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Roderick Emilio Contento-Quituisaca

Nació en Quito-Ecuador el 19 de junio 2014. Desde los primeros años recibó estimulación musical en el Conservatorio de Música Franz Liszt hasta el año 2017. En el año 2018 comenzó su formación artística en la Escuela de Exploradores de Danza y el Centro de Promoción de la Casa de la Cultura Ecuatoriana hasta el año 2020. En el año 2021 recibió clases particulares de pintura e ilustración. Desde el año 2022 ingresó a la Escuela Integral de Formación Artística (EIFA). Ha participado en exposiciones plásticas, presentaciones de danza y teatro musical en diferentes escenarios.

Los peces mágicos

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Hace muchos años atrás en una cascada cerca del campo, se divertían algunos peces de colores. Un día común y corriente aparecieron unos señores destructores de la naturaleza: botaron basura, talaron árboles, desviaron los esteros. Estaban dañando su hábitat.

De repente apareció un hada con cuatro alas, un hongo que adornaba su cabeza y entre sus manos una flor con poderes mágicos. El hada, al darse cuenta de la destrucción del lugar y del peligro de los peces, les dio el poder de respirar en la tierra y valentía para sacarles del lugar a los señores.

El hada se aseguró de que los peces tuvieran mucha fuerza, entonces les nombró guardianes permanentes de la cascada. Desde ese día, todos vivieron felices y en paz.

La verdad de mi país

En este mi país yo tengo mi raíz de la cual mi parroquia es la matriz donde cosecho bastante maíz.

Quisiera tener un criadero de lombriz para vender abono en mi país para así no emigrar y vivir muy feliz.

Aquí en nuestro país debemos cultivar maíz, para no ir a sufrir en otro país, y no vivir escondido como una lombriz.

Quisiera convertirme en una perdiz para volar hasta París, y formar allí una raíz.

Alicia en el país de las pesadillas

Era un día de verano, el sol alumbraba todo el pueblo donde vivía Alicia, los pájaros cantaban en el jardín donde se encontraba ella y sus amigos. De repente, apareció el conejo blanco. Alicia pensó y se dijo así misma: ¿será que el conejo me quiere decir algo sobre el país de las maravillas? Corrió hacia él y cuando lo alcanzó el conejo le dijo a Alicia: “ven, corre, está sucediendo una tragedia en mi madriguera”.

Primero entró el conejo y cuando ella quiso ingresar apareció una mano gigante que lo ahorcaba y sus últimas palabras fueron: encuentra, encuentraaaaalaaa. El conejo murió. Alicia se puso a llorar y pensó en vengarse. Cuando dejó de llorar, vio que en el tronco de un árbol estaba un viejo reloj, una pulsera con un ojo de cristal y un hacha afilada; entonces tomó esa herramienta y la clavó en la mano gigante. Esa mano era de la reina de corazones, la que murió en ese instante porque el hacha cortó sus venas.

Alicia, vio que todo a su alrededor estaba lleno de sangre. Sus amigos habían muerto excepto el sombrerero loco, el gato de Cheshire y la reina blanca que estaban en shock porque vieron morir a los demás. No podían hablar. Después de un rato murieron de un infarto de corazón. Alicia dijo: de repente la vida ya no tiene sentido. Entonces, se sacó los ojos con un cuchillo y se lanzó al lago.

El reloj seguía dando la hora, sonaba con un ruido espantoso y en el ojo de cristal de la pulsera tenía una mancha rojiza. El conejo no pudo decirle a Alicia que la pulsera era un amuleto del tiempo. Así que los espíritus de Alicia y sus amigos hasta el día de hoy esperan que alguien recupere la pulsera para que todo vuelva a la normalidad.

Cristales curativos

Aveces, mi mamá no pasaba conmigo sus días de descanso y me decía que tenía brigadas de trabajo. Yo tenía tres años. Cuando llegaba a casa siempre me traía cuencos, bolichas transparentes y otro tipo de cosas; incluso una noche trajo una bola de cristal y me decía que era para ver el futuro; sin embargo, me dijo que no podíamos usar para eso, porque se perdería la magia de vivir y experimentar muchas cosas. Todo eso era un poco sospechoso y una tarde le pregunté:

–Mami, ¿tú vendes cristales? Me dio un gran abrazo y me dijo que no.

Una tarde me percaté que los cristales de mi habitación cambiaban de color. Se ponían de color azul cuando estaba triste, se volvían rojos cuando estaba enojado, cuando tenía miedo se ponían de color morado, cuando tenía asco de algunos olores se ponían verdes, cuando estaba con estrés o preocupado se ponían negros, y la mayoría de veces estaban de color amarillo, justo era cuando estaba feliz.

En cambio, las bolichas estaban en distintos lugares de la casa como ojitos vigilantes, mi mamá los dejaba para que no me diera miedo la oscuridad y además eran curativas como los cristales, porque cuando tenía un dolor fuerte en alguna parte de mi cuerpo, mi mamá o mis abuelitos me daban un beso en la frente, un abrazo, me ponían un cristal morado y una bolicha y el dolor se acababa muy rápido.

A los seis años, mi mamá me llevó a una de sus brigadas, ahí me percaté que los cristales y bolichas curativas se formaban de la tinta que le sobraba en el esfero con las que ella escribía las recetas a sus pacientes, más aún cuando les daba instrucciones para que no tuvieran miedo a nada.

Cuando cumplí siete años dejé de prestarle atención a las bolichas vigilantes y al cambio de colores de los cristales porque nació mi hermana y desde ese díacuando me voy a la escuela le dejo a ella todos esos recuerdos para que le protejan.

Los fénix y el mundo actual

Algunas personas piensan que los fénix ya no existimos y que solo fuimos seres mitológicos; mientras otros dicen que vivimos detrás de las montañas o estamos en las cavernas formadas por las cascadas.

Aún estamos en esta era. Muchas veces tenemos miedo de los humanos y otros animales de la tierra. Un día, cuando fuimos detrás de la cascada a buscar comida, tres cazadores nos tiraron piedras, lanzas, hachas, cuchillos y con un rifle nos encendieron en llamas, Nos gritaban “monstruos feos, bestias horribles, mueran, mueraaan”. Nos culpan de incendiar los bosques.

En otra ocasión, las águilas y los cóndores nos persiguieron para desplumarnos. Creen que les dañamos sus nidos y les quitamos sus alimentos.

Ellos no saben que muchas veces morimos de sed y hambre, el agua de los arroyos nos causaheridas. Está demasiado contaminada; al igual que todos los frutos del bosque están con una envoltura de esmog.

Tampoco entienden que somos inmortales, volvemos a nacer de las cenizas y es difícil llegar nuevamente a un mundo más caótico donde no podemos entrar ni al supermercado para comprar comida ni jugar con los niños porque los terminamos quemando sin poder evitarlo.

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