se convierte en una pirámide humana. Desde niño le gustaron los zancos y los malabares y, gracias a sus habilidades, llegó hasta una escuela circense de París donde perfeccionó su técnica. “Estate quieto” fue el nombre con el que bautizaron su espectáculo con la finalidad de que los más pequeños se mantengan en movimiento y coman de manera saludable. Entre aspas de molino, paradas de pies sobre los hombros y otras acrobacias, los niños de Barrios Altos ríen a carcajadas al ver la función. Aplauden, se asombran y participan con voz propia en esa pequeña tarima de combi teatral. Tanto padres como
niños se dejan llevar por la magia del arte de forma gratuita. “Ellos son nuestra motivación para cada espectáculo. Nuestro objetivo es ver que ese público de la calle sonría y aplauda. Eso es lo más rico”, dice Tania. Circo Andante solo se presente en eventos. Empezó en el año 2011 bajo la necesidad de crear un espectáculo de calidad para los espacios urbanos de Lima. Helder y Tania no tenían ganas de mover una gran estructura o instalar una carpa todos los días, mucho menos cobrar por la entrada. “Queríamos algo que pudiéramos llevar a cualquier espacio”, cuenta Tania. Entonces optaron por una vieja combi
Volkswagen de 1969 de propiedad de Helder, un fanático de los autos antiguos. Al principio era una especie de camper donde viajaban y dormían “cama adentro”. Ahora, esta combi está diseñada como camerino y escenario. Solo faltan minutos para que acabe el show. Tania se encuentra en la cima de la combi. En un abrir y cerrar de ojos se deja llevar por la confianza que le profesa a su novio y salta sobre los hombros de Helder. Las sonrisas de los pequeños se hacen eternas y el asombro de los más grandes es acompañado por fuertes aplausos. Después de una hora las cortinas de color rojo granate se cierran lentamente para volverlas a abrir en algún rincón de la ciudad .