Recopilatorio 3 de febrero

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 3 de febrero de 2021


JUSTICIA PARA

FIDEL HERAS CRUZ


Tres luchas, vidas e historias que concluyeron esta semana

Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo Sábado 30 de enero de 2021 Dos pandemias mataron a dos defensores del territorio esta semana en Oaxaca: la de los ataques armados a los defensores de la vida y la del Covid-19. Fidel Heras Cruz, opositor a proyectos hidroeléctricos y de extracción de material pétreo en Paso de la Reina y Río Verde, fue asesinado a tiros en la entrada a la comunidad La Esperanza, Jamiltepec, en la costa oaxaqueña. Y Marcelino Nolasco Martínez, coordinador del Centro de Derechos Humanos Tepeyac y defensor del territorio de los pueblos del istmo de Tehuantepec, quien murió víctima del coronavirus en el hospital de Juchitán, municipio en que ha prevalecido la desorganización sanitaria, el desabasto y la insuficiencia hospitalaria. Fidel y Marcelino fueron muy queridos y reconocidos en las comunidades por su trabajo en la defensa del territorio. Ambos destacaron por su trabajo de a pie, en contacto directo con los pueblos indígenas agraviados dentro de un estado en el que prevalece la impunidad y el olvido. Fidel formó parte del Consejo de Pueblos Unidos por la Defensa del Río Verde (Copudever) y se opuso hasta el final a la extracción de materiales pétreos (arena y grava) que llevan a cabo caciques y empresas con la complicidad de los gobiernos en turno. A todos los denunció en su papel de comisariado ejidal, hasta que las balas le arrebataron la vida el pasado 23 de enero. El 25 de enero falleció Marcelino, defensor de derechos humanos y del territorio, víctima de la pandemia que contabiliza en México más de 150 mil historias de vida terminadas. Inició su trabajo en la pastoral juvenil y las comunidades eclesiales de base de la diócesis de Tehuantepec y se involucró, como lo describe Educa Oaxaca, en trabajos educativos en San Mateo del Mar; en 1


la Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio, y en la Red de Defensoras y Defensores Comunitarios (Redecom), entre muchas otras tareas a las que dedicó su vida. A ellos se suma también esta semana la partida de otra imprescindible, Concepción Hernández Méndez, “la abogada del pueblo”, mujer querida y admirada por cientos de comunidades de Puebla y Veracruz. No son números. Son luchas, vidas, historias. desinformemonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx

Pueblos indígenas y la otra pandemia

Magdalena Gómez - La Jornada - Martes 2 de febrero de 2021 A estas alturas está claro que la vulnerabilidad de los pueblos indígenas en el continente ante la pandemia mundial está estrechamente relacionada con la desigualdad, el racismo y el clasismo que los estados históricamente han sido incapaces de enfrentar. Sea por acción o por omisión, han sido sus activos promotores. Por supuesto, nuestro país no es la excepción, ni antes ni hoy. Justamente me quiero referir a esa otra pandemia, la muy vigente, la que coexiste con la de Covid-19 y que estaremos viviendo de forma aguda este primer semestre electoral del año, en sus expresiones violentas y con raíces también de muy antes. Esta otra pandemia está inmersa en la impunidad de las agresiones paramilitares que están afectando de manera destacada a Chiapas y más concretamente a comunidades zapatistas, pero no sólo a ellas, como veremos. En días pasados ha sido el municipio de Oxchuc, con autoridades electas por usos y costumbres, escenario de balaceras y desplazamientos en comunidades en disputa por los partidos políticos que buscan recuperar la cabecera municipal. No se conoce ninguna versión ni investigación oficial. También el municipio de Aldama continúa sufriendo ese clima de violencia, pese a los acuerdos oficiales firmados e incumplidos. Más concretamente tenemos la escalada paramilitar contra las 2


comunidades zapatistas, que en los hechos actúa con el respaldo de los tres niveles de gobierno. Recordemos que la Organización de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao) en agosto del año pasado robó e incendió las bodegas de café del centro de comercio Nuevo Amanecer del Arcoíris, ubicado en el crucero de Cuxuljá, ataque al que siguieron otras agresiones en noviembre con el secuestro bajo tortura por tres días de una base de apoyo zapatista de la comunidad de Moisés Gandhi. La semana del 18 al 21 de enero de este año esta comunidad zapatista fue objeto de ataques sucesivos armados contra las casas de la misma por parte de la Orcao. El mismo patrón de agresión en los tres casos que sólo enunciamos y similar ausencia de intervención directa de parte oficial. Este clima que promueve el despojo de las comunidades agredidas se agudiza en el contexto del mercadeo político electoral que ya se inició aún antes de que se formalice. Por otra parte, también en Chiapas y no sólo en esta entidad, se están presentando conflictos con la instalación territorial de la Guardia Nacional. Representantes del pueblo maya tzeltal del municipio de Chilón, Chiapas, acompañados por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) anunciaron la admisión de la demanda de amparo que interpusieron por la construcción impuesta de un cuartel general de la Guardia Nacional en su territorio, sin que hayan sido consultados previa, libre y adecuadamente para otorgar o no su consentimiento (boletín 27/1/21). En el resto del país se enfrenta también esta otra pandemia. Hay que colocar la mirada en los crímenes en Oaxaca, en Guerrero contra indígenas defensores del territorio. Justamente en el contexto de la resistencia social mundial, debemos ubicar la Declaración por la Vida que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dio a conocer el primer día del año en curso suscrita por pueblos y organizaciones, colectivos y personas del mundo. El pasado 28 de enero se difundieron los acuerdos de la quinta asamblea Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno y el Frente de Pue3


blos en Defensa de la Tierra y Agua Morelos, Puebla, Tlaxcala. Tras ofrecer un recuento del impacto de los megaproyectos en curso en el país y de la resistencia frente a ellos, informaron que aceptan la invitación para participar de manera directa con una delegación del CNI-CIG y FPDTA-MPT en su gira por Europa y el mundo en los meses de julio a octubre de 2021 y en la medida de sus posibilidades en las que posteriormente se realicen en Asia, África, Oceanía y América. También acordaron desarrollar acciones por la vida contra los megaproyectos y en memoria de Samir Flores Soberanes, del 19 al 21 de febrero. Sugirieron que ello se replique en todo México y el mundo. Se sumaron a la exigencia del cese al ataque y el hostigamiento a las comunidades zapatistas y de la liberación de presos indígenas de Codedi en Oaxaca, de la tribu yaqui, en Chiapas, de la Voz verdadera del Amate y Viniketik en resistencia. Por el cese a crímenes de integrantes del CIPO-EZ en Guerrero; la presentación con vida de Sergio Rivera Hernández, de la organización MAIZ de la sierra Negra de Puebla; de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y de todos los desaparecidos y desaparecidas. Este panorama no pasa por la atención y preocupación de las fuerzas políticas que se han dicho democráticas. No está en sus aspiraciones electorales, ni retóricamente colocar la mirada en esta otra pandemia, la de la violencia, la criminalización y los megaproyectos. La vacuna de la injusticia no está en el mercado.

Gustavo Salgado, cacicazgo y PIM

Luis Hernández Navarro - La Jornada - Martes 2 de febrero de 2021 Gustavo Alejandro Salgado Delgado fue desaparecido el 3 de febrero de 2015. Viajó en trasporte público al terminar una reunión con jornaleros agrícolas en la comunidad El Chivatero, municipio de Ayala, Morelos. Ya no llegó a su destino. Un día después, su cadáver fue encontrado con señales de tortura, las manos mutiladas y decapitado. 4


Gustavo tenía 32 años y era comunista. Su novela favorita era Así se templó el acero, de Nikolái Ostrovski. Según su camarada Fidel Sánchez, vocero de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín (https://bit.ly/3agygRX): “Se trata de alguien que no tenía necesidad de sumarse a la lucha revolucionaria, porque tenía cómo vivir bien. Pero decidió luchar por los pueblos originarios” (https://bit.ly/3cl04Y2). Gustavo provenía de una familia de clase media, que se mudó de la Ciudad de México a Morelos tras los sismos de 1985. Según narra Arturo Rodríguez, estudió relaciones internacionales en una universidad privada. Hablaba bien inglés, le encantaba la música clásica, era buen nadador y regular jinete (https://bit.ly/3aidCkf ). Por su compromiso político y la fortaleza de sus convicciones, parecía activista de la generación post-1968, que dejó comodidades para vivir y luchar con el pueblo. Organizó a jóvenes por el derecho a la educación, a trabajadores por mejores condiciones de trabajo, a grupos de esca­s os recursos por servicios sanitarios, a co­munidades afectadas por la devastación ambiental. Ya encarrerado, se siguió trabajando con comunidades migrantes del oriente de Morelos, para demandar vivienda. En Morelos hay más de 40 mil migrantes, muchos jornaleros agrícolas, provenientes de la Montaña y Costa Chica guerrerense, en su mayoría tlapanecos y nahuas, expulsados de su tierra por la precariedad económica, los desastres naturales y el clima de violencia. No cuentan con un lugar decoroso para vivir. La mayoría, lo hacen hacinados en galeras entre los cañaverales de la región. Ante la negativa gubernamental de atender sus demandas, el 28 de septiembre de 2014, el Frente Popular Revolucionario (FPR), organización en la que Gustavo militaba, promovió la toma de un terreno abandonado por una constructora, e instauró en la carretera Cuautla-Jojutla, el Campamento Indígena Migrante de Ayala, que hoy lleva su nombre. Gustavo se trasladó allí para atender los requerimientos de las familias okupas. Simultáneamente, apoyó a la comunidad de Emiliano Zapata (Chivatero), en la gestión de vivienda de Fonhapo. 5


Gustavo fue un consecuente opositor al Proyecto Integral Morelos (PIM), la Termoeléctrica de Huexca, el gasoducto, y el acueducto que saqueará el agua del río Cuautla. El profesor Jorge Velázquez, egresado de la escuela normal rural de Tenería, figura clave en la lucha de Amilcingo contra el PIM, lo recuerda con cariño. “Estuvo va­rias veces cuando vino la caravana de los compañeros de la Ceteg, siempre con su bandera roja”. La última vez que lo vio fue en Alpuyeca, en una reunión de la Asamblea de la Resistencia Estatal. “Cuando nos enteramos de su muerte, nos dolió mucho”, dice (https://bit.ly/3aidCkf ). El oriente de Morelos está dominado por una familia de caciques (los Tablas Pimentel), que tiene el control de la CNC en los campos de corte de caña, múltiples negocios y nexos con el grupo criminal Los Rojos. En Ayala, por ejemplo, fue ocultado y protegido El Tony (ligado a Los Rojos), asesino de Arnulfo Cerón, dirigente del Frente Popular de la Montaña, de Tlapa. El 6 de noviembre de 2019, allí mismo fueron detenidos Jorge “N”, La Chiva, y otros dos de los autores materiales del crimen de Arnulfo. Para mantener su cacicazgo, usan el re­gistro del partido político que les convenga. Un día son del PRI, al otro del PAN, luego de Nueva Alianza, para saltar al PRD o a la 4T. La lucha de Gustavo puso en jaque ese control. Antes de su asesinato, fue amenazado por José Manuel Tablas, entonces alcalde de Ayala. Los responsables directos del homicidio de Gustavo fueron integrantes de la banda Los Victorinos. Provenientes de Guerrero, son parte de una familia de pistoleros, que radican en El Chivatero, en Ayala. Varios fueron empleados municipales en el periodo de Tablas Pimentel. Tienen una asociación civil llamada Cemilla. Mediante ella participaron en la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador en 2018. Un día después del crimen de Gustavo, la presión popular obligó a aprehender a cinco de sus asesinos materiales. Uno fue liberado, y otro nunca fue arrestado. Los cuatro detenidos tienen sentencia de 32 años. El actual presidente municipal presiona al gobierno estatal para liberarlos. 6


La 4T ha destinado cuantiosos recursos públicos al municipio de Ayala, que han reforzado el cacicazgo. Los Pimentel son impulsores decididos del PIM. Los sicarios han amenazado de muerte e intentado secuestrar a varios activistas. Se ha interpuesto una queja en la CNDH (folio: 9590/2020 del 30/01/2020 y denuncias ante la fiscalía de Morelos (carpeta CT-UEDD/2184/2020), pero se mantienen congeladas. La situación es grave. Los caciques quieren venganza. En lugar de desmantelar a los grupos delictivos y los cacicazgos, y evitar asesinatos como el de Gustavo o el de Samir Flores, la 4T prefiere, con tal de sacar adelante el PIM, ignorar el peligro existente y privilegiar la relación con éstos. Twitter: @lhan55

Las muertes que no se cuentan

Abel Barrera Hernández* - La Jornada - 30 de enero de 2021 La víspera del tercer viernes de cuaresma, que es el día más importante para el municipio de Acatepec, en La Montaña de Guerrero, el Xiñá mayor (el sabio) murió cuando cenaba en la casa del mayordomo. Para el pueblo Me’phaa su deceso fue un mal augurio. Los señores y señoras principales dijeron que la gente había quedado desprotegida, porque “quedó abierta la puerta de los muertos”. La procesión del Santo Entierro ya no fue tan festiva, “sentíamos pesado el ambiente, como si fuera un cortejo fúnebre. Como si la muerte hubiera entrado a nuestro pueblo”. Dos semanas después murió el segundo Xiñá, un especialista en la quema de vela y en la interpretación de los sueños. En plena pandemia perdieron a dos pilares de la cultura Me’phaa encargados de realizar los rituales agrícolas y de la purificación de las nuevas autoridades para garantizar la salud, la alimentación y la paz en el pueblo. A los pocos días murió una partera, que también forma parte de las personas “principales” de la comunidad. En junio perdió la vida un maestro de la es7


cuela primaria Leona Vicario. Su familia prefirió trasladarlo al Hospital General de Tlapa, donde le diagnosticaron Covid-19. Su estancia fue infructuosa, porque en la misma tarde que lo atendieron, pereció. La gente registró 17 personas fallecidas de marzo a fines del año pasado. Ante la lluvia pertinaz que cae en La Montaña en los meses de otoño, un líder transportista acostumbrado al trabajo rudo de los caminos chiclosos por el barro, empezó con un resfriado que lo tuvo en cama durante 10 días. Al complicarse su estado de salud acudió al médico particular, quien le recomendó que fuera al hospital de la cabecera municipal de Acatepec. A pesar de que tocó insistentemente para que lo atendieran, nadie le abrió la puerta. Ante las dificultades que tenía para respirar y caminar, optó por sentarse sobre una jardinera y esperar a que amaneciera. Ya no despertó, y lo más grave es que ahí permaneció hasta las 2 de la tarde, cuando llegó el ministerio público para dar fe de su deceso. Los habitantes de Acatepec piensan que estas muertes no cuentan para el gobierno. No le interesa saber si son autoridades comunitarias, personas mayores, hombres o mujeres; de un pueblo indígena o de una región pobre. Simplemente no existen, porque nadie los ve ni los oye, mucho menos se interesan en proporcionar auxilio ante esta emergencia sanitaria. La actuación indolente de las autoridades se ha caracterizado por cerrar las puertas de los hospitales y los ayuntamientos de La Montaña. Hasta para comprar un paracetamol, las familias indígenas tienen que viajar a Tlapa, a fin de bajar la temperatura de sus pacientes. En la comunidad Na’Savi de Cahuatache, municipio de Xalpatláhuac, de mayo a la fecha han muerto 45 personas. Entre ellas un ex presidente municipal, cinco maestros de primaria, un cantor de la iglesia, tres jóvenes migrantes que murieron en Nueva York y cinco personas que fallecieron en Acapulco. Un total de 32 hombres y 13 mujeres de 50 a 90 años. Su cercanía con la ciudad de Tlapa ha provocado que el contagio se intensifique en meses recientes. Las fiestas de la Virgen de Guadalupe y de los Santos Reyes provocaron que sólo en este mes murieran siete personas. 8


Para las comunidades migrantes de La Montaña la situación se ha complicado, porque hay muertes de la familia que suceden en la comunidad de origen, pero también fallecen otros integrantes en Nueva York o Tijuana. La comunidad Na’Savi de Xochapa, municipio de Alcozauca, registra 14 personas que perecieron en la comunidad, entre ellas un delegado municipal, un músico y un principal que se desempeñaba como embajador de la palabra. De las 300 personas que habitan en la colonia Valle Verde, asentada en la periferia de Tijuana, han muerto ocho, entre ellas Valentín, líder comunitario que defendía los derechos de los migrantes. La lucha histórica emprendida desde 2011 por la comunidad Júba Wajiín, municipio de Malinaltepec, contra la Secretaría de Economía, que dio en concesión 75 por ciento de sus tierras comunales a las mineras Salamera y Hochschild México, tuvo entre sus autoridades agrarias a líderes natos que abanderaron la defensa de su territorio ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El maestro Agapito Cantú Manuel supo dar la pelea en los tribunales e impulsar la organización del Concejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa de su Territorio (Craadet). Aún le dio tiempo de acudir a la comunidad de Ojo de Agua para organizar la entrega del fertilizante. Junto con su esposa, no pudieron vencer los estragos del Covid-19. Con ellos, son 10 las personas que han fallecido en Júba Wajiín, sin que tuvieran la oportunidad de ser atendidas por algún médico, mucho menos que les aplicaran la prueba PCR. En la región cafetalera de Iliatenco, sus habitantes han normalizado las muertes, a pesar de que en este primer mes del año han fallecido 15 personas en la cabecera municipal y tres en el último día de 2020. El baile organizado con motivo de la fiesta de la Virgen de Guadalupe en la comunidad de Tecoyame, municipio de Tlalixtaquilla, provocó que el contagio se extendiera a una comunidad del estado vecino del sur. Dos personas murieron en San Mateo Nejapa, Oaxaca. En Tecoyame fallecieron cuatro y las autoridades comunitarias, junto con los maestros de la primaria, se contagiaron al organizar el baile. 9


En la unidad Covid-19 del Hospital General de Tlapa sólo hay 15 camas y siete ventiladores para atender a los 19 municipios de La Montaña. Son tres valientes doctoras, que fueron contratadas en marzo del año pasado, las que tienen que doblar turnos para no descuidar a los pacientes. De las 800 personas que han atendido, alrededor de 300 fallecieron. Sin embargo, la estadística que maneja la Secretaría de Salud Federal y la del estado, reportada el pasado 17 de enero, son 111 defunciones. De las 17 muertes que la gente ha registrado en el municipio de Acatepec, la Secretaría de Salud sólo reporta una. De Alcozauca registra tres, cuando sólo en la comunidad de Xochapa han muerto 14. El reporte oficial sobre el municipio de Iliatenco es de una persona fallecida, sin embargo, las autoridades comunitarias informaron que en enero 15 personas murieron. Este pequeño universo encierra un grave problema en las regiones indígenas, donde las muertes no se cuentan. * Director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Migrantes indígenas, masacres y violencias transfronterizas

R. Aída Hernández Castillo* - La Jornada - 2 de febrero de 2021 El 22 de enero pasado fueron encontrados 19 cuerpos calcinados en el ejido Santa Anita, municipio de Camargo, Tamaulipas. A la fecha, la Fiscalía General de Justicia de ese estado ha informado que se ha podido identificar que 16 eran hombres, una era mujer y que dos quedan pendientes de reconocer. El macabro hallazgo removió las memorias de las dos masacres de San Fernando, en 2010, también en Tamaulipas, cuando fueron asesinados 72 migrantes (58 hombres y 14 mujeres), la de San Fernando en 2011, donde fueron masacradas 193 personas, también la mayoría migrantes, y la de Cadereyta, Nuevo León (2012), donde 49 migrantes fueron asesinados con extrema violencia. La impunidad que prevalece en las masacres de migrantes marca el contexto de vulnerabilidad que posibilitó esta nueva tragedia. 10


Si bien está pendiente la identificación forense de los cuerpos, las noticias de territorio guatemalteco han cruzado la frontera, con la hipótesis de que al menos 12 de los 19 masacrados podrían ser jóvenes mames del municipio de Comitancillo, en el departamento de San Marcos, que salieron entre el 12 y el 13 de enero hacia Estados Unidos. Esta versión fue difundida por la radio local de Quezaltenango, La Voz de Xela, a partir de las declaraciones de la señora Ángela Tomás, madre de Marví Alberto Tomás Tomás, joven futbolista de 23 años, que migró con apoyo de un coyote durante la segunda semana de enero. Una versión similar fue difundida en el suplemento Sin Fronteras de este diario (https://bit.ly/36uM9dZ), donde se informa que Rodolfo Jiménez, padre de un joven de 17 años de nombre Rivaldo Danilo Jiménez, recibió una llamada de un individuo que se dedica al tráfico ilegal de migrantes, informándole que “trágicamente ya murieron sus familiares, los mataron y quemaron”. Al margen de los resultados que den las pruebas forenses, es un hecho que 12 jóvenes indígenas mames, la mayoría menores de edad, se encuentran desaparecidos, convirtiéndose en parte de la “numeralia del terror” que da cuenta de la existencia de entre de 72 y 120 mil migrantes en tránsito desaparecidos en México, según el Movimiento Migrante Mesoamericano. Se desconoce cuántos de estos migrantes son indígenas, pero las investigaciones cualitativas sobre migración indígena en Estados Unidos, como los trabajos de Lynn Stephen (https://bit.ly/2MM2jsq) y Shannon Speed (https://bit. ly/3cDcNpf ), dan cuenta de las múltiples violencias racistas y xenófobas que sufren los migrantes indígenas al cruzar las múltiples fronteras desde Centroamérica a Estados Unidos. Estas autoras ubican las nuevas violencias contra los migrantes indígenas, como parte de un continuum de violencias coloniales que se ha caracterizado por el despojo y el desplazamiento de la población indígena. En mi libro Sur profundo (https://bit.ly/2NMbsll) documento cómo la migración histórica del pueblo mam, cruzador de fronteras por excelencia, se transformó a fines de la década de 1990 en práctica peligrosa, al ser controladas las rutas migratorias por redes del crimen organizado. Este pueblo maya, cuyo territorio fue dividido 11


con la firma de los Tratados Fronterizos de 1882, ha sido víctima de múltiples violencias, incluyendo el despojo territorial durante la época colonial, el trabajo forzado o mal pagado en las fincas del Soconusco y San Marcos tras la reforma liberal, la violencia etnocida de las campañas de integración forzada por parte de los gobiernos posrevolucionarios en México, y el genocidio provocado durante la guerra civil en Guatemala. Los 13 mil mames mexicanos y el casi medio millón de mames guatemaltecos han sido víctimas de lo que Shannon Speed caracteriza como estados multicriminales, en Guatemala, México y ahora en Estados Unidos. Son las víctimas no documentadas, ni reconocidas de las necropolíticas del crimen organizado, con la complicidad directa o aquiescencia de los gobiernos en turno. Estas violencias transfronterizas han sido posibilitadas por los racismos estructurales que hacen que ciertas vidas sean más valiosas que otras. Las de Marví Alberto Tomás Tomás, Rivaldo Danilo Jiménez y los otros 10 jóvenes desaparecidos de Comitancillo son vidas valiosas; hagamos eco de los reclamos de sus familias para que sus nombres no se conviertan en una estadística más. *Doctora en antropología, investigadora del Ciesas

Epidemia de orfandades

Hermann Bellinghausen - La Jornada - 1º de febrero de 2021 Son tiempos graves. Amigos, parientes y colegas suenan preocupados o dolientes, las cifras rebasan lo alarmante. Alabados sean los memes, esos chistes gráficos de estética dudosa pero sonrientes y continuos; sin ellos nadie se reiría en un tránsito tan serio. No tiene nada de divertido que los que gobiernan estén a prueba con pocas esperanzas de hacerlo bien, ni que sus opositores de cualquier otro color aprovechen dardos, datos y lo que sea para echar leña a la hoguera, con el deseo de que todo empeore. Desde el inicio de su reinado, el virus SARS CoV-2 ha sido vulgarmente político. La pugna por ganar ventaja política contamina la escena; la información torrencial nos inunda de cifras y noticias sí-o-no contradictorias, posee usos propagandísti12


cos formidables en el contexto de un autoritarismo que también anda pandémico, y crece en sus efectos colaterales, sus secuelas, sus avances para el control físico y anímico de la población. “Daddy, daddy, it was just like you said / Now that the living outnumber the dead” (Laurie Anderson). En medio de todo esto, evadimos sopesar uno de los ámbitos de más significativa pérdida en estos años de la peste: las personas que se van son padres, madres, abuelos, tíos, maestros, referentes sabios y experimentados de distintas maneras, que dejan de pronto una soledad intelectual, de creencias y posturas que suponíamos sólidas, aun si antagónicas. Nuestra “esperanza de vida”, peculiar concepto estadístico, anda confundida, por eso se habla poco de ella. Como en las guerras, las diásporas y los derrumbes, en las epidemias el azar entra en juego y se empantanan las cuentas, las previsiones, los modelos matemáticos, incluso los todopoderosos algoritmos. Lo expresa con claridad meridiana una declaración de Jason Salman, vocero muscoguí de la nación cri (creek) al New York Times (12/1/21) ante el hecho de que las muertes de los hombres y mujeres mayores de las tribus en la pandemia están causando una fuerte crisis cultural para los indígenas de Estados Unidos. “Es como una quema de libros”, dijo. “Estamos perdiendo un registro histórico, auténticas enciclopedias, ya no hay quién transmita esos conocimientos.” La misma noción de biblioteca en llamas la empleaba Laurie Anderson en World Without End (“Mundo sin final”, en Bright Red, 1994): “Cuando mi padre murió fue como si toda una biblioteca se incendiara”. Habrá quien diga, con razón, que esto sucede todo el tiempo, que vivir es también irse quedando huérfano, ayuno de mentes lúcidas y maduras, y de sus afectos. Pronto se vio en 2020 que la enfermedad venía por la gente mayor, no sólo viejos. Ha pasado un año y sabemos que la cuota es alta. Otros padecimientos, la criminalidad común o la venganza contra las resistencias sociales (es el caso de los defensores ambientales en América 13


Latina), también siembran orfandades, pero relativizar con ello la dimensión del drama es una trampa retórica. Toda clase de hijos y nietos andan recibiendo las cenizas, que podrían ser anónimas, de padres-madres que no la libraron. Digamos que es un recambio generacional más brutal que de costumbre. (En las guerras mueren los jóvenes en primer lugar, o en otras epidemias como la “gripe española” de 1918 y el sida.) No extrañe la impaciencia juvenil de que ya termine todo de pasar. Ya ni en los velorios nos vemos. Igual, uno no se reúne con nadie, y si lo hace, mira y es mirado feo. Prevalece un subconsciente síndrome del Diario de la guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares, un soterrado “que se terminen de acabar de una vez los viejos”. A quién no le dan ganas de voltear la página, pasar a otros asuntos, como en los noticieros de antaño, cuando la temática no era tan obsesiva que afectara lo mismo los desfiles de moda, las elecciones, la nota roja y los deportes. Resulta que la meta médica es alcanzar la “inmunidad del rebaño”. Irónica expresión técnica en un periodo en el cual los poderes-que-son pretenden convertir a la humanidad en un rebaño (viejo sueño totalitario que hoy les parece a punto, aunque es improbable que lo consigan). Una característica reiterada a lo largo de la historia es que los mayores desestimen a sus sucesores: siempre serán más burros que uno. Como fueron ellos para sus jefes y mentores. Aunque siempre habrá los que la duración haga sabios, así sea por acumulación de años, no importa si para la jardinería, la agricultura, la gastronomía, el pensamiento filosófico o la experiencia clínica. Una asfixia nada metafórica está diezmando a los mayores de todas las tribus. Pasado el gran pasmo, habrá que levantar del suelo sus antorchas y perdonarles que nos dejaran solos en tiempos tan canijos, cuando más falta hacían. 14


Los oscuros orígenes del virus

Silvia Ribeiro / II y última - La Jornada - 30 de enero de 2021 Estados Unidos es el país que ha invertido más fondos y recursos en investigación de armas biológicas, siempre bajo el título de biodefensa. Incluye la manipulación genética –u otros medios– de virus y bacterias para hacerlos más infecciosos a seres humanos, supuestamente en busca de vacunas o antídotos contra ellos. El laboratorio de Ralph Baric, uno de los más activos investigadores en esta área, por lo que recibe fondos gubernamentales desde hace dos décadas, es llamado por sus pares “salvaje oeste”. Varios de sus experimentos con virus de gripe aviar y coronavirus SARS han sido para aumentar infectividad en humanos a través de las vías respiratorias. Es una de las razones que motivaron protestas de cientos de científicos, lo que en 2014 llevó a una suspensión de fondos para este tipo de investigación (Ver artículo de N. Baker, enero 2021, https://tinyurl.com/yxkj2j35). Baric se enfocó entonces en la colaboración con la doctora Shi Zhengli del Instituto de Virología de Wuhan, China, en proyectos cofinanciados por los Institutos Nacionales de Salud y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), entre otros, para aumentar la infectividad de virus de murciélagos en vías respiratorias humanas. Incluso de un coronavirus (RaTG13 o BTCoV-4991) que se considera el ancestro conocido más próximo genéticamente al SARS-2 que causó la pandemia Covid-19. Los fondos fueron canalizados a Wuhan a través de la ONG EcoHealth Alliance, con base en Estados Unidos y presidida por Peter Daszak, zoólogo que ha convertido lo que llama la “lucha contra los virus”, en una guerra casi religiosa. Al igual que Baric, se sumó a la colaboración con la investigación del laboratorio de Wuhan para “optimizar” la infectividad de virus de SARS. La doctora Shi Zhengli es una experta en virus de murciélago reconocida internacionalmente. Su laboratorio es el único en China que cuenta con la clasificación de bioseguridad nivel 4, el más alto. Por ello se hacen allí este tipo de experimentos de alto ries15


go. Cuenta con esa clasificación desde 2018, pero la recolección del virus RaTG13, se hizo en 2012 y 2013, en una mina de la provincia de Yunnan y en un hospital donde mineros afectados sufrieron –y algunos murieron– por una enfermedad que podría ser hoy vista como Covid-19 (https://tinyurl.com/yx8znl8m). Baker pregunta ¿cuántas chances hay de que el inicio de la pandemia se identificara en la ciudad que tiene el único laboratorio de bioseguridad 4 en China, donde Estados Unidos y China estaban realizando experimentos con el virus conocido más cercano al SARS-2 y que esto no esté relacionado? (https://tinyurl.com/yxkj2j35). Cuando varios científicos y científicas empezaron a hacer preguntas sobre esta posibilidad, se encontraron con una muralla de silencio de varias capas. Una del gobierno de China, que detuvo y clasificó cualquier investigación al respecto. Otra de parte de una veintena de científicos que ya en febrero 2020 y antes de que se iniciara cualquier investigación, publicaron una declaración en la revista The Lancet, afirmando que el origen del virus era “natural” y que la posibilidad de una manipulación de laboratorio debía ser descartada. Más tarde, la organización US Right To Know reveló (analizando correos electrónicos obtenidos por acceso a la información pública), que esa declaración fue escrita y orquestada por Peter Daszak, actor clave del proyecto de manipulación del SARS-2 (https://tinyurl.com/y5y9roh5). Cuando más tarde en 2020 los fondos para este proyecto en Wuhan fueron suspendidos por un breve lapso, Daszak presentó el hecho a los medios como “un ataque a la ciencia”, lo cual era fácil de creer por ser la administración Trump. Daszak nunca aclaró que cientos de científicos serios y responsables en su país pedían desde mucho antes terminar este tipo de investigación. A partir de muchas interrogantes sin respuesta, a finales de 2020, la OMS y The Lancet, –separadamente– formaron comisiones de investigación sobre el origen del virus, lo cual parece una iniciativa sensata. Lamentablemente, Peter Daszak logró integrar ambas comisiones, incluso presidir la de The Lancet, lo cual es una locura, ya que Daszak es uno de los actores principales que debe ser investigado. 16


Haya sido o no un escape de laboratorio, está claro que los riesgos de este tipo de investigación son inaceptables, no están justificados en ningún caso y deben ser prohibidos en todo el mundo. Los accidentes en laboratorios de alto nivel de bioseguridad suceden mucho a más a menudo de lo que imaginamos. Desde una mordida de ratón a un pinchazo de aguja accidental o la cantidad de investigadores que tienen acceso, pero no capacitación suficiente, los riesgos son múltiples (https://tinyurl.com/yyxcxjco). Otras hipótesis que señalan el origen y difusión del SARS-2 –y otras enfermedades zoonóticas y pandémicas, como gripe aviar y porcina– a las interacciones del sistema alimentario y agropecuario industrial, la destrucción de la biodiversidad, aumento de transportes por tratados de libre comercio, deficientes sistemas de salud y falta de acceso a agua y alimentación sana, no son opuestas. Son complementarias y en cualquier caso amplifican los impactos. Pese a enormes inversiones públicas en riesgosas aventuras corporativas como vacunas génicas, las causas de la pandemia siguen intactas, gestando las próximas. *Investigadora del Grupo ETC

Enero rojo: un mal presagio del 2021 en La Montaña Tlachinollan - Desinformémonos - 2 febrero 2021

De acuerdo con información proporcionada por el Secretario de Salud, el doctor Carlos de la Peña, hay un registro de 22 decesos por día en nuestro estado, como parte del incremento de contagios y la acción letal causados por el Covid – 19. Recientemente el gobernador Héctor Astudillo anunció el regreso al semáforo rojo, a causa del riesgo epidemiológico que ha registrado la Secretaria de Salud Federal en 12 estados. Hemos rebasado más de 3 mil 100 defunciones y la situación se ha tornado inmanejable en los hospitales públicos donde está el mayor número de casos hospitalizados como Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Zihuatanejo y Taxco. Por más explicaciones que dan las autoridades de 17


salud federal, de que vamos en la ruta correcta y que la situación no se ha salido de control, en este mes nos colocamos en un punto sumamente crítico, porque las camas, los ventiladores y las medicinas son insuficientes. El personal de salud está agotado y al tope, y en el corto plazo, no se vislumbra que las vacunas lleguen, ante la reducción del 50 por ciento de los envíos comprometidos por la farmacéutica Pfizer-BioNTech que, hasta el momento, es la única que se aplica. El grave problema que enfrentamos es que el sistema de salud está segmentado, disperso y sin capacidad de respuesta ante una realidad tan disímil, que requiere un trabajo minucioso, bien ponderado, que tome en cuenta las opiniones científicas y técnicas de las y los especialistas que integran las instituciones reguladoras de salud pública. En estos trabajos deben de corregirse las fallas que se han reportado en la aplicación de las vacunas. Se tiene que evitar el uso faccioso que le están dando los burócratas de la salud y los servidores de la nación, que se han vacunado primero, dejando en segundo término al personal médico que está en la línea de riesgo. La participación del ejército en esta cruzada es muy cuestionable, por lo que representa para miles de familias que han dado la batalla por décadas contra los miembros de este instituto, quienes han sido responsables de la desaparición de centenas de personas, desde la guerra sucia hasta la fecha. Ante esta embestida de la pandemia, no se debe dejar de lado el lema presidencial de “primero los pobres”, para que en verdad tengan preferencia en la vacunación y también en la implementación de un programa emergente para atender a los pacientes pobres, que por falta de hospitales y de recursos económicos, siguen postrados en los pisos de tierra, esperando la hora fatal. En estas regiones, las autoridades se niegan a implementar quioscos o módulos para la aplicación rápida de la prueba Covid – 19. Es una necesidad imperiosa que requiere desembolsar recursos económicos y nuevas contrataciones de personal médico, para que la población tenga acceso a las pruebas y tenga la certeza si es portadora del virus. Es muy grave que entre la población impere 18


la incertidumbre, y que amplios sectores de la población sean presa del miedo y la desinformación. Lo patético es la pasividad, la desorganización y la desatención a la población más vulnerable, que no encuentra el apoyo de las instituciones. Por otra parte, no hay un trabajo coordinado entre los tres niveles de gobierno para mantener una información amplia, veraz y sencilla, que ayude a sensibilizar sobre los graves riesgos de esta pandemia, si no se toma las medidas preventivas. Se ha insistido en la instalación de triages en las cabeceras municipales, para que se puedan atender y canalizar a los pacientes que requieran hospitalización. Hay otro problema que ha sido desatendido por las autoridades de salud y que tiene que ver con la dotación de medicamentos, equipamiento médico, equipo de protección para médicos y enfermeras y el cuadro de medicamentos que requieren los enfermos de Covid – 19. Estas carencias han costado vidas y causado mayores penas y endeudamiento entre las familias devastadas por el dolor. El desabasto de oxígeno se ha generalizado en las principales ciudades y se ha permitido el lucro ante la inacción de las autoridades competentes. Es muy caro trasladar a un paciente a otro centro hospitalario fuera de la región, porque las ambulancias de los ayuntamientos no están disponibles o simplemente se obstaculiza su servicio. La situación que se vive en los 75 municipios restantes del estado, es más complicada porque no hay capacidad para atender a los pacientes que Covid – 19 que requieren un tratamiento especializado. Se carece de equipo y de personal médico idóneo para manejar estos cuadros clínicos. Ante la imposibilidad de atender la gran demanda de pacientes que se encuentran en fase critica, por la baja saturación y las dificultades para conseguir un tanque de oxígeno, el personal médico no ha tenido otra alternativa que regresar a las personas a sus domicilios. Solo les dan una receta médica para que la surtan en las farmacias particulares y que consigan su tanque de oxígeno. Para las mismas familias, mayoritariamente pobres, que no cuentan con espacios apropiados en sus domicilios para mantener a sus enfermos aislados, quedan 19


atrapados entre la desesperación y la angustia, porque no disponen de dinero para la compra de medicamentos ni para el tanque de oxígeno, reduciendo su atención a remedios caseros y al medicamento “milagroso” del paracetamol. Es grave el contagio que se está dando entre los miembros de la familia, no solo por el hacinamiento, sino por la imposibilidad de contar con un tratamiento médico adecuado a los pacientes en su comunidad. Ante estas falencias del sistema de salud pública, un gran número de pacientes han acudido con médicos particulares, quienes, aprovechándose de su necesidad de curarse, los timan sin ninguna consideración. La población queda a la deriva, porque fuera del hospital, no hay otras autoridades que se comprometan a canalizar a los pacientes o apoyarlos para la compra de medicamentos o tanques de oxígeno. Es patético el drama de las familias, que no encuentran eco a su clamor y que tampoco hay opciones viables, para atender a sus enfermos. El repliegue de las mismas autoridades, en estos momentos críticos, es un mal síntoma del desgobierno que existe en los municipios, al dejar a los futuros electores a su propia suerte. Las mismas autoridades municipales han quedado supeditas a las instrucciones emitidas por parte de la Secretaria de Salud Federal. Con este pretexto justifican su inacción total, al grado que han dejado de implementar medidas básicas para contener el contagio en los lugares donde hay mayor aforo de la población. Tampoco se organizan brigadas de salud para atender a las comunidades indígenas, donde no hay médicos ni medicinas. Mínimamente se requiere tener un monitoreo sobre los lugares donde hay mayores contagios para tomar acciones de contención. No se vislumbran intentos de coordinación con las autoridades de salud, para visitar a las familias y se les pueda proporcionar medicamentos básicos, con el fin de atender algunos síntomas del virus, y proporcionar kits antibacterial, para generar hábitos en el cuidado de la salud. En estos acercamientos con las comunidades se detectan casos de pacientes que requieren un traslado urgente al hospital. Con la intervención de las autoridades municipales se pueden sufragar estos 20


gastos, que regularmente rebasan los 2 mil pesos para el pago de una camioneta. Es inconcebible que los ayuntamientos no dispongan de fondos o de vehículos para garantizar estos traslados. La realidad es que las familias que no tienen un empleo seguro, son las que cargan con todo el peso de la pandemia, endeudándose sin saber cómo van a cubrir el dinero prestado. El trauma mayor es que a pesar de todos estos esfuerzos extraordinarios, fue imposible salvar la vida de sus familiares enfermos. La cifra oficial de 22 decesos por día, se queda corta con los números rojos que registran las comunidades indígenas y campesinas de las siete regiones del estado. Sólo en el mes de enero el número de muertes es alarmante. Lamentablemente las autoridades no están contabilizando estos decesos, y mientras no haya un registro por parte de las autoridades de salud, estas muertes no cuentan, aunque las fosas se multipliquen y el dolor sea más profundo y generalizado. Es un mal presagio iniciar el año con esta noticia. Lo que más desalienta, es que como sociedad vayamos normalizando la muerte, sin tomar acciones firmes para contener esta tragedia, sin obligar a que las autoridades cumplan con su responsabilidad de velar por la salud y proteger la vida de todos los ciudadanos y ciudadanas. Esta inacción de las autoridades deja inerme a una población que se encuentra en situaciones sumamente críticas por la amenaza del Covid – 19, por la dura situación económica que enfrentan y por el cerco delincuencial que es una calamidad para toda la población guerrerense, porque con el repliegue de las autoridades, dejaron el campo libre para quienes están disputando las plazas del narcotráfico a lo largo y ancho del estado. Es grave que aún no haya resultados tangibles sobre la estrategia de seguridad aplicada por el gobierno federal que, por la vía de los hechos, las fuerzas del orden, se mantienen ocupadas en el traslado de vacunas y la construcción de los bancos del bienestar, desentendiéndose de los acontecimientos violentos que cotidianamente se registran en el estado. Hemos iniciado el año con números rojos y existe el gran temor de que la cuesta de enero sea un mal presagio para el 2021. Publicado originalmente en Tlachinollan 21


Cómo exterminar una especie

Lydiette Carrión - Pié de Página - La Trama Previa 30 enero, 2021 La paloma migratoria pasó de ser el ave más abundante de Norteamérica a la completa extinción en un tiempo récord: 50 años. en estos tiempos en los que se sabe la importancia de la diversidad biológica para nuestra propia sobrevivencia vale la pena recordar esta historia En 1886, un joven de 23 años llamado Vernon Bailey recolectó seis nidos abandonados de paloma migratoria, en sus andanzas por los bosques y prados cercanos a su casa, en Elk River, Minnesota. La paloma migratoria era un pajarito de colores cálidos y ojos rojos. Y alguna vez fue el ave más abundante en América del Norte. Algunos relatos cuentan cómo, cuando estas aves migraban –de ahí el nombre–, las bandadas eran tan numerosas y apabullantes que oscurecían los cielos por horas, mientras los millares y millares pasaban. Vernon conservó los nidos toda la vida, con sus huevecitos fríos e intactos. Porque para 1886, ya escaseaba el ave en la región, a pesar de haber sido tan numerosa. Pocos años después, se extinguió de la faz de la tierra. La paloma migratoria pasó de ser el ave más abundante de Norteamérica a la completa extinción en un tiempo récord: 50 años. “La gente todavía se pregunta por qué se extinguió”, escribió Vernon Bailey décadas después, cuando ya era un reconocido naturalista –el último gran naturalista autodidacta–. “Pero en verdad, no tenía nada de raro”. En ese entonces, los 1880, Elk River era una zona llamada de “frontera”. Las familias de pioneros tenían relativamente pocos años asentados y apenas se construían un patrimonio. En la actualidad, forma parte del Medio Oeste estadunidense: pay de manzana, los graneros del mundo, los republicanos. 22


Los granjeros descubrieron pronto que atrapar palomas era una buena opción para mejorar la economía familiar. Alrededor de seis familias se dedicaron a ello sistemáticamente. Vernon relató: “Uno de nuestros vecinos, Jim Kite, incluso dejó de trabajar su granja, ya que podía hacer entre seis y ocho dólares diarios durante el verano, capturando palomas para vender”. Cada dos días, el vecino mencionado enviaba unas 25 o 30 docenas de aves a Saint Paul y Minneapolis, las ciudades más cercanas. Ahí, los intermediarios compraban cada docena a un dólar o dólar con 25 centavos. Las palomitas eran utilizadas como presa en la caza deportiva. Es decir, estarían en una jaula, hasta que las liberaran para que la clase media y acomodada de la ciudad tuviera un blanco fácil. “Disparar contra palomas por las tardes era un deporte muy popular alrededor de las ciudades”, explicaba Vernon en la carta mencionada. “Los hombres de Minneapolis, que venían a nuestra región en otoño a cazar patos, fanfarroneaban sobre matar una docena de palomas cada tarde. Sobre lo fácil que era apuntar y atinarles apenas salieran de sus jaulas; sin darles una ventaja justa, antes de que pudieran volar lo suficiente para ponerse a salvo”. Los granjeros y pioneros de la frontera suplieron de inocentes palomitas para que los hombres en las ciudades jugaran a cazar. Cada verano, los granjeros las atrapaban por millares mediante trampas sencillas: Las palomas, que estaban en época de reproducción, abandonaban cada cierto tiempo sus nidos para comer. Entonces, el cazador sólo tenía que poner una buena cama de trigo fresco bajo la sombra de un árbol; y las avecitas se agolpaban por decenas. El hombre sólo tiraba de una cuerda, y les dejaba caer encima una red. 23


Las aves ya no regresaban a sus nidos. En ellos, los huevos se enfriaban “por millares”. Quedaban los cascarones intactos, guardando un embrión muerto al interior. Como los seis nidos cuidadosamente conservados por Vernon. “No había ley alguna para protegerlos, y no había nada que pudiéramos hacer. Excepto asustar a las palomas para que no cayeran en las trampas con cebos, bajo el riesgo de recibir un disparo”, concluye Vernon: “Un sólo hombre colocaba 20 o 30 de estas trampas. Eso ocurría en Elk River, y a lo largo de todo Estados Unidos”. “¿Es de verdad una sorpresa que las palomas hayan desaparecido?”, concluye.

Los pueblos indígenas y la pandemia en Guerrero

Kau Sirenio - Pié de Página - Voz de Lluvia - Tatyi Savi 28 enero, 2021 Mientras no haya información en lengua materna para las comunidades indígenas sobre la covid-19 en un estado que tienen una población indígena de 529 mil 780 personas, el semáforo rojo de la pandemia no tiene mayor repercusión porque hay una población excluida en el decreto del Consejo de Salud Estatal De acuerdo al periódico oficial del estado de Guerrero, el Consejo Estatal de Salud determinó transitar a semáforo rojo para contener la pandemia de covid- 19. La medida tiene el fin de contener la movilidad social en ese estado, debido al alto contagio que se registró en los últimos días. Sin embargo, los pueblos indígenas no figuran en el comunicado, cuando esto debería ser una prioridad para el gobierno del Estado, porque en la zona indígena no hay hospitales con suficientes camas que pueda atender a la población. 24


“… la epidemia de covid-19 en el Estado continua al alza y tomando en cuenta que al día 26 de enero de 2021 se tiene un registro de 30 mil 204 casos confirmados y 2 mil 971 defunciones; así como una prevalencia de casos activos de 1 mil 132, el Consejo Estatal de Salud ha determinado transitar a Semáforo Epidemiológico color Rojo, por lo que se ajusta la vigencia del porcentaje de ocupación, aforos y horarios de diversas actividades no esenciales”, se lee en el decreto. Esta información sería de mucha utilidad si se hiciera en lengua materna, para concientizar a toda la población la gravedad de la pandemia, pero en Guerrero, la difusión llega a cuentagotas y solo sirve para las personas que leen en español. De entrada, se violan los derechos humanos de los pueblos indígenas porque no cuentan con información suficiente para protegerse. El artículo 7 de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas señala qué: “Las lenguas indígenas serán válidas, al igual que el español, para cualquier asunto o trámite de carácter público, así como para acceder plenamente a la gestión, servicios e información pública”. Luego remarca la responsabilidad del Estado para garantizar estos derechos: “La Federación y las entidades federativas tendrán disponibles y difundirán a través de textos, medios audiovisuales e informáticos: leyes, reglamentos, así como los contenidos de los programas, obras, servicios dirigidos a las comunidades indígenas, en la lengua de sus correspondientes beneficiarios”. De acuerdo a este apartado, se violan el acceso a una salud plena, porque hasta ahora, no hay una instrumentación que garantice el derecho de los hablantes de la lengua materna tener información que requieren, es más, los ayuntamientos con población ni siquiera cuentan con programas de difusión en idiomas nacionales. 25


Mientras no haya información en lengua materna para las comunidades indígenas sobre la covid-19 en Guerrero, estado que tienen una población indígena de 529 mil 780 personas que cohabitan en la zona Centro, Montaña y en la Costa Chica, el semáforo rojo de la pandemia no tiene mayor repercusión porque hay una población excluida en el decreto del Consejo de Salud Estatal. Así las cosas, a pesar de los distintos instrumentos legales que el Congreso de la Unión legisló como medidas complementarias en favor de las poblaciones indígenas, estos aun no son aplicables para el gobierno federal, estatales y municipales. Porque su política es de exclusión y exterminio.

Machismo y adultocentrismo mantienen escuelas cerradas en México Daniela Jiménez - Pié de Página - Disecciones 31 enero, 2021

El gobierno y la sociedad en México han carecido de imaginación y acción para garantizar los derechos de la infancia, vulnerados por la pandemia. Mientras restauranteros presionan y abren las puertas a los comensales, las escuelas permanecen cerradas y la infancia aislada. Los daños sociales y emocionales aún son imprevisibles Soy mamá y trabajo de tiempo completo desde hace años desde casa. Esto que llevamos haciendo desde marzo, no tiene nada que ver con mi experiencia previa. He vivido la multiplicación de las labores de cuidado incluso en mi contexto de privilegio. Mi hija y mi hijo van a una escuela privada lo cual ha significado que tienen escuela por internet, con varias clases especiales lo cual les permite un poco de diversidad de actividades; pero para mí ha significado una gran dificultad para trabajar. No logro concentrarme por lapsos de más de 15 minutos. Siempre hay 26


algo: se cayó la conexión, no encuentro el libro, necesito tijeras. Veo a mis hijos cada vez más aislados. Mi pequeño de 6 años inició la primaria en pandemia y me dice que no tiene amigos y es verdad. No tiene ninguna interacción significativa con nadie de su edad. Lo que nunca había pasado, que odie la escuela, ahora es el reclamo cada tercer día. Mi hija de 10 años a veces platica por teléfono con sus amigas pero cada vez la veo más sola. Su pubertad frente a una pantalla: reafirmando su identidad, que si tal político es peor que otro, que si cree o no en Dios, frente a su salón sin oportunidad de después reírse correteando una pelota con quienes acaba de discutir. No soy experta epidemióloga, ni en derechos de la infancia, tampoco soy funcionaria pública, pero de ser mamá y de trabajar tiempo completo sí sé. Sé que en otras sociedades donde el papel de las mujeres trabajadoras es más valorado y la infancia es prioridad se han hecho multitud de esfuerzos por reabrir escuelas. Sé que con todo y la situación crítica que se está viviendo hoy en Reino Unido, el compromiso es que las escuelas sean lo primero en volver cuando las condiciones lo permitan (además de que las escuelas abrieron los meses previos). Sin embargo, en Ciudad de México, vale más la presión de los restauranteros y los dueños de cines que la formación y seguridad afectiva y social de las y los niños. Una de las cosas que más indignación me ha generado es que esta situación sea tan invisible. Niños y niñas encerrados en las casas 10 meses no son materia de escándalos en redes, programas de televisión o columnas de opinión. Son contadas las personas que hablan de este tema. Paridad de género en el Congreso y en el Gabinete han servido de nada para denunciar lo profundamente patriarcal que es esta estrategia de abrir todo antes que las escuelas. No importa que se vaya multiplicando la evidencia de que las escuelas son espacios con escasos contagios o que UNICEF haga llamados urgentes por reabrir por el bienestar de la infancia particularmente la más vulnerable. Al patriarcado le da lo mismo, nunca ha sido un problema suyo la crianza. 27


Nos va a salir caro irnos por “lo fácil”. Esta generación nos la va a cobrar. No me cabe duda. Les hemos fallado en lo más básico que es permitirles disfrutar, aprender, hacer amigos y amigas, correr porque sí y reírse por nada en estos escasos años que tienen para hacerlo. Para como vamos, fácilmente puede irse todo el ciclo escolar en esta situación. Cada día fuera de la escuela es un día menos de aprendizaje de habilidades y de interacción social que tendrán. El kínder y la primaria duran un suspiro. No permitamos que sigan siendo invisibles nuestros hijos e hijas, ni tampoco nosotras sus mamás.

Vengo del futuro

Fabrizio Mejía Madrid - La Jornada - 30 de enero de 2021 Lo que había comenzado como una noticia en una remota provincia de China terminó por ser una epidemia de tres oleadas que mató a millones en todo el planeta. Al inicio, la violencia era no-humana y, por lo tanto, carecía de trama: era un evento que sucedía fuera de nuestro control y decisiones. Se habló entonces de nuestra relación criminal con el planeta, de cómo invadimos esferas desconocidas que liberan virus que nos afectan. También se habló de la salud de los cuerpos, cómo estaban mal alimentados, mórbidos, y vulnerables. Se habló luego de los sistemas médicos que dependen de las ganancias, de su pobre cobertura, y de cómo la enfermedad ponía en evidencia las fracturas del poder y el privilegio. Traspasaba los cuerpos en forma de saliva minúscula y, de igual forma, rompía con las fronteras entre países. Pero lo que el virus le había hecho a las calles, los espacios públicos, las familias, y los cuerpos, la manera en cómo los habían transformado, dejó una desazón atmos-férica, sensible y afectiva que nada enmendaba. Y empezó la búsqueda del culpable.

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A diferencia de la guerra y sus muertes sacrificiales, llenas de sentido patriótico, la angustia e impotencia por el contagio no tenían trama, inenarrables, inexplicables. Se le exigió certeza a lo radicalmente incierto. El peligro se saltaba a algunas personas, se ensañaba con otras, y dejaba temblando al resto. Su injusticia aleatoria no nos cupo en las manos. Urgidos de una trama, recurrimos a la de siempre: los condenados. La enfermedad como castigo. Primero, estuvo la culpa del contagiado: ¿Qué hizo? ¿Salió, se reunió, se quitó el cubrebocas, no se lavó las manos? Luego, a un grupo: el que viajó, el inmigrante, el de afuera. Buscar al chivo expiatorio por antonomasia: el paciente cero en China o en Italia, en un laboratorio, en una base militar, un mercado de alimentos exóticos. ¿Quién fue el que provocó las muertes, los encierros, las convalescencias de millones? ¡A la caza del infeliz! Los medios exacerbaron las búsquedas punitivas. Ahora, a los presidentes, primeros ministros; mañana, a los equipos médicos, los científicos que no podían dar respuestas binarias a lo mudable. Las partes más antiguas de nuestros cerebros encontraron amuletos modernos: el cubrebocas que da invulnerabilidad a quien lo porta, como las máscaras en un ritual añejo; las pruebas rápidas como una forma de saber de una vez por todas si uno estaba o no condenado; las vacunas que contuvieron las supuestas ideologías de las naciones que las producían. La rusa, la china, y las de marcas farmacéuticas como estados encubiertos. Encontrábamos algo narrable: los países. Del fondo más atávico emergió la trama de siempre, la de la guerra y una idea ancestral de lo político como negación del otro. Tratamos de borrar la dispersión sin fronteras de la epidemia haciéndola nacional: comparar el número de muertos entre países, los vacunados, las camas ocupadas, los respiradores mecánicos. La guerra se hizo también interna. Estuvimos más cómodos repartiendo culpas que aceptando lo imprevisible. Las teorías de la conspiración, tan útiles para asignarle a una causa simple los problemas complejos, se extendieron sin pudor. Fue el tiempo en que se comenzó a debatir, de nueva cuenta, la censura, quién debía o no asumirse por encima de la expresión de los otros.

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Que no lográramos narrar la epidemia por sí misma nos trajo consecuencias que aún ahora se sienten. El duelo no pudo asirse a una trama y se hizo atmosférico. Se desataron en la cultura dos vías de acceso a él: por un lado, las varias ideas de renacimiento que incluyeron la vuelta a la naturaleza, la angustia por ganarle al cambio climático y por preveer nuevos virus escondidos en cuevas y bajo el hielo y, por otro, el desencanto de que, en esta vida, nada terminaba por resolverse. Si bien la cultura del zombie, del muerto viviente que regresa a asediarnos por nuestra falta de duelo ya estaba en marcha antes de la epidemia, tuvo nuevos horizontes, ahora por las teorías de la física cuántica; después, por el renovado interés en la comunicación con los espíritus, las energías, los mensajes que ya no pudieron darse. Todo ello dio lugar a la cultura del cuerpo ausente, ya sea desde nuestras pantallas móviles, ya sea en entramados cada vez más místicos. Del lado del desencanto, las muertes sin sentido político ni martirio trascendente dejaron una estela de silencios, de tartamudeos para tratar de designar lo que se vivió como un tiempo de eterna duración ante la insuficiencia humana. Al arte del encierro le siguió el de los silencios de lo que ya no supimos por nuestra tendencia a la evasión hacia lo incierto, el azar, el horror cotidiano de la biología. A la fecha, no existen lugares que conmemoren la epidemia. A falta de campos de batalla o héroes nombrables –salvo el genérico de “los médicos de la primera línea”–, la pérdida resonó en reverberaciones difíciles de fijar. Emergió un tipo de cultura que me atreveré a llamar “convaleciente”: aquella en que las cosas se ven como por primera vez después de una larga enfermedad. Sin poder tomar todavía una acción hacia el mundo, el habitante del mundo en recuperación está admirado de nuevo por el mundo a través de su ventana. Quizás por ello, vemos ahora a tanta gente que se pasma ante una flor en un jardín público o el estupor cuando la luz cambia por el simple paso de una nube. A veces hasta parece que piensan en lo que se les perdió.

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Gira por la vida y la esperanza

Raúl Zibechi - La Jornada - Viernes 29 de enero de 2021 En todos los rincones del mundo los de arriba están perpetrando un genocidio silencioso de pueblos originarios y negros, de campesinos y pobres, de la ciudad y del campo. El ejército de Turquía invade el norte de Siria, arrasando aldeas y ciudades kurdas. El gobierno de Israel no vacuna a la población palestina. En Manaus (Amazonia de Brasil) mueren miles en hospitales colapsados. En apenas tres semanas de 2021, se produjeron ya seis masacres en Colombia, con un saldo de más de 15 muertos (https://bbc.in/36fznA2). Los feminicidios se multiplicaron durante la pandemia, como parte inseparable del genocidio contra las y los de abajo. En Chiapas las bandas paramilitares atacan con armas de fuego a las comunidades en MoisésGandhi. El guion es siempre el mismo: los paramilitares como la Orcao, con asesoramiento de las fuerzas armadas, atacan bases de apoyo zapatista; el gobierno federal y el del estado callan, o sea, consienten. Los medios y los partidos callan, o sea, consienten. En las periferias urbanas latinoamericanas y en las remotas áreas rurales no sólo no se habla de vacunas, sino que tampoco tenemos infraestructuras hospitalarias en condiciones, ni médicos ni enfermeras suficientes. Una característica de la tormenta contra los de abajo es que a nadie le importa. Nadie reacciona, ni se conmueve. La indiferencia es la política de los estados y de buena parte de la “opinión pública”. Ayot-zinapa sucede todos los días, no sólo en México. Es una política consolidada arriba y aceptada con entusiasmo por el sistema político. Es un cerco militar y mediático contra los pueblos, para inmovilizarlos, mientras el capital (liberado de 31


controles) profundiza su extenso e intenso proceso de concentración y centralización en cada vez menos manos. La gira zapatista por tierras europeas es una oportunidad para romper el cerco, para volvernos a juntar en espacios comunes, hacernos escuchar y tejernos como pueblos en resistencia. La propuesta zapatista anunciada en octubre y actualizada el primero de enero en la declaración “Por la vida” es un enorme esfuerzo de las comunidades para romper el cerco de la muerte. La respuesta desde Europa vino de la mano de más de mil colectivos en más de 20 países que declaran su voluntad de sumarse y organizar una gira que llevará a más de 100 zapatistas, en su mayoría mujeres, por muchos rincones del continente. No será nada sencillo organizar una gira tan amplia en un momento en el que la pandemia no halla límites, brindando una ocasión a los gobiernos y las policías para acotar la acción colectiva. En Europa se limitaron los derechos de reunión y de manifestación, lo cual en estos momentos arroja muchas dudas sobre cómo será la celebración del 8 de marzo. También será muy difícil que miles de activistas consigan ponerse de acuerdo, ya que provienen de diferentes historias, ideologías y modos de hacer. Estas diversas culturas políticas encontrarán dificultades para superar el egocentrismo individual y colectivo, la inevitable búsqueda de focos mediáticos para algunos, siempre pocos, pero con gran poder disgregador. A las dificultades propias de la situación deben sumarse las que provienen de tantos años de fragmentación y, sobre todo, de la continuidad de una cultura política centrada en los estados, en los varones caudillos y en los discursos que no van acompañados de prácticas coherentes. La expedición zapatista brinda la ocasión para encarar otras dos tareas necesarias, además de la mentada ruptura del cerco. 32


La primera es que permitirá enlazar y coordinar colectivos que habitualmente están distantes o que ni siquiera se conocían. No se trata de crear nuevos aparatos o estructuras, sino de abrir un amplio abanico de vínculos horizontales e igualitarios, algo mucho más difícil aún que establecer una “coordinadora” que a menudo repite los vicios de los aparatos. La segunda es que conocer más a fondo los modos zapatistas de hacer puede permitir a muchas personas y colectivos adentrarse en culturas políticas que hasta ahora sólo algunos grupos feministas y juveniles han puesto en práctica. Una de las constataciones más deprimentes en los ambientes militantes es comprobar cómo década tras década se tienden a repetir los mismos vicios que, ingenuamente, creíamos superados. No hay modo de superarlos sino haciendo, errando y volviendo a hacer, hasta encontrar modos de trabajar que no lastimen, ni excluyan, ni humillen. La gira zapatista será una fuente enorme de aprendizaje para los más diversos colectivos anticapitalistas. Primero, constatar que se puede, que los de arriba no son tan poderosos como parecen. Segundo, que podemos sumar más y más personas sin reproducir el sistema, buscando confluencias entre quienes sufrimos similares opresiones. Desafío y esperanza a la vez. Si todo marcha bien, en el sur del continente reproduciremos la expedición. Estos días estamos dando los primeros pasos, tímidos por ahora, para desplegar las energías que nos permitan seguir rompiendo cercos.

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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 3 de febrero 2021


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