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17-6-2020 Mónica Doña El beso de Klimt

Sin saber que es la entrega. Qué la piedad. Qué la delicadeza de los niños fotocopia. Su mente dulce y sencilla como trozos de manzana asada. Como bolsas de osos Haribo. ¿Quién va a abrazarme cuando sea vieja? Y esté sola. Y no haya quien quiera hablarme. Y las cortinas se prendan fuego y las llamas asciendan hacia el techo. Y nadie pueda acercarse al teléfono. Para llamar al servicio de extinción de incendios.

Pilar Adon (1971 - )

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De Las órdenes, 2018

Miércoles, 17 de junio de 2020

Mónica Doña: El beso de Klimt

El amor como amparo y refugio contra un mundo hostil es un tema recurrente en la poesía del siglo XXI. Mónica Doña utiliza El Beso de Klimt (un beso eterno) para expresar los sueños de amor de los amantes actuales (sobre todo mujeres ). No importan las contradicciones en tiempos de Feminismo. No importa que, en el cuadro, él domine la escena y ella cierre los ojos No importa que consuman amores compulsivamente en "tiempos velocísimos": ellas seguirán en el intento de "Construir el amor al borde del abismo".

El beso de Klimt

Se enamoran de un cuadro. Un bellísimo cuadro que lleva un largo siglo en los museos. Viena, primera década del siglo de las sombras: secesión en las artes, oropel y erotismo. Gustav Klimt, el artista que amaba a las mujeres. Poquísimas han visto la obra original. Pero eso no importa, se enamoran de copias. Decorativas copias, simbólicos deseos,

altares que presiden las alcobas de los enamorados del presente. Sus abuelas colgaron crucifijos (para toda la vida). Sus madres, el jardín de las delicias (hasta el confuso día del divorcio). Ellas, un beso eterno aunque la eternidad dure un suspiro. La lámina dorada brilla sobre los tálamos, los jóvenes amantes la miran y se besan como príncipes. Ven lo que necesitan para alcanzar el fondo de la dicha: La lluvia de oro, el eco de mil constelaciones, la pradera de flores, los mantos que los cubren y los rostros unidos por el beso infinito. (Que en la obra elegida él domine la escena y ella cierre los ojos postrada de rodillas al pie de un precipicio, son detalles que no tendrán en cuenta.) Viena, primera década del siglo de las sombras y cien años más tarde: traslaciones continuas, secesiones forzosas, deslealtades urgentes, acosos y despidos, mochilas y muchachas con el ombligo al aire y algún privilegiado que siempre está esperando un cambio de destino… Bajo este panorama de tiempos velocísimos, de carretera y pésimos augurios, las jóvenes parejas del siglo XXI siguen en el intento: construyendo el amor al borde del abismo.

Mónica Doña (1966 - )

De ¿Quién teme a Thelma & Louise?, 2017

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