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7-4-2020 Olga Orozco Mujer en su ventana
vendrá mi madre a arroparme, mujer de humo, con los ojos tiritando de suerte, y en cada sueño mis apellidos dolerán como un cartel de bienvenida a un hogar diferente. Sobre mi cabello, rubio como el de mi madre, la corona que me ciño como hija primogénita de Dinamarca. Me llamaré Vacía, en honor a mis muertos; miraré cómo retozan de acrílico las palmas de mis manos, sangrará mi lengua a disposici6n de mis muertos. Gritaré quinientas veces el nombre de mi madre para quien quiera escucharlo, y escribiré que bendigo este medio corazón en huelga mío, pues no olvido: nací para llorar la muerte de otros.
Para oir el poema, pulsar aquí Elena Medel
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Martes, 7 de abril de 2020
Olga Orozco: Mujer en su ventana
Henri Toulouse-Lautrec (1864 - 1901) La imagen de una mujer mirando por una ventana tiene una larga tradición en la pintura. Tiene una larga tradición porque es una metáfora de la historia de muchas mujeres (quizás todas) . ¿Qué mira? ¿Qué sueña? ¿Con qué fantasea? ...Misterio. Nunca hemos sabido (y menos los hombres) "qué ríos puestos de pié" vislumbraba la fantasía de las mujeres mientras callaban. Su silencio era su último reducto de libertad. Desde dentro de la casa, la mujer ha visto transcurrir la vida fuera: un lugar prohibido para ella. Olga Orozco era una poeta argentina (19201999) menos conocida de lo que se merecería.
Mujer en su ventana
Ella está sumergida en su ventana contemplando las brasas del anochecer, posible todavía. Todo fue consumado en su destino, definitivamente
inalterable desde ahora como el mar en un cuadro, y sin embargo el cielo continúa pasando con sus angelicales procesiones. Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste; allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos, como si nada, y alguien en cualquier parte levantará su casa sobre el polvo y el humo de otra casa. Inhóspito este mundo. Áspero este lugar de nunca más. Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la noche. -¿O acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo? Pero nadie lo ha visto, nadie sabe, ni el que va creyendo que de los lazos rotos nacen preciosas alas, los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura, aunque cada pisada clausure con un sello todos los paraísos prometidos. Ella oyó en cada paso la condena. Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en su ventana, la simple arquitectura de la sombra asilada en su piel, como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio, un adiós, hubieran sido el verdadero límite, el abismo final entre una mujer y un hombre.
Olga Orozco
Para oir el poema, pulsar aquí
Lunes, 6 de abril de 2020 Soledad Álvarez: Clase de religión

¡Qué fuerza! La de esta mujer dominicana, cubana de adopción, imprecando a un Dios ajeno e insensible al sufrimiento y a la