Nuestro Tiempo 718

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NUESTRO TIEMPO NÚMERO 718 DICIEMBRE 2023 14 euros

Número 718 NUESTRO TIEMPO Diciembre 2023

Entrevista Ignacio Peyró, la literatura y una cierta melancolía Misterio Simenon El polifacético autor belga se lee cada vez más en español Ensayo ¿Quién habla cuando habla la inteligencia artificial?

¿Quién no sirve? Envejecer con sentido en un mundo loco por la productividad



«La existencia humana es una cosa tan frágil y expuesta a tales peligros que no puedo amar sin temblar» Simone Weil



LA PRIMERA Teo Peñarroja

Migajas de amigo

M

uchas noches me prometo: «Mañana me desinstalo el WhatsApp». Y a veces me cuesta dormirme pensando en las más de cien conversaciones que me esperan. En lugar de comerme el tarro podría abrirlas, pero con frecuencia no tengo la respuesta, la energía o la moral. Como contrapeso a mi problemática relación con la mensajería instantánea, se me da bien la gente en las distancias cortas. Me gustan las conversaciones, las personas y el café, y cuando ejerzo esas pasiones no miro el móvil. Lo mío roza lo patológico, pero en el ser humano, inopinadamente cuerpo, la atención viene configurada para funcionar a pequeña escala. No lo digo, aunque también, por los efectos nefastos del diseño de usuario con criterios mercantiles en la psicología y en la vida política, sino por el modo en que da la puntilla a una institución moribunda: la amistad. Me he ruborizado al leer El arte de ser un buen amigo, de Hugh Black, que a finales del xix tenía un concepto tan elevado del tema que casi me pareció una novela romántica. Mi primera reacción a esas líneas fue visceral, de vergüenza y desconcierto, y eso me preocupa. Porque el mundo contemporáneo no sospecha la hondura a la que puede llegar la amistad. Los griegos le otorgaban sin despeinarse más categoría que al eros. En el prólogo, David Cerdá recoge esta cita de Lewis en Los cuatro amores: «Quie-

LA VENTANA

Querido lector: Ya se han incorporado a la redacción los nueve alumnos que este año participarán en el Programa de Edición de Revistas Culturales. Este nuevo curso, después

nes no tienen nada, no pueden compartir nada, quienes no van a ninguna parte no pueden tener compañeros de ruta». Una amistad vale tanto como los bienes que se comparten en ella. Se entiende que esos corazones que podían construir mundos enteros —La Tierra Media, Narnia— pudiesen acurrucar en un pub de Oxford, The Eagle and Child, una intimidad común por la que mereciera la pena dar la vida. La amistad es aristocrática. Solo los más nobles son capaces de ella, tanto más quien posee un mundo interior lleno y vivo. Pero eso no basta: hay que saltar al cuadrilátero y amar hasta la extenuación, porque la venerable philia también es asimétrica. Siempre hay uno que da más, y esa entrega no queda en un ajuste de cuentas —me debes tanto—, sino en esa escalada absurda de cariño por el otro que llevó a Simone Weil a decir que la amistad «ni se busca, ni se sueña ni se desea; se ejerce». Para este noble empeño nos enfrentamos hoy a un problema mayúsculo: WhatsApp. Sus vibraciones nos impiden, primero, cultivar un mundo interior —¿qué lectura se puede hacer con el móvil al lado?— y, después, prestar atención a nuestro entorno inmediato. Y he aquí la trampa más diabólica de la cosa: cuando ignoramos nuestra obligación de amar con todo el cuerpo, con toda diligencia, a quien tenemos delante, nos pensamos grandes amigos por estar chateando con otras cinco o seis personas. Migajas.

de escuchar a los lectores con encuestas, grupos de trabajo y llamadas telefónicas, estamos considerando la posibilidad de incorporar a la revista en papel una sección de cartas

al editor. Si quiere participar, estaremos encantados de leer su texto sobre el arte de hacerse mayor (u otros debates que le suscite la lectura de Nuestro Tiempo) en nuestrot@unav.es. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —03


#718 GRANDES TEMAS Envejecimiento «Yo sólo seré significativo contracultural El rol social de las si me obligan» personas mayores más allá de la productividad. A. M. González Página 18

DETRÁS DE LA VENTANA

Casi tres millones de personas de más de 65 años reconocen vivir en soledad no deseada en España. Superarla requiere el abrazo de una comunidad tejida de vínculos. M. Betancourt, C. Burgos, P. Rodríguez y A. E. Fraile Página 8

La victoria del sentido

Deportistas sénior dinamitan prejuicios en este fotorreportaje. S. Girón y A. E. Fraile Página 38

Ignacio Peyró habla en esta entrevista de Roma y de lo inglés, de literatura, religión y del papel del conservadurismo. Santiago FernándezGubieda

Supermusk

Elon Musk cree que debe salvar al mundo. La nueva biografía del magnate, escrita por Walter Isaacson, profundiza en su forma de entenderse como un mesías. Teo Peñarroja Página 30

Página 24

Otro intento fallido de resolver el misterio Simenon

La vida de Georges Simenon es un misterio digno del inspector Maigret. Malena Cortizo Página 50

CAMPUS Y ALUMNI Peregrinación del ‘Naufragio’ de Pedro Gobeo

LAS PAREDES DE CASA

Rafael Callejo disfrutó de construir la central eléctrica de la Universidad, que no se ve pero sostiene en silencio toda la labor del centro. Como el trabajo del personal de administración y servicios. Juan González Tizón Página 62

NUESTRO TIEMPO 04—Nuestro Tiempo diciembre 2023

El profesor Miguel Zugasti ha recuperado un libro de aventuras del siglo xvii para la historia de la literatura. Teo Peñarroja y Juan González Tizón Página 67

Somos Nuestro Tiempo es la revista cultural y de cuestiones actuales de la Universidad de Navarra. Intentamos tomarle el pulso a la vida contemporánea desde 1954. Redacción Teo Peñarroja [Fia Com 19], editor. Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe. Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14].

Desde la cima de una de las compañías más sostenibles del mundo

UNA ESCUELA DE VALORES

Los doctores Carlos Centeno y Julio Gómez defendieron, durante el Alumni Meeting celebrado en Bilbao, el valor de los cuidados paliativos, una medicina que sana cuando no se puede curar. Andre Quispe Página 74

Escuela de periodistas Andrea Blavia [PPE 26], Lucía Boned [Com 26], Cristina Cuadrado [Com 27], Javier Gómez [Der Fia 25], Juan González Tizón [Com 24], Viola Lumina [Com 26], Víctor Maspons [Der Fia 25], Andre Quispe [Fia Com 26], Emiliana Rico [Com 26], Victoria Schneider [Com 26] y Casilda Zuloaga [Com 26].

El vicepresidente sénior de la multinacional danesa Rockwool, Rafael Rodríguez, habla de retos, liderazgo y conciencia medioambiental. Ana Eva Fraile Página 78

Fotografía Rita Álvarez, Manuel Castells, Juan Dolcet, Susana Girón, Daniel Ibáñez y Patricio Sánchez-Jáuregui. Ilustración Alberto Aragón, Itziar Barrios, María Expósito y Diego Fermín. Diseño Errea Impresión MccGraphics


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OPINIÓN

CULTURA

Valor y aprecio Enrique G.-Máiquez

¿Dios va al cine?

FIRMA INVITADA

Críticas de cine Ana Sánchez de la Nieta

Bulos o periodismo Jesús Cintora

HISTORIAS MÍNIMAS

ESCENA

Joseluís González. Página 86

MÚSICA

Los ‘pecados’ de Alicia Patricia García Sánchez Página 98

Página 100

ARTE

Sorolla vive en el campus Ana Eva Fraile Página 102

Página 88

ENSAYO NADIE HABLA

Chatear con ChatGPT entraña mantener una conversación en la que, en vez de personas, palabras o cosas, solo hay lenguaje. Michel Foucault vaticinó y exploró en sus obras las consecuencias de tal posibilidad. Su particular método resulta útil para comprender las amenazas y posibilidades de la IA. Felipe Muller. Página 106

Página 104

VAGÓN-BAR

El penúltimo precio Paco Sánchez Página 112

DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795 La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados.

Felipe Santos

Reseñas de libros Amparo Cózar, Victoria De Julián, Santiago Fernández-Gubieda, Rocío García de Leániz, Ana Gil de Pareja, Joseluís González, Juan González Tizón, Lucía Martínez Alcalde, Josean Pérez, Andre Quispe, Paula Rodríguez, Álvaro Villagrán y Berta Viteri.

Cambio de tercio Ignacio Uría

Edita Universidad de Navarra Web nuestrotiempo.unav.edu Atención al lector Palmira Velázquez T 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu

La lucidez del moribundo

LIBROS AMIGOS

En este y desde otros mundos Nuria Martínez

Página 84

Página 96

LIBROS

MIND THE GAP

Apología de la chuleta Mariona Gúmpert

Alberto Nahum García

Página 94

Página 48

BÚHOS A ATENAS

Unos vampiros de lo más cachondo

Página 92

Página 22

Página 72

SERIES

CINE

AHORA BIEN

Reservados todos los derechos. Está prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, su incorporación a un sistema informático y su transmisión por cualquier medio o en cualquier forma sin autorización previa y por escrito de la Universidad de Navarra. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

7 827 ejemplares/ número (2022)

Esta revista recibe una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte.

Member of CASE diciembre 2023 Nuestro Tiempo —05


DISPAROS AL AIRE

AL CEMENTERIO. John Donne enfermó de

gravedad en 1623 y, postrado, compuso sus Devociones para circunstancias inminentes. Desde su cama escuchaba las campanas tocar a muertos. «Me indican que lo conocía, o que era mi vecino», escribió. Y también: «Nunca pidas a alguien que pregunte por quién doblan las campanas: están doblando por ti». Hoy apenas se visitan los cementerios. Quizá porque la cultura del ahora esteriliza la muerte y, al igual que el avestruz, hace como que no la ve. O, quizá, porque la erosión de los vínculos —la familia, la amistad— se ha vuelto tan desvergonzada que es incapaz de reconocer que toda la humanidad comparte fatigas y destino, que no somos islas. El caballero de las flores es un buen recordatorio: estamos juntos en esto.

Camino del cementerio (1960) © Juan Dolcet, Museo Universidad de Navarra, VEGAP, Pamplona 2023.

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Grandes temas Envejecer con sentido

DETRÁS DE LA VENTANA La soledad a veces se anhela, pero se tiñe de negro cuando se sufre, y el rostro más vulnerable es el de la persona mayor. Considerada uno de los retos sanitarios a los que se enfrenta el mundo occidental en el siglo xxi, la soledad deja en desventaja a aquellos que se adentran en la vejez en un universo que, de forma paradójica, se encuentra más conectado que nunca. En España, según un estudio de la Fundación la Caixa, casi tres millones de personas de más de 65 años reconocen vivir en soledad no deseada. Superarla requiere el abrazo de una comunidad tejida de vínculos afectivos. texto Mariana Betancourt [Fia Com 25], Claudia Burgos [Fia Com 25],

Paula Rodríguez [His Com 25] y Ana Eva Fraile [Com 99]

ilustración Alberto Aragón


Grandes temas Envejecer con sentido

una calle cualquiera de un barrio cualquiera. las cámaras graban cómo dos operarios despliegan una lona de más de veinte metros de altura que recubre la fachada de un edificio con la imagen de otra. Un solo balcón de los de antes, con persiana de madera y barandilla de forja, se asoma a este oceánico muro ciego. Hay quien se detiene a fotografiar el trampantojo con el móvil. Otros piensan en voz alta. «Ese balcón es el de la soledad de una persona que vive allí y a la que el resto de la comunidad ignora». «Nadie la ve y está sufriendo». «Para mí sería casi insoportable». «Mañana —expresa una señora mientras, con el dedo índice sobre los labios, intenta levantar un dique capaz de contener su emoción— yo voy a vivir allí». El 1 de octubre, con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, muchas ciudades de España amanecieron empapeladas con un mensaje ideado por la Fundación la Caixa para hacer visible una realidad que afecta a casi tres millones de personas de más de 65 años: «La soledad no se ve, se siente». Esta campaña de sensibilización retrata la denominada epidemia silenciosa, la que se sufre en la intimidad, al otro lado del balcón. Hace cinco años The Economist declaró, en un tuit lapidario, que la soledad es «la lepra del siglo xxi». Hay quien, como Noreena Hertz, considerada por el periódico británico The Observer una de las pensadoras más relevantes del mundo, habla de nuestro tiempo como «el siglo de la soledad». Las estadísticas intentan cifrar la magnitud del problema. Un estudio que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 2021 aseguraba que entre el 20 y el 34 por ciento de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos se sienten solas. En España, el Observatorio Estatal SoledadES, impulsado en 2022 por la Fundación ONCE, presentó en abril su último informe: la soledad no deseada afecta al 13,4 por ciento de la población. Aunque el grupo más vulnerable es el de los adultos mayores de 65 años, los datos revelan que resulta más frecuente en los jóvenes: un 21,9 por ciento de los encuestados entre los 16 y 24 años declaró sentirse así. Por su elevado índice de prevalencia y su grave impacto en la salud física y mental de quienes la padecen, la OMS reconoce la soledad y el aislamiento social como un desafío prioritario. Según han demostrado numerosas investigaciones científicas, la soledad se correlaciona con enfermedades cardíacas, presión arterial alta, derrame cerebral, demencia, depresión y ansiedad. Además, su efecto sobre la mortalidad es equiparable al de otros factores de riesgo, como el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo. Las secuelas de la soledad son profundas, al igual que sus raíces.

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EL ORIGEN DE LA SOLEDAD

U

na de las primeras aproximaciones científicas a este poliédrico concepto se enunció en 1959. La psiquiatra alemana Frieda Fromm-Reichmann se sentó frente a frente con la soledad más descarnada en su consulta. La doctora relata su acercamiento a una joven paciente catatónica, incapaz de comunicarse y en estado de ansiedad. Le preguntó cómo de desdichada se sentía. Entonces ella le mostró su mano, con el pulgar hacia el cielo y el resto de dedos aprisionados en la palma. FrommReichmann interpretó aquella señal —«solo podía ver el pulgar, aislado de los cuatro dedos ocultos»— y con voz compasiva dijo: «¿Tan sola?». En ese instante, «la expresión de su rostro se relajó, como si sintiera un gran alivio y gratitud, y sus dedos se abrieron». Una sola mirada empática bastó para que la mujer empezara a soltar lastre. Aquel estremecedor encuentro fue el detonante que la impulsó a comunicar todo lo que había aprendido a partir de los testimonios de sus pacientes y de otras vivencias propias. Su ensayo Loneliness rompió el silencio sobre la soledad. La acotó como el anhelo de intimidad interpersonal que acompaña a cada ser humano desde la infancia hasta la vida adulta. Y formuló la amenaza universal que sentimos por su posible pérdida: «La soledad parece ser una experiencia tan dolorosa y aterradora que la gente hará prácticamente cualquier cosa para evitarla». Este miedo, según describió la psiquiatra, origina dos realidades que agudizan la tragedia del aislamiento. Por un lado, las personas que no se sienten solas rehúyen a los solitarios, ya que temen contagiarse. Y, por otro, las personas que sufren soledad se encierran en sí mismas y no pueden ver al prójimo



Grandes temas Envejecer con sentido

que atraviesa una circunstancia similar. «Produce la triste convicción de que nadie más ha sentido, o sentirá nunca, lo que están experimentando», afirmó Fromm-Reichmann. Las definiciones actuales no distan mucho de las publicadas hace seis décadas, pero ahora la preocupación tiene nombre y apellido: Soledad No Deseada. Desde el Observatorio Estatal SoledadES, se refieren a ella como la experiencia personal negativa en la que un individuo necesita comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales, bien porque tiene menos de las que le gustaría o porque no encuentra en ellas el apoyo emocional que espera. Una acepción que comparte José Ángel Palacios, coordinador de Comunicación y Fundraising de la ONG Grandes Amigos. Según subraya, tanto la falta de vínculos como su pobre calidad configuran el «sentimiento subjetivo de que la vida afectiva no es satisfactoria». Soledad, por tanto, significa sentirse solo con independencia del número de conexiones sociales; el aislamiento —la ausencia de contacto— puede provocar soledad en algunas 12—Nuestro Tiempo diciembre 2023

personas, mientras que otras pueden sentirse solas sin estar socialmente aisladas. El ensayo de la doctora Fromm-Reichmann despertó el interés por analizar el fenómeno de la soledad desde diferentes perspectivas. El sociólogo Robert Weiss, autor de Soledad: la experiencia de la soledad social y emocional (1973), desarrolló una teoría cimentada en seis necesidades que, de no satisfacerse, contribuyen al sentimiento de soledad: el apego, la integración social, el afecto, la reafirmación de la valía, la sensación de alianza fiable y la orientación en situaciones estresantes. Para él, la raíz de la soledad se encuentra en la falta de relaciones significativas y de vinculación comunitaria. El corpus bibliográfico sobre este tema se multiplicó con el cambio de siglo y ha alcanzado su madurez durante las últimas dos décadas. Entre los abundantes títulos, destaca la aportación del profesor de Harvard Robert Putnam, que aborda el declive de los lazos comunitarios estadounidenses en Solo en la bolera: colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana (2000). Este sociólogo y politólogo se


la naturaleza humana y la necesidad de conexión social (2008). La obra del Dr. Loneliness, como se le llegó a conocer, proporcionó una visión radicalmente nueva sobre la importancia del compromiso mutuo, la familia y la comunidad. Al romper el bucle del aislamiento, la persona gana bienestar y felicidad, que en la esfera colectiva se traduce en mayor prosperidad y cohesión social. Desde un punto de vista histórico, Fay Bound Alberti, profesora de Historia Moderna de la Universidad de York, desbarata la creencia de la soledad como un fenómeno universal y atemporal. ¿Y si fuera una epidemia vinculada al desarrollo de la modernidad? En el ensayo Una biografía de la soledad: historia de una emoción (2019), desgrana cómo el marco filosófico y espiritual imperante, muy distinto del de épocas anteriores, ha propiciado su nacimiento: «En el siglo xxi nos encontramos suspendidos en universos de creación propia en los que la certeza del yo y la unicidad importan mucho más que cualquier sentido de pertenencia colectiva». A la hora de describir la soledad moderna, Bound Alberti resalta que se trata de «una aflicción de todo el cuerpo», relacionada con nuestra salud mental y física. A Vivek Murthy le tocó batallar contra la soledad como director general de Salud Pública de Estados Unidos. En 2017, al finalizar su primer mandato, le avergonzaba acercarse a amigos a los que había descuidado. Tanto se convenció de que debía concentrarse en el trabajo que cuando estaba rodeado de las personas a las que amaba no se sentía presente, atento a las noticias y a los mensajes que recibía. «Me encontré cada vez más solo y aislado —confesó— como si fuera el único que se sentía así». Murthy decidió contar su propia experiencia en las páginas del New York Times el 30 de abril. Hacía un mes que había asumido de nuevo el cargo y estaba a punto de proponer un marco nacional para concienciar al pueblo estadounidense de la urgencia de reconstruir la conexión humana, una necesidad que considera tan básica para la supervivencia como la comida, el agua y la vivienda. De ella depende, según había expuesto años antes en el libro Juntos: el poder curativo de la conexión humana en un mundo a veces solitario (2020), no solo el bienestar individual sino también la fortaleza de la comunidad.

John Cacioppo defendía que la soledad es una señal biológica que nos alerta de la amenaza de permanecer aislados.

enfoca en cómo los ciudadanos viven cada día más alejados de sus familias, amigos, vecinos y también de las instituciones sociales. Su análisis defiende que la pérdida de los vínculos nos está privando del factor más potente de satisfacción social y personal. Desde el prisma de la neurociencia y la biología, John Cacioppo, que cofundó el Centro de Neurología Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago en 2004, propuso una interpretación evolutiva de la soledad. Defendía que, de la misma manera que el dolor físico nos advierte de los peligros físicos y nos empuja a cuidar nuestro cuerpo, la soledad es una señal biológica que nos alerta de la amenaza de permanecer aislados y nos sirve de acicate para reparar los lazos sociales deshilachados. Mediante escáneres cerebrales, análisis de la presión sanguínea, la respuesta inmunitaria, las hormonas del estrés, el comportamiento y la expresión génica, documentó los devastadores efectos de la soledad prolongada, que puede alterar incluso la transcripción del ADN en nuestras células inmunitarias. Fruto de sus investigaciones, publicó junto a William Patrick Soledad:

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Grandes temas Envejecer con sentido

QUIÉNES SON LOS MÁS VULNERABLES

A

pesar de que el desamparo y dolor que genera la falta de conexión con otros, como escribió la doctora Fromm-Reichmann, se manifiesta por causas muy diversas, se han identificado una serie de factores de riesgo para la soledad no deseada. Por ejemplo, vivir solo. Si las actuales tendencias demográficas se prolongan, un estudio del Instituto Nacional de Estadística estima que en 2037 habrá 6,5 millones de hogares unipersonales en España, un 29,8 por ciento del total. Será el tipo de hogar que más aumente en los próximos catorce años: un 27,3 por ciento respecto a principios de 2022. Esta proyección anticipa que el número de individuos que vivirán solos pasaría de representar el 10,7 por ciento de la población en 2022 al 12,5 por ciento en 2037. En segundo lugar, la incidencia de la soledad no deseada es superior en las personas con discapacidad, por las limitaciones a las que se enfrentan a diario y les aíslan de la comunidad: la falta de accesibilidad, la carencia de autonomía, la inactividad forzosa, la dificultad para relacionarse y la discriminación. También quienes tienen una salud frágil están más expuestos a sentirse solos o aislados. Mantener una vida activa es un camino para procesar el dolor y estimular las conexiones sociales. Sin embargo, ejercitarse al aire libre, caminar o pasar tiempo en la naturaleza se convierten en tareas complejas para personas con afecciones crónicas, movilidad reducida o enfermedades mentales.

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La renta constituye otra variable asociada a la soledad no deseada. Cuando los ingresos económicos son escasos, la capacidad para expandir las relaciones se ve limitada. Planes como viajar, hacer excursiones, cenar en grupo e ir al cine resultan inaccesibles para un sector de la población. Según apuntan desde el Observatorio SoledadES, algunas experiencias vitales —haber sufrido un suceso traumático, la pérdida de un ser querido o una separación, entre otras— también pueden trastocar los vínculos cotidianos y abrir una etapa de aislamiento o de duelo que, si se cronifica, desemboca con frecuencia en soledad no deseada. En el año 2020, el confinamiento y la sobremortalidad que trajo consigo la pandemia de covid-19 tuvieron un efecto colateral: más gente estaba sola. Los pamploneses Javier y María —los nombres son pseudónimos— llevaban cuarenta y ocho años casados cuando la enfermedad los separó. Antes de ingresar, Javier se despidió de su esposa con un «Hasta luego». Pocos días después, a ella también


la internaron en otro centro hospitalario. En su habitación, aislada, recibió la noticia de que Javier no volvería. Durante meses, María cayó en una espiral de soledad de la que pudo salir poco a poco gracias al apoyo de una amiga íntima y de su parroquia. El «abrazo de Dios», dice, logró consolarla y devolverle «la paz en el alma». Siempre se había considerado una creyente del montón y ahora cree que Javier la empujó desde el cielo a la segunda fila de la misa. Tiene 86 años y una copia de El principito en la mesa de noche. Tras este giro inesperado de su historia, afirma haber alcanzado lo que ella llama «soledad aceptada». Se apoya en su carácter optimista y en la fe para afrontar el mundo sin su marido. En casa, hace las tareas domésticas sin obsesionarse, «porque está claro que el día de mañana Dios no te va a examinar sobre cuántas veces has barrido». Por las tardes, suele conversar con su mejor amiga, una prima de Javier, que es religiosa y tiene 98 años. Hablan de comida, de oración y de las compras. Pero su parte favorita del día llega a las nueve de la noche:

«Es como si se cerrara mi mundo, me siento en casa, sola, a gusto». María, en su vejez, ha superado el duelo. No obstante, las personas mayores —el último factor de riesgo identificado por el Observatorio SoledadES— están más expuestas a sentirse solas debido a la confluencia de cambios relevantes que se producen en esta etapa: la transformación de su rol y sus condiciones económicas tras jubilarse, la pérdida de vínculos, el deterioro de la autonomía al verse menguada su capacidad física y mental... Para mejorar su calidad de vida y desarrollar políticas públicas adaptadas a sus necesidades, la Comisión Europea promueve desde 2004 la «Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación» (SHARE, por sus siglas en inglés). Se trata de una de las infraestructuras de investigación más relevantes de la UE en Ciencias Sociales, con más de 140 000 participantes de veintiocho países. Los datos se obtienen mediante entrevistas presenciales a personas mayores de cincuenta años. El

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cuestionario reúne un amplio número de parámetros sobre la salud física y psicológica, la situación económica y laboral y las redes de apoyo sociales y familiares. Cada dos años, se contacta de nuevo con los encuestados, un enfoque longitudinal que permite observar variaciones ante determinadas circunstancias, así como detectar efectos causales o la posible interacción entre ámbitos que suelen estudiarse de forma aislada. En febrero de 2022 concluyó la octava ola de recogida de datos —interrumpida debido a la pandemia, pudo retomarse durante el verano de 2020 con encuestas telefónicas especiales— y se prevén dos más. En un momento de la conversación, los entrevistadores preguntan a los protagonistas con quién hablan sobre las cosas que les ocurren y les preocupan. Como recoge el informe El reto de la soledad en las personas mayores, elaborado por la Fundación la Caixa en 2020, los resultados correspondientes a la sexta ola revelaron que, en España, un 11 por ciento de la población de más de cincuenta años no mantiene comunicación diaria con nadie —ni familiares ni amigos ni vecinos ni conocidos— para compartir asuntos personales. Asimismo, el 7 por ciento no tiene a nadie de quien se sienta emocionalmente cercano. La red de información sobre envejecimiento en el mundo no para de crecer. Hoy día, China, Corea, Japón, la India, Brasil, México, Costa Rica, Egipto o Sudáfrica llevan a cabo estudios que pondrán a disposición de la comunidad científica y de los organismos públicos datos comparables relativos a entornos culturales muy diversos. Estas investigaciones ensanchan la senda iniciada en 1992 por Estados Unidos, con el «Health and Retirement Study» (HRS), y Reino Unido, que, al cabo de una década, puso en marcha el «English Longitudinal Study of Ageing» (ELSA).

Un estudio del Instituto Nacional de Estadística estima que en 2037 habrá 6,5 millones de hogares unipersonales en España.

UNA CUESTIÓN DE ESTADO

T

ras pulsar a la sociedad británica, la Comisión Jo Cox sobre Soledad publicó en 2017 un informe que alertaba de la magnitud de la «epidemia»: más de nueve millones de adultos en el Reino Unido se sentían solos siempre o a menudo. No se lo tomaron a la ligera. Un año después, se instituyó el pionero Ministerio de la Soledad —Japón lo emuló en 2021— y se presentó la primera estrategia gubernamental del mundo. Entre los sesenta compromisos que recoge, se inauguró un fondo, de más de once millones de libras en su primera edición, para transformar las vidas solitarias. Una sombra que acecha a la tercera edad con especial dramatismo: la mitad de las personas de más de 75 años en Reino Unido —cerca de dos millones— viven solas y alrededor de 200 000 dicen que pueden pasar días, incluso semanas, sin ninguna interacción social. Además de la financiación anual que da soporte a más de ochocientas organizaciones que alivian la soledad en sus comunidades, se lanzó la campaña de sensibilización #LetsTalkLoneliness y se creó un servicio de chatbot en WhatsApp para que la gente pueda recibir de manera fácil información y asesoramiento. En Estados Unidos, el director general de Salud Pública tuvo que plantar cara a su propia angustia antes de ponerse al frente del proyecto «Nuestra epidemia de soledad y aislamiento». A Vivek Murthy le costó más de un año «luchar contra el dolor y la vergüenza de la soledad». Venció, pero no lo hizo solo. Su esposa, su madre, su padre y su hermana le recordaban a diario que le amaban por lo que era. Y sus amigos se comprometieron a hablar una vez por semana «sobre los problemas que pesaban en sus corazones». El amor y la conexión le salvaron en uno de sus peores momentos, y con estas armas pretende erradicar la crisis de soledad y aislamiento, que Murthy considera uno de los mayores desafíos de la generación actual. Licenciado en Harvard y Yale, el «doctor diciembre 2023 Nuestro Tiempo —17


Grandes temas Envejecer con sentido

de la nación» dice saber cómo hacerlo. En primer lugar, se debe fortalecer la infraestructura social. Contempla desde programas escolares que enseñen a los niños a construir relaciones saludables hasta políticas comunitarias que unan a las personas, pasando por nuevos diseños de los lugares de trabajo que fomenten la conexión. Después, es preciso repensar nuestra dependencia de la tecnología para buscar espacios sin dispositivos en los que podamos escuchar y conversar de forma plena. Y, por último, en el ámbito individual, acercarnos a las personas de nuestro entorno y buscar oportunidades para ayudar a los demás. Mientras en España el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) ultima el borrador de un plan nacional contra el aislamiento involuntario, las propuestas más eficaces tienen lugar en los municipios y barrios. Desde la ONG Grandes Amigos, José Ángel Palacios remarca la importancia de «crear cercanía», es decir, que los vecinos se conozcan entre sí, que las familias constituyan núcleos de confianza y que las amistades sean sustanciales. Los proyectos que cosechan más frutos son los que logran motivar una relación emocional de calidad. Por ello, Javier Yanguas, director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación la Caixa, distingue aquellas iniciativas que proporcionan apoyo social de las que construyen red social. De hecho, las personas pueden estar rodeadas de múltiples proveedores de apoyo, como algún servicio de limpieza del hogar que reciben una vez por semana, pero permanecer socialmente desconectadas. Entidades como Grandes Amigos, Fundación la Caixa, Cruz Roja, Teléfono de la Esperanza, Adopta a un abuelo o Fundación ONCE centran sus esfuerzos en el acompañamiento adaptado a las necesidades particulares y en la creación de espacios de encuentro intergeneracionales. Un paseo por el parque o tomar juntos el café pueden contribuir a que —como expone Palacios— «la semilla del vínculo con el voluntario crezca y se convierta en amistad duradera». María, la vecina de Pamplona que superó su duelo, no pierde oportunidad de socializar: asiste a charlas, excursiones y viajes organizados por la parroquia o el ayuntamiento. Este año visitó Lourdes y convivió con universitarios: «Nosotros nos alimentamos de la alegría de los jóvenes. Y los jóvenes se alimentan del cariño que deseamos darles». Ella representa un ejemplo de cómo, a pesar de las pérdidas, la red social se puede ir regenerando. 18—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Ángeles, por su parte, enviudó en 2005 y vivió sola dieciséis años. Su rutina era sencilla: «Cuando terminaba el rosario y la misa me iba a la calle. Hacía la compra; cogía mi pan y lo que necesitase. Me preparaba una ración de legumbres. Y, si hacía buen tiempo, salía a pasear». En septiembre de 2021, tras una hospitalización de dos meses a causa del covid, decidió que era el momento de vivir acompañada y se estableció en el coliving Solera Urban de la capital navarra. Ángeles entra, sale, recibe visitas y sube a su habitación cuando quiere estar sola. Sentada en su butaca azul, contempla las fotografías de sus cinco hijos, sus nietas y sus bisnietos. También de Braulio, su marido: «Esta es de nuestras bodas de oro. Como él estaba tan enfermo, las celebramos un año antes, con 49 años de casados». Desde que se mudó a Solera Urban, su familia la ve más guapa y ella dice que su salud ha mejorado muchísimo gracias a las actividades sociales, cognitivas y de fisioterapia. En su novena década, Ángeles tiene hambre de vida. Para desayunar, toma lo de siempre —café con leche y unas «tostadicas»— mientras conversa con los vecinos en el comedor. Y en las tardes de juegos, si algún día se pierde la partida de «Adivina la canción» o «El ahorcado», sus amigas la extrañan. María y Ángeles han experimentado el poder curativo de la conexión con otras personas, que arraiga en la propia identidad del ser humano. «Necesitamos vincularnos, tenemos una motivación esencial para crear y mantener relaciones interpersonales», argumenta Javier Yanguas, también gerontólogo y doctor en Psicología. Desde esta perspectiva, el sentimiento de desamparo —que la pandemia exacerbó— puede interpretarse como un síntoma de desgaste de la salud colectiva. Uno de los testimonios del vídeo que presenta la nueva campaña de la Fundación la Caixa apunta en esta dirección: «Como sociedad podemos hacer algo: estar pendientes». Más allá de cualquier plan gubernamental, restaurar los socavados cimientos de la vida en común es una responsabilidad compartida que empieza por pequeños gestos. Una mirada compasiva y un «Hola, ¿cómo estás?» al coincidir con un vecino en el portal pueden desencadenar el cambio.

Más allá de cualquier plan gubernamental, restaurar los cimientos de la vida en común empieza por pequeños gestos.

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Ana Marta González dirige la Cátedra IDEA de nuevas longevidades.

Hacia un envejecimiento significativo El mundo ha asumido los ideales de libertad e igualdad en casi todos los ámbitos, pero nuestra convivencia basada en la productividad relega a las personas mayores —que, paradójicamente, son más numerosas que nunca y están en mejores condiciones de salud— a roles sociales insignificantes. La autora de este ensayo piensa que la rehabilitación del tercer ideal moderno, el de fraternidad, ayudaría a diseñar un modelo social en el que trabajo y cuidado se sostengan recíprocamente. texto Ana Marta González, catedrática de Filosofía y

coordinadora de la línea de investigación «Trabajo, cuidado y desarrollo» de la Estrategia 2025 de la Universidad de Navarra

una categoría tan vaga como «los mayores» oculta una amplia diversidad de situaciones y necesidades que exigen una atención diferenciada. Los convencionalismos y prejuicios que se apoderan de nuestro discurso se esfuman cuando contemplamos a esas personas más de cerca: ¿quién piensa en «los mayores» cuando está hablando con su padre? Por otra parte, ¿no es una categoría relativa? ¿Mayor que quién? ¿Acaso queremos decir jubilado? Sin embargo, la edad de jubilación responde a un criterio convencional. El 75 por ciento de los mayores de 65 años gozan de buena salud y son perfectamente autónomos. La gran mayoría cuenta con energías e ilusión para seguir contribuyendo a la vida social. ¿O acaso se jubila uno de su vocación profesional por el hecho de haber abandonado el mercado laboral? ¿Se jubila de responsabilidades familiares o de intereses culturales? Por otra parte, la mayoría de las personas dependientes, que componen el 25 por ciento restante, vive en su domicilio —solo un 5 por ciento lo hace en residencias— con distintos grados de dependencia. En 2021, algunas proyecciones estimaban que la población europea necesitada de cuidados de larga duración aumentará de 30,8 millones en 2019 a unos 38,1 millones en 2050, cifras que cabe relacionar también con las previsiones de aumento del gasto social: de un 1,7 por ciento del PIB en 2019 a un 2,5 por ciento en 2050. La Estrategia Europea de Cuidados, presentada el año pasado, busca responder a esta realidad. Si nos quedáramos solo en este aspecto, perderíamos una oportunidad de repensar nuestro modelo social y hacerlo sostenible no solo desde el punto de vista económico, sino también humano. Hoy, el sector de los cuidados emplea a 6,4 millones de personas, de las cuales el 90 por ciento son mujeres, pero se prevé que, para el 2030, haya 7 millones de empleos en este ámbito. Sin embargo, muchas veces las condiciones de trabajo no son atractivas; y esta percepción se rediciembre 2023 Nuestro Tiempo —19


Grandes temas Envejecer con sentido

fuerza cuando, por razones culturales o económicas, se sigue recurriendo al cuidado informal y no profesionalizado, lo que conlleva también unos riesgos. Es indudable que la mayor esperanza de vida que hoy disfrutamos plantea retos éticos y políticos específicos que nos incumben, entre otras cosas, como personas que, tarde o temprano, formaremos parte de esa difusa categoría social de «los mayores», que algunos se representan tan férrea como una cárcel y que, a causa del estigma que lleva tácitamente asociado, otros tratan por todos los medios de deconstruir. la edad y la modernidad. Aunque en la práctica subsistan variadas discriminaciones, las diferencias de raza o de género han dejado de constituir criterios públicamente determinantes para acceder a algunos puestos o profesiones. Sin embargo, la edad persiste como uno de los últimos reductos impermeables a los ideales modernos de igualdad y libertad. El mundo laboral proporciona muchos ejemplos de edadismo, que se desliza inadvertidamente en actitudes ordinarias y el lenguaje cotidiano, lo que llega a afectar en ocasiones al ejercicio de derechos. De ahí que no falten llamadas a deconstruir los discursos en los que la edad opera más o menos sutilmente como un factor de discriminación social. Desde cierto punto de vista, esta estrategia cultural podría considerarse una manera de aplicar los principios modernos de igualdad y libertad a un nuevo grupo social que tarde o temprano todos engrosaremos. Sin embargo, en la medida en que lo moderno nos habla del prestigio de lo nuevo frente al de lo antiguo, la relación de la modernidad con el hecho de la edad es bastante más compleja. De hecho, cabría argumentar que, en algunas maneras de entender el «envejecimiento activo», se asume, como dato indiscutido, que lo ideal es mantener la juventud durante el mayor tiempo posible. Ahora bien, ¿no es esto también una 20—Nuestro Tiempo diciembre 2023

«En el mundo laboral, el edadismo se desliza inadvertidamente en actitudes ordinarias y el lenguaje cotidiano, lo que llega a afectar en ocasiones al ejercicio de derechos» forma implícita de edadismo, que toma la edad joven como pauta y norma de la ancianidad? Si bien la posibilidad de llegar a una edad avanzada en buenas condiciones de salud constituye un éxito de la ciencia, desde un punto de vista cultural la fragilidad y vulnerabilidad propias de la última etapa de la vida contradicen el optimismo moderno, porque representan un terco recordatorio de que la aspiración a dominar la naturaleza y conquistar la fuente de la eterna juventud se enfrenta a un límite infranqueable, que cabe retardar o disimular pero no escamotear. Tarde o temprano hemos de morir y, de ordinario, la última fase de la vida va acompañada de una característica fragilidad que ya no se puede afrontar en términos de «envejecimiento activo». La urgencia por aprovechar el tiempo, por dotarlo de contenido y de sentido, en todas sus etapas, resulta más viva allí donde el tiempo se percibe como un bien escaso. Desde esta perspectiva, la experiencia de la propia fragilidad no es necesariamente negativa; puede ir acompañada de un crecimiento en otros aspectos que nos hacen más humanos, como la comprensión o la gratitud, la serenidad o la sabiduría. autocuidado y envejecimiento. Aunque la vejez puede experimentarse con pesadumbre —lo sabía Cicerón cuando escribió De senectute—, esa edad

conlleva unas ganancias que Cicerón ejemplifica en la figura de Catón —sabiduría, prudencia, autoridad…— y que deben prepararse desde la juventud. Tal y como ha destacado Foucault, este tipo de preparación, que los antiguos incluían en el «cuidado de sí», no abarca únicamente el cuidado de la propia mente, sino también del cuerpo y la salud, al que principalmente hoy nos referimos cuando hablamos de autocuidado. Conviene recordar, sin embargo, que, en su origen, la expresión «cuidado de sí» tenía un sentido más amplio y profundo, pues señalaba una actitud propia de la persona consciente de sí misma y del modo en que sus decisiones presentes condicionan su vida y su carácter futuros; algo que cabe extender igualmente a la cuestión del sentido: hemos de vivir como quien ha de poder encontrar un sentido a todas las etapas de su vida. Según esto, hablar de autocuidado es totalmente pertinente, no solo para afrontar un envejecimiento saludable y activo, sino también un envejecimiento significativo, que, además de estimular la participación de los mayores en la vida familiar, cultural, social, incluye también el desarrollo de recursos espirituales con los que dotar de sentido a esa última etapa de la vida. Esta es la línea escogida por Frits de Lange en un libro titulado Amar la vida tardía, donde desarrolla la idea de un amor al propio cuerpo, no ya como cuerpo disciplinado, ni cuerpo reflejado en los ojos de otros, ni como cuerpo dominador, sino como cuerpo comunicativo, con el que es preciso aprender a relacionarse amistosamente. Tener presentes estas otras dimensiones del autocuidado nos permite afrontar el futuro demográfico, además de en términos económicos, como una oportunidad de recrear espacios y vínculos intergeneracionales, «empleando» el talento sénior en conversaciones orientadoras de las que tanto jóvenes como mayores salen beneficiados; una manera de facilitar la experiencia de convivencia


intergeneracional en un momento en el que las familias, por su reducido tamaño, ya no la hacen posible. Por esta vía, el envejecimiento activo nos recuerda que hay sentido más allá de las actividades estrictamente laborales. respuestas modernas ante la exclusión social. Si la edad ha perdido parte del prestigio y la autoridad de los que gozaba en el mundo tradicional se debe en gran medida a los cambios sobrevenidos como consecuencia de una modernidad sesgada e inconclusa, que, tras poner en circulación los principios de igualdad y libertad, se ha estancado en una visión de las relaciones sociales dominada por criterios abstractos y economicistas, y prácticas y formas de organización que atienden solo a medidas funcionales y de productividad, lo que genera entretanto un número incontable de excluidos. En parte como reacción, a finales del siglo pasado cobraron protagonismo las éticas del cuidado, que ponían en el centro la cuestión de la dependencia. Sin embargo, proyectada en el espacio público, esta aproximación presenta el riesgo de consagrar la división de los ciudadanos en productivos y dependientes, inadecuada para apreciar la multiforme contribución de las personas mayores. La oscilación entre asistencialismo y autonomía, entre cubrir las necesidades de los más frágiles al mismo tiempo que se reconoce la capacidad de quienes se valen por sí mismos, deja al descubierto una deficiente integración política y estructural de los principios de igualdad y libertad, que, a mi juicio, solo encuentra remedio cuando entra en juego y se vuelve socialmente operativo el más olvidado de los ideales modernos: el de fraternidad. Entiendo por fraternidad un principio de comportamiento que, sobre la base de una igual dignidad de las personas, tiene presentes sus diferencias individuales. No es lo mismo, en efecto, ser joven o

mayor, tener salud que no tenerla, contar o no con apoyo familiar, vivir solo o acompañado, tener trabajo o no. Nada de esto se deja aferrar por formas binarias de pensar, que multiplican sin cesar la lista de los excluidos. Con fraternidad no pretendo evocar vagos sentimientos humanitarios. Pretendo sobre todo rescatar su papel como principio estructurador de sociedades complejas, que opera sobre la base del respeto recíproco y que sabe modular su expresión de acuerdo con las circunstancias diferenciales del interlocutor. Frente a lo que el papa Francisco ha designado como «cultura del descarte», la fraternidad constituye una articulación práctica de los principios de subsidiariedad y solidaridad, que si, por una parte, evoca la idea de que todos somos responsables de todos, por otra, exige una buena dosis de lo que los griegos llamaban epikeia, es decir, capacidad de enjuiciar situaciones particulares. Como principio de inclusión social, la fraternidad conduce a reconocer y valorar los múltiples modos en que todo ciudadano contribuye al desarrollo de la sociedad no solo en términos económicos, sino humanos. Las personas más necesitadas, con su mera presencia, reclaman de nosotros una respuesta y nos revelan nuestra mayor o menor humanidad. Esto nos conduce a la cuestión más amplia sobre cómo hacer nuestras sociedades inclusivas para todas las personas, independientemente de su productivi-

«La fraternidad conduce a valorar los múltiples modos en que todo ciudadano contribuye al desarrollo de la sociedad en términos humanos»

dad. Algo que, en la práctica, pasa por revisar el modo en que afrontamos y organizamos el trabajo, haciendo que sus dimensiones específicamente humanas prevalezcan sobre las mercantiles. En efecto: ni todos los valores que se ponen en juego en el trabajo humano se reducen al precio que adquiere en el mercado, ni todas las formas de contribuir significativamente a la marcha de la sociedad se deciden en el terreno de la economía productiva. Los múltiples modos en que los mayores contribuyen de hecho a sostener la vida familiar y ciudadana representan una prueba evidente del valor social de muchas actividades que no cuentan estrictamente como trabajo productivo. Es patente, sin embargo, que la práctica del cuidado sostiene de hecho la economía productiva tanto como esta última sostiene la misma práctica del cuidado. Mucho depende, en efecto, de que los trabajadores vivan «libres de cuidados» mientras están en su puesto de trabajo, porque sus familiares están bien atendidos. Y mucho depende de que los sueldos alcancen para pagar esos cuidados a cargo de profesionales bien formados, tanto desde el punto de vista técnico como humano. Según esto, profundizar sobre la forma que debería adoptar una sociedad acogedora con las personas mayores constituiría un aspecto estratégico de una reflexión más amplia sobre los distintos modos en que tanto el trabajo productivo como el de cuidado estructuran la vida personal y social. En las condiciones propias de las sociedades modernas, esa reflexión es inseparable tanto de la profesionalización del cuidado como de un modelo social que, poniendo en el centro a las personas, asegure el refuerzo recíproco del sistema productivo y el de cuidados. Nt

NOTA: Este texto es una adaptación de la conferencia que su autora dictó en la inauguración de la Cátedra IDEA de nuevas longevidades. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —21


AHORA BIEN Enrique García-Máiquez

Valor y aprecio

Sin aspirar a ser el más potentado del barrio, podemos ocuparnos en lo que nuestra vocación nos indique o suficientemente cerca de ella o dejándonos, como mínimo, un tiempo libre para cultivarla, mecenas de nosotros mismos. Lo cual es impagable. Mi hijo llegó del colegio con nueve años diciendo que estaba decidido a ser filósofo. Los pequeños habían tenido una visita del profesor de Filosofía de bachillerato, don José María Gallardo, que estaba muy enfermo, pero no paraba. Les había contado el mito de la caverna y el apasionante desafío de salir a la luz de la verdad. Mi hijo se confesaba deslumbrado. Sentí algo parecido a los celos por la capacidad del profesor de entusiasmar a su alumnado, tan diferente a la mía, ay; pero me repuse. Y asumí que, como es lógico, la filosofía es lo más atractivo. Escribí a Gallardo, que era amigo mío, para felicitarle por la pasión que había sabido insuflar. Me contestó con una evasiva humildad, que me chocó un poco. Mi hijo tampoco volvió a hablarme nunca más de Tomarse en serio los propios intereses y el su imperiosa vocación filosófica. Un año después, al salir del masivo y emocionado funeral amor a la obra bien hecha suplen o deberían de aquel profesor inolvidable, me enteré de que hacía un suplir la que podríamos llamar brecha salarial experimento con sus alumnos (que era, como confirmé al de la vocación. llegar a casa, el que había practicado con mi hijo y conmigo). Les pedía que contaran a sus padres que la primera clase de Filosofía les había gustado tanto que iban a estudiar esa UAN RAMÓN JIMÉNEZ soñó que todos cobrásecarrera sin lugar a duda. Su objetivo, provocar el espanto mos el mismo sueldo por nuestro trabajo, fuese el parental y así hacer ver a los niños que muchas veces nos que fuese. Siendo poeta y no registrador de la promovemos por utilitarismo, y que no tenemos en cuenta ni piedad, parece una propuesta interesada, pero la ranuestra vocación ni la libertad de elección de los demás. A zón era loable. Sin el dopaje de la diferencia salarial, un alumno se le ocurrió grabar la conversación con su padre cualquiera podría trabajar en lo que de verdad fuese mientras este le gritaba que era gilipollas, que se iba a morir su vocación, sin condicionantes económicos. No ignoro el utopismo de la idea. No sería talmente como de hambre, etcétera. Gallardo lo consideró un éxito descomunal de su experimento. Lo que yo entendí timidez por mi el salario mínimo vital, que tumbaría a media población a la felicitación era quizá fastidio por el fracaso de su parábola. bartola, pero haría que muchos se dedicasen a la jardinería Aún más que los dineros condiciona la vanidad. Hay quiey muy pocos, no sé, a la inspección de Hacienda, por poner nes no siguen su vocación porque ese trabajo u oficio no dos casos extremos. Yo, desde luego, me profesionalizaría tiene la consideración social suficiente de cualquier otro. como haijin, esto es, como escritor de haikus. Ahí es más fácil aplicar analógicamente el Practicidad aparte, la idea de JRJ tiene consejo de JRJ: rendir a cada trabajador un inmenso valor como guía moral. Nos la LA PREGUNTA DEL AUTOR el mismo honor si es bueno en lo suyo, podemos aplicar. Las utopías para quien se sea alfarero o ingeniero aeronáutico. Todo las trabaja. Con que un empleo nos sirva ¿Transmitimos a nuestros necio confunde valor y aprecio en esta para satisfacer unas necesidades económihijos y estudiantes que sociedad de likes y prestigios mediáticos, cas familiares básicas, ya podríamos seguir no hay criterio más pero eso puede desactivarse con elegancia, nuestra vocación. No se trata de irse a una importante para escoger apreciando el mérito incomparable de la buhardilla a pasar hambre, pero, con cosu futuro que el amor a lo obra bien hecha. Podemos contribuir de brar un sueldo digno, hay suficiente marque harán? forma decisiva al mejor discernimiento vogen de libertad para cumplir la vocación cacional de nuestros hijos, sobrinos y veciy además hay oficios remunerados más o nitos si dejamos de valorar como bobos el menos afines a la nuestra. Cuando alguien prestigio social o la nómina rutilante. Siense extraña o escandaliza de mi empeño en do más hondamente admirativos de todos. cobrar por publicar mis cosas, le recuerdo @NTunav a Fernando Savater, que decía que, si uno Opine sobre este asunto no cobra por hacer lo que le gusta, tendrá Enrique García-Máiquez [Der 92] es poeta en Twitter. y ensayista. que terminar trabajando en lo que no le @EGMaiquez gusta.

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Grandes temas Un aire romano

Ignacio Peyró «Yo sólo seré contracultural si me obligan, jamás por mi propia voluntad»

Ignacio Peyró (Madrid, 1980) dirige el Instituto Cervantes en Roma después de haber pasado cinco años en la sede de Londres. Le preceden su fama como escritor —Un aire inglés (2017), Comimos y bebimos (2018), Ya sentarás cabeza (2020)...— y como periodista. Fundó el periódico The Objective y colabora en varios medios. Piensa en clave conservadora, cocina con gusto, escribe diarios, se asombra ante la belleza y es un tipo feliz. texto Santiago Fernández-Gubieda [Com 97 MEGEC 14] fotografía Daniel Ibáñez y Rita Álvarez Tudela

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Grandes temas Un aire romano

E el diplomático y escritor Juan Claudio de Ramón, en su libro Roma desordenada, sugiere una secreta simbología que encerraría la barcaccia de la Piazza di Spagna, en Roma. Esculpida en 1627 por Pietro Bernini, una sencilla barca ovalada y semihundida achica el agua para mantenerse a flote, sin terminar nunca de reflotarse ni de hundirse. El monumento que preside la plaza más bella del mundo es una barca metafísicamente atrapada en un naufragio permanente. Como un símbolo religioso que nos eleva en una lucha contra las bravas aguas de la incredulidad. Entre el bullicio de una multitud distraída, ese delicado y dinámico equilibrio desvela, en definitiva, la condición de cualquier mortal: una insuficiencia radical, un anhelo de resistencia pese a tanta fragilidad e ignominia. La fuente nos evoca que las causas nobles se doblegan pero nunca se ahogan, que nada está perdido pese al embate de las olas y la erosión del travertino. En esa pila bautismal de nuestras fragilidades renueva su fe cada día Ignacio Peyró, periodista, ensayista y actual director del Instituto Cervantes en Roma. Nos citamos a escasos metros de la fontana spagnola a fortalecer nuestra 26—Nuestro Tiempo diciembre 2023

confianza en la bondad de lo humano y la belleza de lo divino. Los libros de Peyró son un caladero donde fondear el alma, hallar raigambre y forjar un carácter. Para este autor, con hechuras de otro tiempo, escribir es adiestrarse en la humildad, es vivir en una vocación de sentido y felicidad que nos hace presente una de las honduras de la vida: la hermosa dignidad que alza nuestro barro a querer y ser queridos. Acabada la conversación, vuelvo con don Juan Claudio a la barcaccia de Bernini a renovar el compromiso de que, pese a todo, seguiremos achicando el agua. Roma nos acoge hoy con una tarde lluviosa, casi inglesa. Esta ciudad es un rapto de belleza y, a la vez, una terca exposición de la falibilidad humana. ¿Puede haber un contrapunto mayor? Es una ciudad muy misteriosa, difícil de penetrar; ante todo, es una vivencia de la belleza que encontramos en tantos gestos: en lo monumental pero también en la irregularidad de un empedrado, en la huella del tiempo sobre la piedra. Nos habla de la celebración de la belleza: es bueno que lo bello ocupe un lugar central en nuestras vidas porque no todo en este mundo se reduce a lo práctico. Hay algo superior y trascendente. Este es el mensaje que Roma tiene reservado al mundo. Y una envidiable naturalidad para vivirlo. Aquí uno recuerda a Roger Scruton: cuando el arte y la religión gozan de buena salud son indisociables. Sin embargo, cuando comienzan a divergir suele ser por culpa del declive religioso. ¿Cómo observa la actual brecha entre religión y cultura?, ¿hay redención posible a esa convivencia? Existe una relación muy profunda entre belleza y cristianismo; es verdad que en los últimos tiempos esa relación se ha visto desdibujada porque ahora competimos en el gran buffet de las sociedades

liberales, donde estás en pie de igualdad con cualquier otro. El fenómeno religioso ha pasado de ser un orden social a una vivencia personal. Se han quedado bellezas por el camino, es cierto, pero también esperas compromisos más conscientes y profundos. El cristianismo no tiene por qué ser triunfal, ni demográficamente impactante; ha habido muchas épocas y lugares en los que no lo ha sido. Hay que ver hasta qué punto lo ilusorio no era lo otro. Religión, belleza: se puede hablar, incluso, de una belleza o sobrecogimiento del Estado, por ejemplo, mientras que la limpieza de un claustro cisterciense es de una economía y sencillez totales. La muerte de Benedicto XVI mostró la talla inmanejable de un hombre sabio y humilde. Usted escribió en El País que Ratzinger supo ver que la cruz de esta generación es el desaliento, y al mismo tiempo sabía de la fe como «el tacto de Dios en la noche del mundo». ¿El genio del cristianismo brilla más en la noche? No lo sé. En Roma, donde las basílicas victoriosas pueden alzarse sobre catacumbas, es interesante pensar si es así. Pasamos de ser una sociedad cristiana a una sociedad poscristiana donde se encuentran cristianos. Esta secularización tan acelerada me hace pensar hasta qué punto no teníamos más ornamento que raigambre. Volvemos a una situación de minoría, hemos de aprender a vivir con cierta naturalidad dónde se está y qué papel se juega. Muchas veces la explicación queda fuera de nuestro alcance, y con iniciativas ruidosas y voluntarismo no siempre se puede soslayar la tragedia. Si la vivencia del cristianismo siempre ha sido dramática, puede que ahora más; no tanto porque sea perseguido, sino porque importa menos. Hay cierta sordera hacia lo divino y mucha oferta para calmar la sed de transcendencia, una especie de menú hecho por ti mismo donde puedes


cuidar de tu espiritualidad sin tener en cuenta la religión. Algunos sostienen que en una sociedad poscristiana el futuro de la fe católica dependerá de su habilidad en convertirse en contracultura: pequeñas minorías creativas que sean fermento de salvación. ¿Es posible un cristianismo relevante en un mundo poscristiano? Yo sólo seré contracultural si me obligan, jamás por mi propia voluntad, al margen de que el catolicismo, en efecto, no es una party mundana. Es importante saber mezclarse y no dejarse reducir. A la vez, hay que saber que en general al creyente se le va a mirar con un punto de orgullo y autosuficiencia, dado el prestigio actual de una sociedad sin Dios: por eso, también importa que haya iniciativas culturales que hagan cada vez más difícil la expulsión del cristianismo de la inteligencia, que es lo que se quiere. Pero el cristianismo debe ver la cultura contemporánea como se ve a sí misma, apreciando su aportación al desarrollo de lo humano. Necesitamos sumar inteligencias y voluntades. Por sus libros se diría que es usted un tipo feliz. Como escritor, ¿no se avergüenza de serlo? Eso no significa que sea ajeno a la realidad del mal o su experiencia. Y la literatura está también para decir la tragedia y el dolor y quién lo causa. Pero, quizá por reacción a cierta ñoñería contemporánea muy blandita y dada al autolamento, considero que es importante honrar el escribir como una vocación de sentido y felicidad. No sé si era Wodehouse quien decía que, en tiempos como una guerra, mantener la alegría era una apuesta moral: pues bueno, luego pasa a ser una costumbre. También ocurre que todavía no he tenido que escribir ningún libro a partir del dolor.

Peyró tiene capacidad para escribir con rapidez debido a sus años de periodista. Usted se ha formado en las hechuras de los autores clásicos. ¿Qué le ha dado la literatura? La literatura ha dado matices al mundo, ha ayudado a redondearlo, por así decir; ha dado significado a muchas horas de soledad y, en fin, ha llenado de alegría y de curiosidad el corazón. Al escribir ves cómo te llevó allí el leer, y la propia escritura muchas veces no es más que la lealtad a esa llamada que sentiste una vez. Por supuesto, como imagino que ocurre con todas las vocaciones, uno se está testando de continuo contra su ideal y su límite. Es difícil no pensar cada día que estás traicionando en parte lo que tienes que hacer. Decía James Boswell que escribir es un afán presuntuoso… Es probable que la mejor parte de la literatura sea leer, no escribir. Pero —a pesar de la frase de san Boswell— no siempre nace de un exceso. Pensar que se puede escribir por narcisismo es un disparate: yo entiendo que, por narcisismo, uno quiera comprarse un yate de ochenta

metros, pero ¿escribir? Ni aunque seas Víctor Hugo: antes al contrario, es un gran adiestramiento en la humildad. Más aún cuando hoy el valor de la escritura tiende a cero: esos libros de presentadores de la tele calefactados de inmediato por cualquier editorial y a la venta en un supermercado... Pero que la escritura goce de menos estima pública no significa que la palabra no importe: al revés, justamente importa más. Sorprende que se haya movido antes por los caminos del ensayo y el diario que en la novela. Me interesan aquellos géneros que me permiten decir algo sobre la vida, desde algún lugar en concreto: de momento, lo he hecho desde la anglofilia, la comida o los propios diarios. Lo importante es ver dónde está tu distancia, tu mirada, tu voz. La ficción no la descarto en absoluto. Copas y letras. Inteligencia y placer. Literatura y periodismo. Hondura y ligereza. El maridaje de conceptos andiciembre 2023 Nuestro Tiempo —27


Grandes temas Un aire romano

tagónicos es un arte refinado que maneja a la perfección. ¿Qué encuentra en el contrapunto? ¡La sal de la vida! Al final, el contrapunto busca la armonía. La insularidad inglesa es una excepcionalidad de belleza antigua, una tradición de carácter, la cuna de un conservadurismo de autores como Burke, Oakeshott, Disraeli, Scruton... ¿De dónde prende su fascinación por la cultura inglesa? Inglaterra son tres cosas: libertad, instituciones y literatura. La tradición inglesa ha arraigado unas virtudes que son útiles en el mundo de hoy: un sentido de la tolerancia, una mirada agradecida al pasado, un estar cómodo con la propia historia, un entendimiento muy natural y orgánico de la libertad, un respeto a las instituciones y, además, una cultura muy obsesionada por la palabra, la literatura y la pedagogía clásica. Al menos, hasta la llegada de la contracultura. Se dice del carácter que es la manera que tenemos de forjar nuestro destino. ¿Con qué paños de artes y letras ha procurado forjar el suyo? Yo a mi carácter solo le veo los tachones y las buenas intenciones, y tiendo a descreer de cualquier efecto taumatúrgico de las artes por sí solas; ha de haber un esfuerzo íntimo y decidido. Pero, sin duda, leer cosas buenas ayuda. Decía Brodsky que a un lector de Dickens le resultaría más difícil empuñar un arma contra otro hombre, y algo de razón tenía. Naturalmente, también ocurre todo lo contrario. Y en muchas ocasiones lo crucial —ante las mayores grandilocuencias de la arquitectura, el arte, etcétera— es admirar sin dramatizar. Véndame algún consejo británico para superar el emotivismo. Más ligereza. 28—Nuestro Tiempo diciembre 2023

efecto ciudad eterna

«Roma nos habla de la celebración de la belleza: no todo en este mundo se reduce a lo práctico» el fenómeno religioso

«El cristianismo no tiene por qué ser triunfal, ni demográficamente impactante» desmitificaciones

«España es un país más autocrítico que autoexigente»

La universidad es una de las experiencias más memorables de la historia, y donde las Islas han tenido un protagonismo excepcional ¿Cómo fue su experiencia universitaria? No especialmente luminosa. Uno tiene que pasar por cierta desorientación en algún momento de la vida y en mi caso se produjo en los primeros años de universidad; todo un shock. Es muy bueno que haya maestros, pero la mayor parte de mi formación fue autodidacta, lo cual tiene siempre sus limitaciones. A la vez, no siento nostalgia de una universidad idílica no vivida. Las propias vidas pasadas hay que aceptarlas como fueron.

Usted ha sido director del Instituto Cervantes en Londres durante cinco años y ahora lo es de la sede de Roma. ¿Qué tiene España que fuera engendra hispanistas y dentro se repliega sobre sí misma cumpliendo sus peores tópicos? Un problema muy nuestro radica en habernos creído la etiqueta romántica que sobre España se generó en el siglo xix. De pronto, decidimos que nuestro lema existencial era «España es diferente», cuando en el fondo éramos una nación plenamente participante de las corrientes europeas. Abrazamos la idea de ser un país más exótico que bello y culto, como una especie de africanos del norte fanatizados —así nos veían, con esa condescendencia—. Luego, entre nosotros el mito decadente tiene un peso mucho más fuerte que el mito de la grandeza. Y henos ahí: un país más autocrítico que autoexigente. ¿Y cómo nos ven desde fuera? España despierta simpatía, tiene una imagen fuerte, es famosa pero mal conocida. La mirada de hispanistas británicos como Hugh Thomas y John Elliot nos ayudó mucho en los años cincuenta a quitar un cierto sentido de excepcionalidad a nuestra historia. En la década de los ochenta, a partir de la Transición, llegamos a gozar de una bendita normalidad con nuestro pasado, la voluntad de ser un país como los demás. Pero la crisis de 2008 frenó esta tendencia y a nosotros nos resultó muy traumático: perdimos ese impulso y encanto. En su artículo titulado «Ínsula extraña. Una anatomía del Brexit», recogido en el libro Un aire inglés, advierte de los «venenos retóricos» en el discurso público. En concreto, dice: «La oposición dialéctica stablishment/ pueblo, traslación política de una partición previa entre vileza y virtud, no


ha hecho sino dar combustible a una suspicacia que corroe los pilares de la confianza que sustenta toda democracia». ¿Estaba hablando exclusivamente del caso inglés? La única buena noticia es que eso [el populismo] se está desactivando solo. Es muy difícil dar la cara por un statu quo perfectible y mejorable. En cambio, es mucho más tentador hacer tabula rasa y buscar grandes soluciones antes que pequeñas reformas que hagan la vida más agradable a la gente. Como quizá nos fue bien durante una época, hemos pedido a la política lo que estaba fuera de su alcance. Ahora, desengañados, vemos que muchas promesas populistas eran baratijas. ¿Cómo interpreta lo sucedido en España en los últimos años? Crisis económica, territorial y social… Pienso que éramos o somos una sociedad democráticamente menos sofisticada de lo que creíamos. En cuanto nos han puesto señuelos hemos ido tras ellos con bastante fuerza. Cuando nos ha ido muy bien, nos hemos llenado de balón: enseguida nos fuimos a comprar el coche más caro del concesionario y nos creímos el espejismo. Esta historia nos demuestra que no siempre se aprende de la Historia. Seguimos groguis tras la crisis, sin saber a dónde encaminar nuestros pasos. En España se siente el despertar de una pluralidad de voces que recelan de cierto proyectismo ideológico y un cierto aprecio por las instituciones, el acuerdo y la comunidad... ¿Debe el conservadurismo ser más propositivo? En los setenta era muy tentador, y seguramente muy decente, padecer una fuerte curiosidad progresista: ¡signo de los tiempos! En los ochenta no nos hizo falta ser progresistas, no había ya ningún pecado que purgar. Ahora, desde hace

unos diez años, hay una mayor conciencia de ciertos excesos programáticos de la izquierda. Es normal que pueda despertar una mirada conservadora. Pero, a diferencia de Inglaterra, que tiene un conservadurismo muy apegado a sus instituciones y a una noción de libertades antiguas, el conservadurismo en España ha sido desde siempre más confesional. El ideal conservador es que una sociedad genere y defienda unos valores por sí misma, sin la necesidad de meterte mucho más allá para errar por el otro lado: si unos quieren «inmanentizar el escatón» [el intento de generar condiciones utópicas en el mundo], tampoco los conservadores debiéramos aspirar, tómese con un grano de sal, a dar a Dios lo que debe ser del César. En general, la situación práctica es la de un partido conservador tan flexible que solo puede aspirar a ser filtro de los excesos ajenos. ¿Solo a eso? Me niego: quizá no estaría mal volver a un conservadurismo de letra pequeña por el que sepamos qué quieren hacer los conservadores en materia de vivienda, o parques, o educación pública, etcétera. El pensador británico Michael Oakeshott tiene algo que enseñarnos cuando nos invita a «vivir en sintonía con nuestros propios medios, conformarse con aspirar a un grado de perfección acorde a uno mismo y sus circunstancias». ¿Cree que el desencanto social con la política tendrá algo de bueno si deviene en superación de la promesa utópica? Soy absolutamente escéptico con que vayamos a terminar con la promesa utópica: al contrario, irá a más. El electoral es un mercado de promesas y, en concreto, el progresismo lo que quiere es ir pasando pantallas cada vez más rápido. Y hay algo en el corazón humano que está deseando que le vendan crecepelo.

Un anglófilo en la maquinaria perfecta del barroco Autodidacta, erudito y diarista de excepción, de Ignacio Peyró (Madrid, 1980) se ha dicho que es el nuevo Manuel Chaves Nogales. Es un prosista capaz de conjugar gastronomía y literatura como Néstor Luján; un periodista de inteligencia analítica y lucidez literaria, en la mejor tradición de Azorín y Josep Pla. Ignacio Peyró saltó a la fama en 2014, gracias a su monumental Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa, donde hizo gala de su desmesura y gusto por la cultura anglófila. Le siguieron otros libros, como Comimos y bebimos (2018), Ya sentarás cabeza (2020) y Un aire inglés (2021). Ha sido fundador de la sección de opinión de The Objective, ha trabajado como asesor de comunicación y escritor de discursos para Mariano Rajoy y es colaborador de diferentes medios. Dirigió el Instituto Cervantes en Londres durante cinco años y, en la actualidad, lo hace en la sede romana del organismo, desde donde abandera la «marca España» con una intensa actividad cultural e institucional. Culto y anglófilo, conservador y bon vivant, Ignacio Peyró abandonó la fría y funcional city de Londres para llegar a Roma tras los pasos de Keats, Goethe, Boswell, Shelley, Alberti y tantos otros artistas. La tierra donde florece el limonero es también la maquinaria perfecta del barroco, una terraza soleada desde donde contemplar la centralidad de la belleza. Es la ciudad que se guía por el sonido del agua de sus fuentes, y donde algunos dicen que es tierra propicia para la felicidad. Peyró está notando el efecto Roma.

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SUPER MUSK Grandes temas El mesías tecnoptimista

Elon Musk, la persona más rica del planeta, cree que debe salvar al mundo. Se ha propuesto defender la libertad de expresión, engendrar un ejército de inteligencias artificiales bondadosas, electrificar el parque automovilístico y convertir a los humanos en una especie interplanetaria. Su infancia en Sudáfrica a base de palizas y Dragones y mazmorras, el síndrome de Asperger y un padre cruel al que emula sin quererlo han alumbrado una personalidad feroz, mesiánica y algo infantil. Acaba de publicarse Elon Musk, la monumental biografía que escribe Walter Isaacson sobre una de las personas cruciales del siglo xxi. texto Teo Peñarroja [Fia Com 19] fotografía Pixabay, SpaceX

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e

l 27 de octubre de 2022, elon Musk (Sudáfrica, 1971) compró Twitter. Horas antes de que la empresa dejara de cotizar en Bolsa, Musk coordinó una operación calculadísima para despedir a todos los altos directivos. Apenas un minuto después de que se transfiriera el dinero, una empleada entregó en mano las cartas de despido y, simultáneamente y sin preaviso, se cortó el acceso de los ya exdirectivos a sus cuentas de correo electrónico. Seis minutos más tarde, un encargado de seguridad anunció al nuevo dueño que ya habían acompañado a los antiguos directivos fuera del edificio. Entonces empezó lo que Elon Musk llama —es su palabra favorita— el hardcore, una manera de trabajar a destajo conocida entre sus allegados como el modo demonio. A la mañana siguiente, Musk apareció en la sede de Twitter de San Francisco cargando un lavabo y declaró: «Let that sink in!», que se puede traducir como «Que cale» o como «Que entre ese lavabo». Es el tipo de humor tonto que le gusta. Su cuenta de X rebosa memes. Esas estupideces le divierten o le hacen desconectar del mismo modo que los videojuegos, a los que se dedica compulsivamente cuando no puede más con el estrés del trabajo. Twitter era una empresa con una cultura corporativa centrada en el bienestar de los empleados, la seguridad emocional y la inclusión, lo que chocaba de frente con cómo entiende la vida Musk. Después de lo del lavabo, se rodeó de un grupo de sus ingenieros y directivos más leales de su emporio —Tesla, SpaceX y Neuralink— para reestructurar la compañía. En el plazo de un mes y medio, pasó de ocho mil empleados a poco más de dos mil. Lo hizo por dos motivos. Primero, el económico: piensa que un reducido grupo de personas excepcionales realiza un trabajo mejor que un número diez veces mayor de personas buenas. Su máxima ha sido siempre hacer más con menos y con un sentido maniaco de la urgencia. Y ese es el secreto de su éxito en los negocios. El segundo motivo era el que lo llevó, en el fondo,

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a comprar la red social: su misión. A medida que se desarrollaba la crisis del covid y por el desgarro que supuso para él el cambio de género de su hijo Xavier, en Musk empezó a despertarse un odio visceral a la cultura woke, a la que achaca el grave descenso de la libertad de expresión. Pensaba —con razón, como revelaron después los Archivos de Twitter— que la compañía estaba extralimitándose en la aplicación de sus condiciones de uso para censurar discursos conservadores. Le molestaba sobre todo la suspensión de cuentas de interés público como la de Donald Trump —a quien, por lo demás, no profesa ninguna simpatía— y Jordan Peterson —a quien sí admira—. Aunque luego Musk ejecutó algunas de las prácticas que pretendía eliminar de la red social y comprobó el precario equilibrio entre libertad de expresión y los discursos de odio, lo cierto es que se ve a sí mismo como un superhéroe y la compra de Twitter formaba parte de su plan para salvar a la humanidad. Este anecdotario procede de la biografía Elon Musk, escrita por Walter Isaacson. Para sus flagrantes setecientas páginas, el periodista, que ha sido presidente de la CNN y editor de la revista Time, entrevistó a 129 personas y fue la sombra del empresario durante dos años. El autor de varias semblanzas de visionarios como Steve Jobs o Leonardo da Vinci atribuye un tercer motivo a Musk a la hora de adquirir Twitter: lo que estaba haciendo era comprarse el patio de recreo. Su infancia en la Sudáfrica de los años ochenta no fue fácil. En el colegio y en unos salvajes campamentos de verano, sufrió palizas con frecuencia. Tuvo un único amigo, su hermano Kimbal, ya que el síndrome de Asperger le imposibilitaba comprender los sentimientos de los demás. Su padre, Errol Musk, era un hombre cruel y distante con una avioneta y algunos negocios turbios. Como castigo, sus hijos debían aguantarle la mirada, ahí de pie, durante una hora. Su relación fluctuó, pero se resume en una mezcla de asco y odio. Errol es la persona que Elon no quiere ser jamás, pero también la que de un modo más evidente ha tatuado su carácter. De niño, se refugió en los juegos de rol, como Dragones y mazmorras, y en los libros de ciencia ficción. Estas lecturas, en especial la Guía del autoestopista galáctico (1979), de Douglas Adams, marcaron su apasionamiento por la tecnología y el espacio. También su forma de considerarse un mesías.

—Los coches del futuro. Uno de los hijos de Musk, que padece autismo, le preguntó por qué el futuro no se parece al futuro. Entonces, él diseñó este coche, el Cybertruck.


iron man en su salsa. En 2006, durante el rodaje de Iron Man, el director Jon Favreau visitó la planta de SpaceX donde Elon Musk engendraba sus cohetes. Le acompañaba el actor protagonista, Robert Downey Jr., que en la cinta encarna a un ingeniero chiflado con un traje de acero con el que salva al mundo. A lo largo de los años, Musk ha enunciado al menos cuatro misiones que se ha autoimpuesto: preservar la libertad de expresión, desarrollar un ejército de inteligencias artificiales bondadosas que defiendan a los humanos de las inteligencias artificiales malignas, revertir el cambio climático reduciendo el uso de combustibles fósiles y convertir a la humanidad en una especie interplanetaria. Como el superhéroe de la ficción, Elon Musk también quiere salvar al mundo. A los dieciocho años emigró a Canadá. En parte huía de su padre y en parte perseguía el sueño americano. Empezó Física y Economía en el Queen’s College de Ontario y consiguió más tarde una beca para terminar la carrera en la Universidad de Pensilvania. En 1995, Stanford le ofreció financiarle un doctorado, pero él lo aplazó porque quería desarrollar Zip2, una especie de protogooglemaps que había imaginado con su hermano Kimbal y un amigo. «Seguramente fracasaré —le dijo a Bill Nix, profesor de Materiales— y entonces me gustaría volver». Pero triunfó. Durante cuatro años dormía en el suelo de la oficina y se duchaba en una asociación benéfica hasta que la empresa Compaq Computer compró su idea por una cantidad estratosférica. A los veintisiete años pasó de tener en la cuenta cinco mil dólares a veintidós millones. Gastó uno en

A MEDIDA QUE SE DESARROLLABA LA CRISIS DEL COVID Y POR EL CAMBIO DE GÉNERO DE SU HIJO, EN MUSK SE DESPERTÓ UN ODIO VISCERAL A LA CULTURA WOKE. comprarse un McLaren e invirtió la mitad del dinero en una empresa de banca digital llamada X.com que se fusionó con PayPal. Aunque lo echaron porque era muy difícil trabajar con él, acabó amistosamente con sus exsocios y se llevó cien millones de dólares que le permitieron comenzar sus siguientes aventuras. En 2001, Musk se preguntó por qué la NASA no tenía ninguna misión para ir a Marte. Él no cree que el progreso sea inevitable y ve en la agencia espacial el ejemplo más evidente. Desde que enviaron a Armstrong y compañía a la Luna en 1969, no se había producido ningún avance relevante de Estados Unidos en la carrera espacial. Eso le angustiaba, pensar que podríamos quedarnos encerrados en este planeta si él no hacía nada al respecto, así que se propuso convertir a la humanidad en una especie interplanetaria. Después de algunos experimentos fallidos, decidió que la única forma sensata de llevar a cabo su nueva misión era fabricar él mismo los cohetes, que tenían un precio de mercado desorbitado, y en 2002 fundó SpaceX, una compañía que en veinte años ha diciembre 2023 Nuestro Tiempo —33


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conseguido, tras sortear fracasos y quiebras, algunos hitos notabilísimos, como poner en órbita Starship, el cohete más grande del mundo, llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional y desarrollar un cambio técnico inaudito: cohetes reutilizables. Como los aviones comerciales, los Falcon9 de SpaceX pueden subir al espacio, depositar allí su carga (satélites, por ejemplo), luego aterrizar y cargarse de nuevo. Nadie lo había logrado antes. Pero el objetivo sigue siendo Marte. Una noche, en un telescopio desde el que se veía el planeta rojo, Musk le dijo a su hijo X, de dos años, que algún día vivirá allí. el algoritmo. Sus directivos se saben de memoria lo que él llama «el algoritmo», que consta de cinco mandamientos: 1) Pon en cuestión los requisitos de las especificaciones; 2) Elimina tantas partes del proceso como sea posible; 3) Simplifica y optimiza; 4) Acelera el tiempo de los ciclos; y 5) Automatiza. En términos de gestión empresarial, el algoritmo condensa el espíritu de Elon Musk; cristaliza por el método de ensayo-error las lecciones sufridas en sus empresas. El primer mandamiento, por ejemplo, suele ir acompañado del corolario: «Las normas son recomendaciones. Las únicas leyes que respetamos siempre son las de la física». Aquello lo aprendió en SpaceX, porque sus ingenieros copiaban las especificaciones de seguridad de la NASA, con frecuencia exageradas. Al cuestionarlas pudo producir en menos tiempo cohetes mejores. Su otro gran campo de pruebas para crear el algoritmo fue Tesla. La hoy milmillonaria compañía responde a una vieja inquietud de Musk, que ya había escrito su trabajo de fin de carrera sobre el asunto de los coches eléctricos. Desde el principio entendió como parte de su misión profética la necesidad de pasar de una economía basada en los combustibles fósiles a otra renovable, y además le gustaban los coches, así que empezó por electrificar el mundo del motor. En 2003 fundó Tesla junto con Martin Eberhard, Marc Tarpenning, Ian Wright y JB Straubel. Aunque no fabricaron el primer coche eléctrico, sí consiguieron crearlos a gran escala, hacer negocio y dar la impresión de que, en el futuro, se podría renunciar a la gasolina y el diésel. El objetivo inicial era combatir la idea del coche eléctrico como el carrito de golf. Por eso lanzaron el Tesla Roadster. Con este deportivo de lujo pretendía financiar su proyecto y comercializar después otros coches más baratos para todos los 34—Nuestro Tiempo diciembre 2023

públicos. Pero en 2008 todavía no habían producido ni un solo vehículo, y Musk tuvo que negociar in extremis —la empresa no iba a poder pagar ni las nóminas de diciembre— un acuerdo con los inversores. El Roadster tardó una década en ser un éxito, pero sacar al mercado utilitarios más asequibles requería una inversión inasumible. El consejo de Tesla le dio a Musk un ultimátum. Si salvaba la empresa, podría recibir hasta cien mil millones de dólares, pero si fracasaba no cobraría. Salvar la empresa implicaba elevar su valor en un par de meses a los 650 000 millones, una cifra que numerosos expertos consideraron «ridículamente imposible». Para lograrlo, Tesla debía fabricar cinco mil coches Model 3 a la semana, y apenas llegaban a los dos mil. Musk se mudó a la planta de Fremont e impuso un zafarrancho. Allí perfiló los elementos del algoritmo. Se obsesionó con todos los detalles que podían acelerar la producción. Él mismo había diseñado los puestos robotizados para ahorrar tiempo y dinero, pero descubrió que muchas de las actividades podían hacerlas mejor y más rápido las personas. Se paseó por toda la cadena de montaje con un espray marcando con una X naranja los robots que debían ir a la basura. En el aparcamiento, construyó en solo una semana una nueva línea productiva bajo una carpa, dejó exhaustos y al borde del colapso a casi todos sus empleados, pero alcanzó la cifra de cinco mil coches semanales, salvó la empresa y cobró el salario más alto que jamás se ha pagado. robots malos, robots buenos. Desde que leyó la novela Guía del autoestopista galáctico, Elon Musk tenía claro que las inteligencias no humanas resultarían potencialmente peligrosas para la gente. En 2012 invirtió cinco millones de dólares en DeepMind, una empresa del neurocientífico Demis Hassabis dedicada a investigar la IA. Unos meses después, en la fiesta de cumpleaños de Musk, el 28 de junio de 2013, a la que estaba invitado Larry Page, de Google, ambos se enzarzaron en una acalorada discusión sobre los riesgos de la IA. Page defendía que, si esas inteligencias acababan por aniquilar a los humanos, sería el siguiente paso de la evolución. Y Musk se declaró prohumano. La consternación fue total cuando, al cabo de unas semanas, Page compró DeepMind para Google. Musk intentó hacer una oferta mayor, pero no llegó a tiempo. Entonces, el programador Sam Altman y él decidieron en 2015 fundar OpenAI, un


UNA NOCHE, EN UN TELESCOPIO DESDE EL QUE SE VEÍA EL PLANETA ROJO, MUSK LE DIJO A SU HIJO X, DE DOS AÑOS, QUE ALGÚN DÍA VIVIRÁ ALLÍ. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —35


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laboratorio de inteligencia artificial cuya misión era combatir el monopolio de Google. El 30 de noviembre de 2022, OpenAI desarrolló ChatGPT, un chatbot que se ha convertido en el producto con el crecimiento más rápido de la historia. Musk concibió esta empresa como una organización sin ánimo de lucro y con código abierto. La idea de fondo era que, al igual que una mayoría de ciudadanos respetuosos con las leyes asegura el buen funcionamiento de la sociedad y neutraliza a los malos, una legión de robots buenos pudiera detener a los malos en caso de una insurrección. Por desavenencias estratégicas con Altman, Musk se quedó fuera de OpenAI, que tomó la vía del lucro y cerró su código. A pesar del éxito de ChatGPT y de que Musk ha creado, en 2023, una nueva compañía para competir en el negocio de los chatbots —X.ai, cómo no—, al magnate no le interesan demasiado las inteligencias artificiales conversacionales, sino más bien aquellas con capacidad de transformar el mundo físico. Desde 2014, Tesla trabaja en un piloto automático, y desde 2016 Musk lleva prometiendo que al año siguiente sus coches alcanzarán la conducción autónoma.

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En la carrera por una inteligencia artificial general —una mente autónoma en todos los sentidos—, que nadie ha podido crear y de cuya mera posibilidad muchos expertos dudan seriamente, Musk tiene una máxima que aprendió de Asimov: quien desarrolle una inteligencia general tiene que asegurar su alineación. La alineación es el concepto que se usa en el mundillo para expresar la idea de que los robots han de estar programados para perseguir los intereses humanos y estar siempre sujetos a su voluntad. Para lograrla, Musk creó en 2016 Neuralink, una empresa de IA que desarrolla interfaces cerebro-máquina, es decir, chips implantables en el cerebro desde los que se pueda dirigir a los robots sin que medie una pantalla. Entre otros logros, Neuralink ha conseguido que un mono juegue a un videojuego con el cerebro, sin usar el joystick. En una reunión, Musk comentó que

—La conquista de Marte. SpaceX difundió esta imagen de cómo imaginan las estaciones marcianas de lanzamiento que conecten el planeta con la Tierra. En sus reuniones suelen dedicar tiempo a cuestiones como la ropa que se llevará en Marte. 1

EN LA CARRERA POR UNA IA GENERAL, MUSK TIENE UNA MÁXIMA: QUIEN LA DESARROLLE TIENE QUE ASEGURAR QUE LOS ROBOTS PERSIGUEN LOS INTERESES HUMANOS.


aquello solo les había proporcionado millones de visitas en YouTube pero muy poco impacto real en el mundo, y alentó a sus neurocientíficos a investigar otras aplicaciones más útiles. En la actualidad, los objetivos que persiguen son permitir a una persona con una parálisis total utilizar su móvil u ordenador con el cerebro, curar ciertos tipos de parálisis de las piernas y devolver la vista a personas con algunas discapacidades específicas. Además, Neuralink está desarrollando a Optimus, un robot humanoide que resuelva tareas cotidianas, y también a Dojo, un superordenador capaz de usar millones de vídeos para entrenar una red neuronal artificial que simule un cerebro humano. Musk confía en unificar estos proyectos. Cree que está mucho más cerca de lograrlo que Google, OpenAI o cualquier otro competidor. la familia. Musk piensa que el invierno demográfico en Occidente es uno de los problemas más graves de la civilización. Le parece una deserción que las personas inteligentes no tengan hijos y anima a sus amigos a hacerlo. Como a Zilis Shivon, una inversora que Musk había contratado en 2015 para Neuralink. Se convirtieron en íntimos y, cosa rara, jamás han peleado. Shivon idolatra a Musk, y, quizá por eso, ante los discursos de su amigo sintió «el gusanillo de la maternidad». Sin embargo, no tenía pareja. Musk le sugirió que él mismo podría ser el donante de esperma. «No se me ocurre qué otros genes podría preferir para mis hijos», le dijo Shivon a Isaacson. En 2021 nacieron los gemelos Shivon. A pesar de haber engendrado once hijos, es difícil considerar lo de Elon Musk una familia. En el verano de 2022, el arquitecto Norman Foster visitó a Musk para estudiar la posibilidad de construirle una casa donde reunir a sus vástagos. Al final, todas las ideas —una pirámide de cristal que emergiera del lago, «algo caído del espacio, como una estructura de otra galaxia»— parecían cualquier cosa menos un hogar. Y se pospuso la construcción. En los noventa, Elon Musk se enamoró de una compañera del Queen’s College de Ontario, Justine Wilson. Se casaron al poco y, en 2002, nació su primer hijo, Nevada. Diez semanas más tarde, durante la boda de un primo de Elon, Nevada falleció por el síndrome de muerte súbita. En el hospital lo mantuvieron con respiración asistida tres días, pero no pudieron salvarlo. «Elon aullaba como un lobo», le dijo Maye, su madre, al biógrafo.

Un par de años después, Justine se sometió a un proceso de fecundación in vitro del que nacieron Xavier y Griffin. Con el paso del tiempo, Xavier cambió de género y pasó a llamarse Jenna. Se hizo comunista, dejó de hablarse con su padre, le expresó su desprecio por los ricos propietarios y luego se cambió el apellido. En 2006, el matrimonio engendró otros tres hijos también a través de una clínica de fertilidad: Damian, Kai y Saxon. Saxon es autista y a Elon le producen una mezcla de ternura y emoción sus interrogantes improbables. Una vez le preguntó por qué el futuro no se parece al futuro, y entonces Musk diseñó el Cybertruck, un coche absolutamente futurista. Hasta aquí, la historia familiar de los Musk es la de un matrimonio rico con seis hijos y cinco empleados domésticos. Pero la adicción de Musk al trabajo acabó por conducir a la pareja primero a terapia y después al divorcio en 2008. Más tarde, Musk salió con Amber Heard. Luego, con Talulah Riley. Se casó con ella. Luego se divorciaron, se volvieron a casar y se volvieron a divorciar. Desde entonces tiene una relación intermitente con la cantante Grimes, que conecta con el lado más oscuro de su personalidad, y con quien cría otros tres hijos, de nombres absurdos: X AE AXII, alias X, Exa Dark Sideræl, a la que llaman Y, y Techno Mechanicus, alias Tau. A los dos últimos los tuvieron con vientres de alquiler. La pregunta que se hace Isaacson al final del libro es si la pulsión destructiva de Musk que le llevó a perder sus matrimonios es también la que le ha permitido alcanzar todos sus éxitos. Si podrá salvar a la humanidad a pesar de las personas, incluso —sobre todo— de las que tiene más cerca. El día de Nochebuena de 2022, después de haber estado hasta casi la hora de cenar moviendo servidores de una nave industrial de Sacramento, fue a pasar la Navidad a casa de su hermano Kimbal y de su esposa, Christiana. Acudieron tres de sus hijos, ya adolescentes: Damian, Kai y Saxon. Christiana envió uno de esos enormes calcetines navideños a Jenna, que, por supuesto, no quería ver a Elon, con el mensaje «Toda la familia te echa de menos». Christiana solía plantear una cuestión para reflexionar en la cena de Navidad. Aquel año preguntó a la familia de qué se arrepentían. «Lo que más lamento —admitió Elon— es la frecuencia con la que me clavo a mí mismo un tenedor en la pierna, me pego un tiro en el pie y me apuñalo el ojo». Nt

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La victoria del sentido Los cuerpos se arrugan, pierden facultades, y la mirada contemporánea prefiere rehuir esos signos de la vejez. Sin embargo, la fotoperiodista Susana Girón ha documentado en el proyecto Unlimited Youth la tenacidad y la alegría con la que los deportistas sénior se entregan al salto con pértiga, el lanzamiento de peso o los cien metros lisos. El resultado no es solo un gozoso retrato del envejecimiento activo, saludable y lleno de significado, sino también un canto sin complejos a la vida como venga, hasta el final. texto Ana Eva Fraile [Com 99] fotografía y portada Susana Girón

—Valentía. La atleta estadounidense Jeanne Daprano (en portada) antes de competir en la final de 200 metros lisos, en la categoría de 80-84 años. Ganó la medalla de bronce. 38—Nuestro Tiempo diciembre 2023

—Recogimiento. Teresa Liras se concentra en el peso que está a punto de lanzar con todas sus fuerzas, como si arrojara lejos cualquier tipo de limitación.


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durante unos segundos, todo el mundo de teresa cabe en la bola maciza de metal que sujeta entre las manos. En ese instante no escucha lo que los médicos le aconsejaron al salir del quirófano: tras haberle extirpado los ganglios linfáticos del brazo derecho debía descansar. Con los ojos cerrados, visualiza su próximo lanzamiento. Sueña con alcanzar la marca mínima que la clasifique para el campeonato europeo. Tampoco escucha al dolor y decide impulsar el peso con el brazo izquierdo. En el tercer intento rebasa la distancia exigida: el 5 de marzo de 2016 el marcador del recién estrenado centro deportivo de Gallur, en Madrid, anuncia 6,05 metros y una nueva medalla de oro. Teresa Liras sabía de remontadas. Fue la primera deportista máster a la que Susana Girón conoció cuando, en 2015, emprendió su último proyecto fotográfico. Llevaba la camiseta azul de su club, el Lynze Parla, y caminaba hacia el círculo de lanzamiento. Susana comenzó a documentar cómo se entrenaba en las pistas de la Escuela de Atletismo de Majadahonda. Teresa tenía entonces 66 años y sus ganas de vivir y su pasión por el deporte la habían ayudado a dejar atrás un cáncer de mama. Al igual que ella, miles de atletas veteranos participan cada año en competiciones oficiales en todo el mundo. De hecho, son uno de los eventos que congregan a un mayor número de deportistas. Entre 2015 y 2018, Susana Girón siguió su periplo por una decena de campeonatos nacionales e internacionales. Desde la malagueña ciudad de Antequera a Daegu, en Corea del Sur, su cámara fue testigo de cómo el compromiso, la voluntad, el esfuerzo, la capacidad de superación, el entusiasmo y la determinación de estos campeones no tienen fecha de caducidad. La serie de fotografías que Susana Girón reúne bajo el título Unlimited Youth ofrece una mirada inusual sobre la vejez. En una sociedad que encumbra los selfis eternamente jóvenes y relega a las personas mayores al banquillo, sus imágenes son un revulsivo inconformista: muestran sin filtros cuerpos despiertos cincelados por el paso del tiempo y hablan de la importancia de ilusionarse con nuevas metas a cualquier edad. Este relato visual nace en las pistas, pero trasciende la gesta deportiva. «Ante todo —explica Girón—, pretende ser algo inspirador, que nos invite a reflexionar sobre los modos de envejecer». Cada instantánea se convierte así en un manifiesto para vivir sin miedo. Y juntas se entrelazan en una ráfaga de disparos con los que la autora interpela a la conciencia del espectador. En este proyecto, Susana Girón fotografía, hace entrevistas y graba vídeos con un objetivo: dinamitar los prejuicios y las 40—Nuestro Tiempo diciembre 2023

barreras que estigmatizan a la tercera edad. En un artículo para The Objective, el filósofo Gregorio Luri argumentaba que viejos ha habido siempre, pero viejos inútiles solo los hay ahora. «Pocas personas —escribió— comprenden hoy las palabras con que Platón los describe: “imágenes vivas de los dioses”». Girón hace visible su experiencia y les da voz. «No somos personas para desechar», dicen. «Somos capaces de esto y más», reivindican. A las nuevas generaciones les aconsejan que nunca dejen de aprender cosas nuevas, porque deberán continuar haciéndolo cuando se hagan mayores. Muchos de estos atletas, por ejemplo, han encontrado a partir de los sesenta en el deporte un nuevo sentido. También la alegría, la plenitud, la felicidad, las ganas de hacer amigos, de viajar y de cuidarse de forma saludable, según ellos mismos confiesan. La propuesta de Susana Girón resultó ganadora de la segunda edición del Premio DKV Fotografía con Causa en 2022. La seleccionaron entre 148 candidaturas porque plantea un acercamiento singular —que aúna valores, salud y deporte— «a un periodo fundamental de nuestras vidas que cada vez será más tenido en cuenta». Pero este no es el primer reconocimiento que recibe. En 2016, presentó el retrato —que ella considera «mágico»— de Teresa durante uno de sus entrenamientos al Concurso Internacional de Fotografía Deportiva Félix Ordóñez. A finales de junio le comunicaron que había conseguido el galardón, y a Susana le faltó tiempo para compartir la noticia con la protagonista, que se encontraba en el hospital debido a una recaída en su enfermedad. «Teresa, hemos ganado. Dice el jurado que es el premio que mejor representa los valores del deporte. Y yo no conozco a nadie que represente mejor los valores del deporte que tú», le escribió por WhatsApp el 25 de junio. La respuesta llegó desde el móvil de Teresa al día siguiente, pero no era ella quien hablaba. Su hija Lara le contó que acababa de fallecer y cómo, apenas unas horas antes, habían estado leyendo juntas su mensaje: «Fue la última vez que mi madre lloró, y no fue de dolor». Conmover y suscitar preguntas son las dos cualidades que, según Susana Girón, debe reunir una buena fotografía. Es lo que persigue con las imágenes de Unlimited Youth, pruebas de una verdad que conquista los podios y que cala, con cada nueva relectura, en el corazón del público. Porque los atletas máster no solo corren rápido, lanzan lejos y saltan alto, sino que son un testimonio vivo del indiscutible valor de los mayores. Teresa y los demás se han ganado a pulso su lugar en el olimpo. Nt


—Compañerismo. Adolfo Gutiérrez, «Fito de Cantabria», siempre bebe de una bota de vino antes de competir, dice que es su doping. Su inofensivo bebedizo le infunde vigor antes de salir a pista. Ha sido campeón de España en salto de longitud, triple salto y 60 metros vallas tantas veces que casi ha perdido la cuenta. Sobre el pódium, besa siempre las medallas de oro y se las dedica a su mujer, ya fallecida, con

quien comparte el triunfo, las sonrisas y las lágrimas. Cuando enviudó, el deporte le ayudó a salir de la soledad. Recibió pésames desde varios rincones de España porque, como destaca Adolfo, aunque la competencia leal les hace rivales en la carrera, son amigos en la vida.

—Pundonor. Jacqueline Zaccaria, de Francia, participó en la prueba de 1500 metros. Estaba lesionada y no pudo ter-

minar la carrera, pero recorrió más de la mitad casi andando y con dolor. Desde la grada no paraban de animarla.

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Grandes temas Máster en vida

—Perseverancia. Giuseppe Ottaviani durante la final de salto de longitud para mayores de 100 años. Saltó 83 cm. Con 95 años seguía

recorriendo en coche varias veces por semana los 25 km que separaban su casa en San Hipólito del campo de entrenamiento en Fano.

—Determinación. Final de 3000 metros obstáculos en la categoría de más de 80 años. Miles de atletas veteranos participan en

competiciones oficiales en todo el mundo. Son uno de los eventos que congregan a un mayor número de deportistas.

—Fortaleza. Teresa Liras era especialista en lanzamientos. Tenía tantos años como campeonatos ganados: 67. Su mayor logro

deportivo fue la medalla de oro que logró en el Campeonato de Europa Máster de Atletismo de 2005.

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—Esfuerzo. En el centro de la imagen, Luri Polovshchkov, atleta de Portugal de 75 años, se enfrenta a una carrera de 1 500 metros. Susana Girón plasmó estas competiciones a modo de

reportaje, pero también propuso a los participantes posar para fotografías más sofisticadas y les pidió escribir algunos consejos para los atletas más jóvenes.

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—Inspiración. Último tramo de los cien metros lisos de la categoría de 70 a 75 años en el Campeonato del Mundo Outdoor de 2018, en Málaga. Susana Girón documentó, además de este, otros siete campeonatos —nacionales y extranjeros— en Madrid, Ancona

(Italia), Antequera (Málaga), Daegu (Corea del Sur), Elche (Alicante) y Salamanca. Cuatro años de proyecto la han llevado a considerar amigos a muchos de estos atletas máster de las procedencias más variadas. La fotógrafa recuerda con mucho cariño unos cuantos «momentos especiales» de los

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campeonatos y a sus protagonistas. Además de Teresa Liras, la impresionaron nombres de deportistas valientes y poco conocidos como Valentí Huch o Lilia Monroy.


—Amistad. Las atletas procedentes de Letonia Brigita de Coppet y Vera Grinberte celebran la llegada a meta tras competir en la prueba de 10 km marcha

atlética. Brigita terminó en el puesto 15 (categoría de 70-74 años) y Vera (categoría de 75-79 años) quedó sexta.

—Superación. Este atleta brasileño de 90 años recupera el aliento tras correr 400 metros en 1 minuto 29 segundos y 30 décimas. El récord en esta prueba en competiciones

estándar lo batió Wayde van Niekerk, de 24 años, con 43,03 segundos. En modalidad sénior, Charles Allie hizo un tiempo de 57,26 segundos a los 71 años.

—Entusiasmo. Joan Purcell, de Australia, celebra su victoria en 10 km marcha, en la categoría de 75 a 79 años, en unos campeonatos mundiales cele-

brados en Corea del Sur que congregaron a más de seis mil atletas de más de cien países distintos.

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Grandes temas Máster en vida

—Lealtad. Tras finalizar la carrera, un grupo de atletas de la categoría de mayores de 80 años posan abrazados en el estadio de Málaga. En

estas competiciones las categorías cambian cada cinco años: empiezan a los 35 y llegan a sobrepasar los 100.

—Ilusión. Teresa Liras sostiene la medalla de oro como vencedora de la prueba de lanzamiento de peso en el Campeonato de Atletismo de

Madrid en marzo de 2016. Esta fue su última medalla porque falleció a causa de un cáncer tres meses después.

—Justicia. Valentí Huch, de 96 años, consigue tres medallas de oro en las modalidades de salto de longitud, triple salto y salto de altura. Falleció

dos años después. No tenía reparos en discutir con los jueces cuando le anulaban saltos que él consideraba buenos.

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—Alegría. Giuseppe Ottaviani se abraza a su hijo Paolo durante su participación en la prueba de salto de longitud. Él le acompañaba a todos los campeonatos para cuidarle y atenderlo. Giuseppe nació en 1916, durante la Primera Guerra Mundial. Fue conductor en el Ejército del Aire durante la Segun-

da, y recordaba lo cerca que le caían las bombas en Turín. Consciente del privilegio que supone estar vivos, comenzó a hacer deporte a los 70, tras jubilarse de su trabajo como sastre. Ganó 55 títulos italianos para mayores de 95, y ostenta ocho récords del mundo, cuatro europeos y doce italianos para mayores de 100, y cinco medallas de

oro en el Campeonato del Mundo de Atletismo Máster de Málaga 2018. Falleció en su hogar en 2020, con 104 años y 60 días. Dejó la estela de su vitalidad expansiva: «Para mí el deporte es vida, alegría. Es también la curiosidad que me conduce a vivir».

DÓNDE VER

Susana Girón expuso por primera vez Unlimited Youth este año en Zaragoza, entre los meses de enero y abril, como ganadora del Premio DKV Fotografía con Causa. A comienzos de 2024, su proyecto podrá verse en el Instituto Francés de Madrid y después viajará a Granada, donde se exhibirá en las salas de Caja Rural.

Desde el 21 de enero de 2023, el cortometraje multimedia está disponible también en Vimeo. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —47


FIRMA INVITADA Jesús Cintora

Bulos o periodismo

Al tiempo que los canales para comunicarnos se multiplican, el periodismo afronta el reto de defender la profesionalidad y el oficio. Hay más ventanas, pero también mayor riesgo de que proliferen bulos, intromisiones dañinas y polarización. Estamos ante una encrucijada para el gremio y para la sociedad.

C

para intentar que únicamente se cuente lo que a ellos les conviene. «Una de mis grandes frustraciones como director del periódico fue ver que el negocio no era contarle al lector lo que pasaba, sino aquello que esa audiencia quería saber. Por lo general, se trataba de contar las noticias malas del partido político contrario a nuestra línea editorial y las buenas de la formación política afín». Lo que me confesaba este colega, que terminó escaldado, es lo mismo que puede propiciar el algoritmo de una determinada red social. Se prioriza polarizar para captar clientes. El deber de contarle a la ciudadanía lo que pasa queda también en un segundo plano cuando determinados políticos y poderes económicos solo quieren que se publique lo que les conviene. Al no trasladar a la comunidad lo que está ocurriendo se pervierte el oficio de informar. Y es que en el periodismo existen líneas editoriales, pero no puede haber ocultación perversa y mentiras. Así, nos encontramos ante una escena pública cada vez más polarizada, con determinados sectores que no piensan por sí mismos, que se limitan a repetir las consignas del partido al que votan o del periodista al que siguen. Hay gente que, sencillamente, se siente más cómoda en un rebaño y solo quiere su porción de hierba donde rumiar. Otros ni siquiera son conscientes de que les manipulan. Es lo que complace a quienes desean una manada más manejable. Por eso, toca reivindicar la responsabilidad del periodismo no para hacer de pastores, sino para contar lo que pasa y aportarles a los ciudadanos contenidos para pensar. Informar no es cobrar de tal o cual partido o Gobierno para arrimar el ascua a su sardina. Informar es servir noticias guiados por el bien común, no por intereses políticos o económicos. En definitiva, el periodista ha de poner su parte para construir una sociedad que sepa más, que tenga mayor criterio y sentido crítico, que sea más culta y esté más preparada. No puede llamarse periodista el correveidile que tergiversa a un pueblo más dócil y polarizado.

UANDO COMPARTO CHARLAS con jóvenes periodistas, suelo introducirlas así: «Tengo dos noticias que contaros: una buena y otra mala». Acostumbro a comenzar con lo malo. Entonces les advierto de cómo las intromisiones políticas y económicas, la precariedad o la polarización lastran nuestro oficio. En el lado optimista, destaco que las nuevas tecnologías facilitan hoy imaginar y emprender proyectos periodísticos propios, sin estar a expensas de que te contrate algún medio. El reto es que esa iniciativa DIY tenga público y sea viable. LA PREGUNTA DEL AUTOR Llegados a este punto, la creatividad y la capacitación son ingredientes indispensa¿Qué busca usted en los bles para cocinar en el periodismo. Puedes medios: información o tener una buena idea y no saber llevarla a afinidad ideológica? cabo. O puede ocurrir que acumules práctica pero tus planes sean nefastos. Solo el talento y la formación, juntos, salvan la receta. De igual modo, es importante estar avisado de las trampas que uno puede encontrarse en el camino. Por eso, me detendré @NTunav en el riesgo que corre un periodista al Opine sobre este asunto desear tener muchos seguidores, pero no en Twitter. los más adecuados. Y hablaré también de quienes ponen sus manos en la profesión

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Jesús Cintora [Com 99] es periodista. Actualmente, en Mediaset. Ha trabajado en Cadena SER, Cuatro, Telecinco, La Sexta y TVE. Autor de cuatro libros, el último es No quieren que lo sepas (2022).



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Grandes temas Maigret en busca de Simenon

Otro intento fallido de resolver el misterio Simenon Georges Simenon hubiera cumplido 120 años en febrero de 2023. Es el escritor belga más traducido del mundo. Firmó 192 novelas, sin contar todas las que escribió con seudónimo. Arduo trabajador y artesano de la narrativa, era capaz de terminar cinco libros al año. Su creatividad fascinó incluso a las mentes más brillantes de la literatura francófona. Y hoy sigue cautivando lectores gracias a las editoriales Acantilado y Anagrama, que en noviembre de 2021 se unieron en una colección dedicada a su obra. texto Malena Cortizo Álvarez [Com 26] fotografía Alamy diciembre 2023 Nuestro Tiempo —51


Grandes temas Maigret en busca de Simenon

entre dos brazos del sena, un centinela vigila París. Frente a la rive gauche observa a los que pasean por el muelle. Este edificio de piedra ornamentada no lleva una dirección cualquiera: es el número 36 del Quai des Orfèvres, la sede de la Policía Judicial. Ahora viene un agente. El humo de su pipa le sigue flotando. Una gabardina beige cubre sus hombros cuadrados y le protege del viento de abril. Se detiene un instante entre la puerta de madera y uno de los ventanales de la planta baja. Bajo el ala de su sombrero, escruta el canal con ojos de detective, como si la solución del caso se hallase detrás del puesto de un librero o en un edificio del Barrio Latino. Todo esto le hace sonreír. No porque acabe de resolver el misterio, sino porque se siente como en una de sus novelas. Cuando inventó el personaje de Jules Maigret en 1931, Georges Simenon nunca imaginó que serían tan parecidos. Ahora, 41 años después, para su gira europea, visita el cuartel de la policía que tanto aparece en su obra. Los inspectores, detectives y oficiales le tratan como uno de ellos. Le organizan una cena con rodaballo Dugléré y pato a la naranja. Incluso le regalan una placa con el nombre de Maigret, número 0000. La conservó y la usó de llavero. Salvo una vez, cuando le pillaron por exceso de velocidad y la mostró para escapar de los gendarmes. Tal vez los agentes creyeron reconocer en Simenon los rasgos del verdadero comisario. La noche de 1972 en el Quai des Orfèvres, las dos grandes contradicciones de Simenon ya estaban ahí. Por un lado, el misterio Simenon: era muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso en la vida del escritor. Por otra parte, la duda que ha sobrevolado su trabajo, sobre todo en Francia: si es posible ser un autor de best-sellers y al mismo tiempo hacer gran literatura. 52—Nuestro Tiempo diciembre 2023

No es necesariamente más fácil empezar por el principio en la búsqueda de esas respuestas. Cuando se trata de la vida de Simenon, nada es obvio ni transparente. Las dudas aparecen desde su fecha de nacimiento. Su madre era una mujer supersticiosa que no podía soportar que su hijo mayor naciera un viernes 13. Así que, en el registro civil, lo inscribió el 12 de febrero de 1903, poco antes de medianoche. El periodista y escritor francés Pierre Assouline es el autor de la biografía sobriamente titulada Simenon, que se considera la más completa. También ha realizado Le Siècle de Simenon (2013), un documental a base de fragmentos de entrevistas concedidas por el escritor. Las declaraciones atribuidas a Simenon en este reportaje proceden de estas dos obras, a menos que se especifique otra fuente. Por correo electrónico, Assouline contesta a la siguiente pregunta: ¿cuáles son los puntos más misteriosos de la biografía de Simenon? «Toda su vida es un misterio, intocada por la investigación biográfica, y tanto mejor. Así que no tiene sentido aislar nada de ella: sería inútil».

Se le conoce sobre todo por ser el creador del inspector Maigret, protagonista de 78 novelas y 28 cuentos, escritos entre 1929 y 1972, y numerosas películas policiacas. Este comisario ficticio se ha incorporado tanto a la biografía de su inventor que la propia vida de Simenon se tiñe de fantasía. A menudo se describía como un personaje, con su propia mitología, lugares recurrentes y acontecimientos formativos. De hecho, solía decir que «todos somos capaces de ser héroes de una novela». prender el fuego. La ciudad belga de Lieja es famosa por su producción de armas de fuego, su fervor religioso y su vida nocturna. No es de extrañar su apelativo, «la cité ardente». «Ese sobrenombre no corresponde del todo al retrato que pinta Simenon —admite Laurent Demoulin, conservador del Fondo Simenon de la Universidad de Lieja—. Describe una villa pequeñoburguesa que se puede relacionar con su historia familiar». En esta ciudad, con la que Simenon siempre tuvo una relación compleja, creció en la primera década del siglo xx. Le rodeaba una burguesía media, conservadora y hosca. «No éramos tan pobres como para que fuera bonito», diría años más tarde. Nunca pudo identificarse con sus familiares: «La necesidad de escribir me vino el día en que sentí que pertenecía a mi entorno y al mismo tiempo que estaba fuera de él». A los doce años ya había decidido que dedicaría su vida a escribir novelas. Había cursado sus estudios con los jesuitas y era un lector apasionado: Alexandre Dumas, luego Dickens, Balzac, Stevenson... Henriette Brüll, su madre, venía de una familia acomodada y siempre prefirió a su segundo hijo, Christian, de modo que, de pequeño, Georges se aferraba al afecto de su padre, el contable Désiré Simenon.


—Primogénito. El pequeño George Sim, con cinco años, en una fotografía de 1908, junto a sus padres, Désiré y Henriette, y su hermano pequeño, Christian.

La crisis, sin embargo, llegó un día de 1916 en que el médico de cabecera telefoneó a Simenon. Su padre estaba muy enfermo y le quedaba menos de un año de vida. El joven George Sim —así firmaba sus deberes en la escuela— , tuvo que trabajar para mantener a su familia. Al adolescente le costó adaptarse. Le acababan de despedir de su último empleo en una librería cuando pasó por delante de las oficinas de la Gazette de Lièges. «¿Por qué no hacerme periodista? [...] Ser reportero debe de ser algo maravilloso», pensó. Simenon entró y pidió hablar con el director. Tras unas cuantas llamadas telefónicas para comprobar sus referencias, Georges consiguió su oportunidad. Tenía 17 años.

Siempre lo contó así, como si por pura suerte hubiera podido convertirse en periodista. Sin embargo, Pierre Assouline explica que seguramente llegó a la redacción con unas cuantas recomendaciones en mano y que algunas de las versiones de la historia se contradicen: a veces habla con el director, a veces con el editor. Además, la Gazette coincidía con los valores conservadores de sus parientes. De inmediato sucumbe la fantasía. Pero a Simenon le gustaba jugar con su mito y no siempre contaba la verdad. «La familia de Simenon influyó en su obra tanto como una prolongación de él mismo como porque se opuso a ella de forma muy violenta», afirma el especialista Demoulin. En aquella época, al

borde de la mayoría de edad, empezó a relacionarse con los artistas de La Caque, un grupo anticonformista casi marginal, en las antípodas de su educación y de los valores familiares. Eran, como escribió el ganador del Premio Booker John Banville, «un grupo de jóvenes dandis y bohemios bajo la dirección espiritual del pintor Luc Lafnet», una «pandilla desbocada que se entregaba a la bebida, las drogas y el amor libre». En aquel texto, que Banville preparó en 2003 para presentar una colección de obras de Simenon en The New York Review of Books, cuenta que un miembro del grupo murió en extrañísimas circunstancias y que Simenon firmó un reportaje en la Gazette de Lièges en el que aseguraba —sin saberlo en readiciembre 2023 Nuestro Tiempo —53


Grandes temas Maigret en busca de Simenon

LAS CASAS DE SIMENON

Georges Simenon pasó los últimos treinta y dos años de su vida en Lausana, en la parte francófona de Suiza. En ese tiempo habitó al menos cuatro viviendas. La primera, el Château, sigue en Echandens, con sus jardines lujuriantes. Donde se alzaba el búnker ha brotado La Colina de los Sueños, un surtido de doce edificios cúbicos, idénticos, de tres plantas. Hace años que no se escucha su nombre en la torre gris del 155 de la Avenue de Cour. Él y Teresa vivieron dos años en un dúplex del octavo piso antes de mudarse a su última vivienda. La casa rosa del número 12 de la Avenue des Figuiers parece haber virado al gris. Nadie responde al timbre y el buzón está vacío y lleno de telarañas. No queda rastro del hombre con sombrero que de vez en cuando iba a tomar un vaso de vino blanco en el Gamberro, el restaurante italiano del barrio. El viento barrió hace tiempo los últimos vapores del tabaco de pipa. Quizás el roble del jardín a cuya sombra se esparcieron las cenizas de Simenon siga en pie.

lidad— que se suicidó. Entre aquellas dudosas compañías conoció a su primera esposa, la pintora Régine Renchon, a la que llamaba Tigy. También escribió su primer libro, la novela humorística En el puente de los Arcos (1920), que nunca quiso volver a publicar porque le parecía pésimo. Laurent Demoulin cuenta que el escritor «nunca escapó del todo de su ciudad natal, pero también viajó mucho y se inspiró en todos los lugares que vio». Lieja es solo la primera piedra, el primer lugar simenoniano que nutrió su obra. Pero, en aquella época, el éxito literario y artístico estaba en otra parte. Simenon y Tigy decidieron ir a París. Ella también era escritora y llegaría a publicar Souvenirs, una obra sobre su vida con Simenon. Demoulin cuenta que se dijeron: «Nos sacrificaremos por el primero que triunfe». quebrar el cristal. «Demasiado literario, muchacho. Excesivamente literario. Sobre todo, ¡nada de literatura!». Este fue el consejo de Colette, la directora literaria del periódico Le Matin. El joven que ella llamaba «mi pequeño Sim» insistió hasta que logró publicar uno de sus cuentos en el periódico. Corría el año 1923. Georges Simenon trataba de hacerse un nombre en París. Pronto descubrió su talento como narrador para esas historias frívolas y divertidas de los locos años veinte. Pero Le Matin era un periódico mucho más serio. Desde aquel día en la redacción no dejó de simplificar su estilo. Pasó de los relatos cortos a novelas populares escritas con diversos seudónimos. Escribía dos a la semana, ochenta páginas al día. Funcionó muy bien. Incluso llegó a trasladarse a un apartamento en la Place des Vosges, la plaza más

antigua de la capital y una de sus zonas más exclusivas. Para ir más rápido, decidió dictar sus novelas en vez de escribirlas. Necesitaba una secretaria. Henriette Liberge, una pueblerina menuda, «rubia, regordeta y sencilla», recibió inmediatamente el apodo de Boule y permaneció siempre al lado de los Simenon. La época parisina también quedó marcada por la historia de la novela en la caja de cristal. Para publicitar el lanzamiento de su periódico, su amigo Eugène Merle tuvo la idea de organizar un evento especial. El escritor se encerraría durante tres días y tres noches en un cubo de cristal transparente. Dentro había un escritorio, una silla y una máquina de escribir. Los transeúntes podrían ver a Simenon escribiendo una novela. «De todas las historias inventadas por Simenon —escribió Antonio Muñoz Molina en El País en 1994— seguramente la única mediocre es la de su propia vida, un cuento de desmesura y megalomanía que habría merecido el desdén del sólido comisario Jules Maigret. Una de tantas leyendas desmentida por los biógrafos, pero reiterada hasta por presuntos testigos, lo representa escribiendo encerrado en una jaula de cristal, rodeado por el público de las galerías Lafayette de París. A esa caricatura del escritor yo prefiero el retrato de uno cualquiera de sus lectores». Según Pierre Assouline, fue una fake news de la época. Hay varias hipótesis sobre por qué nunca pudieron hacerlo, pero la más probable es que el periódico quebrara antes de la fecha fijada para la representación. Pero durante el resto de su vida tuvo que oír historias de falsas jaulas de vidrio. De 1928 a 1932, Simenon viajó por Europa y África. No fue en el pueblo de Saint-Fiacre, ni en París, donde nació un hombre gordinflón, un bon vivant con bombín y pipa en el hocico. Fue a bordo del Osthrogoth. Se hallaban atracados en Delfzijl, una ciudad de Holanda. El barco necesitaba reparaciones, así que


—Ciudad de la luz, ciudad de misterio. Simenon fotografiado por Paul Buisson delante del Quai des Orfèvres en París. Simenon no tuvo más remedio que ir a escribir al puerto. Allí comenzó Pietr-leLetton, la primera aparición del Comisario Maigret. De nuevo, la verdad no es tan romántica. El personaje de Maigret ya había surgido antes, aunque bajo otras formas. La primera vez que su nombre figura en la obra de Simenon es en Une ombre dans la nuit, una novela sentimental que firmó bajo el seudónimo de GeorgesMartin Georges. Jules Maigret no era un policía, sino un médico de Saint-Macaire, cerca de Burdeos. La estatua del comisario, de bronce verde por los años, permanece firme en los Países Bajos. sellar los sobres. Assouline remarca en la biografía que a menudo se acusa a Simenon de ser un collabo, como llaman a los franceses a quienes apoyaron a los nazis durante la Ocupación, pero que en realidad era simplemente un cobarde y un oportunista. No regresó a propósito a Bélgica para evitar el servicio militar. Escribió para periódicos dirigidos por los alemanes. A pesar de eso, Georges Simenon se pensaba apolítico. Uno de sus principales traductores al español, Carlos Pujol, calificó esa actitud en un artículo de 2003 en ABC de «cómoda ambigüedad durante la guerra y la posguerra» y señaló como «una de sus manías de siempre» su participación, todavía adolescente, en una campaña de prensa antisemita. A su juicio, lo único que hacía era juntar letras. Evitó la justicia francesa marchándose al país de todas las posibilidades: Estados Unidos. Reno, Nevada, es famosa por sus rápidos procedimientos de divorcio y matrimonio. El 22 de junio de 1950, Simenon se divorció de Tigy y se casó con su secretaria canadiense, Denyse Ouimet, a la que había conocido al llegar a Nueva York, cinco años antes. Le gustaba América porque no había «cafés literarios donde los intelectuales hablan de las novelas que nunca escribirán». Él diciembre 2023 Nuestro Tiempo —55


Grandes temas Maigret en busca de Simenon

—Prolífico. Con casi 500 títulos, su obra se ha traducido a 50 idiomas y se han vendido más de 500 millones de ejemplares.

sí que escribió novelas: 48 a su paso por EE. UU., para ser exactos, y con éxito. En 1951, las ventas anuales de los libros de Simenon alcanzaron los tres millones de ejemplares en todo el mundo. Se podría decir que se convirtió en una auténtica estrella de la literatura. En 1955, los Simenon regresaron a Europa. Se codearon brevemente con la jet set de la Costa Azul antes de instalarse en un lugar más tranquilo, lejos de los focos. «No se puede imaginar lo discretos que son los suizos», decía Simenon. Es verdad que si Echandens, el pueblecito cerca de Lausana (Suiza) en el que vivía, hubiera estado en otro país, un escritor de fama mundial no habría pasado tan desapercibido. Él, Denyse, Boule y sus hijos Pierre, John y Marie-Jo se muda56—Nuestro Tiempo diciembre 2023

ron al Château, su primer hogar en Suiza, en 1957. El padre solía pasear por los jardines, cultivando su siguiente novela. Su método era estricto, pero muy eficaz. Cuando empezaba a sentirse incómodo, malhumorado, sabía que había llegado el momento de escribir. Durante unos diez días, se liberaba de todas sus obligaciones. Antes llamaba al médico para que examinara a todos los miembros de la familia, incluido él. Si todo iba bien, al día siguiente, un primer paseo le ayudaba a dar con una idea. Se sumergía en sus recuerdos para encontrar los rasgos de sus personajes, que después anotaba en el reverso de sobres amarillos. Edad, estado civil, dirección, físico, carácter. Luego reflexionaba sobre sus creaciones y esbozaba la trama. Tres horas más tar-

de, tenía listo el primer capítulo. A partir de ese momento, la jornada de Georges Simenon comenzaba a las seis en punto. Trabajaba tres horas, paseaba hasta el mediodía, comía con su familia y dormía la siesta. Por la tarde, también salía a dar una vuelta con su mujer. Hablaban de todo menos de la novela. La tensión psicológica le provocaba efectos secundarios como vómitos y pérdida de peso. Por eso, un Simenon solo dura nueve o diez capítulos, escritos en nueve o diez días. «No sería capaz de aguantar más tiempo», se lamentaba el escritor. Su hogar ideal era uno donde todos los miembros de su numerosa familia (su mujer, tres de sus cuatro hijos y la criada, sin contar las eventuales visitas de su hijo mayor y su exmujer) pudieran vivir


casi sin cruzarse, o al menos sin invadirse unos a otros. Así que construyó una gigantesca casa en Epalinges, también en las afueras de Lausana, que los lugareños apodaron «el búnker». El edificio parecía un bloque de hormigón sobre el que se acababa de colocar el tejado y recortar algunas ventanas. Lo demolieron en 2016. Nunca llegó a llenar la casa como esperaba. La salud mental de Denyse se deterioró hasta el punto de ingresarla en un hospital psiquiátrico. Entonces trasladó su residencia al 12 de la Avenue des Figuiers con Teresa Sburelin, su cuidadora italiana, que se convirtió en su última compañera. El 5 de febrero de 1973, en el consulado belga, Simenon cambió en su pasaporte la mención de «novelista» por «sin profesión». Dos días después, el diario 24 heures publicó una entrevista. Proclamó: «Se acabó, mato a Maigret...». Tardó un lustro en volver a escribir, pero no por motivos especialmente felices. Tenía setenta y cinco años cuando su hija Marie-Jo se disparó en el pecho con un revólver. «Mi carrera de escritor empezó el día en que tuve hijos. Me faltaba algo. Un hombre que no es padre, que no sabe lo que es ver la vida que te rodea llegar poco a poco, es incapaz de recrear un mundo». Por eso, sin duda, la muerte de su hija le afectó tan profundamente. Le dedicó un último libro, Mémoires intimes, que terminó en noviembre de 1980. Cuando su propio padre murió en 1921, no pudo soportar ver su cuerpo frío e inerte en el ataúd, y quería ahorrarles ese trance a sus hijos. Georges Simenon falleció el 4 de septiembre de 1989, pero su familia se enteró unos días más tarde, por la radio, después de la cremación. En una entrevista concedida el 12 de enero de ese mismo año para el programa Hôtel de la Radio Télévision Suisse, había confesado que la vejez le traía sobre todo recuerdos. Paseos por la naturaleza, viajes en barco por el Mar del Norte. Paisajes, olores, imágenes más o menos borrosas. Des-

pués de una vida en la que lo había conocido todo —lugares, mujeres, dinero, fama, éxito—, solo sentía apego por todo lo que vive. Desde el pajarito hasta el ser humano. «La Vida, con V mayúscula», dijo en la entrevista. Hubiera sido estupendo sentar a John Simenon, el hijo del escritor que gestiona su patrimonio y sus derechos literarios, y preguntarle por su relación con un padre tan complicado. «Su vida es áspera, en muchos aspectos sórdida, y mientras trabaja como un forzado en la “fábrica Simenon” se le ve brutal, egoísta, inseguro, sintiéndose culpable, entre otras muchas cosas del suicidio de su hija Marie-Jo», escribió Carlos Pujol. ¿Qué piensa un hijo de un padre que se ocupa de ocultarle su propia muerte? John Simenon accedió a esa entrevista, pero nunca apareció ni dio más explicaciones. Al puro estilo Simenon. El misterio sigue intacto. Según Pierre Assouline, la mejor obra de Simenon es Las memorias de Maigret, publicada en 1951. Trata de, como indica el título, las vivencias del policía. Su creador se pone en la piel de su personaje y el «verdadero» comisario explica cómo conoció a un tal Georges Simenon, un joven escritor que decidió producir novelas policiacas inspiradas en él. El caso es que, en el libro, Maigret relata un encuentro entre él y el novelista durante el cual le reprocha la falta de realismo de sus libros. Las novelas policiacas están muy bien, pero así no se soluciona una investigación real. A lo que Simenon respondió: «La verdad nunca parece verdadera. No hablo solo de literatura o pintura. Tampoco citaré el caso de las columnas dóricas, cuyas líneas nos parecen rigurosamente perpendiculares y que solo dan esta impresión porque están ligeramente curvadas. Si fueran rectas, nuestro ojo las vería abombadas. [...] Cuéntale a cualquiera cualquier historia. Si no la arreglas, les parecerá increíble, artificial. Arréglala y será más auténtica que la vida».

EL AUTOR EN ESPAÑOL

Acantilado y Anagrama unieron sus fuerzas en 2021 para reeditar la obra del escritor belga más leído. Las dos directoras de estas editoriales españolas, Sandra Ollo (Acantilado) y Silvia Sesé (Anagrama) empezaron con tres libros: El fondo de la botella, Maigret duda y Tres habitaciones en Manhattan. Aunque los lectores hispanohablantes hace décadas que pueden disfrutar de las historias del comisario Maigret, estas editoriales han aunado sus esfuerzos para editar las obras completas de Simenon en un solo lugar. Para ello, se ha refrescado un poco la obra. Las nuevas traducciones son de Caridad Martínez y Núria Petit. El estudio Duró se encarga del diseño y Maria Picassó de las ilustraciones geométricas y contemporáneas de las portadas. Hasta la fecha, la colección cuenta con siete títulos. El último, Maigret y la vieja dama, salió a la venta en octubre de 2023. Sandra Ollo escribe en la web de presentación del proyecto que «la literatura de Simenon es deslumbrante por su poder narrativo, por esa capacidad suya de penetrar la realidad». En la misma página, Silvia Sesé expresa el deseo de «compartir con los nuevos lectores una obra que ya forma parte de la mitología literaria, de la novela negra y de la novela universal».

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2400

CAMPUS

alumnos se han matriculado en primero este curso, un tercio de los cuales es internacional. 382 estudiantes realizan un intercambio en la Universidad en el primer semestre.

NOS VISITARON CRISTINA ARANDA

OWASE JEELANI

CATHERINE L’ECUYER

SONIA HERNÁNDEZ

[06.10.23 FORUN] «La tecnología ha cuestionado los métodos educativos tradicionales y ha planteado la necesidad de una transferencia de conocimiento diferente». Así lo señaló Cristina Aranda, co-fundadora de Big Onion y MujeresTech y experta en inteligencia artificial, en el acto de apertura de FORUN, el congreso de estudiantes de la Universidad de Navarra. Disertó ante más de doscientos asistentes, entre alumnos y profesores, sobre los retos e impactos de la IA, sus implicaciones éticas y jurídicas y la importancia del factor humano. Aranda subrayó que estas herramientas ya forman parte de la vida cotidiana de las personas —desde Google Maps hasta las redes sociales— y que conviene aprender a reconocer su presencia y utilizarlas de manera responsable. «La educación y la actualización son las claves para abrazar la IA sin miedo», aseguró.

[23.06.23 Facultad de Medicina y Tecnun] Este año, la edición de

[30.08.23 Centro Humanismo Cívico] Durante el curso El reto de

[06.09.23 Cursos de verano] Una de las preguntas más urgentes de nuestro tiempo es cómo diseñar ciudades habitables, que coordinen las necesidades y los movimientos de millones de personas, en un contexto de cambio climático. Sonia Hernández, la subdirectora adjunta de políticas urbanas del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España, participó en una jornada sobre esta cuestión en uno de los cursos de verano de la Universidad . Hernández profundizó en la Agenda Urbana Española (AUE) como herramienta multidisciplinar para adaptar los municipios al cambio climático junto a Eduardo Rojo, del Ayuntamiento de Vitoria, y Nuño Mardones y César Martín, profesores de la Escuela de Arquitectura. La AUE es un decálogo de recomendaciones para hacer más sostenibles las políticas de desarrollo urbano. Es una adaptación de las que plantea la Agenda 2030.

Experta en inteligencia artificial

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Neurocirujano pediátrico, inventor y emprendedor

Time to share, una jornada de ingeniería biomédica organizada por la Facultad de Medicina y Tecnun, contó con la participación de Owase Jeelani, un reconocido neurocirujano inglés famoso por diseñar un sistema para separar bebés siameses unidos por la cabeza. En su intervención expuso los beneficios de trabajar en equipos multidisciplinares de médicos, ingenieros y especialistas de software. «Cuando algo parece imposible, la solución pasa por dividirlo en pequeños problemas y que cada uno se haga cargo de aquello con lo que está familiarizado», argumentó. El doctor Jeelani se graduó en Medicina, pero también en Derecho y en Empresariales, lo que le ha permitido desarrollar una carrera simultánea como cirujano, inventor y emprendedor. Ha cofundado el centro de salud interdisciplinar London Craniofacial Unit y la plataforma Klay Biotech.

Subdirectora adjunta Directora de la fundación CLE, de políticas urbanas del psicóloga y escritora Ministerio de Transportes

leer en el aula:. La metodología de los Seminarios de Grandes Libros, casi doscientos profesionales de la enseñanza se aproximaron al procedimiento de estos talleres. Entre los ponentes de este año destacó Catherine L’Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, conferenciante y escritora. El curso, que tuvo lugar los días 30 y 31 de agosto, lo dirigió el catedrático de la Universidad de Navarra José María Torralba. El tema: la lectura de los grandes libros como fuente de enriquecimiento intelectual para alumnos de secundaria y universidad. Rebelión en la granja, Edipo Rey, Ética a Nicómaco y otras obras protagonizaron análisis y debates. L’Ecuyer dirige la fundación CLE, que pondrá en marcha en 2024 «el primer posgrado al que puedes venir a clase con tu bebé, pero no con tu móvil», sobre educación clásica, como alternativa a las corrientes educativas predominantes.


5070

personas asistieron durante el curso 2022-23 a los 48 eventos que Alumni organizó en once países diferentes para los antiguos alumnos.

EFEMÉRIDE

ALFOMBRA ROJA

Que nadie se quede atrás El programa Becas Alumni ha llegado a los veinte otoños. En este tiempo, 1600 alumnos han podido estudiar en la Universidad de Navarra gracias a estos fondos, cuyo objetivo fue desde el principio que nadie deje de estudiar por una cuestión económica. Solo durante el curso pasado se formaban en la Universidad 424 becarios Alumni, con un importe medio de 8088 euros por beca. NOVEDAD

La construcción del Centro Bioma comenzará este curso 2023-24 La gran apuesta de la Universidad para este lustro se llama Centro Bioma. Se trata de un futurista punto de encuentro entre la investigación, la docencia, la divulgación, el emprendimiento y el Museo de Ciencias. El proyecto arquitectónico es de Patxi Mangado [Arq 81] y costará unos treinta millones de euros. La última novedad al respecto es que, el 25 de octubre, la Universidad firmó un convenio con la Fundación la Caixa por el que esta donará un millón y medio de euros para el centro. Con esta aportación ya se han comprometido hasta 9,8 millones, casi un tercio de la financiación necesaria, lo que permitirá comenzar la construcción a lo largo de este curso. En total, casi una docena de entidades —desde el Gobierno de España hasta fundaciones culturales, bancos y empresas de varios sectores— han hecho aportaciones relevantes para desarrollar este centro.

Además, como agradecimiento al apoyo de La Caixa, uno de los espacios del nuevo edificio llevará el nombre Espacio Fundación la Caixa de Investigación en Biodiversidad y Medioambiente. Se encontrará en la planta baja y albergará, además de lugares de trabajo, los laboratorios de grandes equipos y de instrumental. Se han perfilado también las cifras del impacto que se espera del Centro Bioma. En él trabajarán más de setenta investigadores en biodiversidad y medioambiente y se desarrollarán más de ciento cuarenta proyectos de investigación. En cuanto a la formación, incidirá de forma directa en 1490 estudiantes de seis grados y tres dobles grados, y en 120 alumnos de máster. Respecto a la labor museística, el centro conservará más de un millón de piezas de esta clase. Toda esta labor se desarrollará en un espacio de 13 000 metros cuadrados.

Para entender la inteligencia artificial A partir del curso 2024-25, la Universidad ofertará un nuevo grado en Ingeniería de Computación e Inteligencia Aritificial. Se impartirá en Tecnun, la Escuela de Ingeniería, en el campus de San Sebastián. El nuevo grado responde a una alta demanda de personal cualificado en el sector de la inteligencia artificial. Tecnun lleva quince años investigando esta área de conocimiento, y estos nuevos estudios son una manera indirecta de poner esa investigación al servicio de la sociedad. La coordinadora del grado, Idoia Ochoa, explicó que cuenta con convenios de colaboración con empresas y centros punteros como el MIT, Google, Amazon o IBM que permitirán la especialización de los alumnos.

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REPUTACIÓN

1 Los mejores másteres de El Mundo. Doce másteres de la Universidad de Navarra se encuentran entre los mejores de su especialidad en España, según el último ranking publicado por el diario El Mundo. Tres programas repiten este año a la cabeza de los listados de su especialidad: el Máster en Investigación, Desarrollo e Innovación de Medicamentos, el Máster en Comunicación Política y Corporativa y el Máster Ejecutivo en Dirección de Empresas de Moda. Los cuartos de España. Times Higher Education ha estrenado método para su World University Ranking 2024. Ha ampliado los elementos de valoración de quince a dieciocho y ha analizado 2670 centros de educación superior. La Universidad de Navarra ha resultado la cuarta de España —la primera no estatal— y está en el rango 300-350 a nivel mundial. Destacan las áreas de internacionalidad e ingresos de investigación procedentes de fuentes privadas. Y también los quintos. La Universidad ha ascendido un puesto en nuestro país en el ranking internacional QS 2024, hasta la quinta posición. Solo la superan la Universidad Autónoma de Madrid, la Autónoma de Barcelona, la Complutense y la Universidad de Barcelona. El centro ha obtenido resultados sobresalientes en empleabilidad e internacionalidad, dos de los nueve indicadores que mide esta lista. Entre las cien principales de Europa. La primera edición del QS World University Rankings: Europe ha situado a la Universidad de Navarra la número 93 del continente tras analizar una docena de indicadores relacionados con la docencia, la investigación y el impacto social. Los elementos más pujantes de la Universidad son la empleabilidad —la 35.ª en reputación entre empleadores— y la internacionalidad —59.ª en diversidad de origen de sus alumnos—. 60—Nuestro Tiempo diciembre 2023

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1. La nueva vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Comunicación, María Jiménez, ha publicado El tiempo del testimonio. Las víctimas y el relato de ETA. Este libro parte de una investigación científica —su tesis doctoral— y desentraña la historia del terrorismo etarra a través de los ojos de aquellos que lo sufrieron. Jiménez recopila testimonios de víctimas para evitar «contar el terror con datos, porque caeremos en la trampa de los terroristas, que mataban símbolos, no personas». 2. En Vivir como si Dios existiera. Una propuesta para Europa, el profesor del IESE y del Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea Ricardo Calleja compendia un conjunto de textos de Benedicto XVI que ponen el acento en el futuro y el fundamento de la cultura europea. 3. Jaime Sanz ha desordenado las virtudes teologales —fe, esperanza y caridad— y ha dejado la segunda para el final de su trilogía. En Llevarlo a todas partes. Para llenar el mundo de esperanza, el capellán de la sede de posgrado del campus de Madrid trata de dar respuesta a los interrogantes de la juventud. Con prólogo de Mariano Fazio, el volumen constituye una terna con Reilusiónate y Aprender a querer. 4. Para quien no tiene muy claro cómo sacarles partido a las inteligencias artificiales conversacionales, el profesor Francesc Pujol ha editado una curiosa guía, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen Covey. Exploración con ChatGPT4. En una larga conversación con la herramienta, Pujol explora toda la información del conocido libro de Covey. «Es una oportunidad para evaluar el uso de la inteligencia artificial en el proceso de análisis y generación de conocimiento; un ejercicio práctico de uso de ChatGPT», explica. 5. El Parlamento a debate en un tiempo nuevo recoge las ponencias de las XXII jornadas del Aula de Derecho Parlamentario, impulsada por la Facultad de Derecho y el Parlamento de Navarra, en su vigésimo aniversario.

PARA VIVIR

Una universidad se construye para habitarla. Esa es la idea que inspiró al profesor emérito Carlos Soria a escribir Las casas del campus (Eunsa, 2023), un volumen que cuenta con el apoyo de 415 fotografías de Manuel Castells para narrar la historia de la construcción del campus de Pamplona, edificio por edificio.


NOMBRAMIENTOS

Un millar de antiguos alumnos volvieron a la Universidad por el Alumni Weekend La Universidad celebró en octubre el Alumni Weekend, un encuentro multitudinario para sus antiguos alumnos. Este año, los protagonistas fueron las promociones de 1973 y 1998, que celebraron sus 50º y 25º aniversario, respectivamente. Después de los actos en cada facultad, más de mil alumni se dieron cita en el polideportivo para asistir a la mesa redonda La Generación Z: nuestros empleados, nuestros compañeros de trabajo, nuestros hijos. La rectora, María Iraburu, agradeció a los asistentes su participación en el evento: «Que volváis es muy inspirador».

La «semana grande de la reputación» congrega a expertos de veinte países El campus de Madrid acogió en octubre la International Reputation Week, el único foro en España dedicado a reflexionar sobre la reputación, coorganizado por la Universidad y Corporate Excellence. En el encuentro participaron doscientos expertos de veinte países, entre los que destacó el vicepresidente de comunicación de Harvard, Paul Andrew. Insistió, como otros especialistas, en la identidad corporativa: «Las universidades han de estar dispuestas a defender sus valores».

PREMIADA

A la alumni Itziar Estévez [Ing Industrial 02], que en el número 708 nos contaba sus andanzas en Múnich, le han otorgado el premio Best Female Investor del banco alemán KfW Capital, en reconocimiento a su carrera como inversora de capital riesgo. Estévez confesó a la revista de esa entidad que ahora persigue «promover el desarrollo de los próximos líderes tecnológicos europeos».

Ramón Salaverría [Com 93 PhD 98] ha sido reconocido como Investigador del Año por la Revista Latina de Comunicación Social, una de las publicaciones científicas más reputadas de su sector. El medio, a través de los premios Roblón, ha destacado que «su investigación tiene un impacto sobresaliente». Amaya Azqueta [PhD Bio 06], catedrática de Toxicología, es desde septiembre presidenta de la Sociedad Europea de Mutagénesis y Genómica Ambiental (EEMGS). Es la primera española en formar parte de la junta directiva de este organismo, que estudia compuestos que afectan al ADN humano y provocan enfermedades. Marta Ferrer [PhD Med 96] ha recibido el premio Clemens Von Pirquet de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica, el más prestigioso de su ámbito. La decana de la facultad de Medicina agradeció a la Clínica, al recoger el premio, «este modelo de asistencia, docencia e investigación». Concepción García, profesora emérita de la Universidad y primera catedrática de Historia del Arte en España, ha coronado su larga trayectoria con el Premio Homenaje del Comité Español de Historia del Arte, que recibió en junio durante un emotivo acto en el paraninfo de la Universidad Complutense. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —61


Campus Los de la maleta

Las paredes de casa Uno de los proyectos en los que Rafael Callejo más disfrutó es la central eléctrica de la Universidad, que, oculta tras los comedores, surte de energía a todo el campus de Pamplona. Como el trabajo de todo el Personal de Administración y Servicios, que sostiene en silencio la labor docente, investigadora y asistencial del centro académico. Callejo veló por el mantenimiento general y el crecimiento de la Universidad hasta su jubilación en 2017. La Universidad no ha dejado de expandirse desde que existe. Ingenieros, bedeles, arquitectos, administradores, jardineros… son el equipo eterno del campus. texto Juan González Tizón [Com 24] fotografía Archivo Universidad de Navarra y Manuel Castells [Com 87]

a rafael callejo siempre le fascinaron los aviones. Aún se sorprendía de vez en cuando, sentado a la mesa de su trabajo en Madrid, al pensar en lo bien que le había salido la jugada. Hacía nada que había terminado Ingeniería Aeronáutica y ya estaba en un empleo a la altura de sus estudios. Dentro de la empresa FMC Airline Equipment Europe, en la oficina de Hidráulica y Electricidad, Callejo diseñaba todos los equipos de pista necesarios para unas buenas instalaciones en aeropuertos. Desde los grandes fingers —las pasarelas de acceso a la aeronave— hasta los remolcadores, escaleras autopropulsadas, plataformas de carga y todo tipo de equipos hidráulicos. No era el trabajo de su vida, pero se lo pasaba bien. Vivía muy tranquilo en Madrid. Hasta la primavera de 1978, antes de la llamada de teléfono. Eduardo Guerrero, el gerente de la Universidad de Navarra en esos años y conocido de Callejo, le llamó con la 62—Nuestro Tiempo diciembre 2023

oferta de un puesto de ingeniero supervisor, como director del área de obras e instalaciones, mantenimiento, edificios, sistemas de energía e informática, trato y colaboración con arquitectos y vigilancia general. «Pero si yo no sé nada sobre el «LOS DE LA MALETA»

En esta entrega número catorce miramos a los profesionales no docentes de la Universidad y hablamos con Rafael Callejo, que estuvo cuarenta años al frente del servicio de Obras e Instalaciones. «Los de la maleta» es una serie de reportajes y entrevistas para conocer a los pioneros que levantaron lo que hoy es la Universidad de Navarra.

mundo de la construcción», le replicó Callejo. «Mi formación estaba orientada a los aviones, no a los edificios», añade. Guerrero le contestó que eso daba igual, que no les importaba la rama de estudios. En cuanto a Pamplona, él nunca había estado, y de la Universidad sabía poco o nada. Su primer encuentro con el centro fue a través de las páginas de un número de Nuestro Tiempo perdido por Madrid. Al final, nada consiguió disuadir a Guerrero, que logró su objetivo un fin de semana del verano de 1978. Callejo llegó a Navarra con curiosidad y ganas de entender mejor en qué iba a consistir su nueva ocupación. Pero también se mostraba escéptico. El mismo día de recalar en la capital navarra, Guerrero le presentó a Paco Montes, por entonces jefe de mantenimiento de la hoy Clínica Universidad de Navarra. En realidad, velaba, junto con un equipo pequeño, del mantenimiento general de la Universidad. «Eduardo pensaba


que Montes me podría acercar mejor al proyecto que se gestaba. Él me lo explicó todo», relata Callejo. lahuerta y las canastas. Un plan ambicioso, una ciudad nueva y una vida por delante. El rector en persona, Francisco Ponz, colaboró en la captación de Callejo. Ponz era un hombre ilusionado y que sabía contagiar la pasión por las cosas. Nuevas facultades estaban por llegar. Eso significaba más alumnos, que necesitarían más terreno y más aulas, laboratorios, seminarios… La Universidad se había vuelto un ser vivo en constante cambio y expansión. Alguien tenía que gestionar aquello. La Universidad le ofreció un año de prueba y él aceptó. «Contaba con un buen trabajo, sí, pero en realidad nada me ataba a Madrid. Solo tenía 26 años». Si funcionaba bien, adelante. El primer proyecto en el que colaboró fue en el edificio del polideportivo, construido

por Javier Lahuerta. Callejo se sentía intimidado. Acababa de empezar y lo habían puesto a trabajar con un catedrático de la Escuela de Arquitectura, de 68 años, especialista en cálculo de estructuras. Había que estar a la altura. El edificio se encontraba en la otra orilla del río Sadar, levantado sobre la antigua vaquería de Apasio. «Antes de que la Universidad le comprase el terreno, su leche se vendía por toda Pamplona», cuenta Callejo. Las instalaciones habían salido a flote por los ánimos incansables de la directora de Estudios del momento, María Luisa Astráin, que peleó el proyecto hasta el final. Gracias a su insistencia, se barajó la posibilidad de ponerle su nombre al edificio, pero nunca llegó a suceder. «Uno de los problemas que hubo que resolver fue el de las canastas», dice Callejo. Una vez terminadas las instalaciones, con un suelo de madera y demás, les asaltó un obstáculo: las canastas que

se pensaba utilizar estaban viejas. «Eran unas que se arrastraban con ruedas y me dije que estaban un poco trasnochadas», explica. Si se trataba de un edificio nuevo, tenía que tener un buen nivel en todos los sentidos. La decisión fue rápida: serían eléctricas y colgarían del techo. A Lahuerta no le gustó. Al parecer, el arquitecto veterano temía que la estructura de cerchas metálicas que soporta la cubierta se sobrecargase demasiado. «La duda que se nos planteó fue que si, por un casual, un tipo grande se colgaba de ellas, tal vez tendríamos un disgusto», preveía. Ese fue el primer cálculo de estructuras que Callejo realizaría en la Universidad. Al final, Lahuerta había diseñado un coeficiente de resistencia más que suficiente. Las canastas aguantaron. resultados milagrosos. Dos años más tarde de que Callejo hubiera aceptado el puesto, ETA atentó por primera vez diciembre 2023 Nuestro Tiempo —63


Campus Los de la maleta

—Largo recorrido. Mercedes, la mujer de Rafael, ha trabajado 42 años en la Universidad.

en el campus. Los terroristas accedieron al edificio Central con bidones de gasolina y la intención de arrasar la instalación entera. Empezaron por el Aula Magna. Revestida de madera, el local prendió como una cerilla. «Yo estaba en Alfaro, pero regresé lo más rápido que pude. La imagen era desoladora», cuenta Callejo. Esto fue el 12 julio de 1980, en plenos Sanfermines. Una vez sobrellevados el duro golpe y la conmoción, los trabajadores solo tenían una cosa clara: había que dejar el edificio perfecto para antes del nuevo curso. La sesión de apertura solemne siempre se celebraba en el Aula Magna y se propusieron que la próxima no fuera distinta. Era un proyecto que rozaba lo inviable. Contrataron a Huarte y Compañía, una empresa de construcción, y se quedaron sin vacaciones de verano. Como también pasaría un año después, en el atentado del 24 de junio de 1981. «Pero se consiguió, eh. Aquí se han hecho cosas imposibles». Cada edificio tiene sus historias, pero todos poseen algo en común: la rapidez. Cuando Callejo llegó a la Universidad, 64—Nuestro Tiempo diciembre 2023

—Supervisando. En el año 2000 se colocó en el patio interior del Central la escultura de san Josemaría Escrivá de Balaguer.

ya existían diez. Él trabajaría durante 39 años en quince proyectos nuevos. Eso viene a salir a un edificio cada dos años y medio. Un ritmo frenético. «Y hay que saber que, durante muchos años, la Universidad sufrió interrupciones urbanísticas y de terreno», relata. No siempre hicieron falta bombas para agilizar el ritmo de trabajo. La ampliación de la Biblioteca Central, proyectada por Araujo, tuvo como causa el inicio de una nueva facultad: Económicas. El proyecto trajo consigo dos sucesos sorprendentes. El primero fue la rapidez con la que se aprobaron las gestiones de la obra. La segunda sorpresa estaba relacionada con la fecha de finalización del trabajo. El edificio debía estar terminado para septiembre. «Estábamos en febrero», explica Callejo. El proceso de construcción era el mismo de siempre: plantear el proyecto, gestionar la contratación del personal y ejecutar la obra. En el libro del profesor Carlos Soria Las casas del campus, se narra una apuesta que hicieron Callejo y Araujo respecto a la construcción del

edificio. De todos era sabido que una de las características de Araujo era su gusto por fumar en pipa. Él era el optimista del trabajo, el que tenía una mentalidad de futuro que rozaba lo visionario. «Así que apostamos. Yo le dije: “Mira, te llenaré la mesa de trabajo con tabaco de pipa si este edificio se termina para el comienzo del nuevo curso”», recuerda Callejo. El joven ingeniero jamás vio construir tan rápido. En seis meses se terminó todo. Las noches anteriores ayudaron de forma personal a limpiar y habilitar la instalación. Muchas de ellas hasta la madrugada. el motivo. Callejo nunca mencionó que había estado muy a gusto durante su primer año de trabajo en la Universidad ni que quería quedarse. Sencillamente se quedó. «Fue algo muy simple: a los pocos meses de empezar en Pamplona conocí a la que terminaría siendo mi mujer», relata. Callejo se sentía cada vez más a gusto y el trabajo iba en aumento. Su esposa, Mercedes Goena, también se quedó en la Universidad, inmersa pri-


—Con el Gran Canciller. En 2003 saludaron a don Javier Echevarría, en un encuentro con motivo del 50.o aniversario de la Universidad.

mero en su doctorado en Farmacia y en diferentes puestos de gestión, después. Tuvieron doce hijos. En el trabajo, Callejo hacía de representante de la Universidad, elegía, rechazaba o pedía ajustes en los proyectos. «Me encargaba de transmitir a los arquitectos y al resto del equipo las necesidades del centro y las indicaciones del Rectorado», cuenta. «Si querían ser un equipo tenían que trabajar como una unidad. En el campus han trabajado más de cuarenta arquitectos. Todos ellos con visiones distintas de su oficio y ganas de hacer una labor llena de personalidad y viveza. Lo que se les pedía era lo siguiente: sencillez. No una chapuza, pero tampoco algo complejo y poco práctico. Huir de lo vulgar sin perder de vista lo funcional». Callejo se encargaba, junto con su equipo, de dar luz verde, conseguir los permisos, corregir, ajustar y aprobar. «Nosotros éramos la estructura del proyecto», asegura. Pero eran los arquitectos los responsables de crear «edificios amables, lugares en los que se trabajara bien, con juegos de luz y vida

—Gratitud. En 2004, recibió la Medalla de Plata de manos del rector José María Bastero.

propia». Los arquitectos debían estar enfocados en la vida estudiantil, en los alumnos y profesores, y establecer una relación con esta idea para poder proponer una obra. En este sentido, la Facultad de Comunicación es uno de los ejemplos y edificios favoritos de Rafael Callejo. hormigón de calidad. Ignacio Vicens, padre de la obra, nunca pasó desapercibido. Cuando se planteó esta construcción, en la zona de la explanada solo existía el llamado edificio de Aulas, que es donde comenzó la Facultad de Derecho, cercada más tarde por el edificio Amigos. En aquel entonces se quería desarrollar algo nuevo y muy rompedor. Una señal que diera a entender la fuerza con la que crecía la Universidad. En 1995 se inauguró la representación de esos esfuerzos. Vicens era un arquitecto muy singular, difícil de prever y con ideas innovadoras y eficaces. Hasta el momento, los edificios de la Universidad habían reiterado una tendencia clásica o previsible, así que se presentó en el Rectorado con un plan fuera de serie.

Se las ingenió para convencer al administrador general, José Luis Pascual, y hacer una obra entera de hormigón. Pero este material también debía tener una textura lisa y agradable. El edificio necesitaba estar muy tapado, como un búnker, sobre todo al sur, donde el sol pegaba más fuerte. «Protegió la planta baja, por ejemplo, con una especie de visera. Sus soluciones siempre eran originales y novedosas», explica Callejo. Uno de los elementos que más le gustó añadir, y de los pocos que tenía color en su proyecto, fueron los pequeños patios interiores. Vitrinas con árboles y piedras grises. «Los árboles combinan con todo», asegura Soria en Las casas del campus. En cada uno de estos patios había un arce japonés, árbol cuyas hojas varían de color a lo largo del año. «Vicens decía que, como casi todas las vitrinas no daban al exterior, con estas plantas los alumnos podrían sentirse en el campus y seguir las estaciones en las hojas multicolores», recuerda Callejo. Solo una cristalera, la más grande de todas, en la planta baja, ofrece una visión diciembre 2023 Nuestro Tiempo —65


Campus Los de la maleta

—Regalo de jubilación. Aunque dio un giro a su trayectoria profesional al venir a la Universidad, Rafael no ha abandonado su afición a los aviones.

de la explanada y más allá: una panorámica impregnada de luz. El asunto del hormigón resultó ser lo más importante para Vicens y lo más curioso para los demás. «A nosotros nos horrorizaba la idea del hormigón. Tampoco pedíamos materiales nobles como el mármol, pero nos habría gustado valorar alguno intermedio», apunta Callejo. Pero al final les convenció. Uno de sus argumentos se basaba en la necesidad de optimizar la limpieza y mantenimiento del edificio. El equipo no tenía muy claro cómo se iba a poder limpiar semejante mazacote. Vicens les dijo que no había por qué preocuparse, que él había conseguido un pavimento de fácil limpieza. El suelo de Fcom imita el utilizado en algunas estaciones de tren. Estas superficies cuentan con un gran número de grietas y muescas. «No plantean ningún tipo de problema estructural. Salen porque sí. Le dan mucho carácter al edificio. Un aspecto brutalista, potente, poderoso. ¡Qué contentos nos quedamos todos!», cuenta Callejo. Fcom se convirtió así en el edificio con mayor número de premios de la Universidad. 66—Nuestro Tiempo diciembre 2023

PARA VERLO DE CERCA

Si en su libro anterior —El campus de la Universidad de Navarra— Carlos Soria proponía un acercamiento a las hectáreas verdes del centro académico, en Las casas del campus invita al lector a levantar el tejado de sus veintiséis edificios y mirarlos desde arriba, con toda la vida hirviendo en su interior. La prosa de Soria y la mirada y la cámara de Manuel Castells [Com 87] permiten observar de cerca estos «espacios para convivir», esta «geometría arquitectónica que estimula el afecto y el respeto entre las personas», en palabras de Soria.

huellas y secretos. Rafael Callejo se jubiló en el 2017. En su despedida, dejó la Universidad tal y como la había encontrado por primera vez: en cambio constante. Se fue orgulloso por su trabajo y agradecido por todo lo vivido. Recuerda con cariño algunos de los proyectos que, escondidos, son rastro de su paso por el campus. «La subestación eléctrica, por ejemplo —comenta—. Proporciona energía a toda la Universidad, incluida la Clínica. Oculta detrás de los comedores universitarios, lo mantiene todo en funcionamiento». También destaca la red de gas, que no hubo en Pamplona hasta los años 90. La estructura de regadío. Todo subterráneo. No se ve. Como la mayor parte del trabajo del Personal de Administración y Servicios, cuya misión es facilitar la labor docente e investigadora de la Universidad. «Y mira que cuando llegué no teníamos ni un solo tractor. Todo eran tierras de labranza y se contaba con unos pocos jardineros», señala Callejo. Cultivos que trabajaron hasta construir el jardín más grande de Pamplona. Y añade: «Los primeros tractores que conseguimos fueron unos Caterpillar americanos de la Segunda Guerra Mundial que rozaban la chatarra. Todo un hito». Hacía muchos años que Callejo había abandonado el mundo de los aviones y las estructuras portuarias. Bajo su mando se edificaron quince construcciones (sin contar los colegios mayores), y la Universidad experimentó una transformación externa sin precedentes. Callejo, igual que muchos otros, fue uno de los constructores de este pequeño reino. Los que dieron cuerpo y forma a campos de cultivo y pisadas de peregrino. Recuerda con cariño la primera vez que se tomó algo en Faustino: «Un café y un garrote». De vez en cuando se acerca a saludar y a revisitar los edificios. Los nuevos cambios. Pasa la tarjeta como un alumno más y recorre con los ojos lugares llenos de anécdotas y secretos. Llenos de gente. Nt


Peregrinación del Naufragio de Pedro Gobeo texto Teo Peñarroja [Fia Com 19] ilustración Itziar Barrios

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Alumni Náufrago

Pedro Gobeo de Vitoria padeció hambre y sed, vio morir a sus compañeros, atravesó toda América y sobrevivió. Luego escribió un asombroso libro de viajes, Naufragio y peregrinación, en el que contó sus infortunios. La obra se leyó en toda Europa y América, pero se perdió por completo a inicios del siglo xviii. En 2004, el profesor de la Universidad de Jaén Raúl Manchón localizó el único ejemplar del que se tiene constancia en una biblioteca alemana. El catedrático Miguel Zugasti, de la Universidad de Navarra, acaba de publicar con la editorial Crítica una nueva edición de este unicum que ha permanecido en silencio durante casi cuatrocientos años. el camino es cuesta arriba, en zigzag, entre dos laderas. Lo recorre o más bien se arrastra por él un cadáver, un jirón de piel colgado de un esqueleto. Pedro Gobeo de Vitoria no ha cumplido aún los quince años y lleva tres días sin comer ni beber. Está «flaquísimo, consumido y deshecho, con sola la armazón de los huesos; y, por decirlo en una palabra, muerto en vida». Busca dónde morir con una lucidez terrible. Se detiene en un claro de arena rodeado de peñascos que apenas dejan recortarse allá en lo alto un pedazo de azul. Llora. Pedro Gobeo llora. ¿Cuánto tiempo puede tardar un adolescente desfallecido de hambre y desesperación en cavar su propia tumba? Porque eso es lo que hace ahora con una concha que ha traído de la playa; su único equipaje, además de unas hojas grandes que le sirvan de sudario y una cruz que se ha hecho atando dos palos para que si alguien encuentra sus huesos sepa que lo fueron de un cristiano. Con los ojos rojos secos mira su particular cadalso. Se arrodilla junto al hoyo y reza. Le pide a Dios misericordia de sus «pocos años, gastados todos en ofensa de Su Majestad». El cuerpo, en un momento dado, sucumbe por fin al cansancio y al hambre y Pedro Gobeo ve cómo la negrura se apodera de su vista. Pierde el sentido y al despertar ya no puede tenerse sobre las rodillas. Tiene el alma en vilo cuando pone un pie, luego el otro, en el agujero que va a ser su última parada. Solo y aterrorizado se tumba en el sepulcro, se cubre con el sudario y agarra, con la fuerza que le queda, la cruz sobre el pecho. Desde aquel agujero ve caer su última noche, tan desgraciada, a miles de kilómetros de Sevilla y de su madre, 68—Nuestro Tiempo diciembre 2023

en esta isla sin nombre entre dos ríos en la costa de Esmeraldas, Ecuador. En la oscuridad total, acechado por las fieras, repasa su triste vida. Cómo el 27 de septiembre del año anterior, 1593, se embarcó hacia América —con gran disgusto de su madre— con la estúpida ilusión de conocer el ancho mundo. Recordó la primera tormenta en Canarias, la llegada a Venezuela, la batalla naval contra el corsario escocés John Burgh. Reconstruyó el viaje hasta Panamá, los meses que pasó allí enfermo y cómo volvió a embarcarse en Puerto Perico hacia Lima. Se le vinieron a la memoria los días de mala mar y cómo se agotaban las provisiones a bordo sin que el barco, en dos meses, llegase más que a Colombia. Maldijo el día en que creyó al capitán que aconsejó a unos cuantos andar a pie los pocos kilómetros que quedaban hasta Manta. Desembarcaron cuarenta y un marineros, entre ellos el sacerdote, a casi ochocientos kilómetros de la siguiente ciudad española. Por el camino vio morir a muchos, algunos verdaderos amigos, de hambre y de sed, o despeñados o envenenados. Los que sobrevivían ya no tenían ropa ni herramientas ni armas ni zapatos. Por último, habían recalado en aquella isla en la que no había comida, agua ni cobijo, y habían perdido la balsa con la que arribaron. Llega la mañana y la agonía no cesa. Las horas pasan lentas hasta que, a las cuatro de la tarde, oye una voz que lo llama de lejos y se pregunta si no será ya la hora del Juicio. Quiere responder, pero no puede. El cuerpo apenas le da para respirar. La voz no ceja y se oye cada vez más fuerte su eco rebotar en las rocas. Hasta que aparece —sombra a plena luz— el sacerdote. Ha perdido también el aseo y la carne,


pero no la dignidad de ministro de Dios; conserva todavía la capa y el sombrero. —Pedro —le dice—, no es razón que muramos como salvajes, sin saber unos de otros, sino juntos. Ven a la playa con los demás.

si mañana. Un náufrago, «uno de los más alegres», se volvió al sacerdote: —Pater, para que sea el regocijo completo y nos entretengamos con algún recreo, háganos el placer de contar alguna historia de las muchas que sabe.

No sin reticencias, el muerto en vida se levanta de su tumba, se agarra del brazo del clérigo y lo acompaña cuesta abajo, en zigzag, entre las dos laderas. En la playa habían encendido un fuego y un grupo de hombres a punto de entregar su último aliento contaba chistes. Así de contradictorio es, a veces, el ser humano. «¡Llueven cangrejos! ¡Dios llueve cangrejos!». El bramido debió de oírse desde el continente. Uno que había ido a por agua de un pozo salobre encontró una playa llena a rebosar de esos crustáceos. Se los comieron vivos. Los animales se defendían con sus pinzas, les cortaban la lengua y las mejillas. Pedro les arrancaba a mordiscos las pinzas para que no lo hirieran más y los devoraba. Todos lo hacían. Comieron hasta saciarse y luego se quitaron el taparrabos, que usaron para acarrear, completamente desnudos, tantos animales como pudieron. De nuevo junto al fuego vieron caer la tarde con la extraña felicidad de quien está vivo hoy, quién sabe

Los demás asintieron enseguida con unánime ilusión. Desde los albores del mundo los hombres hemos hecho lo mismo cuando todo se nos hacía extraño y nos veíamos tan pequeños: contarnos historias. El sacerdote accedió y les relató a aquellos náufragos la vida de santa Teotisa. Cómo debió de ser aquella narración para que Pedro Gobeo la recordara punto por punto dieciséis años después. Un pequeño grupo sobrevivió a aquel calvario. Con el tiempo, Gobeo ingresó en la Compañía de Jesús y publicó el Naufragio y peregrinación de Pedro Gobeo de Vitoria, natural de Sevilla, escrito por él mismo. De las 203 páginas que abulta el volumen contemporáneo, Gobeo dedica diecisiete a aquella hagiografía. La forma en que las historias se cuentan y se recuerdan o se olvidan es en ocasiones misteriosa. El libro que narra las peripecias de Pedro Gobeo es una rareza inaudita. Solo se le pueden comparar los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. El Naufragio y peregrinación es un texto escrito en diciembre 2023 Nuestro Tiempo —69


Alumni Náufrago

primera persona, una de las primeras crónicas de viajes modernas de las que tenemos constancia. Sería razonable encontrarlo en los cánones de la literatura de viajes y en los de las letras españolas del siglo xvii, pero no sucede así. el último ejemplar. La verdad del asunto es que el libro de Gobeo sufrió también una suerte de naufragio similar al de su autor. El texto se editó en España en 1610 por mediación de la madre del autor, Isabel de Mena, ya que en aquel momento su hijo vivía todavía en Perú. La obra se distribuyó ampliamente en América. Miguel Zugasti, catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra y responsable de la edición contemporánea del texto, señala en el estudio preliminar que hay noticia de un mercader peruano que, en 1620, vendió un lote de ciento cuarenta volúmenes con destino Concepción, Chile, entre los que se incluía este relato. El bibliófilo Lorenzo Ramírez de Prado tuvo un ejemplar en su biblioteca personal hacia 1660. Un tal Nicolás Antonio, sevillano, que murió en 1684, juraba en su Biblioteca Hispana Nova haber conocido a Pedro Gobeo en persona y tener noticia de una traducción al latín de su obra. En 1622 se publicó en alemán una versión reducida de la traducción latina con un título irreproducible. En 1647, un jesuita alemán, Johan Bissel, publicó Los argonautas americanos, una versión ampliada del texto germano, pero traducida de nuevo al latín. Fue un libro, en definitiva, que se leyó y editó ampliamente en Europa y América en el siglo xvii. Pero desapareció. No existe ninguna referencia moderna a esta obra en ninguna parte porque todos los ejemplares se perdieron en la noche de la historia. Se conoce que hubo un ejemplar en la Biblioteca Nacional de México en 1898, pero anda en paradero ignoto. En 1950, un librero barcelonés vendió el último ejemplar del que hay constancia documental a un particular y, más de setenta años después, no se sabe nada de ese último libro. Hasta 2004. Había un hombre en la Universidad de Jaén, Raúl Manchón, experto latinista, que había dedicado varios años a la búsqueda de ese libro extremadamente raro. Después de rebuscar en las bibliotecas de medio mundo halló el único ejemplar conocido en la Universidad de Mannheim. Este unicum es un ejemplar de la primera edición española de 1610 al que le faltan las últimas dieciséis páginas, que se arrancaron en algún momento de sus más de cuatro siglos de vida. 70—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Ese mismo año, 2004, Miguel Zugasti estudiaba a otro viajero del Siglo de Oro, Pedro Ordóñez de Ceballos, y Manchón y él intercambiaron correos electrónicos con noticias e información inédita sobre sus respectivos campos de estudio. Esa clase de amistades que propicia la vida académica, tal y como consigna Zugasti en una entrevista. Su relación profesional se alargó casi dos décadas y era ya un hecho consolidado cuando llegó la pandemia. Por aquel entonces, Manchón constató con cierto desasosiego que su hallazgo, como sucede con más frecuencia de la que nos gusta pensar, no encontraba quien lo estudiara. «Raúl me telefoneó —cuenta Zugasti— y me invitó, casi rogó, a que me ocupara del asunto, que se estaba quedando yermo». Después de pensarlo durante una semana —el tema requería meses de trabajo casi exclusivo—, Zugasti decidió recoger el guante de Manchón y hacerse cargo de la reedición contemporánea del libro de Pedro Gobeo. Primero preparó una edición filológica y académica. Después, Carmen Esteban, editora de Crítica —el sello de Planeta especializado en ensayo y no ficción—, tuvo el tino de plantearle a Zugasti la posibilidad no ya de hacer una edición crítica del texto, sino de actualizarlo para el lector contemporáneo. Tanto el naufragio de Pedro Gobeo como el de su libro constituyen dos tramas inverosímiles y sin embargo verdaderas. «Todo esto es muy peliculero —declaró Zugasti— y en mi cabeza ya estoy construyendo un guion con efecto flashback que abrace ambas vertientes de la historia». El resultado, publicado en mayo de 2023 con prólogo de Luis Gorrochategui, es un apasionante libro de aventuras del todo actual, una de esas rarísimas ocasiones en las que un lector moderno puede asistir a la reedición de un texto que llevaba cuatrocientos años fuera de circulación y que, sin embargo, nos habla todavía hoy, de un modo brutalmente sincero, de la condición humana. Queda ahora un interrogante abierto: dónde están las dieciséis páginas que faltan al final del libro. La obra moderna sí tiene final, traducido de una de esas versiones alemanas, pero mucho más corto que el original. El profesor Zugasti confía en que la publicación de Naufragio y peregrinación y la repercusión mediática del hallazgo espoleen la investigación de otros colegas hasta que la historia de la literatura pueda averiguar cómo termina esta narración épica. Nt


ENTREVISTA

Miguel Zugasti «Hoy acaba de nacer un clásico» Al profesor Zugasti le entusiasma la acogida de Naufragio y peregrinación, que ya va por su segunda edición. Conversamos con él sobre el reto de adaptar un texto desconocido del siglo xvii a los lectores de 2023.

Al explorar con tanta profundidad este trabajo, ¿qué tipo de relación establece el editor con el autor? Llega un momento en que intentas fusionarte con él. El protagonista cuenta que con trece años sale de Sevilla rumbo al Perú, al sueño de aventuras y riquezas. ¿Cómo un muchacho que no era un desheredado se embarca en eso? Luego interviene en una batalla naval, les acosan los piratas en el Atlántico y en el Pacífico, recorren a pie entre ochocientos y mil kilómetros. El 60 por ciento de los españoles murió por el camino. Es una historia de muerte y supervivencia, y también de providencia. Pedro Gobeo siempre confía en la providencia de Dios, y el muchacho vivió para contarlo, pero no lo hizo nada más llegar —era un adolescente—, sino cuando se establece en Lima. Se le han desvanecido los sueños de riquezas. Se mete en el colegio de los je-

suitas, recibe una formación y entonces, dieciséis años después, publica su obra. En ese momento ya dominaba la técnica literaria y escribe su relato por encargo de alguien. He descartado que sea de los jesuitas porque no hay nihil obstat ni ninguna indicación, y era obligatoria. Entonces, ¿por orden de quién? Probablemente de la condesa de Niebla, que era protectora de la familia. ¿Piensa que este libro podría considerarse un clásico inmediato? Sí. Hoy, en 2023, acaba de nacer un clásico que no estaba en ninguna historia de la literatura ni en ningún catálogo de bibliotecas del mundo. ¿Cuál es el primer paso en una restauración así? Lo primero es encontrarte con el libro. Luego fijas el texto y lo actualizas —un simple maquillado— para acercarlo al lector actual; lo anotas,

MANUEL CASTELLS

texto Juan González Tizón [Com 24]

puntúas y segmentas. Lo subdividí en capítulos y los titulé para ayudar al lector. Otro asunto esencial son las anotaciones a pie de página, que detallan aspectos de la historia y ayudan a una mejor comprensión. Y con todo eso, no creo que haya modificado más de un ocho o diez por ciento del original. ¿Cuál es el sitio más sorprendente al que le ha llevado esta investigación? Puesto que es un viaje a América, el Archivo de Indias es lo más habitual. Mucha de la información procede de ahí. Una de las sorpresas más grandes fue descubrir que Gobeo ejerció de inquisidor de Sevilla durante el tramo final de su

vida (1630-1650). También he visitado Mannheim, para tener en la mano el único original conocido del libro. Una de las incógnitas son las páginas que faltan. ¿La publicación puede alentar nuevos descubrimientos en el caso Gobeo? Ojalá pueda encontrar un segundo ejemplar que esté completo. Tengo algunos indicios. Estoy seguro de que está en manos de algún bibliófilo particular, puede que en Barcelona o México. Confío en que en algún momento aparezca, que alguien diga: «Ah, pues en la biblioteca de mi abuelo recuerdo que hay un librito que se titulaba así». Y a lo mejor tienen luego la bondad de contactarme. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —71


MIND THE GAP Nuria Martínez

En este y desde otros mundos

académica, es que la literatura es el arte de la palabra, la memoria y la imaginación que crea diálogos entre la humanidad y la vida. El arte de la palabra no necesita explicación. El de la memoria, tanto la común como la personal, de una cultura y de un escritor, es el recuerdo y la acumulación de experiencias vividas o leídas, de sentimientos y pensamientos que de forma más o menos inconsciente se reflejan y dan vida a la ficción. Y el de la imaginación surge cuando la realidad almacenada sale a la luz proyectada en ese universo de posibilidades. Crear diálogos entre la humanidad y la vida. Las historias son primero un diálogo de su autor hacia dentro y con el mundo. Después, con el lector, que acaba hablando consigo mismo y tal vez entable otra conversación con alguien cercano, y vuelta a empezar. Un telar infinito e invisible de conexiones entre personas y personajes, lectores y escritores que siempre tiene como punto de partida y retorno ese mapa Un mapa es el punto de partida hacia lo que es la realidad. Una conversación en la que se plantean desconocido. Para la ficción, ese mapa es la preguntas y se genera una vía de unión. Es necesario llenarse del mundo para anhelar el mundo, decía Miguel de Unamurealidad. De ella parte, de ella habla y a ella nos no, recogernos en nosotros mismos para darnos a los demás devuelve. Eleva y amplía nuestra mirada, si enteros e indivisos. permitimos que sea así. Añado otra característica de una narración, entre tantas que dejo en el tintero: honestidad con el mundo real. Citando STA ES LA FAROLA DE NARNIA», dijo nuestro guía a Chesterton, el más fantástico de los relatos sobre dragones al dejar High Street y tomar St Mary’s Passage. Estáes honesto con la realidad porque no quiere decir que los drabamos en Oxford y, para mí, nuestro viaje académico gones existan, sino que pueden ser vencidos. Y la más humilhabía llegado a su culmen. C. S. Lewis contaba que de y realista novela sobre una familia rota será deshonesta si Narnia brotó de la imagen de un fauno en un bosque traiciona la condición humana o presenta falsas expectativas nevado. Imágenes. Para él lo primero fueron siempre o situaciones inverosímiles. La buena ficción habla de lo real las imágenes, fiel a la certeza de que todo autor está en deuda sin engaños ni promesas vacías. con el universo real. Un día después paseamos por los jardiReleo de vez en cuando estas citas para no olvidar cómo nes londinenses de Kensington, donde jugaban los niños de la ficción puede estar al servicio de la vida. Somos limitados; James Barrie y nació Peter Pan. hay experiencias que no viviremos. Otras es mejor no vivirlas. La ficción es el arte de plantear interrogantes y hablar de Pero la ficción nos introduce en ellas. Como el deseo de lo inlo abstracto desde lo más concreto: una historia con pies y determinado que proyecta el país de las hadas de C. S. Lewis cabeza que nunca ha existido. El arte de las posibilidades, de en el lector, sobre todo en el niño. No hace que el mundo real los «qué pasaría si» o los «qué habría pasado le aburra o se vacíe de él, sino que despierta si». Mi admiración por C. S. Lewis se conuna dimensión nueva y más profunda. AmLA PREGUNTA DE LA AUTORA solidó en primero de carrera al descubrir su plía los horizontes en los que expandirse, colección de ensayos De este y otros mundos, crecer y vivir. ¿Es la ficción una forma de sobre los cuentos de hadas. Vislumbré cómo Leer es desear, y ser feliz por el mero heevadir y negar la realidad, esos territorios imaginarios y compartidos cho de hacerlo. Un deseo hacia fuera, hacia o es un camino hacia ella? son lugares donde asoma la esencia de la el mundo. C. S. Lewis dijo también: «La hisvida humana. toria en su conjunto refuerza nuestro gusto La ficción no existe sin la vida, ni se sospor la vida. Es una excursión a lo absurdo tiene sobre sí misma. La ficción aguanta que nos devuelve a lo real con renovado porque la vida es y porque resulta propio del placer». hombre buscar. Como estudiante de Literatura y Escritura Creativa, a lo largo de mi Nuria Martínez [LEC 24] formó parte de la primera @NTunav edición del Programa de Edición de Revistas Culturales etapa universitaria ha surgido la ocasión de Opine sobre este asunto en de Nuestro Tiempo, coordinó el congreso Forun en 2023 pensar y repensar sobre la esencia de este Twitter. y pone la vida en color en @gaudium_aquarelas. oficio. Hasta el momento, la definición que más me convence, aunque tal vez la menos

E

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Alumni Meetings

La medicina paliativa, una escuela de valores En el Alumni Meeting de Bilbao del curso pasado, los antiguos alumnos de la Universidad reflexionaron con los doctores Carlos Centeno y Julio Gómez sobre el papel de los cuidados paliativos en los pacientes terminales, sus familias y toda la sociedad. texto Andre Quispe Ferro [Fia Com 26]


carlos centeno aprovechó la cena de despedida que le organizaron sus compañeros del Hospital Los Montalvos, en Salamanca, para hacerles un presente. Antes de trasladarse a Pamplona, donde empezaría a trabajar en la Clínica Universidad de Navarra —allí dirige el servicio de Medicina Paliativa—, quiso compartir con ellos uno de los regalos más grandes que había recibido durante su estancia en Salamanca. Entregó a cada uno un ejemplar de fotocopias encuadernadas en el que recopiló todas las cartas de agradecimiento que había recibido el departamento de cuidados paliativos entre 2000 y 2005. Recuerda con especial cariño una carta publicada en 2001 en La Gaceta de Salamanca. En ella, se describía de forma magistral la esencia de los cuidados paliativos: alivio profundo al final de la vida. Hablaba de un lugar en el que, además de preocuparse por la salud física, se atienden las necesidades mentales y espirituales del enfermo y de sus acompañantes. Donde el trato recibido supone un bálsamo que mitiga el dolor, tranquiliza la ansiedad y permite sobrellevar los momentos más difíciles de manera menos traumática. Los testimonios que atesoran los profesionales no solo dan cuenta del impacto que tiene el cuidado en los pacientes y sus familias. Centeno asegura que los médicos reciben de los pacientes más de lo que ellos pueden procurar como profesionales de la salud. Así lo expresó en la sesión de los Alumni Meetings de la Universidad de Navarra que tuvo lugar en Bilbao el pasado mes de marzo. En estos encuentros celebrados en varias ciudades, los antiguos alumnos de la Universidad de Navarra reflexionan junto a profesores y especialistas sobre temas de actualidad. En la conferencia de Bilbao, Carlos Centeno y Julio Gómez, coordinador del Servicio de Medicina Paliativa del Hospital San Juan de Dios de Santurce, profundizaron en el impacto que tienen los cuidados paliativos en los pacientes, sus familias, los profesionales, los estudiantes de profesiones sanitarias y la sociedad.

Carlos Centeno lleva más de treinta años dedicado a la medicina paliativa. sanar el sufrimiento

«El alivio profundo, que se traduce en sanación, y la seguridad, transformada en tranquilidad y paz, se cuentan entre los principales efectos de la medicina paliativa» gratitud y duelo

«El agradecimiento de los familiares del paciente coexiste, en muchas ocasiones, con el dolor que acompaña la pérdida de un ser querido» formación insuficiente

«En España la asignatura sobre cuidados paliativos solo es obligatoria en ocho facultades de Medicina»

«Cuando se cuida muy bien a una persona hay alivio en lo físico, lo psicológico y lo espiritual», señaló Centeno frente a los alumni que se habían congregado. Las personas con enfermedades avanzadas viven desesperanzadas por la situación caótica en la que se encuentran. Suelen llegar a paliativos porque los médicos les han dicho que no hay nada que hacer. Sin embargo, en el departamento son de la opinión contraria, ya que los médicos procuran que el enfermo muera sanado de todo su sufrimiento. El alivio profundo, que se traduce en sanación, y la seguridad, transformada en tranquilidad y paz, se cuentan entre los principales efectos de la medicina paliativa en los pacientes. encontrar el sentido. El Hospital San Juan de Dios también cuenta con una carpeta en la que guardan las cartas de agradecimiento que recibe el departamento de paliativos. Julio Gómez recuerda que en una ocasión llegó una caja de bombones con una nota que decía: «Gracias por cuidar a mi abuelo como si fuera el suyo». Durante un tiempo, la nota colgaba de uno de los paneles en la zona de los profesionales, desde donde daba otro sentido al trabajo de los médiciembre 2023 Nuestro Tiempo —75


dicos que la veían. «Desde esa gratitud renovamos la vocación», aseguró en el encuentro de Bilbao. La gratitud, sin embargo, no siempre llega con cartas y bombones. Centeno afirma: «En el día a día la gratitud se percibe de modo inteligible. Ocurre en el silencio y viaja en la mirada o en la sonrisa dirigida al profesional». En esos momentos, «el profesional se siente bendecido y nota que este modo de trabajar tiene algo de sublime». El agradecimiento coexiste, en muchas ocasiones, con el dolor que acompaña la pérdida de un ser querido. «Aunque no buscamos estar presentes, con el fin de respetar la intimidad, a veces los familiares nos avisan justo antes [de la muerte del paciente]. Nos corresponde confirmar el fallecimiento y ofrecer condolencias y disponibilidad a la familia, mientras permanecemos en un segundo plano. El dolor en esos momentos se expresa de mil maneras. Cuando, en medio de todo, el familiar se olvida por un instante de su 76—Nuestro Tiempo diciembre 2023

dolor y te da las gracias, es señal de que la familia ha integrado al equipo en su seno y además valora cómo se ha cuidado a su familiar hasta el final», narra. Las familias aprecian mucho los «microcuidados»: pequeños detalles como velar por un buen ambiente, los olores, los ruidos o voltear la almohada cada cierto tiempo —en palabras de Carlos Centeno: «Transformar un lugar triste en algo cálido y tranquilo»—; así como la dimensión relacional —una serie de actitudes que favorecen el proceso de aceptación de la experiencia—, que se expresan en la hospitalidad (acoger sin juicio al otro), la presencia (poner toda la atención en la persona enferma sin distracciones por lo anterior o lo que vendrá) y la compasión (que capta la experiencia de sufrimiento y se compromete con el paciente en cómo afrontarla). Cuando anima a los residentes que rotan en el departamento de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios, Gómez suele volver a unos versos del

poeta T.S. Eliot: «Tuvimos la experiencia aunque no captamos el significado. / Y acercarse al significado restaura la experiencia». Reconoce que los pacientes y familiares son sus principales maestros, y que gracias a ellos son mejores personas y profesionales. Suele recordar a sus pacientes: «Algún día estaré en tu lugar». Ellos le permiten ver su vulnerabilidad y la resiliencia que pueden alcanzar cuando la aceptan. Además, la relación les aporta a nivel existencial y espiritual y, por otro lado, ellos descubren a los profesionales de la salud lo que más valoran de su trabajo: la importancia de la humanidad en el cuidado, la escucha, la delicadeza y la empatía. retos de la formación en paliativos. En la actualidad, Carlos Centeno se desempeña como catedrático de Medicina Paliativa en la Universidad de Navarra y jefe del servicio de paliativos de la Clínica Universidad de Navarra. Le


Los asistentes al Alumni Meeting Bilbao en el salón de actos de COAVNBIZ. En el centro de la primera fila, Carlos Centeno (cuarto empezando por la izquierda) y Julio Gómez (con camisa verde).

alegra el entusiasmo que percibe en sus aulas. La asignatura «cierra un círculo» en el aprendizaje de los estudiantes de medicina y enfermería: les sirve para entender y fortalecer su vocación, así como para disponerse a su labor. Sin embargo, la formación en paliativos en las facultades españolas constituye un gran reto. Según la Fundación Pía Aguirreche, en España uno de cada cuatro médicos ha cursado una asignatura de paliativos, mientras que en el caso de los profesionales de enfermería la relación es de uno por cada dos. Un estudio realizado por el Programa ATLANTES, un observatorio global de cuidados paliativos que nació en la Universidad de Navarra y que colabora con la Organización Mundial de la Salud, concluyó que veinte de treinta y nueve facultades de medicina tienen una asignatura con la denominación «cuidados paliativos» en su plan de estudios; en seis se imparte como materia única de la asignatura y solo es obligatoria en ocho facultades. «La medicina paliativa es un caballo de Troya de valores», opinó Centeno en la sesión. Quienes han estado en contacto directo con ellos se transforman en promotores de la cultura de la vida. En ese sentido, Julio Gómez considera necesaria la creación de redes comunitarias de esa cultura. «Solo el 5 por ciento de nosotros pasaremos nuestros últimos momentos rodeados de profesionales. Otro 25 por ciento en nuestro “ambiente”», subrayó. Además de las familias, el vecindario toma relevancia en la visión de Gómez. Para ilustrar su idea, recurrió a una metáfora: «Las redes de los trapecistas cumplen dos funciones: salvan la vida porque evitan que el acróbata se dé un golpe, y, por otro lado, cuando están bien tejidas, le impulsan para que vuelva al trapecio». Motivó a «tejer redes comunitarias que incluyan nuevamente a los enfermos en la sociedad». «No es un problema solo de la medicina», sentenció. Nt

La universidad no acaba con la graduación Los Alumni Meetings son un espacio de formación, relación, encuentro e inspiración para los antiguos alumnos de la Universidad de Navarra. A través de conversaciones con personalidades de distintas áreas buscan dar claves sobre cómo impactar en la sociedad e influir de forma positiva. En el curso 2022-23, en los Alumni Meetings se abordaron temas como salud mental, oncología, medicina paliativa, comunicación

digital y propósito corporativo. Además de la sesión de Bilbao que se destaca aquí, los ponentes Manuel Martín Carrasco, Azucena Díez Suárez, Rubén Pío, Paloma Grau, Álvaro Lleó, Ricard Casas, Ramón Salaverría, Silvia Intxaurrondo, Miguel Ángel Martínez, María Iraburu, Ricardo Piñero, Charo Sádaba, Ignacio Ferrero, Alejandro Fernández, Alfonso SánchezTabernero, Pedro Mir, Ana Sánchez-Ostiz y Carlos Naya se encontraron con cerca de un millar de alumni en Pamplona, Madrid, San Sebastián, Barcelona, Málaga, Miami y Boston. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —77


Alumni Hacia la era poscarbono

Rafael Rodríguez Desde la cima de una de las compañías más sostenibles del mundo Va en metro a la oficina. Lee las etiquetas energéticas y prioriza los productos clase A, ya sea una lavadora o un coche, porque son más eficientes. En casa, su familia utiliza cubos de reciclaje de todos los colores. Rafael Rodríguez [Der 93] vive día a día su compromiso con el cuidado del entorno. También desde su trabajo en rockwool, que este año se ha consolidado como la empresa de materiales de construcción más sostenible. Se unió al equipo de la multinacional danesa especializada en aislamiento de lana de roca en 1999 y hoy es vicepresidente sénior de la compañía y miembro del consejo de dirección. En su bagaje destacan tres conceptos: retos, liderazgo y conciencia medioambiental. texto Ana Eva Fraile [Com 99] fotografía Patricio Sánchez-Jáuregui [Com 12]

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hace tres décadas que rafael rodríguez (Pamplona, 1970) se licenció en Derecho, pero en cuanto Juan otea desde su atalaya la silueta de este alumni acercándose por el pasillo no vacila: «Yo a usted le he dado papeletas». En la encrucijada que comunica los muros de ladrillo rojo de la Facultad de Derecho con los de hormigón del edificio Amigos, intercambian cariñosos apretones de manos antes de abrir juntos el baúl de los recuerdos. También hace más de treinta años que Juan Garrido empezó a trabajar de bedel en la Universidad, pero el paso del tiempo no difumina su memoria. Entonces las notas no se anunciaban online. Cuando los profesores corregían los exámenes, escribían a mano la calificación en unas cuartillas de color beige con el membrete de la Universidad, y los alumnos desfilaban nerviosos hacia la conserjería de su edificio, donde los bedeles custodiaban las papeletas. En el caso de Rafael, Juan siempre fue emisario de buenas noticias. El primer día de curso, en septiembre de 1988, Rafael condujo hasta el campus en su impoluto Seiscientos azul. Ese verano había trabajado de peón de albañil en la construcción de un bloque de viviendas en la calle Irunlarrea de Pamplona. Entre andamios, ladrillos y mortero, reunió el dinero que necesitaba para sacarse el carné de conducir y comprarse su primer coche. Le costó veinte mil pesetas. Al llegar a clase, se sentó junto a un chico y empezaron a hablar. Una primera casualidad que Paolo Vázquez de Rey y él reviven en todas sus quedadas. De los años en la Universidad, Rafael atesora experiencias inolvidables y una piña de ocho grandes amigos que no perdieron el contacto al terminar la carrera. Como proceden de diferentes rincones de España —Galicia, Extremadura, Andalucía y Madrid, además de Navarra—, se reúnen al menos una vez al año en una ciudad diferente. Todavía se escuchan por su grupo de WhatsApp los ecos del último reencuentro, que tuvo lugar en mayo en Sevilla.


A lo largo de su trayectoria profesional Rafael Rodríguez ha vivido en España, Croacia, Países Bajos y Francia. Hay profesores y lecciones aprendidas en el campus que dejan una huella especial en los estudiantes. A Rafael Rodríguez le gustaba el dinamismo que Eduardo Valpuesta imprimía a las clases de Derecho Mercantil, y también le marcaron las enseñanzas sobre Derecho Romano del profesor Rafael Domingo. Aún hoy utiliza un binomio de conceptos que se le quedó muy grabado en aquella época: la diferencia entre la auctoritas y la potestas. Durante el segundo curso, vivió una de esas circunstancias decisivas que se podrían convalidar por un título de posgrado. A su padre le diagnosticaron cáncer, y su madre y Rafael, como el mayor de cinco hermanos, comenzaron a trabajar para sostener a la familia. Le resultó complicado compaginar sus estudios con las ocho horas en la línea de producción de Chapistería de Volkswagen Navarra. Su padre era encargado de equipos en la

fábrica y él sintió el peso de la responsabilidad: «Aunque los compañeros me recibieron muy bien, en la máquina de soldar eres uno más y tienes que hacer un esfuerzo un poco mayor porque no quieres defraudar a nadie». Esta experiencia le permitió conocer el mundo de las relaciones laborales desde dentro, pero, sobre todo, puso a prueba su determinación: «Mi sueño era terminar la carrera y bajo ningún concepto lo iba a abandonar». Al cabo de dos años, una vez que su padre superó la enfermedad, pudo concentrarse en la licenciatura. Su esposa, Ana [Der 99], y tres de sus cuatro hermanos han seguido su estela en el campus: una hizo Enfermería, la otra, Derecho, y el pequeño, Arquitectura Técnica. Y también las nuevas generaciones. Rafael tiene tres hijas: Paula se graduó en 2022 en Administración y Dirección de Empresas; Adriana cursa tercero de Enfermería y la pequeña, que

es estudiante de Secundaria, imagina, desde París, que emula a sus hermanas y vuelve a España. sin miedo a saltar. Francia es el último destino de Rafael Rodríguez. En 2015, después de dieciséis años trabajando en Rockwool, la compañía le ofreció el puesto de director general de la división más importante, el aislamiento de construcción para el sur de Europa. Como el mercado francés es el principal en esta región, el cargo suponía estar cerca de sus nuevos equipos. Así, tras once felices años en Barcelona, la familia al completo anidó en París. De todos los retos que Rafael ha afrontado desde que en 1999, con 29 años, inició su trayectoria en la multinacional, este fue el que más le costó porque exigía un doble esfuerzo: «Por un lado, hacer bien tu trabajo. Y, por otro, integrarse lo más rápido posible en una cultura diferente». Un objetivo que diciembre 2023 Nuestro Tiempo —79


Alumni Hacia la era poscarbono

involucraba a toda la familia y pasaba por dominar el idioma. Aunque nunca alcanzará el acento perfecto de su hija pequeña, Rafael reconoce que se desenvuelve muy bien en francés. Las dos mayores, que entonces tenían quince y doce años, se unieron a las clases del Liceo Español y eso facilitó su adaptación. Sin embargo, la tercera notó más el choque porque se incorporó con seis años al sistema educativo galo. Los primeros meses, cuenta, fueron muy duros, pero justo antes de Navidad algo hizo clic en ella y, de repente, era casi bilingüe. Cuando echa la vista atrás, se reafirma en que empezar de cero juntos en otro país ha valido la pena. «Al final —dice— nuestras hijas son ciudadanas del mundo, y eso es un regalo». Ellas hablan español, catalán, inglés y francés, y considera que «darles todas esas herramientas que las sitúan en una posición de salida un poco más adelantada» forma parte de su función como padres. La primera vez que Rafael salió de Pamplona fue en 1993 para cumplir el

servicio militar —la mili— en Ferrol. Luego pasó unos meses en Inglaterra, donde afianzó su inglés. Y justo después se instaló en Madrid para estudiar un MBA. La decisión de saltar «de las letras a los números», de familiarizarse con un enfoque formativo de carácter práctico, le ayudó a constatar que era capaz de hacer cosas diferentes. Según su propio análisis, vencer este primer riesgo allanó el camino a lo que estaba por venir. Rafael Rodríguez comenzó su carrera profesional en 1995 en Tecnoconfort, una empresa que fabrica componentes para el sector del automóvil. Entonces nadie sospechaba que el nuevo becario de Recursos Humanos se convertiría en el director del departamento. Cuatro años más tarde, Rockwool, la multinacional danesa especializada en aislamiento de lana de roca, le hizo una proposición que no pudo rechazar. La compañía planeaba abrir su primera planta productiva en España y le encargó sentar las bases de la organización. El proyecto, para el que se invirtieron doscientos millones de euros,

ROCKWOOL, EN FOTOS

rockwool se fundó en 1937 en la localidad danesa de Hedehusene, donde se construyó la primera fábrica de lana de roca y hoy se encuentran las oficinas centrales de la empresa. 0 80—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Más de doce mil empleados de 79 nacionalidades trabajan en la multinacional. rockwool cuenta con 51 plantas productivas repartidas por Europa, Norteamérica y Asia. 3

entró en funcionamiento en 2001 en la localidad navarra de Caparroso. Reclutar a la nueva plantilla, que superaba las doscientas personas, y sembrar la cultura corporativa fueron dos de los objetivos que más le atrajeron. líderes que siembran motivación. En escalada se denomina crux al paso clave, el que representa el desafío más complicado. Rafael llegó a ese punto en 2003. Tenía 33 años, una hija de tres y otra en camino. Aunque se sentía satisfecho en el trabajo, su voz interior le animaba a no acomodarse, a explorar más allá de las fronteras de su círculo de confort. Por eso, cuando en la empresa le dieron la oportunidad de poner en marcha una fábrica en Croacia, pensó: «¿Y por qué no?». Se trataba de uno de los proyectos industriales más relevantes que iba a acoger el país después de las guerras en los Balcanes. Como líder de un plan de esa envergadura, tuvo que hacer de ingeniero, economista y director general. Había que buscar los terrenos, pactar con


los proveedores, suscribir acuerdos con el Gobierno... Este segundo salto al vacío volteó su futuro dentro de Rockwool y le hizo comprender la clave del progreso. «Te das cuenta de que a veces hay que asumir algunos riesgos para conseguir grandes cosas», admite. Rafael no vio cómo la fábrica croata echaba a andar porque en 2005 le ofrecieron volver a España como director general del negocio para la península. La familia hizo las maletas y se estableció en Barcelona, donde la compañía tiene una oficina comercial desde 1989. Guarda recuerdos muy bonitos de aquella década: «Fue el momento en el que la familia maduró. Además, allí nació nuestra tercera hija, en el año 2010». Durante este periodo, solo hubo un breve paréntesis en el que se alejó de casa. Una oportuna llamada desde la sede de Dinamarca le rescató de la monotonía en el trabajo. Rafael residió a caballo entre en los Países Bajos y Barcelona para ponerse al frente durante cuatro años del área de aislamiento industrial, que abas-

Rehabilitación energética de un complejo de 367 viviendas en Lyon (Francia), diseñado a mediados de los sesenta. El aislamiento térmico exterior se utilizó para aislar 15 000 m² de fachada. 0

tece a centrales térmicas, al sector naval y a plataformas petroleras mar adentro. La última etapa de esta ruta, la que les llevó a París hace ocho años, enlaza con el presente. En enero de 2022 le nombraron vicepresidente sénior de Rockwool y entró en el consejo de dirección de la compañía. Además, a sus responsabilidades en el sur de Europa se sumó el mercado británico. Entre las múltiples funciones que desempeña, cuenta con ilusión que ha retomado el mando de la línea de negocio de aislamiento industrial. «Recuperar esa parte de mi vida donde disfruté tanto —explica— me ha confirmado la importancia de ser coherente, de hacer las cosas siempre bien; muchas de las decisiones que tomamos diez años atrás nos están ayudando ahora, en 2023». A lo largo de su ascensión profesional, Rafael agradece haber contado con sólidos puntos de apoyo: cada uno de los jefes que le han ido guiando y han apostado por él. Sobre esos referentes ha fraguado su propio estilo de liderazgo. «La motivación —defiende— es el verda-

dero motor de la empresa y tenemos la obligación de crear oportunidades para que los empleados puedan expresar todo su potencial». También, como en su caso, alentarles a descubrir y desarrollar habilidades inesperadas, «porque son esas experiencias radicalmente diferentes las que te hacen crecer». nuestra huella en el planeta. Veinticuatro años después de dar sus primeros pasos en Rockwool, Rafael Rodríguez mantiene intacta la mirada de aquel joven que no se conformaba, que perseguía sus metas y se esforzaba por llegar más lejos. El hecho de ser el mayor de cinco hermanos modeló su carácter con un plus de responsabilidad, de querer dar ejemplo. Una serie de valores que encajan con los de la multinacional. Sus exigentes objetivos para abordar los retos de la crisis climática la han posicionado como una de las compañías más sostenibles del mundo. La edición del ranking The Global 100 de 2023 otorgó a Rockwool el primer puesto en la cate-

Una envolvente térmica, que incluye el aislamiento de fachada, es una de las medidas del proyecto Efidistrict Fwd, que persigue la regeneración energética integral del barrio pamplonés de la Chantrea. 3 diciembre 2023 Nuestro Tiempo —81


Alumni Hacia la era poscarbono

goría de materiales de construcción y el decimosexto en el listado general. El compromiso de la firma con el desarrollo sostenible comenzó mucho antes que Naciones Unidas ratificara el 25 de septiembre de 2015 los archiconocidos ODS. Fue a finales de los años noventa cuando el grupo Rockwool publicó su primer informe medioambiental y desde entonces rinde cuentas con transparencia de cómo avanzan sus planes de acción. Antes de 2030, se han propuesto reducir en un 20 por ciento las emisiones de CO2 y el consumo de agua de sus plantas productivas, contraer el consumo de energía de sus oficinas un 75 por ciento, aumentar a 30 el número de países en los que ofrecen servicio de reciclaje y disminuir las toneladas de residuos de vertedero en un 85 por ciento. En diciembre de 2020 la iniciativa Science Based Targets (SBTi) —impulsada por el Carbon Disclosure Project, el Pacto Global de las Naciones Unidas, el Instituto de Recursos Mundiales y el Fondo Mundial para la Naturaleza—, verificó su nuevo propósito de descarbonización: reducir para 2034 una tercera parte de sus emisiones de gases de efecto invernadero, en comparación con los índices de 2019. Se convirtieron así en una de las pocas industrias de uso intensivo de energía en obtener ese respaldo internacional. «Hacer realidad estos fines implica un esfuerzo muy importante en inversión para evolucionar de forma progresiva hacia tecnologías mucho más limpias», explica Rafael Rodríguez. Como la fusión eléctrica a gran escala, que se implantó en 2021 por primera vez en la fábrica noruega de Moss y se utiliza también en la nueva planta de producción en China. Otra de las vías para reducir su impacto en el medioambiente es la transición de combustibles fósiles a otros más ecológicos. Las instalaciones danesas, que cambiaron al gas natural en 2020 y al biogás un año después, constituyen un ejemplo. 82—Nuestro Tiempo diciembre 2023

«Mi trayectoria habría sido muy diferente si me hubiera quedado en mi círculo de confort. A veces hay que asumir algunos riesgos para conseguir grandes cosas»

Más recientemente, han comenzado a probar el hidrógeno verde como fuente de energía para su negocio. Cada uno de estos pasos encaminan a Rockwool hacia el gran objetivo planetario, establecido en el Acuerdo de París en 2015: alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 resulta decisivo para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados. Sin embargo, el activo clave de la compañía son sus productos. Los aislamientos de lana de roca para edificios ahorran, según consta en sus informes auditados, cien veces la energía consumida y el CO2 emitido durante su producción. Por esta razón, Rockwool se considera una empresa de carbono neto negativo. Hoy en día, asentado en la cima de la organización y con una perspectiva panorámica, Rafael participa de forma activa en la definición de la estrategia de la compañía. Desde que se incorporó a Rockwool, le ha tocado lidiar con tiempos

de bonanza —«la locura del ladrillo»— y también de recesión, como la que se vivió en España a partir de 2008. Con estos aprendizajes a sus espaldas, analiza los retos de la edificación y el contexto presente, en el que los tipos de interés altos empiezan a afectar a las inversiones de obra nueva. «La rehabilitación —expone— es un flotador en épocas de crisis, ya que representa una actividad constante capaz de soportar los inevitables picos de la construcción». Y cita el caso de Francia, donde el Gobierno lleva décadas promoviendo la eficiencia energética de los edificios, con planes bien concebidos y suficiente apoyo financiero. En cambio, este sector no termina de despegar en España: «Mientras que otros países están rehabilitando entre el 1 y el 2 por ciento de su parque inmobiliario, la ratio nacional se sitúa en el 0,1». Entre las causas de este atraso menciona la ausencia de campañas de concienciación por parte del Gobierno sobre cómo obtener el mejor rendimiento de un edificio, la falta de planes que faciliten el acceso de los ciudadanos a la financiación, y también la insuficiente oferta formativa para los nuevos perfiles de profesionales que demandan los proyectos de rehabilitación. Las cifras indican que hay mucho trabajo por hacer. Concretamente, como aporta Rafael Rodríguez, en España se deberían rehabilitar 1,2 millones de viviendas durante los próximos siete años para estar al nivel de los objetivos fijados por la Unión Europea. No obstante, el directivo de Rockwool recuerda los seis mil millones de euros disponibles de los fondos Next Generation y mira al futuro con optimismo. Confía en que la aprobación de la nueva directiva europea sobre eficiencia energética en edificios (EPBD, por sus siglas en inglés) suponga el estímulo definitivo que incite a los países «a pasar de las palabras a la acción». Está en juego el futuro de nuestra casa común. Nt



BÚHOS A ATENAS Mariona Gúmpert

Apología de la chuleta

sabotaje vino de la propia tecnología: me compré un Nokia de solo llamadas al que fui incapaz de volcar todos los contactos de mi agenda. A las dos semanas dejó de funcionar. Llegué a plantearme comprar uno de mayor calidad, pero para entonces había comprobado ya que, en términos sociales y laborales, no tener WhatsApp es casi el equivalente a no disponer de una cuenta corriente en el banco. Conseguí, en todo caso y por ser verano, reducir bastante el uso de tecnología y agradecí estar menos acelerada, poder leer más y disfrutar de mi familia sin distracciones. Con el inicio del curso escolar el problema volvió a aparecer, y no estoy pensando únicamente en los insistentes «pues a Fulano sí le dejan ver la tele» de mis hijos, sino en el tipo de formación que están recibiendo. Resulta frustrante sentir que se educa contra marea en este tema y que, encima, los colegios estén también llenos de pantallas. En especial cuando se utilizan de forma táctil o para proyectar «Estamos sumamente equivocados al creer que vídeos. Estamos muy equivocados al creer que lo que se teclea lo que se teclea en un ordenador en nada difiere en un ordenador en nada difiere de lo anotado con un bolíde lo anotado con un bolígrafo. Quien alguna grafo. Los procesos cerebrales son distintos, mecanografiar vez tuvo la tentación de usar una chuleta en un llega a resultar automático, por lo que el contenido no lo examen lo sabe» digerimos igual que cuando escribimos a mano. Quien alguna vez tuvo la tentación de usar una chuleta en un examen lo sabe. En un papelillo que esperas que pase desapercibido N EL NÚMERO ANTERIOR os confesaba mi conel espacio escasea, por lo que hay que sintetizar lo que se flictiva relación con las pantallas, cómo —al final quiere dejar escrito en él, es decir, se procesa la informadel día— me percato de la bochornosa cantidad de tiempo perdido miserablemente con ellas. Los telé- ción en el cerebro de un modo que en nada se parece al mero taquigrafiado. Por este motivo las chuletas suelen fonos móviles ofrecen todas las semanas al usuario ser personales e intransferibles: solo las entiende quien las el tiempo de uso e, incluso, la posibilidad de resdiseñó. Sonará escandaloso lo que digo, pero el decimonótringir las horas que dedica a cada aplicación. Esta información suele sorprendernos, en nuestra cabeza solo hemos nico ministro José Canalejas empleaba esta misma táctica al enfrentar un discurso: se anotaba en el puño de la camisa usado WhatsApp para transmitir recados y ojear redes en los conceptos clave que quería desarrollar. tiempos muertos. En las escuelas de Suecia han desterrado todo lo digital: Resulta irónico, ahora que están de moda la meditación vuelven al libro, papel, lápiz y pizarra. A los alumnos de y el mindfulness —dejar la mente en blanco, ceñida estriceste curso les recomiendo lo mismo y, además, preparar retamente al aquí y al ahora—, que sea más complicado que súmenes, esquemas y esquemas de los esnunca detener nuestros sobreestimulados quemas. Por último, que se hagan chuletas cerebros. Imagino que el mindfulness se LA PREGUNTA DE LA AUTORA minúsculas que no llegarán a usar: gracias ideó para luchar contra esa tendencia tan a la tinta, se habrá quedado todo grabado a natural nuestra de vivir proyectados en un ¿Cuánto hace que no fuego en sus cabezas. futuro que aún no ha llegado o anclados escribes más de un folio en un pasado que ya no volverá. El éxito a mano? de las redes consiste en que nos distrae sin Mariona Gúmpert [PhD Fia 16] es columnista de opinión y cultura en ABC y Vózpopuli. esfuerzo de este ir y venir del pasado al fu@MarionaGumpert turo, basta con abrir la pantalla y trastear un poco. Dopamina rápida y barata. Ocurre lo mismo con el hecho de elegir como entretenimiento el formato audiovisual, en lugar de la lectura u otros hobbies. La @NTunav pasividad resulta siempre una tentación Opine sobre este asunto demasiado grande. en Twitter. Consciente de todo esto, probé a hacer apagón digital durante el verano. El primer

E

84—Nuestro Tiempo diciembre 2023



Libros

NÚMEROS

250 4,3 libros al día se publican en España.

kilómetros abarcaban los puestos del Día del Libro en Barcelona 2023.

Libros amigos Leer libros que acaba de publicar gente cercana, alguien a quien nos vinculan los dones de la amistad, hace mayor el afecto. Y multiplica —como una imprenta— el tesoro de la admiración. texto Joseluís González [Filg 82],

Dirigido a uno de sus pocos amigos, al erudito y además singular ser don José González de Salas, Quevedo (15801645) compuso a los cincuenta y tantos años ese soneto de ecos senequistas que empieza «Retirado en la paz de estos desiertos», de estas soledades. Se refería a la tranquilidad —quizá tampoco tanta, por los pleitos en que se enzarzó don Francisco— saboreada en una localidad entre la Mancha y Sierra Morena, Torre de Juan Abad, de la que él era señor, un título heredado. El soneto ensalza con acierto el valor de la lectura y la capacidad de revelación que se hospeda en los libros clásicos. El acto prodigioso de leer, entendido como una conversación, una de las ocupaciones más verdaderamente humanas que hemos recibido. Voy a referirme a libros recientes de tres personas amigas que, afortunadamente, siguen en este mundo apasionante y que podrán publicar aún más obras. Es fácil que la camaradería y la 86—Nuestro Tiempo diciembre 2023

©JAREDD CRAIG/UNSPLASH

profesor y escritor @dosvecescuento


Viola Ardone

Ricardo Piñero

fascinación me nublen parte de la capacidad crítica, si es que me queda. Quienes admiramos el estilo y la conducta de Clarín (1852-1901) estamos prevenidos, gracias a él, ante esa plaga ruidosa de la «sociedad de bombos mutuos». La superficialidad y el incienso dulzón de las alabanzas aturden. De mis amigos —procuro que de todas las personas— prefiero ver en primer lugar lo positivo, la imagen que derrite los defectos. Aquí no reseño sesudamente novedades, aquí animo a leer. Una galería de testimonios sobre amores y decepciones y más que nada felicidad y cortesía. Y un ensayo que es un encuentro fogoso: como vivir relacionando y relacionándose, cavilando, con salero y pasión, con ángel. También un libro de poemas con temperatura narrativa y humor sincero que ha necesitado veintibastantes años de biografía. Va por ustedes. Autor de investigaciones y obras doctas como La subsanación de la nulidad procesal canónica o de las setecientas páginas sobre el bimilenario sistema de derecho de la Iglesia, hombre de estirpe jurídica y judicial —protocolarias togas, fiscalías de tribunales, magistrados, jueces…— y de docentes universitarios, Miguel Ángel Torres-Dulce acaba de publicar Amores felices, desamores infelices: 24 historias reales de pareja. Este abogado fiscal hasta que decidió ordenarse sacerdote a los apenas treinta años de edad deja escuchar dos docenas de testimonios, y problemas, de aparentes monólogos, más un epílogo imprescindible. Alguna voz revela los percances de la noche de bodas o que el matrimonio no logra tener descendencia. Otros cuentan que conocieron a su pareja en un cotillón de Nochevieja o en la reunión

Pedro Ugarte

de empleados de varias sucursales o por internet y lo que vino en las siguientes pantallas. Personas que se desabrochan el corazón. Muy bien contado. Con primeros planos y micrófono a ras de calle. Sin juzgar comportamientos ni dar consejitos. Catedrático de Estética y Teoría de las Artes, Ricardo Piñero Moral sabe que Aristóteles escribió —no ha llegado hasta nosotros— un προτρεπτικός, un género literario antiguo. Cicerón, otro. Que también se perdió: el diálogo Hortensius. El «protreptikós» invitaba, incitaba, sin escapatoria, a adentrarse en la vida filosófica. A pensar. Inevitablemente. Persuadiendo: «El rechazo a filosofar es en sí mismo filosofar». Desde la explosiva dedicatoria de su libro, como el hallazgo del amor, hasta la humanidad de las líneas finales de Elogio del pensar. Una cuestión de principios, este profesor original obra con la palabra. Despliega palabras gigantes —conectividad, solidaridad, sostenibilidad, perfectibilidad— enlazando ejemplos limpios, convencidas anáforas y enumeraciones de este tiempo nuestro. Y les da la explicación de la luz. Querer y hacer. Tener dentro vitalidad y actuar. Un hombre con descapotable —convertible— que se lo deja conducir a sus amigos es más que un genio. Sobresaliente es el poemario del bilbaíno Pedro Ugarte Las cosas de este mundo (Poesía 1991-2011). Novelista y cuentista reconocido, poeta desde siempre pero que no publicaba, «cuenta» en este libro de versos escenas o remembranzas con un humor emocionado. Y a la vez racional. Los libros nos protegen de la muerte. Di que sí.

Mario Calabresi

Jhumpa Lahiri

APUNTES

más amigos Estos tres atractivos libros de apenas un centenar de páginas reabren puertas, edificios espaciosos. M. Á. Torres-Dulce sabe escuchar comprensivamente y por eso sabe escribir. Las páginas suenan a personas y a sufrimientos y a entender vidas. Al amor y sus historias. Entre las sabidurías de Ricardo Piñero no falta la de conectar con el lenguaje joven y con inteligencias jóvenes. Que la belleza es un encuentro lo transmite de corazón. Pensando. El poemario de Pedro Ugarte, euskaldún que escribe en castellano, «sufriente crónico», requiere lecturas reposadas y compartir la visión impregnada de humor. «La juventud me ha echado / de su efímero cuarto de alquiler». Y podría hablar de Pablo Echart, profesor de Guion, y su repertorio de Cine dentro del cine, películas donde se ruedan largometrajes. Y del mecanoscrito de uno de mis maestros, el profesor Vicente Balaguer: Ver a Jesús con los ojos de Pedro, escrito casi para sus amigos.

Nt

diciembre 2023 Nuestro Tiempo —87


Libros

Lahiri en Roma

Recuerdos de Calabresi

El amor en su lugar

¿Se puede recordar?

Cuentos romanos

Salir de la noche Mario Calabresi Libros del Asteroide, 2023 192 páginas, 19,95 euros

Notas a pie de instante El amén de los árboles

Chevreuse

Jhumpa Lahiri Lumen, 2023 212 páginas, 20,90 euros

La mudanza no es ajena a la vida de Jhumpa Lahiri y quizá ha dotado a su narrativa de la agudeza y la humildad de quienes saben que hay otra forma de estar, aunque participen de esa sociedad en la que viven. Por eso, términos como extranjero, exiliado o desarraigado se quedan cortos para los personajes de Cuentos romanos. Seis de los nueve relatos ya asomaron en otras publicaciones desde 2015 y, entre las novedades, la estructura de esta colección destaca dos: el que funciona casi como bisagra, «La escalinata», y el que la cierra, «Dante Alighieri». Por los peldaños del primero, suben y bajan los relatos de las vidas de los personajes: la madre, la viuda, la expatriada, la chica, los dos hermanos, el guionista. En «Dante Alighieri», con el presente del funeral de la suegra en Roma, la protagonista intenta dar sentido a las idas y venidas de su propia vida, del amor, de lo que nunca se termina de entender, de la belleza de la empatía. Josean Pérez Aguirre 88—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Jesús Montiel. Pre-Textos, 2023 112 páginas, 13 euros

Patrick Modiano Anagrama, 2023 160 páginas, 18,90 euros

Mario Calabresi es un prestigioso periodista que atesora recuerdos de cuando tenía dos años. Uno de ellos está en blanco y negro, se le ha borrado el color. Él agarra la falda de su madre mientras ella gira sobre sí misma y grita «¡No!». Su padre, el comisario Luigi Calabresi, ha sido asesinado. Mientras abría la puerta de su Cinquecento azul turquesa, un terrorista de la organización de extrema izquierda Lotta Continua le ha disparado dos tiros por la espalda. Así comenzaron en los setenta los oscuros años de plomo de Italia. En Salir de la noche Calabresi retrata el dolor de su familia, de las víctimas y de todo el país. Así, este ejercicio de memoria ha sido liberador para él y también terapéutico para Italia. Su relato es lúcido, esperanzado y sereno. No está envenenado por el rencor, sino tejido con dos máximas de su madre: ser inflexible en la búsqueda de la verdad y la justicia, y apostarlo todo al amor por la vida.

La nueva obra de Jesús Montiel son dos libros en uno, o uno en dos. Los mismos temas rezuman en ambos títulos, en párrafos breves y aforismos que elevan, como en un salto de pértiga, para luego caer con los dos pies firmes en el suelo, en una realidad palpable a la que mirar con ojos nuevos. Algunas de esas frases aparecen flotando solas en una página: como si el autor clavara las pupilas en quien lee, como si hubiera que dejar espacio para que el eco de esa idea resuene por dentro, para ayudar al lector a contemplar. El hilo conductor, esta vez, no es una nana a una madre enferma o una oda a las manos de la abuela, sino el instante, el amor como la mejor manera de habitarlo, los árboles como maestros, la infancia (propia y de los hijos), la necesidad de la escritura y la salvación que se encuentra en unas páginas. «Hay libros que al abrirlos cierran el infierno», dice Montiel. Este es uno de ellos (o dos).

Jean Bosmans —alter ego del escritor— regresa a la casa de su infancia, en Chevreuse. Allí recibe un fogonazo: un nombre en un contrato de alquiler. Agarrado a ese hilo, inicia una ruta por nombres, lugares y objetos que conserva como alfileres en un mapa por el que intenta avanzar. Sus pesquisas le llevan a un piso de París en el que se dan cita unos desconocidos que no parecen de fiar. Pronto descubre que los fantasmas de su memoria son los mismos que coinciden en esas reuniones: todos están conectados en una trama de codicia que empezó en su niñez. Lo último de Patrick Modiano, premio Nobel de Literatura, es un relato breve y lisérgico, de prosa austera, al que lo sostiene su estructura. La forma en que el autor quiebra la cronología traslada al lector la dificultad de recordar cuando los puntos de referencia se borran y los acontecimientos se confunden como imágenes sobreimpresas.

Victoria De Julián

Lucía Martínez Alcalde

Álvaro Villagrán


Recuperar la armonía en el ruido

Una pequeña revolución

La maternidad al cien por cien

Esta es tu lucha

Una mente en paz

La decisión

Un trabajo para toda la vida

Christopher O. Blum y Joshua P. Hochschild. Rialp, 2023 203 páginas, 16,90 euros

Viola Ardone Seix Barral, 2023 392 páginas, 19,90 euros

Rachel Cusk Libros del Asteroide, 2023 220 páginas, 18,95 euros

Lo que todavía vive. Una conversación abierta

Vivimos en una etapa a rebosar de tecnologías que vienen, supuestamente, a brindarnos comodidad, y, sin embargo, experimentamos una gran desazón. Los autores de Una mente en paz abogan por recuperar la calma, pero su libro no es «una apología de la retirada del mundo», sino una guía para equilibrar de nuevo nuestra vida interior. De este modo, Hochschild y Blum construyen un manual de ayuda para los intranquilos. No de autoayuda, pues cada capítulo propone textos y preguntas para orientar el pensamiento, con la vuelta a la filosofía clásica de la virtud y las meditaciones cristianas. La reorientanción, por tanto, no es solitaria: va de la mano de sabios como santa Teresa de Lisieux o san John Henry Newman. El principal consejo es recordar al lector que es un agente en su propia vida: con poder para elegir y actuar. Ahí reside «la clave para alcanzar la paz».

Un pueblo siciliano de los años sesenta es el escenario elegido por la escritora Viola Ardone para narrar la cautivadora historia de Olivia Denaro, una adolescente que se ve obligada a casarse con su agresor. Tras numerosos éxitos editoriales, Ardone recurre de nuevo a la voz del menor protagonista para abordar con sencillez y agudeza conceptos como el amor, la honra, el matrimonio, la figura del hombre y el papel de las mujeres sometidas a ellos. La complejidad de las relaciones humanas y la lucha interna de los personajes se presentan a través de un estilo poderoso impregnado de autenticidad, lo que permite al lector sumergirse por completo en el entorno asfixiante y opresor en el que habita la protagonista. Ardone narra con talento una historia sobre la conquista de la libertad con un pequeño gesto anónimo lleno de esperanza.

Berta Viteri Ramírez

Rocío García de Leániz

Rachel Cusk cuenta, desde su experiencia personal, la inmensidad y plenitud de ser madre primeriza y lo que supone el paso de mujer a madre. Desde el embarazo a los primeros meses de vida de su hija, narra las dificultades a las que se enfrenta y de las cuales nadie le había hablado: la lactancia, la falta de sueño, el llanto o la brecha que se abre entre el que trabaja y el que se queda al cuidado del bebé en casa. Cusk escribió la novela hace más de veinte años, en un momento en el que estos temas se abordaban con más discreción, lo que le valió que algunos periodistas la acusaran, como dice en la introducción, «de ser una madre inepta y poco cariñosa», o que emplearan su nombre «como sinónimo de odio a los niños», algo que choca profundamente con las palabras de la autora: «Lamentar haber dado vida a algo es someterlo al más cruel abandono».

Luis Ruiz del Árbol. Ediciones Encuentro, 2023. 240 páginas, 18 euros

El panorama asusta. Muchas cosas van mal y pueden ir a peor. Pero, si bien es cierto que hay un mundo que desaparece, a la vez está surgiendo otro de entre sus ruinas. En una miscelánea de entrevistas, artículos y tuits de carácter fragmentario, Luis Ruiz del Árbol contribuye a educar nuestra mirada para «salvar lo que todavía vive», convencido de que el presente es el único lugar donde se puede producir el milagro de la regeneración de la cultura. Para quienes quieran aprender a detectar cualquier atisbo de valor en todas las cosas y comprometerse existencialmente en lograr un mundo más humano, este libro es un gran acierto. Porque, como le dice Luke Skywalker a Rey antes de su enfrentamiento con Palpatine: «A thousand generations live in you now. But this is your fight». Esta batalla está ahora en nuestras manos. Y aún es posible ganarla. Ana Gil de Pareja

Amparo Cózar diciembre 2023 Nuestro Tiempo —89


Libros Novedades EUNSA

Historia de un El fallo del Homo hospital con alma technicus

La brújula del gobierno universitario

La comunicación: el sereno matrimonial

Recuerdos de un capellán Miguel Ángel Monge 2023 390 páginas, 19,90 euros

El transhumanismo Sebastián Antonio Contreras Aguirre (Ed.) 2023. 313 páginas, 19,90 euros

Gobierno de Universidades. Desafíos, modelos y estrategias Alfonso Sánchez-Tabernero 2023. 423 páginas, 24,90 euros

La llave del amor Raúl Alas Alas 2023 133 páginas, 10,90 euros

Recuerdos de un capellán no debe confundirse con una autobiografía: es la historia de la Clínica Universidad de Navarra narrada a través de pacientes que dejaron huella. El libro descifra el alma de la institución; los relatos capturan el espíritu de servicio de médicos y enfermeras, y resaltan su aspiración a la excelencia en el trato. A propósito de esto, Sabino Arnáiz, un paciente ingresado en las navidades de 1982, destacaba haberse sentido «enfermo pero asistido, cuidado antes que curado». En las habitaciones y los pasillos la vida late a borbotones. Hay testimonios que reflejan una disposición inusual ante la enfermedad: no limitarse a aceptarla, sino amarla. El libro se nutre de esa vitalidad y la emana. Las memorias de don Miguel Ángel Monge, capellán de la Clínica entre 1982 y 2010, sumergen al lector en las reflexiones que él y veinticuatro pacientes han rescatado de la enfermedad y de su estancia en este «hospital con alma».

En 2023, se convive con ChatGPT, CRISPR-CAS9 y manipulaciones genéticas con subvenciones considerables. No está de más cuestionar las implicaciones de evaluar la vida humana como proponen los defensores de la eugenesia: según su eficacia. Intenciones loables, enfoque reprochable: esa frase resume la problemática que Sebastián Antonio Contreras y los otros nueve autores de esta obra encuentran en el transhumanismo. Pues, aunque la perfección biológica arroja luz a promesas tentadoras, este escrito colaborativo destapa los ángulos muertos de esa utopía. A través de un análisis teológico y multidisciplinario se pone en evidencia un transhumanismo mal cimentado, lleno de paradojas y daños colaterales. La conclusión de este debate del equilibrio tecnoético incluye perspectivas humanistas y accesibles a cualquier lector interesado en el medio ambiente, la filosofía o el feminismo.

Alfonso Sánchez-Tabernero suele decir que tiene mal ojo para las predicciones estratégicas. Lo llama el síndrome del estratega trasquilado. Deduciríamos que su nuevo libro (una brújula para dirigir universidades) lograría lo contrario de lo que pretende: conducirnos sin remedio al precipicio. Nada más lejos de la realidad. El que fuera rector de la Universidad de Navarra entre 2012 y 2022 nos regala tres cartas ganadoras: una pasión contagiosa por la misión y vida universitarias, una fina sensibilidad para discernir lo que es importante de lo que no en la dirección estratégica y un estilo ameno donde las ideas de management afloran en un campo de referencias literarias, cinematográficas, anécdotas personales y, cómo no, su otra pasión balompédica. Sánchez-Tabernero es fiel a sí mismo hasta el final. Saquen un hueco para disfrutar con su Gobierno de universidades. Ustedes tampoco saldrán trasquilados.

Apagar el móvil de vez en cuando, una mirada, una caricia, confirmar, reafirmar… Así se comunica y mantiene la llama del amor, tan pura como vulnerable. Para Raúl Alas, doctor en Comunicación Pública, con el matrimonio muere el yo y nace el nosotros. En su obra, el buen diálogo, que va más allá de la mera conversación, se vuelve la gran vitamina conyugal. Un libro breve, sencillo y muy claro que se presenta en forma de manual de instrucciones. Analiza, mediante reglas, orientaciones, escenas de películas y experiencias personales, los gozos y peligros de la vida en pareja. Observa cómo mantener la relación sana. Hace falta valor para bailar en el cuadrilátero matrimonial. La guía eslabona siete ideas que, aunque no suponen ningún descubrimiento novedoso, sí constituyen un buen recordatorio para navegantes.

Andre Quispe

Paula Rodríguez Mora

Santiago Fernández-Gubieda

90—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Juan González Tizón


Clásicos: otra mirada

La montaña mágica Thomas Mann Traducción de Isabel García Adánez. Edhasa, 2005 936 páginas, 40,50 euros

Aquí arriba

DIEGO FERMÍN

Libros

A pesar de que el Nobel de Literatura se concede por la obra íntegra publicada hasta entonces, 1929 en el caso de Thomas Mann (1875-1955), en su escueto mensaje la Academia Sueca justificaba el galardón y la cuantía especificando: «… principalmente por su gran novela, Los Buddenbrook (1901), que ha merecido el reconocimiento cada vez más firme de ser una de las obras clásicas contemporáneas». En pocas ocasiones se menciona un título concreto. La anomalía ocultaba un motivo: la animadversión de un poderoso miembro del jurado, que no aplaudía La montaña mágica (1924). Las dos novelas son monumentales. Para el millar de páginas de La montaña mágica el autor se basaba en una visita en 1912 —año de Muerte en Venecia— al Sanatorio Wald de Davos, donde prolongaba una cura de reposo contra la tuberculosis su esposa, Katia. La primera jornada y el resumen del pasado del joven ingeniero Hans Castorp, él y su formación, ocupan la décima parte del libro. Después Hans descubrirá en su demorada estancia en el sanatorio, plantado en las alturas alpinas de Suiza, cuestiones decisivas

de la existencia. La cognición del tiempo, del vivir, o casi de su abolición. La lucidez que pueda venir de la enfermedad. La complicada densidad de la atracción erótica, no exenta de humorismo, y también el sentido del amor. La reata de malestares del individuo y de una sociedad y su decadencia, simbólicamente vistos «desde arriba». El fulgor del arte y la estética. Una pareja irreconciliable, Settembrini y Naphta, siempre en duelo, debatirá con disquisiciones —digresiones, para lectores impacientes— sobre esas materias. Porque los personajes encarnan corrientes de vida: la lealtad, la tentación, lo dionisiaco, la superficialidad... Pero es una novela. Grandiosa. El final tiene partitura: uno de los lieder de Schubert, tenor y piano, «Der Lindenbaum», «El tilo», el árbol ese de aromas dulces, que suele designar el descanso, el reposo, querer volverse a casa. Desde hace más de medio siglo, se reúnen a finales de enero los más poderosos del dinero y la política del planeta, el Foro Davos, en ese mismo edificio de la novela. Sitios para enfermos. La codicia y la avidez también deben curarse. Joseluís González diciembre 2023 Nuestro Tiempo —91


Cine

NÚMEROS

1000 30 millones de dólares ingresó Barbie en sus tres primeras semanas. Solo 30 películas lo han conseguido.

años en diciembre del estreno de La lista de Schindler. Inolvidable su oscarizada banda sonora.

¿Dios va al cine?

En Lady Bird, Saoirse Ronan interpreta a Christine, una adolescente rebelde que se enfrenta a muchos interrogantes.

«El cine cristiano siempre tiene quien lo vea», afirma Gregorio Belinchón en un artículo en El País en el que repasa algunos films de temática religiosa con muy buena acogida en taquilla. Los cristianos van al cine. ¿Y Dios? texto y críticas

Ana Sánchez de la Nieta

92—Nuestro Tiempo diciembre 2023

El éxito de The Chosen y las sorprendentes cifras de Libres, un documental español sobre la vida en clausura, que después de diez semanas en cartel había superado los 80 000 espectadores y los 530 000 euros de recaudación, son solo un botón de muestra del interés creciente por el cine de temática religiosa que me llevó a preguntarme por la presencia de Dios en el cine. Pero no como espectador, sino como personaje. Y no estoy pensando en La Pasión, de Mel Gibson, o en el Jesús de Nazaret de Zefirelli, porque es evidente que en el

cine religioso Dios es el protagonista. Pero dónde está Dios en ese otro cine, mayoritario, el que no solo no es religioso sino que —como refleja Damien Chazelle en la fallida Babylon— encierra entre escenarios todo tipo de excesos, maleantes y depravados. ¿Hay algún sitio para Dios allí? En mi auxilio vino Pablo Alzola, un joven académico, experto en la obra de Terrence Malick, que acaba de publicar El silencio de Dios en el cine. Alzola cuenta en la introducción de su ensayo que ideó el título cuando, en plena pandemia, vio


Meryl Streep

Elena Trapé

El gran silencio, una cinta alemana que consiguió meter en los cines a medio millón de espectadores. Lo que le pasó a Alzola al verla me recordó a lo que había sentido yo en su día, en el ya lejano 2005. El documental, que refleja la vida de unos monjes cartujos, había ganado el Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Eran 164 minutos de absoluto silencio y contemplación. El gran silencio, por supuesto, hablaba de Dios. Pero lo más sorprendente es lo que pasaba, o lo que al menos a mí me pasó, después de verla. Someterse a una experiencia tan radical de silencio de más de dos horas y media me permitió escuchar a lo largo de las horas siguientes ruidos y sonidos que no había escuchado antes. Recuerdo como si fuera ayer —y pronto hará veinte años— salir ya entrada la noche de la sala donde se celebraba el pase y escuchar el sonido del viento o, minutos después, el repicar del agua que caía del grifo. Eran sonidos en los que nunca había reparado. Aunque hubieran estado siempre allí. Algo parecido —ese detenerse a escuchar el susurro de Dios en el cine actual— es lo que hace Pablo Alzola en su ensayo. El autor analiza varias decenas de títulos recientes, la mayoría de temática profana y, evitando el ruido del ambiente, el devenir de los acontecimientos, la materia más superficial de la historia —un wéstern, un biopic, un thriller psicológico— bucea en lo que el catedrático de Estética y Teoría de las Artes y experto en guion Antonio Sánchez-Escalonilla señala como esencial en cualquier drama: las historias interiores. Es ahí donde Alzola descubre la presencia de Dios en el cine. En unas historias que, al mismo tiempo, se reflejan

Wes Anderson

Laia Costa

—y son los sugerentes títulos de los capítulos— en los paisajes, en los rostros, en los interiores, en las dudas, en los conflictos de conciencia, en la creación y, por supuesto, en la muerte. Habla Alzola de películas protagonizadas por sacerdotes y monjas —como Ida, De dioses y hombres, Silencio o Calvary— o por personajes de sólidas convicciones religiosas, como los objetores de conciencia Desmond Doss (Hasta el último hombre) o el beato Franz Jägerstätter (Vida oculta). Pero también —y reconozco que han sido los análisis con los que he disfrutado más— de adolescentes en plena crisis de crecimiento, como la protagonista de Lady Bird; de madres coraje que esconden su dolor con un envoltorio de ira y venganza, como Frances McDormand en Tres anuncios en las afueras; de vendedores ambulantes que malviven entre preguntas vitales (Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia) o de nómadas que, en el ocaso de su vida, tratan de encontrar un sentido a esa vida y a ese ocaso (Nomadland). Concluye Alzola, o quizás le estoy sobreinterpretando, que, al final, los dilemas, los conflictos, las dudas y la resurrección de los misioneros de Japón en Silencio no son muy diferentes a los de la rebelde Christine en Lady Bird. Y, sobre todo, que al final unos y otros contamos con esa presencia y ayuda del Creador en nuestras aventuras diarias. Como recoge Alzola, en el último y brillante capítulo del ensayo, siguiendo al cura rural de Bernanos: Todo es gracia. Cuando el cine se toma en serio al ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, es fácil descubrir al Creador en la pantalla. Y al final resultará que sí. Que Dios va con mucha frecuencia al cine.

Phoebe Waller-Bridge

TELEGRAMAS

cansancio de las sagas Tres nuevas entregas se han estrellado en taquilla: The Flash ha perdido 200 millones de dólares. La última de Ant-Man y la Avispa tampoco ha recuperado lo invertido, e Indiana Jones y el dial del destino apenas ha ingresado los casi 300 millones de su presupuesto. ¿La falta de originalidad pasa factura? tom hanks escribe Otra gran obra maestra del cine es una carta de amor de Tom Hanks a las películas, a los rodajes y a las relaciones que se tejen entre los miembros del equipo de una cinta. En 2017 ya había publicado Tipos singulares: algunas historias. streep en españa Tras más de cuatro décadas como actriz y varios galardones entre las manos, Meryl Streep ha recibido el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2023. En su discurso de aceptación habló de la empatía, esa «misteriosa capacidad de sentarnos entre extraños y poder experimentar lo que sienten otros».

Nt

diciembre 2023 Nuestro Tiempo —93


Cine

Héroe después de Spielberg

Una locura visual

Atrapados en la aduana

Retrato generacional

Indiana Jones y el dial del destino Guion: J. Butterworth, J.-H. Butterworth, J. Mangold. Dirección: James Mangold. EE. UU., 2023 Para nostálgicos del aventurero.

Asteroid City Guion: Wes Anderson, Roman Coppola. Dirección: Wes Anderson EE. UU., 2023 Para fanáticos de Wes Anderson.

Upon Entry Guion y dirección: Alejandro Rojas, Juan Sebastián Vasquez España, 2022 Minimalismo cinematográfico.

Els encantats Guion: Miguel Ibáñez Monroy, Elena Trapé. Dirección: Elena Trapé España, 2023 Para debatir después de verla.

Había gran expectación por comprobar qué había hecho James Mangold (Logan, En la cuerda floja) con la quinta entrega de Indiana Jones. Dirigido por Spielberg, el arqueólogo del látigo marcó un hito en el cine de aventuras. La trilogía inicial era sobresaliente y, sin embargo, El reino de la calavera de cristal convenció poco a los críticos. Con Harrison Ford octogenario, había que despedir con dignidad a Indiana, y Spielberg —casi octogenario también— decidió echarse a un lado y dejarlo en manos de un director más joven. El resultado es notable: una película de aventuras de corte clásico con ritmo, nervio, humor y un tono nostálgico muy adecuado. Además, la cinta puede presumir de unos efectos especiales que consiguen resucitar al joven Indy de manera convincente, y de unas buenas interpretaciones de Ford, Phoebe Waller-Bridge y, especialmente, Mads Mikkelsen, que compone un maquiavélico villano.

Pocos cineastas tan carismáticos y originales como Wes Anderson. Cada una de sus películas es un acontecimiento. No sabemos qué nos va a contar ni cómo. En Asteroid City narra una entrega de premios a unos jóvenes científicos en un pueblo perdido en el desierto donde hace tiempo cayó un meteorito. Pero también cuenta el proceso creativo de un autor de teatro en horas bajas y una historia de amor imposible… y muchas cosas más. Como toda la filmografía de Anderson, el envoltorio visual es brillante, lleno de originalidad, colorido, imaginación y extravagancia. Y también como la mayoría de sus películas, y en este caso de una manera más acusada, el resultado es algo insatisfactorio porque la historia no consigue remontar de la simple anécdota o del conjunto de gags inspirados; a veces sarcásticos, otras veces tiernos pero insuficientes como material narrativo. Ahora, lo dicho, visualmente, una locura.

Dos jóvenes —él un arquitecto venezolano, ella una bailarina española— viajan de Barcelona a Miami para emprender una nueva vida. Pero un control de aduanas, aparentemente rutinario, amenazará con hacer saltar por los aires todos sus proyectos de futuro. Detrás de este thriller minimalista están dos directores venezolanos —Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez— que demuestran que, si tienes un buen guion, sabes dosificar el suspense y cuentas con buenos intérpretes, puedes pegar al espectador a la pantalla con un solo escenario y una historia en tiempo real. La película, además de la tensión propia del género y las dudas —fundadas— de si lo que se nos está contando es verdad o mentira, funciona como una reflexión sobre la importancia de la confianza en las relaciones humanas: desde las relaciones de pareja hasta las relaciones entre países.

Irene se acaba de separar. Tiene treinta años y una hija pequeña a la que adora y de la que tendrá que aprender a despegarse. En su primer fin de semana de custodia compartida, Irene tratará de superar el duelo y la ausencia volviendo a la pequeña aldea donde pasó la infancia. Elena Trapé (Blog, Las distancias) aborda una interesante radiografía generacional que explora cuestiones de calado como la maternidad, el apego o la necesidad de referencias sólidas para afrontar los embates de la vida. El guion acusa cierta irregularidad y hay momentos en los que la historia se estanca un poco, pero tanto el arranque como, sobre todo, el clímax, son magníficos. Como ya demostró hace solo unos meses en Cinco lobitos, Laia Costa es una actriz sobresaliente y muy dotada para el drama.

94—Nuestro Tiempo diciembre 2023


Falsos testimonios

Contra el miedo, libertad

Zweig en pantalla grande

Qué bello es vivir

Blanquita Guion y dirección: Fernando Guzzoni. Chile, 2022 Si te gustan los thrillers jurídicos y políticos.

Los osos no existen Guion y dirección: Jafar Panahi Irán, 2022 Para cinéfilos que disfrutan de narrativas diferentes.

La impaciencia del corazón Guion: Bille August, Greg Latter Dirección: Bille August. Dinamarca, 2022. Si te gustan las adaptaciones literarias.

El primer día de mi vida Guion: P. Genovese, I. Aguilar, P. Costella, R. Ravello. Dirección: P. Genovese. Italia, 2023 Para amantes del drama con sentido.

El cineasta chileno Fernando Guzzoni dirige este absorbente thriller jurídico y político basado en un caso real: en el año 2003 el empresario Claudio Spiniak fue acusado de formar parte de una importante red de pederastia. Cuando concluyó el proceso, se descubrió que el testimonio clave de una de las víctimas —una joven que vivía en un centro de acogida— era falso. Tanto ella como su principal apoyo, un sacerdote católico, fueron condenados. Más que en la recreación de los hechos, muy conocidos en Chile, donde el caso fue ampliamente abordado en los medios, Guzzoni se centra en la psicología de los personajes y en las contradicciones de una sociedad que a veces prefiere sentenciar antes de escuchar a todas las partes. La atmósfera oscura y asfixiante le sienta bien a un film adulto que invita a pensar.

Un director iraní rueda una película en las fronteras de Turquía a pesar de la persecución y la férrea censura de su país. Cuando está a punto de conseguirlo, son los propios habitantes de la localidad los que ponen obstáculos. El iraní Jafar Panahi, director de películas tan premiadas como El espejo o Taxi Teherán, compone aquí una película absolutamente autobiográfica. Y, de hecho, en algunos momentos dudamos si estamos ante una obra de ficción, un documental o una propuesta cómica. Porque hay un poco de todo. En cualquier caso, la propuesta funciona: hay historia, personajes, sentido del humor y una interesante reflexión sobre el miedo como instrumento de control y la valentía como una herramienta necesaria para conseguir la verdadera libertad. La creativa, sí… pero también la vital.

En el año 1939, el escritor austriaco Stefan Zweig escribió La impaciencia del corazón, una novela que pronto adquirió la categoría de clásico de la literatura. El cineasta danés Billie August adapta ahora —es la segunda vez que el libro se lleva a la pantalla grande— la historia de un joven soldado que comprueba cómo la compasión que siente ante una chica con discapacidad se malinterpreta y termina siendo una fuente de sufrimiento. August respeta el tono reflexivo y psicológico del relato con una puesta en escena elegante y clásica, un tempo lento y una cámara más pendiente de los rostros y de los detalles que de los acontecimientos de la trama. Para quienes disfrutaron en su día de la obra de Zweig será un gozo reencontrarla, y para quienes no la conozcan una muy buena razón para descubrirla.

Cuatro personas que no se conocen de nada y que tienen existencias muy distintas deciden suicidarse, pero reciben la visita de un misterioso personaje —interpretado por el carismático Toni Servillo— que les propone una tregua de una semana para decidir si quieren o no terminar con sus vidas. En esos siete días aprenderán a mirar los acontecimientos de la vida de otra manera. Basándose en su propia novela homónima, Paolo Genovese dirige una película que, sin ser redonda, presenta una sugerente historia que invita a la reflexión sobre el sentido de la vida y la capacidad del ser humano de ser responsable y libre. En cierto modo, y sin llegar, por supuesto, al nivel del clásico de Frank Capra Qué bello es vivir, es una revisitación de un argumento universal que nos lleva a preguntarnos por esa meta común del ser humano que es conseguir la felicidad… encontrándola, eso sí, donde de verdad se encuentra. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —95


Series

NÚMEROS

6

temporadas tiene The Crown. La última, que se estrena en noviembre, puede batir récords de visualizaciones.

148

días ha durado la huelga de guionistas. El acuerdo alcanzado incluye incrementos salariales de hasta un 76 por ciento.

Unos vampiros de lo más cachondo

Convivir con los compañeros de piso a veces no es fácil. Imagínese si tiene que hacerlo durante cientos y cientos de años.

Lo que hacemos en las sombras ataca la yugular de la carcajada. texto Alberto N. García

[Com 00 PhD 05], profesor titular de Comunicación Audiovisual y crítico cultural

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Que los vampiros son de Venus y los zombis de Marte lo sabemos desde hace décadas. Los primeros con su sofisticación estética y su deseo sublimado; los segundos con esa brutalidad de encefalograma plano y su fisicidad pustulante. Pero los tiempos cambian y hace más de un crepúsculo que los colmillos de los dráculas dejaron de ser fuente de miedo. Es la evolución de cualquier género: la fórmula se hace primero barroca para

acabar desembocando en la deconstrucción, la subversión o la parodia. En centrifugar este final de raza se afana Lo que hacemos en las sombras, una desternillante comedia que ha concluido recientemente con su quinta y última temporada. El linaje de la serie ya nos ofrece pistas: es una adaptación de una película neozelandesa creada por Jemaine Clement (Flight of the Conchords) y Taika Waititi (Jojo Rabbit, Thor Ragnarok). Estos nom-


The Crown

bres apuntan a una comedia estrafalaria, fresca y excéntrica, pero capaz de tocar fugazmente el corazón del espectador, como haría un Wes Anderson o el Tim Burton de Big Fish, para ubicarnos. La propuesta del canal FX busca esa originalidad simpática y excesiva narrando el día a día de tres vampiros centenarios que viven en Staten Island. Son Nadja, Lazslo y Nandor, de ropajes imperiales, rancio abolengo y evidente sonoridad eslava. Con este punto de partida, un tropo tan clásico del humor como el del pez fuera del agua logra arrancar carcajadas histéricas cuando el departamento de control animal captura a uno de los protagonistas en su forma de murciélago o cuando los noctívagos se emborrachan al morder en el cuello a gentes que iban hasta arriba de droga. Esguinces cómicos así los hay a montones y este trío protagonista permite contrapesos y sutilezas saladísimas. Estas situaciones de choque inesperado —donde el estereotipo del vampiro se retuerce satíricamente— se complementan con otro par de personajes que multiplican la apuesta jocosa. Por un lado, en un guiño a la carcajada más absurda, entre los habitantes de la casa encontramos a Colin Robinson, un vampiro que, en lugar de beber sangre, absorbe la energía de sus víctimas aburriéndolas hasta el sopor. Por otro lado, tenemos a Guillermo, el escrupuloso ayudante del otomano vampiro Nandor. Guillermo es la verdadera alma de la historia: un tipo bonachón, leal como un sambernardo, obsesionado con la película Entrevista con el vampiro, cuya aspiración es que lo incluyan en el clan como uno más, en lugar de mirarlo con desprecio, desde arriba. Esa admiración idealista de Guillermo

Daredevil: Born Again

Amaya Muruzábal

es la que primero inyecta una sugerente dinámica emocional en la historia y, más adelante, también añade un plus de satisfacción siniestra para el espectador. Porque es algo que Lo que hacemos en las sombras ejecuta bien: permitir que sus estrellas crezcan. Ahí es donde el formato escogido —el manido falso documental— invita a una constante reflexión en voz alta de los personajes que, más allá de generar risas incongruentes o pulir aristas dramáticas, les aporta una autoconsciencia muy jugosa. Los comentarios a cámara realzan el patético abismo que existe entre el ser y el desear ser de este puñado de criaturas, sí, pero también le permite al relato afinar el recuerdo de eventos pasados, cebando el arco de transformación dramática. Al enunciar todas estas características parece que Lo que hacemos en las sombras contiene una sofisticación gafapasta que la convierte en un producto elitista. No, para nada. Al contrario: es una sitcom que se distingue por su facilidad para no tomarse muy en serio, para regalar esa ligereza propia de quien quiere que la audiencia pase un buen rato, sin mayores pretensiones culturales ni ideológicas. La historia va directa a la yugular de la risa, del despiporre; hay coñas para todos los gustos, desde la sal gruesa hasta la ironía de doble tirabuzón. Por eso abundan los actores invitados, las premisas grotescas, el centrifugado del imaginario vampírico o las escapadas que se convierten en auténticas idas de olla. Porque, bien sea desde la relectura de los clásicos del terror o desde la colleja slapstick, todo vale para que el espectador se sienta uno más de esta peculiar familia. Una donde les gotea el colmillo más por ganas de cachondeo que de sangre.

Mike Flannagan

APUNTES

regresa ‘daredevil’ Aunque irregulares, aquellas tres temporadas en Netflix supusieron un éxito para Matt Murdock, el mítico abogado ciego de Hell’s Kitchen que combatía el crimen por las noches. Disney+ recupera ahora al icónico personaje de Marvel para relanzarlo en Daredevil: Born Again. Prometen un cambio, no más de lo mismo. Incógnita. más flannagan, más poe Si hay un nombre clave en el horror contemporáneo, ese es el de Mike Flannagan (La maldición de Hill House, Misa de medianoche, Doctor Sueño). Su última producción se basa en uno de los precursores literarios, Allan Poe, para adaptar el célebre relato La caída de la casa Usher. Escalofriante. la nueva ‘reina’ de amazon Una de las series españolas más esperadas es la adaptación de Reina roja, el best seller de Gómez-Jurado. Con Amaya Muruzábal [Com 01] liderando el proyecto, este thriller narra una historia de asesinatos, secretos policiales y personas con inteligencia suprema que tratarán de esclarecer un enrevesado crimen. Prometedora.

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diciembre 2023 Nuestro Tiempo —97


Música

EN LA INTIMIDAD Alicia de Larrocha se atrevió a dibujar sus sentimientos de infancia y juventud sobre los pentagramas. En 2015, su hija desempolvó aquellos poemas musicales, y otras obras inesperadas, guardados durante décadas en un cajón. Fruto del hallazgo, se presentaron el doble CD Alicia de Larrocha: Pecados de juventud (disponible en Spotify) y cuatro volúmenes de partituras.

Los pecados de Alicia

©MANUEL DUART/ARXIU ALICIA DE LARROCHA

Fue una de las mejores pianistas del siglo xx. Con sus dedos tocaba el alma de las partituras desde Mozart a Granados. Titánica sobre el escenario, eligió vivir sottovoce. Cuando se cumplen cien años del nacimiento de Alicia de Larrocha (1923-2009), celebramos su desconocida faceta de compositora con unas piezas que ella consideraba simplemente «pecados de juventud». texto Patricia García Sánchez,

escritora y musicóloga colaboradora Ana Eva Fraile [Com 99]

Mucho antes de aprender a escribir sus primeras palabras, Alicia empuñaba sus lápices de colores para garabatear en las teclas del piano de su tía Carolina. Pagó cara aquella travesura: sus padres decidieron cerrar la tapa de su juguete preferido con llave. Cuando amainó la rabieta, le prometieron que, si se portaba bien, su tía le enseñaría a tocar. Ella era profesora y la pequeña escuchaba el eco de los ensayos de sus alumnas. Una tarde, al finalizar una clase, la pequeña trepó a la banqueta y empezó a repro98—Nuestro Tiempo diciembre 2023

ducir los primeros compases de la obra que habían estado practicando. Alicia tenía un don. El maestro que modeló su desbordante e inusual talento fue Frank Marshall. Con solo seis años, el 12 de diciembre de 1929, dio un pequeño recital durante la Exposición Universal de Barcelona. A los

doce debutó con la Orquesta Sinfónica de Madrid. Y con treinta hizo los honores con la Filarmónica de Los Ángeles. Su repertorio era romántico y mozartiano. Sin embargo, una de sus mayores proezas fue llevar la música española a muchos rincones del planeta, con obras de Granados, Albéniz o Falla.


EL ÚLTIMO DESCUBRIMIENTO En 2019, coincidiendo con el décimo aniversario del fallecimiento de Alicia de Larrocha, se publicó Festívola, un último «pecado de juventud», al aparecer un audio inédito. En la grabación, la propia pianista interpretaba esta pieza en un concierto benéfico celebrado el 3 de octubre de 1970 en el Hunter College de Nueva York. Se desconoce el año en el que compuso esta obra que, como figuraba en el programa de mano, se tituló originalmente Danza.

Con un lenguaje parecido al canto, el piano de Alicia recitaba, respiraba, murmuraba o se desgarraba. Arrolladora y poética, acometía con aparente sencillez los pasajes más difíciles. Virtuosa hasta el extremo, recibió tantos premios como elogios. Cuatro Grammy, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1981), Premio Nacional de Música (1984), dos Ondas (1992 y 2000), entre otros. En 1994, el jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes la reconoció como la mejor pianista del mundo. Sin distinción de género. Su faceta como compositora deslumbra, aunque su nombre no figure aún en los libros académicos sobre historia de la música. Entre los siete y los treinta años compuso 41 piezas para piano solo o acompañado de voz, violonchelo o violín. En una entrevista publicada por el periódico La Vanguardia en 1985, Alicia recordaba cómo las gestó. Durante la Guerra Civil, como su maestro tuvo que escapar de Barcelona, empezó a escribir. También le dedicó a su entonces novio, Joan Torra, «alguna obrita de piano o un lied». Mudas durante décadas, las partituras originales sonaron en público por primera vez en 1987, cuando Carlota Garriga interpretó un puñado en un concierto homenaje. Más tarde, Alba Ventura estrenó dos piezas y la soprano Marisa Martins cantó algunas más. Finalmente, en 2016 la pianista Marta Zabaleta y otros cuatro intérpretes grabaron un álbum doble con su obra completa, y se llevó a cabo también la revisión de las partituras editadas por la casa Boileau. Alicia de Larrocha nunca valoró la posibilidad de publicar aquellas composiciones. «Si las veo, me hacen soltar la carcajada», llegó a confesar en una ocasión. A partir de los años sesenta, coincidiendo

con el auge de su proyección internacional, abandonó la costumbre de escribir. A lo largo de más de siete décadas, ofreció más de cuatro mil conciertos en cincuenta y nueve países; en los principales escenarios de Europa, Estados Unidos y Japón, y con orquestas y directores de gran prestigio, como André Previn, Rafael Frühbeck de Burgos o Georg Solti. En Pecados de juventud encontramos una serie de exquisitas miniaturas sonoras con un lenguaje propio a caballo entre la poesía y la solidez compositiva. Estos versos musicales de claro estilo romántico derrochan rigor, frescura y sensibilidad. En ellos, las evidentes reminiscencias a Bach, Schumann, Soler o Scarlatti se entremezclan con el jazz, el impresionismo y el folclore catalán. Una música pura y sin rastro de atonalidad u otros elementos de vanguardia tan de moda en la época. El amor es un tema constante, pero también hay sueños infantiles, juegos, tardes de primavera, suites, sonatas e invenciones. En Romanza para piano y violonchelo, que Alicia de Larrocha dedicó con doce años a su hermano Ramón, desarrolla, en menos de dos minutos, un tema bello, lírico y equilibrado entre ambos instrumentos. Y La cajita de música es una delicia repleta de saltos diminutos, como confeti en una fiesta de cumpleaños. En lo que parecen pequeños experimentos y travesuras, una joven Alicia demuestra dominio extraordinario del lenguaje musical y de su instrumento. Son composiciones sutiles, brillantes, bellas y delicadas. Sin duda, representan de forma contundente su manera de entender el mundo, de comunicarse y de explorar el teclado. Más que pecados son tesoros.

APUNTES

en busca del sonido ideal Alicia de Larrocha no se sentía cómoda en los estudios de grabación. «El sonido de los discos es falso. Está todo retocado. Se pierde el sonido personal del artista y, sin eso, no hay nada», decía. Aun así, confiando en la visión de futuro de su marido y de su mánager, dejó un legado discográfico de más de cien títulos, pero no se sintió satisfecha de ninguno porque «ahora lo haría diferente». la cara b de los premios Uno de los pocos premios que Alicia de Larrocha recogió en persona fue el Príncipe de Asturias en 1994. Ni siquiera los cuatro Grammy que la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos le otorgó en 1974, 1975, 1988 y 1991, mucho antes que a Alejandro Sanz. Aunque la nómina de galardones de la gran dama del piano es infinita, a ella le creaban desasosiego: «Los premios convierten a la música en responsabilidad y deja de ser un placer».

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diciembre 2023 Nuestro Tiempo —99


Escena

‘liebe’ (‘amour’), karin henkel y tobias schuster

«¿Existe un morir en el momento adecuado?»

La lucidez del moribundo

Un grupo de extras toma el escenario para contar experiencias personales entre el amor y la muerte.

La directora de escena Karin Henkel estrena en el Festival de Salzburgo una versión para el teatro de la película Amour (Michael Haneke, 2012). texto Felipe Santos [Com 93]

@ultimoremolino fotografía ©SF/Matthias Horn

100—Nuestro Tiempo diciembre 2023

«At the end of my suffering / there was a door». Sobre estos dos versos levantó Louise Glück un poemario en ocho semanas, El iris salvaje, tras un atasco radical de unos dos años y medio. Lo contaba recientemente la poeta Elena Medel a raíz del testimonio personal del escritor Colm Tóibín de una conversación con la Nobel americana en la Biblioteca Pública de Nueva York. ¿Y qué puede hacerse ante una puerta, sobre todo si se llega ante ella exhausta por el dolor o el sufrimiento? Una puerta es lo que separa el mundo de Jean-Louis Trintignant (Georges) del de Emmanuelle Riva (Anne) en la

película Amour, del director austriaco Michael Haneke, una vez que él tomó la decisión, quizás meditada por la acumulación de señales que le hacían los que estaban alrededor, quizás por desesperación, de poner fin al dolor de su mujer tras un accidente cerebrovascular que fue mermando sus facultades hasta que la comunicación empezó a ser imposible. «Mal», «Duele», palabras sueltas como quejidos vanos, las palabras que no alcanzan, que no pueden explicarse. Los temas centrales están ahí: la vejez, la enfermedad y la muerte, pero también los cuidados y la soledad, y lo que ocurre


LA DIRECTORA

alrededor cuando dejamos de ser funcionales y necesitamos de otra persona para seguir viviendo. Haneke despliega en la pantalla el nítido y doloroso contraste entre la vida tangible, contante y sonante de quienes los rodean, ese mundo exasperante de los sanos, y el de la pareja de ancianos que se aísla de manera progresiva. Él acaba por perder la esperanza. Sabe que es el fin, no solo de ella, sino de los dos, aunque él siga viviendo. Por eso le escribe esas cartas y las desliza por debajo de la puerta donde está ella amortajada, sobre la cama de tantos años juntos, para que escuche la crónica de su desistimiento o su huida, algo que la película decide magistralmente no aclarar. La directora de escena alemana Karin Henkel, para su versión encargada por el Festival de Salzburgo de este año, parte del guion pero decide concentrarse en el desarrollo conceptual de las imágenes que vienen a la cabeza del marido en aquel breve lapso entre la decisión y toma de conciencia de la realidad. El actor André Jung se sienta al borde del escenario con una almohada entre las manos. A su espalda, un túnel en perspectiva, el estrecho lugar por el que se cuelan los recuerdos en la memoria, como esos momentos en los que ella, sentada en una silla de ruedas, le hace prometer que no la llevará más a un hospital. En sus paredes, Anne de niña, de joven y de mayor escribe el día, la hora y el lugar de su partida, lo que nunca supo: la última línea de una vida. Luego una Anne convaleciente escribirá hilfe [ayuda, en alemán] y el pasadizo de la mente comenzará a mancharse de tinta, montículos de tierra que se precipitan del techo, como queriendo enterrar los pensamientos de Georges. Camas de hospital que se desvanecen y dan lugar a un

Después de Richard the Kid & the King sobre textos de Shakespeare, Karin Henkel (Colonia, 1970) ha vuelto al Festival de Salzburgo con la teatralización de una película que ganó la Palma de Oro en Cannes y el Óscar a la mejor película extranjera. Crecida en Lübeck, comenzó su carrera como asistente en Wiesbaden, donde

nuevo espacio lleno de tierra, agua, flores y los objetos cotidianos de la convivencia. El diseño escénico de Muriel Gerstner es una instalación conceptual sobre los asideros de la mente en ese instante fugaz del protagonista, aún con la almohada entre las manos, en la que se abre paso el miedo. «Es algo terrible de sobrellevar —dice Karin Henkel en las notas del programa—. Para el que lo sufre, pero también para el que intenta aliviar el sufrimiento. Uno puede cometer muchos errores. También le ocurre a Georges. Seguro que lo hace con buena intención. Pero a veces hay que preguntarse qué es realmente lo mejor». La obra decepcionará a quien busque una respuesta contundente, pero consolará a quien se reconoce en todas las preguntas que plantea. Henkel hace subir al escenario a doce extras, actores no profesionales; siete de ellos contarán a Georges sus experiencias reales. Uno tuvo un derrame cerebral y quería morir, otro ha decidido vivir a pesar de la distrofia miotónica, una enfermedad neurodegenerativa incurable. Uno acompañó a su mejor amigo a morir a una clínica, otro vio cómo fallecía su propio hijo. El fin se revela nítido para el moribundo, es su paradójica lucidez. Cuántos de ellos susurran un «Me muero» al oído del familiar o del amigo sin que pueda hacerse nada, salvo negar que tal cosa vaya a ocurrir para tranquilizarlo o, más bien, calmarnos a nosotros mismos. Cuando Anne, en la película de Haneke, ha tenido el primer ataque, insiste en revisar un viejo álbum de fotos con Georges. Pasa las páginas con los ojos ávidos y dichosos. No hay apenas palabras. Él le inquiere con la mirada hasta que ella responde. —«Qué bonita... la larga vida».

debutó como directora en 1993 con Rabbit Rabbit de Coline Serreau. Se mudó al Burgtheater de Viena y desde 1997 trabaja en los principales teatros alemanes. No es la primera vez que trabaja con películas como materia prima. En 2014 llevó al teatro Dogville, de Lars von Trier, en el Schauspiel Frankfurt.

FICHA ARTÍSTICA

Liebe (Amour) a partir del guion de la película de Michael Haneke (2012). Actores: André Jung, Katharina Bach, Christian Löber, Joel Small, Camill Jammal, y un grupo de doce muniqueses de todas las edades. Directora de escena: Karin Henkel. Escenógrafa: Muriel Gerstner. Figurines: Teresa Vergho. Música e interpretación en directo: Camill Jammal. Luces: Stephan Mariani. Dramaturgo: Tobias Schuster. Coproducción del Festival de Salzburgo y la Münchner Kammerspiele, estrenada en el Landestheater de Salzburgo, el 30 de julio de 2023.

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diciembre 2023 Nuestro Tiempo —101


Arte

sin rastro del retrato Ninguno de los dos catálogos de referencia sobre Joaquín Sorolla menciona el Retrato de Federico Suárez, ni el estudio de Bernardino Pantorba —publicado en 1953 y revisado en 1970— ni el elaborado por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del pintor, cuyo primer volumen se lanzó en 2019. «retrato de federico suárez» (sin fechar)

Detalle del cuadro La red, que descansa en los peines del Museo Universidad de Navarra.

Sorolla vive en el campus En 2023 se conmemora el centenario de la muerte del maestro de la luz. Lo que quizá desconozca es que, hoy en día, la Universidad de Navarra custodia tres obras del artista valenciano. texto Ana Eva Fraile [Com 99] 102—Nuestro Tiempo diciembre 2023

Manuel Vilches no sospechaba que para avanzar en su investigación doctoral debería abrir primero seis mil puertas. Su tesis indaga en el patrimonio artístico de la Universidad y durante dos años escudriñó cada rincón de sus campus. Hasta completar la fase de inventario y catalogación, visitó más de seis mil locales en treinta y siete edificios de las sedes de Pamplona, San Sebastián, Barcelona y Madrid. En los sótanos de la Universidad hibernan piezas de museo. La que más le llamó la atención es una figura antropomorfa de terracota de la cultura nayarita, datada en el año 500 a. C. Antonio Creixell la donó en 1982, mientras Alfonso Nieto

era rector. «En el Metropolitan de Nueva York —cuenta Vilches— hay una sala entera dedicada a una escultura similar». Otro de los descubrimientos que hizo el doctorando en su periplo lo protagoniza Joaquín Sorolla. Cuando se cumple un siglo de su fallecimiento, han coincidido en la Universidad tres obras del artista valenciano. Se trata del Retrato de Federico Suárez, el cuadro La red y el Apunte de un parque de San Sebastián, por orden de llegada a Pamplona. Entre los meses de abril y agosto, los dos primeros se exhibieron juntos en una de las salas del Museo. «A Suárez, su amigo J. Sorolla» es la dedicatoria que aparece a la derecha del rostro de Federico Suárez. Su hijo Fe-


«alta pintura en miniatura» Con esta expresión resalta Enrique Varela, director del Museo Sorolla, la importancia de los miles de óleos pequeños —muchos no llegan a los veinte centímetros— que plasmó Sorolla. Él los llamaba «apuntes, manchas o meras notas de color» y constituían un elemento esencial de su proceso creativo. Nacieron como bocetos, pero el artista «les dio carácter de obra definitiva. También de obra íntima». «apunte de un parque de san sebastián» (1909)

derico, catedrático de Historia Moderna y Contemporánea de España, se convirtió en 1955 en el primer decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Y fue Francisco, hermano de este pionero de la Universidad, quien donó el lienzo en junio de 1994. El legado inagotable de Sorolla supera las cuatro mil obras, sin contar las cerca de dos mil piezas de pequeño formato con las que intentaba detener el tiempo. Sus pinceladas trepidaban sin ataduras —sobre papel, cartón o tablillas de madera— para fijar con urgencia las impresiones de un instante fugaz. Es el caso del Apunte de un parque de San Sebastián (1909), pintado en la plaza de Santa Catalina de la capital donostiarra. Este óleo, que pertenece a un antiguo alumno, se encuentra en depósito en la Universidad desde 2020. En el último cuadro de la tríada, el pintor se sitúa en un lugar muy querido: a orillas del Mediterráneo. Sorolla vendió La red en 1899, año clave en su trayectoria gracias a Triste herencia. La conmovedora escena de los niños enfermos acogidos por el hospital San Juan de Dios bañándose en la playa valenciana del Cabañal le consagró tanto fuera como dentro de España: en 1900 le concedieron el Gran Premio de la Exposición Universal de París y, meses después, la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Además de afianzar su nombre en el panorama artístico, Triste herencia marcó un punto de inflexión en su pintura. Fue en sus dos primeros viajes a París —realizados en 1885 y 1889— cuando Sorolla empezó a intuir el «camino nuevo» que su espíritu inquieto buscaba. Allí le iluminó la obra del autor naturalista Jules Bastien-Lepage (1848-1884) y sintió cómo «brotó el chispazo de la pintura que llevaba yo dentro […]. Su modo de hacer era algo mío».

Tras abrir los ojos a las vanguardias, Sorolla se dedicó a investigar durante la siguiente década las lecciones que absorbió en la capital del arte, sin esconder ciertos «titubeos y temores», como le confesó a Rodolfo Gil para la monografía que publicó en 1913. El estilo naturalista no solo guio su pincel a la hora de interpretar la luz en toda su intensidad. También reorientó su mirada. Impulsado por BastienLepage, según apunta la doctora en Historia del Arte María López Fernández, Sorolla exploró la necesidad de pintar la vida de su propia tierra. Al natural. Liberado de los convencionalismos, el maestro comenzó a crear de manera «verdadera, sincera». Así explicó a Gil su aspiración: que los cuadros mostraran el reflejo real de lo que veían sus ojos y sentía su corazón. La primera obra en la que Sorolla palpó el ideal que perseguía fue La vuelta de la pesca (1894). De esta etapa de madurez artística da testimonio también La red, gestada en el umbral del siglo xx. En el centro de la escena, una redera repara el aparejo ayudada por un pescador. Pero la protagonista absoluta es la danza de la luz —y de las sombras— sobre los atuendos de los personajes, las embarcaciones, las velas, el agua, la arena, el cielo... «Esto no se llama pintar, es quitar luz y color a la naturaleza», alabó su amigo y paisano Vicente Blasco Ibáñez con elocuencia. Rompiendo la línea del horizonte, en la frontera oeste del lienzo con la realidad, un detalle incompleto enlaza pasado y futuro: dos bueyes empujan una barca hacia el mar, reminiscencia de los que volvían de la pesca en 1894 y antecedente de Sol de la tarde. Con esta pieza de 1903 Sorolla vio sublimado su afán: una pintura franca, eso debía ser el arte. Y el ladrón que robaba colores a la naturaleza descansó.

APUNTES

los avatares de ‘la red’ Luciano Villota, un coleccionista particular de Bilbao, pagó en 1899 siete mil pesetas (el equivalente a 42 euros ahora) a Sorolla por tres obras, entre ellas la titulada La red. Hay constancia de que, al menos hasta la década de 1970, el lienzo perteneció a sus nietos. Después de una laguna en la historia, la galería madrileña Caylus lo adquirió en los noventa. Y allí lo compró en 1996 la familia mexicana Gómez Laresgoiti, que al cabo de diez años, en septiembre de 2016, lo legó al Museo Universidad de Navarra. como en 1906 Desde que la trajeron al campus de Pamplona, La red solo ha viajado en una ocasión. De julio a noviembre de 2020, participó en Aix-enProvence en la exposición «Joaquín Sorolla, Lumières Espagnoles». La muestra, comisariada por María López Fernández, reunió cerca de ochenta pinturas. Los «admirables poemas de claridad» que deslumbraron a Camille Mauclair en 1906, durante la primera exposición individual de Sorolla en Francia, sumergieron al público en la inmensidad del artista.

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HISTORIAS MÍNIMAS Ignacio Uría nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé». Woody Allen, filósofo humorista, aseguraba que, al final, la eternidad se hace larga. Yo sonrío y me pregunto qué final es ese, si es un fin sin fin, si tiene finalidad. Dudas que me acompañan desde el siglo pasado, cuando todo era más sencillo; el pan, pan; el vino, vino y los hombres y las mujeres sabían lo que es un hombre y una mujer. Algo tan prodigioso que su amor puede ser eterno y colaborar con el propio Dios trayendo hijos (suyos y nuestros) al mundo. Hoy, las modas y los sentimientos abren caminos directos al abismo, como el mulo de Lezama Lima, una trinchera donde —se ufanan— no tendremos nada y seremos felices. Yo me malicio porque nadie nos librará de los impuestos. Hay mucha agenda que pagar. Si bien, como dijo Perogrullo, todo tiempo pasado fue anterior, no todo lo vivido fue mejor. Nos lo parece porque tenemos mala memoria y buen corazón. Hay pasados bien pasados, como los revolucionarios de 1789, oh là là!, forja de «Si al contemplar nuestra vida nos vienen solo mártires en serie. Por ejemplo, los irreductibles de La Vendée, católicos con un ideal —qué maravilla— perseguidos ganas de darle una limosna, entonces ha llegado por defender su fe y a su rey. Resultado: 130 000 víctimas del el momento de un cambio de tercio» terror ilustrado. Con esos muertos no hubo liberté ni egalité, y la fraternité se quedó para otro día. O aquellos otros del inICEN QUE TODOS tenemos dos vidas y que la fausto Mayo del 68, donde lo realista era pedir un imposible segunda empieza cuando descubrimos que solo que nunca llegó, precisamente, porque era imposible. Hoy nos queda una. En ese instante hay que averiguar sufrimos los latigazos de su nieta woke, morada y mortífera, si vivimos como queremos o somos extraños en un pero no prevalecerá porque se opone a la naturaleza, que destren. La duda puede rondarnos largo tiempo o, con conoce la piedad. suerte, desaparecer pronto. ¿Con suerte? Resulta En fin, fuera la tristeza, que es la peste del alma y además paradójico mirarse al espejo —al de dentro y al de fuera— y aburre. Vivimos los mejores tiempos que podrían habernos descubrir que el partido avanza y no habrá prórroga. Duele, tocado, por eso estamos en ellos. Otra cosa es que la tentapero libera. ción —permanente— nos susurre con palabras pequeñas una Habitualmente, el punto de inflexión lo provoca una enfermística «ojalatera» (ojalá esto, ojalá lo otro) que no lleva a medad o la muerte de algún ser querido. De pronto, el vértigo ninguna parte. Eso decía un cura santo de Barbastro, perito diario se evapora, el reloj se para. Uno sale de su propio cueren almas, y no le llevaré la contraria. po y todo discurre a cámara lenta. Cesan las discusiones, se Todos tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando apagan los reproches. Adiós a tanta queja y tan poca gratitud. asumimos que solo nos queda una. No importa que el prodiSi al contemplar nuestra vida nos vienen solo ganas de dargio suceda a los treinta o a los sesenta. Lo esencial es ponerle una limosna, entonces ha llegado el momento de un camse en marcha y re-vivir. Quitar importancia a lo que carece bio de tercio. Como en la lidia, la vida sale del chiquero plena de ella. Ignorar los defectos del otro, no tomarse en serio a de fuerza y soberbia, así que debemos templarla antes de que uno mismo. Distinguir las voces de los ecos. Pedir perdón y nos embista. En el segundo tercio llegan las perdonar(se). Librarnos de la carga y madubanderillas (un jefe insufrible, una hipoteca rar de rodillas, como aconsejaba Manzoni LA PREGUNTA DEL AUTOR a treinta años, otra campaña electoral…). En («El hombre crece cuando se arrodilla»). el tercero, nos jugamos el ser o no ser en un No hay que esperar a sufrir un ictus para ¿Qué cosas dotan de desenlace imprevisto. Ser para la eternidad, cambiar de tercio. Nos queda una vida y aún sentido su vida? por supuesto. Todo lo demás no importa; es podemos vivirla con plenitud. entretenimiento y asombro —igual que una faena de Morante cuando es Morante—, Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04] es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de aunque se nos queda corto. Alcalá. Nuestra alma se colma con lo infinito, @NTUnav pero estamos en el mundo y somos en el Opine sobre este asunto en tiempo. Carne y hueso y alma. El asunto reTwitter. viste tanta importancia que hasta san Agustín confesó: «¿Qué es, pues, el tiempo? Si

Cambio de tercio

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Nadie habla 106—Nuestro Tiempo diciembre 2023


Chatear con inteligencias artificiales como ChatGPT entraña mantener una conversación en la que, en vez de personas, palabras o cosas, solo hay lenguaje. Michel Foucault vaticinó y exploró en sus obras las consecuencias de tal posibilidad. Cuarenta años después de su muerte, su particular método resulta útil para comprender las amenazas y posibilidades de la IA.

MARÍA EXPÓSITO

FELIPE MULLER [Fia 11 Com 13] se dedica a leer y a escribir. Ha escrito para El Mundo, El País y la revista digital Yorokobu. Investiga sobre la noción de evento en Michel Foucault y Gilles Deleuze. los antiguos egipcios creían que el alma humana tiene cinco componentes: nombre, energía, corazón, personalidad y sombra. Los tres elementos más distintivos de una persona eran la personalidad —aquello que hacía de ella un ser único—, el corazón —su buena o mala voluntad— y el nombre, cuya mera inscripción o recuerdo garantizaba una mínima existencia post mortem. La energía del alma debía ser alimentada después de la muerte; de ahí la necesidad religiosa de momificar con escrúpulo y de llevar alimentos a las tumbas. Por último, el alma contaba con su sombra. Es difícil y hermoso imaginar el significado de este rastro; de hecho, no se conoce con certeza su función específica. Sin embargo, era importante. El libro de los muertos exclama: «Mi sombra no será derrotada». La inteligencia artificial y los modelos extensos de lenguaje han dado la razón a la sabiduría mortuoria egipcia. La aplicación HereAfter AI permite al usuario crear una réplica digital de aquellos seres queridos que ya no se encuentran entre los vivos. Esta posibilidad, hasta hace poco solo explorada en amargas historias de ciencia ficción, se ha hecho

realidad gracias a la huella y la sombra digitales; es decir, a todos aquellos datos que compartimos de manera voluntaria en internet y a los que, sencillamente, se generan al navegar por la red. Hay quien subsume estos dos tipos de información en la expresión sombra digital activa y pasiva. Con los datos que la conforman, una inteligencia artificial puede reproducir el comportamiento de un fallecido. Hasta sus rasgos más únicos y distintivos. Nuestra sombra no será derrotada. La capilaridad de una tecnología de basamento lingüístico que se presenta como inteligente es tal que en el siglo xxi quien lo desee puede jugar a chatear con sus muertos. ¿Escalofriante? Real. El relato sobre el origen de la pintura —un retrato a contraluz que una joven hizo de su amado antes de que la abandonara para partir a la guerra— da una última y macabra vuelta de tuerca miles de años después. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? El escritor Michel Foucault logró escandalizar a la opinión pública francesa en 1966 al proclamar en Las palabras y las cosas la muerte del hombre. Recuperar este veredicto cuarenta años después de la propia muerte de su autor ilumina la constante transformación en dato del comportamiento humano y sus innumerables aplicaciones. Ante todo, porque esta drástica conclusión identifica sin ambages aquello que de verdad hace sombra al ser humano: el ser del lenguaje. el dato de lo humano. Lo virtual es discreto. Cada vez que alguien dirige una pregunta, petición o comentario a una inteligencia artificial como ChatGPT, los pasos necesarios para que esa comunicación sea efectiva pasan del todo desapercibidos. Sentado ante su portátil o con los ojos fijos en la pantalla de su teléfono, el usuario solo observa la inmutable y buena disposición de su interlocutor, además de los meditabundos puntos suspensivos que preceden a cualquiera de sus respuestas. Resulta sencillo leer entre líneas una sonrisa paciente y sincera. Cada una de estas interacciones parece un proceso de comunicación directo y limpio. Sin embargo, la discreción de lo virtual es cosmética. Engaña. La puesta en escena y la ejecución de estas conversaciones ocurren en un territorio escurridizo gracias a un alto consumo energético y a una alquimia difícil de entender. diciembre 2023 Nuestro Tiempo —107


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Primero, el territorio. La tecnología móvil, las redes inalámbricas y los servicios en la nube han alimentado la imagen de que los datos que consume y genera un usuario al navegar por la red recorren el globo debido a una suerte de éter o quinto elemento. No es el caso. En total, casi un millón y medio de kilómetros de cable submarino conecta servidores, centros de datos, redes locales y, más en general, todos los continentes entre sí. Gracias a ellos, un algoritmo en California puede responder a una pregunta que le formula alguien desde Cádiz. El entramado jurídico y político de esta infraestructura es complejo; el caso del cable Anjana, cuya construcción finalizará en 2024, es representativo. Mide unos siete mil kilómetros, conecta dos países con legislaciones distintas —en concreto, Myrtle Beach, Estados Unidos, con Santander, España— y es propiedad de una empresa, Meta, que en los últimos años ha tenido que rendir cuentas por malas prácticas a ambos lados del Atlántico. Segundo, la energía. Los datos de consumo energético e impacto ambiental del uso de internet siempre dejan titulares llamativos. Por ejemplo: la cantidad de dióxido de carbono emitido por el consumo de vídeos de contenido pornográfico en internet es igual que la de países como Bélgica o Nigeria. Se es-

«¿Dentro de qué límites cabe considerar la apuesta por la digitalización una opción sostenible? Más allá de su posible impacto en el aumento de la temperatura del planeta, ya existen previsiones que alertan del carácter insostenible del ritmo que rige la producción contemporánea de datos» 108—Nuestro Tiempo diciembre 2023

tima que la industria tecnológica consume el 20 por ciento de la electricidad del mundo y que, en total, es responsable del 5,5 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono. En comparación —solo por manejar una referencia—, un país como España consumió el 1,02 por ciento de electricidad mundial en 2019 y, al menos en 2021, respondió del 0,63 por ciento del total del dióxido de carbono emitido a la atmósfera. ¿Dentro de qué límites cabe considerar la apuesta por la digitalización una opción sostenible? Más allá de su posible impacto en el aumento de la temperatura del planeta, ya existen previsiones que alertan del carácter insostenible del ritmo que rige la producción contemporánea de datos. Tercero, la alquimia. Al preguntar a una inteligencia artificial, al usar las redes sociales, o un GPS o un teléfono inteligente, el dispositivo del usuario lleva a cabo una serie de operaciones fascinantes. Una de ellas es codificar el contenido de ese mensaje —además de toda la información que acompaña a su producción— en secuencias de ceros y unos. Casi al mismo tiempo, esas secuencias se transforman en señales eléctricas o electromagnéticas que se pueden transmitir desde el dispositivo. Primer paso, codificación binaria del contenido del mensaje o de la información en cuestión; segundo, metamorfosis del código en señales eléctricas. Esta alquimia, la metamorfosis de información en datos, recibe el nombre de datificación. Dada la capilaridad de internet en el día a día, solo un algoritmo tiene la capacidad de procesar estos datos a gran velocidad y de descubrir los patrones, relaciones y correlaciones que los gobiernan. Los propietarios de teléfonos inteligentes suelen ver en su móvil la forma de mantener el contacto con familia y amigos, un instrumento de trabajo y de ocio, un carrito de la compra, un videoclub de bolsillo, la biblioteca de Alejandría, un bar donde lanzarse a ligar en medio de desconocidos, el quiosco de la esquina. Su dispositivo es todo eso. Sin embargo, lo verdaderamente valioso de ese aparato, tan nítido e inofensivo, es que sea una máquina que transforma a destajo el diamante en bruto de lo humano en dato positivo. A medida que se expanden los nuevos dispositivos —relojes, bombillas, cascos, coches, prótesis o edificios inteligentes—, esta transformación alimenta más y más los centros de datos, erigidos


en archivos de lo humano. Y de cada humano; o, como mínimo, de los más de cinco mil millones de usuarios únicos de internet. hay lenguaje. La experta en nuevas tecnologías Anna Wiener planteó sin rodeos la pregunta que subyace a la interacción con inteligencias artificiales y modelos lingüísticos de grandes dimensiones en un ensayo publicado en The New Yorker en junio de 2023: «Los nuevos sistemas de inteligencia artificial pretenden conversar con nosotros. Pero ¿quién escribe el guion?». ¿Con quién hablamos cuando hablamos con una inteligencia artificial? Su respuesta oscila entre la compañía que ha desarrollado el software y nosotros mismos: «El software es como un espejo». Si se pregunta a ChatGPT qué piensa sobre la duda de Wiener, señala que la imagen de un guion escrito de antemano da pie a error. El valor de las inteligencias artificiales es que generan respuestas a medida que no existen antes de que un ser humano interactúe con ellas. Un matiz muy válido, al que cabe añadir una propina. Antes, solo otro ser humano era capaz de generar este tipo de respuestas. Ahora, también es capaz de hacerlo el software propiedad de una empresa. La maravilla de un programa así radica en que, en puridad, no sea nadie. ¿Quién escribe el guion? No hay guion. ¿Quién habla entonces? Nadie. Preguntar quién está detrás de aplicaciones como ChatGPT es un ejercicio necesario. Que una inteligencia artificial no sea nadie no significa que nadie deba ser responsable de sus errores, o de todos aquellos efectos negativos a los que da lugar y que podrían haberse previsto y evitado. Aun así, centrarse exclusivamente en quién responde de ChatGPT, visto que nadie habla desde él, encierra el peligro de pasar por alto otras preguntas que su mera posibilidad pone sobre la mesa. ¿Cómo habla una inteligencia artificial? ¿Entiende las palabras que lee en nuestras preguntas y que redacta en sus respuestas? No. La alquimia de la datificación señala que, a lo sumo, estos algoritmos procesan secuencias infinitas de ceros y unos, o su equivalente electromagnético. Los modelos extensos de lenguaje ponen en juego palabras que, por supuesto, ni entienden ni comprenden. Flatus vocis. Y, sin embargo, logran emitir mensajes como lo haría un humano. Por último, ¿de qué habla una inteligencia artificial cuando habla?

Como consecuencia de lo dicho hasta ahora, solo cabe concluir que de nada. Un algoritmo no sabe a qué se refieren las palabras que usa cuando arma una respuesta. La irrupción de ChatGPT y aplicaciones semejantes ofrece una aproximación al lenguaje desde su posibilidad: sin personas, sin palabras, sin cosas. Hay lenguaje. Y nada más. Es en la posibilidad de un lenguaje así donde la obra de Michel Foucault (1926-1984) se muestra iluminadora. En opinión de Gilles Deleuze, Foucault despunta por haber hallado una manera diferente de afrontar el lenguaje. Este enfoque deriva de tres negaciones fundamentales. En primer lugar, ni el comienzo del lenguaje ni su ser deben reducirse al uso que le den las personas. Los sujetos que hablan son solo posiciones en un determinado enunciado que, sí, pueden ocupar y ocupan individuos. Este planteamiento desplaza al sujeto, que pierde su posición privilegiada frente al lenguaje. En segundo lugar, Foucault rechaza que un conjunto determinado de relaciones dadas entre significante y significado determinen lo dicho. Cae también, por tanto, la primacía del signo. Por último, Foucault se opone a cualquier forma de experiencia original u originaria gracias a la cual el mundo —por arte de magia— se revela y da a conocer en el lenguaje. Las cosas siempre permanecen y permanecerán ensimismadas. Estas tres negaciones no niegan que diciembre 2023 Nuestro Tiempo —109


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haya personas, palabras y cosas; más bien, subrayan que lo específico del lenguaje no depende exclusiva ni primordialmente de ninguna de ellas. ¿Qué queda del lenguaje cuando uno se deshace del sujeto que habla, de los signos y palabras que lo componen, y de las cosas a las que esos signos y palabras parecen referirse? «El zumbido incesante y desordenado del discurso», responderá en su lección inaugural en el Collège de France. O, en otras palabras, aquello que resta del lenguaje es un anónimo «se habla». Este murmullo anónimo es el lugar desde donde Foucault quiso investigar. Como sus seguidores y críticos señalaron casi desde su primer libro reconocido, el carácter genial o del todo imposible y contradictorio de sus investigaciones está íntimamente ligado a su decisión quijotesca de hablar solo desde un lenguaje definido como mero murmullo o discurso. ¿Qué cabe estudiar o investigar en un corpus dado, o en una base de datos concreta, si se

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han expurgado como variables de análisis el sujeto, los signos y sus referencias? De nuevo, la primera lección de Foucault en el Collège de France ofrece una respuesta clara: el orden del discurso. Esto es, en lo fundamental, las regularidades enunciativas —repeticiones, relaciones y correlaciones— que articulan el murmullo en su mismo anonimato. Hay lenguaje. Se habla. medios y mensajes. En el prólogo de La nueva sensibilidad, Alejandro Llano comparte su asombro frente a la célebre frase de Marshall McLuhan que, en su opinión, es profundamente enigmática: «Porque ahora comenzamos a percatarnos del misterio y de la hondura de aquel dicho que, cuando lo oímos por primera vez y lo repetíamos hace ya tantos años, no pasábamos de considerarlo una ocurrencia ingeniosa y original, a saber: “El medio es el mensaje”». ¿Qué son los datos: medio o mensaje? De una parte, su producción y consumo requieren dispositivos, territorio, infraestructura, energía. Al mismo tiempo, los datos son solo la última manera que el ser humano ha encontrado de producir, almacenar y compartir información. Además, gracias a que pueden explotarse aquellos datos que cada persona genera en su uso de internet, parte de la información a la que nos conectamos y consultamos está mediada por nuestro mismo comportamiento o por el de otros usuarios en una situación semejante. Y no solo. El Ayuntamiento de Seúl utilizó en 2013 datos de geolocalización de sus habitantes para decidir los horarios y rutas de un servicio nocturno de autobuses. La iniciativa fue un éxito. En definitiva: nunca antes resultó tan difícil discriminar entre el medio y el mensaje. Todas las palabras o expresiones que utilizó Foucault para definir sus objetos de estudio participan de la ambigüedad medio-mensaje: discurso, podersaber, juegos de verdad, experiencia. Asimismo, esta ambigüedad puede servir para ordenar las críticas que se le dirigen. De la parte del medio, muchos achacan a Foucault que carezca de un método riguroso. Entre otras cosas, esta falta fue uno de los principales obstáculos cuando se barajó concederle una cátedra en el Collège de France, donde finalmente enseñó desde 1970 hasta 1984. Pero también la solidez del pensamiento de Foucault se ha cuestionado,


y puede cuestionarse, sin abandonar sus mismas premisas, desde el mensaje. ¿Cómo podrían sus mismas obras librarse de los omnipresentes regímenes de poder que describen? Si el autor es solo una función que protege la producción de discurso del constante peligro de la ficción, ¿por qué firmar sus libros? En sus lecciones sobre el discurso filosófico de la modernidad, Habermas resume los dos tipos de crítica en una frase: «Los problemas metodológicos sin resolver se reflejan en déficits empíricos». Sin embargo, el paralelismo entre aquello que Foucault definía como discurso y los actuales datos puede mostrarse útil precisamente por la ambigüedad medio-mensaje. Foucault exploró y definió el discurso como delirio de palabras, muerte del sujeto (en concreto, del «hombre») y violencia hacia las cosas. Los usuarios de modelos extensos de lenguaje harán bien en considerar estas herramientas como delirio, muerte y violencia. No porque el contenido de las respuestas de ChatGPT carezca de sentido, o porque este tipo de tecnología aliente a escondidas al suicidio o al asesinato. El peligro que representan no está solo ni principalmente del lado del mensaje, sino de los medios. Resulta emocionante releer los dos párrafos de conclusión de Las palabras y las cosas: ¿son la inteligencia artificial y los modelos extensos del lenguaje el hito que logrará borrar al hombre, «como un rostro dibujado en la arena a la orilla del mar»? una materialidad abierta. ¿Qué hacer frente al impacto de la inteligencia artificial y su aparente sustitución de lo humano? Desde el planteamiento de Foucault, cabe señalar dos quehaceres. En primer lugar, como escribe en Las palabras y las cosas, encontrar una forma de pensar novedosa que articule el «ser del lenguaje» y el «ser del hombre»: «¿Es la tarea que tenemos por delante avanzar hacia un modo de pensamiento, desconocido hasta ahora en nuestra cultura, que permita reflexionar al mismo tiempo, sin discontinuidad ni contradicción, sobre el ser del hombre y el ser del lenguaje?». El requisito práctico para hallar este modo de pensamiento será el de siempre: pararse a pensar. En otras palabras, resistir y tomar distancia de la inteligencia artificial de manera que el pensamiento cuente con el espacio mínimo que necesita para discernir con claridad a

«Antes, solo otro ser humano era capaz de generar este tipo de respuestas. Ahora, también es capaz de hacerlo el software propiedad de una empresa. La maravilla de un programa así radica en que, en puridad, no sea nadie. ¿Quién escribe el guion? No hay guion. ¿Quién habla entonces? Nadie» qué asiente y qué consiente cuando la utiliza. Aquí, como en todo, filósofos y pensadores deberán esforzarse por llegar los últimos, tanto en los medios como en el mensaje. En segundo lugar, sería oportuno colocar en el centro de ese «modo de pensamiento desconocido» la pregunta sobre nuestra materialidad y sobre cómo se relaciona con la materialidad del discurso. En Quién es el hombre, Leonardo Polo habla del ser humano como de un «ser de carne y hueso». ¿Qué significa que somos de carne y hueso? A la hora de responder a estas preguntas, no estaría de más examinar también, como hace Judith Butler, cuáles son los cuerpos que importan. ¿Qué cuerpos tenemos más en cuenta a la hora de entendernos a nosotros mismos? ¿Por qué esos y no otros? Uno de los retos que plantea la inteligencia artificial no reside en defender lo humano a capa y espada, sino en encontrar una manera diferente de pensar nuestra materialidad. Frente a las sombras del lenguaje, tal vez haya llegado el momento de redescubrir el cuerpo en su materia. Nt

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VAGÓN-BAR Paco Sánchez

El penúltimo precio

«Las chicas se enfrentan a la dificultad de encontrar compañeros de un nivel intelectual similar, es decir, iguales con los que se pueda hablar, entablar amistad verdadera y, acaso, emparejarse»

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EO QUE LAS FAMILIAS andan más preocupadas por el futuro de los hijos varones que por el de las chicas. Pero, en el mismo ensayo, el joven y reconocido psicólogo Rob Henderson dice que, desde hace cuarenta o cincuenta años, los niveles de felicidad percibida en las encuestas han bajado muchísimo más entre las mujeres que entre los hombres. Es verdad que los chicos siguen cayendo como moscas en el frente educativo. Antes incluso de dar la batalla, los pantanos de la inmediatez se los tragan: videojuegos y pornografía les afectan menos a ellas, más capaces de disciplina, más ordenadas y previsoras, mejor equipadas para el sacrificio y la paciencia por lejano que parezca el objetivo. Ellos, sin embargo, prefieren pasárselo bien ahora, andan escasos de madurez y de recursos para resistir la tentación, incluso sabiendo que arriesgan el porvenir. Lideran el fracaso escolar. Rara vez el mejor expediente de bachillerato corresponde a un chico. Representan un porcentaje menguante de los estudiantes universitarios. Empiezan a escasear entre las profesiones que requieren concurso: médicos y jueces, por ejemplo, o en los niveles más altos de la Administración pública. Y a los profesores de las enseñanzas primaria y secundaria se les ha puesto cara de especie en extinción. Parece que esta geografía humana ha generado mapas nuevos y sorprendentes: la brecha salarial ha ido suturándose y crece aceleradamente el número de matrimonios en los que ganan más ellas que ellos. Un repaso mental rápido a mi entorno confirma lo que dice el ensayo, ilustrado con

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estadísticas yanquis. Y corrobora también la dificultad de las chicas para encontrar compañeros de un nivel intelectual similar, es decir, iguales con los que se pueda hablar, entablar amistad verdadera y, acaso, emparejarse. La palabra pareja implica una cierta igualdad: aunque ahora a las parejas de calcetines o de guantes se les permita exhibir colores diferentes y hasta las de la Guardia Civil sean mixtas a menudo. El ensayo al que me refiero omite cierta paradoja: donde la cartografía señala hoy territorios con una presencia femenina desproporcionada —las universidades, por ejemplo— el comportamiento de ellas y ellos resulta menos prudente y delicado del que observan cuando la proporción es más equitativa o incluso inversa. Por lo visto, ese modo de relacionarse genera mucho feminismo radical, repleto de agravios y rechazos. Cuenta Henderson que cuando su abuelo le propuso matrimonio a su abuela —padres de su padre adoptivo— ella le exigió para comprometerse que dejara de fumar, que dejara de beber y que dejara de apostar. Él aceptó las condiciones y las cumplió durante los siguientes sesenta años. Ahora resulta más improbable que alguien proponga matrimonio —las mujeres por las razones de siempre y los hombres por razones nuevas— y ya no es tan fácil disponer de autoridad suficiente para exigir ese tipo de condiciones. O cualquier condición. El número anual de matrimonios ni llega a la mitad de los de entonces. Y en esos tratos inestables y descomprometidos cifra Henderson la causa principal de infelicidad. Lucia Berlin narra muy bien el final de la vida sin amor ni compromiso, con su protagonista sentada en un porche, acompañada por una bombona de oxígeno de la que no puede separarse, mientras contempla una bandada de cuervos que se había ido posando en un árbol sin hojas, detrás de su casa, sin que ella hubiera advertido que habían ido llegando allí uno a uno. Hasta que desplegaron las alas negras y volaron sobre su soledad, hacia las montañas. La soledad es el penúltimo precio. Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] es periodista y profesor titular de la Universidade da Coruña. @pacosanchez



NUESTRO TIEMPO NÚMERO 718 DICIEMBRE 2023 14 euros

Número 718 NUESTRO TIEMPO Diciembre 2023

Entrevista Ignacio Peyró, la literatura y una cierta melancolía Misterio Simenon El polifacético autor belga se lee cada vez más en español Ensayo ¿Quién habla cuando habla la inteligencia artificial?

¿Quién no sirve? Envejecer con sentido en un mundo loco por la productividad


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