6 Sept_Dokkum- Leeuwarden (día 5) El último día lo empecé con muchísimo miedo. En la salida sólo estaba concentrada en intentar meterme en el tren de mi grupo; tanto es así que a los 100 metros en el primer puente luchando con la de al lado por mantener la posición, me despisté. Me agaché demasiado tarde y me di un golpe en la cabeza que me hizo caer de espaldas en la tabla (risas, ¡pero menudo golpe!). Con la misma idea de no perder posiciones, me levanté inmediatamente, mareadísima y con un dolor muy agudo. Solté la pala, eché la mano a la cabeza, toqué la gorra, vi que estaba todo en orden y continué remando. El dolor de cabeza me acompañó todo el camino, pero sinceramente, el del brazo era bastante peor. Así trascurrieron los kilómetros de la última etapa con unas ganas tremendas de acabar. Cruzar ese día la meta fue algo indescriptible, sólo los que acaban saben de qué hablo. La emoción es enorme, todo el mundo se felicita, ya que es una experiencia de las que hay que vivir. Lo más gracioso es que cuando me acerqué a tierra, todo el mundo me miraba raro y me preguntaban si me encontraba bien…¡cómo no iba a estar bien! El caso es que mi gorra estaba completamente bañada en sangre. Me abrí la cabeza en la salida y no me di cuenta hasta llegar a la meta. Es sólo una anécdota más, pero que demuestra que el dolor, sólo duele, y que el que quiere, ¡siempre puede! En resumen, 220km con un recorrido verdaderamente espectacular, en unas condiciones durísimas pero que valió mucho la pena. Me vine con un segundo puesto en la primera etapa y un cuarto puesto en la clasificación general, así que muy contenta. Una prueba de superación total. Pero de Holanda, sobre todo, me llevo un gran recuerdo de la gente, de la confraternización, del compartir sufrimiento pero también risas y muy buenos momentos. Una experiencia inolvidable que, sin duda, recomiendo a todo el mundo. No me quiero despedir sin agradecer el apoyo de Ondawetsuits, Waira Sup y Starboard Spain.
M.Abruñedo
M.Dijksman