2 minute read

18-4-2020 Vicente Gaos Testamento

Pablo García Baena (1923-2018)

de Antiguo muchacho, 1950

Advertisement

Para oir el poema en la voz de su autor, pulsar aquí

Sábado, 18 de abril de 2020

Vicente Gaos: Testamento

El poema expresa la derrota de una vida.

Testamento

Vicente Gaos (1919-1980), miembro de una saga familiar republicana (catorce hermanos) asentada en Valencia en torno al notario José Gaos, y que marchó al exilio mejicano en 1939. Entre sus hermanos destacan el filósofo José Gaos, que fue rector de la Universidad Complutense y la actriz Lola Gaos.

Murió en 1980 y (¡qué paradoja!) le dieron el Premio Nacional de Poesía en 1981

Yo, Vicente Gaos, natural de la nada, de mil siglos de edad, de estado civil solitario, inestable, domiciliado, refugiado en un rincón del cosmos, de profesión náufrago en la sombra, sin documento nacional de identidad, sin títulos, condecoraciones ni diplomas de clase alguna, sin señal particular visible en el pecho ni en ninguna otra parte del cuerpo, sin más cicatriz que una necrosis de miocardio, una vieja herida que me produje yo mismo, quiero decir, que me causaron siglos de sufrimiento, de amor oculto, de ternura encubierta por un falso orgullo, el de no sentir envidia de nada y de nadie, el de haber creído que siempre había tiempo de sobra, el de alegrarme seriamente del bien ajeno, el de no autocompadecerme jamás, el de llorar hacia dentro por el daño hecho al prójimo, el orgullo o la confusión de haberme figurado que era yo la víctima, siendo el verdugo,

136 de 174 ya que todos los hombres somos simultáneamente lo uno y lo otro, y no es fácil en este punto el discernimiento… Yo, Vicente Gaos (¿Vicente Gaos?), ahora, cuando empiezo a sentir ya en la boca el amargo gusto de la ceniza postrera, cuando recuerdo en medio de la tormenta final las postrimerías, porque he pecado, he pecado, y a pesar de ello ninguna de las cuatro me devuelve a la inocencia pueril, al amparo filial, a la remota fe cándida de no sé qué antaño, de no sé qué antesiglo… Yo, natural de la nada, habitante de la nada, destinado a la nada, anónimo, me acerco ya al encuentro del supremo Notario, del Decano universal –nihil prius fide–, y le hago entrega de este testamento ológrafo donde dispongo -si acaso no es cierto que quien dispone es Él y el hombre sólo propone.dispongo, suplico, que cuando mi añoso corazón, mi lastimado corazón haya dado ya su último latido, incineren piadosamente esta carne que gozó y sufrió, estos huesos que se estremecieron ya de júbilo, ya de horror, que me despojen de todo, de nada, pues siempre fui un despojado (es la verdad, no me autocompadezco), y que arrojen mis cenizas al viento, al agua, al espacio estelar, al vacío cósmico de donde vine, al cósmico vacío al que he de volver, espero volver sin retorno, pues nadie regresa de la última orilla. Y cerca ya del máximo consuelo, de la extrema esperanza, confío en que Nadie me amenace más con otra existencia. Y este es el testamento ilusorio que otorgo en plena posesión de mis facultades mentales, posesión de quien sólo posee dolor, ignorancia, muerte, y un corazón cuyo único deseo es el de cesar ya en su trémulo palpito, en su amoroso latido,

This article is from: