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Vigas, el maestro del arte de la emoción
from UN050823
Ver Nica Abreu Roa
Caracas. Cuando se habla de arte o se habla con un artista, un tema obligado es cuál es su técnica. Para Oswaldo Vigas, uno de los grandes baluartes del arte nacional, “la técnica es una cosa que se consigue, se deja y se cambia también”, dijo en una entrevista en 2013.
Ayer estaría cumpliendo 100 años el artista que creó obras, con muy diversas técnicas, convencido de que “lo que se dice es lo importante. Si no tienes nada que decir, entonces busca una técnica, la expones y vives de eso”.
Vigas, nacido en la ciudad de Valencia, fue descendiente de Arturo Michelena por su lado paterno. De ahí, quizás, venga la vena artística que cultivó desde sus 18 años cuando se mudó a Guacara, donde comenzó a pintar y donde, a penas un año más tarde, sacó a la luz su primer trabajo importante conocido: la ilustración del Libro de Poesía
Más tarde se trasladó a Mérida. Allí compartió su pasión por el arte con sus estudios de medicina en la Universidad de Los Andes, los cuales culminó en 1949 en la UCV, en Caracas; aunque nunca llegó a ejercer la carrera.
Las brujas
La obra que hizo merecedor a Vigas del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1952 fue La Gran Bruja, inspirada en la cultura wayúu, que marcó su identidad y demostró su lenguaje único, que, como generalmente ocurre cuando se rompen esquemas, produjo impacto por ser diferente a las tendencias pictóricas que reinaban en el país. Cargada de simbología y ancestralidad, están inspiradas en los petroglifos de Vigirima y las estatuillas precolombinas que conoció desde su niñez.
Siempre creaba. En simultáneo a sus estudios, Vigas realizaba obras en las cuales la figura humana era la motivación, vista como lo primigenio. De allí brotó una vasta producción artística que se fundió por su gusto por lo ancestral.
Ese trabajo fue merecedor del primer premio en el Primer Salón de Pintura realizado en el Ateneo de Mérida, el cual marcó el cierre de una década que dejó vislumbrar el talento de este artista naciente y creciente, así como el inicio de nuevas formas de expresarse al descubrir la cerámica precolombina y al adquirir su trazo una agresividad que comenzó a caracterizar su obra.
En 1952, recibió el Premio Arturo Michelena (que le otorgarían luego en 1960 y 1964) y el Premio Nacional de Artes Plásticas. Luego de haberse codeado con Manuel Cabré, Martín Durban, Pedro Ángel González, Rafael Ramón González y Rafael Monasterios, por nombrar algunos, se mudó a París, donde se hizo partícipe del movimiento artístico de la época, al tiempo que cursó estudios de Historia del Arte en La Sorbona.
Su inspiración siempre provino de su sensibilidad por las cosas más sencillas: una buena conversación, escuchar música, leer o cocinar. “Cuando uno es un sentimental como yo lo soy, prefiero no insistir mucho en los recuerdos, pero me da placer también llorar, no solamente reír”.
Aunque en 2005 sufrió un ACV, no dejó de crear. Fue pintor, muralista y escultor. Falleció el 22 de abril de 2014 a los 90 años de edad. ●
Alexánder Torres Iriarte
REFERENCIAS Expectativas
Si bien Guayana, inicialmente, se sumó al grito de edificar un gobierno autónomo, los misioneros Capuchinos Catalanes pulsarían por lo contrario. La Junta que imitó a la nacida el 19 de abril de 1810 rápidamente fue disuelta y sus miembros reducidos al martirio. Desde entonces, Guayana se transformaría en la trinchera por excelencia de los realistas con el firme propósito de impedir la toma del Padre Río por el bando independentista. No obstante, esta situación de franca desventaja para los amantes de la libertad duraría sólo siete años.
La Campaña de Guayana fue la operación militar de liberación de los territorios al sur del Orinoco.
El general Manuel Piar visualizó el control del territorio guayanés para el renacimiento de la República, dada la enorme cantidad de recursos que él mismo podía proveer por las ventajas en la comunicación por vía fluvial y por la protección que significaba la barrera natural del Orinoco contra los ataques del ejército realista.
Ahora Bolívar, en la Guayana redimida, se ponía al frente del mando político y militar de Venezuela, y decretaba, el 6 de enero de 1817, con mucho rigor, el bloqueo sobre los puertos de Guayana, Cumaná, La Guaira y Puerto Cabello; medida conocida por las naciones neutrales del conflicto, entre las cuales se encontraba
Estados Unidos.
Fue en este contexto de liberación para Venezuela y de incipiente injerencismo norteño que las goletas estadounidenses llamadas Tigre y Libertad fueron capturadas por la flota republicana comandada por el almirante Luis Brion, cuando estos barcos pretendían burlar el bloqueo del Orinoco; bloqueo que buscaba evitar el abastecimiento de los españoles sitiados en Angostura y en los Castillos de Guayana La Vieja. Una vez inspeccionadas las naves, los patriotas descubrieron armas, municiones y víveres que iban rumbo al bando español. Tigre y Libertad habían sido contratadas por el gobernador español de Guayana Lorenzo Fitzgerald. Como reacción a la captura de las naves, los dueños de las goletas se dieron a la tarea de mal poner en la prensa estadounidense la legítima defensa del bando independentista, lo que trajo como consecuencia la determinación del gobierno norteño de remitir a un agente comercial para Venezuela, con el fin de exigir el reintegro de los barcos y la indemnización de sus propietarios.
Fue en este marco que el 12 de julio de 1818 llegaba a Santo Tomás de Angostura (hoy Ciudad Bolívar) el agente diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine.
Irvine, por instrucciones del secretario de Estado John Quincy Adams, una vez en Venezuela debía exteriorizar la simpatía de su país hacia las nuevas repúblicas suramericanas; también debía protestar por los dos barcos apresados por las fuerzas patriotas en el Orinoco, y por último, debía “aclarar” el rumbo que tomarían las relaciones entre su nación y Venezuela.
El Libertador acogió a Irvine con grandes esperanzas, como estadista sabía de los cambios que ocurrían en Europa. También sopesaba las nuevas alianzas imperiales y miraba con detenimiento las diferencias hispanoestadounidenses en las Floridas, diferencias que podía sumar al rompimiento con España.
Su mirada estratégica buscaba socios fuertes, tanto para la adquisición de armamento y provisiones para el conflicto, hasta para el reconocimiento diplomático internacional de las repúblicas que luchaban contra el colonialismo. Las cosas no serían de ese modo.
Lil Rodríguez
LACOTALIL Dos para Iván
La primera vez lo vimos en televisión, en el programa Así es mi tierra de Luis Brito Arocha, un margariteño echao pa’lante en esto de resaltar los valores de la música del país donde fuera y como fuera.
Quien escribe quedó paralizada al escuchar El Sapo. Nunca lo había escuchado y en ese momento me di cuenta de que también había dos tipos de música venezolana: la visibilizada por el mercado y el gobierno de turno, y la invisibilizada, correspondiente al pueblo de adentro.
Esa presentación de Serenata Guayanesa marcó mi posterior devenir. En ese tiempo yo no estaba en la música sino en la lucha activa (espero que se me entienda). Era 1972.
Lo que esta escribiente sintió lo sintió también, en 1974, uno de los más grandes rockeros que ha tenido Venezuela: El Cappy Donzella. Así me lo contó: “se me jodió la batería del carro y no tenía cómo arreglar eso en ese momento, así que salí y tomé un taxi para que me llevara a Radio Capital”.
El gran fundador de las experiencias psicotomiméticas y psicodelia prosiguió: El taxista tenía puesta a YVKE Mundial y salió al aire: “yo soy el punto cubano, con Celina y Reutilio, y aquella musicalidad y letra me impresionaron, pero luego anunciaron a Serenata Guayanesa con El Sapo. Hermana: quedé paralizado. Jamás había escuchado algo así. Y me di cuenta de que el rock era algo de mis venas hacia afuera, pero ese ‘Sapo’ me estremecía hacia adentro. Llegue a la radio y le dije al presidente de Capital, Pepe Lebrón: hoy he descubierto mi camino. No hago más rock”. Y como estaba casado con su país, el Cappy fue leal a música e ideología. He perdido la cuenta de mis conversaciones con quien cumplió 80 años de utilidad musical patria y a quien mañana festejaremos en La Casona, aunque él no quiera ir. ¡Feliz cumpleaños, Iván Pérez Rossi! ● @lildelvalle