Rodrigo García-Quismondo Hurtado
M a d r i d
“AROMAS Y SONIDOS”
FELIPE II ME TALÓ EL BOSQUE
TAN SOLO UN MADROÑO ME DEJABA
POR TAL MOTIVO EMIGRÉ AL NORTE
TUVE QUE CAMBIAR COCIDO POR FABADA

650.7
metros sobre el nivel medio del Mediterráneo en Alicante. Esto reza en la placa que, el Instituto Geográfico y Estadístico nos muestra en la fachada del edificio de la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid (antigua Dirección Generan de Seguridad). Este lugar podría ser el punto de partida como kilómetro 0, pero considero más simbólica la Plaza Mayor para iniciar nuestro periplo por el Madrid de los Austrias, rememorando ese Madrid deprimido y oprimido que nos describe el vasco Baroja (don Pío) en La Busca o el costumbrista de nuestro canario como fue Pérez Galdós (don Benito) en Fortunata y Jacinta.
Nos podremos deleitar, con el permiso de las nubes, admirando ese cielo de Madrid que tan bien sabía plasmar el sevillano Velásquez (don Diego) o vislumbras desde la atalaya que es Madrid, las zonas ribereñas de la Pradera de San Isidro o San Antonio de la Florida , que inspiraron al aragonés Goya (don Francisco) sus lienzos costumbristas sobre el devenir de los madrileños.
¡Viva Madrid que es mi pueblo, donde nadie es forastero!
Felipe II fue el culpable de la capitalidad de Madrid y desde entonces han pasado por el distintas generaciones:
La del birrete y el tontillo.

La del chambergo y culteranismo. La de la casaca y el peluquín empolvado. La del sombrero de tres picos y la capa que capó Esquilache.
La de la maja majada y la de la reina tirana. La del pistoletazo de “Fígaro” y el ¡Ay de mí! De Esproceda.
Pero hagamos un poco de historia. El nombre de Madrid no tiene una base firme y, según diferentes autores, puede ser procedencia ¿céltica, púnica, griega, latina, visigótica, árabe, romanesca, etc.?
Por parte de Menéndez Pidal el origen es céltico y sería “Mageterito” equivalente a vado, puente.
Gómez Moreno insinúa que viene del púnico “Magalia” o el latino “Maxeira”, que significa choza más el locativo “it” y quedaría “Magdrit” y el siglo X se definiría como “Magerit o Maxerit”
El arabista Oliver Asín nos dice que se deriva del latino “Matrice y de su traducción al árabe “Mayrit” refiriéndose la tal matriz al agua.
En la crónica de Sampino, prelado de Astorga en el siglo XI, menciona “Magerit”e iondica que recibió el nombre por parte del monarca árabe que la fundó (Mohamed I).
No hay una idea firme de todo esto y nos podríamos extender mucho más, ya que no está muy claro. Juan Hurtado de Mendoza, en un soneto no muy bueno decía:
“Antiguos griegos, Mantua te pusieron y los romanos que después fundaron, Ursaria y Mayoritum te llamaron, de aquí Madrid y Ursaria te nombrarón”

EL ESCUDO DE MADRID
El primer escudo conocido data de 1212. En Madrid era calificado como Concejo con un oso andante con campo de plata. A finales del siglo XIII el oso está rampante sobre un madroño con orla azul y siete estrellas de plata de ocho puntas. En 1544 se corona el madroño y en el siglo XVII se corona el escudo. Posteriormente se divide en dos cuadrantes, uno con un dragón alado y el otro con el susodicho oso y madroño. Temporalmente, en la época de la segunda República Española, desaparece la corona situándose el dragón en su puesto. De esto queda un vestigio grabado en piedra en la fuente que remata la parte baja de la Cuesta de los Ciegos, que va desde las Vistillas hasta la calle de Segovia.

1212
El porque de los símbolos.
Oso: Por ser abundante en los bosque que rodeaban Madrid.
Madroño: No los había en Madrid y se estima que simplemente era una decoración por su colorido.
7 estrellas: Hay un supuesto de que a Madrid se le denominaba Ursaria y se le pusieron las siete estrellas de la Osa Mayor (Carru Carpetum) y en Madrid estaba la Carpetana.
Dragón (Sierpe): La leyenda dice que la ciudad fue fundada por los griegos, ya que, en monedas de estos se refleja un animal semejante, compañero de la diosa Manto, lo que dio el primer nombre de “Mantua Carpetana”.
Aquí encontramos el escudo que aun se conserva al pie de la Cuesta de los Ciegos, donde podemos ver el dragón y único ejemplar del escudo de la II República se ha mantenido desde entonces.
En la Cuesta de los Ciegos, San Francisco repartía limosna entre este colectivo que allí se reunía.
Esta cuesta-escalinata baja desde las Vistillas (plaza de Gabriel Miró) hasta la calle de Segovia al pie del Viaducto.


Nuestro recorrido se centrará en Madrid llamado de los Austrias, aunque a nuestro paso paremos a contemplar rincones y vestigios pretéritos al tema que nos ocupa. En nuestro deambular, serán las calles y sus nombres las que nos irán rememorando la historia, costumbres, anécdotas y el devenir cotidiano de cada una de ellas.
Como sea que, quien os presenta este itinerario tuvo la suerte de venir al mundo en estos barrios que hoy disfrutamos, me voy a permitir el lujo de bautizarlo como “ruta de aromas y sonidos”
Elegiremos una fresca mañana en horas tempranas de domingo para encontrarnos un Madrid perezoso en brazos de Morfeo, que hará que la ciudad sea un poco nuestra, por ejemplo, a las 9 de la mañana en la Plaza Mayor y el fachada de la Casa de la Panadería.
Plaza Mayor: Su primer nombre fue del Arrabal, por encontrarse fuera de los muros primitivos de Madrid. Sufrió restauraciones e incendios y esto y los coqueteos políticos de cada época hicieron que su nombre cambiase en numerosas ocasiones. En tiempo de Felipe III se remodeló tal como la conocemos ahora por parte de Juan Gómez de la Mora, discípulo de Juan de Herrera.

El 15 de Agosto de q812 se proclamó aquí la Constitución votada en Cádiz (la Pepa) pasándose a llamar Plaza de la Constitución. Tres años más tarde se rompió la placa conmemorativa y se colocó otra nueva con el nombre de Plaza Real.
En 1835 se restauró el nombre de Constitución. En 1873 se le denominó Plaza de la República y en Abril del mismo año Plaza de la República Federal y un largo etcétera…
La Plaza Mayor fue lugar de bodas reales, ejecuciones, autos de fe, corridas de toros, paradas militares, procesiones y desde hace casi un siglo lugar de venta
ambulante de objetos navideños. El primer auto de fe se celebró el 21 de Enero de 1624 por la Inquisición a Benito Ferrer por fingirse sacerdote.
De esta plaza parten pequeñas calles con nombre sugerentes:
BOTONERAS: Por ser donde se vendía quincalla y botones para soldados y pajes.
ESCALERILLA DE PIEDRA: Usada como cobijo y dormitorio para las áreas más miserables del hampa, y que es donde se encuentran Las Cuevas de Luís Candelas.
CIUDAD RODRIGO: Conmemora el rescate de esa ciudad a los franceses por parte del duque de Wellington, por lo que fue nombrado también duque de Ciudad Rodrigo.
SIETE DE JULIO: Se llamó de la “Amarguras” por ser por donde entraban los reos para ser procesados en los autos de fe. Su actual nombre se debe a la fuerte defensa que hicieron en 1822 los leales a la Constitución en este lugar haciendo huir a las tropas realistas.
ARCO DEL TRIUNFO: Se le dio este nombre para conmemorar el anterior episodio. Se denominó anteriormente “Callejón del Infierno”. Allí vivió el cura Martín Merino que asestó una puñalada a Isabel II y el, también cura, Cayetano Galeote, que apuñaló y mato al obispo de Madrid Narciso Martínez Izquierdo. Se ensancho éste callejón para facilitar el paso del carruaje real y esto creó un dicho popular:
¿En que estado se hallarán las costumbres de este pueblo cuando es preciso ensanchar el callejón del infierno?

FELIPE III: Se puso el nombre en conmemoración al artífice de la actual plaza, que por cierto, está presidida por la estatua ecuestre de dicho rey. Su anterior nombre era la de “Boteros” que fabricaban zaques (odres/botas) para guardar mostos y vinos de Arganda y Navalcarnero.
DE LA SAL: Se llamó también “Real de la Sal” por encontrarse un depósito para la venta de la misma en el siglo XVII.
ZARAGOZA: Conmemora el heroísmo de los sitios de Zaragoza en la guerra de la Independencia. Antes era la de “Las Viñas” por la cantidad que de ellas había en la zona.
GERONA: Conmemora la defensa de Gerona por parte del general Álvarez de Castro. Calle porticada que, tanto Moratín como Galdós mencionan en su obra.
TOLEDO: Esta es la última que se menciona por ser la más larga, por ser la “La Gran Vía Popular”, centro animado de comercio, lugar de encuentro de los habitantes de la comarca donde encontraban alojamiento y la lonja de las mercancías que venían a feriar. Encuentro de tipos pintorescos que pululaban alrededor de las posadas como un muestrario de los pueblo de España.
Al echar Dios al mundo la sal y el garbo, Cayó la mayor parte en este barrio, Olé, salero, de las calles del mundo… la de Toledo
Nos asomamos al Arco de Cuchilleros, pero es por la calle de Toledo por donde abandonamos la Plaza Mayor. A la derecha encontramos la calle de Latoneros, en cuyas vetustas casas se centraba el gremio de veloneros y latoneros. A la izquierda la calle de la Lechuga, pues en ella se situaban los vendedores de hortalizas, a la izquierda también la calle de Concepción Jerónima, donde tenía su casa Beatriz Galindo, amiga y maestra de latín de la reina Isabel I y conocida popularmente como “La Latina” y que da nombre al barrio. Se llamó también calle “Del Burro” por haber allí una granja con estos animales y que abastecía de leche de burra, pues era muy apreciada. Este reparto se hacía a horas muy tempranas, creando un dicho que aun recuerdo de mi infancia y que mi madre repetía cada mañana para que me levantara para ir a la escuela;
¡Arriba caballo moro, Que ya han pasado las burras de leche!
Mas, sigamos. Encontramos la Colegiata de San Isidro, hasta hace poco catedral provisional, donde se dice que se encuentran los restos de san Isidro, patrón de Madrid y los agrónomos. Y hablando de estudiantes, junto a la iglesia se encuentra el instituto de san Isidro, antiguo “Colegio Imperial” y por el que han pasado grandes celebridades como Quevedo, Lope de Vega, Luís Candelas, Juan Carlos I y un servidor de ustedes que hizo aquí el bachillerato y que no llegó a celebridad.
Ahora volvemos sobre nuestros pasos para encontrarnos con Puerta Cerrada, una de las muchas puertas de Madrid (ésta inexistente hoy) llamada así por cerrarse al anochecer y ser el lugar donde merodeaban asaltantes de viajeros que llegaban a las posadas y paradores de la Cava Baja. También se llamó puerta del Dragón por su sierpe de piedra que, según López de Hoyos, era de origen griego.

La cruz, del siglo XIX es la única que queda en Madrid, pues el alcalde José de Marquina hizo retirar todas las existentes en la ciudad, por lo que sus detractores escribían lo siguiente:

¡Oh cruz fiel, cruz divina Que triunfaste del pérfido Marquina!
Cuando fue derribada la cerca de Madrid, tan solo quedó la puerta y esto inspiró unos versos de Tirso de Molina:
Como Madri está sin cerca, A todos gustos da entrada; Nombre hay de Puerta Cerrada Mas pásola quien se hacer
En las navidades de mi infancia era típico ver manadas de pavos en esta plaza, que con sus sonidos guturales característicos, demandaban la curiosidad de grandes y pequeños. Aquí comienzan los “aromas y sonidos”. Ahora pienso, ¿Quién compraba los pavos? Era una época deprimida en un barrio deprimido, pobre pero alegre.
Pero bueno, miremos a la vaguada que discurre ante nosotros (calle de Segovia), y digo vaguada porque esto fue un riachuelo (el Pozacho) que bajaba hacia el Manzanares y que partía en dos los antiguos madriles; el visigótico y el “moro”.
En este inicio de la calle de Segovia, se encontraban los lavaderos, baños árabes y huertas de regadío. Pero no será esta nuestra ruta, si no que tomaremos la calle de san Justo. En su inicio y a la derecha está la calle de la Pasa, que tenía un adagio madrileño: El que no pasa por la calle de la Pasa ¡¡ No se casa ¡!

Allí estaban las oficinas de la Vicaría donde se firmaban los compromisos matrimoniales. La calle de la Pasa, así como el callejón del panecillo, a su espalda, toman el nombre por una limosna de estos dos productos que se daba a los pobres a través de una ventana.
En la calle de san Justo se encontraba el matadero, así como la casa de Antonio Pérez, secretario de Felipe II. Nos encontramos también con la iglesia pontificia de san Miguel.
Pasamos por la calle de Puñonrostro, antes y en la plaza del conde de Barajas podemos ver la iglesia de las Carboneras y comprar a través de un torno los dulces que te confeccionan en este convento. Los habitantes de Madrid confiaban en el populismo de don Juan Arias, conde Puñonrostro y éste les decepcionó atacando a los habitantes de Alcobendas que era un señorío suyo, éstos huyeron y se situaron junto a la ermita de san Sebastián, construyendo chozas.
Este terreno era propiedad del concejo de Madrid, pero hasta allí les persiguió la saña de Árias Dávila y quemó las chozas. Los que escaparon, salieron al encuentro de Fernando el Católico en un puente sobre el río Jarama. Oído todo el rey, ordenó que se soltase a los prisioneros y que se fundase un lugar libre donde ellos quisieran y por aquella ayuda fue denominado San Sebastián de los Reyes.
Después de esta anécdota, continuamos nuestra ruta a través de la calle del Codo que toma su nombre de su forma de escuadra, Ésta calle rodea la Torre de los Lujanes y que nos ofrece una puerta mudéjar, única en Madrid. Según se cuenta en dicha torre estuvo requisado el rey francés Francisco I:

Rey Francisco, mala guía
Desde Francia vos trujísteis, Pues vencido y preso fuísteis De españoles en Pavía.
PLAZA DE LA VILLA: Además de sede del Ayuntamiento,aquí tenemos un conjunto arquitectónico difícil de ver en Madrid. La fachada que da a la calle Mayor es obra de Juan de Villanueva (siglo XVIII). La casa de Cisneros, bellísima, construida por el sobrino del cardenal. En el balcón plateresco que da a la calle del Sacramento, se mantenía que el cardenal dijo su famosa frase de “estos son mis poderes”, aunque otro autores mantienen que lo dijo desde el palacio de Lasso de Castilla en la plaza de la Paja que luego veremos. A la izquierda las Casas de los Lujanes, hoy hemeroteca municipal. En el centro tenemos la estatua de Álvaro de Bazán. El bronce es de Mariano Benlliure. En uno de sus laterales se pueden leer las redondillas de Lope de Vega que dicen:
“El fiero turco en Lepanto, En la Tercera el francés Y en todo el mundo el inglés Tuvieron de verme espanto.
Rey servido y Patria honrada
Dirán mejor quien he sido
Por la cruz de mi apellido
Y por la cruz de mi espada.
Por la calle Mayor a la de san Nicolás para ver la iglesia del mismo nombre que posee una torre mudéjar sobre la que existe una base firme acerca de su estilo. Como curiosidad, en ésta iglesia se encuentra la partida de nacimiento del poeta épico Alonso de Ercilla, autor de “La Araucana”. También estuvo enterrado Juan de Herrera, continuador del insigne madrileño Juan Bautista de Toledo en obras como el Monasterio de El Escorial o el puente de Segovia en Madrid.
En la calle del biombo estuvo hasta hace unos años la redacción del Calendario Zaragozano que aun hoy se sigue publicando y que nos enseña con un año de antelación todas las efemérides posibles. Seguimos por la calle del Factor, el nombre se debe a Fernán López de Ocampo Factor del rey Felipe II y que tenía su casa a espaldas de la de la princesa de Éboli, donde hasta algunos años estuvo la redacción del periódico “ La Correspondencia de España”, uno de los más antiguos de Madrid.
Salimos a la Plaza de Oriente donde ampliamente avistamos el Palacio Real, los jardines con la estatua ecuestre de Felipe IV, cuyo caballo rampante tuvo problemas para mantener el equilibrio y se tuvo que recurrir a la sapiencia de Galileo Galilei para dominar la fuerza de la gravedad. El Palacio Real o de Oriente, reconstruido sobre las cenizas del anterior, el cual estaba sobre la ruina del antiguo alcázar árabe.. pero esto es para otro capítulo.
Retornamos a los “Aromas y Sonidos”, los recuerdos de la infancia..Plaza de Oriente y Plaza de la Armería, de entrada libre entonces. En ambas, las madres

en sus sillas de tijera comadreaban mientras los niños campábamos a nuestras anchas deglutiendo tierra y raspando las manos y rodillas en sus juegos. Allí sonaba el ruido metálico de aquello cilindros rojos con imágenes matritenses y una rueda de metal dorado que el barquillero hacía girar y según el número que te salía, así te daba de barquillos. Nunca comprendí muy bien aquel artilugio.
En esas mismas plazas se oía vocear a la aguadora con sus botijos:
“Agua fresquita, fresquita el agua”

Y la gente le daba una “perra chica” o una “perra gorda”, cinco o diez céntimos de peseta, moneda de aluminio con una figura a caballo, copiada de antiguas monedas de vetones y romanos.
En la fachada del palacio, aun se pueden contemplar los “faroles” que no querían alumbrar y se escuchaba a las niñas jugando al corro y cantando la canción y sin darte cuenta te encontrabas en el siglo XIX e imaginabas a Mercedes en palacio todavía, o llegaba el 8 de Diciembre y desde las Vistillas se lanzaban salvas y tú mente volaba a la Guerra de la Independencia e imaginabas a Agustina de Aragón tal y como te contaban en la escuela o esas entradas bajo palio en la Basílica de San Francisco que te hacían vivir una Edad Media todavía latente y rememorando el imperio, Isabel y Fernando.
Y todo esto ocurría al mismo tiempo y eras parte de una historia irreal y compleja… hasta que un día descubres que cada personaje tiene su pedestal y su época y tú te creas tu Mayo del 68 muy descafeinado. Luego, el mundo de la música te va descubriendo el mundo real, ese más allá de nuestras fronteras y termina la historia más burda jamás vivida y jamás contada.

Pero volvamos a lo que nos interesa, al fondo la Plaza de la Armería donde vemos una estatua de Felipe II (retirada ahora por las obras para sacar a luz los restos del alcázar árabe. Este es un punto ideal para, avanzada la primavera, contemplar unas magníficas puestas de sol y un cielo velazqueño inigualable (si no hay contaminación).
El tiempo va desdibujando este lugar de ensueño viendo como se extiende este Madrid hasta perderse en el horizonte.
Volvemos a la calle Mayor y nos encontramos con el palacio de los duques de Uceda (los Consejos) sede de la Capitanía y el Consejo de Estado en la actualidad. Algo más arriba vemos un monumento de bastante mal gusto como recuerdo del lanzamiento de una bomba a la comitiva de Alfonso XIII el 31 de Mayo de 1906 desde un balcón por parte de Mateo Morral. Desde entonces se llama “La Casa de la Bomba”. En el frente de la casa nos encontramos con el bar Ciriaco, desde donde, el día del libro sale una comitiva que recorre el Madrid literario de Max Estrella.
Hemos cruzado varias veces la calle Mayor pasando por alto datos importantes, por ejemplo, en el número 50 nació Lope de Vega el 25 de Noviembre de 1562 o que en el número 75 vivió Pedro Calderón de Barca, que vio a Riego triunfante y más tarde pudo observar su retrato pisoteado entre el barro o al poderoso Rodrigo Calderón en su carroza y más adelante sobre una mula camino del suplicio pero con orgullo, de ahí la frase de:
“¡Tienes más orgullo que don Rodrigo en la horca!”
Bajamos por el Pretil de los Consejos, en el número 5 tenía su sede social “El Gran Oriente de la Masonería Española”, entre el palacio Ducal y el convento de las Bernardas. En ese palacio vivió y murió Mariana de Austria, madre de Carlos II el Hechizado.

Calle de la Villa (antes Estudio de la Villa),. Allí estuvieron las cátedras de humanidades. Entre otro conocidos profesores estuvo López de Hoyos donde fue enseñante de Cervantes, al que llamaba “su caro y amado discípulo”.
Desembocamos en la plaza de la Cruz Verde, que toma el nombre de una cruz verde de madera como recuerdo de los “autillos inquisitoriales” allí celebrados, habiendo sido el último en tiempos de Felipe II. La fuente estuvo en Puerta Cerrada y estaba coronada por una estatua de Diana. Era de agua “gorda” y 140 aguadores tenían autorización para utilizarla y distribuirla.
En el número 1 de esta plazuela vivió Ventura Rodríguez, arquitecto y renovador del buen gusto.
Cruzamos la calle de Segovia hacia la plaza del Alamillo, Al cruzar podemos contemplar el Viaducto que, aparte de su utilidad, tiene su fama por los suicidios de enamorados despechados, desesperados o locos que lo utilizaron como trampolín a la nada.

Emilio Carrere le compuso estos versos:
«El viaducto, buen balcón del soñador nocheriego, y trampolín más seguro para dar el verdadero salto mortal, el funámbulo de lo horrible, que en su vuelo, de trágicos volatines, aterriza en los infiernos. Suena un reloj... En la noche, se oyen los pasos del tiempo.
La plaza del Alamillo es la entrada al Madrid Árabe, con calles como Alfonso VI (conquistador cristiano) o la Morería. Aquí estaba el tribunal de los moros, el “Alamín” y que tras la invasión cristiana fue llamado por Alamillo. Allí estaba el ayuntamiento y se dice que el Cid lanceó un toro en las fiestas de Aliatar.Calle y plaza de la Morería. En esta zona se concentraron los moros que quisieron continuar en Madrid tras la conquista de Alfonso VI, ya que la intolerancia religiosa no comenzó hasta los Reyes Católico y el establecimiento de la Inquisición.
Angosta de los Mancebos: Por ella pasaba la primitiva muralla árabe y es la única con esta denominación en Madrid. En esta calle vi la luz por primera vez y es donde todo está más lleno de “sonidos y aromas”. Cada vez que paseo por ella sigo oyendo el chiflido del afilador que siempre era de Orense, la cacharrera o el trapero que gritaban desde su carro empujado a mano:
¡¡ El cacharrerooooooo ¡! o
¡¡ Trapera por trapos, trapos cacharros Hay trapos viejos que vendeeeeerrr!!
¡¡ El,..Ya vaaaaaaaaa…!!
Con el golpe de chuzo en el suelo del sereno que siempre era de Tineo (Asturias).

El traqueteo del carro tirado por un burro, cuyo dueño recogía los cubos de la basura piso por piso y sin ascensor.
O el “Oriamendi” que cada día a las 8 de la mañana cantaban los niños del colegio de san Ildefonso (los de la lotería) y que era como la diana que nos indicaba que había que salir para la escuela….. y otros.
Por la calle de la Redondilla (antiguo jardín cortesano) salimos a la plaza de la Paja, donde nos encontramos con la iglesia de san Andrés y la escalinata de la capilla del Obispo, en situación de abandono desde hace varias décadas y una herejía al Patrimonio de Madrid. La capilla es una de las mejores obras de arte madrileñas en su estilo. Aun recuerdo su claustro, su retablo, etc. También recuerdo a las mujeres jóvenes y viejas, todas con el misal en la mano y un velo negro “obligatorio” sobre la cabeza. Y pienso que no hace tanto tiempo que nos rondaban esos fundamentalismos que ahora tanto nos asustan. ESTA CAPILLA SE HA REABIERTO RECIENTEMENTE.
Por la calle del Príncipe Anglona (antigua calle sin puertas), llegamos a la iglesia de san Pedro el Real, ahora san Pedro el Viejo, con su torre mudéjar, torcida hacia el mediodía como todas las torres en ladrillo. En esta torre tenían los hortelanos su campana para tocar a nublos, Aquí se venera la imagen de Jesús el Pobre que es mismo que el Rico de Medinaceli.

En esta iglesia se celebraba los exorcismos el calabrés Genaro Andreini, de cuyos embelecos burlábase Quevedo de esa guisa:

“Venid, viejas, a san Pedro; Venid, que ya está el beato Andreini con hisopos Preparado a sacar diablos”
En la calle del Nuncio como en otras calles de la zona podemos observar azulejos en las fachadas, algunos del siglo XVII cuando aun no se numeraban las calles con la inscripción “visita manzana….” Y que servían como organización urbana.
Por la calle del Almendro, de nombre obvio, salimos a la Cava Baja. Las cavas eran las minas o túneles que los moros habían practicado como entradas y salidas de la Villa para tiempos de guerra que lo eran casi todos. La Cava Baja es una de las vías más típicas pintorescas y curiosas de Madrid, es la calle de las posadas:
Posadas de la Villa, el Dragón, el León de Oro, san Isidro, san Pedro o el Mesón del Segoviano.
En una de ellas se aposentaron los cinco jacobitas que vinieron a dar muerte al embajador de Cromwell. Por estos mesones pasaron trajinantes, y trashumantes hasta que el tren sustituyó a carros y galeras. No hace mucho que alguna seguía abierta a labriegos y vecinos de pueblos de Madrid que llegaban con sus automóviles.
Aquí se trataba el precio del trigo y el vino y se chalaneaba el precio de las caballerías.
Todavía podemos disfrutar de un paseo por esos mesones, aunque muchos hayan desaparecido o se hayan convertido en bares de moda.
Por la calle de Toledo salimos a la plaza de Cebada, cuyo mercado tiene aspecto caduco, sobre todo para los que recordamos la antigua edificación que nos evocaba las construcciones de Eiffel y donde podíamos escuchar los gritos de las verduleras ofreciendo sus hortalizas o a los pescaderos (que todos eran de Astorga) voceando:

¡ Y como tengo la pescadilla…oiga ¡ y
La lechuga , la tengo fresca... y las naranjas del “guasi”
Y un sin fin de retailas y avisos que se voceaban y pregonaban para broma y entusiasmo de las compradoras. que solo eran mujeres de la mano de algún niño y con las manos llenas de sabañones del frío de la mañana y la falta de vitaminas...
Frente al mercado hay un teatro, el de la Latina, que siempre fue parada y fonda de labradores e “Isidros” que recalaban en la Cava Baja y que servía para alegrarles los ojillos con los bailes y picardías de la chicas de revista.

Nos acercamos al final de nuestra ruta. Tenemos ante nosotros la plaza de los Carros y la Puerta de Moros (hoy inexistente). La plaza de los Carros era el lugar de aparcamiento de los mismos y donde eran contratados. Aquí tenemos la parte posterior de la iglesia de san Andrés y la casa en la que vivió san Isidro (ahora museo de Madrid). Hasta hace algunos años, no muchos, la gente acudía a esta casa para beber agua del pozo del milagro, donde cayó su hijo y su madre santa María de la Cabeza rezó e hizo que las aguas subieran para salvarlo. Esta costumbre se perdió, por suerte, pues todo el mundo bebía del mismo vaso y las aguas no ofrecían salubridad.
Frente a nosotros se abre la carrera de san Francisco descubriendo la Basílica del mismo nombre que, después de 25 años en restauración se nos abre grandiosa y donde, entre otros, podemos ver pinturas de Ricci y Goya. Fue edificado por Sabatini a quien Madrid debe muchas de sus bellezas arquitectónicas que veremos en nuestro periplo borbónico. Con José I (Bonaparte) se proyecto que el edificio fuera lugar de reunión del Parlamento y, posteriormente, ya en 1837, las Constituyentes intentaron que fuera panteón de españoles ilustres, a imagen de París. El regente Espartero emitió un decreto que no llegó a buen fin.
Pero como ya hemos dicho, esto queda para nuestra próxima visita y posteriormente una tercera que incluya las Vistillas, la iglesia de la Paloma, es decir, el Madrid castizo y verbenero. Pero no corramos, Madrid da para mucho y siempre es un buen pretexto para pasearlo con buenos amigos.
Como colofón unos vinos en la calle Tabernillas, lugar donde se asentaban despachos de vino procedente de Parla y que se situaron en el antiguo “Fondac” árabe. También en esta calle estaba el lugar donde se editaban las aleluyas y los romances de ciego, en fin, toda la pintoresca literatura de cordel.

ALELUYAS
Corazón de la leyenda es el Madrid de los Austrias campanarios silenciosos y dormidas espadañas.
En la noche de los tiempos la sirena está varada y el eco trae los acordes sutiles de la nostalgia.
En cada esquina un palacio con la frente blasonada en cada plaza un convento y en cada cruce un fantasma.
Personajes con historia nos legaron con cariño su amor por estos madriles que recuerdo desde niño.
Concluyendo el caminar tengo yo que hacer mi verso os brinda gran amistad un madrileño converso.
PALABRAS, PERSONAJES Y CURIOSIDADES
BIRRETE: Gorro, solideo de cardenal.
CHALANEAR: Negociar, cambalachear.
CHAMBERGO: Sombrero blando de ala ancha.
CULTERANISMO: Falta de naturalidad, afición a giros rebuscados.
EMBELECOS: Embuste, engaño.
FACTOR: Agente de compra-venta.
FERIAR: Comprar o vender.
GALERA: Carro grande de cuatro ruedas.
JACOBITA: Restaurador de Jacobo II en Inglaterra.
TONTILLO: Faldellín emballenado para ahuecar la falda.
TRAJINAR: Acarrear.
VELONEROS: Hace o vende velas.
YANTAR: Comer.
ZAQUE: Odre pequeño.
ORIGEN DE ALGUNOS TIPISMOS DE MADRID
MANTÓN DE MANILA: Procede de China.
ORGANILLO: Procede de Nápoles
CHOTIS: Baile escocés
KERMESE: Procede de los Paises Bajos
CURIOSIDADES
Si observamos las torres mudéjares, veremos siempre una pequeña inclinación hacia el mediodía, esto se debe a que la argamasa con la que se construían se secaba antes de ese lado.
Si observamos la estatua de la Virgen de la Almudena adosada al muro de la Cuesta de la Vega, veremos que es una imagen gótica, por lo que es imposible que se encontrara en el año 712 tal como dice la leyenda.
Rodrigo García-Quismondo Hurtado Nació en las Vistilla del Barrio de la Latina y pasó su infancia y adolescencia en los barrios que aquí se citan