Un mundo surrealista

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En otras palabras, lo que nos molestó fue la chapuza improvisada que vimos, el insulto a la inteligencia de los espectadores, el intento por hacernos creer que las tetas de Tete ya no estaban ahí o que el pequeño currito aun seguía siendo un tierno infante y no un pre-adolescente de hormonas revueltas. Pero la idea del sueño como explicación final de la serie era tremendamente sugerente, tanto, que ya se había especulado con que Lost podría haber tenido un final similar, y otros rumores infundados continúan difundiendo la leyenda urbana del final alternativo de Doraemon en el que todo es un sueño de un pobre y tetrapléjico Nobita. Y es que los sueños y la teleficción tienen mucho en común, tanto, que algunos, como mi padre, prefieren quedarse dormidos en mitad de la trama de algún capitulo para soñar con su propio final (seguro que en muchos casos mejor que el original). En la ficción televisiva los sueños suelen ser una vía de escape para relajar la tensión, o una puerta de conocimiento para el personaje que sueña, quien suele acabar teniendo una revelación catártica que le hace entender lo que le venía preocupando, o tener visiones proféticas del futuro, como le ocurre a Patricia Arquette en Medium o a Desmond Hume en Lost. Pero cuando la no-lógica del mundo de los sueños, tan explotada por los surrealistas, se aplica directamente a la estructura narrativa de la serie, como en Twin peaks, y no al contexto del sueño, el resultado es todavía mucho más interesante, y suele adoptar cualquiera de estas dos posibilidades antagónicas: humor o terror.

Como ejemplo del primer caso tenemos a Hora de Aventuras, serie animada alocada donde las haya con muchas referencias surrealistas. Situado en el lejano y mágico reino de Ooo, la serie nos cuenta las aventuras y desventuras del descerebrado y divertido Finn el humano, con su inseparable amigo Jake el Perro, cuya principal habilidad es la posibilidad de transformarse en cualquier forma que imagine, como en un sueño o un cuadro daliniano, donde las cosas no son lo que son, sino lo que parecen. En el reino de Ooo, como en los sueños, todo es posible, es un mundo de libertad absoluta, no regido por reglas físicas ni morales, una puerta abierta a la locura. Otra serie donde todo es posible pero que más que un sueño parece una auténtica pesadilla es American Horror Story. Cada temporada de esta serie nos plantea una historia diferente e independiente, aunque los actores sean los mismos con diferentes roles. Lo mismo ocurre en los sueños, donde tu madre puede aparecerse como presidenta de España, y un minuto después ser presentadora del telediario. Cada capítulo de American Horror Story es una oda a lo imposible, a la locura absoluta de lo que nadie puede predecir, una constante pesadilla de sadismo inimaginable que no deja de sorprendernos (positivamente) porque se puede emitir en televisión. Fantasmas, ovnis, magia negra…cualquier fenómeno paranormal cabe en American Horror Story, y no solo temáticamente, como podría ser en Expediente X, sino como parte fundamental de la trama, alterando el propio sistema narrativo de la serie y cambiando de tercio cuando le viene en gana, igual que en un sueño.


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