Recopilatorio 1 de agosto

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 11 de agosto 2021



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Gustavo Esteva - La Jornada - 9 de agosto de 2021 Se ha vuelto casi imposible hablar del Covid… ¡o evitar ese tema en la conversación! Se hace cada vez más difícil sostener discusiones sensatas y racionales sobre el asunto, porque la mayoría de la gente defiende con fervor religioso sus opiniones al respecto. Muy diferentes experiencias, fuentes de información, ideologías y posturas políticas han formado actitudes muy distintas que se defienden dogmáticamente. Apenas puede discutirse si conviene o no vacunarse, por ejemplo. Creencias profundas, en favor o en contra, no pueden someterse al análisis racional e informado. Se acepta ya que circula un virus muy contagioso que representa un peligro para la salud de muchas personas. Todo lo demás está expuesto a interpretación. Aunque se desechen las primeras teorías de la conspiración, que atribuían todo a Bill Gates, China, los médicos alemanes o cualquier otro actor, se sigue buscando a quién culpar por todo el desastre. Parece increíble que a estas alturas no se pueda caracterizar con precisión la “enfermedad” supuestamente causada por el virus y revelar con claridad la naturaleza de esta amenaza global, a pesar de que gobiernos de todo el mundo y grupos científicos de toda clase y condición han estado estudiando el fenómeno sin parar por más de año y medio. Las vacunas siguen siendo un misterio. Por esa y otras razones se extiende y profundiza la desconfianza en los gobiernos, en todos ellos, que empezó mucho antes de la pandemia, y se someten a crítica constante sus decisiones y políticas. Al mismo tiempo, sin embargo, se mantiene una obediencia casi ciega a instrucciones sin precedente que resultan muy cuestionables: confinar a los sanos, no sólo a los contagiados; cesar o reducir dramáticamente las interacciones entre las personas; restringir por un largo periodo las actividades económicas y 1


sociales… Todo eso se cuestiona abiertamente, en todas partes… pero también se obedece. Hay resistencias y rebeldías. Algunas son ideológicas e insensatas, como las de libertarios y seguidores de Trump en Estados Unidos. Pero cunden muchas otras, especialmente ante cambios en las decisiones gubernamentales que contradicen el discurso oficial que forma el comportamiento de la mayoría. El regreso a clases presenciales, por ejemplo, es motivo de intensa discusión y resistencia en el mundo entero. Contradice lo que los propios gobiernos sostuvieron por muchos meses. En este panorama de confusiones, contradicciones e incertidumbres, unas cuantas cosas van quedando claras. El virus no afecta mayormente a la inmensa mayoría de las personas, que por lo general no llegan a enterarse de su contagio. Ciertos grupos pueden ser especialmente afectados: quienes padecen condiciones crónicas delicadas o debilidades especiales. Nadie está exento… pero a final de cuentas todo depende del sistema inmune de cada quien, de su capacidad autónoma de resistir el virus. Todo esto se supo casi de inmediato. Podría haber generado políticas públicas muy distintas a las que se adoptaron. Se habrían tomado medidas que toda sociedad debería adoptar, con virus o sin él: fortalecer el sistema inmune de toda la gente, con alimentación adecuada y prácticas sanas, y brindar atención especial a quienes se encuentran en condiciones delicadas de salud. Nada más y nada menos. Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Los gobiernos no pueden ocuparse de lo que realmente hace falta. Ningún gobierno, por ejemplo, se atreve a prohibir y combatir realmente la chatarra alimentaria, que causa muchas más muertes que las atribuidas al virus. Bastaría prohibir la producción y venta de esos productos para eliminar esa terrible amenaza a la salud. Esto es jurídicamente posible, pero los gobiernos tienen más compromisos con las corporaciones privadas que con la gente. Por 2


eso, entre otras razones, no pueden ni quieren hacer lo que se necesita en ese y muchos otros campos. Esta es a final de cuentas la lección. El balón está en nuestra cancha, como siempre. En vez de estar mirando hacia arriba, esperando de los gobiernos remedios a nuestros predicamentos o líneas de comportamiento a seguir, nos toca arraigarnos en nuestra realidad. Se trata de acordar normas de comportamiento, caminos a seguir, formas de organización, con las personas de nuestro entorno. En el caso de la chatarra alimentaria, puede actuarse en forma personal y colectiva. Es cierto que renunciar a su consumo cuando se ha adquirido la adicción no es fácil. Pero es posible reforzar la voluntad personal con la acción en común. Es lo que hicieron comunidades oaxaqueñas que aprovecharon la pandemia para impedir la entrada de alimentos chatarra y concentrar el empeño colectivo en las capacidades autónomas de producir comida sana. A final de cuentas, se trata simplemente de vivir y cuidar la vida en comunidad, no de “proteger” cuerpos individuales. Nunca debimos abandonar esa actitud. Es la que adoptaron muchas comunidades, particularmente las indígenas, que han tenido mucho éxito en el manejo del bicho. Sus resultados son mucho mejores que los de quienes se redujeron a obedecer. gustavoesteva@gmail.com

‘Japom’. A 500 años de la Conquista: futuros posibles Yásnaya Elena A. Gil - El País - 6 Ago 2021

La creación del Estado mexicano tras la independencia no es la interrupción del orden colonial, sino su perfeccionamiento. Ahora ese Estado exige que le pidan perdón en nombre de pueblos indígenas que prefieren otras formas de justicia. 3


La conquista es un punto fundamental en la llamada historia de México. Lo sucedido hace 500 años es importante no solo por su interés historiográfico, sino porque resulta fundamental para explicar muchas de las dinámicas sociales y políticas de la actualidad y, por lo tanto, nos permite vislumbrar futuros para quienes formamos parte de los distintos pueblos que se vieron involucrados en esos procesos históricos. Lo sucedido hace 500 años se inscribe dentro de un entramado de relatos al que hemos sido sistemáticamente expuestos, creado por una voz privilegiada: la del Estado mexicano. A través de la escolarización y de la propaganda, el Estado ha creado una historia oficial que funciona como un lente a través del cual miramos el pasado como una serie de acontecimientos que tienen como función última justificar la existencia de un país como México, existencia que se narra como el resultado de un destino manifiesto. El Estado ha creado un relato lineal dentro del que se inscribe lo que ahora se conoce como “conquista de México”. El hecho de que sea el Estado el creador de los lentes con los que miramos la historia genera una serie de efectos muy concretos. La captura de la voz narrativa ha sido tan evidente que, incluso en la actualidad, ha sido el jefe del Estado mexicano el que hace unos meses realizó una solicitud de perdón al Rey de España por los hechos ocurridos durante la conquista a nombre de los pueblos indígenas del país. La voz de los pueblos indígenas ha sido tan silenciada que los efectos que las guerras de conquista tuvieron sobre ellos ha sido reclamada no por los pueblos indígenas, sino por el representante del Estado mexicano. ¿Quiénes fueron conquistados? Uno de los principales efectos de la captura narrativa que ha hecho el Estado mexicano de la historia es que se realiza una conversión muy interesante: en el pasado, el país actual, México, se convierte en Tenochtitlán. Hace 500 años, en estos territorios existía una red compleja de estructuras sociopolíticas y culturales —muchas de ellas en tensión permanente, pero en la historia oficial, el México actual renace hace 500 años convertido en una sola ciudad mexi4


ca—. Lo que le pasó a Tenochtitlán se relata como algo que le pasó al México del presente. De esta manera, poco importa que, como diversos historiadores lo han señalado, el ejército que tomó la ciudad estuviera conformado en más del 90% por personas nativas: esas personas no son identificadas como la raíz del México actual. Esta operación ha implicado que las fuentes que evidencian diversas voces desde los pueblos indígenas hayan sido silenciadas. En concordancia con esta narrativa, la independencia se narra entonces como el alivio a la condición creada por la conquista. Mediante este artificio se oculta que la creación del Estado mexicano no fue un proyecto de los pueblos indígenas, sino el de una minoría criolla que ignoró a las naciones indígenas, a las que ha tratado de hacer desaparecer sistemáticamente sea por integración, sea por eliminación. La conquista ha servido para negar la responsabilidad del Estado en la pauperización y la opresión de los pueblos indígenas en la actualidad. La caída de Tenochtitlán y el establecimiento del orden colonial Es importante quitarse los lentes que nos ha colocado la historia oficial y diferenciar distintos sucesos. Por un lado, la caída de Tenochtitlán como un hecho puntual que no significó automáticamente la derrota de todos los pueblos de estos territorios. Por otro lado, las sucesivas y complejas guerras de conquista por todo el territorio que hoy llamamos México. Y por otro más, el establecimiento del colonialismo que paulatinamente fue ordenando y jerarquizando los cuerpos y determinando un mundo en el que la blanquitud como régimen fue establecido como la medida del progreso y la civilización. Bajo este esquema, la creación del Estado mexicano en ese periodo llamado la independencia ya no es la interrupción del orden colonial, sino su perfeccionamiento como elemento opresor de los pueblos indígenas. Un mañana más allá del perdón Con la voz de los pueblos indígenas sistemáticamente silenciada, ha sido la voz del jefe del Estado mexicano quien ha suplantado su voluntad y, como dijimos, ha enunciado por ellos una 5


solicitud de perdón al Gobierno español por los hechos ocurridos a Tenochtitlán (ese México en el pasado) hace 500 años. Esta suplantación me parece terrible, pues perpetúa el silencio al que han sido confinadas las historias complejas y diversas de las naciones indígenas. Por otro lado, llama la atención el hecho de que se utilice la palabra perdón cuando se habla de esta solicitud: no se puede obviar toda la carga judeocristiana que arrastra esta palabra, carga que se inscribe dentro de la misma tradición occidental contra la que pretende rebelarse. Por contraste, dentro de los pueblos indígenas se hallan otros principios éticos sobre el reconocimiento de los agravios y los procesos restaurativos. Lejos de la tradición del perdón y de la culpa, en las tradiciones de justicia de muchos de los pueblos indígenas, restablecer el equilibrio roto por una afrenta, o una violencia, implica diversos elementos. El primero es el reconocimiento público de que la violencia que rompió el equilibrio fue cometida. Este paso es importante pues parte de la justicia implica nombrar la afrenta, quitar el velo de la negación y sacar a la luz el dolor y los daños causados. El segundo elemento se centra en entablar un diálogo conjunto que determine la mejor manera de restablecer el equilibrio perdido, resarcir —en lo simbólico y en lo concreto— el tejido roto por la violencia. Desde este otro punto de partida, si reconocemos que el orden colonial sigue ordenando el mundo y sigue teniendo efectos vigentes como el racismo y el extractivismo de los territorios de los pueblos indígenas, es necesario nombrar estos sistemas y las violencias asociadas que siguen vigentes, quitar el velo bajo el que se ocultan las consecuencias actuales de aquello que comenzó a establecerse hace 500 años y que cambió la historia no solo de España y de México, sino del mundo entero. Reconocer es un requisito primero que da cabida después a la promesa de no repetición, a crear las condiciones para que las violencias asociadas a esos hechos cesen. Una vez nombradas y enunciadas, el futuro podría construirse por medio de un diálogo que pretenda rearmar el tejido que fue roto. 6


En la construcción de ese entramado nuevo necesitamos voces distintas, escuchar las que han sido silenciadas. Y ante la crisis climática —efecto concreto del colonialismo capitalista— plantear soluciones conjuntas que antepongan la vida digna de todos los pueblos. La justicia restaurativa que necesitamos no vendrá del perdón judeocristiano enunciado por el Estado que sigue suplantando la voz de los pueblos indígenas, sino de un diálogo que tome en cuenta el reconocimiento del daño y la construcción de ideas de restauración que nos provean un futuro más justo. ‘Japom’ significa ‘mañana’ en lengua mixe.

En qué punto del colapso estamos

Raúl Zibechi - En Movimiento - Desinformémonos -9 agosto 2021 En varias ocasiones citamos la tormenta sistémica y el colapso civilizatorio al que está abocada la humanidad, en un futuro cercano. Ese fue uno de los núcleos del debate convocado por el EZLN en 2015, en el seminario “El pensamiento crítico frente a la Hidra Capitalista”. En un texto de ese mismo año, “La Tormenta, el Centinela y el Síndrome del Vigía”, el subcomandante Galeano nos preguntaba: “¿qué miramos?, ¿por qué?, ¿hacia dónde?, ¿desde dónde?, ¿para qué?”. Agregaba: “A quien trabaja con el pensamiento analítico le toca el turno de guardia en el puesto del vigía”. Luego se detuvo en el llamado “síndrome del vigía”, el cansancio que lleva al centinela a creer que no hay cambios o que las continuidades son más importantes que las novedades. El mencionado comunicado asegura que “viene una catástrofe en todos los sentidos”, pese a los muchos que aseguran que todo sigue igual o que existen apenas pequeñas variaciones. Y sigue: “Vemos que viene algo terrible, más destructivo si posible fuera”. 7


Para perplejidad del zapatismo, y de quienes seguimos siendo anti-capitalistas, la mayor parte de la izquierda y de los movimientos “sigue recurriendo a los mismos métodos de lucha”. Como si nada hubiera cambiado, se sigue con marchas, elecciones, con estrategias y tácticas que, si acaso, fueron útiles en otros períodos. Este breve recorte de un comunicado que es recomendable leer (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2015/04/01/la-tormenta-el-centinela-y-el-sindrome-del-vigia/) tiene por objetivo mirar la realidad en que vivimos, en plena pandemia, pero partiendo del acierto zapatista de siete años atrás en la previsión de una tormenta destructiva contra los pueblos. Ese es precisamente el primer punto. Reconocer que fueron muy pocos los que acertaron qué debían mirar, cómo y desde dónde, para entender lo que se venía. La pandemia es apenas un adelanto de lo que puede venir. Miremos algo más: incendios e inundaciones, cambios dramáticos incluso en la Corriente del Golfo que se debilita y puede colapsar, llevando al planeta a una crisis muy grave, como el derretimiento del permafrost y de la banquisa estival, entre otras destrucciones en curso como la selva amazónica. Uno de los problemas centrales planteados por el zapatismo es desde dónde mirar. Si lo hacemos desde abajo, desde los sectores populares del continente, desde la zona del no-ser que mentaba Fanon, aparecen tendencias temibles a las que debemos prestar máxima atención, porque no afectarán a toda la sociedad por igual. Al abordar la crisis ambiental en curso, debemos comprender que las consecuencias no serán parejas. Hoy mismo, los barrios que deben ser abastecidos con agua por cisternas pagan el líquido más caro que nadie, además de la vulnerabilidad que representa esa dependencia. El segundo problema es que no hay retorno a ninguna normalidad. Lo normal en adelante será lo que vivimos en los peores meses de la pandemia. Aquí el “síndrome del vigía” se manifiesta en considerar la pandemia como un paréntesis luego del cual 8


todo vuelve a ser igual. Si consideramos la pandemia como una cuestión sanitaria, no vamos a entender las razones por las cuales la clase dominante impone ciertas medidas que restringen la movilidad de las y los de abajo, porque los de arriba nunca dejaron de moverse a sus anchas. Quienes han estudiado la “guerra contra las drogas” y el paramilitarismo, estrechamente emparentados, aseguran que uno de sus objetivos centrales consiste en reducir la movilidad de los sectores populares. Durante la pandemia esa fue una de las políticas centrales de los Estados: confinar, impedir la libre movilidad, como forma de afirmar la dominación. La célebre frase de Michel Foucault sobre el poder del soberano, que se ejerce a través del “dejar vivir” y el “hacer morir”, podría ser reescrita: dejar mover o impedir mover. Porque en ese punto radica, en buena medida, lo sucedido estos meses. Ahora se empieza a restringir también el ingreso a actividades públicas, a los que no cumplen ciertos requisitos. El tercero es que la pandemia acelera no sólo el colapso/tormenta, sino en particular la ofensiva del 1% contra la humanidad. No es que la clase dominante haya planificado la pandemia, pero se aprovecha de ella para acelerar los procesos de dominación, despojo e inmovilización que ya venían promoviendo. El dominio total de las finanzas y la banca sobre la vida, que llega a la eliminación del dinero físico, es apenas una de las tendencias en curso, que tiende a romper la autonomía de los tianguis y otras formas de economía popular. Todo apunta a estrangular la vida cotidiana de las y los de abajo, para que el capital colonice todos los poros de la sociedad. En nosotras y nosotros está el impedirlo. Pero sabiendo que no hay salidas individuales y, sobre todo, que cada vez será más duro impedir el avance de los poderosos, que día a día muestran un perfil más agresivo y están dispuestos a todo para seguir estando arriba. 9


El Yunque, el PAN y la ODCA

Carlos Fazio - La Jornada - 9 de agosto de 2021 Las revelaciones de Wikileaks sobre las organizaciones de ultraderecha Hazte Oír (HO) y Citizen Go (CG), con asiento originario en México y España y ramificaciones en 50 países, vienen a arrojar mayor visibilidad sobre una añeja y vasta red subversiva dirigida a penetrar y desestabilizar países y/o derrocar gobiernos considerados “enemigos” por Estados Unidos. Según la nota “México, un eje del financiamiento a la derecha en Europa: Wikileaks” ( La Jornada, 6/8/21), Hazte Oír y Citizen Go serían estructuras de fachada de la organización secreta (o reservada) ultracatólica y anticomunista El Yunque (de origen paramilitar y legalizada en España y México bajo el nombre Asociación del Bien Común), y tienen entre sus principales aliados locales sectores reaccionarios del Partido Acción Nacional (PAN) y personajes desprendidos de éste, como los hermanos Margarita y Juan Ignacio Zavala, esposa y cuñado, respectivamente, del ex presidente Felipe Calderón. Asimismo, contarían con el aval de obispos conservadores de la Iglesia católica e instituciones como la Universidad Panamericana y los institutos tecnológicos Autónomo de México (ITAM) y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Ambas plataformas −que cuentan con dos estructuras o tapaderas: Citizen Go México y Yo Incluyo−, promueven una agenda ultrarreligiosa antiabortista, de intolerancia frente a la comunidad de la diversidad sexual, contra la eutanasia, y a menudo xenófoba (antinmigrante) y de un nacionalismo exacerbado. Yo Incluyo tiene como directora a Rosa Abascal Olascoaga, hija mayor de Carlos María Abascal Carranza (a su vez hijo de Salvador Abascal Infante, el jefe de la Unión Nacional Sinarquista que quería ser un führer mexicano), uno de los fundadores de El Yunque y secretario de Trabajo y de Gobernación en el sexenio de Vicente Fox. En España, sus principales aliados políticos son el Partido Popular (PP), constituido en sus orígenes por la 10


extrema derecha neofranquista de carácter nacional-populista, y un desprendimiento de éste, el grupo de la ultraderecha católica neofascista Vox, fundado en 2013. Los datos precedentes exhiben los nexos ya no tan secretos de la Organización Nacional del Yunque y sus plataformas de fachada (CG, HO, Yo Incluyo) con el PAN, en México, y con el PP y Vox, en España. Fundado en 1953 en Puebla por Ramón Plata Moreno y Manuel Díaz Cid, “para defender a la religión católica” de sus adversarios: “el comunismo, el pueblo judío y la masonería”, la organización con inicio paramilitar contó entonces con dos grupos de fachada: el Frente Universitario Anticomunista (F UA), en la capital poblana, respaldado por el arzobispo local Octaviano Márquez y Toriz, y el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), que mantuvo una relación tirante con el arzobispo primado de México, Miguel Darío Miranda, y operó como grupo de choque en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1964, Manuel Buendía denunció que el MURO era manejado por varias sociedades secretas o “reservadas”: la Legión Juvenil Cristiana, la Legión Juana de Arco, la Liga Universitaria Nacionalista y Vanguardia Integradora de la Mexicanidad, las dos últimas con sede en Puebla, y nexos con las bandas fascistas de Los Tecos (de la Universidad Autónoma de Guadalajara, subsidiada por EU a través de la Agencia Internacional para el Desarrollo [USAID], tapadera de la Agencia Central de Inteligencia); la organización extremista argentina Tacuara y la Falange Española. En los años 70, en el marco de la denominada Operación Prometeo, el inicial rechazo de El Yunque a la participación en grupos políticos fue sustituido por la infiltración en el PAN y organismos civiles y del gran capital como el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex. Los calificativos predilectos de la organización: “judío”, “masón”, “comunista”, fueron desplazados por otros propios de la guerra fría impulsada por Estados Unidos, tales como “criptocomunista”, “filomarxista”, “castrocomunista”. 11


Desde comienzos del siglo XXI se hicieron públicos los estrechos vínculos de Vicente Fox y el ex presidente del gobierno español José María Aznar, con la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), de Miami, Florida, que financió las campañas a la presidencia de ambos con la anuencia de la administración de George Bush padre. Desde entonces México pasó a ser una de las rutas del dinero para la subversión en Cuba. El operador del radical viraje político-diplomático fue el ex canciller foxista Jorge G. Castañeda Gutman: México se consolidó como cabeza de playa de grupos terroristas anticastristas y los intentos de EU por derrocar a Fidel Castro. A su vez, la senadora panista Cecilia Romero se convirtió en anfitriona de los cada vez más frecuentes viajes a México de dirigentes de la organización fundada por Jorge Mas Canosa. Ya entonces, la FNCA financiaba redes de contrabandistas de cubanos en la ruta Pinar del Río-Quintana Roo-F lorida. El sexenio siguiente, como titular de Migración de Felipe Calderón, Cecilia Romero se hizo de la vista gorda de ese negocio criminal que sigue hasta nuestros días. Con Fox también se dio la consolidación de los nexos del PAN con la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), ligada a la democracia cristiana alemana y a su “diplomacia informal”, la Fundación Konrad Adenahuer; el PP español; el Instituto Republicano Internacional (brazo propagandístico del Partido Republicano de EU), y el Directorio Democrático Cubano, un engendro de la CIA en Miami financiado por la Usaid. El pasado 13 de julio, René Bolio Hollarán, suplente de la senadora Romero en la Legislatura 58, miembro de la ODCA y presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos (otro grupo fachada de El Yunque), orquestó una provocación frente a la embajada de Cuba en México y durante un incidente con un funcionario de la misión diplomática, sentenció: “¡No me toques, maricón, no me toques! ¡Estás muerto, maricón!” Luego alegó: “El guardia negro que estaba ahí me 12


empujó en territorio mexicano”. En 2012, como senador del PAN, el racista y homofóbico Bolio estuvo involucrado en un operativo para introducir propaganda anticastrista a la isla durante la visita del papa Benedicto XVI, a través de ocho jóvenes mexicanos pagados e instruidos por Orlando Gutiérrez Boronat, dirigente del miamense Directorio Democrático Cubano. Dios los cría y ellos se juntan.

Normales rurales, su esencia colectiva Tanalís Padilla* - La Jornada - 7 de agosto de 2021

La esencia de las normales rurales es su carácter colectivo. En gran medida esto se debe a sus orígenes en la Revolución. El contenido social de la Constitución de 1917 –las protecciones laborales, el reparto agrario y el acceso a la educación– que pretendía corregir la irrisoria concentración de riqueza del periodo porfirista dependió del principio de derechos colectivos cuya articulación son la única forma de contrarrestar el poder del capital. Las características colectivas de las normales rurales se dieron desde su construcción inicial, ya que en muchas instancias eran las comunidades mismas quienes aportaban la mano de obra, los materiales o la elaboración de sus muebles. Los informes de la primera generación de directores de estas escuelas y las memorias de los primeros alumnos enumeran múltiples ejemplos de esta labor. En la normal rural de Río Verde, San Luis Potosí, los estudiantes dedicaban las tardes después de sus clases a construir mesas, bancos y camas para su comedor e internado; en Xocoyucan, Tlaxcala, los alumnos instalaron una cooperativa con sus propios fondos; en el El Mexe, Hidalgo, rehabilitaron las paredes y muros; en Ayotzinapa, Guerrero, cimentaron la carretera a Tixtla. El que muchas de las normales rurales se instalaran en antiguas haciendas era una justicia poética: los antiguos palacios cuyos propietarios se habían enriquecido gracias a la apropiación de 13


tierra y trabajo de la clase campesina e indígena albergarían ahora a los descendientes de esa clase explotada. Además, los directores, estudiantes y profesores promovían una activa labor y relación con las comunidades vecinas, ya fuera con campañas de vacunación e higiene, organización de festivales cívicos o poniendo las instalaciones de la normal a disposición de las comunidades, como lo hizo en 1926 el director de la entonces normal rural de Tixtla, quien bajo el nombre de la escuela, puso un letrero que decía “ TALLERES DEL PUEBLO”, así con mayúsculas, y así dar “libertad muy amplia al pueblo para que entre a trabajar con nosotros”. El carácter colectivo de estas escuelas también se reforzó con el código disciplinario adoptado en su seno y elaborado en muchas de ellas por el profesor, pedagogo y director de varias normales rurales José Santos Valdés. Entre otras cosas, Santos Valdés enfatizó que “los alumnos deberán participar no sólo en la elaboración de su cultura y en la producción económica de la escuela, sino en la organización y dirección de la vida de los niños y de los maestros, tanto dentro como fuera de la institución”. En las normales rurales los alumnos debatían e incidían en las sanciones que se implementaban cuando se faltaba a las normas y el código disciplinario se aplicaba a la comunidad entera: docentes, estudiantes y cuerpo administrativo. En las normales rurales el comedor y el internado son las modalidades que más han preser vado el carácter colectivo de estas escuelas. Son espacios para convivir. Son también lugares de socialización y de concientización, donde la lógica de organización colectiva se enseña, se aprende y se intuye. Y son espacios comunes donde jóvenes pobres, muchos de ellos de comunidades remotas, conviven con centenares de estudiantes, cada uno con su propia historia, pero con el común denominador de ser de extracción humilde y de querer estudiar. En este mundo y en las prácticas que lo refuerzan y lo protegen, los 14


normalistas han desarrollado un fuerte sentido de dignidad, una dignidad que manifiestan al defender sus derechos en colectivo. Es una dinámica que desde hace mucho ha incomodado a altos funcionarios de la SEP. A finales de la década de los 60, cuando ya se veía venir la reforma educativa que eliminaría 14 de las 29 normales rurales y donde también se separó el ciclo de secundaria del profesional, uno de los argumentos era que los alumnos mayores manipulaban a los menores. En ese entonces también se consideró remplazar internados con becas individuales como forma de control ideológico y para minimizar huelgas y paros. La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México caracterizaba de “reaccionaria y antipopular” este tipo de medida y declaró: “no consideramos justo ni revolucionario mutilar las escuelas normales rurales”. Las reformas neoliberales implementadas en las cuatro décadas anteriores han diezmado el carácter popular y social de la Constitución mexicana. Así como el concepto de eficiencia se ha utilizado como justificación para privatizar la infraestructura pública, el individualismo, eje central de la cultura neoliberal, es vista como tentadora respuesta a la corrupción. Pero ambos conceptos sir ven al capital porque atomizan a la sociedad y debilitan mecanismos de defensa y movilización colectiva. A casi un siglo de vida y en contextos distintos, las escuelas normales rurales han experimentado tanto cambios como continuidades, pero su esencia colectiva hoy continúa en pie gracias a la infraestructura del comedor y del internado. Eliminar estos espacios sería acabar con ellas. * Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Unintended Lessons of Revolution, una historia de las normales rurales en el siglo veinte , próximo a publicarse con Duke University Press 15


Normales rurales: el paisaje en la pared

Luis Hernández Navarro - La Jornada - 10 de agosto de 2021 Durante los últimos 10 años de su vida, ya como ex presidente y a cargo de la Comisión del Río Balsas, el general Lázaro Cárdenas se volcó en cuerpo y alma a la Mixteca oaxaqueña. Caminó la región de arriba abajo, atendió demandas de los pueblos, promovió obras, se reunió con sus pobladores y vivió en Juxtlahuaca. Durante una de sus giras, en una comunidad de aquella región –narra el maestro Mario Aguilera Dorantes, quien llegó a ser oficial mayor de la SEP– los Ñuu Savi (pueblo de la lluvia) le dijeron al Tata que allí no había escuela. Molesto, el funcionario educativo que lo acompañaba los refutó y dio el nombre del profesor a cargo del aula y el número de alumnos que atendía. Con una mirada de desprecio que taladró la arrogancia del burócrata, uno de los campesinos le respondió: “Sí, general, estuvo un muchachito, pero no aguantó y se fue. Mándanos un maestro que tome atole y tortillas con chile y viva con nosotros” (https://bit.ly/3CvUX1Y ). Si alguien sabía la importancia de ese tipo de profesores que le demandaron los mixtecos era Cárdenas. Ellos fueron claves en instrumentar durante su sexenio la reforma agraria, llevar el ideario de la Revolución mexicana, combatir el clericalismo fanatizante y promover una educación liberadora (socialista) en el campo. La transformación social cardenista habría sido imposible sin el magisterio rural. La enseñanza fue una de las más grandes pasiones del general. Pese a que el hecho aconteció en la década de 1960 durante el diazordacismo, tiene enorme actualidad. Situaciones así, en que trabajadores de la educación hechos a los modos urbanos no se hallan en las comunidades se repiten una y otra vez. En las regiones más apartadas e inhóspitas no puede laborar cualquier docente. No aguanta. Se requiere un maestro especial, hijo de 16


campesinos o crecido en las orillas miserables de las grandes ciudades, acostumbrado a enfrentar la precariedad y la pobreza y a lidiar con la adversidad; hecho a la disciplina y dotado de las herramientas del trabajo comunitario. Un docente surgido de las normales rurales. La primera normal rural nació en Tacámbaro en 1922, un año después de creada la SEP. Según su fundador, el profesor Isidro Castillo (que no pudo hacerse cargo de la primera dirección por carecer de título) nadie quería alquilarles una casa, debido a las presiones del obispo cristero Lara y Torres. Tardaron cinco años para que la “escuela del diablo” consiguiera sede. La escuela rural mexicana fue obra de los docentes, sobre todo del pueblo. José Vasconcelos –cuenta el profesor Castillo– “nos ordenó alfabetizar; pero en los ranchos lo que menos interesaba era alfabetizarse; los campesinos tenían problemas más urgentes, como organizarse para repartir tierras. Por ello, la escuela rural extendió su campo de acción ayudando a los campesinos en otras actividades”. Este compromiso con la lucha agraria, la organización de la producción, la promoción de la higiene y la concientización comunitaria les valió que se les acusara de ser instituciones subversivas y a sus estudiantes de vándalos. José Santos Valdés, figura central de la pedagogía mexicana, recuerda que, estando él al frente de la normal rural de Tenería, en 1941-42, el general David, mando de la ciudad militar de San José, llegó a visitarlos a las 5:30 de la mañana y se encontró a los estudiantes y al director pizcando trigo. El general preguntó al maestro: ¿cómo es posible que haya puesto a trabajar a estos vagos, ratas villagreras? Santos Valdés contestó: “Le voy a decir algo, mi general, y no se vaya a molestar. ¿Sabe por qué a los muchachos los ve tan entusiastas cortando trigo? Porque viven en un régimen demo17


crático y porque to­d o lo que se refiere a su comunidad, su ro­p a, sus medicinas, es administrado por ellos”. Escandalizado, el militar replicó: “¡Está usted comunizándolos!” –No, mi general, no tenga miedo, estamos viviendo en paz, con tranquilidad y muy bien. Fieles a su misión de siempre, a las normales rurales no se les acusa más de escuelas del Diablo, kínderes bolcheviques, madrigueras de comunistas o nidos de guerrilleros. Ahora se les imputa ser corruptas y se quiere terminar con el internado y los comedores. El internado es la espina dorsal del normalismo rural y de la organización política estudiantil. Desaparecerlo es desnaturalizar su especificidad pedagógica. Como en las academias militares con los cadetes, los jóvenes adquieren allí hábitos de disciplina, cooperación y camaradería que no se obtienen en otras escuelas. En esta experiencia se templa el acero de los futuros profesores que los campesinos mixtecos pedían al general Cárdenas: “maestros que tomen atole y tortillas con chile y vivan con nosotros”. Por lo demás, los alumnos no administran ni los comedores ni los recursos destinados a las escuelas. Sólo algunas normales comparten el manejo del comedor con personal administrativo. El poco financiamiento que llega a las normales rurales es manejado por las autoridades educativas. ¿Dónde está la corrupción? El profesor Isidro Castillo fue también el encargado de fundar la normal rural de Cerro Hueco, antecedente de Mactumactzá (https://bit.ly/2X1OQ4Z). La construimos –explicó– “con nuestras propias manos. Cuando hicieron el comedor, había una pared y los chicos, con ansia de espacio, pintaron un paisaje para ver más lejos”. Al igual que esos primeros alumnos, los nuevos normalistas rurales llenan los muros de comedores, dormitorios y aulas de grandes frescos con retratos de sus héroes, representaciones de sus luchas y grandes ventanas en las que se miran a lo lejos los horizontes que anhelan. 18


Conflicto por el agua en Puebla

Gloria Muñoz - La Jornada - Los de abajo - 7 de agosto de 2021 Mañana, 8 de agosto, los Pueblos Unidos de la región choluteca y de los volcanes del municipio poblano Juan C Bonilla celebrarán una asamblea popular y un diálogo público con autoridades estatales y federales, además de representantes de la Comisión Nacional del Agua y de la embotelladora Bonafont, empresa que mantienen cerrada desde hace cuatro meses debido a que, acusan, está dejando sin agua a la población. Fue el 22 de marzo de este año cuando, en el Día Mundial del Agua, las comunidades nahuas de las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl cerraron la embotelladora y se plantaron indefinidamente frente a las instalaciones, acusando a los empresarios de extraer de manera desmedida e ilegal el líquido de sus pozos. Desde ese momento el plantón contra Bonafont se convirtió en una de las luchas más notables por la defensa del líquido. Organizados como Pueblos Unidos acordaron el pasado 1º de agosto organizar una “gran asamblea popular” con la participación de las comunidades afectadas, en un diálogo con autoridades y empresarios, en el marco de la celebración del natalicio del general Emiliano Zapata. Los pobladores acusan a Bonafont de que a partir del cierre de esa compañía, sus trabajadores comenzaron a extraer agua de pozos clandestinos, la cual, señalan, trasladan en tráileres de doble remolque y en camionetas tipo pick-up. Éste es el motivo por el que cientos de familias continúan sin ella, a pesar del cese de la planta. Cabe señalar que, precisamente en esta región, se formó recientemente un socavón asociado con la desmedida extracción de agua no sólo de Bonafont, sino también de empresas como Mercatus, Persforza, Ternium, Hylsa, Volkswagen y las industrias de la ciudad textil, que desde que llegaron han provocado un desastre ambiental de grandes dimensiones. 19


“En nuestra región hemos luchado por muchos años contra el mal gobierno y el capital que ambiciona y codicia nuestro territorio a costa de nuestra vida y comunidad”, escribieron los pueblos que luchan “contra la empresa traficante de agua Bonafont ”, del grupo Danone. El acompañamiento es crucial en estos momentos, pues se juegan su existencia como pueblos. desinformemonos.org

En el desamparo Jacobo Dayán - Nunca más - Animal Político - 3 de agosto, 2021 Obligar a la clase política a asumir sus responsabilidades básicas solo será posible con una movilización potente. Quedan varios interrogantes. ¿Quiénes puede convocar y articular? El EZLN y algunos colectivos de víctimas han levantado la mano. Es momento de escucharlos y sumarse, de lo contrario seguiremos hundiéndonos, más y más, en el horror. “Debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio ayuda a quien atormenta, nunca al atormentado”. Elie Wiesel Todo indica que México decidió perder de nuevo una oportunidad. Pasó la consulta y parece ser que será una anécdota más y no una oportunidad para iniciar procesos profundos de verdad, justicia y paz. El desmoronamiento es más amplio. En días recientes fueron asesinados dos familiares que buscaban a personas desaparecidas. Estos no son casos aislados, se trata de un fenómeno antiguo. Por un lado, el Estado ausente no asume su responsabilidad básica de garantizar la paz, la seguridad, la verdad, la justicia y la búsqueda de personas desaparecidas. A esto se suma la colusión de distin20


tas partes del Estado con grupos criminales para la negociación y gestión de territorios, mercados ilícitos y uso de la fuerza. En Tamaulipas algunos familiares de personas desaparecidas decidieron, ante la negativa del Estado de ser Estado, pedir una tregua a criminales para realizar trabajos de búsqueda. La ciudadanía gestionando con grupos criminales. Esto me recordó de inmediato las palabras de Javier Sicilia durante los diálogos con el presidente Felipe Calderón en 2011. Ante la negativa del ejecutivo de entonces de asumir su responsabilidad, Sicilia le preguntó que si ante ese escenario lo que procedía era negociar directamente con el crimen organizado. Diez años después, quince del inicio de la brutal espiral de violencia, las condiciones parecen seguir igual y el horror más profundo. Es el crimen organizado quien informa a colectivos de víctimas sobre fosas clandestinas y zonas de exterminio como ocurrió con Colinas de Santa Fe en Veracruz y La Bartolina en Tamaulipas. A pesar de que el Estado tenía conocimiento de estos sitios, tuvo que ser el crimen quien notificó a familiares de personas desaparecidas. Ante esta ausencia y colusión del Estado, sin importar quién gobierne, parece no haber más que una alternativa: articularse desde abajo. Trazar una agenda de mínimos para buscar la verdad, la justicia y la paz a pesar del Estado. Sin esto no habrá nunca transformación posible de la vida pública. Obligar a la clase política a asumir sus responsabilidades básicas solo será posible con una movilización potente. Quedan varios interrogantes. ¿Quiénes puede convocar y articular? El EZLN y algunos colectivos de víctimas han levantado la mano. Es momento de escucharlos y sumarse, de lo contrario seguiremos hundiéndonos, más y más, en el horror. Podemos seguir actuando como si todo esto no ocurriera, simular acciones de cambio, seguir en el análisis sofisticado, mante21


ner una cómplice neutralidad política o asumir la responsabilidad histórica de estos momentos de gran oscuridad. Cada quien con su conciencia ante el desamparo.

La pandemia y el terremoto feminista Laura Castellanos - El Sol de México - 10 Agosto 2021

Hay quien piensa que la pandemia del Covid-19 sofocó al terremoto feminista que vivimos durante 2019 y principios de 2020, que tuvo como su máxima expresión la marcha del 8 de marzo y el paro de labores del 9 de marzo del año pasado, las protestas de mujeres más multitudinarias contra la violencia y la opresión de género en la historia de México. Este punto climático lo destaco en mi libro La Marcha del #TerremotoFeminista, Historia ilustrada del patriarcado en México, tras recapitular sobre las formas de resistencia con las que las mexicanas han hecho frente a la violencia patriarcal desde la época prehispánica, pasando por La Colonia, La Independencia, La Revolución, el Siglo XX y el Siglo XXI. Sin duda, vivimos la época más insurreccional femenina registrada en la historia del país. Y si bien el confinamiento sanitario replegó al impetuoso movimiento, lo llevó a vivir otros procesos reflexivos, de discusión y organización ante el aumento de casos de violencia de género, la profundización de las desigualdades sociales, y la indolencia del aparato de Estado. Uno de sus logros indiscutibles es que pese a replegarse en la escena pública, sus causas han seguido fuertemente posicionadas en las agendas de los medios de comunicación, lo que hace un par de años era inimaginable. De igual modo, los partidos políticos fueron forzados a posicionarse frente a su exigencia de paridad y sus denuncias ante can22


didatos violentadores durante los comicios electorales, aunque con resultados variopintos. Y si bien las 246 diputadas y 5 gobernadoras elegidas no garantizan la elaboración de políticas públicas con perspectiva de género, es un número histórico de representación, y las feministas tendrán el desafío de dar la batalla para concretarlas. \u0009 En la pandemia también se extendieron los colectivos con naturalezas y causas diversas. Han impulsado la impartición de talleres o conferencias en línea, dado acompañamiento a víctimas o a sus familias, o de forma comunitaria, impiden el despojo y destrucción de sus territorios, como lo hacen las mujeres del Congreso Nacional Indígena (CNI) y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que no se asumen feministas pero tienen una posición antipatriarcal. De forma sorprendente, la ola verde, como se llama a la vertiente feminista que demanda la despenalización del aborto, arribó en pleno confinamiento sanitario por dos vías inusitadas: una fue la toma inédita y pacífica de dos congresos estatales, el de Quintana Roo y el de Puebla. Dichas tomas obligaron a los congresos a abrir espacios de discusión y dictaminen bajo una perspectiva de derechos humanos y de salud reproductiva y sexual, y si bien en Quintana Roo la demanda fue rechazada, en Puebla sigue en vilo su aprobación. La otra vía fue la legislativa, impulsada con éxito por diputadas feministas de distintos partidos en los congresos de Oaxaca e Hidalgo. Son logros históricos. Ahora, sumadas a la Ciudad de México, son tres las entidades del país que han despenalizado el aborto. Este ha sido solo un reducido recuento. Aún es incierto el fin de la pandemia, pero lo que es evidente es que, pese a ésta, el movimiento amplio de mujeres que luchan contra la violencia patriarcal en México sigue vivo, pujante, y dispuesto a seguir nutriendo la que es la revolución social del Siglo XXI. 23


El dictador

Javier Sicilia - Revista Proceso - 9 de agosto de 2021 Se suele acusar a López Obrador de dictador o, al menos, de pretender serlo. ¿Lo es? Según el diccionario de la RAE, el “dictador” es alguien “que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyado en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica”. Para entender mejor la definición hay que remontarse a su sentido original. En sus inicios el dictator, del que deriva nuestro actual concepto, es aquel “que dice algo para que otro lo copie”. Está asociado con el nacimiento de la escritura que, en sus comienzos –3000 a.C.–, y debido a que no existían todavía los elementos para hacerlo de manera personal (separación entre palabras, puntuación, márgenes, etc.), se ejercía mediante el dictado. Cicerón, por ejemplo, tenía 20 esclavos dedicados a ese oficio. Su preferido era Tiros, que había ideado un método de escritura rápida. Lo mismo puede decirse de San Agustín y San Bernardo. A veces quienes dictaban solían utilizar diferentes escribas, según el tipo de dictado. La mayoría de esos amanuenses no sabían leer, quizá ni siquiera entender el dictado. Sabían simplemente reproducir gráficamente el sonido de las palabras que grababan sobre la piel de una tablilla de cera, de un papiro o de un pergamino. Según Irene Vallejo, el lector de esos dictados, que, dadas las condiciones de la escritura de entonces, sólo podía hacerlo en voz alta para sus oídos y los de otros (leer era un acto no de los ojos, sino de la voz y la escucha), solía asociarse en la Roma antigua con un ser sodomizado por la palabra del dictator, que al seducirlo y someterlo mediante la autoridad de su decir lo desapropiaba de su palabra. Visto desde allí se entiende mejor por qué su significado pasó a asociarse con alguien que domina, que se apoya en la fuerza de su decir, que graba su palabra más allá de los límites de la ley (los 24


límites de la oralidad en el sentido de la escritura) para sodomizar a sus oyentes. El dictator, que por asociación o extensión se refería, en la República Romana de Cicerón, al magistrado que era investido temporalmente con poderes absolutos, se transformó, después, en un monstruo que –como Hitler, Stalin, Franco, Pinochet, Castro, Díaz-Canel, Daniel Ortega, Bolsonaro, Maduro o Trump, que lo intentó y lo sigue intentando– graba en la piel de quienes no quieren ser sodomizados el punzón de su dictado. No en vano las bayonetas tienen la forma del buril o del cálamo con el que se escribía antiguamente. Estos dictadores llevan el poder que la autoridad le confería al dictator (la condición de autor, del “que hace crecer”), a la arbitrariedad y la imposición por el miedo. El dictator que, por la calidad de su decir, invitaba al lector a ser sodomizado, cambió el dictado por la dictadura (un “dictado-duro”, valga la falsa etimología) y se convirtió en dictador, en violador de la autonomía y de la libertad del otro. ¿López Obrador es eso? En varios sentidos sí. Primero, en el sentido de que dicta y su dictado lo realiza con su equipo a puerta cerrada, como Cicerón lo hacía con sus esclavos y, luego de manera pública en cada “mañanera”. Segundo, porque su dictado aparece luego, semejante al de los dictatores de la Antigüedad, grabado no en tablillas de cera, en papiro o pergamino, sino en el papel de los periódicos, en la escritura luminosa de las redes y a través de la televisión, esa forma de la lectura que recuerda en algún sentido los púlpitos donde se realizaba la lectio. Tercero, porque su dictado, que muchas veces violenta le ley, que la malversa, que la usa según conviene a su autoría, busca sodomizar no sólo por la seducción a sus partidarios, sino mediante la violencia y la persecución verbal a sus adversarios. No lo es, en cambio, en el sentido de que, hasta ahora, no ha buscado, querido o podido imponer ese dictado con el punzón de las bayonetas; no ha sodomizado –mediante el encarcelamiento arbitrario, el asesinato, la desaparición y el miedo– a quienes se le oponen o lo criticamos incluso con vehemencia. 25


Ese tipo de dictadura pertenece a una nueva forma de ella, que emergió de los intersticios de la globalización: la del crimen organizado al que el dictado de López Obrador ha terminado por servir y que tiene no sólo capturada una buena parte del Estado, de los partidos políticos y de algunas empresas, sino también 35% del territorio nacional. Como las dictaduras que conocemos, ésta, que se acompasa bien con esa especie de dictablanda de López Obrador, fabrica a su vez campos de exterminio como el de la Bartolina, excava fosas por todo el territorio, ejerce su poder sin limitaciones jurídicas y, mediante el terror, la extorsión y la muerte, genera el caos en el que estamos sumidos. Las dictaduras han sido espantosas. No lo es menos ésta que combina una especie de dictadura híbrida que va destruyendo lo que queda de las instituciones políticas y de las organizaciones civiles del país. Si López Obrador quiere transformar a la nación, tendría que recuperar un espíritu democrático que la unifique para, en un proceso de verdadera verdad y verdadera justicia, sanar lentamente a un país capturado y devastado por el crimen. No se ve, por desgracia, que su espíritu lerdo lo prepare para ello y habría que obligarlo desde abajo, como siempre se hace con el poder.

Olimpiadas de la diversidad

María Teresa Juárez - Pie de Página - 6 agosto, 2021 Tokio 2020 será recordado por ser un momento clave para la expresión pública de la diversidad como relato central y son las deportistas quienes encabezan la lucha. Abrieron el diálogo acerca de temas como la sexualización del cuerpo de las atletas, el racismo y el sexismo Tokio 2020 será memorable. Será recordado dentro de cien años por varios motivos: como si de un inmenso karaoke se 26


tratara -el significado de esta palabra en idioma japonés quiere decir: canto vacío- es la primera vez en la historia moderna, que las competencias se llevan a cabo en estadios vacíos, debido a la covid19. Ni siquiera en las Olimpiadas de Amberes 1920, hubo estadios sin público. Recordemos que dos años antes, el mundo sería azotado por la Gripe Española. Por aquel entonces tanto la pandemia, como la Primera Guerra Mundial, habrían influido en las condiciones generales de aquellas Olimpiadas. A pesar de todo pronóstico, finalmente las Olimpiadas se llevaron a cabo luego de la cancelación de Berlín 1916, durante la Primera Guerra Mundial. Tokio 2020 será recordada por la covid-19 y, también, por ser un momento clave para la expresión pública de la diversidad como relato central para comprender el siglo XXI. Con el lema: Unidos en la Diversidad y enfrentando uno de los momentos más complejos de la historia, la fiesta olímpica iniciaría el 23 de julio del año 2021. Fue la tenista afro japonesa Naomi Osaka quien encendió el pebetero en el Estadio Olímpico de Tokio 2020. Ella misma ha sido un ejemplo a seguir para las atletas más jóvenes, en un país con poca discusión pública sobre la diversidad étnica. Uno de los sellos de esta inauguración fue el pase de antorcha a un médico y a una enfermera como una forma de homenaje al personal sanitario que, desde finales del año 2019, se encuentra en la primera línea de atención por la pandemia de covid-19 en todo el mundo. La agenda de Tokio 2020 Una de las agendas de Tokio 2020, ha sido la lucha por mejores salarios para las competidoras olímpicas y el reconocimiento de su papel como atletas de alto rendimiento. 27


También, por primera vez en la historia, las mujeres constituyen el 48.8% de atletas en competencia. Tokio también será recordado por acciones como la de las seleccionadas noruegas de balonmano, quienes decidieron dejar de usar el tradicional bikini y optaron por un uniforme más cómodo, o las gimnastas alemanas, quienes también tomaron la decisión de usar trajes de cuerpo completo. No es un tema menor, se ha puesto en el centro del debate público la incomodidad de algunas competidoras, quienes han manifestado críticas por los códigos de vestimenta impuestos por el Comité Olímpico Internacional, COI. Se abre entonces el diálogo acerca de temas como la sexualización del cuerpo de las atletas, el racismo y el sexismo. Como el caso de Caster Semenya, campeona en la prueba de 800 metros, quien decidió no competir, debido a la exigencia del COI de implementar una estrategia mediante la cual se bajarían sus niveles de testosterona con fármacos. A esto se suman comentarios sobre su condición intersexual, su orientación sexual y el tema de la racialización. Memoria histórica y la agenda antirracista Sin duda, uno de los capítulos más dramáticos en la historia de los Juegos Olímpicos fue Berlín 1936. En los momentos más álgidos del fascismo, el atleta afroamericano Jesse Owens derrotaría a sus competidores alemanes en cuatro categorías. Owens, originario de Alabama, provenía de un linaje de ancestros africanos que habrían sido secuestrados, torturados y obligados a trabajos forzados en las plantaciones de algodón en los Estados Unidos. Aunque la esclavitud habría sido abolida desde el año 1865, persistían leyes que segregaban a las personas afroamericanas y restringían sus derechos. 28


Es en este contexto, que Owens visitaría Alemania, durante las competencias de los Juegos Olímpicos en Berlín 1936 y desafiaría la absurda ideología racista, ganando 4 medallas. 32 años después, en los Juegos Olímpicos de 1968, Tommie Smith y John Carlos harían historia al ganar el oro y el bronce en los 200 metros planos. Pero también, por atreverse a poner el puño en alto como símbolo de lucha del movimiento Black Panther en Estados Unidos. La imagen, pasaría a la historia como uno de los momentos más emblemáticos de la lucha antirracista. Tokio 2020 y las mujeres 53 años más tarde, en Tokio 2020, son las atletas quienes encabezan la lucha. El Comité Olímpico Internacional, en el Artículo 50 de la Carta Olímpica, permite a los deportistas: “protestar en silencio en el lugar en el que compiten, pero hacerlo en el podio conlleva la amenaza de sanciones no especificadas”. Sin embargo, la medida ha sido cuestionada por algunas deportistas. Como Dina Asher-Smith, velocista británica. Dina comenta: «Protestar y expresarse es un derecho humano fundamental. Si tuvieras que castigar a alguien por oponerse a la desigualdad racial… ¿Cómo diablos se iba a hacer? ¿Le van a quitar la medalla? ¿Cómo se vería eso?», se pregunta. La velocista británica es una reconocida luchadora social y cierra una entrevista para la BBC de Londres diciendo: “Estoy orgullosa de quién soy y de lo que represento». Y es así como estos juegos serán recordados por atletas como Simone Bales: hablando de salud mental y autocuidado; Yulimar Rojas: rompiendo su propio récord en salto triple, o Neisi Dajomes: quien se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla de oro para Ecuador. Tokio 2020 nos recordará también que humanos y humanas aún somos capaces de remontar los peores momentos, porque lo que nos ocupa hoy es ¡vivir! 29


El movimiento indígena flaquea, la tarea que nos queda Kau Sirenio - Pie de Página Voz de Lluvia - Tatyi Savi - 5 agosto, 2021

En memoria de los que se fueron, ahora más que nunca vamos a repetir en cada rincón las palabras que acuñó Gaudencio Mejía: “Nunca más un México sin nosotros”. Para que ni las lenguas indígenas ni los hablantes sean discriminados, menos de manera institucional A Gaudencio Mejía, Roque Nava, Erasto Cano y Martha Sánchez. El 9 de agosto habrá de celebrarse en el mundo el Día Internacional de las poblaciones indígenas, actividad que estará cargada de folklor y buenos deseos de los gobernantes de las distintas naciones, sin embargo, en las comunidades indígenas campea el luto ante la caída de sus principales líderes comunitarios por la covid-19. Ya hemos dicho que la pandemia de covid-19 desnudó las desigualdades sociales en México. Las afectaciones son desproporcionadas en las poblaciones indígenas que de por sí parecen la pobreza, enfermedades, discriminación, inestabilidad institucional e inseguridad económica. Desde esta perspectiva el contraste es aún más marcado en la zona donde no hay hospitales. Así las cosas, desde que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el Día Internacional de las poblaciones indígenas en diciembre de 1994, el acceso a la salud no mejoró, contrario a eso, la muerte materna en las comunidades indígenas, y ahora por la covid-19, es cada vez más visible. En lo que va del año, en México se demostró que no hay instituciones de salud ni medios de transporte para trasladar a indígenas a hospitales más cercanos de sus comunidades para que 30


reciban atención médica, ni siquiera los líderes indígenas más visibles de Guerrero, como: Gaudencio Mejía Morales, Roque Nava Calvario, Erasto Cano Olivera y Martha Sánchez Néstor accedieron a atención médica de primer nivel. Ellos no se escaparon de la covid-19, como tampoco lo consiguieron los migrantes indígenas en las grandes urbes del mundo, porque el sistema de salud tiene color de piel. En México, los gobiernos anteriores despilfarraron el presupuesto de salud, recortaron matrículas para las facultades de medicinas en las universidades públicas con el propósito de desgastar el sistema de salud pública, y así justificar la privatización. La consecuencia de esta magnífica idea es la muerte de miles de mexicanos. La carencia de centros de salud en las poblaciones indígenas de los altos de Chiapas, la Montaña de Guerrero, la Sierra Tarahumara de Chihuahua, es la muestra de que en este país no hemos avanzado. Nuestro sistema de salud es bastante arcaico. 27 años después de la declaración del Día Internacional de las poblaciones indígenas, los avances son mínimos. Si bien es cierto que se avanzó en la reforma política sobre poblaciones indígenas, no hay nada concreto ni instrumentos confiables para que estas normas se implementen, tampoco hay instituciones y órganos de procuración y administración de justicia incluyente. La barrera cultural y de justicia es inmensa. Empujados por la migración, la exclusión, la violencia, la extrema pobreza, la falta de tierras, el empleo y la búsqueda de mejorar condiciones, hemos tenido la necesidad de salir y extendernos a muchas ciudades importantes del país, al mismo tiempo que internacionalizar nuestra lengua e identidad rebasando fronteras en los Estados Unidos, Canadá y Alaska. No lo sé de cierto, pero dicen que hay mujeres de la lluvia perdidas en Groenlandia, trabajando en barcos pesqueros, para derribar el muro de la ignominia. 31


Desde fuera de nuestro territorio empezaremos a organizarnos para revisar las políticas públicas dirigidas a nuestras comunidades. Caminaremos al lado de las organizaciones sociales, campesinas, indígenas, académicos, intelectuales y periodistas para plantear al Estado mexicano que modifique sus políticas clasistas y racistas. En memoria de los que se fueron, ahora más que nunca vamos a repetir en cada rincón la palabra que acuñó Gaudencio Mejía: “Nunca más un México sin nosotros”. Para que las lenguas indígenas ni los hablantes sean discriminados de manera oficial ni institucional.

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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 11 de agosto 2021


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