Recopilatorio 25 de agosto

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 25 de agosto 2021



Vergüenzas

Gustavo Esteva - La Jornada - 23 de agosto de 2021 Es difícil evitar una sensación de vergüenza ante lo dicho y hecho en relación con algo muy extraño denominado “conmemoración de la caída de Tenochtitlan”. Es pena ajena. No es de todo mundo. Pero la verdad es que quienes pasan por el sistema educativo mexicano, aunque sea por pocos años, son formateados para que adopten como propia, en la cabeza y el corazón, una invención muy extravagante que se llama “historia de México”, de la que forma parte ese ­“episodio”. Los niños deben aprender de memoria, con devoción religiosa, textos tan vergonzosos como el Himno Nacional Mexicano, con todas sus atrocidades. Deben también participar en rituales insensatos y hasta emocionarse ante gestos fuera de lugar y de sentido. Pocas personas se enteran que México fue inventado como Estado y nunca ha podido ser nación. Ni siquiera la definición elemental que alude a quienes nacen en un lugar se aplica en nuestro caso. Se pone la etiqueta de mexicano a personas que no nacieron aquí, y se le niega a muchas otras que han estado en este suelo por cientos o hasta miles de años. Desde el principio se trató de construir la nación con elementos ajenos. El discurso oficial para dar a conocer nuestra primera Constitución estableció el principio de la importación de ideales: “Si en todos nuestros pasos nos hemos propuesto por modelo la república feliz de Estados Unidos del Norte, imitémoslos en la prudencia con que se han conducido en posición muy parecida a la nuestra, pero es necesario entender que nosotros necesitamos de mayor esfuerzo para conseguir el mismo objeto: nuestros hábitos, la corrupción que nos dejaron de herencia nuestros anteriores gobiernos, la naturaleza de nuestra organización política, de nuestra legislación y la gran masa de hombres que hoy no encuentran la precisa subsistencia por causas que están a la vista de todos, constituyen otras tantas diferencias esenciales, que 1


hacen más peligrosa nuestra situación”. El párrafo culmina en la ilusión, promesa y compromiso de “llegar por fin al templo de la felicidad, la gloria y el reposo”. Resulta vergonzoso que se mencionaran desde 1824 condiciones como la corrupción o la miseria que nos definen hasta hoy. Pero es aún más vergonzoso que la construcción “nacional” se concibiera como mera copia de nuestros vecinos. No sólo imitamos el nombre: somos Estados Unidos Mexicanos, no México. También, hasta hoy, imitamos todo lo demás. El american way of life sigue siendo credo y obsesión de muchas personas, desde las más altas esferas del gobierno, la academia y la sociedad hasta el último pueblo aislado, al que han llegado de regreso quienes fueron en busca del american dream. Se reconoce mundialmente que Oaxaca es un paraíso gastronómico. Es una vergüenza que haya ahí niños y jóvenes que se resisten a comer si no les sirven una hamburguesa con cátsup. En vez de las deliciosas y variadas aguas frescas locales, exigen refrescos de cola con sus tóxicos. Es sabido que la arqueología es el más creativo de los géneros literarios. Con unas cuantas piedras que alguien encuentra por ahí pretende describir una civilización. La historia no se queda muy atrás, aunque se afana en que su tarea tenga un sello específico: colonizar el pasado con imágenes, miradas y categorías del presente. En estos días se han estado usando abundantemente esos recursos, con textos de dudosa calidad, para referirse a lo que supuestamente ocurrió hace 500 años. Ninguna de las fuentes es confiable, pero se presentan como hechos un conjunto de mitos que se han utilizado siempre para dominar. La extrema derecha española usó la fecha para reafirmar su versión tradicional, la que define a Occidente: que la invasión habría tenido el propósito de civilizar a salvajes violentos e inhumanos. Ahí mismo, sin embargo, en la ciudad en la cual seguían rezando esa letanía insensata, les informaron que nunca habían sido conquistados quienes hoy hablan en nombre de los pueblos 2


que vivían aquí hace cinco siglos. Quienes el gobierno mexicano llama “extemporáneos” fueron a mostrar valientemente lo que han sido y son. Fueron también a desafiar tanto ideas como prácticas del régimen dominante, ese régimen que habría tomado Tenochtitlan y hoy se dedica a destruir el mundo. Criollos y mestizos dieron forma a la primera Constitución de México, en la cual se menciona una sola vez, como tribus extranjeras, a los pueblos que constituían la mayoría de la población del nuevo país. Son también criollos y mestizos quienes hoy presumen de haber enchufado al país a la economía estadunidense y siguen usando como modelo esa república. Acostumbran negar la inmensa carga de racismo y sexismo que existe en la condición mestiza que han asumido sin sentido crítico. En uno de los momentos más atroces de la historia humana, cuando la guerra total arrasa todo a su paso y se han desvanecido los horizontes que se empleaban de guía, los pueblos verdaderos abren hoy caminos creativos de construcción de la nueva era. No “cayeron” ni entonces ni ahora. Al contrario. Son semillas de lo nuevo. Y están ­f loreciendo. gustavoesteva@gmail.com

Atom. Los 500 años y esa caja llamada “indígena” Yásnaya Elena A. Gil - El País - 22 Ago 2021

Ser indígena no es un rasgo esencial, es una posición en la historia, no es toda ella. Pensarlo así nos abre a un futuro en el que podamos seguir siendo mixes, zapotecos o paipai sin ser indios, sin ser indígenas La lectura del libro En donde se mete el sol. Historia y situación actual de los indígenas montañeses de Baja California del sociólogo y antropólogo Everardo Garduño me acompañó la primera 3


vez que pasé una temporada en un pueblo indígena fuera de las fronteras de esta región del mundo llamado Mesoamérica y desde la cual escribo estas líneas. A petición de la lingüista Elena Ibáñez, especialista de las lenguas de la familia lingüística yumana y en especial del idioma paipai, me integré al equipo de documentación lingüística que ella coordinaba y pasé un poco más de tres meses en Misión de Santa Catarina, lugar desde el cual visitamos otros pueblos yumanos. Esta estancia en el desierto de Baja California fue muy importante para poner en crisis muchas de las ideas que tenía yo sobre la categoría indígena y que me había formado durante el periodo escolar. Acompañada de las enseñanzas de Elena Ibáñez sobre este conjunto tan particular de lenguas y de la lectura del libro de Garduño, coincidí con ambos sobre la idea que una gran parte de la reflexión que se ha hecho sobre los pueblos indígenas en México está atravesada de un “mesoamericanocentrismo” comandado por la historia oficial. Los contrastes se me fueron revelando desde nuestra llegada; acostumbrada a las frías montañas altas de la Sierra Mixe o al clima de la Ciudad de México, el proceso de adaptarme al calor y a la geografía del desierto con su extraordinaria belleza se acompañó de un aprendizaje paulatino de las grandes diferencias entre un pueblo profundamente mesoamericano como el mío y una cultura tan rica y distinta como la de los pueblos yumanos. La disposición de las viviendas (muy alejadas unas de otras) y la manera en la que habitaban el territorio contrasta con la aglomeración central de los caseríos de nuestras comunidades mixes, la organización en estructuras clánicas se distingue en muchos sentidos de nuestras actuales estructuras comunitarias, el protagonismo simbólico del piñón se corresponde con la importancia del maíz en nuestro caso, entre otras muchas diferencias que cotidianamente se me iban revelando. Mientras documentamos la lengua, iba leyendo también sobre el proceso mediante el cual se estableció el orden colonial en esas tierras a través del establecimiento de misiones jesuitas contra las cuales la población nativa se rebelaba continuamente, 4


rebeliones que fueron sofocadas con particular violencia, saña y crueldad. La “pacificación” de esos territorios y su sujeción al gobierno virreinal duró mucho tiempo y muy poco tiene que ver con lo sucedido en estos otros territorios después de la caída de Tenochtitlan. En medio del desierto, me surgió una pregunta: si las características actuales, la lengua y la historia de los pueblos yumanos es tan distinta a la de los pueblos mixes, si hallo más rasgos culturales compartidos entre una persona mestiza de la ciudad de Oaxaca y una zapoteca de los valles centrales que entre esta última y una persona del pueblo paipai, ¿por qué entonces el pueblo zapoteco, el pueblo mixe y el pueblo yumano somos pueblos indígenas? La historia oficial ha dotado de contenido cultural a la categoría indígena, como si entre todos los pueblos que estamos catalogados así compartiéramos características predominantemente culturales y eso sostuviera la clasificación. ¿Cuál es la relevancia de la caída de Tenochtitlan para los pueblos yumanos de Baja California? Si bien es cierto que la manera en la que se experimentó el establecimiento del poder colonial para la población yumana fue decididamente muy distinta a la que experimentamos en el sur de lo que ahora es México, también es verdad que con el paso del tiempo ha tenido el efecto de irnos colocando en una misma categoría, en la misma caja etiquetada como indígena, que borra experiencias muy contrastantes de experimentar el proceso de colonización. Debido a la ya sabida confusión de Cristóbal Colón, la categoría “indio” fue nivelando y borrando con el tiempo las diferencias entre pueblos, lenguas y culturas contrastantes, naciones radicalmente distintas. La categoría “indio” se cambió a “indígena” con el establecimiento del Estado mexicano, para la corona española fuimos indios, para el Estado mexicano, indígenas. El historiador Sebastian van Doesburg apunta que si, de manera arbitraria, fijáramos el comienzo de la historia de los pueblos mesoamericanos con la domesticación del maíz, un pueblo como el zapoteco tendría una historia de aproximadamente 9 mil años, de los cuales solo 500 años han sido indios y 200, indígenas. Los miles de años de historia de nuestros pueblos no 5


están determinados por lo que les ha sucedido solo durante los últimos 500 años. Esto revela entonces que ser indígena no es un rasgo esencial, es una posición en la historia, es un momento de esa historia, no es toda ella; pensarlo de este modo nos abre entonces a un futuro en el que podamos seguir siendo mixes, zapotecos o paipai sin ser indios, sin ser indígenas. Esto significaría que los sistemas de opresión establecidos hace cinco siglos y que ahora nos tienen confinados en la categoría indígena habrían desaparecido. Si antes fuimos mixes sin ser indígenas, podríamos volver a serlo. Esta postura nos ayuda a imaginar radicalmente de otra manera y fuera de esa caja llamada “indígena”. Alguien, escandalizado me decía que entonces yo quería dejar de ser indígena, le respondí que sí, que deseaba dejar de ser indígena, pero jamás dejar de ser mixe. Nuestro pasado nos muestra que eso es posible para el futuro. Las posibilidades que nos abre historizar la categoría indígena y dejarla de ver como un rasgo esencial u ontológico de nuestros pueblos permite pensar e imaginar otros futuros posibles, así, en plural. Muchas de las discusiones que se están dando en este año a propósito de la caída de Tenochtitlan y de lo que el Gobierno ha llamado la conmemoración de la “resistencia indígena” se construyen sobre solo una parte de eso que están llamando indígena. Se entiende que la conmemoración se da a la raíz de algo sucedido a Tenochtitlan, pero, dado que se nombra la resistencia indígena, sería importante no apartar de nuestras reflexiones la evidencia de que eso que llamamos Conquista fue un proceso largo y muy distinto para muchos de los pueblos del norte del México actual. Poner de relieve estas diferencias nos puede ir revelando que “indígena” es más que una categoría cultural basada en características o historias mesoamericanas, que es una caja política donde la opresión tanto de la colonia como la del Estado nos ha confinado a pueblos tan distintos como el maya y el kiliwa. Sin embargo, las ricas y variadas historias de nuestros pueblos nos muestran que el futuro puede ser distinto: que es posible escapar de la caja porque ya antes existimos fuera de ella. 6


La NADA ante la barbarie

Jacobo Dayán - Animal Político - Nunca más - 18 de agosto, 2021 Seguimos brincando de un tema a otro. Atorados en la coyuntura y en los dichos presidenciales. Atendiendo el escándalo y omitiendo la urgencia, la barbarie. Estamos en la NADA rodeados de podredumbre. En la Bienal de Venecia en 2009, Teresa Margolles presentó una instalación artística llamada “¿De qué otra cosa podríamos hablar?”. En efecto, no se puede omitir hablar de la violencia, la impunidad, el horror. Margolles presentó en su obra “residuos de ejecuciones, sangre y otros fluidos humanos recogidos por la artista y sus colaboradores en el lugar de los asesinatos”. Buscaba sacudir mediante el arte. Colocar la atención donde debía y debe estar. Cualquier otra cosa resultaba y resulta trivial, escenográfica. Había que hablar de la violencia. Una docena de años después estamos igual, preferimos no ver y no hablar de la monstruosidad. Basta de simular, de tranquilizarnos con regresar cada tanto al tema, asumámonos como parte del problema. No hay tiempo ni espacio para más. En concreto, ¿qué hace el gobierno por garantizar verdad y justicia? ¿Qué hace para disminuir la violencia? ¿Qué hace para garantizar la búsqueda de mucho más de 90 mil desparecidos? La respuesta a lo anterior es NADA. No hace NADA al igual que los dos sexenios anteriores. Solo simula, realiza acciones que lejos están del tamaño del reto. En el discurso presidencial se niega la realidad, la impunidad, las masacres. Mientras tanto, la SEGOB se dedica a administrar a las víctimas. A ofrecer disculpas mientras el Estado niega verdad y justicia. Simula mientras algunos le aplauden. Igual que en los últimos sexenios. Solo cambian los aplaudidores. La clase política, toda ella, está en las mismas que hace 15 años. Siguen en la NADA. Ni una iniciativa, ni posicionamientos se7


rios para garantizar la verdad, la justicia y la paz. Su único interés es la repartición del poder y la garantía de impunidad. Por su parte los grandes medios, en su inmensísima mayoría, prefieren sumarse al caso del momento, al escándalo del día, a la estridencia de la presidencia, al análisis sofisticado de la simulación o de la NADA. Resulta más fácil hablar de cualquier otro problema antes que del horror y de la inacción de la clase política en estos temas. Se acercan con el caso a caso, pero prefieren abandonar los fenómenos. Casi ninguno abraza una agenda de mediano y largo plazo con compromiso serio y una pedagogía permanente que es parte de su obligación en contextos como el mexicano. Una pedagogía de todos los días, con espacios permanentes hablando y contextualizando el horror. Prefieren hacer malabares relativizando. Aportan poco o NADA a la urgencia. Fuera de contadas excepciones, otros actores sociales también están en la NADA. ¿Dónde están las Iglesias? ¿La clase empresarial? ¿La academia? Por último, ¿dónde estamos todas y todos? ¿Dónde está nuestra exigencia y capacidad de indignación? ¿Cuál es el umbral para gritar BASTA? El horror no desaparecerá por sí solo. Imposible decirlo mejor que el EZLN: “Se le insiste en que se organice porque, acaso sin saberlo, usted forma parte de las futuras y probables víctimas”. La resistencia está en los colectivos de víctimas, el EZLN y CNI, el movimiento feminista, el escaso periodismo independiente y unos cuantos más por aquí y por allá que no alcanzamos a ser masa crítica. Masa crítica que solo podrá lograrse mediante la articulación desde abajo, la exigencia desde abajo, la movilización desde abajo, el compromiso desde abajo. Regresando al posicionamiento del EZLN: “Pero, si usted logra sustraerse de esa maldición, aunque sea por un momento, dirija su mirada a las víctimas… Si no lo hace por empatía y sensibilidad humana, al menos hágalo por aquello de ‘hoy por ti, mañana por mí’… Organícese… Grite, raye, pinte, cante, baile, haga ges8


tos, guarde silencio, camine, corra, quédese quieto. Usted decida qué y hágaselo saber a las víctimas… O póngase de acuerdo con otros, otras, otroas, y analicen, discutan, debatan… Hágalo porque tal vez, debajo de clasificaciones, banderas, escudos y consignas, usted es un ser humano”. Este debe ser el debate y quehacer público, por más crudo que sea. No solo es un imperativo moral, es un acto de sobrevivencia personal, social y de la democracia misma. ¿De qué otra cosa podemos hablar? Solo de una exigencia de verdad, justicia y paz. Eso o seguir regodeados en la NADA. Ante la brutalidad, el resto es escenográfico, frívolo y criminal.

Afganistán: el gran juego continúa Carlos Fazio - La Jornada - 23 de agosto de 2021

Las mentiras mediáticas de la propaganda occidental sobre la caída de Kabul y la “retirada” de Estados Unidos de Afganistán, lejos de reflejar el desmoronamiento definitivo del imperio del caos podría significar un reposicionamiento −con nuevos elementos de privatización militar vía sofisticadas tecnologías, drones, bombarderos de largo alcance, mercenarios y redes de espionaje− que obedece a una reconfiguración geopolítica, donde la misión principal del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ya no será la “guerra contra el terrorismo”, sino tratar de aislar a Rusia, potencia energética regional, y acosar a China por todos los medios en la expansión de las nuevas rutas de la seda. La “guerra contra el terrorismo” de la administración Bush hijo fue una falacia. Se ha documentado ampliamente que el pretexto para librarla fue una fabricación. La invasión a Afganistán, en 2001, no fue una respuesta al 11 de septiembre: ya estaba planificada desde julio anterior. Y Osama Bin Laden y la red Al-Qaeda no eran una amenaza a los anglosajones, sino su 9


instrumento. Tampoco fue una “intervención humanitaria” para restaurar la democracia, como lo acaba de reconfirmar el presidente de EU, Joe Biden. Ahora, como entonces, los medios hegemónicos occidentales pretenden ignorar el apoyo de la CIA y el Pentágono a las organizaciones terroristas internacionales. Cuando en julio de 1979 triunfó la insurrección sandinista en Nicaragua y en diciembre siguiente la Unión Soviética intervino en la República Democrática de Afganistán invitada por el gobierno socialista de Nur Muhammad Taraki, el presidente de EU, Ronald Reagan, y el director de la CIA, George Bush padre, crearon, armaron, entrenaron, abastecieron y cofinanciaron (junto con Arabia Saudita) a los contras nicaragüenses y a los muyahidines afganos (poco después talibanes) y los llamaron freedom fighters (“luchadores por la libertad”). El propio Bin Laden reconoció al New York Times, que el complejo de Tora Bora, donde se escondían los miembros de Al-Qaeda, había sido creado con ayuda de la CIA y funcionaba como una base para los afganos y los voluntarios que venían de los países árabes y musulmanes para luchar contra los soviéticos y el gobierno de la época, donde eran entrenados por oficiales estadunidenses y paquistaníes. Otra fuente de financiamiento de las acciones terroristas de la contra nicaragüense y los talibanes afganos era el tráfico de drogas. Durante la ocupación estadunidense, la superficie dedicada al cultivo de amapola (adormidera) en Afganistán se cuadruplicó y el opio se convirtió en la principal actividad económica del país. Y no es secreto que la heroína afgana sirvió para financiar las actividades encubiertas de la CIA. La invasión militar a Afganistán por EU y sus socios de la OTAN respondió a los intereses de los gigantes petroleros angloestadunidenses (Unocal, Chevron, British Petroleum), aliados con los cinco grandes fabricantes de armas: Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grumman, Boeing y General Dynamics. Afganistán resulta estratégico, no sólo porque bordea el corredor de la “ruta 10


de la seda” que une al Cáucaso con la frontera occidental de China, sino porque se ubica en el centro de cinco potencias nucleares: Rusia, China, Pakistán, India y Kazajistán. El corredor euroasiático cuenta con reservas de petróleo y gas natural similares a las del golfo Pérsico, lo que convierte a Afganistán en un territorio clave para el cruce de las rutas de transporte y oleoductos, y en puente terrestre lógico para los oleoductos que van hacia el sur, desde la antigua república soviética de Turkmenistán hasta el mar Arábigo, a través de Pakistán. Como dijo en 1997 Graham Fuller, “experto en política” de la CIA, “quien controla ciertos tipos de ductos e inversiones” en la región euroasiática, “tiene cierta fuerza geopolítica” aun cuando no tenga el control físico del petróleo. De allí que la invasión fue para establecer un punto de apoyo esencial a través de una red de bases militares en la intersección estratégica de Asia Central y del Sur, complementado después con la ocupación de Irak. De entonces datan, también, los nexos de las administraciones Clinton y Bush hijo con las organizaciones islámicas fundamentalistas, que continuaron bajo las de Obama, Trump y Biden. Tras la salida de EU de Kabul, negociada en Doha por la administración Tump y el Talibán en febrero de 2020, el gran juego geopolítico, que incorpora como actores regionales a China y Rusia, se reanuda. Moscú podría ayudar a Afganistán a reconstruir la hidroeléctrica de Naghlu y cooperar en el tendido de gasoductos y la construcción de instalaciones petroleras. A su vez, Pekín quiere extender el corredor económico China-Pakistán, uno de los proyectos insignia de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a Afganistán. Y ofrece a los talibanes proyectos de infraestructura, energía y minería, con énfasis en la explotación de litio y de los minerales en “tierras raras”, esenciales para las nuevas tecnologías militares, computacionales y espaciales. Según Thierry Meyssan, EU no perdió Afganistán, quiere que esa zona siga siendo inestable. El objetivo de ­Washington es que las empresas de cualquier país, China incluida, tengan que aceptar la protección de EU para poder explotar las riquezas afganas. 11


El imperio del caos −como llamó hace 20 años Alain Joxe a EU− puede seguir creando conflictos “en la sombra” y utilizar sus fuerzas especiales clandestinas, contratistas privados (mercenarios) que reciben órdenes del Pentágono y de la CIA y grupos terroristas de fundamentalistas islámicos, para destruir toda forma de organización política en esa región. Incluso, podrá supervisar una variedad de bombardeos a Afganistán desde su base Centcom en Qatar y otras bases militares instaladas por Biden en países vecinos. Como señaló el analista Pepe Escobar, la “pérdida” de Afganistán puede interpretarse como un reposicionamiento de EU. Se ajusta a la nueva reconfiguración geopolítica donde las nuevas misiones de la CIA y el Pentágono serán aislar a Rusia y acosar a China. Para ello necesita un nuevo chivo expiatorio; un nuevo eje del mal. El eje es Talibán-Pakistán-China.

Secuestro de la lucha por el agua y la vida

Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo - 21 de agosto de 2021 Vicente Suástegui Muñoz, miembro del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (Cecop), fue golpeado, herido de bala y subido a un vehículo por personas armadas la noche del 5 de agosto. Familiares, activistas y organizaciones de derechos humanos emprendieron la búsqueda desde entonces, presionando también a las autoridades para dar con su paradero. Vicente es hermano de Marco Antonio, líder de la lucha contra la presa La Parota que, de concluirse, desaparecerá 13 poblados y forzará a 20 mil habitantes a abandonar sus hogares (de los cuales 76 por ciento de integrantes se dedican a la actividad agrícola); además de afectar más de 14 mil hectáreas de cultivo y provocar la desaparición de los mantos freáticos que abastecen de agua al puerto de Acapulco, Guerrero. El Cecop nació en 2003 y desde entonces ha sido atacado por los gobiernos en turno. Represión, encarcelamiento, amenazas 12


y una peligrosa e inducida división comunitaria han provocado confrontaciones entre simpatizantes del comisariado de bienes comunales de Cacahuatepec y miembros del consejo, todo en el contexto de la defensa del río Papagayo. “La desaparición de Vicente se da en un clima de violencia perpetrada tanto por actores estatales como por grupos de la delincuencia organizada, que en algunas ocasiones actúan en connivencia. Por esa razón, las autoridades estatales tienen que agotar todas las líneas de investigación, tomando en cuenta su activismo social, los actos de molestia de los que fue objeto por parte de la Marina en su domicilio e identificar el vehículo y las personas que perpetraron la desaparición”, demandó Tlachinollan. Con palas y picos los familiares empezaron la búsqueda de Vicente por los lugares más peligrosos de Acapulco, donde se han reportado asesinatos y presencia de grupos de la delincuencia. Han realizado marchas, concentraciones, pronunciamientos y han emplazado a los gobiernos estatal y federal a agilizar las investigaciones. Fue hasta nueve días después del secuestro que las autoridades se unieron a la búsqueda. Pero nada se sabe hasta hoy. El secuestro de Vicente es el intento del secuestro de una lucha. desinformémonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx

¿Militarización en México? Sí, y militarismo Gilberto López y Rivas - La Jornada - 20 de agosto de 2021

El término militarización se refiere, en diccionarios de uso común en castellano, a la “potenciación de las fuerzas armadas”, o su utilización “en tareas no tradicionales, como el desarrollo”, o para combatir “amenazas internas de carácter no militar o para realizar misiones que competen a las policías –como el combate del crimen organizado–”. Se señala que no se debe confundir militarización con militarismo, que es “la imposición de valores, perspectivas e ideales militares sobre la sociedad civil, lo cual, 13


sin duda, resulta aún más peligroso que la militarización”. Incluso se plantea la acepción de militarización económica, “cuando existen empresas y sectores económicos de un país en manos de militares”. La Enciclopedia libre va más allá. Destaca que “uno de los aspectos de gran relevancia y que generan mayor preocupación en relación con los procesos militarizadores de las sociedades se refiere a la generación de violencia que de manera implícita se da en la militarización”. Revisemos algunos datos que apuntan perceptiblemente hacia una militarización y militarismo en el gobierno de la Cuarta Transformación. 1. 1) El decreto publicado el 11 de mayo del 2020 en el Diario Oficial de la Federación, en que se dispone de la fuerza armada permanente para llevar a cabo tareas de seguridad pública, a pesar de las promesas de campaña de “regresar los soldados a sus cuarteles, en un plazo no mayor de seis meses”, no obstante su fracaso evidente en la lucha contra el crimen organizado, considerado por el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres como “un conflicto armado no reconocido”, y a contracorriente de señalamientos de numerosas organizaciones de derechos humanos, nacionales e internacionales, sobre la inconstitucionalidad de la medida, y la ausencia de mecanismos de fiscalización y rendición de cuentas. 2. El incremento progresivo y exponencial del presupuesto público destinado a las fuerzas armadas (secretarías de la Defensa Nacional, Marina y la Guardia Nacional), cuyo monitoreo y escrutinio es tan reservado como opaco en cuanto a licitaciones, alcances y auditorías, mientras otras secretarías de Estado sufren recortes de hasta 75 por ciento de su presupuesto, en detrimento de tareas sustanciales en la salvaguarda del patrimonio y el interés nacional. 3. El aumento de misiones de los militares que secretarías civiles podrían llevar a cabo: construcción de cuatro aeropuertos y tres tramos del Tren Maya, cuarteles de la Guardia Nacional, 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar, además de asignarles la administración del futuro aeropuerto metropolitano, y de tres más en la península de Yucatán, así como las 14


eventuales ganancias del Tren Maya para pensiones de militares. Entrega a la Secretaría de Marina del control de aduanas marítimas y terrestres, así como de los puertos del país. Administración de 10 hospitales, y puesta en práctica de cientos de filtros sanitarios en aeropuertos, centrales de autobuses, carreteras y diversos lugares públicos. Participación en diversos programas asistenciales que, por cierto, están indicados en manuales de contrainsurgencia para mostrar el rostro amable del estamento castrense: Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro (con 33 centros de capacitación), entrega de fertilizantes, distribución de libros de texto y materiales educativos, salvamento paleontológico y arqueológico, inauguración de museos de sitio; ello, a través de asignaciones directas o convenios de colaboración con otras dependencias federales, como la secretarías de Educación, Agricultura, Pemex, INAH, exaltando en los medios de comunicación, dentro del ámbito del militarismo, la disciplina y el profesionalismo de los ahora considerados, de nueva cuenta, pueblo uniformado. 4. La amnesia manifiesta del gobierno actual en torno al involucramiento de ese pueblo uniformado en la violación de derechos humanos durante las décadas de “guerra contra el narcotráfico”, y en las masacres, represiones y crímenes de Estado y lesa humanidad del siglo pasado contra ferrocarrileros, médicos, telegrafistas y maestros, contra estudiantes en Tlatelolco y San Cosme; en el asesinato de dirigentes populares, como Primo Tapia de la Cruz, Rubén Jaramillo y su familia, en desapariciones forzadas, como las narradas por el general José Francisco Gallardo en su tesis de doctorado, en los años de la guerra sucia, cuando se adoptan técnicas contrainsurgentes utilizadas por los militares franceses en Argelia, como los vuelos de la muerte, y en la formación de grupos clandestinos, como el Batallón Olimpia, la Brigada Blanca, los halcones, o los grupos paramilitares en Chiapas, los “peces más bravos” que aconsejan los manuales de guerra irregular de Sedena, para neutralizar a la guerrilla. Esto, a reserva de que siempre habrá “otros datos” y “otras lógicas” para el análisis de la realidad. 15


Simón Pedro y el aguijón de Acteal Raúl García* - La Jornada - 19 de agosto de 2021

Difícil militar en las causas sociales del planeta Tierra y no haber oído hablar de Acteal. Incluso siendo un terrícola medianamente informado, su sola mención puede punzar el lado humano de la conciencia como un aguijón. Seguidamente se despliega todo el abanico ideológico, a veces para seguir apartando la mirada, pero la aguja sigue clavada donde se agolpan todas nuestras miserias. El aguijón de Acteal recorre el mundo porque su nombre va asociado a una matanza, la “masacre de Acteal”. El 22 de diciembre de 1997, una incursión paramilitar asesinó a 45 indígenas tsotsiles. Acteal, sin embargo, también es sinónimo de resistencia. Existen guardianes de la memoria que, como abejas, siguen picando para avivar la conciencia de lo humano. Quizás por eso, durante nuestra visita a México en 2020, pudimos convivir con este pueblo de Los Altos de Chiapas. Una mañana lluviosa llegamos a la sede de la Sociedad Civil las Abejas de Acteal. Nos recibe un joven humilde y callado que se presenta como Simón Pedro. Más tarde, y no por él, descubrimos que es el presidente de la mesa directiva de la organización. Nos acompaña a dejar nuestros bártulos donde pasaremos las siguientes noches y nos muestra la comunidad. Al sugerirle un lugar simbólico para su entrevista, bajamos al cementerio donde yacen los “45 hermanos y los cuatro bebés que no habían nacido. Aquí venimos cada 22 y a los observadores que llegan les pedimos que bajen donde están enterrados los mártires” (https:// afly.co/6kg6). Instaladas las cámaras, Simón Pedro, con palabra pausada relata la historia de Acteal. La comunidad comienza a organizarse en 1992, cuando, a raíz de una disputa de tierras, se encarcela a indígenas inocentes. El germen rebelde de Las Abejas se alimenta de su pertenencia al Pueblo Creyente, movimiento vinculado a la teología de la liberación y al trabajo junto a los oprimidos del obispo Samuel Ruiz. La organización asume la defensa del territorio tras el descubrimiento por Pemex de yacimientos petroleros en la zona. La his16


toria, siempre viva y doliente, pare a sus insurgencias. “En 94 fue el levantamiento armado de nuestros hermanos zapatistas; no lo hicieron por gusto, sino por defender la madre tierra y el derecho, porque ese año ya estaba muy dura la situación. Nosotros somos pacifistas, tenemos una lucha diferente, pero todas las demandas de ellos son también nuestras demandas. El gobierno empezó a buscar sus estrategias para ir acabando con las organizaciones. Por eso a partir de 94 comenzó a formar paramilitares”. ¿Quiénes son los paramilitares?, le preguntamos. “Son indígenas como nosotros y viven también en las comunidades.” Simón Pedro relata cómo grupos vinculados al PRI fueron entrenados y armados para matar zapatistas. “La idea del gobierno es que nos empezáramos a matar entre nosotros”. Son años de fuerte ofensiva contra el EZLN. “Nuestros padres quisieron hacer una lucha pacífica, y a los priístas les cayó mal que no acompañemos para matar zapatistas, dar dinero para comprar balas ni agarrar armas. Desalojaron casas, quemaron, robaron y muchos fueron sacados de sus territorios. En 96 y 97 se hicieron campamentos de desplazados.” Bajo ese clima de violencia, los refugiados de Las Abejas acuerdan hacer un ayuno de tres días para pedir la paz. “El 22, el tercer día, terminando el ayuno vinieron los priístas a matar a nuestros padres y hermanos.” Cuando entraron los paramilitares, Acteal estaba rezando. Cuando salieron, todo era caos y muerte. Quince niños, 21 mujeres y nueve hombres asesinados. Las Abejas continuaron exigiendo justicia y construyendo autorganización. “Se formaron mesas directivas y áreas de trabajo, medios de comunicación, coros, teatro, artesanía, caja de ahorro, área de salud con nuestros propios promotores.” Casi 25 años después de la masacre, “seguimos aquí porque lo que fue 97 no tiene un fin”. Tal cual. La mañana del pasado 5 de julio, Simón Pedro estaba comprando en el mercado de su pueblo junto a su hijo, cuando un individuo desde una motocicleta lo mató de un tiro en la cabeza, dándose a la fuga. Hoy el paramilitarismo sigue operando en Chiapas junto al crimen organizado, narcotráfico y gobiernos locales como el de 17


Pantelhó, municipio de Acteal. Esta realidad fue denunciada por Simón Pedro y otros pobladores. El de Simón es un caso más de muerte, amenaza, extorsión y desplazamiento en la zona. La violencia crece en Los Altos de Chiapas y la historia, siempre viva y doliente, sigue pariendo insurgencias. A dos días del crimen, un grupo de civiles asume otra caligrafía para defender el mismo lenguaje. Nacen las Autodefensas para la Vida de Pantellhó El Machete. El pueblo se levanta en armas y toma el control de alcaldía y territorio. “Entramos para expulsar a los sicarios y a los narcotraficantes”, expresan en un comunicado donde ponen nombre, apellidos y contexto a la narcopolítica. “Queremos convocar a todos los pueblos de México: organícense para la vida y la libertad”. Las 86 comunidades del municipio los arropan. Los desplazados regresan a sus casas. (https://afly.co/6ds6) Simón Pedro, como hacen las abejas que luchan, antes de abandonar este mundo dejó su aguijón clavado en la conciencia de los pueblos. Para no olvidarlo, para no olvidar, Las Abejas de Acteal y las comunidades en pie de lucha seguirán protegiendo la memoria y empuñando aguijones de dignidad hasta que la justicia sea costumbre. * Antropólogo. Maestro por la Universidad Alcalá de Henares. Integrante de Voces en Lucha

Afganistán: derrota prevista del imperialismo Tariq Ali* - La Jornada - 19 de agosto de 2021

La caída de Kabul ante los talibanes el 15 de agosto es una gran derrota política e ideológica para el imperio estadunidense. Los atestados helicópteros que transportaban a los funcionarios de la embajada de EU al aeropuerto de Kabul recordaban escenas en Saigón, ahora Ciudad Ho Chi Minh, en abril de 1975. La velocidad con que las fuerzas talibanes invadieron el país fue impresionante; notable perspicacia estratégica. Una ofensiva de una semana terminó triunfante en Kabul. El ejército afgano de 300 mil hombres se derrumbó. Muchos se negaron a pelear. De 18


hecho, miles acudieron a los talibanes, quienes inmediatamente exigieron la rendición incondicional del gobierno títere. El presidente Ashraf Ghani, uno de los favoritos de los medios estadunidenses, huyó del país y buscó refugio en Omán. La bandera del emirato revivido ahora ondea sobre su palacio presidencial. De alguna manera, la analogía más cercana no es Saigón, sino el Sudán del siglo XIX, cuando las fuerzas del Mahdi invadieron Jartum y martirizaron al general Gordon. William Morris celebró la victoria del Mahdi como un revés para el imperio británico. Aun así, mientras los insurgentes sudaneses mataron a toda una guarnición, Kabul cambió de manos con poco derramamiento de sangre. Los talibanes ni siquiera intentaron apoderarse de la embajada de EU, y mucho menos atacar a su personal. El aniversario 20 de la “guerra contra el terrorismo” terminó así en una derrota predecible para EU, la OTAN y otros que se han sumado a la ola. Sin embargo, teniendo en cuenta las políticas de los talibanes –he sido un crítico severo durante muchos años– no se puede negar su logro. En un momento en que EU destruyó un país árabe tras otro, no surgió ninguna resistencia que pudiera desafiar a los ocupantes. Esa derrota bien podría ser un punto de inflexión. Por eso los políticos europeos se quejan. Apoyaron sin reservas a EU en Afganistán y sufrieron humillaciones, ninguna más que Gran Bretaña. Biden se quedó sin opción. EU anunció que se retiraría de Afganistán en septiembre de 2021 sin cumplir ninguno de sus objetivos “liberacionistas”: libertad y democracia, igualdad de derechos para las mujeres y la destrucción de los talibanes. Aunque puede estar invicto militarmente, las lágrimas derramadas por los liberales amargados confirman el alcance más profundo de su pérdida. Frederick Kagan ( NYT) y Gideon Rachman ( F T) creen que la retirada debió retrasrse para mantener a los talibanes bajo control. Pero Biden simplemente estaba ratificando el proceso de paz iniciado por Trump, con apoyo del Pentágono, que vio un acuerdo alcanzado en febrero de 2020 en presencia de EU, los talibanes, India, China y Pakistán. El sistema de 19


seguridad estadunidense sabía que la invasión había fracasado: los talibanes no podían ser sometidos, no importa cuánto haya permanecido. La idea de que la apresurada retirada de Biden fortaleció a los militantes es una tontería. El hecho es que, en 20 años, EU no logró construir nada que pudiera redimir su misión. La zona verde brillantemente iluminada siempre estaba rodeada por una oscuridad que los zoners no podían entender. En uno de los países más pobres del mundo, se gastaron miles de millones anualmente en cuarteles de aire acondicionado que albergaban a soldados y oficiales estadunidenses, mientras la comida y la ropa se transportaban regularmente desde las bases en Qatar, Arabia Saudita y Kuwait. No sorprendió que un enorme barrio pobre creciera en las afueras de Kabul, mientras los pobres buscaban cualquier cosa en la basura. Los bajos salarios pagados a los servicios de seguridad afganos no lograron convencerlos de luchar contra sus compatriotas. Ésta era la miserable realidad de la “intervención humanitaria”. Si bien hay crédito donde se debe dar crédito: el país ha sido testigo de un enorme aumento de las exportaciones. Durante los años de los talibanes, se siguió de cerca la producción de opio. Desde la invasión estadunidense, aumentó drásticamente y ahora representa 90 por ciento del mercado mundial de heroína, lo que hace que uno se pregunte si este prolongado conflicto debería verse, al menos parcialmente, como una nueva guerra del opio. Se obtuvieron billones de dólares en ganancias y se dividieron entre los sectores afganos que sirvieron a la ocupación. A los oficiales occidentales se les pagó generosamente para permitir el comercio. Uno de cada 10 jóvenes afganos es ahora opiómano. La situación de la mujer no ha cambiado mucho. Hubo poco progreso social fuera de la zona verde infestada de ONG. Una de las principales feministas del país en el exilio señaló que las afganas tenían tres enemigos: la ocupación occidental, los talibanes y la Alianza del Norte. Con la partida de EU, dijo, tendrán dos. 20


Pese a las solicitudes de periodistas y activistas, no se han publicado cifras confiables sobre la industria del trabajo sexual que ha crecido para servir a los ejércitos ocupantes. Tampoco hay estadísticas fiables sobre violaciones, aunque los soldados estadunidenses utilizan con frecuencia la violencia sexual contra el “presunto terrorismo”, violan a civiles afganos y dan luz verde al abuso infantil por las milicias aliadas. Más de 775 mil soldados estadunidenses han luchado en Afganistán desde 2001. De ellos, 2 mil 448 murieron, junto con casi 4 mil contratistas estadunidenses. Unos 20 mil 589 resultaron heridos en acción, según el Departamento de Defensa. La cifra de víctimas afganas es difícil de calcular; no se cuentan las “muertes enemigas” que incluyen a civiles. Carl Conetta, del Defense Alternatives Project, estimó que entre 4 mil 200 y 4 mil 500 civiles murieron a mediados de enero de 2002 tras el ataque estadunidense, tanto directamente como víctimas de la campaña de bombardeos aéreos como indirectamente en la crisis humanitaria que siguió. En 2021, Associated Press informó que 47 mil 245 civiles murieron por la ocupación. Activistas de derechos civiles afganos puntualizaron: 100 mil. Se puso mucho énfasis en la edad promedio de la población de Afganistán: 18 años, de una masa de 40 millones. Por sí solo, esto no significa nada. Pero existe la esperanza de que los jóvenes afganos luchen por una vida mejor después de 40 años de conflicto. Para las mujeres afganas, la lucha no ha terminado, incluso si sólo queda un enemigo. En Gran Bretaña y en otros lugares, todos los que quieran seguir luchando deben centrarse en los refugiados que pronto llamarán a las puertas de la OTAN. Al menos, el refugio es lo que Occidente les debe: una pequeña reparación por una guerra innecesaria. *Escritor y activista anglopaquistaní. Artículo resumido. El original fue publicado en New Left Review 21


Gaudencio Mejía viajó con la lluvia

Kau Sirenio - Pie de Página - Voz de Lluvia - Tatyi Savi 20 agosto, 2021 ¿Qué daño hace una lengua? ¿Por qué no dejan que seamos lo que somos? ¿Cuántos años más vamos a aceptar la discriminación por hablar una lengua milenaria? ¿Hablar una lengua extraña es garantía de trabajo en el mundo?: Esto preguntaba Gaudencio Mejía La primera vez que me encontré con Gaudencio Mejía Morales supe que era tà savi (hombre de la lluvia) por la forma en la que abordaba la filosofía ñuu savi (pueblo de la lluvia [ mixteco]). Sin detenerse en la conversación sobre su origen, se trasladaba al plano internacional para hablar de Guatemala, donde estuvo como observador de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala (Minugua, por su sigla en inglés). Mientras degustamos un trago de mezcal que llevó de Chilapa y escuchamos música que él grabó con su equipo en Momostenango, Guatemala, compartía su experiencia en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su plática está cargada de nostalgias y frustraciones sobre el movimiento indígena en el mundo. Cuando aterrizaba en Guerrero decía: “Para nadie es desconocido que las lenguas indígenas son discriminadas oficialmente y de forma tácita; pero nada parece importar que la lengua de la lluvia, conocida como ‘mixteco’, la hable el cuarto pueblo originario más numeroso de México, después de los nahuas, los mayas y los zapotecos”. De ahí empezaba a hilar su crítica no solo a las instituciones, sino a los propios hablantes: “Pero otro problema es que entre los ñuu savi, muy pocos hablamos, entendemos y escribimos la dulce lengua de la lluvia. Es decir, somos analfabetas culturales en nuestra propia lengua que nos sirve, en mucho, para expresar nuestras necesidades y saberes; conocimientos y sentimientos; valores y cosmovisiones”. 22


Las discusiones duraban horas o hasta que la botella se vaciaba. Nos centramos en el sonido y forma de la lengua, que nos sirve para comunicarnos; incluso, con nuestros muertos y muertas a través de los sueños. Gaudencio decía: “Ñuu ndivi (Pueblo de los muertos)”; yo le reviraba en mi variante ñuu ndìi esto le acarreaba conflictos y se ponía a anotar en su cuaderno. La palabra en cuestión no era opuesta: decíamos lo mismo, solo el sonido del vocablo despertaba interés en la conversación. En el mundo ñuu savi, la vida va de la mano con la muerte, con el mundo y con el inframundo; con lo que está arriba y lo que está abajo. Luego nos adentramos en el territorio histórico que los nahuas bautizaron como Lugar de las nubes, que abarca los estados de Puebla, Oaxaca y Guerrero. Ahora es lugar de la migración en virtud de que sus habitantes se están dispersando en decenas de miles en las grandes urbes y ciudades del país y del extranjero. Sin detenernos en la definición de los nahuas, si somos mixtecos o ñuu savi, solo afirmamos con orgullo que somos doblemente bilingües: ñuu savi-ñuu sa’an (mixteco-español) y ñuu savi-ñuu yanki (mixteco-inglés). Un contrasentido aparente. Pero dejar nuestro pueblo, a todos nos resulta traumático. Es un comenzar de nuevo. Es enterrar raíces en tierra infértil y empezar la dura tarea de ampliar raíces, ramas y frutos. Esto después puede ser alegría, pero antes, triste recuerdo, pensando en la primera tierra de la primera vida. Por eso Gaudencio Mejía tarareaba la canción mixteca, ahora cantada en la lengua de la lluvia en Estados Unidos, París, Berlín o Zúrich, como un himno a la alegría y al dolor, porque la gota de lluvia que el viento llevó no ha logrado mojar la tierra para sembrar nueva vida. “Rufino Domínguez, dirigente de el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), me confirmó tal aseveración en 1995, hace trece años, en Tlahuitoltepec, Oaxaca, tierra de Floriberto Díaz, uno de nuestros primeros dirigentes indígenas», recordaba Gaudencio. 23


Quien iba a pensar que el tà savi de La Montaña de Guerrero, pronto alcanzaría a Rufino, también hijo de la lluvia. «Cargaba un papel arrugado en la bolsa de su chamarra de lana gorda y cantó en “mixteco” las primeras estrofas en la verdadera y única canción en la lengua de la lluvia, que escribió muchas horas en las noches. No sé si logró escribirla toda, pero Rufino vaticinó, con aires de chamán, que un día alguien la cantaría en la lengua original no prestada», soltó Gaudencio y levantó su jícara de mezcal. Con bastante mezcal encima, solo le di clic a mi grabadora y empezó a grabar la plática de Gaudencio. Al día siguiente transcribí la conversación, pero el cassette donde se guardó la voz del hijo de la lluvia se dañó. “Años después, el conjuro de Rufino Domínguez, echado en las faldas de las montañas de Tlahuitoltepec, se cumplió a cabalidad. La canción que han cantado millones de mexicanos en español, ahora la canta en la lengua de la lluvia Lila Downs, por supuesto en una de las tantas variantes dialectales de nuestra lengua”. De ahí, Gaudencio citó al maestro Gabriel Caballero: “Nuestra lengua es dolor y alegría al mismo tiempo. Desgraciadamente, muchos en un tiempo dejamos de hablar la lengua de la lluvia, no por gusto, sino porque de alguna manera se nos hizo creer que no representaba progreso, sino atraso, pobreza, castigos y no tener dignidad, ni posibilidades de superación”. Gaudencio soltó con tristeza los recuerdos de su tío: “En relación a lo anterior, te voy a contar que un tío paterno, de niño, siempre entre sus consejos me recomendó: ‘No aprendas tu’un savi, no sirve, para qué. No encontrarás trabajo en la ciudad; si lo hablas se burlarán tus compañeros de ti en la escuela’. Y remató con una frase lapidaria: ‘Con la lengua indígena-pobre, no se come’”. Hace unos años, mi mamá me contó que muchos padres, con tizones en mano, amenazaron a sus hijos e hijas con quemarles la boca si hablaban la lengua de la lluvia. Esto es producto de la campaña sucia que se implementó para según incentivar a los 24


padres a educar a sus hijos. En realidad, fue un crimen de Estado que aún no está tipificado. “Estos relatos son aún una realidad viviente. Muchos hermanos de la lluvia crecimos en este escenario violento y de escarnio contra nuestra propia cultura, porque el mismo Estado lo fomentó con fiereza institucional a través de la educación-castellanización que impuso desde los años sesenta. ¿Qué daño hace una lengua? ¿Por qué no dejan que seamos lo que somos? ¿Cuántos años más vamos a aceptar la discriminación por hablar una lengua milenaria? ¿Hablar una lengua extraña es garantía de trabajo en el mundo?”, preguntaba Mejía Morales. Con primaria terminada, algunos ni eso, la Secretaría de Educación Pública formó ejércitos de los llamados “promotores bilingües”, para castellanizar a las comunidades y dio entrada al Instituto Lingüístico de Verano (ILV ), que vino a imponer nuevas versiones de religiones con el pretexto de alfabetizar; también regalaron ropa usada y medicinas caducas. Muchos se volvieron pastores de una religión de una cultura ajena a la cosmovisión ñuu savi. Un nuevo colonialismo impuesto, como 500 años. “Pero lo peor es que la exclusión viene de muy lejos. Nuestras lenguas y sus variantes sufren ya un camino histórico de discriminación institucional desde la colonia que va entre la destrucción, la omisión, la exclusión, la integración y el mestizaje; situando a nuestra lengua como ‘pobre’, tu’un na nda’vi y el idioma oficial dominante tu´un na sa´an; y con ellas a las personas que las hablan, generando una frontera cultural que aún persiste a manera de apartheid”, dijo en esa noche de primavera en Chilpancingo, Guerrero. Esta parte de la memoria ponía a Gaudencio en un plano sentimental, sabía que pronto volaría con el viento, para cuidar ve’e ndìi (Casa de los muertos). Pero dejó estas palabras: “En Guerrero, la gran mayoría de la población es analfabeta cultural, por desidia, por imposición y por omisión, según sea el caso”. 25


En la Guerra y en el Amor. Primera Parte María Teresa Juárez - Pie de Página - Sin Etiquetas 20 agosto, 2021

De las ancestrales brujas a las mujeres que intentan huir de Afganistán, nosotras hemos sido el territorio donde han sucedido batallas. En un mundo donde el lenguaje bélico se nos ha metido hasta la cama, resulta urgente desprenderlo, arrancarlo, de todos los significados del amor “No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma”. La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich.

Históricamente, las mujeres hemos sido “botín” de guerra. Históricamente -también- se nos ha hecho “sufrir” para “merecer”. Estas ideas forman parte de la cultura fálica patriarcal, y el lenguaje de la guerra es una de sus vertientes más conocidas. Hay un sinnúmero de metáforas bélicas para describir situaciones de la vida cotidiana. En el ámbito de la salud, se compara a los medicamentos con “soldados” que vencen “al enemigo”. Es frecuente ir al médico y escuchar la siguiente frase: “¡Vamos a usar toda la artillería!”. ¿Y qué tal cuando nos referimos a causas sociales? No es infrecuente escuchar a reconocidas figuras del ámbito de los derechos humanos hablar de su causa con la expresión: “Estoy luchando desde mi trinchera”. No es de extrañar que parte de esta cultura bélica se haya extendido al ámbito del amor y la sexualidad. Sobre el cuerpo de las mujeres han sucedido las violencias más atroces en nombre de la Conquista, las guerras entre grupos étnicos, entre cárteles y entre naciones. 26


Durante los periodos más cruentos del cristianismo, las mujeres fueron castigadas severamente por “brujas”. Herbolarias, parteras, sanadoras de todos los tiempos han vivido en carne propia las violencias machistas. Más tarde llegó la medicina a expropiar el conocimiento ancestral de la partería. Parir se convirtió en un hecho médico y las mujeres -de la mayor parte del mundo- parieron en hospitales, el útero se medicalizó. Con la medicina llegó la psiquiatría, entonces confinó a las mujeres “histéricas”. En el siglo XXI, una vertiente del movimiento feminista promotora de la diversidad corporal asegura que la misoginia ha obligado a millones de mujeres a castigar sus cuerpos con dietas, cirugías y toda clase de aditamentos para mantener a raya la libertad de sus carnes. Surgen entonces clínicas para atender la bulimia y la anorexia. Comer públicamente, vomitar en privado, el hambre como castigo y recompensa, como una ortopedia moderna. La dieta como sedante político y violencia estética. Nuevamente la batalla, una lucha contra nosotras mismas. De las ancestrales brujas a las mujeres que intentan huir de Afganistán -durante este segundo periodo de terror de los talibanes-, nosotras hemos sido el territorio donde han sucedido batallas. Una de las consecuencias más graves, ha sido la violencia que cada una de nosotras libra con su cuerpo. Se trata de un cuerpo físico en particular, pero también del cuerpo social. El control de nuestros cuerpos ha sido una de las estrategias del patriarcado para intentar aniquilar nuestra libertad: física, corporal, de pensamiento. Durante siglos se han inventado dispositivos para el control parcial o total: han usado cinturones de castidad, aparatos de tortura, corsés, fajas, mutilación genital, matrimonio infantil, confinamiento… 27


Y más recientemente medicamentos psiquiátricos, dietas extremas, porno venganza, extorsión sexual, vientres de alquiler, esclavitud sexual, ataques con ácido, violencia digital, esterilización forzada. Si bien es cierto que el segundo ascenso del régimen talibán es un caso extremo, persisten en el mundo violencias estructurales hacia nosotras. La historia del régimen talibán se remonta al periodo de la Guerra Fría cuando el ejército soviético invadiera Kabul. En aquel entonces había una disputa entre Estados Unidos y la URSS por el control del mundo. Es entonces cuando los Estados Unidos entrenan a jóvenes en escuelas militares de corte islámico con un marcado acento fundamentalista para combatir el régimen comunista. Éste sería el caldo de cultivo de una guerra que ha mantenido a mujeres y niñas como perennes víctimas de todos los bandos. La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán se formó en Kabul, en el año 1977, como una organización política independiente de mujeres afganas en lucha por los derechos humanos y por la justicia social en aquel país. En el blog de RAWA las activistas escriben: “La ‘Guerra contra el Terrorismo’ desatada por EEUU derrocó al régimen Talibán en el 2001, pero no al fundamentalismo religioso, principal causa de todas nuestras desgracias. De hecho, al reinstalar a los caudillos al poder en Afganistán, el Gobierno de EEUU ha reemplazado un régimen fundamentalista por otro. El gobierno de EEUU, y el Sr. Karzai mayormente conf ían en líderes criminales de la Alianza del Norte, tan brutales y misóginos como los Talibanes”. Es a través de la Ley Sharía -vigente en varios países del mundo islámico y con variantes en cada contexto-, que el régimen Talibán usa esta ley como método de control hacia la población. 28


Hay 29 prohibiciones específicas para las mujeres en el marco de este régimen, entre las cuales: Queda totalmente prohibido que las mujeres trabajen fuera de casa, asistan a la escuela, ocupen cargos políticos, o conduzcan automóviles, bicicletas o motocicletas. Las mujeres: No tienen acceso a los baños públicos. No pueden tomarse fotografías. No se pueden asomar al balcón o a la ventana de su casa. No pueden caminar en espacios públicos sin la compañía de un hombre. No pueden hablar o estrechar la mano de hombres que no sean de su familia. Queda prohibida cualquier imagen de mujeres en la publicidad, la propaganda política o cualquier otro contexto público. La atención médica queda limitada o restringida. Las mujeres no pueden ser atendidas por médicos varones.Las mujeres no pueden hacer ruido al caminar, no pueden reír, no pueden mostrar ninguna parte de su cuerpo. Es obligatorio el uso de la burka. Las mujeres que no vistan de acuerdo con las reglas impuestas por los talibanes o que no vayan acompañadas de su mahram -tutor, dueño- serán sometidas a azotes, palizas y abusos verbales. Durante la primera incursión del régimen talibán, cientos de miles de mujeres fueron confinadas, golpeadas e incluso lapidadas públicamente. La violación como estrategia de ocupación Otro ejemplo cercano sucedió en los años noventa con la Guerra de los Balcanes, específicamente el periodo que comprende del año 1992 a 1995. Desde el año 2003, mujeres croatas, bosnias y serbias han trabajado por el reconocimiento de la violación como método de tortura durante este periodo. Mujeres de todos los bandos fueron botín de guerra y vivieron en sus cuerpos las violencias más atroces. 29


Durante estos 18 años de trabajo exhaustivo han logrado reunir cerca de 6 mil testimonios e identificar a más de 2 mil 500 agresores sexuales. Se calcula que durante la guerra de los Balcanes hubo cerca de 40 mil violaciones. En este periodo la violación se usó como un arma de guerra para aniquilar al “enemigo” y para efectuar una “limpieza étnica”. Otras mujeres vivieron tortura sexual sistemática al ser usadas como “esclavas”. Luego de esta gran crisis social, económica y política, se originó una migración masiva de mujeres de esta región y otras regiones de Europa del este hacia otros países. Algunas de ellas fueron cooptadas por el crimen organizado transnacional con fines de trata sexual. Estos son solo dos ejemplos de las violencias históricas y estructurales hacia las mujeres. Libros como La guerra contra las mujeres de Laura Rita Segato, La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich, Calibán y la bruja de Silvia Federici y La invención de las mujeres de Oyèrónké Oyèwùmi nos permiten entender el lugar donde nos ha situado el patriarcado y por qué es imperativo recuperar las historias de despojo, violación y asesinato para transformar nuestra condición desde la raíz. La forma en la que enunciamos estos hechos es importante para transformarnos culturalmente: el feminicidio como una pedagogía aleccionadora, los crímenes de odio, la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil, el racismo, la trata con fines de esclavitud sexual. ¿Qué hacen las mujeres durante la guerra? Svetlana Alexiévich hace mención a la guerra como una narrativa donde las mujeres habían ocupado un lugar sin nombre, el lugar del silencio y el borramiento histórico de sus testimonios. Mientras los hombres han ido a la guerra a librar épicas batallas: mujeres de todo el mundo se quedan al cuidado de hijos e hijas; consiguen la comida, zurcen calcetines, lavan la ropa, se organi30


zan con otras para sobrevivir al frío, al hambre, al miedo. También resisten activamente la invasión al territorio y a sus cuerpos. Otras migran en busca de una vida mejor como el caso de las madres centroamericanas que huyen de las maras, protegen a sus hijos varones de estas pandillas. También están las que excavan en fosas clandestinas para encontrar a sus hijos e hijas desaparecidos -el caso de México durante los años posteriores a la llamada “Guerra contra el narco”-. Durante estos años, han sido ellas quienes han levantado uno a uno los escombros buscando huesos, claves, pistas… Están las que entierran diariamente a sus hijas asesinadas: 10 u 11 es la cifra en México. Todas las mujeres de todas las guerras están aquí y ahora. Con esto no quiero decir que la experiencia de los hombres en la guerra no sea traumática y letal. Lo que sucede es que, en cualquier guerra, se llame como se llame, sea por la causa que sea, son las mujeres y las niñas quienes viven las violencias más extremas. Y en el amor… En un mundo donde el lenguaje bélico se nos ha metido hasta la cama, resulta urgente desprenderlo, arrancarlo, de todos los significados del amor. Apartar el lenguaje de la guerra del lenguaje del amor, desprenderlo como una costra que nos ha lastimado durante siglos, milenios. Que el amor no es guerra, ni la guerra es amor. En la guerra y en el amor transcurren tiempos distintos, hay que desactivar los lenguajes que han intentado unir estas dos experiencias. Quizá han coexistido, pero no son lo mismo, no queremos nunca más que lo sean. El amor, necesariamente tiene una dimensión ética, un sentido de libertad, de esperanza, un deseo de reconstrucción, de integridad. Un sentido comunitario. 31


No nos equivoquemos: en el tema de la violencia contra las mujeres, no se trata de una guerra de Oriente contra Occidente, esto lo he leído ya varias veces a propósito del régimen talibán. Es una guerra del patriarcado contra las mujeres. Una guerra que se ha librado en nuestros cuerpos, los de nuestras madres, abuelas, bisabuelas y tatarabuelas. El régimen talibán tal vez sea una de las expresiones más visibles, sin embargo, se libra en el mundo un exterminio selectivo de mujeres por su condición étnica, lingüística, de clase, edad, etcétera. No olvidemos los 10 u 11 feminicidios diarios en México, la trata con fines de explotación sexual, la esterilización forzada y más. Si durante todos estos siglos de patriarcado, nuestro cuerpo social, político, físico y psíquico ha sido violentado: ¿cómo desprender todas estas nociones de la guerra para comenzar a amarnos desde la libertad y la dignidad? Es posible, muchas pensadoras lo han propuesto como uno de los actos más radicales de nuestros tiempos. Amarnos como un acto de rebeldía, de resistencia y libertad. Próximamente en una entrega más de: En la Guerra y en el Amor: Los imaginarios de la Conquista y las mujeres. Rawa: http://www.rawa.org/spanish.htm Violencia sexual como táctica de guerra: https://www.un.org/ es/chronicle/article/la-violencia-sexual-como-tactica-de-guerra-y-la-resolucion-1888-2009-del-consejo-de-seguridad Mujeres en la posguerra: https://www.unwomen.org/es/news/ stories/2019/11/i-am-generation-equality-ajna-jusic-forgotten-children-of-war

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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 25 de agosto 2021


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