“César Dávila. Distante presencia del olvido". Homenaje 100 años

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[22] desde antes. Aquí vio la luz en el papel En un lugar no identificado (1962), publicado por los Talleres Gráficos de la Universidad de Los Andes, bajo el auspicio del Departamento de Extensión Cultural. En sus páginas se esconde el tiempo detenido. Hermetismo y esoterismo vibrante andan por sus poemas dejando un diálogo aún intacto. Los dioses de los hombres han encontrado una manera pura para el diálogo: la poesía, y Dávila Andrade hiló en ese secreto el diálogo no solo con los dioses olvidados, sino con los misterios que esos dioses sembraron en la tierra. El Poema debe ser extraviado totalmente en el centro del juego, como la convulsión de una cacería en el fondo de una víscera. Y, reír de sí mismo con el costillar del ventisquero. (En un lugar no identificado. “Poesía quemada”, 1962)

Durante muchos años la voz del poeta ha estado aquí. Venida de otros tiempos se hizo mediodía en las páginas escondidas de esta ciudad. Y sigue ahí, intacta, secreta, dura, lejana, susurrando aún el canto antiguo y puro de una poesía que desentraña la piel de las palabras. Aquí, en esta ciudad, está su alma en medio de una batalla. Aquí el silencio: un lugar íntimo de una parte de su poesía. En ella la sombra, el origen de un verbo aciago y de otro venido del confín de los Mayores o de la cabellera de la Salvaje Madre. El poeta los saca de su vago cofre para volverlos presente en esta conmemoración centenaria de su nacimiento. El centenario es ya una luz que vuelve a encenderse desde lo oscuro de cada día. Al recordarlo volvemos sobre las letras, los sonidos, el silencio, la vibración misteriosa de sus poemas, el esqueleto verdadero de sus páginas y de ese hilo que nos conduce a otros sonidos, a otros misterios, a otros insondables laberintos que


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