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21-6-2020 Javier Gallego "Crudo” Nosotros
Javier Gallego "Crudo": Nosotros
El madrileño Javier Gallego, más conocido como creador y director del insólito programa radiofónico Carne Cruda, es también un notable poeta. En el libro El grito en el cielo (de título bien significativo) expresa la frustración de toda una generación de jóvenes atrapados por la crisis del 2008.
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En primera persona del plural, este poema se estructura a base de antítesis sucesivas entre las expectativas con las que crecieron y los desengaños con que tuvieron que vivir.
Nosotros
Nosotros que nos creíamos águilas imperiales con alas de plumas doradas desplegadas como planeadores para un vuelo estratosférico que sería la envidia de las nubes y que soñábamos con ascender más rápido que los cohetes por encima del polvo y de la fiebre más allá de planetas y satélites hasta donde la nada se pierde y todo comienza a suceder. Nosotros que queríamos llegar a la altura de los dioses para retarles a duelo y proclamarnos inmortales frente a la eternidad.
Nosotros que íbamos a ser los primeros en saltar el horizonte con la gracia de un vallista, correr más veloces que el futuro y llegar al porvenir por delante del presente, que pensábamos atravesar los límites del límite sin encontrar nunca un final y veríamos amanecer antes que el sol y alcanzar todos los sueños. Nosotros que veníamos a cumplir las promesas incumplidas y a dar a nuestros genes una segunda oportunidad. Nosotros que estábamos destinados a borrar la incertidumbre de los calendarios
9 de 174 y los fracasos del álbum de fotos familiar porque podíamos cambiar la dirección del viento, el curso de los ríos y el sentido de las agujas del reloj. Nosotros que éramos jóvenes e invencibles como los héroes de un mural. Nosotros.
Nosotros que estábamos en la flor de la vida cuando se declaró en instancias superiores un invierno permanente que nos heló la sangre y se nos cayeron las hojas como mechones de pelo y se endureció tanto la tierra y dolía tanto el aire que se nos pudrió el tallo y la carne se nos marchitó. Nosotros que fuimos mansos porque íbamos a heredar la tierra y pobres de espíritu porque nuestro era el reino de los cielos que no sentimos hambre ni sed de justicia hasta que tuvimos que dar de comer a la tenia del presidente y saciar el hígado de un inversor. Nosotros que nos creíamos invencibles hasta que fuimos derrotados en una oficina del paro, eternos hasta que firmamos el primer contrato temporal. Nosotros que hemos sido desterrados de nuestras casas y llamamos hogar a la zona de tránsito, hotel al albergue y restaurante al comedor social.
Nosotros que teníamos todas las puertas abiertas pero acabamos arrojándonos por el balcón. Nosotros que somos sombras de lo que nunca fuimos, que ni un solo día hemos sido héroes, que no volveremos a ser jóvenes, que no volveremos del destierro, que no.