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15-6-2020 Eduardo Jordá Nada deben
No lo lloréis, junto a aquel leño oscuro brotaba un manantial honrado.
Juan Carlos Mestre (1957 - )
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De Antífona del otoño en el valle del Bierzo, 1985
Lunes, 15 de junio de 2020
Eduardo Jordá: Nada deben
Soy de la opinión de que la poesía anticipa la forma de pensar y de sentir que será hegemónica años después. Si las posiciones escépticas e irónicas de los años 80 y 90 anticipaban el triunfo del neoliberalismo más radical, la reacción de la nueva poesía ante la 2ª Guerra de Irak y ante el atentado del 11-M anticipa el cuestionamiento de ese mismo neoliberalismo y sus valores por parte de la mayoría social. A esta poesía del siglo XXI dedicaré la próxima semana. Para empezar el mallorquín Eduardo Jordá, novelista, autor de libros de viajes, traductor y poeta tardío. El poema parece un epitafio, que bien podría valer para nuestros padres "que no ensuciaron la historia" porque "la historia no se acordó de ellos". Serenidad y ternura con sus padres, seguridad en los valores de los suyos, orgullo de clase.
Nada deben
Los míos no dejaron documentos. Nada se sabe de ellos, más allá de algunas conjeturas. Fueron pobres, nunca hicieron preguntas, aceptaron todo cuanto el buen Dios les destinó. Comieron, engendraron y murieron sin orgullo y sin odio, jubilosos si llegaban a viejos, y afligidos si debían marcharse antes de hora. En catalán se amaron e insultaron, y en catalán se despidieron de este mundo, y me siento un traidor al evocarlos en una lengua que ellos no entendían. Dejaron pocas fotos, escasas posesiones,
ningún escudo heráldico. Fueron campesinos, cocheros, empleados, cocineros: Gente sin importancia que no ensució la Historia porque la Historia, por suerte, no se acordó de ellos. Si protestaron, siempre fue en voz baja. Los oyeron sus hijos, sus mujeres, sus amos, pero nunca el buen Dios, duro de oído. y ahora están mezclados con la tierra y forman el paisaje de un suburbio. Son esquinas, colmados, adoquines y cafés llenos de humo. Son caballos rodeados de tábanos. Son tapias. Son plazuelas desiertas con farolas, tal vez cascotes, grúas, barro. Sé que nadie los reclama ni recuerda. Con ellos no fue próspera esta isla, ni tampoco más pobre. Nada deben. Nada importante hicieron o dejaron. Ni siquiera yo sé cuál es su historia, y aunque la conociera, también sería inútil. ¿Quién podrá redimirlos, devolviéndoles todo cuanto les fuera arrebatado? De nada servirán estas palabras. Irán, como las vidas de los míos, como su amor y su fe, su alegría y su temor, a perderse muy pronto en esta oscuridad que nos envuelve.
Eduardo Jordá (1956 - )
De Tres Fresnos, 2003
Para oir el poema en la voz de Tomás Galindo, pulsar aquí