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18-3-2020 Alejandro Robino Instrucciones para capear el mal tiempo

la Vía Láctea y los ruyseñores conplidos. Os dejo las autopistas que exhalan el verano en la hora despoblada de la siesta, el Cántico espiritual, los goles de Pelé, la catedral de Chartres y los trigos ojivales, los aleluya de oro de los Uffizi, el Taj Mahal temblando en un estanque, los autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa con racimos de negros y animales felices. Todo para vosotros, hijos míos. Suerte de haber tenido un padre rico.

Miguel d'Ors (1946 - ) .

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de Curso Superior de Ignorancia, 1987

Miércoles, 18 de marzo de 2020 Alejandro Robino: Instrucciones para capear el mal tiempo

He decidido regalaros un poema cada día. Para empezar uno que aconseja como afrontar una catástrofe inesperada. En su caso, el triunfo de Macri en las elecciones presidenciales en Argentina; en el nuestro, la pandemia del coronavirus.

Instrucciones para capear el mal tiempo

En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no siga las reglas que el huracán querrá imponerle. Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo. Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura. No deje que la estupidez se imponga. Defiéndase. A la estética, ética. Esté siempre atento. No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su propia

tristeza. Ríase estentóreamente. Mófese: la derecha está mal cogida. Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la tormenta pase. Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos eficaces. Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias. Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba. Tírele con lo que tenga, pero nunca solo. Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de una tarde. Recuerde que los artistas serán siempre nuestros. Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los acompaña. Todo va a estar bien si me hace caso. Sobreviviremos nuevamente, estamos curtidos. Cuidemos a los pibes que querrán podarlos. Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos amabilidades. Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino tinto y la guitarra. Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia diaria. Ser piadosos con los amigos. No confundir a los ingenuos con los traidores. Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan con las ilusiones forreadas. Aquí nadie sobra. Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir religiosamente todos los días, todas las tardes, todas las noches. Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona. En eso, no habrá tregua para nadie. La poesía les duele a estos hijos de puta.

Alejandro Robino

FIN

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