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BAD BUNNY
BAD BUNNY BAD BUNNY Bad Bunny ha logrado la proeza de instalarse en la cúspide del firmamento sin tener que renunciar a su lengua.
BAD BUNNY Para muchos, se trata de uno de los más grandes artistas latinoamericanos de la historia, para otros, una figura de talentos discretos cuya popularidad es resultado del sensacionalismo y la mercadotecnia. BAD BUNNY BAD INVIERNO 2022 / VAIL EN ESPAÑOL MAGAZINE 56 EL FENÓMENO CONTEMPORÁNEO BAD BUNNY
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BAD BUNNY FOTOS: GROSBY GROUP BAD BUNNY BAD 57 VAIL EN ESPAÑOL MAGAZINE / INVIERNO 2022 EL FENÓMENO CONTEMPORÁNEO
Por John William archbold BAD BUNNY

Sea cual sea la opinión, vale la pena preguntarse: ¿Qué está detrás del impacto que ha logrado el que sin duda será considerado en el futuro uno de los íconos de esta década? En pocos años de carrera musical, el cantante puertorriqueño Bad Bunny se ha convertido en mucho más que un ícono. Sus apuestas estéticas e ideológicas le han merecido un rígido posicionamiento en la cultura popular a nivel mundial. Sin importar si se trata de sus más fervientes escuchas o aquellos que no distinguen de sus temas algo distinto al ruido, el convertirse en el primer cantante de habla no inglesa en ganar el premio VMA de MTV al artista del año es un hecho histórico, y probablemente no será igualado durante algún tiempo. ¿Cómo ha llegado Bad Bunny a límites que ningún otro artista latinoamericano se ha planteado? Especialmente cuando la realidad es que, a pesar de la absoluta hegemonía del reggaetón y el trap en la industria musical, como muchos entendidos del tema aseguran, no se trata de uno de los artistas más virtuosos vocalmente hablando. Resulta más fácil entenderlo cuando re
UNA ESTRELLA QUE BRILLA EN SU PROPIO IDIOMA.
cordamos las palabras del sociólogo Stuart Hall, cuando dice que en lo que a la cultura de masas se refiere, el impacto del arte, más allá de sus cualidades estéticas, se cifra en lo que el público está en disposición de recibir. Bad Bunny es un producto de una época de cuestionamientos, y su propuesta ha sabido apegarse hábilmente a todas las demandas de la posmodernidad. Después de que occidente estuviera sumido en siglos de represión a la sexualidad y expresiones alternativas, la década de los sesentas y setentas plantearon un nuevo paradigma: dieron paso a lo contestatario y a la inquietud por la libertad. Este desarrollo se vio entorpecido por la aparición de la pandemia del VIH a principios de los ochenta, y la humanidad no volvería a aquel rumbo hasta la llegada del milenio. El género urbano en la música anglo dio continuidad a aquellos planteamientos desde los suburbios, en la década de los noventa, pero fue en los 2000 cuando estas semillas germinan en Latinoamérica, y lo hacen de la mano del reggaetón. Esta expresión abierta de la sexualidad y exaltación de valores que siempre fueron marginados echó raíces profundas y ha logrado afianzarse a lo largo de 20 años.
Aunque René de Calle 13 fue el primer reggaetonero en apoyar públicamente a la comunidad LGBT, sus maneras no se aproximaron a las de Bad Bunny: desde hacer drag hasta besarse con un hombre han sido sus apuestas por la aceptación de la diversidad, y sin temor alguno de que su sexualidad se vea cuestionada. Esto ha hecho que los colectivos de esta comunidad empiecen a verlo como un aliado, algo que nunca se esperó de otras figuras de su rango.
Benito Martínez nació en 1994,
la mayor parte de su vida ha transcurrido dentro de este siglo, así que lleva consigo menos prevenciones que sus antecesores, quienes desde el trono del reggaetón fueron incapaces de mirar de frente manifestaciones estructurales que estaban teniendo lugar en la sociedad: La nueva ola del feminismo y la
Bad Bunny tiene una trayectoria de contrastes. De su popularidad emergente en Soundcloud pasó a ser el artista más reproducido en Spotify a nivel global. Para la tan americana revista Time, no es problema reconocer que se trata de una de las personas más influyentes del mundo, y eso lo ha dejado claro al tomar partido en polémicas sociales y políticas de las que otros artistas prefieren huir.
necesidad cada vez más urgente de reconocer la igualdad de la comunidad LGBT. Estos han sido temas a los que este artista se ha volcado sin temor alguno, y con ello ha conquistado contingentes de seguidores que a cualquiera de sus colegas le habrían sido esquivos. Sin importar si sus motivaciones son sinceras o estratégicas, “el conejo malo” ha logrado darle una substancia mucho más profunda al género.

Bad Bunny, como tantos otros fenómenos cultura-
les, en lugar de ser rechazado o bendecido, merece ser analizado a profundidad. Lo que muchos ven en él no es tan importante como lo que su popularidad es capaz de decirnos sobre nosotros mismos.