SINTESIS AGOSTO 2011

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De hecho, para algunos analistas, todo esto fue más teatro político con fines electorales que una disputa por el asunto de la deuda. Elevar ese techo es casi siempre un procedimiento automático, y se ha hecho en promedio casi dos veces al año desde 1940 sin nada parecido a lo que ocurrió en esta ocasión, señalan. Más bien, demócratas y republicanos aceptaron vincular el tema de la deuda con el asunto siempre espinoso del presupuesto federal. A lo largo de la disputa siempre había un consenso básico entre líderes demócratas y republicanos sobre una receta de recortes masivos al gasto público para abordar el tema del déficit presupuestario. El desacuerdo fue más bien sobre el tamaño y rubros de la reducción del gasto. El propio presidente Obama demostró, desde hace semanas, su disposición a ceder ante demandas republicanas de reducciones incluso en programas sociales para los más necesitados, como el Medicare y el Seguro Social, y no insistir en un incremento sustancial de los impuestos de los más ricos para abordar el déficit (esto a pesar de que 72 por ciento de los estadunidenses favorece justo lo opuesto: más impuestos sobre los más ricos para abordar el déficit, según una encuesta reciente del Washington Post/ABC News).

expresó su sorpresa y concluyó que en los hechos Obama es en esencia un conservador moderado. Pero el liderazgo republicano también enfrentó problemas con un sector de su base cada vez más poderoso, la corriente ultraconservadora identificada con el llamado Tea Party, que casi logró derrotar la iniciativa del propio líder en la Cámara, John Boehner, y puso en jaque su autoridad. Los aproximadamente 80 legisladores ligados al Tea Party defendieron su principio ideológico de reducir al máximo el gobierno y los programas de bienestar social, a tal punto que descarrilaron las negociaciones entre las cúpulas de ambos partidos durante semanas. Paul Krugman escribió en su columna del New York Times que lo que está ocurriendo es una crisis donde la derecha está haciendo demandas locas, mientras el presidente y los demócratas en el Congreso se doblan hacia atrás para acomodarlos, ofreciendo planes que son todo recorte de gastos y nada de impuestos, planes que están muy a la derecha de la opinión pública.

Con ello, Obama ha provocado ira entre sus propias bases. Críticos señalan que las concesiones de Obama y el liderazgo demócrata están a la derecha hasta de algunos republicanos moderados, tanto así que uno de los encargados de política económica del presidente Ronald Reagan, Bruce Bartlett, Pág 13


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