuando en el chat sólo me salían chicos raros y con el único que quería hablar era con R. Una y otra vez volvía para ver si estaba conectado, pero no había manera de coincidir y él sólo me respondía lo que le venía en gana. Le llegué a decir por sms que me gustaba y que me borraba del chat porque al único hombre que quería conocer era a él. Su respuesta fue un poco desconcertante porque me dio a entender que no quería conocerme porque

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña implicaba una relación emocional. No entendí nada, pero de todas formas le dije que quería verlo y el a mí ya que me escribió que le sabría mal perder el contacto conmigo. Y encima me había traído un imán de sus vacaciones, y quería dármelo. Más tarde, supe muy poco de él porque definitivamente en la semana de mis exámenes y en vistas de que sólo me conectaba para ver si R. estaba, con la consecuente pérdida de tiempo para mis estudios, me borré del chat definitivamente. R. estaba ausente, raro, desconectado, o esa era mi percepción. Me sentía decepcionada, no sé. Le envié un sms diciéndole que tenía muchas ganas de él, que me faltaba poco para acabar los exámenes, y que fijáramos una fecha para vernos. Y así lo hicimos, pero todo muy ceremonioso por parte de él, sin ganas, sin efusividad ni cariño. Algo ya no marchaba bien. Yo tenía mucho dentro que pronto explotaría. Definitivamente estaba muy colgada de R. pero él de mi no, tanto que se me veía el plumero. El ocaso llegó cuando me dijo de quedar pero que estaba de bajón. Yo no había pasado muy buena semana, estaba cansada, me dolían hasta los párpados y me sorprendió su mail. Fue el colmo de la estupidez. ¿Qué hago yo con un bipolar? Una chica divertida, simpática, que siempre ríe, sensible hasta la médula… Me sentó fatal todo aquello, saqué lo que llevaba dentro, pero él, nada de nada, no tenía respuesta para nadie. Las subidas y bajadas emocionales que sufría eran parte de su vida, y claro, no nos conocíamos lo suficiente y por eso había pasado todo eso. Conocer, que risa me da ahora. Conocer, o no conocer, he ahí el dilema, el maldito dilema que ha sido el detonante de todo. Como el Ser o no ser de Shakespeare… desprenderse de lo material y de lo afectivo, ahora mismo no te importa nada, sólo quedarte quieto a ver si el mundo gira y vuelves a estar otra vez cabeza arriba. Creer o no creer en uno mismo. Cuando crees el mundo se transforma, ves tus posibilidades, tus potencialidades. Hay mucha gente que te quiere – me ha dicho una amiga esta noche. Eres más lista de lo que te crees, tú puedes C. “Cree y Crearás”. Y así lo haré. Ahora me toca centrarme en mi misma, en

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña salir adelante. “El universo está de tu lado”. Parece una tontería pero no lo es. Esto no es ningún reproche hacía R. porque yo he estado de ese lado durante un tiempo, pero no he sido tan cabezona y estoy abierta a lo que venga, sea bueno o malo. Me ha dolido todo esto, pero no creo que yo tenga la culpa. Tengo la culpa porque soy una romántica y aún creo en el amor, creo en una pareja y creo y quiero tener hijos en un futuro próximo. Pero está claro que “el quedarse quieto” es lo que toca ahora. Aunque en el fondo R. me gusta y extrañamente no sé por qué… y ahora no sé qué pasará. Quiero verle y saber que siento realmente. No hago más que pensar en él.

9. Infierno

No es que esté pasando por un infierno, simplemente mi problema principal es que no paro de pensar en R. Al final quedamos un viernes para comer. Todo transcurrió con total normalidad, bueno si a normalidad entendida como si no hubiese pasado nada entre nosotros, sin besos, sin un ligero roce, sin una simple caricia. Como si fuésemos dos buenos amigos que se reencuentran después de mes y medio (casi dos meses) sin verse y se cuentan que tal les ha ido. Me invitó a comer; pero nada más verlo le dí dos besos, ya no fue aquel beso en los labios que nos dábamos cuando nos veíamos. Para nada hablamos del tema, ni él, ni yo lo sacamos a colación. Yo no iba a hablar, suficiente me había rebajado ya en los mails que le había escrito, mostrándole mis sentimientos más profundos y humillada del todo, seguir detrás de él como un corderito sin saber que lo van a degollar tarde o temprano. Cuando acabó la jornada, nos volvimos a despedir con dos besos, y me soltó un “ya nos llamaremos para quedar otro día”. Si claro, que ironía más desaforada. La única que aún está detrás

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña de R. soy yo, que como una idiota le escribe mails, y algún sms que otro y él vive feliz en su misantropía. Me contesta, pero el último mail tardó una semana, y otra vez cayó en la redundancia de siempre, sin darse cuenta que estoy como una idiota detrás de él, que lo estoy haciendo inmortal con mis escritos, con mis palabras, con mis actos, nombrándolo a cada instante en mis pensamientos, como aquel varón, el Barón Lamberto de Gianni Rodari, que encontró la fórmula para rejuvenecer haciendo que la gente no parara de repetir su nombre.

10. El que espera también hace algo.

Algú que espera, Miquel Martí i Pol. Diguem que me n'anava, però torno. Deixava massa coses a mig fer i això no és decent ni correcte. La gent - la majoria de la gent almenys - no m'hauria trobat pas a faltar, com a màxim m'hauria dedicat un record imprecís enmig del gran tràfec de viure. però ¿i jo? ¿Què hauria fet de mi, d'aquesta dona amb qui fa més de 35 anys que convisc? Cada vespre, en rentar-me la boca, la vergonya m'hauria fet envermellir de ràbia i fins i tot potser d'enveja. Ara no em sentirè pas satisfeta (com sempre per dir-ho clar), però estic ben segura de poder mirar sense cap angúnia la dona de fusta del mirall i, junts, potser descobrirem que els imprecisos contorns del món en què vivim, absurd, pedant i fins grotesc, són tanmateix, les uniques referències per conèixer i compendre, i és amb elles que estimem i creixem, sense sentir-nos desmesurats o buits. Ho repeteixo: diguem que me n'anava, però em quedo. Inmortal, cuando un escritor se enamora de alguien y empieza a escribir sobre él, lo hace inmortal, eterno, que traspasa el tiempo. El tiempo pasa,

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña

dicen los humanos, los humanos pasan, dice el tiempo. Le envié este poema a R. cambiando el “yo” y me puse de ejemplo para darle a entender que aún seguía ahí, esperándolo como una tonta. No me sirvió de nada. Sólo pasó el frio entre mail y mail.

11. Y el tiempo pasó.

He pedido el contacto con R. bueno más bien me despedí de él en vistas de la vorágine de su vida. O eso me decía él, demasiado ocupado como para responderme a un maldito mail, pero en fin, así me di cuenta de que lo nuestro no llegaba a ninguna parte. Ni una llamada, ni un sms, tan sólo un mail de despedida por mi parte, y una contestación por la suya: “Espero que seas feliz, un beso, R.”. Nunca lo comprenderé aunque tampoco quiero entenderlo. La vida ya es bastante complicada, déjate de “collonades”, como decía R. Algún día, algún día, llegará mi hora.

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Una llama en el templo de los dioses

Se enamoró de ella irremediablemente hasta la médula. Su vida se iluminó un poco más. Ya no era aquel chico taciturno y vago que se pasaba el día encerrado en su habitación. Algo cambió en él, en su sonrisa resplandeciente se podía entrever un atisbo de un sueño inalcanzable. Ella empezó la universidad muy tarde. Sobrepasaba la edad normal de los estudiantes, pero no se sentía sola. Pasaba los trimestres justita, sin grandes méritos, pero le servía para mejorar su cultura a nivel personal. Él la miraba de reojo. Jamás habló con ella, tan solo la admiraba, observaba sus gestos, su sonrisa y se la imaginaba como en un poema de Petrarca, al igual que una Donna Angelicatta. Ella sin embargo, era más terrenal, sufría una terrible enfermedad que no la dejaba dormir por las noches pero por la mañana se vestía con su mejor sonrisa y afrontaba el mundo con valentía. Él obtuvo el valor para un buen día decirle hola. Aprovechó la consecuencia de un cruce en el pasillo, y luego le pidió ayuda para buscar un libro en la biblioteca, pues ella lo había conseguido y él no lo encontraba. Ella se sintió halagada por la petición del chico. Muy amablemente lo acompañó pero no encontraron el libro en cuestión, había desaparecido de la biblioteca. Después de esto se dirigieron a la cafetería y allí siguieron conversando. Él empezó a conocerla. Aquel día se fue a casa emocionado, se encerró en su habitación y le dedicó un poema. El sol se puso en el horizonte con sus

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña colores anaranjados y vislumbró su rostro en él. Cuando la noche llegó lo encontró despierto, leyendo el Cancionero de Petrarca. Ella en el metro empezó a leer los Sonetos de Shakspeare: When most I wink, then do mine eyes best see, for all the day they view things unrespected; But when I sleep, in dreams they look on thee, And darkly bright, are bright in dark directed. Él se emocionaba al verla cada mañana. Se sentaban juntos y compartían impresiones de las diversas materias del curso. Encontró en ella a alguien con quién hablar de poesía y compartir su afición de poseer libros maravillosos que anotaban en una lista interminable. Ella empezó a buscarlo una mañana que no lo encontró. Se preocupó de llamarlo para ver si estaba bien, aquella semana no coincidieron en las clases, los diferentes seminarios los separaron por un corto espacio de tiempo y ella comprendió que le faltaba el aliento si no lo veía. Él se sintió aliviado. Sabía que su vida comenzaba de nuevo en la mañana, y cuando llegaba la noche moría irremediablemente tumbado en su cama, dolido de amor, imaginando un universo paralelo, en donde compartían una vida juntos realizando todos los sueños imposibles. Ella soñó aquella noche que se curaba. Le quedaba poco tiempo en el mundo corriente de los mortales. Su enfermedad muy avanzada no la dejaba levantarse de la cama. Su vida se apagaba como la llamita de una vela en el templo de los dioses. Su alma empezaba a desprenderse de su cuerpo y la abandonaba cada noche volando hacía el cuarto de él. Aquella mañana de finales de noviembre, María se despertó en su cama del hospital. Como todas las mañanas, Mario el enfermero le trajo el desayuno, la ayudó a incorporarse y le puso en los labios la taza tibia de leche que María a duras penas podía tragar. Aquel año había sido horrible

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Mírate, eres preciosa. Cristina Ocaña para ella, ya casi no aguantaba con sus manos los libros que Mario le traía, y él irremediablemente le leía algún pasaje de aquella novela maravillosa de Emily Brönte. A María le gustaba el dulce eco de la voz de Mario, que llenaba la habitación oscura de hospital, le gustaban sus ojos oscuros, su pelo oscuro, su piel morena. Muchas veces le suplicaba que la dejara sola, que no quería estar con nadie, que quería sufrir en silencio. Mario ni la escuchaba, no podía dejar de cuidarla, pues se había enamorado de su paciente hasta la médula. Cuando salía de la habitación, huía como alma que lleva al diablo, con las lágrimas saladas corriendo en tropel por sus mejillas invadiendo su garganta, impotente de ver que María se apagaba, como una llamita en el templo de los dioses. Él pasó los meses melancólico. La buscaba en los libros, la buscaba en la cafetería, la buscaba en el pequeño merendero al lado de Ramón Turró, donde tantas veces habían conversado, la buscaba en el metro de Marina, la buscaba incluso en el café con leche que pasaba amargo a través de su garganta. Nadie sabía de ella. Su teléfono no contestaba. Ella volvió a buscarlo pero ya no tenía cuerpo. Lo acompañaba a las clases, se tomaba con él un café, estudiaba sus mismos libros, lo encontraba en la biblioteca retraído y solo. Intentaba acariciarlo, pero él solo sentía un leve escalofrió y marchaba despavorido de la biblioteca de las Aigües.

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A modo de epílogo: ENTREVISTA A CRISTINA OCAÑA

Vara: Por qué tu soledad debería tener alas? Cristina Ocaña: Para volar, es un poema de Alejandra Pizarnik. Vara: ¿Para volar dónde? Cristina Ocaña: Dicen que el mayor deseo del ser humano es poder volar, ¿no? Aunque el mío precisamente no lo es. Pero ya me Iría al paraíso. Vara: ¿Cómo es para ti el paraíso? Cristina Ocaña: Mmm pues supongo que me imagino el paraíso bíblico como todo el mundo, pero no sé si sería ese para mí. Vara: ¿Con ángeles te refieres? ¿Cuándo escribes, hablas de infiernos o de paraísos? Cristina Ocaña: No, sin ángeles. Y si, hablo de infiernos y de paraísos. Vara: Prefieres demonios entonces? Cristina Ocaña: Bueno no es que los prefiera, pero me siento más identificada con ellos, o con ese estado mental... Vara: ¿ En qué sentido? ¿Emocional? ¿Sexual? Cristina Ocaña: Supongo que emocional Vara: Tus escritos, ¿se basan en la propia experiencia o es pura ficción?aunque la respuesta ya la imagino, ¿Dirías que el no amor es una buena fuente de inspiración? ¿Puedes escribir cuando eres feliz?¿ O más bien lo haces en momentos de crisis personal? ¿Crees que escribir es terapéutico para ti?

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Cristina Ocaña: A ver vamos a contestar… Si casi todos mis escritos se basan en la experiencia algunos soy yo en mi pura esencia. Otros cojo imágenes de lo que he vivido y escribo ese relato. El no amor es mi causa más profunda. Lo suelo suplir con el cariño que me dan mis amigos. Y si, a veces o casi siempre escribo como terapia, aunque tengo muchas ideas en mi cabeza que no escribo. Supongo que cuando me encuentre a mi misma saldrá todo de golpe. Vara: ¿Qué esperas de la escritura? Cristina Ocaña: Es algo que me gusta. Vara: ¿Qué temáticas te motivan más? Cristina Ocaña: Pues lo mío son sentimientos, no sé si entro en alguna categoría de escritura, me gusta lo erótico eso está claro si me lees encuentras una sensualidad que se desborda a veces. Me gusta la poesía también, leo muchas novelas, algo de ensayo... El misterio me encanta, algo de terror también pero poco, si escribiera mis pesadillas Stephen King se moriría jaja Vara: ¿Cuáles dirías que son tus influencias? Cristina Ocaña: Buena pregunta... He leído mucho de pequeña, de joven y de mayor y a la escritora que más he leído ha sido Isabel Allende. Luego llegó la Universidad y con las Humanidades la filosofía, los mitos, el arte y la literatura algo cambió. Vara: ¿El qué? Cristina Ocaña: Pues a la hora de escribir relacionaba mitos, poesía, filosofía con lo que me pasaba en la vida. Vara: ¿Qué esperas del lector/-a? Cristina Ocaña: Que disfrute, que se apasione, que me conozca y me dé una oportunidad.

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Vara: ¿Tienes algún proyecto en mente? Cristina Ocaña: Lo tenía, lo aparqué, debería volver, llevo tiempo sin escribir, sólo pienso en historias que tengo en mi cabeza pero no las plasmó en papel. Vara: ¿De qué va la historia? Cristina Ocaña: De la visión que tengo de la vida en cuanto a los hombres que han pasado por ella, sobre todo el sentimiento que me han arrancado. Vara: ¿Qué sentimiento te han arrancado? Cristina Ocaña: Cada hombre uno diferente supongo Vara: ¿Es buena la soledad para el escritor? Cristina Ocaña: Si creo que es buena la soledad, es una gran terapia. Vara: En breve editan una antología tuya en una editorial underground y digital. ¿Crees qué sirven para algo este tipo de plataformas creativas? Cristina Ocaña: Si, creo en estas plataformas, es una buena manera de que lectores conozcan a gente como yo que está empezando. Vara: Gracias Cristina Ocaña: Gracias a ti.

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Todos los textos de Cristina Ocaña Neurótika Books Septiembre 2015

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