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6-5-2020 Josefa Parra Sentidos

de quienes ya eran hijos del oprobio. Solapan sus linajes con cosméticos, pero aun así no pueden encubrir esa abyecta condición de gregarios que sustenta su fe. Se llaman como sus gentes se llamaron, nombres trucados de homicidas, nombres hereditarios de secuaces de soldadescas y de clerecías. Son los mismos que siguen solazándose con las soflamas de los patriotas y empuñan de continuo estandartes y cruces con que emular a sus mayores, mientras avanza por las avenidas un cortejo triunfal de bienpensantes. Líbrate, compañero, de esas iglesias y esos mentecatos. José Manuel Caballero Bonald (1926- )

De Manual de infractores, 2005

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Miércoles, 6 de mayo de 2020

Josefa Parra: Sentidos

Pepa Parra, directora de actividades de la Fundación Caballero Bonald y subdirectora de la revista literaria Campo de Agramante (Jerez de la Frontera). La tradición cristiana ha convertido en pecaminosos los goces de los placeres corporales, sobre todo para la mujer. Aquí, a esto se le añadió el franquismo.

La poesía erótica española, escrita por mujeres, había sido muy tortuosa hasta que Ana Rossetti la liberó de culpas situándola en referentes culturales o místicos. Pepa Parra, otra poeta gaditana, ya no necesita subterfugios para proclamar la dicha y el goce de los sentidos.

Sentidos

I -Del tacto Acércate despacio a mis dominios; que tus dedos tanteen el espacio ciegamente, la oscuridad que envuelve mi cuerpo; que construyan un camino y lleguen hasta mí a través del velo espeso y taciturno de las sombras. Sálvame con la luz que hay en tus dedos si me tocan, conjura la desidia, enciéndeme o abrásame en el tacto esplendoroso y claro de tus manos. Como las mariposas de la noche, hacia la llama iré que tú convocas, que prefiero quemarme a estar a oscuras. II -Del olfato La vainilla; el espliego; el verdín; la canela. A veces un aroma delgado como de agua, como de nube o lluvia; a veces un violento perfume que recuerda la piel de una gacela, el sudor y la sangre de un animal en celo. Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego... III -De la visita Para tus ojos. Para tus ojos fieramente abiertos. Para tus ojos fijos. Para tus ojos con caudal de fiebre. Para tus ojos grandes. Una orquídea de carne voluptuosa para tus ojos ávidos con vocación de abejas. IV -Del gusto Hay sal sobre los labios. En la lengua, un resto de naufragios y sirenas, tal vez algas, y el gusto de los fondos espumosos y verdes del océano. El sexo siempre sabe a mar de invierno,

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